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- rdf:value = " El señor PRADO.-
Seré muy breve, pues, al parecer, con motivo de la discusión de uno de los artículos del proyecto, se ha abierto debate en general sobre esta iniciativa, discusión que, de hecho, había sido evitada. El país conoce los antecedentes del conflicto y no procede repetir las argumentaciones que hicimos durante un debate que se prolongó por muchas horas. Las causas del conflicto no son tan simples ni pueden calificarse en forma tan ligera como se está haciendo nuevamente. No emplearé ese mismo lenguaje, pues tuvimos oportunidad suficiente para debatir con profundidad y seriedad sobre ja materia, con datos, cifras concretas y con las leyes pertinentes a la vista, para analizar la situación tanto de los obreros como de la Empresa. El propio Senador Allende sabe que el verdadero origen del conflicto no radica en un deseo de persecución por parte del Gobierno. Este conflicto se ha ido complicando poco a poco, como suele suceder en algunos casos; el conflicto empieza de cierta manera, pero por el camino se va agrandando como una bola de nieve, hasta desvirtuarse totalmente. El mismo señor Senador, no sólo ante las autoridades de Valparaíso, sino delante de los obreros -lo dijo en una de las siete u ocho concentraciones autorizadas por el Intendente de la provincia-, sostuvo que estaba con los trabajadores, pero no aprobaba determinados vicios de procedimiento que sólo existían en el puerto de Valparaíso y deberían terminar.
Para que no lo olvidemos, repito que un conflicto tan serio como fue éste y cuyas consecuencias pudieron ser de extraordinaria gravedad para los obreros y sus familias, no empezó porque sí. No se originan en esa forma los conflictos en nuestro país, al menos durante un Gobierno democrático como el actual. Sólo quiero destacar una inconsecuencia que advierto en la posición adoptada frente al proyecto en debate. Fundamentalmente, la posición del Honorable señor Allende, que ha intervenido en este problema, ha sido contradictoria en dos aspectos. Ha sostenido que hubo enorme presión política para que los obreros aceptaran el proyecto. No la hubo. Lo que sí hubo fue un largo debate, con amplia participación de los obreros portuarios, quienes no son ignorantes ni borregos: constituyen un gremio poderoso, con dirigentes capaces y asesores legales eficientes; de manera que cuando discuten sus problemas saben de lo que hablan. Pues bien, los obreros portuarios tuvieron extensos debates con autoridades del Gobierno. Yo intervine en forma extraoficial, con el fin de ayudar a resolver el problema, como lo hicieron muchos otros parlamentarios.
A raíz de las discusiones, se elaboraron dos documentos. Uno de ellos, totalmente informal -probablemente a ése se refiere el Honorable señor Allende-, quedó sujeto a la ratificación del Gobierno, la que no se produjo, pues tal documento fue modificado. En el documento así enmendado, que fue aceptado por los obreros, quedaron consignadas las cláusulas fundamentales que han pasado a constituir el proyecto de ley en debate. Este -repito- cuenta con la aprobación de los obreros. No nos escandalicemos, pues, de que per- soneros y parlamentarios del Gobierno permitan a los trabajadores impulsar !a aprobación de esta ley. La historia de nuestra legislación ofrece muchos ejemplos similares. Ya otras veces ha habido buena voluntad para aceptar determinadas soluciones con el fin de evitar males mayores. No nos escandalicemos sin motivo, ni hagamos razonamientos para llegar a conclusiones que no existen.
Insisto en que los obreros portuarios lo han sido víctimas de presión política. En el propio informe de la Comisión se deja constancia de que "la nómina de personas que van a jubilar es voluntaria". Así lo reconocieron los dirigentes obreros, lo que revela que los trabajadores sacaron sus cuentas y llegaron a la conclusión -porque son personas inteligentes- de que así les convenía.
Otro de los argumentos dados en la sala con visos de escándalo, al anunciarse el proyecto, consistió en que la iniciativa en debate repercutiría gravemente en las cajas de previsión correspondientes y -esto lo dijo textualmente el Honorable señor Allende- se trata de un proyecto que otorga privilegios incalificables, con los cuales el Gobierno pagaba un conflicto provocado por él mismo.
El señor ALLENDE.-
Lo mantengo y lo voy a demostrar.
El señor PRADO.-
Varias veces hemos oído ese argumento a Su Señoría.
El señor ALLENDE.-
Y lo seguiré sosteniendo.
El señor PRADO.-
Sólo quiero señalar que este proyecto, el cual, según algunos, otorga privilegios incalificables, distintos de aquellos de que gozan los demás trabajadores chilenos, sólo agrega el derecho a integrar las imposiciones en cinco año. El señor Superintendente de Seguridad Social, invocado varias veces en cuanto habría sostenido que los beneficios establecidos en el proyecto son extraordinarios, también afirmó, coincidiendo en ello con el Gobierno, que si ya se abonabavi cinco años de servicios a los trabajadores portuarios, lógico era pagar con el desahucio las imposiciones correspondientes a ese lapso. Previendo el caso de obreros que recibieron escaso desahucio o no tuvieran dinero con que pagar las imposiciones, procuramos mejorar el proyecto en este punto; pero la indicación correspondiente fue rechazada.
En cuanto al beneficio de la jubilación reajustable, concedido por el proyecto, so lo critica por su repercusión en las finanzas de las cajas previsionales. Se hacen críticas por un lado y por otro.
El proyecto, además, amplía en 180 días el plazo para acogerse a la continuidad de la previsión, y, lo que puede ser más importante, autoriza al director de la Empresa para pagar, a los obreros que jubilaron entre los meses de julio y septiembre de este año, un anticipo en calidad de préstamo mientras duran los trámites de la jubilación. Dichas sumas pasarán a ser una indemnización, la que, por lo tanto, no deberá ser reintegrada por los obreros. Vale decir, se pagarán Eº 1.600.000 por este solo concepto.
Reitero estas observaciones, una vez más, para reafirmar que estoy en favor del movimiento sindical responsable y fuerte y no de un movimiento sindical de privilegios. Conozco desde hace tiempo, porque nací en Valparaíso, a los obreros y dirigentes portuarios. En la intimidad de las conversaciones con ellos, pude comprobar que dichos obreros estaban conscientes de que no podían seguir sosteniendo un sistema irracional que haría quebrar a la Empresa, y que era económicamente insostenible, lesivo para la Marina Mercante y para la política de transportes del Gobierno. Por eso, sin embargo, no hemos formulado ninguna indicación en este momento y no objetaremos ninguna de estas disposiciones, a fin de que el proyecto pueda continuar de inmediato su tramitación. En esta forma creemos ayudar a la solución de este problema.
Quería formular estas observaciones, sin volver en forma demasiado lata sobre el tema, para que vaya quedando constantancia de las verdaderas razones que se han tenido en consideración para proceder en la forma propuesta.
Estaba con la palabra el Honorable señor Foncea, a quien le agradezco la interrupción que se sirvió concederme.
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