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- rdf:value = " El señor VON MÜLHENBROCK.-
¡Muchas gracias!
Porvenir de la industria elaboradora.
Del severo y exhaustivo análisis que las Comisiones unidas hicieron de los convenios del cobre, se han desprendido conclusiones y cifras que enmarcan en nuevos aspectos todo lo relacionado con el metal rojo y su papel en la economía nacional.
Las divisas que la venta del cobre proporciona a Chile representan sólo 39,1% del total de nuestra balanza de pagos. Este porcentaje sube al 47,6% si se eliminan de las entradas de divisas los préstamos externos para desarrollo. Los recursos que el Estado chileno obtiene por las ventas de cobre totalizan sólo 14,8% del total de ingresos con que el país financia sus presupuestos. En los últimos años, el porcentaje de producción de Chile con relación a la producción mundial ha caído, de 22% que registraba en 1945 a 11,12%, que exhibe hoy. Entre los años 1945 y 1955, la producción nacional bajó a 9%, y entre 1955 y 1965, mientras otros países duplicaban o triplicaban su producción, Chile logró aumentarla sólo en 26% con relación al decenio anterior. Prácticamente, el aumento de la producción del cobre chileno, a pesar de los sacrificios en que el Estado incurrió en favor de las compañías-de la gran minería por intermedio de la ley 11.828, no supera el 1% anual en los últimos veinte años, y este estancamiento está comprometiendo gravemente la marcha de nuestra economía, como lo revela el que los ingresos provenientes de dicho metal totalicen sólo 14,8% del total de entradas con que Chile financia sus presupuestos. El peso del financiamiento presupuestario recae ahora fundamentalmente sobre las actividades nacionales y se traduce en menor productividad, en carestía de la vida y lento ritmo de desarrollo.
¿Qué razones provocan el estancamiento de la producción nacional de cobre? Son muchas, y una de ellas es que nuestro país no haya podido obtener que las compañías de la gran minería manufacturen o elaboren en nuestro territorio el metal rojo para que éste se exporte a mayor precio enviando al exterior trabajo chileno y obteniendo mayor cuota de divisas en retorno.
Resulta paradójico que el país dueño de las mayores reservas de cobre del mundo, el país fundamentalmente del cobre, no haya podido manufacturar su producción y sólo lo haya hecho en mínima parte, pero no por las compañías de la gran minería, sino por industriales chilenos que, entre los años 1961 a 1964, elevaron sus exportaciones de productos elaborados desde 3.947 toneladas métricas, a 49.729 toneladas métricas, y que ahora proyectan nuevas ampliaciones, como es el caso de Madeco, que instalará en Antofagasta una planta que representa una inversión superior a 5.000.000 de dólares.
En el convenio entre Chile y el Grupo Anaconda, se declara que las partes investigarán en conjunto la posibilidad de establecer en Chile una planta elaboradora de cobre.
Llama la atención esta forma de encalar uno de los más serios aspectos del problema del cobre, pues todo exige que Chile estimule al máximo la producción manufacturera, como medio de aumentar sus disponibilidades de divisas y prevenir con el más alto precio cualquier contingencia en los mercados.
Por intermedio del Vicepresidente del Departamento del Cobre, las Comisiones unidas fueron informadas de que Anaconda no es sólo uno de los principales productores de cobre del mundo, sino el más poderoso elaborador de este metal. La Anaconda American Brass Company y la Anaconda Wire and Cable Company, son filiales controladas en ciento por ciento por la Anaconda y figuran entre las más poderosas empresas norteamericanas. La manufactura del cobre es desarrollada por Anaconda en Méjico y en Brasil, mediante una serie de subsidiarias que elaboran bronces, equipo agrícola, alambres, cables, etcétera. Toda la industria elaboradora de Anaconda origina el paradójico hecho de que la compañía consuma más cobre que el que produce en sus minas de Chile, Estados Unidos, Méjico y Canadá.
Y -absurdo de los absurdos- esta compañía, que ha sabido utilizar con creces la ley 11,828 en su beneficio la ha aprovechado a tal extremo que por las amortizaciones aceleradas que obtuvo del ingenuo Gobierno chileno para sus inversiones de El Salvador, arrojó pérdidas en sus balances y no pagó participación de utilidades al Fisco- lograba obtener, en virtud del convenio, el extraño privilegio de integiar con dos miembros suyos un Comité de cuatro, o sea, paritario con el Estado chileno, que fijaría la política sobre reservas mensuales de cobre para la industria nacional. O sea, el principal manufacturero de cobre en el mundo, que jamás quiso instalar industrias manufactureras en Chile, pasaría a tener derecho paritario con Chile, en el manejo de las cuotas de cobre que utilizarán sus pequeñas competidoras en la manufactura, las industrias -chilenas.
Indudablemente, de este curioso privilegio sólo podrían derivar trastornos para la industria manufacturera nacional, cuyo desarrollo nos interesa estimular en forma extraordinaria y a la cual hay que proteger decididamente.
La bandera que siempre se agita.
La Confederación del Cobre envió a las Comisiones unidas de Hacienda y Minería, a sus representantes, quienes dieron a las Comisiones valiosos informes y, entre ellos, un argumento importante: cada vez que las compañías han tenido ante sí la posibilidad segura de aumentar sus ventas por la demanda mundial de cobre o han debido introducir reformas en sus instalaciones por convenir a sus' intereses, se han presentado ante el Gobierno de Chile ofreciendo aumentar la producción a cambio de nuevas y determinadas franquicias, que nuestro país ha cometido la ingenuidad de conceder.
Chile ha sido obediente a los requerimientos de esta bandera que siempre se agita al servicio de las compañías, en circunstancia que son las leyes del mercado, la demanda mundial, el aumento de la población, el esfuerzo acelerado de determinados países por industrializarse, lo que determina el mayor consumo de cobre y, por ende, la ampliación de las faenas de explotación.
En los actuales momentos, el mundo atraviesa por un período de sed de cobre, y el porvenir de nuestra principal producción básica está asegurado.
El convenio con la Anaconda, en igual forma que el con Cerro Corporation, Andina y Kennecott, estipula una serie de franquicias tributarias y otros alicientes que el Estado chileno otorgará por el plazo de 20 años a la' Anaconda, Exótica, Cordillera y las nuevas compañías explotadoras que lleguen a formarse.
El convenio con la Anaconda introduce una virtual cláusula de "nación más favorecida"', pues se estipula, después de enumerar las franquicias otorgadas, que Exólíca tendrá derecho a todos los beneficios e incentivos otorgados a la compañía Andina S. A. organizada por Cerro Corpora tion. En otras partes, el convenio señala que no se podrán aplicar a Anaconda medidas discriminatorias adversas. Chilex pagará un impuesto de 50% sobre la renta y, además, una escala movible de 37,15, y Andes sólo el 50% sobre la renta.
En ninguna parte de este convenio -defecto que también refleja el con Kennecott y Cerro Corporation -figura la cláusula de reinversión en Chile, en circunstancias de que, como no me canso de repetir, estas compañías amortizan sus inversiones y retiran sus utilidades, sin dejar en Chile un solo dólar que resguarde el futuro de la economía nacional cuando los yacimientos se agoten.
Tal vez, de las razones que me han im pulsado a patrocinar la nacionalización del grupo Anaconda, la principal sea su negativa a reinvertir en Chile y su permanente oposición a convertir a nuestro país en poderoso y eficiente productor de cobre manufacturado.
Por ello, puede asegurarse que los convenios no resguardan debidamente los intereses nacionales y necesitan una renegociación, en particular en el caso de la compañía Minera Andina. En efecto, Chile, compromete 68.500.000 dólares y otorga una serie de franquicias tributarias de carácter excepcional con la cual se esperan las inversiones de Cerro Corporation inclusive calculado el valor de la Mina Río Blanco en 40.000.000 de dólares, y recibe apenas una participación de 25 por ciento, porcentaje a todas luces inadecuado e injusto.
En lo atinente al Convenio de Exótica, Chile ingresa a esta sociedad con un aporte de 25% e igual participación. Si se considera la serie de franquicias tributarias otorgadas a Anaconda, durante 20 años, esa participación no guarda tampoco, a mi juicio, proporción con los intereses nacionales. Lisa y llanamente, debió irse a la aplicación de los porcentajes obtenidos con la Kennecott, en forma que nuestro país fuera socio mayoritario en esa sociedad. De esta manera sí que podría hablarse de asociación completa y recíproca, aunque cabe recordar que el Estado no participa para nada en Andes Copper ni en Chile Exploration.
La mina Exótica se encuentra dentro del yacimiento de Chuquicamata y será explotada con las instalaciones que allá tiene la Chilex. Indudablemente, el mayor interés de Chilex es obtener provecho de esa mina, y por sí sola la habría trabajado, sin necesidad de que nuestro país le otorgara las franquicias que le dispensa y se asociara con Exótica en tan bajo porcentaje, para caer maniatado en las absurdas condiciones del convenio de la Explotadora Cordillera.
Nunca controlaremos nuestro cobre.
He venido insistiendo particularmente. Honorable Senado, en que antes de haber discutido los convenios, Chile debió reformar su Código de Minería, en el sentido de que el amparo de las pertenencias mineras serán el trabajo y la explotación en condiciones claramente configuradas, y no el pago de una simple patente que permite a la mayoría de los yacimientos mineros del país permanecer sin producir, ya fuera por incapacidad económica, manía de acaparamiento o especulación.
La Anaconda ha sido la compañía que por excelencia ha disfrutado de la ingenuidad de Chile y de la equivocación de fijarle, por la ley 11.828, una cifra de producción básica considerablemente inferior a su capacidad instalada. La diferencia de utilidades que perdió Chile, representa a la Anaconda el valor de la nueva planta del mineral de El Salvador.
No obstante; este tratamiento singular, la compañía nos obsequia ahora el convenio Cordillera, que anteriormente he explicado y mediante el cual Chile se asocia en 49% con Anaconda, que domina la sociedad con 51%, con el objeto de descubrir, adquirir y explotar minerales. Si se forman nuevas sociedades por iniciativa de Cordillera, los dos tercios del capital de la nueva empresa serán aportados por el socio que haya ofrecido el mineral a Cordillera, y el saldo, por el otro socio.
¿Qué significa, en la práctica, este sistema? Ya he indicado que el Estado chileno explora y prospecciona sólo en el 15% del territorio nacional que se encuentra libre de manifestaciones mineras; el resto, o sea, el 85% pertenece a particulares, al amparo de una patente.
El señor Ruiz Fuller, presidente del Instituto de Investigaciones Geológicas, nos informó que, fuera del yacimiento Mocha, el Estado no dispone de minerales propios de importancia, de tal modo que bien poco o nada podrá proponer a Explotadora Cordillera para la formación de nuevas sociedades. Lo hará la Anaconda, pues dispone de varios yacimientos de enorme importancia, mantenidos celosamente en reserva, y Chile deberá asociarse con ella a base de 66,66% para la compañía y 33,33% para el Estado, y así sucesivamente. Además, el país se obliga a otorgar todas las franquicias contenidas en los convenios. Señor Presidente, ¿a qué nos conduce este sistema de la asociación Cordillera? ¿Qué esperanzas quedan a Chile de ser dueño de su cobre y de controlar algún día su precio, ventas y manufactura, si hasta el infinito queda subordinado a la Anaconda, y no sólo en el cobre, sino en cualquier otro tipo de mineral que quiera explotarse?
¿No equivale ello, lisa y llanamente, a la entrega de las reservas de minerales chilenos a una sola compañía que no desea reinvertir entre nosotros y que a pesar deber la principal elaboradora de cobre en el mundo, no acepta elaborarlo en Chile, a sabiendas de que nuestro país es dueño de 50'/6 de las reservas mundiales -¡irritante paradoja!-padece miseria y frustración y está amenazado de conocer el hambre por la incapacidad de la agricultura para alimentar su población?
Frente a este riesgo, ¿por qué esos porcentajes de Explotadora Cordillera -49% para Chile y 51% para la Anaconda-, cuando es más lógico, conveniente y sano para Chile que nosotros controlemos esa sociedad?
¿Podría haberse planteado el convenio Cordillera si hubiéramos reformado oportunamente el Código de Minería, y establecido que sólo el trabajo amparará las pertenencias mineras? La respuesta fluye por sí sola.
Debemos finaciar de inmediato a la Empresa Nacional de Minería o a la Corporación de Fomento para que cumpla el papel que audazmente ha pretendido asumir Cordillera.
Confío en que, si el Gobierno del Presidente Freí obtiene autorización legal para convenir sobre el cobre, hará todos los esfuerzos posibles para renegociar el convenio Cordillera, al cual señalo como peligroso, absurdo y atentarlo contra la soberanía nacional y la suerte de nuestras riquezas naturales.
Un país como Chile, periódicamente azotado por catástrofes que le ocasionan crueles pérdidas y lo hacen retroceder en su progreso, no puede hipotecar sus recursos ni comprometer las bases de su desarrollo.
El retorno total.
Todo el interés apasionado de don Mariano Puga Vega se concentra en su libro "El Cobre Chileno", en lo que se ha llamado el problema del retorno y sobre lo cual me he permitido presentar indicación en las Comisiones Unidas de Minería y Hacienda, a fin de establecer para las compañías de la gran minería del cobre el retorno total del valor de sus importaciones con disposiciones claras, terminantes y a la vez equitativas, de modo que aquéllas no sufran quebranto alguno en sus operaciones.
Toda su vida, don Mariano Puga ha luchado por derogar las disposiciones de la ley 4.973, del año 1931, que estableció el retorno parcial para las compañías de la gran minería del cobre. Ese esfuerzo del señor Puga es uno de los aportes más bellos del liberalismo al servicio de los intereses nacionales.
Por ello, prefiero resumir aquí algunos conceptos del señor Puga sobre este quemante aspecto del cobre, que, a mi juicio, impresionarán a la opinión pública.
Dice el señor Puga:
"A contar de 1930 se agravaron los efectos de la crisis mundial desatada a fines de 1929. El cobre se vendía a menos del coto de 4 centavos por libra; el salitre se acopiaba en oficinas y puertos (Cosach) ; la Bethlehem Steel renunciaba a adquirir el mineral de Algarrobo.
"El país se defendió contra la crisis mediante:
a) El control de las exportaciones y de los cambios.
b) La suspensión de la conversión monetaria yc) La suspensión del servicio de la deuda externa. Una pavorosa cesantía se extendió por el país y la normalidad institucional se vio varias veces interrumpida. La disponibilidad total de divisas bajó en un año a 81 millones de dólares.
"Es preciso tener presente que éstas fueron las circunstancias en que la ley 4.973, de 1931, junto con establecer como medida general el control de exportaciones y de cambios, dispuso que "se excep- túart de esta disposición el salitre, el yodo, el hierro y el cobre", (fariseísmo legal al preceptuar, además, que las empresas de la gran minería quedaban obligadas a retornar sus gastos locales, como si ésta no fuera una imposición ineludible de los hechos).
"Al ser interpelado en la Cámara de Diputados acerca de la razón de este privilegio, el Ministro de Hacienda dio por toda respuesta la de que: "en la minería del cobre se trabaja hoy a pura pérdida. El precio del cobre en los mercados de consumo está bajo el precio de costo".
"Este privilegio establecido por el legislador chileno, eximió a la gran minería del sacrificio que la gran crisis imponía a la colectividad frente a este cataclismo nacional. Pero aún, la gran minería se benefició con el descalabro de nuestra moneda causado por la crisis y agravado por esta injusta discriminación en contra de los exportadores locales.
"La existencia de este privilegio de emergencia y sus efectos pasaron desapercibidos durante veinte años. En nuestra estadística se hacía figurar como valor de las exportaciones de la gran minería el monto de las divisas retornadas, ignorando la existencia de las no retornadas.
"En 1951, se dieron a conocer en la Cámara de Diputados, entre otros, los siguientes antecedentes;
"a) De 1928 a 1950, la sola gran minería del cobre había dejado fuera de Chile 1.013 millones de dólares sobre una exportación de 2.168 millones de dólares. Desde 1931 hasta 1963 incluso, la sola gran minería del cobre ha dejado fuera de Chile 1.659 millones de dólares, o sea el equivalente de la actual deuda externa de Chi- le.
"b) Durante los primeros veinte años de control de cambios, Chile recibió un neto aproximado de 70 millones de dólares en empréstitos (149 millones brutos). De allí un raquitismo económico de que el país no se ha repuesto.
"c) Las sociedades matrices de las compañías del cobre que operan en Chile hacían figurar en sus balances una estimación de las reservas representativas del agotamiento de las minas que ascendía a 235 millones de dólares. Con posterioridad esa estimación desapareció de dichos balances y las respectivas memorias (Anaconda y Kennecott de 1963), se limitan a expresar, sin dar cifras, que omiten deliberadamente, la publicación de esa reserva.
"Los cambios de la legislación concernientes a la gran minería ocurridos con posterioridad, y en especial la ley 11.828, de 1955, no han hecho sino consagrar este privilegio sin considerar que lo que interesa al país no son subidos volúmenes de exportación realizado si cualquier precio y cualesquiera que sean los retornos, sino un volumen creciente de divisas que retornen al país para ocupar dentro de nuestra economía el sitio que dejan vacío las exportaciones de minerales.
"Ni siquiera se ha buscado remedio a la licencia que permite a la gran minería reinvertir en el extranjero las reservas que acumula para compensar el agotamiento de sus minas ubicadas en Chile.
"Véase a este respecto, editorial de "El Mercurio" sobre "Exportaciones mineras y desarrollo", del 25 de julio de 1964;
"Con mucha razón se observó en los debates del Foro Universitario que el simple aumento de los volúmenes exportables colocados a cualquier precio no es interesante para el país. . . sino el retorno, es decir el monto de las divisas que el país percibe en la venta de sus productos."
"La tendencia de la legislación consagrada en la ley 11.828 ha sido la de poner el acento sobre el aspecto fiscal y sobre el volumen de exportaciones, dejando en el olvido el problema cambiario y financiero, relacionado con la gran minería, que reviste una importancia primordial. En efecto el ciclo económico no se cierra desde el punto de vista nacional sino con la recuperación del valor exportado que es precisamente el objetivo de la obligación de retornar el precio.
"Al renunciar a esta compensación, los países mineros se condenan indefectiblemente a un empobrecimiento gradual y total, por cuanto la aceleración de la producción está indisolublemente ligada a un más rápido agotamiento de yacimientos que jamás volverán a generarse.
"Dicho en otras palabras, la consigna no ha de ser "a mayor producción, menores impuestos", sino "a mayores retornos, menores impuestos"
Los daños del retorno parcial.
Señor Presidente, es tanta la transcendencia de este ángulo del cobre y tanto me interesa dejar explicada las razones por las cuales soy partidario de la nacionalización del grupo Anaconda, en especial a los militantes del Partido Liberal, a los cuales me interesa dar a conocer mi posición, que prefiero en esta parte continuar leyendo los magníficos estudios de don Mariano Puga Vega. Dice así;
"Desde hace un tercio de siglo el país viene sufriendo las consecuencias de este privilegio que constituye el principal factor crónico de su subdesarrollo. Esas consecuencias pueden resumirse como sigue:
a) El privilegio abolió el mercado de cambios chileno y lo trasladó al extranjero, cumpliendo así un desiderátum básico de la política cambiaría norteamericana, que lucha cada día con mayor vigor por incorporar a su economía el máximo volumen de fondos extranjeros;
"b) Las exportaciones que deben alimentar nuestra balanza de pagos pasaron en parte a alimentar la balanza de pagos de otros países;
c) El privilegio dejó intacta la demanda nacional de cambios, pero restó a la oferta una parte de las tres mayores fuentes de divisas;
"d) Se prescindió así del único medio efectivo que se conoce de dar su verdadero valor a nuestra moneda. Los efectos de la sustracción de esta cuota a la oferta de cambios sobre la cotización de nuestra moneda, son muy superiores al porcentaje o monto numérico de las divisas sustraídas porque agravan la escasez.
"e) Las divisas que las empresas deben tener en Chile las mantienen en parte en el extranjero;
"f) Chile renunció a gran parte de sus propias divisas, pero se ve obligado a suplirlas con empréstitos, intereses, amortizaciones a breve plazo, importaciones y fletes cautivos. El monto de su deuda externa equivale, por una coincidencia que no es solamente curiosa, a las sumas que el cobre ha dejado fuera en los últimos 30 años;
"g) Dicho en otras palabras, la economía nacional se viene privando de un fondo rotativo de divisas que deben, por el contrario, mantenerse en giro dentro del país como contrapartida de las riquezas minerales no recuperables que han sido exportadas (obsolescencia del salitre, agotamiento de Potrerillos y El Tofo, etcétera) . Su efecto sobre nuestra economía no sería proporcionado a su monto, sino muchas veces superior, porque la actividad económica multiplica los valores que se ponen en juego y este concepto forma el abecé de la técnica financiera moderna."Resulta muy valioso en esta materia el reconocimiento que hace el ingeniero don Raúl Sáez, de que cada dólar que se importa genera medio dólar de derechos de aduana e impuestos fiscales. Pudiera agregarse que éste no es sino el alcance tributario de este poderoso factor, porque »su repercusión en la economía en general es muchas veces mayor, y
"h) No se conoce otro país independiente, salvo las naciones del Medio Oriente, que constituyen un ejemplo típico de subdesarrollo, que sancione semejante desigualdad. El Perú, reputado por la liberalidad de su política minera, exigió el retorno total dentro de los 15 días siguientes al embarque, sin perjuicio de vender posteriormente a los exportadores los giros legítimos.
"Los propios Estados Unidos cuidan aún hoy que los empréstitos al exterior que otorgan sean invertidos en mercaderías en un 100% y fletes en un 50% norteamericanos. En los últimos tiempos han extremado las medidas tendientes a reducir la salida de fondos al extranjero que pone en peligro la estabilidad del dólar.
"La discriminación en contra de los nacionales es la característica más irritante, política y económicamente del régimen colonial. La abolición de este régimen en el mundo entero, que forma uno de los pilares de la política mundial de los' Estados Unidos, constituye precisamente la gran conquista de nuestros tiempos en el orden de las relaciones internacionales públicas y privadas.
"Es por eso que esta sana política no podrá ser discutida ni por los Gobiernos ni por los inversionistas extranjeros. Puede afirmarse que si ese indefendible privilegio subsiste, es precisamente porque Los Gobiernos y la opinión pública de otros países ignoran que la economía chilena está sometida a esa servidumbre y que a ella se debe la falencia de la economía y la inutilidad de los esfuerzos que hacen propios y extraños por remediarla.
"Cabe observar, además, que la gran minería acostumbra dejar fuera, hasta su inversión, las reservas que forma para reponer instalaciones en sus minas locales, así como la reserva por agotamiento a que se ha hecho referencia. Nada justifica que la reserva para instalaciones que se va a invertir en el país quede entretanto en el extranjero. ¿Qué decir de la cuantiosa reserva para agotamiento de la mina que razonable y moralmente sólo puede reinvertirse en Chile, que es el verdadero perjudicado con ese agotamiento?
"Semejante reserva, que crece anualmente en proporción a la explotación de las minas, debe necesariamente radicarse en Chile, para ser finalmente usada en la apertura de nuevas minas locales o la valorización de nuevas fuentes de riqueza nacional.
"La gran minería deja fuera del país año tras año alrededor de la cuarta parte de los cambios producidos por las exportaciones nacionales.
"Las exportaciones de la gran minería son constantes, frecuentes y crecientes.
"Existe un desfasamiento, o sea, una desincronización más o menos grande, entre el momento en que la gran minería del cobre percibe el precio (días antes de la llegada del cargamento a su destino) y las oportunidades en que la gran minería desembolsa esas entradas. Durante esos intervalos, las sumas disponibles permanecen en poder de las empresas o de los bancos de que ellas son vitales clientes o dirigentes, etcétera. Donde quiera que se encuentren, ellas están vitalizando, ademas, la economía del país que las alberga;. Ellas generan, en particular, el dinero giral que les permite a los bancos depositarios prestar a su clientela varias veces el monto de los depósitos que reciben según cuales sean los requisitos del encaje reglamentario."
Hasta aquí los argumentos magníficos del señor Puga Vega, que han venido a robustecer, con su autoridad de ex presidente del liberalismo, los. que con mis escasos medios y fuerzas he podido reunir para tratar de crear en el país una conciencia pública favorable a la futura nacionalización del cobre, dentro de la democracia, honorablemente, por la presión de los hechos y el peso de los grandes intereses nacionales y no por el pillaje, la violencia y el desquite.
Oportunamente presenté una completa indicación para establecer el retorno total. Las cifras correspondientes, según nuestros estudios en las Comisiones unidas, son las siguientes;
El valor total de las ventas de cobre que han efectuad Chilex, Braden y Andes, entre los años 1927 y 1964, asciende a 6.026.980.554 dólares. De esta cifra, han retornado a Chile 1.373.156.603 dólares, por concepto de tributos pagados a Chile, y 1.572.051.900.67, por costos de producción. No retornaron al país, entre 1927 y 1964, 1,861.862.899.87 dólares, por concepto de utilidades de las compañías, gastos en el exterior y amortizaciones deducidas.
De acuerdo con el estudio hecho en las Comisiones unidas, durante los veinte años de vigencia de los convenios, no retornarán a Chile, 4.582.200.000 dólares.
El costo de las minas.
Muchas consultas he recibido sobre el precio exacto que tendrían los bienes de las compañías de la gran minería del cobre, para el caso de una nacionalización pactada con ellas, y como precisar esta cifra es muy difícil por la carencia de datos fidedignos y resulta inmensamente interesante disponer de una idea aproximada, he recurrido a la gentileza del distinguido ingeniero don Raúl Sáez, brillante personalidad, cuyo prestigio en asuntos económicos es internacional. El señor Sáez estima el valor de Kennecott, o sea, la Braden Copper, en los 200.000.000 de dólares solicitados por ellos en la negociación del convenio respectivo. En cuanto a la Anaconda, de acuerdo con los libros de dichas compañías, los saldos no amortizados de Chilex y Andes, al 81 de diciembre de 1964, suman la cantidad de 212.000.000 de dólares, valor que con seguridad no es el comercial de las instalaciones. El señor Sáez efectuó una serie de operaciones que, por carencia de tiempo, no puedo, lamentablemente, dar a conocer aquí, pero que revelan el valor de los yacimientos de Chuquicamata, El Salvador y Exótica, calculados el costo de sus instalaciones y reservas de mineral, amortizaciones, intereses, valor presente, etcétera, en una estimación de más o menos 625.000.000 de dólares, que, sumados a los 200.000.000 de dólares de El Teniente, darían un compromiso total de compra para los bienes de la gran minería del cobre ascendente a 825.000.000 de dólares.
Agradezco profundamente al señor Sáez su gentileza, que me permite agregar un nuevo precioso dato al estudio de la gran cuestión del cobre.
Protección a la pequeña minería.
Del conjunto revelador de aspectos que sobre el problema del cobre arrojaron los debates de las Comisiones unidas, destaca uno que considero indispensable analizar. Se refiere a la urgente necesidad de que nuestro país establezca una definida política de fomento y desarrollo de la mediana y pequeña minerías.
Existe una cantidad enorme de yacimientos menores de diez millones de toneladas de mineral de cobre, de distintas leyes, en poder de particulares, que no los explotan por carencia de recursos o que, por falta de respaldo crediticio, no pueden ampliar y mejorar sus instalaciones para aumentar la producción. Es en este rubro, genuina y totalmente nacional, donde la acción del Estado puede dar tal vez sus mejores frutos y conquistar como premió el incremento de nuestras disponibilidades de divisas, ya que el cobre de la mediana y pequeña minerías se coloca fácilmente en el mercado de Londres a los mejores precios.
Para ello, es indispensable que los organismos estatales coordinen una acción mancomunada de estímulo y respaldo a la pequeña y mediana minerías, ajenas al crédito a largo plazo que podría otorgarles el Banco del Estado o la Corporación de Fomento.
Si estamos dando excepcionales facilidades cambiarías y tributarias a las compañías de la gran minería, en un esfuerzo orientado a aumentar sus cifras de producción, con mayor celo y conveniencia, habría que extremar una política proteccionista de actividades totalmente nacionales y que, sumadas, representan un vigoroso aporte a nuestra balanza de pagos.
Enfrentados al destino.
Señor Presidente, América Latina se encuentra ante la peor encrucijada de su historia. Por un lado, el subdesarrollo y la explosión demográfica complican penosamente la solución de sus más crueles problemas y, por otro, el deterioro de los términos del intercambio de sus productos la priva de recursos imprescindibles para satisfacer el ansia de vida mejor que sustentan sus habitantes.
Chile forma parte de América Latina y no puede sustraerse a su suerte común. El subdesarrollo y el aumento acelerado de su población enfrentarán rápidamente a nuestra patria a un dilema trágico; puede llegar a conocer el hambre, como consecuencia de la pobreza de enormes sectores de pueblo y la incapacidad de nuestra agricultura para abastecernos de alimentos abundantes y baratos. Estamos importando ya cerca de 150 millones de dólares en alimentos. El consumo de carne por habitante ha descendido, de cerca de 50 kilos que se consumía entre 1946 y 1950, a 32 kilos entre 1961 y 1963. Un tercio de la población del país consume menos de 2.000 calorías en alimentos, hecho que repercute en su salud y en su productividad. En Chile se han hecho dos encuestas abrumadoras: una, en 1935, por la Liga de Naciones, que demostró que el 39% de los encuestados y de los chilenos estaba subalimentado y desnutrido; y la de 1960, realizada por técnicos chilenos y norteamericanos, reveló que el 37 % de la población consumía alimentación insuficiente, monótona y des- equilibrada.
La esperanza de vida es, en Chile, de 55 años, para ambos sexos; en Argentina, de 64; en Noruega, de 71; en los Estados Unidos, de 71; y en Suecia, de 72. De acuerdo con las pautas de la Oficina Internacional del Trabajo, que considera los primeros doce años de la vida como no productivos, tenemos que en Chile se aprovechan sólo 43 años de trabajo en la vida de cada ciudadano; en cambio, Argentina logra 52 años útiles; Noruega y Estados Unidos, 59, y Suecia, 60. La tasa de mortalidad infantil chilena fue de 113% en 1963. Los estudios confirman que un tercio de estas muertes está directamente relacionado con la desnutrición de la madre durante el embarazo.
No quiero cansar al Senado con estadísticas y cifras, pero anhelo poner el acento en el enfrentamiento que nuestra raza tiene con un destino sombrío, a medida que se intensifica la explosión demográfica y se acentúan las catástrofes naturales.
Ello revela que a nuestra generación corresponde el imperativo de defender las generaciones venideras y que no podemos equivocarnos al definir el futuro.
Reitero que, a mi juicio, el camino del cobre es la puerta de salida de la crisis chilena, de nuestra inflación crónica, de la inferioridad económica y del subdesarrollo; pero para que el cobre nos entregue la totalidad de sus beneficios, es indispensable que sea nuestro. Tal objetivo tienen mis palabras, y no otro.
Termino mis observaciones manifestando que votaré afirmativamente, en general, el proyecto enviado por el Ejecutivo. Considero que no es posible oponerse a la idea de legislar sobre aumentos de producción y perfeccionamiento de los intereses nacionales en el cobre. No es posible tampoco negar posibilidades a un Mandatario como el Presidente Frei, garantía de nuestra democracia, para que realice el programa que ofreció al pueblo. Nosotros habremos cumplido nuestro deber. El Gobierno enfrentará su responsabilidad histórica, pero no podemos negar nuestro concurso a quien vino a golpear las puertas de este Senado y a decirnos: "¡Que no se humilla quien ruega en nombre de la Patria!".
He dicho.
"
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