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- rdf:value = " El señor NOEMI.-
Quiero empezar mis palabras haciendo hincapié en algo que dije en las Comisiones unidas y que tiene importancia fundamental en esta materia.
Chile es un país esencialmente minero. No lo digo por provenir yo de una tierra minera, donde nací, crecí, he vivido y trabajado por más de treinta años en las minas. No, no es por eso. Es sólo porque la historia de Chile, la tradición de Chile, la vida de Chile nos está diciendo, en todos los rincones, que el país ha vivido fundamentalmente de su producción minera. No significa esto que debamos conformarnos con depender de modo exclusivo de la industria extractiva. No. Tenemos plena conciencia de que es necesario diversificar la producción. Sabemos, en forma categórica, que es indispensable que la agricultura reciba un impulso fuerte y que, por lo menos, abastezca el consumo interno y no ocurra lo que ahora: ha habido necesidad de gastar 120 millones de dólares en alimentos. Ha sido necesario traerlos del extranjero para alimentar a nuestros habitantes.
Sabemos también, perfectamente, que hay necesidad de mejorar las condiciones para otras producciones, como asimismo robustecer la industria. Pero, para eso, no hay sino un solo camino: intensificar la minería. Esta es el trampolín desde donde Chile saltará para convertirse en una nación progresista y dar a su pueblo condiciones de vida dignas. Desde ahí saldrán los medios para que podamos vivir en paz. Eso ocurrirá cuando entreguemos al pueblo viviendas, educación y salarios estables y suficientes; cuando, dentro de nuestra democracia, le demos libertad y justicia.
Chile, como país minero, por sus pastas metálicas, figura como la primera reserva de cobre del mundo. Al respecto, repetiré algunas cifras estadísticas citadas por el señor Ministro y que también se consignan en el informe de las Comisiones unidas, porque estimo conveniente hacer una comparación.
En América del Norte hay 42 millones de toneladas métricas cubicadas. Las mayores cuotas corresponden a Estados Unidos, México y Canadá; 56 millones de toneladas métricas en Europa, la Unión Soviética y Polonia; 6 millones en Asia,
50% de cuyas reservas corresponden a China continental; 47 millones en África, Rodhesia del Norte y el Congo. Pero la más alta cuota -58 millones de toneladas métricas- corresponden a Sudamérica, y es Chile el principal depositario de esas reservas, o sea, nuestro país tiene el 24% de las reservas de cobre del mundo.
Sin embargo, no obstante ser Chile el país con la mayor reserva de cobre del mundo y ser esencialmente minero, es el que crece con menos intensidad en materia de producción de este metal.
Al respecto, citaré un ejemplo que estimo útil dar a conocer.
Existe una estadística que también figura en el informe de las Comisiones unidas, relativa a los índices de producción de cobre en el mundo registrados desde 1946 a 1963, o sea, en diecisiete años.
La producción total mundial, en 1946, era de 1.846 millones de toneladas métricas. En 1963, esa producción ascendió a 4.640 millones de toneladas. ¿Qué significa eso? Un aumento de 2.794 millones de toneladas; un aumento, llamémoslo vegetativo, en el crecimiento de la producción de cobre, de 151%.
¡Adviertan Sus Señorías qué importante es hacer esta comparación!
Pues bien, ¿cuánto correspondió a Chile en ese aumento, a este país minero con la más grande reserva de cobre en el mundo y que ha vivido esencialmente de esta industria? Sólo 70% ; es decir, la mitad de lo que hemos denominado crecimiento vegetativo.
¿Acaso significa eso que los demás países han crecido con el mismo ritmo? No, señor Presidente. Estados Unidos subió en 100%. Canadá, de 167 mil toneladas en 1946, aumentó su producción a 417 mil toneladas en 1963; es decir, tuvo un aumento de 150%, equivalente al del ritmo mundial. Rodhesia y Katanga, de 335 mñ toneladas en 1946, aumentaron su producción a 859 mil, en 1963; o sea, un incremento de 524 mil toneladas que representa un crecimiento de 1567' .
Otros países menores, tomados en conjunto, aumentaron su producción anual de cobre de 247 mil toneladas a 723 mil toneladas. Vale decir, un aumento de 476 mil toneladas que, en porcentaje, representa un incremento de 192'/' .
El bloque soviético, de 161 mil toneladas producidas en 1946, subió a 762 mil toneladas en 1963; o sea, registró un aumento de 601 mil toneladas durante ese lapso. Esto significa que experimentó un aumento superior a toda la producción de Chile y equivalente a 372% de aumento.
Perú, nuestro vecino, con leyes de 1%, inferiores a las nuestras, que alcanzan a 1,6%, producía, en 1946, 25 mil toneladas de cobre. En 1963, aumentó a 178 mil toneladas. Es decir, tuvo un incremento de 153 mil toneladas, equivalentes a 155% de crecimiento.
Vale la pena recalcar que mientras Perú en ese lapso elevó su producción de cobre en 155% , Chile lo hizo sólo en 70%.
Chile está catalogado como país sub- desarrollado. ¿Por qué? Porque su tasa de producción sube en 2,5% , a la par que su crecimiento demográfico registra idéntico índice. O sea, no crece; se mantiene estático.
¿Cómo podríamos calificar a un país minero que cuenta con la reserva más grande de cobre del mundo y que, no obstante, en el crecimiento vegetativo de la producción de este metal no sólo no crece igual que el resto de las naciones productoras de este metal, sino que disminuye en ciento por ciento? En realidad, ha disminuido en más del ciento por ciento, porque, debiendo corresponderle un crecimiento de 151%, ha alcanzado sólo 70% de aumento. Ese es un cuadro triste y trágico que debe hacernos meditar.
Cuando se habla de que se han dado tantos estímulos al crecimiento y se cree mostrar un cuadro de lo que este país ha realizado en materia de minería, se incurre en un gran error. Es enorme la responsabilidad de quienes han tenido en sus manos la dirección del país, cualquiera que haya sido el partido político al que haya correspondido esa tarea. Lo digo con toda honestidad, pues no me interesa la posición política de nadie. En este momento están en juego intereses muy importantes que están por encima de los partidos políticos, y situaciones que atañen exclusivamente al interés del país.
Muchos han sostenido que no es tan necesario aumentar la producción, y que lo más importante es lograr una mayor rentabilidad de esa producción. ¿Por qué no han pensado igual los demás países? ¿Por qué no ha pensado en la misma forma la Unión Soviética, que ha aumentado en 300% su producción de cobre? ¿Por qué no han pensado así, también, Perú, y Canadá? ¿Por qué todos no han dicho: "vamos a sacar mayor rentabilidad y no aumentaremos más .la producción?" Porque ellos tienen clara conciencia...
El señor CORBALAN (don Salomón).-
¿ Me permite una interrupción, señor Senador ?
Su Señoría está haciendo una mistificación al argumentar en esa forma.
En la Unión Soviética, el aumento de la producción significa un ciento por ciento de rentabilidad para ese país, porque no se trata de inversionistas foráneos ni están rentando para países extranjeros. Es un país socialista donde la propiedad de las minas corresponde a la comunidad. No se puede comparar con la situación de las demás naciones.
El señor NOEMI.-
Mayor razón encuentro ahora a mi argumento. Lo estimo mucho más valedero, porque si un país donde el ciento por ciento de la rentabilidad o de la producción beneficia exclusivamente a la comunidad, aumenta esa producción, es porque no se conforma sólo con la rentabilidad: necesita tener en el mercado mundial una ubicación que le signifique determinado control en los precios. No es lo mismo ser productor con un pequeño porcentaje que serlo con uno grande. Si Chile fuera el primer productor de cobre, ahí veríamos lo que eso significa en la producción mundial. De manera que no basta sólo con tener buena rentabilidad.
Si hay en este momento en el mundo un mercado floreciente y gran demanda de cobre que nadie podría discutir, ¿por qué las compañías, que son comerciales -yo no las estoy defendiendo, jamás he tenido vinculaciones con ellas ni conozco a sus dirigentes, y sólo me interesa el exclusivo interés del país-, no han hecho mayores inversiones? ¿Por qué no han aprovechado este momento de gran demanda de cobre? ¿Por qué no aprovechan la circunstancia de que el mundo está ávido de cobre? ¡Algo anda mal!
Por eso, el Presidente de Chile, con clara conciencia de su responsabilidad estima que el país no podría permanecer estático. Si así lo hiciera, ello sería el peor de los negocios. Asimismo, tiene conciencia de que Chile debe avanzar y de que hay que realizar las obras necesarias que los habitantes piden y que todos queremos darles.
El Primer Mandatario ha planteado esta nueva política denominada de chilenidad o de chilenización del cobre. ¿En qué consiste la chilenización? Sin querer tener el monopolio de la verdad absoluta, como ha dicho un señor Senador, debo declarar que aquella consiste sencillamente en producir más, en expandir la producción para dar al pueblo condiciones más dignas de vida. En eso consiste la chilenización; y nada más. ¿Para qué asignarle otro tipo de adjetivos?
En primer lugar, el Gobierno ha querido aumentar la producción, de 600.000, a 1.200.000 toneladas. Como no deseo confundir a nadie y evitar el argumento de que estaríamos mezclando las cifras de aumento de la producción de las minerías pequeña y mediana con las de la gran minería, me referiré exclusivamente al experimentado por esta última. Al respecto, tengo a la mano un cuadro que es clarísimo.
En ese cuadro se asigna a El Salvador una producción de 100.000 toneladas de cobre, aun cuando, hasta la fecha no ha pasado de 78.000 o de 83 mil toneladas; a El Teniente, 163.000 toneladas. Los antecedentes del cuadro están consignados en libras, pero yo hago los cálculos en toneladas.
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