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- rdf:value = " EJERCICIOS NAVALES COMBINADOS EN AGUAS TERRITORIALES.El señor FIGUEROA (Secretario).-
Informe de la Comisión de Defensa Nacional recaído en el proyecto de la Cámara de Diputados que autoriza la permanencia en territorio chileno de unidades navales y aéreas de la Armada de los Estados Unidos de Norteamérica y de la Fuerza Aérea del Perú, para que realicen ejercicios combinados con unidades de la Armada de Chile.
El informe, suscrito por los Honorables señores Gómez (presidente accidental), Gormaz y Von Mühlenbrock, recomienda aprobar el proyecto en los mismos términos en que lo hizo la Cámara de Diputados.
-El proyecto y el informe figuran en los Anexos de las sesiones 48ª, en 15 de septiembre de 1965 y de hoy, documentos Nºs. 14 y 14, páginas 4194 y 4238, respectivamente.
El señor REYES (Presidente).-
En discusión general.
El señor AMPUERO.-
Quisiera saber si, pidiendo segunda discusión, tendríamos después oportunidad de dar las razones por las cuales nos oponemos a este proyecto.
En todo caso, pido segunda discusión.
El señor REYES (Presidente).-
En la primera discusión, ofrezco la palabra.
El señor GORMAZ.-
El Supremo Gobierno ha sometido a la consideración del Honorable Congreso Nacional un proyecto de ley mediante el cual se autoriza a tres destructores, un submarino y tres aviones navales de la Armada de los Estados Unidos de Norteamérica, para realizar en aguas chilenas ejercicios navales con unidades de la Armada de Chile, durante el período comprendido entre el 23 de septiembre y el 21 de octubre del presente año. Igual autorización se solicita para 3 aviones de la Fuerza Aérea de la República del Perú, para el período comprendido entre el 25 y el 28 de septiembre. Asimismo, se solicita autorización para que, tentativamente, el 27 de septiembre, y por no más de 24 horas, salgan del país para participar en los referidos ejercicios, en forma conjunta, cuatro destructores y dos submarinos de la Armada de Chile, en aguas territoriales del Perú, y que en dicha fecha tomarán contacto, en el puerto de Ho, con la Fuerza de Tarea norteamericana.
Asimismo, se solicita en él, se libere a los buques que componen la Fuerza de Tarea de los Estados Unidos de Norteamérica del pago de los derechos de tarifas por concepto de atraques a sitios y otros servicios que preste la Empresa Portuaria de Chile.
La concertación de esta práctica, esencialmente antisubmarina y de defensa de convoyes, llamada ejercicios "Unitas", no es sino una prolongación de las ya realizadas desde 1960 a la fecha, con resultados positivos en todo orden de cosas.
La presencia en nuestro país del Grupo de Tarea norteamericano constituye un innegable beneficio para nuestra fuerza naval, ya que le permite conocer, en forma enteramente gratuita, los medios modernos y los últimos adelantos en instrumentos y equipos antisubmarinos con que vienen dotados los buques estadounidenses, lo que constituye una evidente experiencia antisubmarina en nuestra Armada.
La actividad submarina constituye el peligro más serio para nuestro país en un eventual conflicto, considerando la dilatada extensión de nuestras costas, que tienen características netamente insulares, factor que determina que todo el tráfico para sus necesidades de importación y exportación requiera el empleo de la natural vía marítima y sea, por lo tanto, vulnerable a la acción de los submarinos. No aprovechar la espléndida oportunidad que se presenta a la Armada de Chile, significaría estancar deliberadamente su progreso en el aspecto profesional, y desperdiciar la posibilidad de aplicar procedimientos más efectivos y modernos de la técnica antisubmarina.
En cualquier hipótesis de guerra marítima, en la que por desgracia se viera envuelto el país, la falta del apropiado entrenamiento antisubarino repercutiría no sólo en serios daños a la conducción militar de la misma, sino, como ya se ha expresado, sobre todo en el tráfico económico-marítimo.
La fuerza naval norteamericana, en su gira de ejercicios hasta la costa atlántica de Sudamérica, permite que cada país marítimo pueda practicar con ella.
Por otra parte, los ejercicios referidos no representan gasto adicional alguno al erario nacional, pues el consumo de petróleo -único que se presentaría- está dentro de la cuota anual consultada en el presupuesto vigente. Las unidades norteamericanas se abastecerán en Chile, tanto de combustible como víveres, a su propio costo, lo que sin duda representa una ventaja para nuestro país.
Finalmente, la realización de estos ejercicios materializa la mejor forma de llevar a la práctica, en el plano naval, el acuerdo del Tratado Internacional de Ayuda Recíproca de Río de Janeiro (1947), en su artículo 3º, en que se establece que el país se compromete a ayudar a hacer frente al ataque extracontinental contra cualquiera de los países signatarios de dicho tratado; el del Convenio de Ayuda Militar de los Estados Unidos de Norteamérica (1952), en el cual, en su preámbulo y artículo 1º, se reafirma la determinación de cooperar plenamente a los esfuerzos de seguridad colectiva por medio de medidas -una de las cuales son ejercicios del tipo Unitas- que aumenten la capacidad de las naciones interesadas en lograr las finalidades e impulsar los principios de la Carta de las Naciones Unidas para participar eficazmente en
acuerdos de defensa propia, tanto individual como colectiva, y, además, lo resuelto en las Conferencias Navales Interamericanas efectuadas en 1960, 1961, 1962 y 1964, en orden de llevarlos a cabo, de acuerdo a la Constitución, previa la aprobación correspondiente del Honorable Congreso, en forma combinada con dos o más países vecinos, juntamente con las Fuerzas de Tarea que, para tal efecto, pone a disposición la Armada de los Estados Unidos de Norteamérica, compromiso de honor que deben cumplir todas las Armadas de los países signatarios.
Nada más.
El señor GONZALEZ MADARIAGA.-
Ha expresado Su Señoría que, en caso de guerra, adquiriríamos experiencia en las maniobras navales;
El señor GORMAZ.-
No en caso de guerra.
El señor GONZALEZ MADARIAGA.-
Así me pareció oírle.
El señor GORMAZ.-
Me referí al caso en que, por desgracia, tuviéramos un conflicto.
El señor GONZALEZ MADARIAGA.-
Sería un caso de guerra.
¿Con quién podríamos tener un conflicto bélico?
Digo esto, porque no sin cierta alarma me he informado de que el Gobierno de Estados Unidos ha provisto de excesivo material bélico a las repúblicas latinoamericanas.
Hace tiempo, al discurrir sobre estos aspectos, expresé que el país del norte no debe romper el equilibrio en cuanto a armamentos en América Latina.
Estados Unidos es un país poderoso; presta dinero; asiste con armamentos, y otorga toda clase de asistencia. Lo importante es evitar que rompa dicho equilibrio, pues se expone así a alterar la paz.
Y ahora puedo decirlo con mayor fundamento, porque los acuerdos a que llegó un sector militarista de Argentina cun otro similar de Brasil, movieron a la Re- pública Oriental del Uruguay a adoptar algunas medidas con el objeto de impedir el acceso a su territorio, a Montevideo, de un oficial brasileño -el jefe de la Tercera División Regional del Brasil- precisamente después de haberse suspendido maniobras como las que ahora se traía de autorizar.
Todo esto me hace pensar que existen fundamentos para expresar el temor de que se rompa, por parte de Estados Unidos, este equilibrio, en circunstancias de que lo conveniente es que ese país se mantenga en un plano de consideración recíproca respecto de todas las naciones de este continente.
Esa es la mejor manifestación de paz que se puede expresar. Lo digo porque me ha emocionado, en parte, la observación formulada en su discurso por el Honorable señor Gormaz.
El señor AMPUERO.-
Pido la palabra, señor Presidente.
Sin perjuicio de abundar en otras consideraciones en la próxima oportunidad en que se discuta este proyecto, deseo, por la particular posición que en estos momentos y transitoriamente ocupo, de presidente de la Comisión de Defensa Nacional, justificar la petición que acabo de formular, a fin de que el debate sea más acucioso y se realice en esta ocasión y en otra próxima.
Creo, como lo manifesté ayer, a propósito de la visita del general Onganía, que tenemos la obligación de aprender algo de la experiencia y de comprender que las cosas, por mucho que se parezcan a las que ocurrieron hace diez años, cambian. La historia las presenta de distintas maneras y tienen diferentes significados.
Después del brutal ataque contra Santo Domingo; después de que el imperialismo norteamericano dejó de lado toda consideración jurídica para proceder como bucanero en el Caribe -de acuerdo no sólo con nuestra opinión de parlamentarios socialistas, sino de conformidad con el juicio de la Cancillería chilena-, nuestra actitud tiene que cambiar frente a los esfuerzos norteamericanos, para mantenernos ahora en una posición de solidaridad hemisférica.
La flota que pretende realizar estos ejercicios conjuntos con las Armadas chilena y peruana es la de los Estados Unidos, la de un país agresor, la de un país que humilló a una república latinoamericana; y no podemos aceptar que la tradición o la rutina nos lleven ahora, como en otras ocasiones, a aprobar tales maniobras conjuntas con una fuerza armada que tiene tan clara y terminante orientación política.
En primer lugar, no se trata de hacer pura literatura alrededor de la libertad de los pueblos, de la no intervención y de la autodeterminación. Pienso llegado el momento de traducir esta línea de conducta de los chilenos en resoluciones valerosas. Una de ellas es impedir que nuestras Fuerzas Armadas sigan coordinando sus trabajos y su adiestramiento con las de un país que ha atropellado física, real y concretamente la soberanía de un país hermano del nuestro.
En segundo lugar, el mismo carácter de estas maniobras conjuntas revela esa elección de amigos y enemigos que, implícitamente, va tejiendo esta red de compromisos internacionales: las maniobras se realizarían por barcos chilenos, peruanos y norteamericanos. Porque antes, en una fase anterior, esta operación se desarrolló con barcos brasileños y argentinos.
Para cualquiera que desee emplear el sentido común, resulta claro que no se está ensayando una guerra entre estos mismos protagonistas. Quiero decir, simplemente, que la guerra eventual, aquella en que, mentalmente, se quiere sumergir a nuestros oficiales, es la guerra contra el mundo socialista. Por eso, las maniobras son conjuntas con Perú y Argentina, países que, desde el punto de vista de las hipótesis lógicas, deberían ser considerados como adversarios potenciales, de acuerdo con los simples trabajos de academia de cualquier Estado Mayor. Pero no. Se da por entendido que cualquier conflicto futuro, aquel en que podríamos utilizar el adiestramiento que ahora adquirimos, no será con Argentina, con Perú ni con Estados Unidos. Porque resultaría verdaderamente insensato qus nuestros adversarios potenciales estuvieran ensayando hoy la guerra que mañana podríamos tener en serio.
De manera que esto implica un juicio cabal, terminante, en el sentido de que estamos siendo utilizados en un dispositivo militar hemisférico, bajo la dirección militar de los Estados Unidos, para luchar contra el mundo nuevo, contra el mundo socialista, contra los pueblos que desean levantarse en un pie de verdadera independencia.
Me parece que estas razones serían suficientes para demostrar la inconveniencia de aceptar estas maniobras. Estimo necesario, no obstante, relatar otros antecedentes: los inspiradores de estas maniobras, los jefes que manejan el calendario de estas operaciones, tienen especial sagacidad para que las aguas territoriales chilenas sean surcadas por barcos norteamericanos, para que se realicen ciertos alardes de poderío militar y se acepte incluso el desembarco de destacamentos simbólicos.
El año pasado, la operación Unitas se hizo, precisamente, en momentos en que el Congreso Nacional debía resolver la elección presidencial, en caso de no haber alguno de los candidatos alcanzado la mayoría absoluta. No pensaron entonces el almirante, estratega, gobernante o embajador que participaron en la programación de las maniobras, que tal situación era altamente inconveniente, por respeto al país y a nuestra soberanía. ¡No, Honorables Senadores, se programaron para entonces y se hicieron entonces!
Y ahora, como rúbrica del empeño de los Estados Unidos por obtener en Chile concesiones para sus principales inversionistas, justo en el instante en que volvemos a discutir un asunto clave para nuestro porvenir, los convenios del cobre, vuelven a visitarnos estos emisarios.
Quiero advertir de nuevo -nadie podría acusarme de estar haciendo literatura, escribiendo un drama hipotético y más o menos irreal o imposible de que ocurra, ¡no, señores Senadores!- que los tripulantes que vienen en esos barcos, los "marines" que acuden a rendir homenaje a nuestros héroes son los mismos que transportaron a los "gangsters" de uniforme que hoyaron el suelo de Santo Domingo, contra lo cual nuestro propio Gobierno protestó.
Entonces, quiere decir que, si el Senado no está dispuesto a analizar con profundidad y rechazar esta iniciativa con dignidad, nos volveremos a quedar solos; pero, en todo caso, insistiremos en lo que ordena nuestro orgullo nacional. La defensa de nuestro pensamiento es votar en contra de un proyecto como éste, que implica un agravio adicional a nuestra soberanía.
El señor TEITELBOIM.-
Pido la palabra, señor Presidente.
En verdad, no resulta sorprendente que, en el día de ayer, dos Senadores, por lo menos, se hayan preocupado de la anunciada visita del general Onganía, que es el jefe de los "gorilas" argentinos, y que hoy día estemos conociendo este informe de la Comisión de Defensa Nacional y el proyecto que autoriza la permanencia en el territorio chileno de unidades navales y aéreas de la Armada de los Estados Unidos y de la Fuerza Aérea del Perú.
Tampoco resulta sorprendente que, en los últimos días, por intermedio de la prensa y, particularmente, del diario oficial, "La Nación", hayamos conocido el texto completo de las declaraciones formuladas en Norteamérica por el Director de Carabineros de Chile, el general Huerta.
Todas estas actuaciones forman parte de un mismo plan, que tiende a orquestar, bajo una sola dirección, todas las fuerzas armadas del continente, y también la policía.
Para nosotros, en el día de ayer, la visita del general Onganía significaba, a nuestro juicio, una posición de condescendencia con enemigos jurados de nuestro país y de los principios de soberanía y autodeterminación.
Se dijo ayer que este jefe de los "gorilas" argentinos suspendería su viaje a Chile. Sin embargo, la prensa de mediodía de hoy confirma la visita de este general, cuando, precisamente, estamos discutiendo estas operaciones combinadas que, en verdad, se hacen bajo la dirección de la Armada de los Estados Unidos. En el terreno naval, esto significa configurar en el hecho el ejército interamerícano. Y vemos que, por distintos caminos, se avanza para que nuestro orgulloso ejército y nuestra marina, por tantos motivos gloriosa y que tiene una tradición notable en la defensa nacional, se vean arrastrados a convertirse en una especie de seguidores de una potencia extranjera.
Por estas razones, nosotros consideramos que el proyecto que autoriza la permanencia en territorio chileno de unidades navales y aéreas de Norteamérica, reviste una gravedad muy significativa.
Por otra parte, se está recurriendo a maniobras que se convierten en costumbre. Desde 1960 se están realizando estas operaciones, de conformidad con lo estipulado en el Tratado Interamerícano de Río de Janeiro y con el Convenio de Ayuda Militar, suscrito en abril de 1952 por
Chile. O sea, vemos que se está llevando adelante una política para colocar las fuerzas armadas latinoamericanas al servicio de las operaciones norteamericanas.
El pretexto es que las fuerzas de Estados Unidos están dotadas de elementos bélicos más modernos y con prácticas más avanzadas; pero la verdad es que se trata de crear una fuerza armada de intervención como la que, ya lo recordó el Honorable señor Ampuero, efectuó un desembarco en Santo Domingo con sus "marines".
Ahora, se trata de conseguir, en vista del fracaso del desembarco de esos "marines", que estas invasiones a países hermanos se hagan por latinoamericanos; que marinos y soldados latinoamericanos invadan países hermanos de Latinoamérica, para mayor gloria y provecho de los Estados Unidos.
Debemos decir que ésta es una política tan desastrosa, que incluso en el propio Estados Unidos, en círculos parlamentarios, es rechazada.
La prensa de hoy día publica una versión del discurso pronunciado ayer por el Senador Fulbright, el cual expresa que, a su juicio, la invasión de Santo Domingo fue un error, como fue también grave equivocación, a su entender, el desembarco en Bahía Cochinos, en Cuba. Sin embargo, nosotros, de manera sumisa, seguimos aceptando que nuestras respetables fuerzas armadas sean tratadas un poco como tropas coloniales por Estados Unidos, al mismo tiempo que este país realiza una maniobra destinada a estimular el armamentismo de los países vecinos. Persiguen colocar a las fuerzas armadas argentinas y peruanas muy por encima de las de nuestros países y, al mismo tiempo, incitar las malquerencias y dificultades, para así, a río revuelto, obtener ganancias los pescadores del imperialismo.
Por todas estas razones, estimamos que el Senado de la República no debe autorizar la permanencia en territorio chileno de unidades navales y aéreas de la armada de los Estados Unidos ni permitir la realización de ejercicios combinados con unidades de la armada de Chile, pues ello irá en perjuicio de nuestra patria. Por eso, los Senadores comunistas anunciamos los votos desfavorables a este proyecto.
El señor BARROS.-
Dos días antes de conmemorar un aniversario más de la independencia de nuestra patria, el Senado debe conocer, en estos instantes, una nueva intromisión del imperialismo norteamericano.
Ayer fue el convenio, ya aprobado, que los favorece en la industria cuprera. Hoy, el convenio qua los ampara frente a sus excedentes agropecuarios. Y mañana, el paseo por nuestras costas, juntamente con efectivos navales peruanos. Así lo ha dado a conocer el Honorable señor Ampuero, con palabras patéticas que todos los Senadores de estas bancas compartimos.
Ni siquiera respetan el mes de nuestras glorias del ejército, para verificar en el terreno su ayuda militar, que está saturada de interés inconfesable y de subordinación de nuestra soberanía, como aquí ha sido expresado tantas veces.
A qué repetir más la lista, el cúmulo de depredaciones que la armada de Estados Unidos ha realizado en las costas del continente americano. Las usurpaciones y latrocinios de estos bucaneros son historia conocida, tanto en el pasado como en la época contemporánea.
Deseo, en este instante solemne, refrescar la memoria del Senado respecto de un hecho en que los interesados han tejido un manto de olvido; de un ultraje que Estados Unidos hizo a nuestra patria, a nuestra gloriosa marina y a todos nosotros. Sé que el día de mañana me dirán que ello no es cierto o, por lo menos, me "aplicarán el hielo" frente a este triste recuerdo. Pero yo abrí mis ojos a la vida en Curi- c�� y bebí allí en la fuente del saber de mi profesor de
historia del liceo de esa ciudad. El nos relataba este hecho vergonzoso ; el recuerdo del incidente del barco norteamericano Baltimore, acaecido en 1891, cuando, en una refriega con chilenos, resultaron muertos dos marinos norteamericanos en estado de ebriedad. ¿Quién no sabe que ante la posibilidad y amenaza de bombardeo del puerto de Valparaíso que se planteó en aquellos instantes, nuestra bandera fue arriada en el puerto de San Francisco de California y el oficial destinado para ello optó por suicidarse antes que aceptar tamaño ultraje y vergüenza para su condición de chileno? ¿Quién ignora que, además, el Gobierno de Chile hubo de indemnizar entonces a los yanquis para dejar contentos a esos sátrapas, que nos insultaron y pisotearon nuestra bandera?
Agreguemos que estos piratas de todos los mares del mundo, en los que tienen instaladas actualmente dos mil bases militares, nos hundieron el buque marcante "Toltén", en la segunda guerra mundial, y sepultaron en aguas del Caribe, donde fue engullida por los tiburones, a toda una tripulación de chilenos que dejaron, por cierto, una tremenda corte de viudas y huérfanos ya cansados de pedir, hasta el día de hoy, justicia.
Con el pretexto de la defensa continental, ahora vienen a escoger la carne de cañón chilena que pueda servirles para sus bases de ultramar. Con el pretexto de promover el adelanto de nuestra gloriosa marina, como ha dicho aquí un señor Senador democratacristiano, y de la que controlan los "gorilas" peruanos, se nos impone una nueva incursión de esta clase de bucaneros.
Los cruceros que acompañarán a nuestros barcos de guerra son gemelos de aquellos que atacaron a gente indefensa en Santo Domingo y bombardean VietNam. Son los que diariamente salen de la base naval de Okinawa, que robaron al Japón después de la última guerra. Son los quesalen de Hong Kong, para asesinar víctimas inocentes en Viet Nam. Son gemelos de la desgraciada Séptima Flota, que nada tiene que hacer en Asia, de donde tarde o temprano serán barridos por la fuerza incontrarrestable de ese mundo del porvenir .
"¡Get out, yankees!"; "¡Get out, murderers!" "i Salgan afuera, yanquis!"; "¡Váyanse de Chile, asesinos!". Ese mismo grito será el que en las calles de Valparaíso recibirán estos individuos, porque no tienen derecho a hollar con sus pezuñas ensangrentadas nuestra gloriosa patria, precisamente en el mes de las efemérides nacionales.
Uruguay tuvo la altivez suficiente para no participar en maniobras conjuntas con Estados Unidos y Argentina, pues las declaraciones de "gorilas" de la calaña de Onganía y la presencia del general brasileño Justino Alvez Bastos, anunciada para la república oriental, significaba dar patente de legalidad a la creación de una fuerza interamericana, como se ha declarado aquí, que intervendría en cualquier lugar de América con el pretexto de un levantamiento comunista.
Me pregunto en este instante: ¿por qué Chile no tiene una actitud tan digna como la que acaba de tener la república oriental de Uruguay Chile está, en este momento, asediado, enormemente asediado por la presión yanqui, para que transforme a hombres libres en sujetos expósitos. Quieren hacer de América un gran campo de concentración.
Yo leía, hace poco tiempo, en la revista "Time" -he traducido el artículo-, regalona de los consorcios imperialistas, que, desde la segunda guerra mundial, las naciones latinoamericanas han mantenido un promedio de 500 mil hombres sobre las armas y han gastado 1,6 billones de dólares al año para su cuidado y alimentación. En la misma revista he leído que
Brasil, el país más pisoteado actualmente por el imperialismo, gastó 36 millones de dólares en adquirir el primer portaaviones, pero no tiene un solo avión que poner a bordo.
Los redactores de "Time" se ríen, en este instante, igual que el Pentágono, de nuestros estrategas de las fuerzas armadas latinoamericanas, cuando insisten en que los equipos pesados son necesarios para un caso de guerra; y sarcásticamente nos recuerdan que la última guerra latinoamericana se llevó a efecto entre los años 1932 y 1935, entre Paraguay y Bolivia, en la zona conocida con el nombre de El Chaco.
Además, nada indica, como ha denunciado el Honorable señor Ampuero esta tarde, que la tercera guerra mundial tenga forzosamente que desarrollarse en el continente de América latina. Los yanquis lo dijeron sin ambages en el "Time" de 13 de noviembre de 1964:
"Debemos prepararnos para una guerra antiguerrillas, pues operan 1.500 en Venezuela y hay bandas comunistas en las colinas andinas de Colombia y Perú y en las junglas de Honduras y Guatemala."
Un alto dirigente político norteamericano ha expresado que "el problema guerrillero los mantendrá despiertos de noche durante diez años". Ha alertado a Latinoamérica, no para adquirir tanques, "jets" ni cruceros, sino "jeeps", morteros, radios, helicópteros, buques costeros de patrullaje y ametralladoras. Es decir, armas cortas para la lucha o la guerra de antiguerrillas.
Por último, no tienen empacho en afirmar que miles de hombres y oficiales alistados de Norteamérica y América latina se mantienen en entrenamiento en escuelas profesionales de "Panamá Canal Zo- ne".
Si los propios personeros yanquis reconocen la ineficacia de la guerra en el mar para detener el fantasma comunista; si ellos, como el pez, mueren por su propia boca, al expresar lo que dice la revista "Time" en el artículo que acabo de leer, ¿qué significan, entonces, estas maniobras?
¡Ni más ni menos que entrenar a chilenos para que, el día de mañana, sirvan de carne de cañón en una guerra extracontinental !
Por eso, rechazamos sus hipócritas maniobras y las de los tejedores de la tela envolvente, de este verdadero plan Camelot, para apegarnos a su carro. ¡ Por eso, repetimos y les repetiremos: "Get out murderers!". En Valparaíso no los recibiremos con banda de músicos, sino con huevos podridos y los salivazos más asquerosos para ellos.
"¡Get out, murderers of Chile!"
Votaremos en contra.
El señor REYES (Presidente).-
En la primera discusión, ofrezco la palabra.
Ofrezco la palabra.
Cerrado el debate.
Queda el proyecto para segunda discusión.
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