. . " El se\u00F1or OLAVE.- \n \n Se\u00F1or Presidente, los socialistas no compartimos el criterio expuesto en esta C\u00E1mara, en el sentido de que la pena de muerte puede cumplir una funci\u00F3n educativa. Tenemos razones abundantes con las cuales fundamentar nuestra teor\u00EDa. \nAl respecto, entre 1950 y el a\u00F1o en que vivimos han sido ajusticiadas 19 personas. Quiero mencionar s\u00F3lo algunos nombres de quienes han llegado al pat\u00EDbulo, ya que en 780 oportunidades en que los m\u00E1s altos Tribunales de Justicia han condenado a delincuentes a la pena capital, \u00E9stos han gozado de indultos por los diferentes Presidentes de la Rep\u00FAblica que han regido durante ese tiempo los destinos del pa\u00EDs. Los nombres de ellos, desde 1955 adelante: Armando del Carmen Vidal, en Santiago, por delito de homicidio, en 1955; en ese mismo a\u00F1o, Carlos Espinoza Silva, en Santiago, por delito de homicidio; tambi\u00E9n en 1955, Ricardo Ojeda Portales, en Pitrufqu\u00E9n, por delitos de robo y homicidio; en ese mismo a\u00F1o, V\u00EDctor Roa Cort\u00E9s, en Pitrufqu\u00E9n, por delitos de robo y homicidio; en 1963, Jorge del Carmen Valenzuela Torres, en Chill\u00E1n, por delitos de robo y homicidio; en 1965, Ces\u00E1reo del Carmen Villa Mu\u00F1oz, en Talca, por delitos de robo y homicidio; \u00FAltimamente, Francisco Cuadra P\u00E9rez, en Santiago, por delitos de robo con homicidio, incendio y violaci\u00F3n, y Luis Osorio Troncoso, en Santiago, por delitos de robo con homicidio, incendio y violaci\u00F3n. \nSi analizamos la clase social a !a que pertenec\u00EDan estos hombres y los dem\u00E1s ajusticiados, podemos llegar a la conclusi\u00F3n de que proven\u00EDan de las capas sociales m\u00E1s bajas da nuestro pueblo. Eran hijos de campesinos, hijos de obreros, formaban parte de los estratos m\u00E1s bajos de nuestra sociedad. Por lo general, no sab\u00EDan leer o hab\u00EDan cursado solamente los primeros a\u00F1os de la escuela primaria. En su mayor\u00EDa eran hijos de alcoh\u00F3licos o delincuentes que tampoco tuvieron la oportunidad de regenerarse. Sin embargo, ellos son los que han recibido todo el peso de la ley. \nPor eso, nosotros estimamos que el no aceptar la abolici\u00F3n de la pena de muerte es en cierta manera, un escapismo, una salida para no enfrentarse con un problema tan grave, tan trascendental, como es la reeducaci\u00F3n del delincuente, al no asumir la responsabilidad que tiene un Estado de un pa\u00EDs en desarrollo de adecuar la educaci\u00F3n en los establecimientos penales para recuperar a estos hombres y convertirlos en seres \u00FAtiles a la patria. \nNosotros hemos observado que a algunos que tuvieron que ser sometidos a un largo proceso, durante el per\u00EDodo de espera antes de saber definitivamente si ser\u00EDan ajusticiados, se les proporcion\u00F3 educaci\u00F3n en las escuelas de las distintas c\u00E1rceles donde esperaban la hora de cumplir la pena capital. Y, durante ese per\u00EDodo, hombres que no sab\u00EDan leer, aprendieron; tomaron una nueva idea de lo que es la vida; sintieron arrepentimiento y, aparente o realmente, se adaptaron a la sociedad y quisieron seguir viviendo readaptados para iniciar una nueva vida. Pero la justicia, que en esto realmente sobre todo cuando se trata de los pobreses ciega, no fue clemente y termin\u00F3 con sus existencias. \nCierto es que cuando un hombre comete un delito, un monstruoso delito que altera la normalidad ciudadana, se alzan miles de voces pidiendo su muerte. Pero no es menos cierto que cuando la prensa, que aqu\u00ED juega un papel importante tal como la radio y la televisi\u00F3n en nuestra \u00E9poca, da a conocer los or\u00EDgenes, las ra\u00EDces profundas, las circunstancias en que se desenvolvi\u00F3 la vida de este hombre cuando era ni\u00F1o, la forma c\u00F3mo se gener\u00F3 su resentimiento contra la sociedad a trav\u00E9s de su existencia, perseguido incansablemente por esa sociedad que, muchas veces, no perdona, la gente se conmueve y llega a pensar que aquel hombre que fue condenado no merece perder la vida. Y hemos observado que en muchas oportunidades se forman Comit\u00E9s, grupos de madres, que llegan hasta el Presidente de la Rep\u00FAblica. Abogados, juristas, pol\u00EDticos, de todos los sectores de la opini\u00F3n ciudadana, claman por que no se quite la vida de aquel hombre para quien unos meses o algunos a\u00F1os antes estaban pidiendo, precisamente, la pena de muerte. Y \u00BFqu\u00E9 ocurre? Que muchas veces ellos son indultados por el Presidente de la Rep\u00FAblica, pero en otras oportunidades no lo son. Y, a la larga, cuando son ajusticiados, \u00BFse cumple realmente una funci\u00F3n educativa? Eso es muy discutible. \nQuiero se\u00F1alar el caso de un hombre que vivi\u00F3 en la provincia que yo represento en la C\u00E1mara, en Valdivia. El 6 de septiembre de 1906, Seraf\u00EDn Rodr\u00EDguez fue condenado, por el delito de homicidio, a la pena de muerte. Pero existieron algunas dudas, no fueron muy claras algunas diligencias, y en el alma popular se fue generando la idea de que se hab\u00EDa dado muerte a un inocente. Despu\u00E9s de tantos a\u00F1os, en 1963, se ha formado un comit\u00E9 de ciudadanos que ha erigido una capilla para honrar el recuerdo de Seraf\u00EDn Rodr\u00EDguez y, seg\u00FAn el decir y el clamor popular, se ha convertido en una \"animita\" que hace milagros y protege a los humildes. Entonces, \u00BFse puede concluir que, al aplicar la pena de muerte se cumple realmente una funci\u00F3n educativa en la mente de nuestro pueblo, en las capas m\u00E1s bajas de nuestra poblaci\u00F3n? No olvidemos que generalmente, en estas capas es donde se genera la delincuencia, por falta de medios, por falta de una adecuada atenci\u00F3n de la madre y del ni\u00F1o en la \u00E9poca cuando m\u00E1s lo necesitan y cuando deben recibir protecci\u00F3n del Estado, y por razones que todos conocemos, no la reciben. \nVivimos en una sociedad donde impera la injusticia. El sistema capitalista burgu\u00E9s se nutre de la miseria. Hasta en los pa\u00EDses capitalistas de m\u00E1s alto desarrollo impera la pobreza, y el delito es un producto de la miseria. Se ha citado la proliferaci\u00F3n de cierta especie de delitos en las clases de altos ingresos (estafas, malversaciones) ; pero, en general, los delitos m\u00E1s infamantes de la especie humana como el homicidio, el aborto, el robo con fuerza en las personas, y otros de com\u00FAn ocurrencia, tales como el hurto, el abandono de menores, lesiones en ri\u00F1a, etc\u00E9tera, son m\u00E1s bien la manifestaci\u00F3n de un estado agudo de pobreza. \nEn pa\u00EDses como Chile y, en general, los de Latinoam\u00E9rica, v\u00EDctimas de la rapacidad imperialista, la miseria se acrecienta d\u00EDa a d\u00EDa y con ella los \u00EDndices de criminalidad. \nTodos los chilenos somos, en parte, culpables del pauperismo que afecta a nuestro pa\u00EDs y, por lo mismo, todos tenemos buena parte de responsabilidad por los cr\u00EDmenes que aqu\u00ED se cometen. \nSin embargo, los sectores retardatarios niegan esta responsabilidad y, cuando se comete un crimen, se sienten liberados moralmente por la aplicaci\u00F3n fr\u00EDa del C\u00F3digo Penal. Mientras m\u00E1s graves el crimen cometido, m\u00E1s dura la pena. El fusilamiento de un m\u00FAltiple homicida permite dar un suspiro de alivio a aquellos que todav\u00EDa mantienen la necesidad de la venganza y el car\u00E1cter ejemplarizador de la sanci\u00F3n. La justificaci\u00F3n de este b\u00E1rbaro e in\u00FAtil criterio, expresado primitivamente por la ley del tali\u00F3n \"ojo por ojo, diente por diente\", puede expresarse en nuestro pa\u00EDs en los t\u00E9rminos siguientes: \"Debemos fusilar a este hombre para que no vuelva a cometer otro crimen y para escarmentar a otros que quieran cometerlo. Si ese criminal naci\u00F3 en la miseria, yo no tengo culpa alguna. Adem\u00E1s, hay muchos miserables que no delinquen\". \nA los socialistas no nos sorprende esta actitud de quienes en nuestra sociedad as\u00ED se manifiestan. Ellos han entregado toda nuestra riqueza a la voracidad imperialista y han impedido de esta manera el acceso de nuestra poblaci\u00F3n a los beneficios espirituales y materiales que otorga al hombre la civilizaci\u00F3n contempor\u00E1nea. Para los yanaconas del imperialismo en nuestro pa\u00EDs resulta mucho m\u00E1s f\u00E1cil y m\u00E1s barato mandar matar por mano ajena a los homicidas, que atacar las verdaderas causas del mal u otorgar recursos para establecimientos penales de reeducaci\u00F3n. \nLos socialistas hemos asumido nuestra responsabilidad de chilenos y luchamos por una revoluci\u00F3n que ponga t\u00E9rmino a la miseria y a la injusticia. \nSin embargo, mientras el r\u00E9gimen capitalista en que vivimos subsista, apoyaremos todas aquellas iniciativas que permitan salvar, aunque sea en m\u00EDnima parte, las injusticias cometidas. Por eso estamos por abolir la pena de muerte. \nEl ajusticiamiento de un homicida no puede servir como mecanismo de evasi\u00F3n a la culpa moral de los reaccionarios de nuestro pa\u00EDs, ni como escarmiento para aquellos explotados que se encuentran potencialmente al borde del crimen por vivir en una sociedad que los empuja a ello. \nNo podemos negar que existe alg\u00FAn tipo de personalidad que, incluso en reg\u00EDmenes de justicia social, siempre estar\u00E1n dispuestos al crimen de magnitud. Ello se dar\u00E1 especialmente en el caso de ciertas enfermedades mentales, caso, por lo dem\u00E1s, previsto en el Derecho cl\u00E1sico, en el que se acepta la irresponsabilidad y la impunidad de quien se halla privado de raz\u00F3n. Adem\u00E1s, es \u00E9ste un caso excepcional, y los marxistas, que somos humanistas y tenemos fe en el progreso de la ciencia, creemos que la medicina, la psicolog\u00EDa y la psiquiatr\u00EDa no se encuentran en \u00E9poca distante para dar una respuesta y un remidi\u00F3 a situaciones semejantes. \nLos argumentos que se han se\u00F1alado en contra de la aplicaci\u00F3n de la pena de muerte por innumerables juristas, trata distas, m\u00E9dicos, psic\u00F3logos y psiquiatras, y que nosotros compartimos, se podr\u00EDan reducir a los siguientes: \n1. La pena capital carece de efecto intimidativo; esto lo ha demostrado la psicolog\u00EDa social, en particular respecto de determinadas categor\u00EDas de delincuentes: los habituales que la miran como un riesgo del oficio, o los fan\u00E1ticos que delinquen por m\u00F3viles sociales. Las estad\u00EDsticas indican que\u00BB la supresi\u00F3n de la pena de muerte no acarrea un aumento de la criminalidad, lo que hace que esta pena pierda su justificaci\u00F3n fundamental. \n2. Carece de eficacia ejemplarizadora: la aplicaci\u00F3n de ella no trae como consecuencia el escarmiento; tampoco ella atemoriza al delincuente; sino, por el contrario, ejerce un efecto desmoralizador e incluso obra, en ciertos casos y en ciertos delincuentes, como incentivo del delito. \n3. Es irreparable: argumento fundamental de quienes luchamos por su abolici\u00F3n. Radica en que el error judicial puede llevar al sepulcro a un inocente. Todas las otras penas, siendo aun ejecutadas en las m\u00E1s duras condiciones, admiten posibilidad de recuperaci\u00F3n una vez que \u00E9sta ha sido infligida. Sin embargo, admitimos que la posibilidad de error se encuentra en toda instituci\u00F3n humana, y que, por lo dem\u00E1s, es factible reducir al m\u00EDnimo esta eventualidad, si en la ley se adoptan las debidas precauciones. \n4. Car\u00E1cter sagrado de la vida humana: se plantea que la pena de muerte no se justifica sino desde el punto de vista de la venganza colectiva, y de la retribuci\u00F3n absoluta, antiguo resabio de la ley del Tali\u00F3n. Frente a esta posici\u00F3n, el pensamiento moderno tiende a no dar a la pena un fin puramente represivo y \u00E9ste se puede lograr por otros medios que no son la supresi\u00F3n de la vida. \n5. Se le quita al reo la posibilidad de readaptarse: la finalidad principal de las penas consiste en procurar la rehabilitaci\u00F3n del delincuente. Si el reo est\u00E1 ya arrepentido y regenerado, no se justifica matarlo; si no lo est\u00E1, la muerte le quita la posibilidad de arrepentimiento y regeneraci\u00F3n. \n6. La pena de muerte es perniciosa: se plantea que la aplicaci\u00F3n de la pena de muerte constituye un atractivo morboso al crimen, ya que provoca excitaci\u00F3n de los malos instintos; se dramatizan las causas criminales; la prensa narra exhaustivamente hasta los m\u00E1s \u00EDntimos detalles, tanto de la vida misma del delincuente como de la ejecuci\u00F3n, que se sigue paso a paso. \n7. Un parecer comunista; Celso N. Solano: \"Ineficacia Social del Derecho Penal\", Bogot\u00E1 1940: \"La sociedad socialista har\u00E1 del ser humano un factor ajeno al crimen y un factor de su propio progreso y del progres\u00F3 de la humanidad. El triunfo del socialismo en la humanidad ser\u00E1, a su vez, el triunfo sobre la delincuencia\". Su posici\u00F3n lo lleva a plantear que el delincuente, por etiolog\u00EDa psicopatol\u00F3gica se extinguir\u00E1, y lo expresa en esta forma: \"Para esta herencia natural del r\u00E9gimen de la opresi\u00F3n capitalista, la sociedad socialista no s\u00F3lo tendr\u00E1 a mano un medio ambiente eficaz, sino que, enmarcada en el esfuerzo de salvaguardar al hombre como la mayor riqueza, podr\u00E1 efectivamente limar la perversi\u00F3n del hombre antropol\u00F3gicamente criminal hasta su curaci\u00F3n o hasta evitar que sus males trasciendan por el conducto de la herencia a nuevas generaciones.\" \n8. Tambi\u00E9n el psicoan\u00E1lisis nos ha revelado algo acerca de la ra\u00EDz profunda del castigo: se\u00F1ala que \u00E9ste se debe, en primer t\u00E9rmino, al deseo colectivo de expiaci\u00F3n. Freud, al hacer el estudio del tab\u00FA, lo puso de manifiesto, y as\u00ED lo ense\u00F1\u00F3 a sus disc\u00EDpulos, los que despu\u00E9s desarrollaron esa posici\u00F3n. Freud, se\u00F1alando el parentesco entre la expiaci\u00F3n y el sadismo, as\u00ED como la identidad del criminal con sus perseguidores, exclama: \"Cuando un individuo ha logrado satisfacer un deseo reprimido, todos los miembros de la colectividad deben experimentar la tentaci\u00F3n de hacer otro tanto; para reprimir esta tendencia, es necesario castigar la audacia de aqu\u00E9l cuya satisfacci\u00F3n se envidia, y sucede adem\u00E1s, con frecuencia, que el castigo mismo proporciona a los que lo imponen, ocasi\u00F3n de cometer a su vez, bajo el encubrimiento de la expiaci\u00F3n, el mismo acto impuro. Es \u00E9ste uno de los principios fundamentales del orden penal humano y se deriva, naturalmente, de la identidad de los deseos reprimidos en el criminal y en aquellos que se hallan encargados de vengar a la sociedad ultrajada. \"Freud, \"T\u00F3tem y Tab\u00FA\". \nEn suma, compartimos este pensamiento, y el Partido Socialista, inspirado polla doctrina marxistaleninista y que, esencialmente, busca la liberaci\u00F3n del hombre y su plena realizaci\u00F3n en oposici\u00F3n a los adoradores del dinero, est\u00E1 en contra de la pena de muerte y votar\u00E1 favorablemente el proyecto derogativo de esta pena. Creemos que los m\u00E1ximos criminales de nuestra sociedad son generalmente impulsados a sus viles acciones por una sociedad injusta, inconsecuente y ciega. Consideramos que la pena de muerte debe ser reemplazada por la reeducaci\u00F3n del delincuente y por el tratamiento m\u00E9dico de ella. Al respecto, consideramos el proyecto en discusi\u00F3n como incompleto, pues enfoca un peque\u00F1o aspecto del problema; pero creemos que es necesario aprobarlo en general y en particular, a fin de terminar a la brevedad posible con la pr\u00E1ctica de la b\u00E1rbara costumbre de la pena de muerte. \nVoy a ceder la palabra a la colega Carmen Lazo. \n " . . . . . . .