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El señor LORCA, don Alfredo (Presidente).-
En conformidad con el objeto de la presente sesión corresponde, en primer lugar, discutir y votar el proyecto de acuerdo por el cual se autoriza a Su Excelencia el Presidente de la República para ausentarse del país a partir del 11 del presente, con el fin de concurrir a la Undécima Conferencia de Jefes de Estados Americanos que se celebrará en Punta del Este.
De acuerdo con el procedimiento aprobado por la Cámara para considerar esta materia, cada Comité Parlamentario dispone hasta de 20 minutos para referirse á ella.
El señor CAÑAS (Secretario).-
Dice al proyecto de acuerdo propuesto por el Ejecutivo:
"Autorízase al Presidente de la República para salir del territorio nacional, a contar del día 11 de abril en curso, con el objeto de que asista a la Reunión de Jefes de Estado de los países americanos que tendrá lugar en la localidad de Punta del Este, República del Uruguay."
El señor LORCA, don Alfredo (Presidente).-
En discusión el proyecto de acuerdo.
El señor VALDES (Ministro de Relaciones Exteriores).-
Pido la palabra.
El señor LORCA, don Alfredo (Presidente).-
Tiene la palabra el señor Ministro de Relaciones Exteriores, don Gabriel Valdés.
El señor VALDES (Ministro de Relaciones Exteriores).-
Señor Presidente, el día 12 del presente mes se iniciará en la localidad de Punta del Este, Uruguay, la Reunión de los Jefes de Estado de América. A esta reunión han comprometido su asistencia todos los Presidentes de las Repúblicas que forman parte de la Organización de los Estados Americanos, con excepción, hasta este momento, del Presidente de Bolivia. Concurrirá también el Primer Ministro de Trinidad Tobago, nación incorporada recientemente a la Organización.
La iniciativa para realizar esta reunión surgió hace ya largo tiempo y fue formulada en forma directa, por primera vez, por el ex Presidente argentino señor Arturo Ulía.
La necesidad de proceder a un análisis y revisión tanto del cuadro de relaciones económicas y sociales dentro de América Latina como del sistema interamericano ha sido motivo de preocupación muy particular dentro de la política exterior del Gobierno de Chile.
El primer capítulo de este movimiento se generó en relación con la Carta Orgánica de la OEA, porque después de 17 años de elaboración muchas de sus concepciones y preceptos no respondían a las realidades actuales. No es ésta la ocasión de tratar en detalle-Cuáles fueron los planteamientos que el Gobierno de Chile mantuvo en la II Conferencia Extraordinaria de Río de Janeiro y en las posteriores de Panamá y Washington, hasta llegar al nuevo texto que se ha firmado en Buenos Aires hace un mes. Al momento de solicitar la ratificación de la nueva Carta ante el Congreso Nacional, daremos las explicaciones correspondientes.
Sin embargo, como el proceso de modificación de la nueva Carta está colocado dentro de la misma concepción que orienta la reunión de Presidentes, debo manifestar que sus nuevas disposiciones constituyen un avance sustancial en lo que consideramos fundamental del sistema; vale decir, que la convivencia entre Estados Unidos y América Latina, que está determinada por factores geográficos, históricos y jurídicos, debe asentarse en sólidas razones de mutua conveniencia y de ventajas recíprocas, lo cual implica la necesidad de conciliar los intereses de ambos componentes en forma tal, que esta Asociación sea un instrumento dinámico "y eficaz para el desarrollo y progreso de América Latina) dentro de su autonomía cultural y política y de sus particulares formas de desarrollo.
En síntesis, tratamos con ahínco de transformar la Carta en un instrumento que consagra por primera vez el principio de solidaridad en el desarrollo económico y social dentro del hemisferio, como fundamento de los esfuerzos de cooperación, manteniendo en todo su vigor, al mismo tiempo, aquellos postulados de orden político que la Carta de Bogotá había establecido como resguardo inamovibles de la convivencia internacional: los principios de no intervención y de libre determinación de los pueblos de América.
Los -planteamientos formulados por el Gobierno "ele Chile en Río de Janeiro, a fines de 1965, tuvieron una amplia aceptación en lo que se llamó "Acta Económico- Social de Río' de Janeiro", la cual, a su vez, quedó consagrada en un artículo de la nueva Carta suscrita en Buenos Aires en febrero recién pasado.
Simultáneamente con esta acción para dar vigor, eficacia y una real utilidad al sistema interamericano y a sus órganos, ambos lesionados por un grave desprestigio motivado por múltiples razones que no es del caso analizar en este momento, se fue viendo la necesidad de estudiar y revisar los presupuestos y objetivos que en el orden económico se habían expresado en la Carta de Punta del Este, suscrita por todos los países latinoamericanos en 1961.
En aquella época se lanzó un ambicioso programa que concitó generales esperanzas de una nueva dinámica en las relaciones hemisféricas. Fue allí donde se establecieron, en carácter de compromiso político, medidas que los países latinoamericanos deberían aplicar en el orden interno, respecto a reformas agraria, tributaria, política y de orden institucional, a fin de producir un progreso social acelerado, una mayor participación del pueblo en las decisiones y en los beneficios, un avance más veloz en el desarrollo económico y la consolidación de gobiernos democráticos. Por parte de Estados Unidos de Norteamérica hubo compromisos de contribuir con recursos especiales para cooperar a estos esfuerzos nacionales.
Transcurridos seis años, aparece evidente que en América Latina no se han hecho con la velocidad y la intensidad requeridas las reformas programadas y que tampoco se ha obtenido de parte de Estados Unidos y de otras áreas el total de los recursos concebidos. Por otra parte, las instituciones creadas para administrar estos esfuerzos no han sido adecuadas ni han trabajado con la eficacia requerida.
Es por ello que el cuadro económico de América Latina, en su conjunto, acusa gravísimos síntomas de deterioro, y muchas de las cifras y de los objetivos que se consideraron razonables en 1961 ya no son válidos, lo cual implica la urgente necesidad de acelerar, incrementar y coordinar el esfuerzo en una forma mucho más eficiente.
Este grave deterioro no solamente se advierte en el terreno de las necesidades internas de América Latina, donde la insuficiencia en el abastecimiento de alimentos es más grave, donde ni la educación ni la solución de las necesidades habita-clónales ni la capacidad de empleo llegan a las metas fijadas, sino también en la relación de América Latina con el mundo exterior. En este terreno se encuentran factores cuya progresión constituye un motivo de real alarma para todos los Gobiernos de América Latina.
Estas razones condujeron a la decisión de realizar un estudio a fondo de aquellas áreas que tienen una mayor importancia estratégica, para modificar las condiciones negativas en que se produce el desarrollo latinoamericano.
Después de numerosos estudios, algunos realizados en el ámbito nacional y finalmente por comisiones especializadas, se fueron configurando una serie de temas que, en definitiva, condujeron al acuerdo de preparar una reunión a. nivel presidencial que adopte decisiones sobre estas materias.
Desde el primer momento, el Gobierno de Chile manifestó que debían evitarse té- mas que implicaran falta de entendimiento en el terreno ideológico o puramente político, para permitir un análisis abierto y constructivo de los fenómenos economicos y comerciales de interés común.
En definitiva, se llegó a un acuerdo unánime en la XI Reunión de Consulta de Buenos Aires, para- fijar como temario de la Reunión de Presidentes sólo seis materias, consideradas como fundamentales, que son las siguientes:
1°-Integración latinoamericana, como condición del desarrollo económico.
2°-Acción multinacional para, proyectos de infraestructura.
3°-Comercio internacional.
4°-Modernización de la vida rural y aumento de la producción agropecuaria, principalmente en el aumento de la producción de alimentos.
5°-Desarrollo educacional, científico y tecnológico e intensificación de programas de salud.
6°-Limitación de armamentos.
Me voy a referir en breve síntesis a cada uno de estos puntos.
Respecto del primero, está fuera de discusión la necesidad y la urgencia de realizar la integración económica de América Latina. A ningún estudioso de los fenómenos económicos, tecnológicos, culturales o sociológicos actuales, se le presentan dudas respecto a la decisiva importancia que tienen en el mundo contemporáneo los grandes espacios económicos. Solamente en ellos se puede asentar la industria moderna, la tecnología y la educación superior. Sin estos elementos, los conceptos de soberanía y de independencia pierden vigor rápidamente y, en cambio, con su desarrollo América Latina, y dentro de este compuesto, cada una de nuestras comunidades nacionales, puede tener voz e influencia en las decisiones mundiales que cada vez nos afectan más dentro de un mundo que es cada día más solidario y más intercomunicado.
La aceleración del proceso de integración se producirá a través del robustecimiento de los instrumentos que ya existen, vale decir ALALC, que agrupa hoy a once países, y el Mercado Común Centroamericano.
Respecto a la primera organización, de la cual Chile forma parte, ella ha producido efectos beneficiosos en muchos campos, pero ni el ritmo es el adecuado para producir realmente una integración, ni su operación ha podido llegar a significar una ventaja importante para los países de mediano o de menor desarrollo relativo. En una palabra, este instrumento ha sido usado más en términos comerciales que como elemento integracionista.
A este propósito, debo manifestar que nuestros planteamientos formulados en la Reunión de Ministros de la ALALC en 1965, y reiterados con más fundamento y énfasis en la de noviembre de 1966, no encontraron en aquellas oportunidades consenso suficiente para ser aprobados, sobre todo por desacuerdo de los países más grandes del área, que creían ver amagadas las ventajas relativas que les da su mayor tamaño económico. Lo mismo que en Montevideo pareció utópico e irreal o contrario a los intereses de algunos países en noviembre de 1966, fue sin embargo aprobado unánimemente en febrero de 1967 en Buenos Aires, porque las razones que fundamentaban nuestra posición tenían peso suficiente para hacer madurar en algunos gobiernos el convencimiento de que debemos programar la construcción de un arancel externo común, con un régimen de desgravaciones aduaneras internas, y todo ello a plazo fijo, sin lo cual las estipulaciones mismas del Tratado de Montevideo que conducen al Mercado Común no tendrían sentido ni destino.
La perseverancia con que hemos trabajado en el campo de la integración está lejos de ser una posición utópica. Responde, primero y esencialmente, al cuidado y a la proyección de nuestro propio desarrollo económico, que ha llegado al límite de sus posibilidades de crecimiento hacia adentro y requiere vitalmente de la exportación; pero ésta es condición común, en mayor o menor grado, de todas las Naciones.
Es por ello que la sola posibilidad del intercambio comercial ha tendido, como es fácil demostrarlo, a un estancamiento, lo cual induce a buscar fórmulas de complementación, de integración por sector o por regiones, a fin de realizar una distribución racional de cada esfuerzo nacional para producir más y más barato, y dar mayor y mejor empleo dentro de cada país.
Buscando siempre formas prácticas de desarrollo para nuestra economía, participamos en los "Acuerdos de Bogotá", que significarán, a corto plazo, entendimientos de suma importancia entre países que hoy día se desconocen en materia de intercambio económico, pero que tienen un desarrollo de tamaño y características similares al nuestro, los cuales nos permitirán afrontar el proceso de integración general en condiciones mucho más sólidas. Estos acuerdos subregionales que normalmente no se permiten dentro del sistema de la ALALC por "la cláusula de la Nación más favorecida", han sido ya autorizados en las reuniones de Ministros y esperamos sean aprobados por los Presidentes.
Estamos abriendo, en forma decidida, un proceso nuevo de integración con los países del Pacífico. Hemos recibido, hace poco, la visita de una muy importante delegación del Gobierno y del sector privado de Méjico, con la cual se han celebrado conversaciones que no solamente implican un aumento substancial de las exportaciones chilenas a ese país, sino, además, expresan el interés de esa Nación por incorporarse a este proceso que se iniciara en Bogotá. Lo anterior no es óbice para que acentuemos los acuerdos comerciales y de complementación con Argentina. Y, precisamente, ayer ha comenzado, bajo excelentes auspicios y con un temario muy completo, la VII Reunión de la Comisión Económica Mixta Chileno - Argentina. O sea, se está en la iniciación de una dinámica mucho más racional, e intensa para estructurar un mercado común en América Latina. Pero ello sería imposible si no se adoptaran decisiones del más alto nivel, como son las que se esperan de las reuniones de Punta del Este.
Me he detenido particularmente en este terreno, porque interesa fundamentalmente a Chile y porque las resoluciones que se han preparado y que esperamos que los Presidentes acuerden, son ellas solas de por sí justificativas de la Conferencia Presidencial.
El tema segundo de la agenda se refiere a la necesidad de financiar proyectos de infraestructura.
La cortedad del espacio físico y las dificultades geográficas han aislado a cada Nación. Es condición de su desarrollo y de la integración, el poder movilizar recursos, dentro y fuera del continente, para mejorar o construir los sistemas de transporte, de telecomunicaciones, de energía y de zonas geoeconómicas que comprendan el territorio de dos o más Estados.
El punto tercero se refiere al comercio internacional, cuya importancia he mencionado, que implica, por una parte, acuerdo entre los países latinoamericanos para actuar de consuno entre ellos y para proceder a una acción conjunta a nivel hemisférico, a fin de eliminar las' discriminaciones en perjuicio de las exportaciones latinoamericanas, y de modificar la política de precios y de colocación de productos latinoamericanos.
El cuarto punto se refiere a la modernización de la vida rural y al aumento de la productividad agropecuaria.
En las bases del temario se considera una acción para elevar los niveles de vida de los campesinos y mejorar las condiciones de la vida rural, basada en programas integrales de reforma agraria, de colonización y de modernización de la agricultura.
Particular importancia tiene el problema de alimentos, que preocupa en forma cada vez más intensa a todo el mundo. América Latina no escapa a la dramática situación que se presenta en el mundo, en este campo. La FAO ha calculado que el déficit de alimentos de los países a subdesarrollados será, en 1973, sobre los 8 mil millones de dólares, contra los 3 mil dólares que se gastan hoy. Como se calcula que los países necesitados no podrán importar sino la mitad de ese monto, la ayuda alimenticia que deberá producirse en la fecha mencionada ascenderá sobre los 4 mil millones de dólares. A esta altura de la época, no se tiene conciencia ni se sabe de dónde saldrá un monto de alimentos igual a la cifra que he mencionado.
No menos urgente es la consideración del punto quinto de la agenda, sobre desarrollo educacional, tecnológico y científico.
Los estudios realizados en este tema abordan una solución para evitar el vacío en la experimentación tecnológica, y científica que se realiza en América Latina y obtener asistencia adicional para el desarrollo de la tecnología. No se trata sólo del analfabetismo, que es de por sí un problema gravísimo en Latinoamérica. Se trata de que nos estamos quedando sin técnicos ni científicos. En los estudios previos, se propone la creación de centros multinacionales de desarrollo científico y tecnológico para postgraduados y otras medidas, a través de los institutos educacionales superiores, para reinvertir el actual proceso de pérdida de capacidad de alto nivel científico y tecnológico.
El último punto de la agenda se refiere a la limitación de armamentos. Este es un tema difícil. Nuestra posición ha sido la de no medir con prudencia y plena responsabilidad el equilibrio que debe existir entre las necesidades de la defensa y la seguridad nacional y del orden interno, y la destinación de los mayores recursos posibles al desarrollo económico y social. Gobiernos pasados han tenido también iniciativas en este terreno; pero, hasta la fecha, no se ha podido lograr la materialización de ningún acuerdo en esta materia.
El problema ahora se refiere a la aprobación definitiva del convenio de prohibición de la existencia de armas nucleares en América Latina, que se ha suscrito, hace pocos días, en Méjico y que convertiría a América Latina en una zona desnuclearizada. Además, se trata de evitar que en América Latina se adquieran armas no convencionales, que actualmente no están en uso en nuestra área geográfica. Todo ello, para evitar una carrera armamentista, que podría iniciarse con dificultades graves para todos, desde el punto de vista económico y social, particularmente.
Si todos nuestros países han resuelto eliminar la guerra como instrumento de política internacional; si se han formulado tantas declaraciones, sobre la necesidad del sometimiento de las dificultades entre las Naciones a procedimientos de derecho, la adquisición o fabricación de armas no convencionales, que la tecnología moderna ha inventado, no tendría sentido confesable. Y, ciertamente, no tendrían ninguna significación en caso de conflictos internacionales que no están en la mente de nadie; pero que sólo podrían concebirse emprendidos por los grandes centros económicos e industriales.
Sobre estos temas tratarán los Presidentes, y sólo sobre ellos, porque hay acuerdo para evitar cualquiera otra materia que no sea la ya convenida. Se tratarán, por tanto, temas concretos, de problemas concretos y previamente elaborados. Por ello, esta Conferencia' será distinta de las anteriores. El Presidente de Chile no irá a Punta del Este para tratar o suscribir acuerdos sobre ninguna otra materia que sea ajena al temario.
El Presidente de Chile considera de su obligación asistir a ella, porque todos los puntos de la agenda interesan a Chile. En todos ellos hemos cooperado; de modo que responden, en su concepción y desarrollo, a nuestros planteamientos. En definitiva, se trata de tomar decisiones, en el más alto nivel político, sobre la forma y velocidad de la integración latinoamericana, problema que sólo es de los latinoamericanos. Pero se trata también de considerar de qué manera, por qué canales y en qué condiciones Estados Unidos puede cooperar a este proceso y a los demás acuerdos, con recursos adicionales.
Responde, pues, esta agenda, a una concepción dinámica y cooperativa del sistema interamericano; y, por sobre todo, a una visión de la unidad de Latinoamérica, a fin de afirmar sus intereses y acelerar su progreso.
Chile ha estado siempre presente en todos los hechos y en todos los debates americanos. Nos sentimos solidarios del proceso de nuestra América. Debemos defender principios esenciales de convivencia pacífica y de sometimiento al Derecho. Pero, al mismo tiempo, debemos cooperar con todos para acelerar nuestro propio desarrollo.
He dicho, señor Presidente.
El señor LORCA, don Alfredo (Presidente).-
Tiene la palabra el Honorable señor Montes.
El señor MONTES.-
Señor Presidente, nosotros lamentamos que la brevedad del tiempo de que dispone cada Comité no nos permita abordar, de manera más extensa, el problema derivado tanto de la agenda de esta conferencia como de la exposición del señor Ministro.
Nos limitaremos, por ello, a tratar de formular en una síntesis, nuestra posición y nuestro pensamiento respecto de los problemas planteados por esta solicitud del Presidente de la República para poder dirigirse a la República del Uruguay.
Nosotros pensamos que la Alianza para el Progreso constituye un esfuerzo de los norteamericanos para mejorar el papel y la imagen de los Estados Unidos en el continente. El economista brasileño Rómulo Almeyda agrega a este concepto que las finalidades básicas de la Alianza para el Progreso no se han cumplido.
Ahora, los norteamericanos buscan la formulación de lo que denominan "década de la integración en 1970-1980", objetivo aparente de la reunión de Presidentes en Punta del Este. La nueva fórmula les permitirá poner fin o reducir considerablemente todo desembolso que forman esta "ayuda", con la creación del Mercado Común Latinoamericano, en el que los monopolios yanquis gozarán de mayores y nuevas franquicias, muchas de ellas encubiertas, para actuar.
Pero la estrategia norteamericana, a juicio nuestro, busca también otro objetivo. Se trata de levantar el prestigio del PresidenteLyndon Johnson, aplastado, sobre todo, por los crímenes norteamericanos en Vietnam. Allí se da, en una magnitud mundial, la política imperialista de Estados Unidos, que mantiene un ejército de más de medio millón de hombres, tratando de aplastar la lucha independiente de un pueblo que pelea heroicamente por su libertad. La brutalidad norteamericana y la sinrazón de sus actos, dejan sin careta los propósitos norteamericanos, en su afán de hegemonía mundial.
La política norteamericana en Vietnam se proyecta, por cierto, en América Latina. No sé si en la historia de los Estados Unidos haya habido otro mandatario que representara con más propiedad al "gángster" norteamericano que este Lyndon Johnson. Jefe siniestro de una "maffia", con el cuartel general en Wall Street, su sombra se proyecta sobre nuestro continente; él representa lo peor de la política imperialista, orientada a aplastar a sangre y fuego, las luchas libertarias de los pueblos latinoamericanos. El PresidenteLyndon Johnson ha declarado: "Los países americanos no pueden ni deben admitir la creación de un .segundo gobierno marxista" .
Esta formulación corresponde a un desarrollo planificado; a una estrategia anticomunista dirigida en contra de los pueblos y orientada hacia la, intervención directa en cualquier país de nuestro- continente.
Sobre la base del sistema generado durante la Segunda Guerra Mundial, se da vida, en 1947, al Tratado de Asistencia Recíproca de Río de Janeiro. En 1948, en la Conferencia de Bogotá, se aprueba la Carta de la OEA, consagrando jurídicamente una alianza militar y política. Luego, en 1952-1953, vinieron los pactos militares bilaterales con 12 países. A continuación las maniobras conjuntas, bajo dirección norteamericana, al estilo de las operaciones "America", "Unitas", "Fraternitas", "Ayacucho". Todo esto, además de la creación de la Junta Interamericana de Defensa y múltiples actividades militares y paramilitares desplegadas bajo el alero del interamericanismo, lo que, en resumen, podía catalogarse como un germen más o menos adelantado de una integración orgánica de las fuerzas armadas del Continente.
El despliegue de todas estas manipulaciones hacen requerir, años más adelante, una segunda fase: la creación de un mecanismo institucional que permita al Pentágono controlar fácilmente los efectivos militares latinoamericanos. El desarrollo del movimiento de liberación en América Latina, cuya más elevada manifestación fue el triunfo de la Revolución Cubana, viene a acelerar los correspondientes proyectos. Surge entonces el planteamiento de un ejército multinacional.
En 1960, el senador por Florida, George A. Smathers, propone al Secretario de Estado de esa época, Christian H. Herther, considerar la formación de una "fuerza policial interamericana" destinada a "mantener la seguridad del Hemisferio en contra de las amenazas internas..." Meses más tarde, el asunto se concreta en el Congreso de EE. UU. cuando, entre las reformas introducidas a la Ley de Asistencia Exterior, se agrega el artículo 502 que establece "que una contribución importante para la paz sería crear una fuerza militar internacional bajo la autoridad de la Organización de Estados Americanos . ..".
Más adelante, algunos Mandatarios latinoamericanos acogen las proposiciones norteamericanas y, en la Segunda Conferencia Extraordinaria de Cancilleres Americanos, que se realizó a fines de noviembre del año 1965, en Río de Janeiro, el Canciller brasileño de la época, Leitao da Cunha, expresó lo siguiente: "La concepción ortodoxa y rígida de la soberanía nacional fue formulada en una época en que las naciones, en sus responsabilidades, no asumían una obligación de cooperar entre sí en la búsqueda de objetivos comunes... Hoy, y más especialmente en el Continente americano, la evolución de la Historia y de las ideas renueva el concepto clásico de esa figura del Derecho Internacional... Las fronteras físicas de los Estados son obsoletas y, en vez de ellas, hay que tomar en cuenta las fronteras ideológicas..."
El afán no declarado, pero el más importante para les norteamericanos como para los oligarcas y castas militares en el poder, en América Latina, es el de institucionalizar el ejército continental bajo el mando de los imperialistas.
Por otra parte, hay cifras que demuestran que, desde el punto de vista de los negocios, esto también constituye un gran avance para los norteamericanos. En efecto, aunque los mutuos recelos y las modalidades oficiales de los países latinoamericanos no permiten dar cifras exactas, se calcula que sus efectivos armados, en tiempo de paz, alcanzan a unos 750 mil hombres. Hay que considerar, además, que la mantención de tales fuerzas exige a dichos países un desembolso anual que fluctúa entre 1.500 a 2.000 millones de dólares, los cuales no saldrían sólo de las arcas del Tesoro de Washington, para la creación de este ejército continental que los norteamericanos procurarán impulsar, sin duda alguna, en Punta del Este.
Pues bien, se trata, al mismo tiempo, de convertir a la OEA en una hermana gemela de la OTAN, para América Latina. Las modificaciones a la Carta de la OEA tienden a legalizar la intervención militar yanqui en los países latinoamericanos. Lamento no poder referirme específicamente a este problema, dada la escasez del tiempo de que disponemos.
La revista norteamericana "Newsweek"' que expresa las opiniones de los círculos gobernantes de los Estados Unidos, ha escrito: "La única fuerza que se puede oponer a los marxistas en América Latina y dirigir los acontecimientos por otro cauce, es como regla el Ejército nacional, la Marina y la Aviación."
El Secretario de Defensa de los Estados Unidos, Robert Mac Namara, ha expresado: "La ayuda militar a América Latina es parte integrante del programa de la Alianza para el Progreso."
Una realidad en este continente es que la mayoría de los países cuentan con gobiernos encabezados directamente por militares, la mayoría de los cuales llegaron al Poder a través de golpes de Estado. Esa mayoría es incondicional al Pentágono norteamericano y tiene su apoyo y su confianza.
¿Qué acuerdos suscribirán nuestros países en relación a estos problemas? ¿Esos acuerdos mayoritarios serán obligatorios para los participantes?
Es claro, a nuestro juicio, que nada bueno saldrá a este respecto de la Conferencia de Punta del Este; y es inútil, más aún, perjudicial, la participación de Chile.
Se habla de la necesidad de asistir a la reunión para no quedar aislados. Pero ¿qué clase de relación se busca con los "gángster" y "gorilas" que impondrán abierta o subterráneamente su posición? Se piensa por algunos, cándidamente, que la Conferencia de Jefes de Estado dará" ocasión para resolver los problemas económicos de nuestros países. Esto es como pensar que el zorro, dentro del gallinero, se pondrá de acuerdo con las gallinas. Lo que cabe es cerrar la puerta al zorro imperialista; resolver nuestros problemas con independencia, porque, además, no estamos solos en el mundo; y el fatalismo geo-político, a que se ha referido, desgraciadamente, el Canciller al hablar esta tarde en esta Sala, es tan falso como Judas. En procura de nuestra dignidad nacional, de nuestra real independencia económica, el Gobierno de Chilé y cualquier gobierno latinoamericano, contará siempre con la adhesión entusiasta de la abrumadora mayoría del pueblo.
¡El ejemplo cubano, señor Presidente, es elocuente a este respecto!
Algunos parten de la ilusión de que Johnson traerá dólares a Punta del Este. Pasando por alto lo que hay de indigno en esto, veamos la realidad.
Un cable de la UPI de ayer trae la noticia del acuerdo del Senado norteamericano con respecto a la petición de Johnson de una suplementación de 1.500 millones de dólares para América Latina. Esto fue rechazado.
Un funcionario norteamericano de Gobierno expresó, refiriéndose al acuerdo: "No necesitamos un resolución que sólo diga que consideraremos la necesidad de una cooperación." La verdad es que ni los yanquis tienen confianza en Johnson. De lo que se trata, a juicio nuestro no es de conseguir nuevos préstamos yanquis, sino de que se paguen por nuestras materias primas precios justos y de que no se nos cobren precios abusivos por los productos que importamos.
Chile ha perdido, desde 1928, por el llamado deterioro de los términos de intercambio, la suma de nueve mil millones de dólares, suma equivalente al actual capital nacional. En el período 1955-60, esta pérdida ha significado para América Latina siete mil trescientos millones de dólares, en comparación con el quinquenio anterior, según lo aseverado por Raúl Prebisch.
Los norteamericanos están interesados en la integración, en la medida en que puedan seguir introduciendo sus capitales en América Latina, para formar empresas mixtas. Es lo que ha ocurrido en Chile con el cobre y la siderurgia. Mañana puede suceder también con la celulosa o la industria petroquímica. Los capitales norteamericanos se asocian a estas empresas con el fin de controlar el desarrollo de estas industrias básicas. Este proceso facilita y acentúa el saqueo norteamericano, el empobrecimiento de las masas y de los pueblos.
Se trata de llegar a una deformación todavía mayor de las economías de los países latinoamericanos, y de aprovechar en conjunto los mercados, abriendo un ancho cauce para la entrada de los monopolios norteamericanos".
Es cierto que se necesita abordar el problema de la complementación, pero en términos beneficiosos para los pueblos de este continente y no para los monopolios norteamericanos.
La reunión de Punta del Este significará un respaldo a la política internacional norteamericana, sobre todo respecto al Vietnam. Por lo menos es eso lo que se busca.
Los pueblos de nuestro continente, que se levantan para luchar por su segunda independencia, no estarán representados en esa conferencia.
Nada tendrá que hacer el Presidente de
Chile junto a Johnson y a otros "gorilas" latinoamericanos.
En Punta del Este se reunirá el Estado Mayor de las oligarquías latinoamericanas, capitaneadas por el imperialista Lyndon Johnson, para trazar la estrategia anticomunista, para apuntar contra Cuba, para apuntalar un sistema que agoniza. Será, por lo tanto, un cónclave dirigido contra los pueblos latinoamericanos.
Estos buscan la solución de sus más apremiantes problemas, según sus particulares concepciones de lucha, -buscando variados caminos para alcanzar su independencia. Las guerrillas en Guatemala, Colombia, Venezuela y Bolivia, así como, en todo el continente, los combates por cambios revolucionarios, la lucha contra el imperialismo, reeditan en condiciones superiores la gesta de 1810. Y éste es el camino que, a nuestro juicio, debe tomar el Gobierno y nuestro pueblo. Si no lo sigue el Gobierno de Chile, allá él; por cierto será de su responsabilidad. A los comunistas nos parece el único camino digno, justo y patriótico.
Por estas razones, estimamos que el Presidente de la República nada tiene que hacer en Punta del Este, desde el punto de vista de los intereses del pueblo de Chile, así como del de los países del resto del continente latinoamericano. Por eso, los comunistas votaremos en contra del permiso solicitado por el Presidente de la República.
Eso es todo.
El señor LORCA, don Alfredo (Presidente).-
Tiene la palabra, el Honorable señor Parra.
El señor PARRA.-
Señor Presidente, para emplear con el máximo acierto nuestro cuerpo legislativo, es necesario distinguir lo que a la fecha subsiste como mera ritualidad y las normas que reglan situaciones actuales, problemas que realmente se presentan día a día. Toda norma debe ser cumplida, pero de manera que la observancia de un rito no dificulte la aplicación que permanece substantiva. Me parece que la historia del establecimiento de la disposición constitucional nos indica que el trámite que cumplimos esta tarde es más bien una ceremonia formal. Celebrémosla, pero sin afectar el pleno cumplimiento de una norma-más rica en su significado actual, en verdad, más importante: aquélla que establece que el manejo de las relaciones internacionales es de responsabilidad exclusiva del Presidente de la República.
Cuando esta norma se discutió, don CarlosVicuña Fuentes, hombre moderno, consideró que era una disposición muy antigua, que no tenía razón de ser en ese momento, por las- facilidades de comunicación que existían. "Según ella -decía don Carlos Vicuña- no podría el Presidente ir a Buenos Aries, por ejemplo, a visitar una exposición sin el permiso del Congreso". Consideró que debía suprimirse esta disposición. Pero prevaleció la opinión de don Guillermo Guerra: aquélla de que nadie debe abandonar sus funciones sin permiso.
Si los constituyentes del 25 hubieran tenido oportunidad de comprobar que hay situaciones en las cuales el Presidente de la República abandona el territorio nacional precisamente para cumplir sus funciones, especialmente aquéllas que son privativas de su mandato, sin duda habría prevalecido la opinión moderna de don Carlos Vicuña, y esta norma no habría figurado en el texto constitucional.
Si queremos cumplir la Constitución, hagámoslo de manera de hacer efectivo el espíritu de su conjunto. Permitamos el viaje del Presidente y mantenga cada uno su independencia política para juzgar lo que él determine en el ejercicio de sus funciones.
Pero, de todas maneras, es oportuno referirse al carácter de la reunión. La XI Reunión de Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores elaboró las directivas para el desarrollo del temario de la Conferencia de Jefes de Estado americanos, a las que el señor Canciller se ha referido en detalle. De todas maneras es interesante recalcar que se consultan temas que antes no habían sido tratados en reuniones similares.
El llamado a la integración económica y al desarrollo industrial de América Latina y las medidas para mejorar las condiciones de su comercio internacional, -entendiéndose por ellas, precisamente, el método mediante el cual se alteran las condiciones actuales, gravemente adversas por lo negativo de los términos del intercambio- además de exigir y de plantear la modernización de la vida rural, el aumento de la productividad agropecuaria y la eliminación de los grados militares innecesarios, nos ratifican las palabras del Canciller.
Esta es una reunión distinta: metas específicas en vez de vaguedades; problemas relativos al crecimiento económico en vez de cruzadas anticomunistas; el mejoramiento de los términos del intercambio en el comercio internacional, enfocado -tal cual lo ha expresado el Presidente de la República de Chile- "como un complemento y posible sustituto de la ayuda económica exterior para su desarrollo", visión realista que sirve de base a una actitud digna y altiva, que permita mantener un ánimo y una perspectiva de dignidad frente a Estados Unidos, no frecuente ni muy firme en ocasiones anteriores.
No se trata de pedir dólares, sino de puntualizar que la substitución del Sistema Interamericano está ligada a un compromiso seriamente establecido y cumplido en forma muy leal, en cuya virtud los esfuerzos de todos los miembros de la Organización deben dirigirse mancomunadamente hacia la estabilización y el aumento de los ingresos de los países latinoamericanos por sus exportaciones tradicionales, además de la obtención de nuevos rubros de exportación. Dignidad, independencia; creación de riquezas propias de América Latina, en vez de estirar la mano en busca de las sobras de algún festín mundial. Esta es una reunión distinta, diferente, que significa un progreso, porque plantea problemas que nunca antes se habían considerado en estas reuniones, y se enfrentan con un ánimo que tampoco había estado presente anteriormente.
El boletín de prensa de la Embajada soviética reproducía, hace algún tiempo, unos comentarios del señor Karelin, experto de la Agencia Novosti. Recuerda él que la opinión pública de los países latinoamericanos se ha pronunciado siempre contra la política norteamericana en relación con los precios de nuestras materias primas, pero, inmediatamente después de esa comprobación, el periodista soviético agregaba: "Lo sintomático, sin embargo, es otra cosa. Por primera vez, recomendaciones de esta índole deberán ser estudiadas por los Ministros de Relaciones Exteriores -él escribía antes de la reunión de Cancilleres- y luego estudiadas por la Conferencia de Jefes de Gobierno de los países miembros de la Organización de los Estados Americanos."
En consecuencia, esta reunión no es igual a tantas anteriores. Aquí hay problemas centrales que se plantean por primera vez y en forma bastante cruda y con un nivel técnico satisfactorio.
¿Vale la pena que se realice esta conferencia? ¿Se justifica asistir a ella? Al- quien puede pronosticar, como el periodista soviético citado, porque las citas deben ser reales- que los resultados finales serán desfavorables; mas eso no altera el hecho de que la reunión, como tal, es de carácter distinto de las anteriores; que ésta es, en definitiva, una oportunidad que el Gobierno de Chile no puede desaprovechar. Porque nuestro Gobierno tiene que trabajar con los datos de cada día, con un sentido orientador, pero no dejando de hacer lo que hoy día se le presenta como posible, porque hay vaticinios que señalan un mal resultado final.-
En relación con este punto me parece honesto expresar también cierto énfasis personal. La Organización de los Estados Americanos y el Sistema Interamericano mismo se presentan ahora como el teatro de operaciones de una lucha, de un antagonismo. Hacia ese objetivo, el de considerar los organismos internacionales como teatro de operaciones de un antagonismo a los cuales hay que buscar un resultado favorable, se encamina la evolución internacional. ¿Por qué? Porque existe la lucha de los pueblos americanos, que quieren más pan y mejores remuneraciones por sus horas de trabajo. Será este organismo internacional el teatro de operaciones de una tensión que preferimos y deseamos pacífica y sometida, por tanto, a normas jurídicas. En todo caso, no podrá dejar de ser el campo en que se desarrolle una lucha muy intensa.
No sin lucha hoy día los Presidentes de las Repúblicas americanas tienen que tratar temas que han figurado siempre en el orden del día de combate de los movimientos populares; y es una lucha que dará origen a otros combates sucesivos.
En este cuadro, nosotros reiteramos nuestra confianza en el Gobierno. El sabrá continuar la lucha dentro de los términos de la coexistencia, porque ha sido capaz, antes, de decir "no". Ha dicho ¡no! cuando era necesario, en la soledad -si no quedaba otra alternativa- o acompañado, cuando fue posible; perdiendo, primero, ganando, después. Dijimos ¡no! en todas las circunstancias y deseamos seguir diciendo ¡ no! a la Fuerza Interamericana; también dijimos ¡no! al criterio de fronteras ideológicas, y aquí está presente el Ministro de Relaciones Exteriores de Chile, cuya intervención en la prensa contraria al imperio de la frontera ideológica como a la tesis de suponer al capitalismo como equivalente a la democracia -para cuya aprobación sus propugnadores buscaron incluso vinculaciones con inspiraciones sacras- provocó situaciones álgidas en puntos que bien pudieron haberse interpretado como meramente formales.
Y antes dijimos ¡no! a la ocupación de Santo Domingo. Se menciona como argumento negativo a este permiso la posibilidad de que se consideren temas extraños al temario de la conferencia. El Presidente de la República ha dicho -cito sus palabras-: "He sido categórico en afirmar que una conferencia de dos días de duración que pretendiera tratar todos los problemas que existen en América Latina estaría condenada al absurdo." No se tratarán temas ni asuntos extraños a la agenda. Ello significa que la Conferencia debe limitarse al estudio de los temas indicados, primero, por la Reunión de Consulta de los Ministros de Relaciones Exteriores, estudiados después por los expertos, para ser examinados posteriormente por los Presidentes de las Repúblicas americanas. Ese temario, repito, involucra una inversión de los términos habituales de relaciones entre los Estados Unidos y América Latina.
El Presidente de la República en una intervención a la que ya he aludido en el curso de mis observaciones -que ahora finalizo- hacía mención a que, si nosotros podíamos lograr una defensa de nuestras relaciones comerciales con el resto del- mundo, y para ello los Presidentes de las naciones suscritas al Sistema Interamericano señalarán obligaciones válidas para todos los gobiernos miembros, no habría necesidad de "manos extendidas". No sería preciso, por tanto, como en otras ocasiones probablemente fue menester, que a una reunión latinoamericana, vayan los Presidentes o los delegados de nuestros países a extender la mano para recibir dólares, a cambio de entregar a los norteamericanos solidaridad cuando ellos empujen el gatillo en cualquier lugar del mundo. ¡No! Es para contribuir a aprobar disposiciones que realmente benefician a Latinoamérica, para fomentar actitudes de dignidad y de independencia -y no para crear lazos dependientes- que nuestro Presidente viajará a Punta del Este. Y para ello, nosotros anunciamos los votos favorables de la Democracia Cristiana.
He dicho.
El señor LORCA, don Alfredo (Presidente).-
Tiene la palabra el Honorable señor Alberto Naudon.
El señor NAUDON.-
Señor Presidente, el Comité Ejecutivo Nacional del Partido Radical, en su sesión de ayer, acordó instruir a sus parlamentarios en el sentido de votar favorablemente el permiso solicitado por el Presidente de la República para viajar a una reunión que se efectuará en Punta del Este, Uruguay.
El señor Ministro de Relaciones Exteriores nos ha entregado un resumen de los puntos que se tratarán en dicha Conferencia.
El Partido Radical, al tomar la decisión a la que me he referido, tuvo presente, en primer lugar, que corresponde al Congreso Nacional autorizar al Presidente de la República para salir del territorio y analizar la conveniencia o inconveniencia del viaje. En esto discrepo de la opinión sustentada por el Honorable colega señor Bosco Parra, quien parece señalar que el Congreso es un mero tramitador de permisos, que coloca, así podríamos pensar, una especie de timbre diciendo "Sí" a la autorización pedida por el Jefe del Estado. No tendría razón alguna la disposición constitucional si acaso fuera ése su objetivo, es decir, el de colocar siempre un "Sí" a la petición correspondiente. Y en esta interpretación no estamos solos, porque los tratadistas de Derecho así también lo establecen. Al respecto, me voy a permitir leer un pequeño párrafo de un autor que acostumbro citar al referirme á materias constitucionales y que pertenece a las filas democratacristianas. Me refiero a don Alejandro Silva Bascuñán, cuyas opiniones cito por considerarlo un autor eminente. El señala en una parte de su "Tratado de Derecho Constitucional", tomo III, lo siguiente: "Aun cuando sea la política exterior especialidad de la función presidencial no cabe admitir que el Primer Mandatario la conduzca de un modo completamente arbitrario o caprichoso, al margen de la actuación responsable de otros órganos del Estado y de las aspiraciones de la opinión ciudadana, siendo sólo el más alto servidor de un gobierno democrático, en el cual no es él mismo titular de la soberanía, sino su delegatario circunstancial y parcial (Art. 2).
"No sólo en la aprobación de los tratados que debe hacer el Congreso halla el Presidente límites a su acción en los negocios externos de la República.
La fiscalización de los actos del Gobierno, que pertenece exclusivamente a la Cámara de Diputados, puede traducirse en acuerdos u observaciones que se transmitan al Presidente de la República en relación con el modo en que llena este aspecto de su misión, y el Presidente deberá contestarlos por escrito o verbalmente por medio del Ministro de Relaciones Exteriores (Art. 39, Nº 2)."
Este es nuestro criterio interpretativo frente al problema que se analiza. Es el mismo que tuvimos en vista cuando negamos al Primer Mandatario la autorización para viajar a Norteamérica; y lo hicimos, porque en dicha ocasión no se reunían los requisitos que nosotros estimábamos fundamentalmente necesario para autorizar dicho viaje. En este caso el Partido Radical considera que el objetivo de la reunión de Jefes de Estado que se efectuará en Uruguay tiene interés para el país, para todo Chile, y no sólo para un partido, aun cuando sea el partido de gobierno. En el proyectado viaje anterior, según informaciones no desmentidas del cable, el Presidente habría hecho un viaje de cortesía para dar cuenta -lo dijo el propio Presidentede los Estados Unidos-> de la marcha de la "Revolución en Libertad"; había incluso, en ese momento, problemas internos de tipo político y por eso, como partido, negamos nuestra autorización. Ahora, en nuestro criterio, el caso es diferente. Estimamos que se van a tratar, en esto nos ha dado seguridad el señor Ministro de Relaciones Exteriores, problemas económicos y sociales relativos a los países latinoamericanos, y el temario aprobado en la reunión previa de Cancilleres así lo indican al señalar las siguientes materias: integración económica y desarrollo industrial de América Latina; acción multinacional para proyectos de infraestructura; - medidas para mejorar las condiciones de comercio internacional de América Latina; modernización de la vida rural; desarrollo educacional, tecnológico, etcétera, y eliminación de gastos militares innecesarios.
Estas materias, indiscutiblemente, interesan a todos los países de América Latina, y Chile no puede dejar de participar en una reunión en que se traten estos problemas.
Creemos que la presencia de Estados Unidos no altera el interés que tiene cada país latinoamericano de asistir a esta reunión.
Nosotros, como partido, somos enemigos también de todo tipo de imperialismo, pero creemos, precisamente, que una reunión de tal naturaleza está encaminada a ir eliminando, en cierto modo, gradualmente, la gravedad que tiene -para los problemas económicos de los pueblos latinoamericanos el imperialismo norteamericano." Nosotros estamos también, en contra del imperialismo; pero creemos que este es un avance para ir eliminándolo gradualmente.
Estas son las razones por las cuales nosotros prestaremos nuestros votos favorables al permiso, y digo favorables, porque no nos abstendremos, como fue la primera idea, sino que le daremos los votos favorables para ratificar el respaldo que debe llevar el Presidente de la República al Uruguay, tomando, especialmente, en consideración que la mayoría democratacristiana de esta Cámara, de acuerdo con el plebiscito últimamente realizado, no representa al pueblo de Chile, sino sólo a un tercio de éste.
Queremos que el Presidente de la República vaya a Uruguay con la ratificación del pueblo, y por eso entregamos nuestros votos positivos.
Se ha sostenido que estos temas no se han tratado en ninguna otra reunión. Al respecto debo hacer presente que el Parlamento Latinoamericano ha estudiado minuciosamente lo referente a la integración de los países de nuestro continente. En segundo lugar, deseo recordar que al Honorable señor Escorzá, que asistió como delegado a la reunión de Caracas, le consta que se estudió profundamente por la Comisión Económica del Parlamento Latinoamericano la totalidad de estos temas y la agenda que se tratará en la reunión de Presidentes. Y aún más, fueron considerados otros temas, como consta en el trabajo entregado a la Comisión por el Senador venezolano y economista, don Braulio Jatar Dotti, trabajo que fue aprobado por dicha Comisión, y que será estudiado para ser aprobado por la Reunión Plenaria en la próxima reunión del Parlamento Latinoamericano que va a efectuarse a fines del presente mes.
Aunque nosotros estamos de acuerdo con el temario de la reunión de Punta del Este, nos agradaría sin embargo que el señor Ministro de Relaciones Exteriores llevara a esta conferencia otras materias que no están incluidas en el temario por ser éstas posiblemente un muestreo solamente de los problemas que se van a tratar.
Recuerdo que en la Reunión de Caracas se formuló una indicación a fin de crear un sistema, o un procedimiento para recuperar las materias básicas para los países latinoamericanos; porque, nosotros no podríamos hablar jamás de integración económica hemisférica si los pueblos de Latinoamérica no llegan, real y efectivamente, a la recuperación de sus materias primas, para poder competir con los países industrializados.
En segundo lugar, Se señaló como tema la creación de un sistema de otorgamiento de créditos extranjeros, de manera de uniformar el procedimiento de la concesión de los mismos, a fin de evitar que se otorguen en condiciones diferentes a un país en relación con otros.
También se consideró la necesidad de uniformar los incentivos fiscales y legales a las inversiones para determinadas industrias.
Asimismo, se estudió -creo que es un tema ya tratado por el señor Canciller- la creación del Banco Sudamericano y el establecimiento de un Departamento de Estudios, de Equiparaciones Arancelarias.
Estos temas están marginados, en "cierto modo, de la agenda que se nos ha entregado, y por la cual se regirá la reunión de Jefes de Estados de los países latinoamericanos.
El Partido Radical considera, además, que no puede haber una integración económica total y efectiva mientras existan los fuertes desniveles de vida dentro de la población de cada país. Sobre esta materia se han dado argumentos que nosotros consideramos valederos y de importancia.
De la misma manera, creemos que es muy difícil llegar a una integración económica mientras subsistan desniveles en el desarrollo industrial; especialmente, si el Gobierno de Estados Unidos sigue manteniendo, como lo ha hecho hasta ahora, barreras arancelarias para los productos de las industrias latinoamericanas. De esta manera no aporta nada efectivo la integración. El Gobierno de Estados Unidos debe estudiar el procedimiento necesario que permita a los productos de las industrias de los países latinoamericanos llegar a los mercados norteamericanos.
Estas son las ideas sustanciales que el Partido Radical tiene sobre esta materia.
Consideramos que el Presidente de la República es el que debe, dirigir las relaciones exteriores, sin perjuicio de las atribuciones que la Constitución Política del Estado entrega al Congreso Nacional.
Anuncio nuestros votos favorables al permiso constitucional solicitado por Su Excelencia el Presidente de la República.
Nada más, señor Presidente.
El señor ZORRILLA.-
Pido la palabra.
El señor LORCA, don Alfredo (Presidente).-
Tiene la palabra Su Señoría.
El señor ZORRILLA.-
Señor Presidente, el objetivo trascendental de la ¿cita presidencial en Punta del Este es el de dar a la integración latinoamericana un impulso categórico y definitivo.
Desde su emancipación, América Latina busca su liberación política, económica y cultural en la integración. Bolívar buscó la libertad en la unidad y murió sin haber logrado realizar su sueño de unidad. Creyó haber arado en el desierto. ¿Qué significaba obtener la emancipación del Imperio Español a costa del fraccionamiento de ese mismo imperio? Para Bolívar, precursor y visionario, esto representaba una pérdida de poderío que colocaría a América Latina en posición de inferioridad y de dependencia exterior. Este precio resultaba y ha resultado demasiado caro. En efecto, basta observar el estado de desarrollo de los países latinoamericanos, sus pavorosas condiciones de existencia, el estado de miseria e ignorancia en que vive la mayoría de su población: sin alimentos, sin techo, luz, agua, hospitales, escuelas; la acentuación peligrosa de inferioridad y de marginamiento de nuestros países frente a la expansión de las naciones industrializadas, lo cual nos crea toda clase de desajustes políticos, económicos y sociales y el crecimiento de un sordo rencor de frustración.
Las razones son múltiples. Podríamos invocar el deterioro de nuestros precios de intercambio que ha significado para América Latina una pérdida de más de 10.000 millones de dólares en la década del 50 al 60. Esto se tradujo en una pérdida efectiva del poder de compra de América Latina en un 5%. Podríamos sostener que, aparte del petróleo, nuestros volúmenes de exportación no han subido más de un 40% desde 1938, mientras que en los países industrializados se triplicaron. Podríamos decir que, en vez de aumentar nuestro ritmo de crecimiento, ha ido decreciendo desde el 3%, que marcaba antes de 1950, al 2%, y luego al 1% en estos últimos años, como consecuencia, de nuestra alta tasa de natalidad.
Hemos llegado, en realidad, a sobrepasar todos los límites de la incapacidad, poniendo en peligro la seguridad social de nuestros pueblos que aspiran- a vivir y gozar de la inventiva de esta era tecnológica.
La visión de una América mendicante y pletórica de riqueza nos desconcierta y, a la vez, nos humilla.
Nos es preciso, pues, buscar con suprema urgencia los mecanismos y los instrumentos de desarrollo adecuados a los tiempos.
Ya sabemos que ellos se encuentran en la integración. Sabemos que la revolución tecnológica del desarrollo surge de una nueva dimensión histórica que deja en el pasado el asilamiento, la autarquía y el marco de las soberanías estrechas y chauvinistas. Los hombres, los pueblos y las naciones hoy día procuran encontrarse, estrecharse en un impulso no sólo fraternal, sino también de supervivencia. Las economías, las culturas se intercomunican y se interpretan. Las razas se mezclan, se funden. El mundo marcha hacia una unidad ayer desconocida, en un proceso de convivencia y de coexistencia positivo en el que los hombres buscan la paz y su propia seguridad.
Si hoy buscamos primordialmente el desarrollo como instrumento de paz y de seguridad, es porque las tensiones sociales de nuestros países han llegado a su límite de tolerancia como causa de la explosión demográfica que nos llevará a tener 300 millones de habitantes en 1970 y 600 millones en el año 2.000. La presencia inquietante de millones de pobladores y campesinos latinoamericanos marginados de la cultura y de la dinámica de los tiempos modernos nos exige un esfuerzo de creación, a fin de socorrer, promover e incorporar esas masas al proceso de nuestra, civilización, como también para combatir la miseria y luchar contra la injusticia, para alcanzar el bienestar, el progreso humano material y espiritual de los hombres y pueblos de América Latina.
Ya sabemos cómo los países y las naciones están encarando la aceleración del proceso tecnológico y de desarrollo. Tenemos a la vista las grandes integraciones que son los Estados Unidos, la Unión Soviética y la Europa unida en su Mercado Común. Podemos comprobar los esfuerzos que hace África para reunificarse política y económicamente. Vemos los países socialistas marxistas estrechar sus economías con los países occidentales. Podríamos concluir que el mundo busca su desarrollo en el acercamiento, en el aprovechamiento de grandes masas de consumidores, en la compensación de sus recursos y de inventiva. Ninguna nación escapa a esta regla. Los pueblos buscan su liberación e independencia económica en la integración, sin renunciar por ello a su personalidad, aceptando la ayuda económica extranjera, sin someterse por ello a una dependencia exterior, sino sobre la base de reciprocidad y del pleno reconocimiento de su independencia.
Para abrirnos a esta nueva perspectiva, para planificar a escala continental, buscar los mecanismos e instrumentos comunes de acercamiento, -romper la estrechez de nuestros mercados, faltaba' una decisión política.
En su hora, el PresidenteKubitschek planteó los problemas de nuestra falta de desarrollo y la necesidad de obtenerlo mediante una solución de conjunto que contara con la ayuda de Norteamérica. Kubitschek con Lleras Camargo se hicieron campeones de esta tesis, que fue acogida por nuestros pueblos y en esta idea nuestra, Latinoamérica encontró, finalmente, eco en los sentimientos del PresidenteKennedy, quien accedió a sustituir las antiguas relaciones de dependencia económica del panamericanismo prepotente por una concepción más generosa de la solidaridad americana y del deber que tienen las naciones más desarrolladas para con las que no lo están. Esto fue lo que terminó siendo la Alianza para, el Progreso, una fórmula de desarrollo sujeta a una realidad histórica, esto es, una interdependencia hemisférica como la hay entre los países socialistas y no un fatalismo geopolítico, en el cual los Estados Unidos abandonaron sus clásicas exigencias económicas. Desgraciadamente, acontecimientos de todos conocidos hicieron que los propulsores de estas ideas no pudieran seguir adelante con ellas.
A Chile le correspondió dar el segundo paso para reactivar el proceso interrumpido de integración latinoamericana, que pasó a ser...
El señor LORCA, don Alfredo (Presidente).-
¿Me permite, Honorable Diputado? Ha terminado el tiempo del Comité Demócrata Cristiano.
Tiene la palabra el señor Valenzuela Valderrama, don Héctor.
El señor VALENZUELA VALDERRAMA (don Héctor).-
Concedo una interrupción al Honorable señor Zorrilla, señor Presidente.
El señor LORCA, don Alfredo (Presidente).-
Con la venia de Su Señoría, puede continuar el Honorable señor Zorrilla.
El señor ZORRILLA.-
Muchas gracias, Honorable colega.
El señor ZORRILLA.-
Como decía, señor Presidente, a Chile le correspondió dar el segundo paso para, reactivar el proceso interrumpido de integración latinoamericana, que pasó a ser el nervio central de nuestra política internacional continental después de la carta que el Presidente Frei dirigió a los economistas más renombrados de América Latina.
Podríamos afirmar que, desde entonces, el objetivo central de nuestra Cancillería ha sido el de tratar de poner el sistema interamericano al servicio de los propósitos de integración latinoamericana, para obtener el desarrollo económico, social, cultural y tecnológico de nuestros pueblos, todo dentro de un terreno de reciprocidad e independencia.
Consecuente con esta política, el Gobierno del señor Frei planteó en Río de Janeiro noviembre de 1965, la reforma de la Organización de Estados Americanos, con el fin de modificar la estructura del sistema interamericano., de adaptarlo a las realidades económicas y sociales de América Latina, y de convertir a la Organización, no en un instrumento político al servicio de un socio principal, sino en un instrumento múltiple, adecuado a nuestras necesidades y problemas. Por obtener esta finalidad hemos luchado, en esta tarea de liberación americana.
Chile reiteró esta posición en Panamá, y luego en Montevideo, donde los esfuerzos de nuestro país para acelerar el proceso de integración a través de la ALALC no prosperaron. Pero luego, en Buenos Aires, la tesis chilena triunfó completamente, y la agenda elaborada en forma tan decisiva por nuestro país y el grupo de Bogotá recibió plena acogida.
Si analizamos someramente las reformas institucionales propuestas a la Carta de la OEA y aprobadas por la II Conferencia Interamericana Extraordinaria de Buenos Aires, en febrero de 1967, convendremos en que la antigua OEA se ha remozado completamente y se le ha dado una estructura similar a la de las Naciones Unidas, con la creación de una Asamblea General y de Consejos Permanentes: Económico y Social y de Educación, Ciencia .y Cultura, a más de un Comité Jurídico Interamericano y una Comisión Internamericana de Derechos Humanos.
Es digno de mención el hecho de que todas las mociones presentadas por Chile fueron incorporadas a la nueva Carta elaborada en Buenos Aires, y todos aquellos proyectos a los cuales nuestro país se opuso, como el intento de institucionalizar la Junta Interamericana de Defensa, no lograron prosperar.
Siguiendo con el tema que nos interesa, las directivas del temario presidencial señalan que la integración latinoamericana se convierte en instrumento colectivo para el desarrollo; y la agenda recomienda crear nada menos que un Mercado Común, a iniciarse en 1970, el que deberá quedar perfeccionado en 1985. Esto significa que el mercado potencial para los hoy 230 millones de latinoamericanos tiene un plazo concreto y fechas conocidas para convertirse en realidad. La Asociación Latinoamericana de Libre Comercio y el Mercado Común Centroamericano convergirán hacia este fin, en etapas sucesivas de cooperación.
Los problemas planteados por Chile en Montevideo con respecto a la ALALC y que, en esa ocasión, fueron rechazados, al aceptarse un arancel externo común y una paulatina desgravación interna, que comenzará a aplicarse no en 1973, sino en 1970. El cambio de criterio se produjo por propio convencimiento de las naciones latinoamericanas más industrializadas.
Todo ello supone, por de pronto la preparación y creación inmediata de las condiciones necesarias para lograr el desarrollo programado y una aceleración de actual proceso de integración.
Señor Presidente, conocemos los puntos de vista de los Honorables Diputados de los bancos socialistas y comunistas...
El señor OSORIO.-
¡Pero si no hemos hablado todavía!
El señor ZORRILLA.-
La posición de Sus Señorías sobre integración es conocida. Ellos sostienen que la fórmula de integración es una fórmula profundamente equivocada, pues corresponde a un cuadra europeo occidental que no puede tener eficacia en un continente subdesarrollado. Consideran como una utopía y una ilusión este esfuerzo de solidaridad económica, porque piensan que sucumbiremos al imperialismo norteamericano.
Yo les respondo que el proceso de desarrollo tiene un solo idioma y una sola ley: consiste en obtenerlo. Y estamos viendo cómo lo obtienen las naciones más desarrolladas, mediante la complementación económica y la creación de grandes mercados consumidores, y cómo todos los pueblos del tercer mundo, llamado subdesarrollado, intentan realizar ese proceso, aceptando la ayuda financiera exterior, resguardándose de no caer en la dependencia política y económica. Buen ejemplo de ello pueden darnos al respecto los países socialistas.
Nosotros, los de la Democracia Cristiana, pensamos que, al crear este instrumento propio de liberación económica como lo es la integración, estamos sirviendo más efectivamente a los pueblos latinoamericanos.
Todo lo que signifique demorar nuestro desarrollo atenta directamente contra la salud y la integridad de nuestros pueblos. Ninguna consideración política podría justificar el acto de dejar postrados y sumidos en la desesperación a millones de seres que sólo esperan salir de su pavorosa condición actual.
Por ello, concurrimos a la reunión de Punta del Este, señor Presidente.
El señor PARETO (Vicepresidente).-
Puede continuar el Honorable señor Valenzuela Valderrama, don Héctor.
El señor VALENZUELA VALDERRAMA (don Héctor).-
He terminado, señor Presidente.
El señor SILVA ULLOA.-
Pido la palabra.
El señor PARETO (Vicepresidente).-
Tiene la palabra Su Señoría.
El señor SILVA ULLOA.-
Señor Presidente, me corresponde participar en este debate, en representación de los Diputados socialistas.
Hemos examinado los problemas que van a ser tratados en la próxima Conferencia de Jefes de Estados Americanos que se realizará en Punta del Este, Uruguay, y, naturalmente, estimamos que referirse a ellos, en abstracto, podría significar que estaríamos obligados a autorizar el viaje de Su Excelencia el Presidente de la República y del señor Canciller, a dicha Conferencia.
Pero, examinando, en primer término, el problema desde un punto de vista político, negamos representatividad a los participantes en esta Conferencia, porque no se nos puede decir que la presencia en ella de Onganía, del Presidente del Brasil, de Duvalier, de Somoza y de otros mandatarios latinoamericanos, fortalece el espíritu democrático que anima a las mayorías nacionales de la América morena, ni tampoco se puede decir lo mismo de la presencia del "director de orquesta" en esa Conferencia, el Presidente de Estados Unidos, señor Lyndon Johnson.
Ella es tan poco representativa, que el señor Lyndon Johnson planteó al Congreso de Estados Unidos un programa de orden económico para ayudar a Latinoamérica, el cual fue aprobado por la Cámara de Representantes y rechazado por el Senado de Estado Unidos.
De manera que, en su aspecto político, no son muchas las ventajas de esta Conferencia y, por el contrario, son total y absolutamente nulas. En efecto, son nulas, porque el Primer Mandatario chileno va a tener la compañía de Presidentes que, nosotros hemos considerado que están ejerciendo sus funciones, en sus respectivos países, al margen de un pronunciamiento democrático y que, en consecuencia, están ejerciendo el poder en perjuicio de la voluntad de las inmensas mayorías populares, cual es la de producir cambios realmente revolucionarios en América Latina.
Con respecto al problema de la integración económica y el desarrollo industrial latinoamericanos, ya el Honorable colega señor Zorrilla expresaba, en forma muy escueta, nuestro pensamiento que, naturalmente, no hemos ocultado y lo hemos señalado en cada oportunidad.
¿Qué ocurre en América Latina? Yo no quiero dar cifras sobre algunos aspectos económicos, porque son hechos absolutamente conocidos.
En todos los países de nuestro continente, al igual que en Chile, el capitalismo norteamericano, el imperialismo, domina toda la producción de materias básicas, que pueden constituir y constituyen efectivamente los elementos con los cuales se puede hacer el intercambio. Pero siendo el capitalismo criollo, el de todos los países latinoamericanos, un elemento raquítico y enfermo frente al poderío económico y político del capitalismo norteamericano, los primeros y más grandes beneficiados van a ser, precisamente, los inversionistas extranjeros en Latinoamérica, los cuales dominan -repito- la producción de materias básicas, que son fundamentales para e! desarrollo de nuestras economías.
Los socialistas hemos sido muy claros al expresar nuestro pensamiento frente a la discusión, por ejemplo, de los convenios del cobre, que quedaron ratificados en la ley Nº 16.425, cuando manifestamos un criterio qué' la Honorable Cámara y el país conocen.
Nosotros creemos que no se puede hablar de integración latinoamericana mientras nuestros países no recuperen su independencia económica y mientras la producción de elementos básicos no sea de propiedad de los respectivos Estados. Y el fomentar, el hacer posible, en estos instantes, una política de integración latinoamericana lleva aparejado nuevas ventajas para los inversionistas extranjeros en cada uno de estos países.
Respecto a la forma como se han ido enfocando el problema económico y la aspiración de desarrollo de los países latinoamericanos, incluyendo a Chile, es interesante poner el acento en las varias fórmulas que se han presentado y que podríamos repetirlas: la Alianza para el Progreso, la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio y, ahora, el Mercado Común Latinoamericano.
Todos estos organismos están destinados a devolver, en mínima parte, lo que pierden los países latinoamericanos por el deterioro de los términos del intercambio. Según estadísticas recientes, que se compadecen con datos entregados por los Honorables colegas que han intervenido en este debate, se puede sostener, sin temor de ser desmentido, que América Latina está perdiendo anualmente, por el deterioro de los términos del intercambio, una suma del orden de los 1.500 millones de dólares. Y para compensar esta «pérdida, que efectiva y realmente atenta contra el nivel de vida de la población latinoamericana, Estados Unidos devuelve, por el sistema de los préstamos de ayuda, una tercera parte, considerando los intereses que debemos pagar y que están estrangulando la balanza de pagos de todos los países iberoamericanos. Esta no es la solución para nuestros problemas, y nosotros así lo hemos sostenido reiteradamente.
Creemos que los países -latinoamericanos deben emprender una política dinámica y audaz, que permita recuperar la posesión de aquellos productos que son fundamentales para sus economías, a fin de impulsar el desarrollo económico del Continente.
Es indudable que las materias contenidas en la Agenda, planteadas como un enunciado, resultan atractivas; pero, si las analizamos a fondo, tenemos que concluir que en Chile, en especial, y en otros países de América Latina, en forma mucho más acentuada, nada se ha hecho, en los procesos de reforma agraria, por incorporar al campesinado al poder comprador.
Precisamente, en la Conferencia de Punta del Este se estableció, como condición para recibir la ayuda de la Alianza para el Progreso, que los países latinoamericanos efectuaran una efectiva reforma agraria y tributaria. En Chile, para aprovechar las ventajas que ocasionalmente pudiera darnos la Alianza para el Progreso lo hemos hecho; pero tenemos que estar conscientes de que todo lo realizado hasta este instante no permite incorporar al campesinado al poder comprador.
Es importante recordar que la Democracia Cristiana ha señalado que su meta en materia de política agraria es convertir 100 mil campesinos en propietarios, en el lapso de 5 años. Si se cumpliera con esta política, resultaría que siempre quedarían al margen del consumo más de 600 mil conciudadanos nuestros que dependen del campo, porque en esta materia la perspectiva de Chile es mucho más amplia. Y si el cuadro que presenta Chile, en estos instantes, es precario en cuanto a una política económica con aspiraciones, el de otros países latinoamericanos es mucho más desastroso.
Por eso, les enunciados de la Agenda no tienen un contenido que nos permita tener fe en sus planteamientos.
Respecto de la política de eliminación de gastos militares innecesarios, creo que los países latinoamericanos están conscientes de que uno de les factores del retraso del desarrollo económico, son las fuertes inversiones armamentistas. Pero, ¿qué ocurre en el hecho, y esto es lo importante, cuando se anuncia una política de desarme? Precisamente todo lo contrario. Recordemos que el Primer Mandatario que antecedió al Excelentísimo señor Eduardo Freí, también, casi al asumir el mando, planteó la necesidad de llegar a una política de desarme, de desmilitarización de América Latina. Pero ocurrió todo lo contrario. Todos los países de nuestro Continente, incluso el nuestro, hicieron fuertes inversiones en armamento.
Por eso, estas declaraciones de corte programático, que no están cimentadas en la realidad política de los gobiernos latinoamericanos, son totalmente inconvenientes, porque llevan a una "mixtificación", a una distorsión de la verdad. Los países latinoamericanos, antes de que se apruebe una norma de esta naturaleza, aceleran el proceso de adquisición de armamentos y se obligan, unos a otros, a destinar fuertes recursos para gastos que son totalmente improductivos y que van mucho más allá de las necesidades de los respectivos países.
Según se sostiene,, la reunión se desarrollará sobre la base de la Agencia que nos ha sido proporcionada por el Ministerio de Relaciones Exteriores, la que, convenida en la Conferencia de Cancilleres de Buenos Aires, ha sido estudiada y programada por los representantes de los Jefes de Estado de América Latina. Pero en el hecho, y lo sabemos por las informaciones del cable, hay países que insistirán, por ejemplo, en la institucionalización de la Junta Interamericana de Defensa.
Nosotros tenemos -y con justificada razón- que en una reunión de esta naturaleza, por la clase de personajes que participarán en ella, ocurra exactamente lo mismo que en la primera conferencia realizada en Punta del Este. Allí, con el voto en contra de Chile, se acordó el aislamiento de Cuba; y posteriormente, Chile, solidario de los acuerdos tomados en forma mayoritaria, tuvo que romper relaciones económicas y diplomáticas con ese país.
En la Junta Interamericana de Defensa, punto de gran importancia, puede ocurrir exactamente lo mismo. Por ello, estimamos inconveniente que Chile se incorpore a una reunión, a nivel presidencial, en la que pueden producirse fenómenos que, en estos instantes, porque no estamos en el Gobierno ni conocemos todos les antecedentes, no podemos prever pero sí* temer.
De ahí que la Comisión Política del Partido Socialista, en reunión celebrada en el día de hoy, después de analizar con profundidad todos los antecedentes, haya acordado que los Diputados socialistas rechacemos los permisos solicitados. Consecuentes con esa determinación, así lo haremos.
El señor LORCA, don Alfredo (Presidente).-
Tiene la palabra el Honorable señor Phillips.
El señor PHILLIPS.-
Señor Presidente los Diputados nacionales concordamos con el Honorable señor Parra en cuanto a que el manejo de las relaciones exteriores corresponde al Presidente de la República, según lo establece nuestra Carta Fundamental. Pero no podemos concordar con el Honorable colega en cuanto a que el trámite que hoy cumplimos es sólo formal. Siempre se ha procedido como ahora, puesto que las disposiciones constitucionales determinan que cuando el Primer Mandatario o algún Ministro deban abandonar el país, tienen que solicitar el permiso correspondiente. Según la teoría de mi Honorable colega -de la que discrepamos- el Presidente de la República pudo haber viajado a los Estados Unidos, sin solicitar permiso constitucional, accediendo a la invitación del Presidente norteamericano, para explicar allá la revolución en libertad, que, en las urnas, le fue adversa en esta oportunidad. A lo mejor le hicimos un gran favor a! Presidente de la República al no concederle el permiso.
Como el viaje de ahora obedece a razones totalmente distintas, y como deseamos que Su Excelencia el Presidente de la República y el señor Ministro de Relaciones Exteriores no sólo lleven la representación mayoritaria del país, sino el respaldo democrático de Chile, nos vamos a sumar a lo manifestado por el representante del Partido Radical, otorgando nuestros votos favorables a los permisos solicitados.
Pero no está de más recordar a la opinión pública y a los sectores de la Cámara que votamos favorablemente el permiso, que, si nos hubiéramos hecho eco de la propaganda oficialista de las últimas elecciones, deberíamos tener una actitud totalmente distinta esta tarde, porque durante dos meses, con majadera insistencia, se dijo que existía ún contubernio entre nosotros y los Partidos Comunista y Socialista. ¿A quiénes se deberá creer?
¿A esa propaganda que se lanzó durante dos meses para que el electorado reaccionara en otra forma, o a la actitud seria y responsable que asumiremos esta tarde, porque ahora vamos a demostrar palmariamente que nunca existió ese contubernio del que tanto se habló insistentemente? Nosotros discrepamos del viaje del Presidente de la República a los Estados Unidos por razones que en su oportunidad se dieron en el Senado.
-Hablan varios señores Diputados a la vez.
El señor PHILLIPS.-
¡Si Sus Señorías representaran efectivamente el 36% del electorado, muchos señores Diputados de esos bancos no estarían aquí!
Si Sus Señorías, que dicen representar el 36%, que nos difamaron durante dos años, que dijeron que disolverían el Congreso, y que llamarían a un plebiscito y que han puesto en peligro el prestigio del Presidente de la República, no hubieran contado con la ayuda política del Jefe del Estado, no tendrían ni siquiera el 20% del electorado.
-Varios señores DIPUTADOS.- ¡Eso lo vamos a ver!
El señor PHILLIPS.-
¡Qué van a ver, si Sus Señorías han puesto en peligro el prestigio internacional del Presidente Frei! Basta leer "Le Monde", de París, los diarios de España y de otros países europeos, en los que se dice que la Democracia Cristiana ha desprestigiado al Presidente Frei.
-Hablan varios señores Diputados a la vez.
El señor LORCA, don Alfredo (Presidente).-
Ruego a los señores Diputados guardar silencio.
El señor PHILLIPS.-
Señor Presidente, manifestaba denantes que la actitud que el Partido Nacional tiene en este momento, es distinta de la que tuvo cuando se solicitó permiso para que el Presidente de la República viajara a Estados Unidos, porque ahora, después de escuchar las declaraciones del Canciller, estamos conscientes de lo que significa el viaje de Su Excelencia el Presidente de la República a Punta del Este, donde, estamos seguros, actuará con altura de miras y patriotismo.
Por eso, concurriremos con nuestros vetos a dar este permiso.
Es cuanto quería decir.
Muchas gracias.
El señor LORCA, don Alfredo (Presidente).-
Ofrezco la palabra.
Ofrezco la palabra.
Cerrado el debate.
Los Comités Demócrata Cristiano y Democrático Nacional han pedido votación nominal.
En votación la petición.
Si le parece a la Cámara, se aprobará.
Aprobada.
En votación nominal el proyecto de acuerdo que otorga permiso constitucional a Su Excelencia el Presidente de la República.
-Durante la votación:
El señor HURTADO (don Patricio).-
Pido la palabra.
El señor LORCA, don Alfredo (Presidente).-
Tiene la palara el Diputado señor Hurtado, don Patricio.
El señor HURTADO (don Patricio).-
Señor Presidente, deseo fundar mi voto.
Los Jefes de Estado de América Latina se reunirán en Punta del Este con el Presidente de Estados Unidos, señor Lyndon Johson. Nada bueno, creo yo, pueden esperar los pueblos de América Latina de una reunión como ésta. El señor Lyndon Johnson llegará con sus manos ensangrentadas en Vietnam y. quizás, manchadas también con la sangre del propio PresidenteKennedy.
Los Jefes de Estado que allí se reunirán, en su mayoría, no representan a sus pueblos: han sido impuestos por la fuerza de las bayonetas. No representan a sus pueblos los Jefes de Estado de Argentina, del Brasil, de Paraguay, de Bolivia, etcétera. En consecuencia, será una reunión en que, seguramente, se estudiará una estrategia para defender la estabilidad de los regímenes antidemocráticos que aten- tan contra el destino de los pueblos de América Latina.
Creo que el Presidente de Chile no debe prestigiar con su presencia esta reunión, razón por la cual voto en contra.
-Efectuada la votación en forma nominal, dio el siguiente resultada: por la afirmativa, 66 votos; por la negativa, 20 votos.
-Votaron por la, afirmativa los siguientes señores Diputados: Aguilera, doña María Inés; Alvarado, Ansieta, Arancibia, Argandoña, Ballesteros, Barrionuevo, Buzeta, Cabello, Cardemil, Cerda, don Carlos; Clavel, Correa, doña Silvia; Daiber, De la Jara, Demarchi, Dip, doña Juana; Escorza, Fuentealba, Fuentes, don Samuel; Fuentes, don César Raúl; Fuenzalida, Gajardo, Garay, González, Iglesias, Irureta, Jaque, Jerez, Koenig, Lacoste, doña Graciela; Lorca, don Gustavo; Lorca, don Alfredo; Maira, Martínez, Monares, Monckeberg, Montedónico, Montt, Mosquera, Muga, Naudon, Papic, Pareto, Parra, Pereira, Phillips, Retamal, doña Blanca; Rosselot, Saavedra, doña Wilna; Sanhueza, Santibáñez, Sepúlveda, don Eduardo; Silva, don Julio; Sívori, Sota, Sotomayor, Stark, Suárez, Téllez, Torres, Valdés, don Arturo; Valenzuela, don Renato; Valenzuela, don Ricardo; Valenzuela, don Héctor; y Zorrilla.
-Votaron por la negativa los siguientes señores Diputados: Acevedo, Aguilera, don Luis; Allende, doña Laura; Cademártori, Cantero, Carvájal, Galleguillos, Godoy, Guastavino, Hurtado, d°n Patricio; Maluenda, doña María; Marambio, Marín, doña Gladys; Meló, Millas, Montes, Osorio, Pontigo, Rosales y Silva Ulloa.
El señor LORCA, don Alfredo (Presidente).-
Aprobado el proyecto de acuerdo que autoriza a Su Excelencia el Presidente de la República para salir del territorio nacional.
En votación el permiso constitucional solicitado por el señor Ministro de Relaciones Exteriores para ausentarse del país.
Si le parece a la Honorable Cámara, se aprobará con la misma votación anterior.
Aprobado.
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