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- rdf:value = " El señor ISLA (de pie).-
Señor Presidente, hace algunos instantes, al escribir apresuradamente estas cuartillas, recordaba un pensamiento que leí alguna vez, y que dice más o menos lo siguiente: "No estoy de acuerdo con sus ideas, pero daría mi vida por defender su derecho a decirlas y sostenerlas".
Lo recordamos ahora, evocando el nombre del joven Senador de nuestra provincia, don Salomón Corbalán.
Muchas veces discrepamos de su posición política. Fue un líder en las dos últimas campañas presidenciales. Hay todavía, por allí, en el Senado, en último trámite, un proyecto nuestro sobre el cobre de O'Higgins, que nos distanció momentáneamente y tornó áspero nuestro diálogo, que había sido siempre cordial. Sin embargo, hay un hecho que cada día enaltece y aumenta su figura política, que crece, más que con el elogio de sus camaradas y amigos, con el respeto, la admiración y el reconocimiento de quienes fueron sus adversarios políticos e ideológicos. Porque nosotros mismos comprobamos ahora, una vez más, que fuimos simplemente adversarios de algunas concepciones suyas, de algunas de las posiciones que él sostuvo varonilmente, tercamente, a lo largo de una vida política corta, pero fecunda en la lucha y en la acción.
Se ha cumplido, una vez más, lo que John Kennedy afirmó alguna vez: "En política pocas veces se tienen amigos ni enemigos, sólo colegas, y nunca se debe llegar tan lejos en una disputa que se pierda toda oportunidad de reconciliación." Es el caso de recordar estas palabras.
Pensamos que no es el momento de rememorar la vida pública del SenadorSalomón Corbalán. Prácticamente, se ha dicho ya todo en sus imponentes funerales y en la sesión especial celebrada por el Honorable Senado en homenaje a su memoria.
En sus funerales, vimos a parlamentarios y políticos de las más opuestas tendencias, con quienes caminamos por las calles de Santiago ante una silenciosa multitud que le decía su último adiós. Vimos, con incontenible emoción, lágrimas varoniles en los rostros recios de viejos camaradas y amigos suyos de tantas jornadas íntimas de lucha.
¡Siempre hemos pensado que, más allá de las diferencias doctrinarias o las posiciones políticas, en este bendito país hay un lugar para todos los que tienen el privilegio de nacer en su suelo!
Hemos aprendido también la lección de que el alma invisible del pueblo vibra con la misma emoción cuando despide a un hombre que, en cualquier forma o bajo el signo de cualquier postulado, lucha por redimirlo, por darle dignidad, por conquistarle una posición en la comunidad chilena; en una palabra, por hacer posible la justicia social.
Señor Presidente, en nombre de los Diputados de estos bancos, que hoy se inclinan reverentes, y en nombre de nuestro Partido, hacemos llegar nuestra fraternal adhesión al Partido Socialista en el cual militaba el Senador Corbalán; a su digna' y valerosa, esposa y compañera y a sus jóvenes hijos, porque cuando un parlamentario muere en plena lucha, como murió el SenadorSalomón Corbalán, se produce un misterioso temblor de dolor y ansiedad en nuestras mujeres y en nuestros hijos.
He dicho.
"
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