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- rdf:value = " El señor CANTERO.-
Señor Presidente, nuevamente el Gobierno del señor Frei ha enviado, para la consideración del Congreso Nacional, el proyecto de ley que autoriza a naves de guerra de Estados Unidos para realizar ejercicios en aguas territoriales chilenas en conjunto con unidades de nuestra Armada, o sea, como se ha dicho, para llevar a efecto la denominada operación. UNITAS VIII.
A este proyecto, aprobado en la Comisión de Defensa por la mayoría de los siete parlamentarios democratacristianos y que fue calificado de "suma" urgencia también por el partido de gobierno, se le da una celeridad extraordinaria que no puede menos que llamarnos la atención y que quisiéramos ver prodigada en otras iniciativas realmente favorables a los intereses del país.
Como en oportunidades anteriores, cuando la Honorable Cámara ha discutido proyectos similares, también en esta ocasión, tanto el señor Ministro en la Comisión de Defensa Nacional como el señor Diputado informante, Honorable señor Isla, y los considerandos del proyecto, han recurrido a los mismos argumentos; argumentos que esta Honorable Cámara viene escuchando desde hace ya varios años; argumentos basados exactamente en los mismos planteamientos expuestos durante el Gobierno pasado, del señor Alessandri; argumentos que presentan esta operación, contenida en el proyecto en debate, diciendo que no entraña ningún peligro para nuestra soberanía nacional; que este proyecto no tiene absolutamente ninguna intención política y que estas "Operaciones Unitas", que se vienen realizando desde el año 1960, es, prácticamente, un ejercicio rutinario y que su realización obedece fundamental y exclusivamente al perfeccionamiento que necesita nuestra Marina de Guerra.
A los Diputados comunistas nos parece que, al plantearse las cosas en este terreno y en esta forma para fundamentar la presentación del proyecto en la Honorable Cámara, lo menos que podemos decir es que tal actitud equivale a no reconocer los verdaderos alcances políticos que esta iniciativa representa; y que se pretende ocultarlos, desde luego, presentándonos esta operación como decía el colega Osorio en forma punto menos que angelical.
La verdad es que para los Diputados comunistas está perfectamente claro que la llamada "Operación Unitas" es, fundamentalmente, un problema de tipo político. No queremos, y dejamos constancia de este hecho en la Comisión de Defensa Nacional, aparecer oponiéndonos o restando importancia a la necesidad de nuestra Marina de Guerra de perfeccionarse técnica y profesionalmente; los comunistas no negamos esta necesidad. Pero tal como lo manifestamos con ocasión de los proyectos discutidos en los años anteriores, hoy consideramos que el indicado no es el tema de fondo que está en discusión. No es la necesidad del perfeccionamiento técnico y profesional de nuestra Armada lo que está en debate. No es eso, repito, lo fundamental del proyecto. Lo que está en discusión, a través de este proyecto, es que, una vez más, se pretende hacer aprobar, por el Congreso Nacional, un proyecto que está basado en tratados y pactos que son una imposición a nuestro país, a nuestro Gobierno, perpetrada por el Pentágono norteamericano, por el Gobierno norteamericano.
En efecto, el proyecto que discutimos esta tarde establece que la "Operación Unitas VIII" se realiza, como lo ha dicho el señor Diputado informante, en virtud del artículo 39 del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca de Río de Janeiro; del Convenio de Ayuda Militar con los Estados Unidos y de las Conferencias Navales Interamericanas. De allí arranca, señor Presidente, esta "Operación Unitas". Está encuadrada en el marco, en el contenido político que señalan estos pactos, estos tratados y convenios, que fueron suscritos por gobiernos anteriores y que en su debida oportunidad merecieron la crítica, también, del actual partido de gobierno, el cual prometió perfeccionar, revisar estos instrumentos, con el objeto de señalar a nuestro país un cauce independiente en su política exterior.
Este es el problema fundamental, porque, ¿acaso se puede negar que el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca y el Convenio de Ayuda Militar no son instrumentos eminentemente políticos y militares impuestos en su oportunidad, repito, por el Gobierno norteamericano? En la ocasión en que uno y otro fueron ratificados por la Honorable Cámara y por el Senado, según las opiniones vertidas, entonces, en los debates, por parlamentarios de los distintos sectores, incluso del actual partido de gobierno citaremos algunas de sus palabras, más adelante; por ejemplo, de la intervención que tuviera, en esa oportunidad, el entonces SenadorRadomiro Tomic en nombre de la Democracia Cristiana estos instrumentos fueron acremente criticados como una imposición, como tratados y pactos que no respondían a los intereses de nuestro país, que no tenían nada que ver con América Latina y, por lo tanto, con Chile.
Estos tratados, de los cuales arranca la "Operación Unitas", al margen del perfeccionamiento técnico y profesional de nuestra Marina de Guerra, no son tan inocentes como se nos pretende hacer creer; no sirven sólo para mencionarlos en las consideraciones de este proyecto, citando tal o cual artículo. No, señor Presidente; estos tratados y pactos no han sido elaborados por el Pentágono, por el Gobierno norteamericano, para defender la soberanía de ningún país de América Latina de un supuesto o posible ataque de una potencia extracontinental, ya que la posibilidad de que tal agresión se efectúe, es remota e inexistente, como lo reconocen los propios norteamericanos. Estos tratados tampoco han sido elaborados para, por ejemplo, asegurar la paz entre los países de América Latina o entre los países de todo el continente. Porque, bien sabemos ya se ha planteado, en muchísimas ocasiones, en esta Cámara, por distintos sectores que, en lo que se refiere a la paz entre los países de América Latina, los Estados Unidos y su Gobierno son los principales instigadores en la carrera armamentista; en armar más a un país, en detrimento de otro; antecedentes, en este sentido, existen bastantes y no es el caso exponerlos una vez más.
Son los Estados Unidos, por otra parte, los que se caracterizan también por azuzar a un país latinoamericano en contra de otro, cuando esto conviene a los intereses de esa potencia y a los intereses de los monopolios norteamericanos. Estamos ya habituados a conocer estas maniobras, de las que nuestro país, en más de una ocasión, ha sido víctima.
En el concierto de América Latina, son también los Estados Unidos, sus fuerzas armadas, las que intervienen, abierta y brutalmente, cuando algún pueblo de nuestro continente busca un camino para liberarse y buscar su independencia política y económica. Citemos, una vez más, sin entrar en debates, porque son sobradamente conocidos, el dramático ejemplo de Santo Domingo y el dramático ejemplo de Cuba. En el caso de Santo Domingo, sabemos que la intervención armada norteamericana mereció el repudio, incluso, del Gobierno de la República y del Partido Demócrata Cristiano.
Los tratados y convenios suscritos, en su oportunidad, por el Gobierno de Chile, no tienen, pues, la finalidad tan inocente que se les quiere atribuir. Ellos, y otros más, forman parte de la estrategia militar de los Estados Unidos, de sus planes de dominación mundial y de la política guerrera del imperialismo norteamericano. El Pacto Militar o el Tratado de Ayuda Recíproca es el eslabón de la cadena que se completa con la OTAN en Europa, la SEATO, la OTASO, etcétera; todos estos pactos y convenios políticos y militares con los que el Gobierno de los Estados Unidos ha pretendido o pretende amarrar a los países para embarcarlos en sus planes bélicos. Ese es el problema de fondo. En esta ocasión, sobre la base de tales tratados y pactos, se nos solicita que autoricemos esta "Operación Unitas".
Desde este punto de vista, al Pentágono, el Ministerio de Guerra de los Estados Unidos, organismo dirigente de esta política, ¿le interesa el perfeccionamiento técnico de las Fuerzas Armadas de nuestro país? ¿Le interesa, a la flota norteamericana el perfeccionamiento y el conocimiento profesional más profundo de los adelantos en la técnica bélica por parte de nuestra escuadra? Le interesa sólo un punto de vista: que nuestra Armada, en este caso, como el Ejército y la Aviación en otras ocasiones, les puedan servir. Esa es la pretensión de ellos. No digo que haya sido aceptada por nuestras Fuerzas Armadas, ya que evidentemente sería un cargo gratuito. Pretenden utilizar a. nuestras Fuerzas Armadas en una aventura bélica destinada a defender los intereses de los monopolios norteamericanos en beneficio de sus planes hegemónicos.
Lo que afirmamos no es una suposición aventurada ni producto de nuestra imaginación. Ha ocurrido, no hace mucho, justamente en el caso de Santo Domingo: junto a las tropas norteamericanas, se utilizaron, en esa nación, contingentes de fuerzas brasileñas, costarricenses, hondurenas, nicaragüenses y paraguayas; o, como se pretende hacerlo ahora, a través de los intentos de crear, por intermedio de la desprestigiada OEA, una fuerza internacional contra Cuba y los movimientos de liberación en este continente. Nos referimos al hecho que conoce la Honorable Cámara: a la tentativa de crear la llamada Fuerza Interamericana de Paz.
Con estos designios se quiere utilizar a nuestras Fuerzas Armadas. Este es el interés del Pentágono en enseñarles la técnica moderna, no para defender nuestra soberanía, sino para utilizarlas en sus planes hegemónicos. Por la creación de esta fuerza armada interamericana de paz, de este ejército internacional en contra de los movimientos populares y, tal como lo señalaba el Diputado señor Osorio, mañana Chile podría ser víctima de esa organización han quebrado lanzas, siendo sus principales propulsores, en América Latina, dictadores, como el caso de Onganía, en Argentina; Barrientes, en Bolivia, y Stroessner, en Paraguay. Ellos son los que están propulsando llevar a la práctica estos planes, que salen del Pentágono, del Gobierno de Estados Unidos.
Ahora bien, tampoco constituye un secreto para nadie decir que altos personeros de la política norteamericana, civiles y militares, han dado a conocer sus propósitos con la ruda franqueza que les es característica. Ya escuchamos la lectura de una entrevista que se le hiciera al jefe de la "Operación Unitas VI", ContralmiranteArthur Gralla. Lo ha dicho aquí el Honorable colega señor Osorio, quien ha señalado la franqueza frutal demostrada por este Almirante o Contralmirante de la Marina de los Estados Unidos, al explicar el papel que Norteamérica piensa reservar a nuestra Marina de Guerra, ante una eventual tercera, guerra mundial o un posible ataque a los Estados Unidos. Esa es la opinión del Pentágono.
Nosotros quisiéramos conocer a fondo, realmente, la política de nuestro Gobierno, porque estando atados aún a Norteamérica por el Pacto de Río de Janeiro, si esas eventualidades llegaran a ser realidad el día de mañana, el Gobierno de los Estados Unidos exigiría, precisamente, que nuestra Marina de Guerra, jugara el papel que el Almirante Gralla y otros personeros yanquis tienen reservado a todas nuestras Fuerzas Armadas y al pueblo de Chile.
Hay otras opiniones de altos jefes de las Fuerzas Armadas norteamericanas. Así lo manifestamos en el seno de la Comisión de Defensa Nacional. Por ejemplo, las del Almirante David Mac Donald, que, aunque el Almirante Barros, Comandante en Jefe de la Marina de Guerra, cuando nosotros las citamos, dijo que este oficial se encontraba en retiro desde hace algún tiempo, no por eso dejan de ser valederas. En efecto, este Almirante declaró públicamente lo siguiente: "No creo que en la actualidad sea necesaria la formación de una Fuerza Interamericana de Paz debido a que las operaciones "Unitas" y las conversaciones entre los jefes de las Marinas se consideran suficientes para, resolver cualquiera situación que pudiera surgir. Aquí están, señor Presidente, no sólo la opinión, sino la política, los planes y las resoluciones del Pentágono respecto a las "Operaciones Unitas". Estas no son, pues, para instruir a nuestras Fuerzas Armadas, ni para reemplazar, el día de mañana, a la Fuerza Interamericana de Paz.
Y agrega otro jefe norteamericano, el Almirante Tyree, que fue Comandante de la "Operación Unitas IV": "Este adiestramiento conjunto de la Operación Unitas probó ser de gran efectividad en la cuarentena naval impuesta a Cuba.".
Señor Presidente, ¿son tan inocentes, pues, estas Operaciones Unitas? ¿Contribuyen sólo al perfeccionamiento técnico y profesional de nuestra Armada? Dudo de que sus jefes concurran con esos propósitos. Pero, ¿qué dice el socio mayor? Así, con esta brutalidad, con esta franqueza, públicamente, dice: "A ustedes los vamos a utilizar mañana para la cuarentena naval a Cuba, para la Fuerza Interamericana de Paz", sarcásticamente llamada de paz.
Sería largo citar otras opiniones de conspicuos personeros norteamericanos. Es inútil querer ocultarlas o silenciarlas, diciendo que el Gobierno de Chile no tiene ningún propósito.
Por su parte, el señor Rostow quien no lo conoce, hombre de confianza de los círculos dirigentes de los Estados Unidos, ex asesor del Presidente Kennedy y actual integrante del Consejo de Planeamiento Político, que ha escrito algunos libros, en uno de los cuales, publicado recientemente, titulado "Estrategia para un mundo libre", dice lo siguiente: "La estrategia militar de los Estados Unidos consulta la organización de fuerzas militares norteamericanas cubriendo todas las variedades, desde los submarinos Polaris, prácticamente inatacables, hasta el adiestramiento de nuestros propios hombres y de los soldados de nuestros aliados, a fin de neutralizar o derrotar la guerra de guerrillas." Adiestramiento "de los soldados de nuestros aliados." Nosotros, con estos pactos, evidentemente somos aliados de los Estados Unidos. ¿Con qué propósito dijo eso el señor Rostow, que es el cerebro que planifica la política y la estrategia mundial de los Estados Unidos? Con el propósito de derrotar las guerrillas, y ya sabemos lo que esto significa en el lenguaje norteamericano, en el lenguaje de los gobernantes "capitostes" del Pentágono.
Quiero repetir, nuevamente, las palabras de un parlamentario democratacristiano, que también mencioné en la discusión del proyecto en la Comisión de Defensa Nacional. Me refiero a las expresiones vertidas por el Honorable señor Fernández, en la sesión 53ª, del 16 de septiembre de 1966, al discutirse un proyecto similar al de ahora. Lo hago, para que no se vea o se pretenda hacer ver que los hombres de Izquierda, los parlamentarios comunistas, tenemos el prurito de oponernos, a priori, y de estar viendo intenciones aviesas en cualquier proyecto presentado por el Ejecutivo que tenga algo que ver con el Gobierno de Estados Unidos.
En 1965, refiriéndose a un proyecto similar, dijo el Honorable Diputado señor Fernández: "Este proyecto de ley está fundamentado en el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca de Río de Janeiro, lo que le da toda una connotación política e introduce el problema, que específicamente podría ser de carácter profesional y técnico de las Fueras Armadas, en el cuadro general de la política militar interamericana. La verdad es que dicho tratado continúa el señor Fernández "firmado en el año 1947, al comenzar el período de postguerra, fue el primer intento de Estados Unidos para realizar una serie de pactos militares que, en su carrera armamentista, le permitirían llevar tras de sí a la gran mayoría de países del mundo occidental, del mundo libre o de cualquier otro país a la guerra fría con la Unión Soviética."
Estas fueron las expresiones de un parlamentario de la Democracia Cristiana, que nosotros, evidentemente, suscribimos y que nos permitimos citar, una vez más, esta tarde.
Decía que, cuando se discutió en el Senado en su oportunidad, la ratificación del Tratado de Río de Janeiro en una de sus partes, el señor Tomic, Senador de la Democracia Cristiana, sostuvo lo siguiente: "Sostengo que los Estados Unidos obtuvieron en Río de Janeiro la mayor victoria diplomática que se conoce en el mundo, por lo menos, desde el Congreso de Viena en 1915". Y agregó: "La política internacional es por definición, como bien se sabe, el instrumento que los países emplean para proteger sus intereses nacionales en relación con los demás Estados. Pues bien decía el señor Tomic la política internacional de los Estados Unidos, y la de los países del Sur, corresponden a necesidades y a exigencias fundamentales diferentes."
Esta era la opinión del señor Tomic respecto al Tratado de Río de Janeiro, basándose en el cual se nos pide la aprobación de esta "Operación UnitasVIH".
Hoy, el Partido Demócrata Cristiano está en el Gobierno, y, desgraciadamente, hasta el momento, no hemos visto que haya habido un intento de modificar estos tratados y pactos, que tan gravemente lesionan y comprometen al país y lo embarcan en una política de guerra.
Las distintas versiones que hemos citado sobre la llamada "Operación Unitas", evidencian, una vez más, el contenido político de estas maniobras militares, que atan peligrosamente, repito, a nuestras Fuerzas Armadas a la política de guerra norteamericana. Hace un año, discutimos en la Cámara un proyecto similar. Podría decirse que nada ha cambiado y la situación sigue igual.
Se va a aprobar este proyecto con la misma votación. Pero si examinamos los hechos, veremos que esta nefasta política cual se nos pretende atar o mantener atados, está haciendo crisis, por una parte; y, por otra, es cada día más peligrosamente agresiva.
¿Y qué está ocurriendo? No es nuestro ánimo hacer aquí, ante la Honorable Cámara, una exposición de nuestros puntos de vista sobre lo que está sucediendo en el panorama internacional; pero, desde hace un año a esta parte, observamos la brutal intervención armada de los Estados Unidos en Vietnam del Sur y del Norte, para aplastar a ese valeroso y heroico pueblo, que lucha por su independencia.
Ahora, la situación se ha agravado. Han aumentado allí en miles y miles los hombres del contingente militar norteamericano. Se ha aplicado en mayor medida la criminal "escalada".
Por eso, a pesar del creciente repudio del mundo a esta política de guerra; a pesar de que personeros como el Presidente De Gaulle, de Francia, y el Secretario General de las Naciones Unidas, U Thant, que han manifestado enfáticamente su opinión de que Vietnam lucha por su independencia; a pesar del poderoso movimiento por la paz que se yergue en el propio seno de Estados Unidos, teniendo como expresiones fundamentales a sus trabajadores, a sus intelectuales y al pueblo negro; a pesar de todo esto, repito, lamentablemente, el actual Gobierno, en este aspecto, como en otros, continúa por la senda de los gobiernos reaccionarios anteriores. Se niega a escuchar la voz de la inmensa mayoría nacional de Chile, que repudia la política de fuerza y la agresión y quiere la paz en el Vietnam, porque no está con los agresores norteamericanos, no está con los "marines" de la Séptima Flota, que van allí a bombardear a un pueblo indefenso, y exige un camino independiente, de paz y de respeto a la soberanía de los pueblos y la no intervenci��n en sus asuntos internos.
Pero esto no ha sido acogido por el actual Gobierno, que nos presenta aquí un proyecto de ley, que tiene como base, precisamente, esta política de guerra del Gobierno norteamericano.
Insistimos, señor Presidente, en que el caso más dramático que ocurre, en este momento, en la situación internacional lo constituye la intervención militar norteamericana en Vietnam; un país pequeño, situado a miles de kilómetros de los Estados Unidos. Las atrocidades cometidas a diario allí por la soldadesca norteamericana sólo tienen parangón con la barbarie naci, con el agravante de que ahora se están utilizando armas mucho más terribles. ¡Qué hombre, con el corazón bien puesto, que ama la Humanidad, no estalla con indignación ante los salvajes bombardeos contra pueblos y aldeas, ante el empleo del fósforo vivo, con el que queman a hombres, mujeres y niños, de gases tóxicos y de otras armas de poder destructivo masivo!
Ya he mencionado las palabras del Secretario General de las Naciones Unidas, del Presidente De Gaulle y de todos los hombres que piden la paz en el Vietnam. Pero, ¿qué ocurre? Que el Gobierno de los Estados Unidos, como respuesta a este anhelo, que abarca a la mayoría de la humanidad, por encima de diferencias políticas e ideológicas, porque del seno de la propia Iglesia Católica se levantan, cada vez con más fuerza, voces que piden la paz del mundo y el retiro de las tropas norteamericanas en Vietnam. ..
El señor LORCA, don Alfredo (Presidente).-
¿Me permite, señor Diputado? Ha terminado el tiempo del primer discurso de Su Señoría. Puede continuar en el tiempo de su segundo discurso.
El señor CANTERO.-
¿Cómo responde el señor Johnson? El responde, como he dicho, con "escalada", aumentando las tropas, poniendo al mundo al borde de la tercera guerra mundial termonuclear, en la cual nuestro país sería también una víctima, porque Chile está atado al destino de la política de guerra norteamericana por los pactos que se invocan, al pedir la aprobación de la "Operación Unitas".
Sabido es que, justamente, uno de los instrumentos más brutales de la máquina bélica norteamericana es su flota, son esos "marines" y esos barcos que mañana vendrán a unirse a los hombres de nuestra armada, que tienen una tradición pacífica. ¿Cuántos de ellos, a los que se ha enseñado a sentir odio "zoológico" en contra de los pueblos, en contra de los países socialistas, tienen las manos ensangrentadas por los crímenes que han cometido contra otros pueblos? Nuestros marinos podrán aprender, seguramente, una técnica avanzada; pero, desde el punto de vista humano, de las relaciones humanas, como decía un Senador de la Democracia Cristiana, en el Senado, al discutirse el año pasado este mismo proyecto, nada tendrán que enseñarnos. Por el contrario, están envenenados con el odio a los pueblos y sus manos están manchadas con la sangre de muchos inocentes.
Esto es lo que repudiamos con todas nuestras fuerzas; es lo que rechaza, estamos ciertos, la inmensa mayoría de los chilenos y, tal vez, del propio partido de gobierno.
Pensábamos sinceramente que el Gobierno y su partido iban a delinear una política exterior nueva, al margen de esta estrategia de guerra de los Estados Unidos. Teníamos la convicción de que se abriría paso una política independiente. Se nos habla aquí tanto del Tercer Mundo, de otro camino, de una política americanista y, sin embargo, nada de eso se observa.
No es que nosotros desconozcamos, como decía un señor parlamentario en la Comisión de Defensa Nacional, los pasos que en este sentido se han dado por el Gobierno en política internacional. Las relaciones con los países socialistas: ¡eso fue efectivo! Pero en lo que se refiere a desligar a nuestro país del carro bélico de los Estados Unidos, no se ha avanzado absolutamente nada.
Y pensamos que esta actitud no corresponde en absoluto a los intereses de la nación, sino que atenta contra el legítimo derecho de los pueblos a su independencia y a su progreso.
Señor Presidente, el imperialismo norteamericano ha pasado, cada día con más fuerza, a la intervención más descarada. A través de todo un sistema de pactos militares, misiones castrenses, centros de adiestramientos para la lucha antiguerrillera, creación y empleo de cuerpos especiales "Boinas Verdes", "Boinas Negras" y "Rangers" interviene militarmente en forma directa contra las luchas liberadoras de los pueblos latinoamericanos. Johnson ha declarado cínicamente su propósito de impedir que algún otro país siga el camino de Cuba. Para ello el imperialismo está dispuesto a todo; a sembrar la desolación y la muerte en ciudades y campos, haciendo tabla rasa del derecho internacional. La independencia de cada país y la vida de cada pueblo latinoamericano están, pues, en peligro.
¿Puede nuestro pueblo, nuestro país, considerarse totalmente ajeno al peligro de una intervención armada del imperialismo norteamericano? Nosotros creemos que no. Nuestro pueblo lucha actualmente por mejores condiciones de vida, por el progreso, por la independencia económica de Chile. En el desarrollo de esta lucha, ineluctablemente, tendrá que enfrentarse, el día de mañana, con los monopolios norteamericanos, así como ayer, durante la guerra de la independencia, encaró a la monarquía española.
Cabe preguntarse: ¿no serán estas mismas fuerzas de la flota de guerra de los Estados Unidos, y sus "marines", que ahora participarán en la "Operación Unitas", quienes ahoguen o intenten sofocar el movimiento emancipador de nuestro pueblo? Y esto no es una simple especulación; existen otros hechos, como los ocurridos recientemente en el conflicto árabeisraelí.
Ayer, en esta misma Sala, el Honorable señor Irureta denunció que en Chile las fuerzas reaccionarias estaban desarrollando un plan sedicioso para evitar que se aplicara la reforma agraria.
Todos escuchamos estas palabras. Y esperamos que el Honorable señor Irureta entregue más antecedentes a la Cámara sobre los planes siniestros que denunció aquí.
¿Qué ocurriría si mañana prosperaran en nuestro país estos planes sediciosos y se cerrara el camino democrático que permite a nuestro pueblo la solución de sus problemas socioeconómicos a través de los medios pacíficos? Quiero recordar, justamente, la declaración emitida por la Democracia Cristiana con motivo de la creación de OLAS en Chile.
En una de sus partes, expresa: "El Consejo Nacional estima necesario precisar los puntos de vista del partido frente a los movimientos guerrilleros y a los grupos insurgentes que proliferan en algunos países de América Latina.
"El Partido Demócrata Cristiano sostiene la vía democrática como el mejor camino para el desarrollo de los pueblos en su lucha contra todo imperialismo y por superar el atraso, la explotación y la miseria.
"Admite, sin embargo, conforme a sus principios, que en casos de Gobiernos que desconocen los derechos fundamentales de las personas y del pueblo, sin dejar salida democrática posible, es legítimo defender esos derechos por la vía de la insurrección armada.
"El Partido Demócrata Cristiano no cree que deba atribuirse a Fidel Castro y a la Tricontinental de La Habana todas las guerrillas o subversiones que se producen en América. Estos fenómenos obedecen a causas más profundas, que dicen relación con la miseria y la desesperación de millones de seres humanos sumidos en el subdesarrollo, manejados por dictadores militares y explotados por las oligarquías nacionales o intereses extranjeros. Hubo guerrillas antes de Castro y seguirán existiendo si termina el actual régimen cubano. En ciertos casos, la subversión es alentada o dirigida por cristianos de avanzada." Pues bien, ¿qué ocurriría repito si mañana en nuestro país prosperan los planes sediciosos y se cerraran las vías democráticas, que permiten a nuestro pueblo expresar sus deseos de cambio? Habría llegado el momento de reivindicar el derecho señalado en la declaración del Partido Demócrata Cristiano.
Pero, como es sabido, este derecho, que reconoce el partido de gobierno, es desconocido y brutalmente atropellado por el Gobierno norteamericano, que, valiéndose precisamente de los pactos suscritos con los Gobiernos latinoamericanos, a excepción de Cuba, interviene militarmente para ahogar en sangre la lucha de los pueblos que no tienen otro camino para abrirse paso hacia la independencia y el progreso.
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