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- rdf:value = " El señor GALLEGUILLOS.-
Señor Presidente, la defensa de la Corte Suprema es, como se ha dicho, absolutamente insólita. No analizaré sus fundamentos jurídicos, que han sido tratados con acopio de antecedentes por el colega señor Luis Tejeda. Quiero referirme brevemente a su fundamentación política.
En primer lugar, es inaceptable que un Poder como el judicial, que encabeza la Corte Suprema, que tiene la obligación de mantener absoluta prescindencia política, tome partido en la lucha entre los distintos sectores sociales, al lado del capitalismo, junto a los planteamientos más reaccionarios, que ya prácticamente nadie sostiene en Chile, salvo algunos grupos ultraderechistas.
Desconocer la existencia de la lucha de clases, sostener que las diferencias sociales han desaparecido en Chile, aparte de olvidar la realidad, implica una ignorancia abismante en materias sociales.
Para la Corte Suprema y el señor Zepeda, no existe el problema social; no hay ciases explotadoras ni explotadas; los trabajadores laboran codo a codo con los terratenientes, y las compañías del cobre reparten a manos llenas sus utilidades en singular gesto filantrópico.
Ello evidencia, además, un criterio francamente amenazador. Se está notificando al movimiento popular de que su actuación no sería legítima, porque, según ellos, pone en peligro el idílico orden existente.
Pero realmente no nos extraña mucho esta posición cavernaria. En estos momentos, el más alto Tribunal de la República es encabezado por el señor Osvaldo Illanes, cuya actuación en el Tribunal Calificador de Elecciones tuvimos oportunidad de sufrir más de una vez los que habíamos sido limpiamente elegidos por el pueblo durante la vigencia de la "Ley Maldita".
El señor Illanes es, como se sabe, un personero muy importante de la llamada Comisión de Juristas, con sede en Ginebra, organismo que tiene como norte el anticomunismo y que en el plano jurídico puede asimilarse al tristemente célebre Congreso por la Libertad de la Cultura, cuyo financiamiento por la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos fue revelado, hace poco, por una revista norteamericana.
La Comisión Internacional de Juristas, con financiamiento desconocido aunque imaginable, organiza periódicos Congresos y reuniones para coordinar sus maniobras antipopulares. A varios de ellos ha asistido el señor Illanes, en su calidad de principal dirigente del Comité chileno. No nos extraña, entonces, el contenido regresivo de la respuesta de la Corte Suprema, en la cual ha tenido sin duda participación relevante el MinistroIllanes quien, como si fueran pocos los antecedentes anteriores, colabora asiduamente en "El Mercurio", vocero de los intereses yanquis en Chile.
Pensamos, por lo tanto, que la defensa de la Corte Suprema justifica plenamente, si se estimara que los cargos del libelo son infundados, la acusación en su contra.
¿No hay acaso un notable abandono de sus deberes por parte de los Ministros de la Suprema al hacer un planteamiento político que en la práctica es una declaración de guerra a la Izquierda, sector representativo de millones de voluntades en el país?
¿Qué imparcialidad puede suponérsele a un Tribunal cuyos Ministros, con insolencia y desenfreno, abominan públicamente de las ideas progresistas y sostienen una posición quietista, si no retardataria?
¿Es posible que en los momentos en que la inmensa mayoría de los chilenos discuten posiciones de progreso, y los cambios estructurales están en el primer plano de las preocupaciones de casi todos los hombres, mujeres y jóvenes del país, un Poder del Estado cierre los ojos a la realidad y de vuelta las espaldas al clamor del pueblo, tomando partido junto a la reacción más tremebunda?
Junto con sancionar a los Ministros de la Corte Suprema por abandono grave de sus deberes, los comunistas pensamos que es urgente dar paso a la reforma constitucional que modifique su generación,…
El señor LORCA, don Alfredo (Presidente).-
¿Me permite, señor Diputado? Ha terminado el tiempo de Su Señoría.
El señor GALLEGUILLOS.-
Por esas razones, voto que sí.
"
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