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- rdf:value = " SUPRESIÓN DEL BACHILLERATOEl señor BALLESTEROS (Presidente).-
En el Orden del Día y cumpliendo con el acuerdo de la Corporación, corresponde ocuparse del proyecto de ley que suprime el Bachillerato como requisito de ingreso a las Escuelas Universitarias dependientes de la Universidad de Chile, de la Universidad Técnica del Estado y de las Universidades reconocidas por el Estado.
Diputado informante de la Comisión de Educación Pública es el Honorable señor Pareto.
El proyecto de ley, impreso en el Boletín Nº 10.523, dice:
"Articulo 1° Suprímese el Bachillerato como requisito de ingreso a las escuelas universitarias dependientes de la Universidad de Chile, de la Universidad Técnica del Estado y de las Universidades reconocidas por el Estado.
Deróganse los artículos 43 y 75 del D. F. L. Nº 280, de 30 de mayo de 1931, y toda otra disposición legal o reglamentaria contraria a la presente ley.
Artículo 2ºEl Ministerio de Educación Pública, con informe del Consejo Nacional de Educación, establecerá los sistemas nacionales de evaluación al final de los diversos cíclos que contemplan los planes de estudios de la educación general común, la educación secundaria humanísticacientífica y la educación técnico profesional, a medida que la nueva estructura de la educación nacional se ponga en vigencia.
El Ministerio de Educación Pública otorgará certificados de completación de ciclos a los estudiantes que hayan cumplido satisfactoriamente con los requisitos de escolaridad y otros inherentes a los sistemas de evaluación a que se refiere el inciso anterior.
El Ministerio de Educación Pública otorgará una licencia de educación media a los estudiantes que hayan completado sus estudios secundarios, técnicoprofesionales o de formación general de enseñanza normal.
La posesión de esta licencia constituye un requisito de ingreso a la educación superior universitaria.
Artículo 3ºCada vez que las leyes y reglamentos en vigencia exijan estar en posesión del grado de bachiller o de las licencias secundaria, técnicoprofesional o secundaria normal, para algún efecto, tal requisito deberá entenderse cumplido con la posesión de la licencia de educación media a que se refiere el inciso tercero del artículo 29.
Artículo 4ºLa Universidad de Chile, la Técnica del Estado y las Universidades reconocidas por el Estado podrán establecer, en la forma en que lo estimen conveniente, el grado académico de Bachiller, por estudios realizados en establecimientos de educación superior universitaria de su dependencia."
El señor BALLESTEROS (Presidente).-
En discusión general el proyecto.
El señor PARETO.-
Pido la palabra, señor Presidente.
El señor BALLESTEROS (Presidente).-
Tiene la palabra el señor Diputado informante.
El señor PARETO.-
Señor Presidente, hemos llegado a la culminación de un problema que, desde hace muchos años, todos los sectores políticos representados en esta alta Corporación han venido haciendo presente al país, a las autoridades universitarias y a las autoridades educacionales en general: la inoperancia que ha demostrado, durante muchos años, la llamada "prueba de bachillerato".
El año 1931 se dictó el decreto por el cual hasta hoy día se rige esta prueba educacional, que, año tras año, ha resultado altamente inconveniente, como más adelante, con antecedentes, vamos a probarlo.
Treinta y cinco años de existencia tiene, pues, el bachillerato en Chile. Si bien es cierto que esta prueba tuvo una finalidad, la verdad es que, desde hace mucho tiempo hasta la fecha, ha sido sólo una valla en la carrera educacional, a la vez que un motivo para desprestigiarla más que para dignificarla.
Todo el país sabe cómo, en años anteriores y aun en este último año, se ha visto obligada la propia Universidad a investigar actos dolosos que se habrían cometido en los exámenes de bachillerato, que han desacreditado a nuestro plantel superior de educación, tanto en Chile como en el extranjero.
Podríamos citar, en esta ocasión, algunas opiniones que se han dado respecto de esta prueba, especialmente las de Su Excelencia el Presidente de la República y del Ministro de Educación Pública, hoy ausente de Santiago por encontrarse con el Presidente en Concepción. ¿Qué dijo Su Excelencia el Presidente de la República, en el oficio que proponía algunas modificaciones al proyecto de ley que tuve el honor de presentar el año pasado? Decía el Presidente: "Este sistema de pruebas sucesivas durante un corto período de tiempo, todas de un carácter similar, con énfasis especial en conocimientos no ayuda en forma seria a una identificación objetiva y válida de la capacidad y aptitud de los candidatos para ser aceptados a estudios superiores diferenciados."
Sí, señor Presidente. Nada puede justificar que un alumno que llega al término del segundo ciclo secundario, muchas veces con una edad no superior a los 17 ó 18 años, tenga que soportar, en un plazo de apenas treinta días, pruebas que afectan incluso a su integridad física. Efectivamente, primero tiene que rendir todos los exámenes correspondientes al 6° año de Humanidades. Quince días más tarde, debe preparar la prueba del bachillerato. Y como si fuera poco, tiene que someterse, finalmente, a las pruebas de selección que efectúan las distintas Facultades de nuestra Universidad.
Aquí nos encontramos con el drama, con el tremendo drama que afronta la juventud de nuestro país. Es conveniente detenerse unos instantes en este verdadero vía crucis de nuestra juventud.
El año 1966 se presentaron, a lo largo del país, aproximadamente 15.800 postulantes a rendir sus pruebas de bachillerato, tanto en Biología como en Matemáticas y en Letras. Fueron aprobados 10.000 postulantes, y reprobados, 5.500.
Si esta prueba constituyera una real evaluación de sus conocimientos, tal vez tendría una remota justificación. Pero ocurre que muchos alumnos que pasan este escollo funesto del bachillerato con altos puntajes creen haber obtenido ya, en forma clara y definitiva, la posibilidad de ingresar a algunas de las escuelas universitarias; y cuánta no es su decepción cuando ven que, a pesar de haber logrado tal ventaja, son rechazados en la misma Universidad, porque todas las Facultades no dan a la prueba del bachillerato ninguna significación mayor. Es, por ejemplo, elocuente lo expresado por la Escuela de Medicina, de que sólo un porcentaje no superior al diez por ciento de las pruebas de bachillerato es aceptable, y que tiene más importancia el examen de admisión que hacen las distintas escuelas universitarias.
Muchos pedagogos, yo diría todos los maestros universitarios y todos los maestros de la enseñanza media, coinciden en la estimación de lo funesto que resulta mantener esta prueba. Por otra parte, algunos de ellos han dado una razón, que no tiene validez, en el sentido de que, mediante la mantención de una prueba, que se ha visto desprestigiada dentro y fuera del territorio nacional, se pueden limitar las posibilidades de ingreso a cada facultad universitaria.
¿Y qué dijo el Rector de la Universidad de Chile, don Eugenio González, al ser interrogado por varios parlamentarios, cuando asistió a la Comisión de Educación Pública? Aquí deseo hacer un acto de justicia: el Rector ha sido elocuente en su actitud frente a este problema universitario, porque el año 1962 asistió a la Comisión de Educación Pública en su calidad de Decano de la Facultad de Filosofía y Educación, a informar sobre la materia. Y ahora, hace pocos días, el señor Rector expresó lo siguiente, en la Comisión de Educación Pública de la Cámara de Diputados: "Como Rector de la Universidad, interpretando este acuerdo, y personalmente con un convencimiento de muchos años, producto de mi experiencia educacional estoy por la supresión de esta prueba, en la forma como actualmente se realiza."
Ruego al señor Presidente prestarme atención.
Hablan varios señores Diputados a la vez.
El señor PARETO.-
"Hoy día, el bachillerato presta la utilidad de aliviar el trabajo de las Escuelas Universitarias; es una primera selección eliminatoria que deja fuera al 50 por ciento de los postulantes."
Y yo pregunto, señor Presidente: ¿es ésta la verdadera...?
El señor MORALES (don Carlos).-
¿Me permite una corta interrupción, Honorable colega?
El señor PARETO.-
Con todo gusto.
El señor BALLESTEROS (Presidente).-
Como la Mesa está atenta a las peticiones que puedan formular Sus Señorías, ruego al Honorable señor Morales dirigirse a la Mesa.
El señor MORALES (don Carlos).-
Señor Presidente, he solicitado una interrupción al Honorable señor Pareto.
El señor BALLESTEROS (Presidente).-
Señor Diputado informante, ¿concede una interrupción al Honorable señor Morales?
El señor PARETO.-
Con todo gusto.
El señor BALLESTEROS (Presidente).-
Con la venia de Su Señoría, tiene la palabra el Honorable señor Morales.
El señor MORALES (don Carlos).-
Señor Presidente, a propósito de lo que está manifestando el señor Diputado informante, al referirse a la opinión del Rector de la Universidad de Chile, señor Eugenio González, que nosotros hemos conocido, porque ha sido profusamente divulgada a través de los órganos de publicidad, quisiera rogar al Honorable colega que, conjuntamente con dar a conocer la posición del señor Rector de la Universidad de Chile, favorable a la supresión de la prueba de bachillerato, hiciera presente que también coincidieron en este mismo predicamento aquellas otras personas cuyos nombres se mencionan en el informe de la Comisión de Educación Pública. Me refiero, concretamente, al Ministro de Educación Pública, señor Juan Gómez Millas; a la señora Aura Guzmán, Presidenta de la Sociedad Nacional de Profesores; a la señorita Florencia Barrios, Directora del Liceo Experimental "Manuel de Salas"; y a don Patricio Millán, Presidente de la Unión de Federaciones Universitarias de Chile.
Deseo, señor Presidente, pedir al señor Diputado informante se sirva dar a conocer, ya que no están reproducidas en el informe, las opiniones que estas personas emitieron en la Comisión de Educación Pública, para los efectos de la votación que deberá realizarse cuando corresponda decidir sobre la materia.
El señor ARAVENA (don Jorge).-
Fue favorable a la supresión del bachillerato.
El señor BALLESTEROS (Presidente).-
Puede continuar el Honorable señor Pareto.
El señor PARETO.-
Señor Presidente, mencionaré esas opiniones con mucho gusto, Honorable colega; tenía proyectado hacerlo en el informe que estoy dando a la Honorable Cámara
El señor Rector de la Universidad de Chile se manifestó ferviente partidario de la supresión de la prueba de bachillerato, que en estos momentos discutimos.
Doña Aura Guzmán, Presidenta de la Sociedad Nacional de Profesores, sostuvo en la Comisión de Educación Pública un criterio muy parecido al del señor Rector de la Universidad; y, para no cansar la atención de los señores Diputados, solamente me voy a permitir dar lectura a algunas de sus frases, que reflejan prácticamente el sentir de esta maestra, que no sólo hablaba en nombre propio, ya que traía el pensamiento de todos los profesores de la educación media del país, estando debidamente autorizada para ello. ¿Qué dijo? Manifestó que la Unión Nacional de Profesores, desde hace algún tiempo, ha promovido una campaña tendiente a la supresión del bachillerato, la que culminó en 1962 con la presentación de un anteproyecto de ley, que hoy es una realidad.
También coincidieron con este planteamiento doña Florencia Barrios, Directora del Liceo Experimental "Manuel de Salas", dependiente de la Universidad de Chile, y don Patricio Millán, Presidente de la Unión de Federaciones Universitarias de Chile. ¿Qué dijo este dirigente estudiantil, en representación incluso de los que hoy ya se encuentran incorporados en las aulas universitarias?
Manifestó, en primer lugar, "el agrado con que los estudiantes han recibido este proyecto de supresión del bachillerato. A juicio de ellos, el bachillerato es una prueba que no se justifica dentro de la función educacional y constituye una traba que se coloca a los egresados de la enseñanza media para ingresar a la Universidad. Su justificación como ingreso a la Universidad se fue perdiendo con el transcurso del tiempo; se justificó en un comienzo, cuando los liceos dependían de la Universidad de Chile".
"En cuanto a la prueba del bachillerato, continúa, es una instancia inútil y perturbadora. Es verdaderamente dramática la situación de los jóvenes, que, después de rendir quince exámenes de sexto año de humanidades, tienen que estar sometidos a una tensión excepcional durante una semana y los que han conseguido pasar la valla, se encuentran con los exámenes de admisión de las Escuelas. Esta instancia "intermedia le parece inadecuada, desde todo punto de vista."
Quienes hemos sentido viva preocupación por terminar con un sistema anacrónico, odioso y perturbador, aprobamos en forma entusiasta, la supresión de esta prueba, lo que significará una nueva etapa en las posibilidades de nuestra juventud. En realidad, muchos colegas han hecho sugerencias para perfeccionar este proyecto de ley, porque, en el fondo, todos los señores Diputados, especialmente los miembros de la Comisión de Educación Pública, han participado de la idea de eliminar el bachillerato.
Es cierto que existe incapacidad material en las escuelas universitarias para recibir a todos los alumnos que egresan de los liceos; pero éste es un problema que tenemos que enfrentar rápida y decididamente. Debemos hacer un estudio para que se den mayores posibilidades a los jóvenes estudiantes, porque no es posible que en la culminación de una etapa de la vida, existan tantas frustraciones.
A los Diputados que representamos a diferentes grupos sociales, nos llega mucho más de cerca el drama de los padres, cuando ven que sus hijos, con la prueba de bachillerato aprobada, o sin ella, quedan eliminados de las listas de postulantes aceptados en facultades universitarias. Ahí queda el joven que ayer tuvo ilusiones y que hoy día se considera un hombre frustrado en sus posibilidades y en sus ansias infinitas de saber.
Para ser honrado conmigo mismo y demostrar que mantendré esta tarde lo que sostuve, hace un tiempo, sobre este proyecto de ley, leeré un párrafo de un discurso que pronuncié en una oportunidad y que, felizmente, fue confirmado por la realidad y también por Su Excelencia el Presidente de la República, quien, haciéndose eco de este clamor público nacional, incluyó en la actual convocatoria la iniciativa legal que suprime el bachillerato.
¿Qué sostuve en el año 1964? Dije lo siguiente: "Esta prueba del bachillerato, como lo ha demostrado la práctica, no ha podido significar una evaluación de los conocimientos adquiridos en el liceo, ya que las propias Universidades, en sus respectivas facultades, pueden comprobarlo. No siempre son selecionados en las escuelas universitarias los mejores, sino que ingresan quienes han obtenido bajos puntajes en el bachillerato".
Con esto y el texto del articulado del proyecto, queremos dejar muy en claro, para la historia fidedigna del establecimiento de la ley, que la finalidad de los legisladores que hemos intervenido en el estudio de esta iniciativa ha sido la de evitar que mañana tanto la Universidad de Chile como las Universidades particulares reconocidas por el Estado y amparadas en un principio de la autonomía universitaria, que todos respetamos, traten de imponer la realización de nuevas pruebas para el ingreso a las diferentes facultades. Esto iría en contra del espíritu del legislador, que es suprimir la prueba de bachillerato, actualmente a cargo de las Universidades; pero en su gestión éstas no tienen responsabilidad alguna.
Por eso, estamos dispuestos a acoger indicaciones que tiendan a aclarar este proyecto; pero no aceptaremos ninguna que pretenda imponer otro sistema de bachillerato para el ingreso a las distintas escuelas universitarias, porque esto significaría una burla para el estudiantado y para el espíritu de esta legislación,
Termino el informe sobre este proyecto de ley, haciendo presente nuestro respeto y reconocimiento a todos los sectores políticos representados en esta Cámara, sin distingos de partido de ninguna clase, que han sido deferentes hasta la exageración en el despacho y estudio de esta iniciativa.
Durante su discusión, se abrió un diálogo amplio, oportunidad en que se hicieron muchos planteamientos que nosotros no aceptamos; pero, en el fondo, todos ellos tenían una sola finalidad: suprimir, de una vez por todas, esta prueba de bachillerato. Su eliminación significaría proporcionar tranquilidad a muchos jóvenes y a muchos hogares. Por otra parte, permitirá afirmar, en forma definitiva, que aquellos institutos, que se estaban instalando en todas las provincias, destinados a preparar a los alumnos para las pruebas de bachillerato y que exigían ingentes sumas de dinero, es decir, aquellos establecimientos que estaban explotando la noble ambición de la juventud por ingresar en las aulas universitarias; que este negocio, esta comercialización de la cultura, a lo cual se va a referir posteriormente el Honorable señor Sota, serán desterrados para siempre con la supresión de la prueba de bachillerato que los Diputados democratacristianos aprobaremos con fervor y entusiasmo.
He dicho, señor Presidente.
El señor BALLESTEROS (Presidente).-
En conformidad con los acuerdos de la Corporación, cada Comité dispone de hasta 20 minutos para referirse a este proyecto.
El señor SOTA.-
Pido la palabra, señor Presidente.
El señor ARAVENA (don Jorge).-
Pido la palabra.
El señor SEPULVEDA (don Francisco).-
Pido la palabra.
El señor GODOY URRUTIA.-
Pido la palabra, señor Presidente.
El señor BALLESTEROS (Presidente).-
Tiene la palabra el Honorable señor Sota; y, a continuación; los señores Aravena, don Jorge; Sepúlveda, don Francisco; y Godoy Urrutia, en los tiempos de sus respectivos Comités.
El señor SOTA.-
Señor Presidente, a través de mi intervención, en nombre de la representación democratacristiana, quisiera reivindicar para esta Honorable Cámara, toda entera, el mérito de la iniciativa de haber provocado el gran debate nacional sobre la enseñanza superior que se imparte en el país.
En efecto, a comienzos de este año, el 18 de enero, en su sesión 44ª, del actual período legislativo, la Corporación prestó su aprobación unánime a una indicación de este Diputado, proponiendo la investigación de las irregularidades que se habrían producido en el proceso de pruebas de bachillerato, prescritas por la Universidad de Chile. Esa fue la ocasión precisa que marca el comienzo de este gran diálogo nacional, una de cuyas conclusiones está incorporando esta tarde la Honorable Cámara al acervo de la legislación educacional chilena.
Me ha interesado hacer este alcance, porque, lamentablemente, algunos medios informativos de importante difusión, han olvidado esta circunstancia. No sólo me parece de justicia recordarla, sino que destacarla, para mantener viva en la imagen del país, la conciencia que se ha formado de que esta rama del Parlamento interpreta con oportunidad las inquietudes del hombre común, de quien recibe su mandato representativo.
Con posterioridad, se ha hecho presente la voz del Gobierno, a través del señor Ministro de Educación Pública, de los planteles de enseñanza superior, por medio del señor Rector de la Universidad de Chile y de los propios estudiantes, representados por su Federación. Verdadera trascendencia ha tenido el intercambio de opiniones, porque el poder de comunicación, cada vez más importante, de la prensa, radio y televisión se ha volcado con interés, que es justo destacar, al servicio de un asunto tan importante.
Así situado el verdadero origen de este "encuentro de ideas" en torno de la educación universitaria chilena, quisiera recordar algunas acciones que han permitido tomar realidad a conceptos compartidos por la generalidad de los que en él participan.
En efecto, el acuerdo de la Honorable Corporación a que hice referencia, dio pie para solicitar del Ejecutivo la inclusión en la convocatoria de un proyecto de ley presentado por nuestro colega de representación y camarada Luis Pareto, en febrero de 1965, destinado a suprimir las pruebas de bachillerato exigidas para ingresar a las escuelas universitarias. Los Diputados, compañeros de partido, Luis Maira y Mariano RuizEsquide, hicieron las gestiones correspondientes ante el señor Ministro de Educación Pública, y el propio autor del proyecto y el Jefe de nuestro Comité Parlamentario, Honorable DiputadoAlfredo Lorca, obtuvieron del Gobierno la decisión requerida por la Comisión para tratar el proyecto en la Honorable Cámara.
El actual proyecto, que ya ha dado a conocer el señor Diputado informante, contiene mejoramientos sustanciales, introducidos a él en forma de indicaciones.
En suma, la ley consagrará la desaparición de una prueba innecesaria y su reemplazo por un sistema que responde a los conceptos pedagógicos conforme a los cuales se está procediendo a reordenar el proceso educacional.
Pudiera parecer extraño, sin embargo, que la Cámara esté tratando este proyecto sin haber recibido el informe de la Comisión de Educación Pública sobre la investigación que, como anotamos, está facultada para realizar sobre irregularidades cometidas en las pruebas de bachillerato de la temporada de enero de este año. Anotamos, sin embargo, que la comprobación de hechos punibles en relación con este requisito que hoy suprimimos no ha sido la única causa ni la más importante que motive su eliminación.
Sabe la Corporación que la propia Universidad realizó un sumario interno e hizo públicas sus conclusiones.
Puedo expresar, por lo que a nosotros compete, que la Comisión de Educación Pública espera terminar su labor en la reunión ordinaria de mañana y entregar sus propias conclusiones sobre la materia. Podrá así saber el país, una vez más, a través de esta tribuna democrática, que todo un sucio negocio tejido en torno del anacrónico bachillerato quedará sepultado para siempre.
Pero no es este incidente, el de apartar un escollo en el camino, el que determina la ruta de la educación superior. El país ha tomado nota de las posiciones que expresan sus voceros más autorizados en la materia.
Se trata no sólo de modernizar la Universidad chilena, sino de enfrentar, hoy, y por toda la nación, los vitales asuntos de la expansión, diversificación y coordinación de la educación nacional. Para hacer más gráfica la convicción que me anima de despertar una conciencia nacional sobre tema tan importante, afirmo que, si bien la reforma agraria es un desafío a una clase, la reforma educacional constituye un desafío al país.
A este respecto, y concretándose al sector de su propia responsabilidad, el Rector de la Universidad de Chile acaba de expresar conceptos que me permitiré reproducir por su alta significación. Se pregunta, "¿Está la Universidad en crisis?" Y responde: "Lo está, por cierto, como el país entero, como el mundo entero. Hay en todas partes graves incongruencias entre las instituciones que tienden a permanecer inalterables y las realidades sociales, fundamentalmente dinámicas. Entre nosotros el ritmo de desarrollo se ha acelerado en los últimos decenios y se acelera cada vez más, exigiendo cambios verdaderamente revolucionarios en las estructuras básicas materiales y morales, de la sociedad y del Estado".
Es enormemente satisfactorio, eso sí, dejar constancia de cómo en forma progresiva, pero cada vez más consolidada, el país toma conciencia de la conducción que imprime al desarrollo educacional el actual Gobierno, el de la Democracia Cristiana.
El Ministro de Educación Pública, el Subsecretario y las autoridades del ramo saben lo que conviene al país y lo están haciendo. Han comenzado por posibilitar la matrícula total de los niños chilenos en edad de instrucción primaria o básica. Han iniciado las reformas de la enseñanza media para diversificar después del 8º grado las vocaciones propiamente humanísticas, de aquéllas de tipo técnico, industrial, agrícola, comercial u otras.
Y ello se está efectuando dentro de la determinación certeramente expresada por el Ministro señor Juan Gómez Millas, según la cual "toda la educación debe ser regulada por un plan general e integral que permita, en última instancia, coordinar en una oficina central del Gobierno las necesidades de cada uno de los sectores de la educación y esto en relación con los requerimientos y exigencias de las necesidades totales del desarrollo del país."
El desarrollo de los recursos humanos condicionará, en forma dramática, cualquier intento serio de revolución estructural.
No se trata de repetir lugares comunes. Aquí están los estudios del Departamento de Planificación del Ministerio de Educación, los de la Dirección de Planificación de la Corporación de Fomento de la Producción, los de la Oficina Técnica, dependiente de la Rectoría de la Universidad de Chile. Cifras facilitadas por el primero de estos organismos, en cuadros que pongo a disposición de mis Honorables colegas, revelan que entre 1960 y 1970 debe incrementarse en 44.860 el número de profesionales universitarios en ejercicio activo; y en 417.094, para el mismo período, el número de técnicos.
El señor AGUILERA.-
¿Me permite una interrupción?
El señor SOTA.-
Siempre que sea con cargo al tiempo de Su Señoría.
El señor SIVORI (Vicepresidente).-
Con la venia de Su Señoría, tiene la palabra el Honorable señor Aguilera.
El señor AGUILERA.-
Deseo pedir a la Mesa únicamente que recabe el asentimiento de la Sala para insertar los cuadros a que alude el señor Sota.
El señor SOTA.-
En realidad, yo agradezco la deferencia del Honorable colega, pero estos cuadros son extraordinariamente extensos y no creo que pueda abusar del escuálido presupuesto del Parlamento para pedir la inserción de estos documentos que, en realidad, son demasiado voluminosos.
Por tal motivo, me permití extraer los datos más representativos para darlos a conocer a la Cámara, sin perjuicio de dejar estos documentos a disposición de mis Honorables colegas.
Para el período 1966- 1975, o sea, en los próximos diez años, las cifras debieran ser 31.000 y 98.226, respectivamente.
¿Y cómo lograrlo? Para expresar gráficamente el monto de las inversiones requeridas me referiré solamente a las necesidades expuestas, en reciente declaración pública, por el señor Rector de la Universidad de Chile, en la que se llega a las siguientes conclusiones: La proyección de matrículas de esa Universidad, que es de 20.000 alumnos, llegará en 1972 a 40.000 y, en 1975, a 52.000 estudiantes.
Los recursos en ese lapso según mis cálculos, aplicados a las cifras entregadas por la Rectoría deberían sumar 2.466 millones de escudos en diez años, aproximadamente 600 millones de dolares; vale decir, lo que cuesta la construcción y equipamiento de un ferrocarril metropolitano de sesenta kilómetros de longitud, con el que se resolverían todos los problemas de tránsito de la ciudad de Santiago.
Cifras de este volumen se explican cuando uno se pregunta cuánto invierte la Universidad en la formación de sus profesionales. Sólo por vía de ejemplo, quiero entregar a la Corporación los datos que revela el análisis presupuestario de la Universidad de Chile en los años 1961, 1962 y 1963. El costo por egresado año, en escudos de 1963, reajustados de acuerdo con el índice de precios al consumidor, arrojan, en escudos de 1966, valores como los que señalo a continuación.
Un egresado de Química y Farmacia le ha significado a la Universidad de Chile, en Santiago, un gasto de 52.800 escudos; uno de medicina, también en la capital, 51.427 escudos; uno de arquitectura, de Santiago, 35.310 escudos; uno de la Escuela Dental, de la capital, 33.785 escudos; uno de Agronomía, de Santiago, 31.847 escudos.
Así se explica que el señor Rector, con toda razón, a mi juicio, señale el adecuado financiamiento de la Universidad de Chile como un problema de Estado. Lo es. Y en la medida en que a nosotros los parlamentarios atañe, es nuestro ineludible deber enfrentar tal responsabilidad.
Pero igualmente dramática es la visión del señor Ministro de Educación Pública. Su punto de vista es que se está destinando el 35% de los gastos totales de la educación del país a la enseñanza universitaria, la cual sólo absorbe un 1,8% de la población escolar del país, vale decir, 32.169 universitarios, según la matrícula de 1964. En cambio, para los gastos de educación primaria, secundaria y técnica profesional, que abarcan una población escolar de aproximadamente dos millones de niños, se destina el 65% del presupuesto de ese Ministerio.
Hay que plantear, pues, no sólo la provisión de los recursos, sino la distribución equitativa de ellos. Y a este particular, aunque sea sólo a título personal, llamo la atención sobre la alta proporción 30% del total con que concurre el presupuesto fiscal de educación a los gastos de las Universidades particulares. Este año, de un total de Eº 239,1 millones, el aporte para ellas asciende a Eº 83,6 millones. Espero volver a referirme, en otra oportunidad, a esta materia que merece detenida consideración, especialmente en el aspecto global del financiamiento de la educación nacional.
No es la relativa a los recursos la menor de las consideraciones que ha producido general acuerdo para plantear la formación de un Consejo Nacional de Educación Superior. Ese organismo deberá abordar dándoles la importancia que se merecen, el estudio y planificación de la educación superior desde el punto de vista de los recursos humanos del país.
En tal forma y por medio de una adecuada programación de la enseñanza general, combinada con una conveniente orientación y selección, con un eficiente servicio de información y colocación, todo coordinado con un plan de desarrollo económico orientado hacia una mayor productividad, efectivamente adaptado a las limitaciones de los mismos recursos humanos, se obtendrá un equilibrio entre las necesidades y las posibilidades de formación de los profesionales de cualquier nivel y especialidad.
Señor Presidente, he dejado planteado un esbozo de las relaciones entre Universidad y Desarrollo, como tema "lateral", pero absolutamente conectado con el proyecto que nos preocupa. Al hacerlo, no puedo sino agregar una consideración doctrinaria: un miembro del Partido Demócrata Cristiano debe enfocar tales relaciones sin perder de vista lo que nosotros llamamos "la espiritualidad del desarrollo", especialmente si se conecta la Universidad a este proceso.
Universidad quiere decir universo. Valgan a este respecto las consideraciones de un eminente ideólogo que conduce todo el movimiento de nuestra época. Teilhard de Chardin dice que resulta maravilloso, considerando la grandeza del universo, mirar cómo las algas, seres vegetales muy primarios, pueden resumir en su sencilla pero tremenda complejidad molecular todas las vibraciones de los océanos. Hace algunas consideraciones respecto de la complejidad del universo, fijándose exclusivamente en la aparente sencillez del producto del colmenar de las abejas, y culmina sus reflexiones sobre esta maravilla del universo enfocando la complejidad del hombre. Dice que toda la complejidad del universo viene a resumirse en esa maravillosa realidad que es el ser humano.
Al terminar estas observaciones sobre Universidad y Desarrollo, y pensando que Universidad Universo Hombre son realidades extraordinariamente dependientes unas de otras, no puedo sino decir que mi intervención aun cuando se relaciona sólo con algunos aspectos de la enseñanza universitaria, como es la supresión del bachillerato ha pretendido dar un enfoque más amplio del problema, a fin de que sirva de cabeza de proceso al debate, ya nacional, que se ha originado, como decía en un comienzo, en esta Corporación. Y esa discusión impostergable se refiere a la trascendencia de la reforma educacional.
He dicho.
El señor SIVORI (Vicepresidente).-
En el tiempo del Comité Democrático Nacional, tiene la palabra el Honorable señor Jorge Aravena.
El señor SEPULVEDA (don Francisco).-
Estábamos inscritos antes, señor Presidente.
El señor SIVORI (Vicepresidente).-
Excúseme Honorable Diputado. Su Señoría está inscrito a continuación.
El señor ARAVENA (don Jorge).-
Señor Presidente, pocas veces hemos estado en presencia de un proyecto de ley sobre el cual exista tal uniformidad de criterios de parte de los interesados y de las autoridades a quienes compete el problema, como en el caso de esta moción sometida a la consideración de la Cámara por mi estimado amigo, el Honorable señor Luis Pareto González.
Se trata de la supresión del bachillerato como requisito de ingreso a las Escuelas Universitarias dependientes de la Universidad de Chile, de la Universidad Técnica del Estado y de las Universidades reconocidas por el Estado.
La educación es uno de los procesos del desarrollo de los pueblos que, sin duda, debe mantenerse en la vanguardia de su evolución. El estancamiento de los sistemas pedagógicos puede acarrear, como grave consecuencia, la inadaptación de la juventud a los medios de vida de la era moderna.
El bachillerato en nuestro país nos ha demostrado, fehacientemente, no sólo su inoperancia, sino, lo que es más grave, está ocasionando la frustración de una gran cantidad de jóvenes que, a pesar de contar con excelentes aptitudes para emprender una profesión útil para el desarrollo de sus vidas y de la comunidad, quedan detenidos ante una prueba a la cual llegaron obligados por un sistema educacional instaurado en otra época, en que los estudios universitarios constituían un privilegio de ciertos y determinados grupos sociales.
Los avances del mundo moderno están sustentados, básicamente, en una adecuada capacitación educacional de la juventud. Por lo tanto, mantener un sistema retrasado en esta materia significa una grave responsabilidad frente al porvenir de las futuras generaciones. En consecuencia, la iniciativa de encarar la abolición de la prueba del bachillerato para ingresar a las Universidades, me parece que es el fruto de un pensamiento visionario, que la juventud debe recoger, pues constituye una elocuente demostración de que tanto el Parlamento como el Ejecutivo no olvidan sus deberes hacia ella. Por lo demás, mediante esta iniciativa, que nos asiste el convencimiento de que será aprobada, se inicia una transformación profunda de nuestro retrasado sistema educacional.
El conocido catedrático y ensayista José Domingo de Arana, nos dice en una de sus obras: "La juventud y sus problemas y los problemas que con su desarrollo plantean los jóvenes a los adultos, son temas permanentes de toda sociedad, primitiva o civilizada, transmitidos de generación en generación, sin solución de continuidad."
Esta clara definición me permite expresar que el proyecto presentado por el Honorable señor Pareto está íntimamente ligado con la idea de que no pueden mantenerse estáticos los problemas relacionados con la juventud, y entre ellos el de mayor importancia, esto es, su educación.
El señor Ministro de Educación Pública, don Juan Gómez Millas, en sesión del miércoles 15 de diciembre recién pasado, hizo, en esta Honorable Cámara, una amplia y fundamentada exposición sobre los alcances de las reformas que sobre educación sustenta el Gobierno. Sería largo repetir esas expresiones. Pero el nuevo sistema de educación propuesto constituye un todo orgánico, como lo saben mis Honorables colegas.
De manera que, basado en las expresiones de este reconocido educador, y ex Rector de la Universidad de Chile, nuestro partido tiene el convencimiento de que asistimos al estudio de un proyecto de ley de toda justicia.
Por estas razones, anuncio los votos favorables de los parlamentarios de estos bancos al proyecto en discusión.
Señor Presidente, he concedido una interrupción al Honorable señor RuizEsquide.
El señor SIVORI (Vicepresidente).-
Con la venia de Su Señoría, tiene la palabra el Honorable señor RuizEsquide.
El señor RIOSECO.-
¿Honorable Diputado, me permite una interrupción a continuación de la que ha concedido al Honorable señor RuizEsquide?
El señor ARAVENA (don Jorge).-
Voy a conceder dos más, Honorable colega
El señor RUIZ-ESQUIDE.-
¿Cuántos minutos restan al Comité Democrático Nacional, señor Presidente?
El señor SIVORI (Vicepresidente).-
Le quedan quince minutos, Honorable Diputado.
El señor RUIZ-ESQUIDE.-
Señor Presidente, la supresión del bachillerato y la derogación de los artículos 43 y 75 del decreto con fuerza de ley Nº 280, de mayo de 1931, corresponden a un sentido afán por perfeccionar el sistema de selección para la enseñanza superior. De ninguna manera y esto se ha repetido con insistencia la eliminación de esa prueba va a solucionar de raíz el conflicto de dar cabida a todos los licenciados secundarios en las carreras superiores de su elección.
El señor PHILLIPS.-
¿Cómo así?
El señor RUIZ-ESQUIDE.-
Dije que no resuelve el problema relacionado con la admisión de los estudiantes en las carreras universitarias.
El señor PHILLIPS.-
Dijo que no va a solucionar de raíz el problema.
El señor RUIZ-ESQUIDE.-
¿ Si me permite, Honorable colega?
El señor SIVORI (Vicepresidente).-
Ruego a los señores Diputados evitar los diálogos y dirigirse a la Mesa.
El señor RUIZ-ESQUIDE.-
Muy bien, señor Presidente.
Decía que, eliminado el bachillerato, la Universidad recibe, desde hoy mismo, una gran responsabilidad: la de satisfacer las demandas de un contingente cada vez mayor de juventudes ansiosas de superarse. Por ello, deseo, en esta oportunidad, señalar algunos conceptos generales sobre la misión de la educación superior en Chile y, en especial, referirme a la Universidad de Concepción, plantel en el que formé parte de su cuerpo docente, en la provincia a la cual represento en esta Cámara.
La preocupación por esta materia, tanto del Ministro de Educación Pública por la enseñanza superior, como del Rector de la Universidad de Chile y de la Federación de Estudiantes de la misma Universidad, ha puesto en evidencia las grandes fallas y perspectivas de las Casas de estudios chilenos. Se ha dicho que la educación superior está estagnada, porque no hay un incremento violento de nuevas plazas para mayor número de estudiantes por año. Se le ha criticado una falta de diversificación liada áreas nuevas del saber, y un apego cada vez mayor a las disciplinas tradicionales. En fin, se ha señalado que todo es producto de una ausencia de planificación, coordinación y presupuesto, y que es a este nivel donde deben buscarse las soluciones al conflicto
La unánime respuesta que se le pide al Gobierno es que otorgue un presupuesto cada vez mayor, a todas las universidades, sean estatales o particulares. Es natural que así sea. Pero también es propio que el Gobierno, al acordar mayores recursos a los planteles, les señale taxativamente cuáles son las prioridades profesionales que necesita el país, para atender a su crecimiento económico y social.
Se trata, en suma, de aprobar presupuestos y otorgar subvenciones, no con la rutina hasta aquí acostumbrada, sino teniendo como antecedente que América Latina afianza cada día más su tendencia a la integración, y que nuestra sociedad en desarrollo debe prepararse para atender con prontitud tanto ese anhelo común de todos los pueblos, como el propio reto del país, que crece y busca nuevos horizontes.
Los criterios que he señalado corresponden al sentir de las grandes mayorías y acaban de ser ratificados por la reunión de Expertos sobre Enseñanza Superior y Desarrollo en América Latina, celebrada en San José de Costa Rica del 15 al 24 de marzo pasado. Bajo el patrocinio de la UNESCO y del Banco Interamericano de Desarrollo, esta reunión ha acordado que las Universidades deben tender a concentrar su acción en ciertas áreas, en forma tal, que actúen como polos de desarrollo en las materias elegidas.
Lo anterior significa que, en vez de duplicar o multiplicar los esfuerzos docentes e investigativos en cada área de gran población en el país, es preciso convenir con las Universidades, con el Consejo de Rectores y con el Gobierno, la forma de impulsar determinadas disciplinas en planteles bien precisos, y ayudar con los mayores capitales a la expansión de estas áreas pilotos o "polos de desarrollo regionales"
Es natural que, si se piensa en un plan como el señalado, todo presupuesto se haría escaso. Pero mayor es el problema que hay que vencer aún, con un principio muy vapuleado el de la autonomía universitaria y que puede servir de freno al espíritu de servicio con que el Gobierno quiere actuar frente a las Universidades particulares.
Una de las Universidades particulares del país que recibe mayor número de estudiantes en primer año es la de Concepción. A pesar de haber obtenido, hace poco tiempo, un préstamo del Banco Interamericano de Desarrollo por 1.200.000 dólares para su desarrollo, y de aportar el Estado más del 70% de su presupuesto anual, la Universidad está limitada a seguir entregando las mismas promociones de egresados, a no ser que se modifiquen radicalmente sus tareas docentes e investigativas.
Hace más de un lustro, la UNESCO preparó y aprobó un proyecto de reforma docenteadministrativa para este plantel, y hace un año se inició un nuevo plan continuación del anterior destinado a dar mayor información cultural y orientación profesional a los nuevos alumnos. Junto a ello, la Universidad ha desarrollado, con bastante éxito, el estudio de la biología, química y física del mar chileno, participando como única representante en torneos científicos de este tipo y en expediciones oceanógraficas relativas al tema. Su prestigio está avalado por el trabajo de profesores, investigadores y alumnos dedicados exclusivamente al estudio del océano, de sus riquezas y sus posibilidades para el futuro del país. Tales estudios son realizados en el Instituto Central de Biología, el que podría contar con la cooperación del Instituto Tenológico, del Departamento de Bromatología, del Instituto de Química y de otras reparticiones, para una total atención a todo lo que hay por hacer cuando se inicia el estudio de las aguas oceánicas
Pensando sólo en este reducido aspecto, sin restar a otras áreas sus posibilidades de expansión integral, estimo que éste puede ser uno de los "polos de desarrollo" con que podría iniciarse la nueva estructura universitaria que se procura, en el ámbito de la región geoeconómica del BíoBío. A este respecto, la Universidad Austral de Valdivia ya hizo algo similar cuando se creó su Instituto de Arquitectura, destinado a la investigación de los problemas de la vivienda en la zona sur. ¿Por qué no podemos adelantar aquí que las Universidades de Concepción y de Valdivia, pueden convertirse pronto, por ejemplo, en los focos más importantes del estudio forestal, botánico, fitopatológico y agrario del país?
Para fomentar esta necesaria polarización disciplinaria, debe entregar su aporte el Estado. Sin embargo, las estructuras universitarias muchas veces se muestran reacias a recibir esta "imposición" estatal, haciendo valer su autonomía.
Respecto de esta materia, la Conferencia de Educación de Costa Rica ha declarado que "la autonomía no puede estar reñida con el interés nacional y que hay que considerarla en una dimensión social y no estrechamente institucional". Agrega que siendo la autonomía un derecho de las Universidades, bien podrían, en uso de este mismo, orientarla en un sentido colectivo, cuya aplicación se garantizará por el Consejo de Rectores".
El término autonomía, usado por primera vez por Kant, expresa en su sentido prístino el principio de que la razón moral, o conciencia, no puede reconocer como valedera ninguna ley que, en lugar de asentarse en la propia razón moral, venga impuesta por móviles externos y esté sometida por el estímulo de motivos no morales o interesados. Lo contrario sería le heteronomía, es decir, la ley o mandato impuesto por una autoridad extraña.
El término fue luego adoptado por la jerarquía universitaria para justificar programas propios, títulos profesionales sin otro tutelaje que sus requisitos internos, nombramiento de personal a su mejor agrado, etcétera. Pero esta situación global de independencia, de isla frente a los problemas de la sociedad, conduce a la Universidad, de la autonomía a la autarquía, o sea, a la condición o calidad de quien no necesita de otro para su propia subsistencia.
Creemos sinceramente que, tanto en el campo económico como en el cultural o científico, ninguna Universidad del mundo, ni menos las chilenas, están en condiciones de seguir esta variante. Muy por el contrario, los planteles fiscales y, en especial, los particulares, deben estudiar las prioridades de su desarrollo interdisciplinario, de acuerdo con lo que su propia visión y la del Estado señalan como urgentes para atender la explosión demográfica e industrial de Chile.
La planificación a nivel universitario no puede estar reñida con la autonomía. Planificación y autonomía son conceptos que se complementan, toda vez que tiendan o coadyuven a un servicio comunitario sin concular la libertad propia de cada instituto superior de estudios.
Es en este aspecto en el que quiero insistir, porque hay directivos universitarios que piensan apegados, por épocas, al Estado Docente y luego a la libertad de enseñanza que aceptar una imposición tal de! Gobierno, significa, lisa y llanamente, vulnerar el principio de la autonomía universitaria. ¡Craso error! Nosotros defendemos a ultranza la autonomía universitaria, pero la supeditamos al supremo deber del Estado, en la medida que el bien común lo establezca. Y cuando se trata de asegurar un desarrollo armónico de la investigación científica, de una expansión efectiva, en calidad y cantidad, de las matrículas, y de nuevas disciplinas que se abren al estudio en servicio de la sociedad, entonces estaremos siempre sustentando este criterio de un beneficio económico dirigido y controlado de acuerdo con las posibilidades de cada Universidad.
En forma paralela, las Universidades deben tender a buscar un financiamiento propio que les permita solventar, en el futuro, sus particulares presupuestos, tanto en lo docenteadministrativo como en la expansión e investigación.
He querido señalar ante esta Honorable Cámara, que con tanta dedicación ha estudiado siempre los problemas educacionales, algunos criterios básicos en torno al desarrollo futuro de nuestras Universidades. Es hora de que, para lograr una colaboración efectiva de parte de los claustros de estudios, se rompan prejuicios mal fundados y se asegure una acción común que el Gobierno está decidido a intensificar, al único precio de obtener el respaldo profesional que Chile requiere para acrecentar su desarrollo.
He dicho.
El señor SIVORI (Vicepresidente).-
Puede continuar el Honorable señor Aravena.
El señor ARAVENA (don Jorge).-
Señor Presidente, he concedido una interrupción al Honorable señor Valenzuela, don Ricardo.
El señor SIVORI (Vicepresidente).-
Con la venia de Su Señoría, tiene la palabra el Honorable señor Valenzuela, don Ricardo.
El señor VALENZUELA (don Ricardo).
Señor Presidente, los Diputados de la Democracia Cristiana reconocemos que en este período que vive nuestro país en materia educacional, la prueba de bachillerato no corresponde al avance pedagógico moderno. El sistema de evaluación que permita a la juventud seguir estudios superiores debe ser concordante no sólo con el progreso de la ciencia pedagógica y psicológica, sino de otras ciencias afines, que son las que indican, por decirlo así, lo que podríamos llamar el canal de desarrollo de cada individualidad en relación con su perfeccionamiento cultural.
El fondo del problema no incide en que el bachillerato adolezca de irregularidades o presente dificultades para algunos jóvenes, sino en que, como lo ha planteado el Honorable señor Vicente Sota ante la conciencia nacional se trata de una prueba que no resiste el análisis de la ciencia pedagógica moderna.
Me complazco en declarar que el proyecto en debate fue aprobado por la unanimidad de los integrantes de la Comisión de Educación Pública de la Cámara, que tengo la honra de presidir; y en dejar claramente establecido que el aspecto doctrinariofilosófico de él lo entregamos al Ministerio de Educación Pública, para que, con informe del Consejo Nacional de Educación, establezca los sistemas de evaluación al final de los diversos ciclos que contemplan los planes de estudio de la educación general común, secundaria humanísticocientífica y técnicoprofesional, a medida que la nueva estructura se ponga en vigencia.
Con estas pocas palabras destaco el fondo de la cuestión planteada y discutida ante la conciencia nacional, discusión que, como lo hemos podido comprobar con inmensa satisfacción, ha provocado una significativa unanimidad de criterios en todos los sectores del país: en el magisterio, en las Universidades, en el Ministerio de Educación Pública y en el Parlamento.
Eso es todo.
El señor SIVORI (Vicepresidente).-
Ofrezco la palabra al Comité Democrático Nacional.
El señor ARAVENA (don Jorge).-
¿Cuántos minutos quedan, señor Presidente?
El señor SIVORI (Vicepresidente).-
Un minuto, señor Diputado.
El señor ARAVENA (don Jorge).-
Concedo una interrupción a la Honorable señora Retamal.
El señor SIVORI (Vicepresidente).-
Con la venia de Su Señoría, tiene la palabra la Honorable señora Retamal.
La señora RETAMAL.-
Señor Presidente, el estudio de este importante proyecto de ley, que suprime el bachillerato, significa que estamos en presencia de la trayectoria que conduce a la reforma integral de nuestro sistema educacional.
Como maestra, tengo la experiencia de que los exámenes anuales igual que la prueba de bachillerato, no miden conocimientos. Es probable que algún día estudiemos un proyecto para suprimir también los exámenes finales, de preparatorias y de la enseñanza secundaria, porque los maestros, saben cuáles son los alumnos que han estudiado durante el año y no sólo poco días antes de los exámenes, en los cuales muchas veces salen bien alumnos que sólo a última hora se han preocupado de sus estudios.
Gracias, señor Presidente.
El señor SIVORI (Vicepresidente).-
Ha terminado el tiempo del Comité Democrático Nacional.
En el tiempo del Comité Socialista, está inscrito el Honorable señor Francisco Sepúlveda.
Tiene la palabra Su Señoría.
El señor SEPULVEDA (don Francisco).-
- Señor Presidente, los Diputados de estos bancos celebramos la iniciativa del Honorable señor Pareto que, unida a indicaciones del Ejecutivo, forma el proyecto de ley en debate por el cual se deroga el bachillerato.
Los socialistas estimamos que esta prueba, tal como está establecida, es una de las tantas cortapisas que el sistema capitalista ha ideado para entrabar el ingreso de la juventud proletaria a la Universidad.
Se ha visto, en la práctica, que el éxito en el bachillerato tenía mucho que ver con la alcurnia y la situación económica de los postulantes.
En efecto, los padres debían incurrir en ingentes gastos para presentar a sus hijos a esta prueba. Y mucho más oneroso resultaba para los que residían en localidades distintas de las sedes de bachillerato o para los que tenían que recurrir a las academias o colegios que se dedicaban a preparar a los jóvenes para estos exámenes; establecimientos que se habían convertido en una de las industrias más prósperas del país, y cuyos dudosos manejos investiga en estos momentos la Comisión de Educación Pública de la Cámara.
Fuera de esto, es totalmente antipedagógico la acumulación de tres pruebas en un período sumamente breve: la licenciatura, el bachillerato y el examen de admisión a la Universidad.
Esta jornada es especialmente fatigosa y difícil de cumplir para los estudiantes de condiciones económicas modestas, por su estado fisiológico precario y por el ambiente social en que viven, muchas veces inadecuado a un proceso de concentración intelectual y de estudios intensivos.
Muchos jóvenes que pudieron ser buenos profesionales o técnicos eficientes; que realizaron estudios secundarios con gran esfuerzo y sacrificio; que obligaron a sus padres a realizar desembolsos económicos muchas veces superiores a sus fuerzas, buscan hoy desesperadamente el amparo político para encontrar trabajo y mitigar su frustración en un empleo que no les ofrece aliciente ni porvenir alguno.
Nuestras Universidades se ven obligadas a contreñir su matrícula a la capacidad de sus medios materiales.
Hablan varios señores Diputados a la vez.
El señor SEPULVEDA (don Francisco).-
Señor Presidente, no deseo ser interrumpido en mi intervención.
El señor SIVORI (Vicepresidente).-
Honorables señores Diputados, ruego a Sus Señorías guardar silencio.
Puede continuar Su Señoría.
El señor SEPULVEDA (don Francisco).-
Si bien es cierto que es laudable el esfuerzo de las Universidades por extender los beneficios de la enseñanza a través de los centros universitarios regionales y de los cursos de temporada, sin embargo debemos comprobar que, año a año, son miles los jóvenes que quedan fuera de las aulas por razones de insuficiencia o limitaciones materiales, serio problema, que alguna vez el Gobierno, consciente de sus obligaciones, deberá resolver.
El Estado debe abrir las puertas de las Universidades no sólo para satisfacer la demanda de matrícula, sino también porque en Chile faltan médicos, ingenieros, profesores, enfermeras; en general, profesionales y técnicos universitarios que impulsen industrias y mejoren servicios de nuestro país.
Las Universidades de países europeos que hemos tenido la oportunidad de conocer estimulan a la juventud por medio de la promoción automática y la concesión de estipendios que les permitan realizar estudios superiores sin preocupaciones. En cambio, las Universidades de nuestro país obligan a los estudiantes a pagar fuertes...
Hablan varios señores Diputados a la vez.
El señor SIVORI (Vicepresidente).-
Honorables señores Diputados, ruego a Sus Señorías guardar silencio.
El señor SEPULVEDA (don Francisco).-
... derechos de matrícula y a incurrir en onerosos gastos que limitan las posibilidades de estudio de nuestra juventud.
Hablan varían señores Diputados a m vez.
El señor PALESTRO.-
¿Por qué no van a conversar al museo?
El señor SEPULVEDA (don Francisco).-
Parece un aquelarre de "momios".
El señor SIVORI (Vicepresidente).-
Honorables señores Diputados, ruego a Sus Señorías guardar silencio.
Puede continuar el Honorable señor Sepúlveda.
El señor SEPULVEDA (don Francisco).-
La supresión del bachillerato es naturalmente un paso para facilitar el acceso a los estudios superiores de nuestros educandos, pero no resuelve el problema de la falta de matrícula en las Universidades.
Por eso, hay que estudiar la manera de ampliar la capacidad de matrícula, creando nuevas escuelas universitarias o estableciendo un sistema de asistencia alternada, a fin de que una mayor cantidad de alumnos pueda aprovechar las instalaciones y recursos actuales.
Por último, si faltaran fondos para impulsar la enseñanza universitaria, se podría echar mano de las cuantiosas sumas de dinero que hoy se gastan en la contratación de expertos, coordinadores y asesores para el Ministerio de Educación Pública, que está convertido, por obra y gracia del Subsecretario de esa Cartera, al igual que otras reparticiones públicas, como el Instituto de Desarrollo Agropecuario, en hijuela pagadora de servicios electorales.
Hablan varios señores Diputados a la vez.
El señor SEPULVEDA (don Francisco).-
Termino, señor Presidente, manifestando que el Partido Socialista votará favorablemente este proyecto de ley y concurrirá con sus votos a la aprobación de cualquiera iniciativa que haga posible la extensión de nuestra enseñanza universitaria.
Concedo una interrupción al Honorable señor Palestro.
El señor SIVORI (Vicepresidente).-
Con la venia de Su Señoría, tiene la palabra el Honorable señor Palestro.
El señor PALESTRO.-
Señor Presidente, como lo ha expresado el Honorable colega y camarada señor Francisco Sepúlveda, los Diputados socialistas aprobaremos gustosos esta iniciativa legal. Estamos totalmente de acuerdo en que la juventud estudiantil, los muchachos que cursan satisfactoriamente las humanidades no pueden dejar expuesto su destino y el de sus familias, que han hecho ingentes esfuerzos económicos para darles educación, a la suerte de una prueba.
Esta anacrónica prueba del bachillerato ya no sirve para medir los conocimientos de los licenciados en humanidades. Es preciso abrir las Universidades y escuelas de enseñanza superior a todos los sectores, para satisfacer la demanda de matrícula de la juventud proletaria y de la clase media y también, la de la clase alta, generalmente privilegiada, porque tiene mayores posibilidades de cursar las carreras más largas y costosa de la Universidad.
Consideramos que la supresión del bachillerato traerá aparejada una serie de problemas, especialmente por el aumento de la demanda de matrícula.
Con el propósito de remediar en parte esta situación, hemos presentado una indicación, que esperamos acojan los Honorables colegas, en el sentido de que el Ministerio de Hacienda destine los fondos indispensables para la creación de un colegio regional universitario en el departamento Pedro Aguirre Cerda, con asiento en la comuna de San Miguel.
Los propios técnicos y directivos de la Universidad de Chile están de acuerdo en abrir las puertas de ese plantel educacional a todos los sectores, a fin de atender a la demanda de matrícula. Por eso es indispensable, especialmente en el gran Santiago, ir a la creación de colegios regionales, para cuyo establecimiento en algunas provincias hemos dado gustosos nuestros votos favorables en otras oportunidades. La experiencia ha demostrado que estos colegios dan excelentes resultados, al permitir a los jóvenes de la clase obrera y media, seguir carreras cortas, de uno o dos años, que les posibilite para ganarse la vida en algo que esté más de acuerdo con su vocación y capacidad.
La supresión del bachillerato, iniciativa sobre la cual ha informado el Honorable colega señor Pareto, tiende justamente a evitar que nuestra juventud, después de cursar sus humanidades, obtener su licencia secundaria y rendir satisfactoriamente el bachillerato, se quede con el cartón que lo acredite como bachiller, frustrando sus esperanzas y su porvenir. Las autoridades de la Universidad de Chile han manifestado la conveniencia de que el Gobierno y el Parlamento se preocupen de esta situación, ya que, como digo, creemos que la derogación del ¡bachillerato traerá como consecuencia una mayor demanda de matrícula en los centros de enseñanza superior.
¿Cuál es la solución? Los que representamos a los sectores populares y más densos de la provincia de Santiago, y de Chile, como el Tercer Distrito y, en forma muy especial, las comunas que se han poblado con mayor vigor en los últimos años, como San Miguel, Cisterna y La Granja, estimamos necesario crear, con urgencia, colegios regionales en estas zonas. La Universidad de Chile está de acuerdo en crear un colegio regional en San Miguel, que servirá a la juventud del sector sur de la provincia de Santiago.
En estos instantes que incluso se puede contar con la colaboración económica del Municipio popular de San Miguel, con el objeto de que el Gobierno, junto con la Universidad de Chile, pueda materializar esta aspiración de la juventud de ese sector tan densamente poblado de la provincia de Santiago, que ha terminado sus humanidades y rendido su bachillerato.
Por eso, solicito a los Honorables colegas, ahora que se está discutiendo esta materia con un criterio amplio y marginado de todo sectarismo, que cooperen en la búsqueda de una solución a este problema, hasta aquí insoluble, que se le presenta a la falange de jóvenes de nuestra patria que han visto cortadas totalmente sus expectativas y se sienten obligados a marchar sin destino. Su juventud está siendo destrozada, no por falta de capacidad, inteligencia o vocación, sino porque el Estado no les da posibilidades ni les abre las puertas para que puedan desenvolverse y desarrollarse plenamente. Por esta razón, pido el apoyo de la Cámara a esta iniciativa, que cuenta con la anuencia de las autoridades de la Universidad de Chile. Espero que, dado el espíritu con que se ha estado debatiendo este proyecto, ella reciba la aprobación de la Honorable Corporación, abriéndole de este modo un nuevo cauce a esa juventud obrera o de clase media.
Termino reiterando el apoyo de los Diputados de estos bancos al proyecto que suprime el bachillerato, porque lo estimamos justo y va a solucionar serios problemas. Sobre todo, va a abrir nuevos caminos a las futuras generaciones, para que entreguen sus capacidades al desarrollo de nuestro país.
El tiempo que resta lo reservamos...
El señor SIVORI (Vicepresidente).-
Honorable señor Diputado, debe hacerle presente que los Comités no pueden reservar tiempo para la discusión particular, salvo que la Cámara así lo acuerde, ya que ese punto no estaba contemplado en los acuerdos anteriores.
El señor PALESTRO.-
¿Cuánto tiempo nos queda?
El señor SIVORI (Vicepresidente).-
Siete minutos, señor Diputado.
El señor PHILLIPS.-
¿Por qué no se puede reservar, señor Presidente?
El señor SIVORI (Vicepresidente).-
Solicito el asentimiento unánime de la Honorable Cámara, con el objeto de que el Comité Socialista pueda reservar el resto de su tiempo para la discusión particular del proyecto.
El señor VALENZUELA VALDERRAMA (don Héctor).-
No hay problema alguno para que el Honorable colega pueda seguir más adelante iluminándonos con sus luces.
El señor PALESTRO .-
¡Me ha dado su bendición el "Padre", señor Presidente!
El señor SIVORI (Vicepresidente).-
Acordado.
En el tiempo del Comité del Partido Comunista se encuentra inscrito el Honorable señor Godoy Urrutia.
Tiene la palabra Su Señoría.
El señor GODOY URRUTIA.-
Señor Presidente, esta sesión da la impresión de hallarnos en un funeral, porque se está sepultando una institución que ya estaba decrépita y fracasada.
Da la impresión de un sepelio en que casi todas las intervenciones están despidiendo los restos de un organismo desintegrado, que no tiene razón de ser. Es justo, entonces, que cada uno de los partidos representados en la Cámara y aquellos a quienes se nos ha confiado la tarea de expresar la opinión de ellos nos veamos obligados a tomar una de las manillas del ataúd donde va ya depositado el organismo llamado bachillerato, para participar en las exequias.
Señor Presidente, con motivo de la discusión del proyecto que elimina el Bachillerato en nuestro país, se han vertido opiniones también acerca de algunos problemas de carácter educacional, que tienen atinencia con él.
Los comunistas pensamos que alrededor de la supresión del bachillerato se han cifrado más ilusiones y esperanzas de las que efectivamente corresponden. ¿Es que su supresión va a abrir, en realidad, mayores oportunidades a la juventud que hasta ahora viene quedando marginada de la educación superior? Creemos que mientras las Universidades comenzando por las del Estado, que generosa y pródigamente sostiene las particulares, cuando no es capaz de mantener el crecimiento de la propia, no dispongan de mayores recursos para satisfacer las demandas de las nuevas promociones, difícilmente podrá resolverse el problema que representa esta presión que ejercen miles de jóvenes adolescentes, la flor de una sociedad, en la cual se depositan siempre las mejores esperanzas. Sin ese requisito, éstos no podrán incorporarse a la Universidad la cual, por uno u otro capítulo, van a mantener sus puertas cerradas, porque ni siquiera tiene capacidad física para aceptar a todos los estudiantes que el propio Estado ha habilitado y a quienes les ha dado teóricamente el derecho de ingresar a la educación superior.
Nosotros apoyamos toda medida que tienda a eliminar las obstrucciones que encuentre en su camino el progreso, sea éste de carácter material, intelectual o técnico.
En ese sentido, creemos que el bachillerato ha contribuido a privar también a jóvenes de extracción modesta por falta de recursos, por falta de medios para capacitarse especialmente, como han tenido que hacerlo muchos antes de rendir esa prueba, del derecho de acceso a los estudios superiores de nuestra educación y de nuestra cultura.
Los comunistas tenemos, según me parece, alguna autoridad, todo lo modesta que se quiera, por la extracción social del partido al cual pertenecemos y por la composición misma de nuestro grupo parlamentario, donde hay obreros que apenas han tenido acceso a los primeros cursos de una escuela primaria, donde hay muchos otros que tampoco pudieron ingresar a una escuela universitaria, para enfocar este problema sin aislarlo del problema general de la educación, ni mucho menos del problema social de nuestro país.
La educación, la cultura y todo lo que tenga que ver con el arte y con el espíritu, son fenómenos de superestructura que reflejan, casi siempre, el carácter, la composición y la ideología de las clases dominantes.
Por eso, nuestra educación, que ha tenido el sello de la vieja oligarquía, ha impedido a ingentes masas de trabajadores, como son los campesinos, los hijos de los obreros y los hijos de las capas medias, cursar todo el proceso hasta adquirir un título universitario.
Quiero ser honrado, como acostumbramos serlo en nuestras opiniones. Este no es un problema sólo de Chile. Puede que en algunos aspectos la cuestión sea en Chile menos violenta que en otras partes. Es un problema incluso de viejos países europeos.
Quiero citar la opinión de un sociólogo francés, que intervino en la elaboración de la actual Declaración de los Derechos Humanos, la declaración de derechos universales, que hizo suya la Organización de las Naciones Unidas. Veamos qué decía él. Expresaba: "En Francia son tantas las generaciones que han vivido en una atmósfera de igualdad teórica, pero desigualdad de hecho, que la situación se ha aceptado por lo común en la práctica, debido a las condiciones normalmente agradables de la vida francesa. Por supuesto, las víctimas inmediatas de la desigualdad apenas son conscientes de ella, y si no lo son no sufren en modo alguno. Al hijo de un obrero o de un agricultor no se le ocurre que pueda llegar a ser gobernador de una colonia, director de un ministerio, embajador, almirante o inspector de hacienda. Sabrá que tales puestos existen, pero para él existen en un mundo más elevado, que no le está abierto. Casi siempre esta situación ni lo inspira ni lo amarga, ni tampoco suscita en él un deseo de reclamar un derecho o de exigir un cambio definitivo".
He leído, con vergüenza y con dolor de mi parte, esta opinión de un hombre que fue escuchado y cuyo pensamiento se solicitó para elaborar la llamada "Declaración universal de los derechos del hombre", la cual debió haber recogido todas las aspiraciones de la sociedad contemporánea, en un proceso de transformación y de crisis tan agudos como sucede en la época presente. Pero así son muchos de estos hombres que tienen responsabilidad para decidir las cosas.
Esto está también reflejado en unas palabras del filósofo francés y militante del Partido Comunista, camarada Roger Garaudy, quien, refiriéndose a lo que llamó "una enfermedad del Espíritu", presentó el siguiente cuadro de la sociedad francesa:
"Antes que nada, el método de selección para las carreras liberales está tan determinado por los intereses de clase, que deja sin cultivar la mayor parte de las riquezas intelectuales de la Nación.
"La mitad de los franceses carece de diplomas". (Allá los dan hasta en la escuela primaria). "Uno por cada cien franceses posee su título de bachiller. Y de este centésimo, se esterilizan a su vez, las tres cuartas partes en un funcionarismo mediocre. En el resto, una mitad retrocede, volviéndose fracasados y amargados. Y los que se mantienen a flote, investigadores científicos y artistas creadores, están tan mal equipados y tan mal armados, que el régimen hace de sus investigaciones científicas y de sus creaciones artísticas, una mercancía a merced de "trust" metalúrgico o farmacéutico, de un editor, de un comerciante de cuadros o de un empresario de espectáculos.
"Esta manera de reclutamiento, tan influida por las consideraciones sociales de fortuna, explica por sí misma las fluctuaciones morales de nuestros intelectuales. Separados, por este reclutamiento tan reducido, de las masas profundas del pueblo, pierden con facilidad, el sentido de la urgencia, de la responsabilidad, del compromiso. Hacen, de buena gana, del aislamiento una virtud y de la inutilidad un sello de aristocratismo y de belleza. Entusiasmarse y sentir pasión por las mismas cosas que apasionan a las masas populares, implica excluirse de la sociedad de los distinguidos y refinados. Si un artista trata problemas vitales, inmediatos, apasionantes para la Nación, sus colegas lo excomulgan: "¡Propaganda!"."
¿Acaso es distinto el cuadro que ofrece nuestro país con aquellos hombres que han tenido el privilegio de llegar a la Universidad y salir de ella con un título que los capacita para incorporarse en algún rango de nuestra sociedad? ¡No, señores Diputados! El cuadro nuestro es mucho más dramático. De cada cien niños que ingresan a la educación primaria, sólo la tercera parte la termina; y de esa tercera parte, sólo dos llegan a la Universidad. Del total de estudiantes de la Universidad de Chile, apenas el 2% son hijos de obreros o campesinos.
¿Querían decir estas cifras que los hijos de nuestro pueblo son, por naturaleza, más huérfanos de capacidad que los de otras clases, con mejores oportunidades y más medios? ¡De ninguna manera! Nuestro país ha hecho el peor negocio, durante muchos años, al perder y dejar malograrse los más esclarecidos talentos de los hijos de nuestro pueblo.
Por eso, la supresión del bachillerato, que en el fondo no significará otra cosa que aumentar la presión popular que golpeará más dura y firmemente las puertas de las escuelas universitarias, pueda ser que también nos permita ocuparnos no sólo en una reforma parcial, a manera de un parche que se pone al traje ya demasiado remendado de nuestra educación, sino en el conjunto del proceso educativo chileno.
Aquella noche que el señor Ministro de Educación Pública estuvo presente en esta sala, dijimos que, en principio, aceptamos la idea de prolongar la llamada educación básica hasta los 8 años, lo que, evidentemente, significa dar mayor base cultural a los hijos de nuestro pueblo, que son los que estudian en las escuelas primarias del Estado.
Aunque se nos dice todos los días que la Junta Nacional de Auxilio Escolar y Becas dará a muchos niños y jóvenes acceso a otras ramas de la educación, nosotros, en este orden, somos bastante escépticos. Querríamos que, a través del Ministro de Educación Pública o de quien corresponda, el Gobierno nos hiciera, de una vez por todas, una exposición sobre lo que se propone hacer en el orden educacional en su conjunto, como sistema completo.
Tenemos un peso muerto, que es el analfabetismo de niños y adultos; una alta deserción escolar; y un elevado número de repitientes, que también debe considerarse como factor negativo. En nuestros campos, hay cientos y miles de niños que carecen de toda oportunidad para educarse, por la lejanía de las escuelas, por la inclemencia del clima o polla extraordinaria pobreza de sus padres. Por eso, hace falta que conozcamos lo que se propone el Ejecutivo en materia educacional.
Mientras tanto, tal como lo hemos hecho en la Comisión, daremos nuestros votos favorables al despacho de este proyecto, conscientes de que, en el fondo, aunque no lo queramos, representará una especie de espejismo, una especie de engaño para muchos jóvenes que, al saber que será eliminado el bachillerato, pensarán que, desde ese momento, se abren para ellos, sin discriminación, sin diferencia alguna, las puertas de la Universidad. En la práctica, no sucederá así. La Universidad, dentro de su autonomía, y las escuelas universitarias, en uso de sus derechos, tendrán que establecer un proceso de selección, diríamos, mejor, de eliminación, porque, aunque nuestra educación se ha orientado, fundamentalmente, a preparar a la gente para rendir exámenes, será muy difícil que, a través de un examen, se haga una selección correcta, justa y rigurosa de quienes aspiran a tener acceso a las escuelas universitarias.
Así como nuestro camarada Volodia Teitelboim, que preside la Comisión de Educación del Senado, hizo un análisis crítico, constructivo, del estado de nuestra educación y de sus perspectivas de desarrollo, esta tarde hemos querido exponer nuestro pensamiento en esta Cámara, sin repetir estadísticas o punto de vistas ya conocidos...
El señor SIVORI (Vicepresidente).-
¿Me permite, Honorable Diputado? Ha terminado el tiempo del Comité Comunista.
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