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- rdf:value = " La señora AGUILERA.-
Señor Presidente, no quisiera dejar pasar esta oportunidad sin decir algunas breves palabras sobre el proyecto de reforma agraria. Los que somos hijos de auténticos campesinos, los que hemos vivido una parte de nuestra vida en el campo, por lo menos hasta la edad de 13 ó 14 años, hemos sido testigos de muchas injusticias cometidas con los campesinos.
-Hablan varios señores Diputados a la vez.
La señora AGUILERA.-
Como un colega hace un gesto como dudando de que somos campesinos, yo creo necesario decir algo más. No tan sólo somos hijos de campesinos, sino también trabajamos varios años en el medio rural. Una vez que terminamos nuestros estudios en el liceo, fuimos a trabajar al pueblo de Trinidad, en Marchigüe, lugar en el cual no se podía transitar durante todo el invierno, porque no existían caminos apropiados ni siquiera para el paso de caballos. Allí vivía un grupo de campesinos que muchas veces no tenía siquiera para comer. Y allí empezó una de nuestras primeras misiones, cuando éramos profesores en una pequeña escuela y vimos la explotación que hacían los dueños de fundos de esa zona con sus trabajadores.
Recuerdo que una de las primeras cosas que hice fue realizar una encuesta para saber cuánto ganaban los trabajadores. Me acuerdo muy nítidamente de que en esa época, el año 1955, cuando el salario obrero fluctuaba entre 50 y 100 pesos diarios, a esos trabajadores se les pagaban 5 pesos. ¡Cinco pesos! Además, se les daba como regalía 1 ó 11/2 cuadras de terreno de ínfima calidad, ya que en ellos no crecía casi ni el pasto para animales. ¿Y qué pasaba con esa gente? Que cada día se los obligaba a trabajar más y se les pagaba menos.
Por eso, creo que allí nosotros hicimos una verdadera revolución, porque lo primero que pedimos a esos trabajadores campesinos fue exigir de sus patrones el pago de mejores salarios. ¿Qué pasó? Se nos acusó de "profesores comunistas". Ante esa acusación, ya dije una frase que todavía recuerdo. Expresé que no creía que fuera comunista el profesor o la persona que predicara el pago justo al obrero, sobre todo cuando éste tiene hambre, o tiene el estómago vacío; y esto porque, como dijo Santo Tomás de Aquino, es necesario tener un poco de bienestar para, después, dedicarse a lo espiritual.
Por eso, cuando hemos visto las injusticias que se cometen a diario en los campos, tanto en ese pueblo como en otros, tenemos que apreciar las ventajas de este proyecto.
Nos tocó observar después el mismo problema, durante nuestro desempeño como profesores de una escuela de Valdivia de Paine. Allí la explotación era abismante. Incluso nos correspondió comprobar muchos casos de robo de la asignación familiar por parte de los patrones.
En esa región también nos calificaron de comunistas, porque los señores conservadores, dueños de fundos, parecían ignorar el verdadero mensaje de la Democracia Cristiana, que es velar por la justicia social.
-Hablan varios señores Diputados a la vez.
La señora AGUILERA.-
Por eso, cuando levantamos nuestras voces como mujeres netamente campesinas, porque todos nuestros familiares trabajan en el campo, no podemos hacer otra cosa sino expresarle al actual Gobierno que siga adelante con este proyecto. Y también se lo decimos a aquellos partidos que están con nosotros, los cuales, seguramente, discrepan de nuestra opinión en algunos artículos. Ya vimos como, al aprobarse en general este proyecto de ley, se produjo un gran aplauso y muchos ¡Viva Chile!
¿Por qué pensamos así? Porque quienes hemos acostumbrado a vivir con la gente modesta, estamos seguros de que esta iniciativa va a levantar el "standard" de vida de los campesinos, ya que, como alguien decía, no se trata ahora tan sólo de repartir terrenos. Estamos confiados en que mediante el proyecto en estudio, que pronto será ley si el Honorable Senado lo despacha en forma rápida, veremos cómo no tan sólo se reparte tierra, sino que, tal cual se señala en su texto, los campesinos gozarán de créditos, ayuda técnica, semillas y maquinarias, con el fin de mejorar la situación de aquellos hombres que, hasta ayer, levantaban el arado y trabajaban de sol a sol, mal remunerados y con sus hijos desnutridos.
¿Quién no sabe que en el campo los hijos de los campesinos ni siquiera comen huevos, porque, debido a los bajos salarios de sus padres, las madres se ven obligadas a vender los huevos para alimentar a la familia y comprar otras cosas?
¿Y qué decir de la leche? ¿Acaso los campesinos la toman? No, señor Presidente, pues para tener dinero suficiente para comprar otros alimentos, la familia campesina también reduce a plata los pocos litros de leche que produce la vaquita
a que tienen derecho a mantener como regalía en el fundo.
Por eso, estimamos que el "standard" de vida del campesino mejorará en la medida en que la reforma agraria sea despachada de una vez por todas y que los terrenos queden verdaderamente en manos del hombre que levanta la pala y maneja el arado, quien luego tendrá maquinarias y será el hombre que producirá más para su patria.
"
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