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El señor ISLA (Presidente en ejercicio).-
Entrando al objeto de la presente sesión, corresponde el primer turno al Comite Socialista.
Tiene la palabra el Honorable señor Silva Ulloa.
El señor SILVA ULLOA.-
Señor Presidente, es probable que el tiempo acordado por Cámara para cada Comité sea insuficiente para formular mis observaciones referentes a la materia que debe abordar la Sala en esta sesión. En consecuencia, antes de iniciar mi intervención, ruego al señor Presidente que recabe el asentimiento de la Cámara para que se me prorrogue el tiempo, por el que sea necesario para completar mis observaciones.
Varios señores DIPUTADOS.-
¡Para todos!
El señor ISLA (Presidente en ejercicio) .-
Si le parece a la Corporación, se prorrogará el tiempo de todos los Comités por el término que necesiten los señores Diputados que usarán de la palabra.
Acordado.
Puede continuar el Honorable señor Silva Ulloa.
El señor SILVA ULLOA.-
Señor Presidente, para abordar con profundidad la materia que debe tratar la Corporación, los Diputados socialistas creemos indispensable hacer una historia de la aprobación del artículo 14 de la ley Nº 16.521.
Debemos recordar que la dieta parlamentaria, hasta el 20 de mayo de 1965, era de sólo 125 escudos, que se complementaba con lo que se han llamado "gastos de representación" que, a esa fecha, ascendían a 1.225 escudos.
Este arbitrio permitía que los parlamentarios estuvieran exentos de la Ley de la Renta, ya que el Nº 17 del artículo 17 de ese cuerpo legal, establece que las sumas percibidas por concepto de gastos de representación, siempre que éstos estén determinados legalmente, como lo estaban y lo están los de los parlamentarios, no constituye renta. Por lo tanto, repito, los parlamentarios, hasta el 20 de mayo de
1965, no estaban sujetos a las disposiciones de la Ley de la Renta y, en consecuencia, la inmensa mayoría de ellos, salvo los que tuvieran otras entradas, no pagaban Impuesto Global Complementario.
Cuando estudiamos el proyecto que se convirtió en la ley Nº 16.250, el Ejecutivo propuso un artículo para regular la dieta parlamentaria, a contar del 21 de mayo de 1965. Según esa disposición, la dieta equivaldría al sueldo base de un Ministro de la Corte Suprema, más tres sueldos vitales para gastos de representacin.
Los parlamentarios que formábamos esta Corporación en el período legislativo anterior, estuvimos perfectamente, conscientes de que esa modificación nos perjudicaba económicamente por las razones que ya he señalado; pero la estimamos justa, porque terminaba con una situación que francamente era insostenible. De ahí que, por la unanimidad de ambas ramas del Congreso, dicho precepto se convirtió en ley.
Es importante tener presente, para el desarrollo futuro de mis observaciones, que el sueldo base de un Ministro de la Corte Suprema es, por lo general, inferior al 50% de su remuneración total, que se ve incrementada con los quinquenios y todos los demás anexos de que goza en virtud de leyes vigentes.
Al iniciarse el actual período legislativo, todos los sectores de la Cámara y del Senado nos preocupamos de estudiar los problemas no sólo de los parlamentarios, sino que también del personal; y de tales estudios tuvieron conocimiento y participación todos los señores Diputados y Senadores. Y esto no es una afirmación antojadiza, sino la exacta verdad, porque de inmediato, al iniciarse este período, el 21 de mayo de 1965, por los proyectos que enviaba el Ejecutivo y por la conformación especial de la Cámara de Diputados, nos dimos cuenta de que el trabajo, que había ido aumentando extraordinariamente, año a año, en esta ocasión llegaría a niveles totalmente desproporcionados. Los hechos, estos porfiados hechos, que nosotros señalamos en muchas oportunidades, nos han dado la razón.
¿Cómo pretendimos resolver nosotros aquí, en la Cámara de Diputados, esta materia? Cuando estudiamos el proyecto que se convirtió en la ley Nº 16.250, presentamos una indicación firmada por casi todos los Comités de la Cámara de Diputados ; y, si bien es cierto, no la firmó el Jefe del Comité Demócrata Cristiano, otros distinguidos colegas de esos bancos, entre ellos el Presidente en ejercicio de esta alta Corporación lo hizo. Y en la Comisión de Hacienda, en el segundo informe del proyecto de reajuste de remuneraciones de los sectores público y privado para el año 1965, dicha indicación fue aprobada. Desgraciadamente, siempre que el Parlamento -y esto es importante tenerlo en cuenta durante el desarrollo de esta sesión- ha pretendido resolver problemas de orden económico del personal o de quienes llegamos a ocupar estas altas dignidades, no han faltado quienes, desvirtuando los hechos, han llevado la alarma a la opinión pública.
Esto también ocurrió cuando la Comisión de Hacienda se pronunció sobre esta indicación que iba incorporada al texto de un proyecto de ley. Por iniciativa del Presidente de la Cámara de Diputados, Honorable colega señor Eugenio Ballesteros, los autores de la indicación, miembros de la Comisión de Hacienda, tuvimos una reunión informal en la oficina de la Presidencia de esta Corporación en la cual participó también el Ministro de Hacienda. El Honorable colega señor Ballesteros y el Ministro señor Molina, presentes en esa reunión, nos pidieron que retiráramos la indicación que resolvía el problema de los parlamentarios y del personal del Congreso, y nos manifestaron que había que buscar la solución por otro camino. En mi calidad de Comité Socialista, di el asentimiento -ya que era imposible retirar la indicación, porque el informe estaba aprobado por la Comisión-
a la proposición por la cual nos comprometeríamos todos, incluso los autores de la indicación, para rechazarla en la Sala. Pero, conjuntamente con esta actitud, adoptamos otra, que propiciamos, y que tendía a demostrar al país entero, de una manera práctica e indiscutible, que la situación de los parlamentarios no era la que se decía en las informaciones de prensa o radio; y, al mismo tiempo, a señalar que si ésta era una situación ideal, según algunas personas, no veíamos nosotros inconveniente para aplicarla como norma general en el país. Por tal motivo, presentamos una indicación, que fue aprobada por la Honorable Cámara, pues ése era el compromiso, que, más o menos, establecía lo siguiente: "Todo funcionario público, semifiscal, de administración autónoma o municipal que perciba una remuneración superior a la dieta parlamentaria y gastos de representación, debe pagar, como impuesto extraordinario, el ciento por ciento de exceso sobre dicha renta". La proposición era justa, porque descorría el velo para demostrar ante el país que los parlamentarios no somos privilegiados y que hay otras personas que tienen altas rentas no sólo del sector público, sino también del privado, y al mismo tiempo permitía que esas personas que tenían una remuneración muy superior a la que han calificado como ideal, contribuyeran efectivamente a incrementar los recursos del erario, para resolver los problemas de las mayorías nacionales, que son múltiples, y que no se resuelven, en realidad, por falta de dinero.
Aprobada la indicación por la Cámara, ¿qué ocurrió? Naturalmente, pasó el proyecto, en segundo trámite constitucional, al Senado de la República; y las Comisiones Unidas de Gobierno y de Hacienda de esa Alta Corporación estudiaron este asunto. Los miembros de ellas tenían también la inquietud nuestra; exactamente la misma.
Pero hasta allá llegaron a hacer valer
sus razones aquellas personas que perciben remuneraciones por sobre la dieta parlamentaria y gastos de representación, estimando que éste era un impuesto injusto y, según algunos, hasta inconstitucional.
El Senado de la República rechazó el precepto aprobado por la Cámara, pero siguió preocupado del problema central. Así fue como el Presidente de la Cámara Alta, el Honorable Senador por Santiago, don Tomás Reyes, presentó una indicación que, a la letra, decía: "El Tesorero General de la República pondrá, dentro del plazo de 90 días, a disposición de la Tesorería del Senado la suma de dos millones de escudos con el fin de adquirir terrenos, pedir propuestas, planos, especificaciones y otros gastos necesarios, tendientes a construir un edificio destinado a servicios, oficinas y dependencias del Senado".
Esta indicación, que contaba con el asentimiento de todos los Comités del Honorable Senado -porque no es ésta la oportunidad para que alguien quiera rehuir responsabilidades por el hecho de que se nos pueda poner en la picota de la opinión pública- fue aprobada. Llegó a la Cámara en tercer trámite constitucional. Como había urgencia en despachar ese proyecto de reajuste, los Comités nos reunimos, y determinamos un procedimiento para despacharlo en forma rápida. Naturalmente, examinamos algunas disposiciones nuevas aprobadas por el Senado, incluyendo la que estoy comentando. Levantada la sesión de Comités, en una reunión informal, en la cual participamos todos, propusimos dos cosas: primero, rechazar ese artículo, porque resolvía sólo el problema del Honorable Senado; y, segundo, facultar a la Mesa de la Cámara para que en conversaciones con la Mesa del Senado y, si fuera necesario, de ambas Comisiones de Policía y Reglamento, buscáramos una solución al problema. Esta es la verdad, señor Presidente.
Pero, quiero seguir más adelante. El Honorable Senado, en la sesión 1ª de la legislatura ordinaria, celebrada el 31 de mayo de este año, conoció el informe de la Comisión de Hacienda recaído en el proyecto de la Cámara de Diputados que creó un Servicio de Aduanas y Auditoría y un Centro de Procesamiento de Datos. Y en dicho informe, que figura en el boletín de esa sesión, en la página 47 se dice: "A indicación del Presidente de la Corporación "-o sea, del Presidente del Senado- "y de todos los Comités Paralamentarios, se agrega un artículo que destina fondos al Senado y a la Cámara de Diputados para adquirir terrenos para construir un edificio de oficinas y otras dependencias del Senado, Cámara de Diputados y Biblioteca del Congreso Nacional, llamar a concurso de planos, solicitar propuestas y para cualquier otro gasto.
"El gasto de este artículo, que asciende a Eº 5.800.000 se financia con cargo al mayor rendimiento que se producirá en la Cuenta A-lh) Morosos Primera Categoría . . ."; y sigue lo que es de conocimiento público.
O sea, el artículo 14 de la ley Nº 16.521 tuyo origen en el Senado "de la República y fue patrocinado por el Presidente de esa Alta Corporación, por todos los Comités parlamentarios del Senado y también por los de la Cámara que habíamos autorizado a la Mesa para que tomara contacto con la del Senado y pudieran resolver, de común acuerdo, un problema que no aceptamos que se solucionara parcialmente, cuando estudiamos el proyecto que se convirtió en la ley Nº 16.250.
El Senado de la República, en la sesión 4ª de la legislatura ordinaria, celebrada el 8 de junio del presente año, conoció el informe, y aprobó -para no salirme de la parte pertinente-, por unanimidad de sus miembros, lo que en el informe de ellos era el artículo 11º y que, en definitiva, se convirtió en artículo 14º de la ley Nº 16.521.
La Cámara de Diputados, en la sesión
5ª, celebrada el 14 de junio próximo pasado, conoció de este informe, el que figura en el boletín de esa sesión. En la página 591, se dice:
"Finalmente, como artículos 11 y 12, nuevos, respectivamente, ha aprobado los siguientes:
"Artículo 11.-El Tesorero General de la República pondrá, dentro del plazo de noventa días, a disposición de la Tesorería del Senado la suma de Eº 2.900.000 y de la Tesorería de la Cámara de Diputados la suma de Eº 2.900.000 con el objeto de adquirir terrenos para construir un edificio de oficinas y otras dependencias del Senado, Cámara de Diputados y Biblioteca del Congreso Nacional, llamar a concurso de planos y solicitar las propuestas, y para cualquier otro gasto".
Y en la misma sesión, como consta en la página 647 del Boletín de Sesiones re-pectivo, se trató este proyecto y se aprobó por unanimidad la modificación introducida por el Honorable Senado. O sea, este proyecto contó con los votos afirmativos de todos los sectores que tienen representación en la Honorable Cámara y también, desde el primer instante, todos supieron a qué estaba destinado.
Yo no quiero hacer cargos injustos, porque sucede que el Congreso Nacional, de acuerdo con nuestra Constitución, conjuntamente con el Poder Ejecutivo, legisla, y este Poder del Estado tuvo conocimiento en forma permanente de lo que estaba ocurriendo. Incluso lo aceptó. Si no hubiera sido así, indudablemente habría incurrido en una omisión grave al no hacer uso de la facultad constitucional de observar cualquier proyecto despachado por el Congreso que al Ejecutivo le merezca reparos.
Las cosas en su lugar, señor Presidente. Esta disposición fue aprobada y en las condiciones que he señalado, y naturalmente se hizo, como lo trataré de demostrar más adelante, en forma correcta, sin eludir el debate público, porque estamos y estábamos plenamente convencidos de
que hemos obrado con absoluta justicia. De tal manera que lo que se ha dicho en el sentido de que subrepticiamente habríamos incorporado esta disposición y la frase "y para cualquier otro gasto", es una falacia que nosotros esperamos que sea rectificada por quienes la han propalado, al no tener conocimiento exacto de cómo han ocurrido los hechos.
Ahora nos referiremos a otro problema: a la sitiuación del personal de la Cámara de Diputados. Pero antes de entrar al problema de fondo, es conveniente dar a conocer algunos antecedentes.
La Cámara de Diputados tiene 178 funcionarios; el Senado, 131. En proporción, nosotros contamos con mucho menos personal que el Senado de la República. El total de funcionarios del Congreso Nacional, en consecuencia, asciende a 309. ¿Cómo se distribuyen aquí en la Cámara de Diputados? En Secretaría, hay 34 funcionarios; en Redacción, 32; en Tesorería, 6; y en Administración, 106. Esto suma un total de 178 funcionarios.
Para tener una imagen -y esto no constituye sólo una expresión verbalista, ya que lo hemos sostenido con honestidad y yo puedo asegurarlo, porque llevo cuatro períodos en esta Cámara- de la capacidad y la lealtad del personal, debo manifestar que sin su cooperación, tal vez, este modesto Diputado no habría podido actuar en la forma que lo ha hecho, representando en esta alta Corporación al socialismo y a la provincia de Antofagasta.
Para tener una idea de la calidad de nuestro personal, voy a analizar sólo una sección: Secretaría. El personal de Secretaría está formado por 11 abogados, 6 agresados de Derecho, 12 con estudios universitarios y sólo 5 bachilleres. O sea, la calidad del personal que nos coopera eficientemente -y no por faltarle el respeto a ningún servicio de la Administración Pública- es inmensamente superior al promedio de lo que es, en realidad, el funcionario del sector público.
Podrá sostenerse que tenemos exceso de personal. También vamos a destruir de antemano esta afirmación que pudiera hacerse ahora, para sentar un juicio que rectifique todo lo que se ha dicho en estos últimos días. Ya he sostenido, y se puede comprobar con los anexos de la Ley de Presupuestos, que el personal de la Cámara lo forman 178 funcionarios y el del Senado 131; en total, 309.
Es ingrato hacer comparaciones. A veces resultan de mal gusto, y yo siempre trato de evitar esto. Pero, en realidad, el personal de la Cámara merece la defensa de todos los sectores y mucho más. Por eso, voy a atreverme a hacer estas comparaciones que, repito, no siempre resultan agradables.
La Dirección del Registro Electoral, por ejemplo, tiene 130 funcionarios de planta, y saben los Honorables colegas que, cuando hay elecciones, contrata personal de acuerdo con las necesidades de un trabajo transitorio que, naturalmente, es muy importante. La Dirección de Estadística y Censo tiene 416 funcionarios; la Dirección de Aprovisionamiento del Estado, 144; la Secretaría y Administración General del Ministerio de Educación Pública, 266; la Sindicatura General de Quiebras, 122, y el Ministerio de Tierras y Colonización, 349.
Creo que estos antecedentes, comparada la importancia de estos servicios con lo que representa un Poder Público como el nuestro, no dejan lugar a dudas acerca de] hecho de que no tenemos exceso de personal. Por el contrario, hay una evidente falta de él, lo que obliga al que está en servicio a trabajar en la forma en que detallaré más adelante.
Respecto a la antigüedad del personal, también hemos tomado el cuadro de los funcionarios de Secretaría. Este nos indica que, con menos de cinco años de servicio, hay 7 funcionarios; entre 5 y 10 años de servicios, 5 funcionarios; entre 10 y 15 años de servicios, 6 funcionarios;
entre 15 y 20 años de servicios, 4 funcionarios ; entre 20 y 25 años de servicios, 5 funcionarios; y entre 25 y 30 años de servicio, 7 funcionarios.
Es interesante destacar que el 33% del personal de Secretaría tiene más de 20 años de servicios, y más del 50% cuenta sobre 15 años de servicios.
En cuanto a la estabilidad del personal -perdónenme, distinguidos amigos, que los cite- debo hacer presente que el Secretario y el Prosecretario de la Cámara de Diputados están cuatro y medio años en sus cargos y que hay cuatro Secretarios de Comisión que tienen más de 15 años en el mismo grado.
Además, es interesante señalar que el Secretario de la Cámara, cuya abnegación y competencia todos reconocemos, estuvo en Comisiones cerca de veinte años; y que el Prosecretario, antes de llegar al cargo que hoy desempeña, fue
veinte años Secretario de la Comisión de Hacienda, que es una de las más importantes de esta rama legislativa.
También debo agregar que desde hace más de un año, no se contrata ningún funcionario de Secretaría.
Sin embargo, ¿en qué forma se ha incrementado el trabajo de la Cámara? Voy a dar algunos antecedentes al respecto.
Ruego a la Mesa que, en el momento oportuno, se sirva recabar el asentimiento de la Cámara para insertar los cuadros que ha preparado la Oficina de Informaciones para informar a la Corporación respecto de esta materia.
El señor ISLA (Presidente en ejercicio).-
La Mesa recabará con el mayor agrado, oportunamente, el acuerdo pertinente, a fin de acceder a la petición de Su Señoría.
-Por acuerdo posterior de la Cámara se acordó insertar los siguientes cuadros:
OFICINA DE INFORMACIONES
El señor SILVA ULLOA.-
En estos cuadros se establece, por ejemplo, que en la legislación ordinaria del año 1961, la Cámara celebró 72 sesiones, con una duración de 262 horas 22 minutos.
En la legislatura ordinaria de los años 1965-1966 la Cámara celebró 90 sesiones con una duración de 443 horas 57 minutos.
Este trabajo de la Cámara, lógicamente también se ve reflejado en las Comisiones permanentes, las que, en la legislatura ordinaria del año 1961, celebraron 138 sesiones con 182 horas 33 minutos de duración. En la legislatura extraordinaria de los años 1965-66, se realizaron 275 sesiones con 714 horas 57 minutos de duración.
Las Comisiones especiales que en la legislatura extraordinaria del año 1961 celebraron 26 sesiones, con 39 horas 15 minutos de duración, en la legislatura extraordinaria de los años 1965-1966 celebraron 93 sesiones, con 12 horas 37 minutos de duración.
En los cuadros que contienen antecedentes relativos a los oficios despachados por Secretaría, se establece, respecto de aquéllos mediante los cuales se comunican proyectos de ley al Senado y al Ejecutivo, que en el período comprendido entre el 15 de mayo de 1962 y el 15 de mayo de 1963, se despacharon 1.106, con 2.513 páginas; desde el 15 de mayo de 1965, hasta la fecha, se han cursado 853 oficios, con 3.882 páginas. Por otra parte,
en el lapso comprendido entre el 21 de mayo de 1962 y el 20 de mayo de 1963, se despacharon 3.420 oficios de fiscalización, y, entre el 21 de mayo de 1965 y el 20 de mayo de 1966, 5.595 oficios.
Nosotros no necesitamos mayores explicaciones para apreciar la intensidad del trabajo de la Cámara de Diputados. Pero es conveniente que la opinión pública y el país sepan, efectivamente, el gran esfuerzo que deben desarrollar los funcionarios y, naturalmente, también nosotros, que somos quienes ocasionamos este trabajo.
Se ha señalado que las remuneraciones del personal de la Cámara son extraordinariamente altas. Yo creo que aquí existe un desconocimiento total y absoluto de la realidad, porque la verdad es que las remuneraciones del personal se ven incrementadas por los trienios, ya que los cargos tienen asignados sueldos sumamente bajos y, tal como lo dije antes, tuvo que establecerse el sistema de trienios en el Congreso Nacional, pues en caso contrario, este personal no habría tenido ninguna expectativa.
Se ha especulado, por ejemplo, con el sueldo del señor Secretario de la Corporación. Pero resulta que dicho sueldo no tiene nada de extraordinario, porque los cargos de Secretario de la Honorable Cámara, y del Honorable Senado, se alcanzan al término de una carrera y constituyen, de por sí, el reconocimiento de una vida entregada, por entero, al servicio de este Poder Público.
El Secretario de esta Corporación tiene un sueldo imponible, sumado todos "los aditamentos", "las aleluyas", como se les llama vulgarmente, de Eº 3.419,64. Si a eso le restamos los descuentos legales - que alcanzan a E° 691,45- percibe un sueldo líquido de E° 2.728,19.
Para un funcionario con 29 años y fracción de servicios -el más alto funcionario de la Honorable Cámara:- y que goza de un 130% por concepto de trienios, incluido en la suma antes mencionada, y no por sobre esa suma, ese sueldo no constituye una alta remuneración.
Por eso, los que estamos largos años en la Honorable Cámara, tenemos algunas inquietudes. Nuestro personal desea irse y se ha ido, y sus vacantes no han sido llenadas, porque no existe aliciente para ingresar en este Servicio.
Señor Presidente, también deseo que se inserten en la versión los cuadros que contienen la nómina del personal de la Cámara, con sus remuneraciones y antecedentes individuales.
-Por acuerdo posterior de la Cámara se acordó insertar los siguientes cuadros:
SUELDOS DEL PERSONAL
El señor SILVA ULLOA.-
Señor Presidente, tengo que manifestar, por ejemplo, que un funcionario distinguido, como el señor José Nazar, que es abogado, y que tiene cinco años de servicios, ya cumplidos, gana actualmente Eº 1.300,32, en total. Si a esa suma restamos los descuentos legales, percibe un sueldo de 1.037,39 escudos. Este funcionario, como todos los de la Cámara, tiene que cumplir jornadas no de seis horas, como las de los profesionales de los demás servicios públicos, ni de ocho horas, sino las que nosotros les obligamos a trabajar.
En seguida, se ha citado el caso del Director de Jardines del Congreso Nacional. A respecto, debo manifestar que este cargo existe en la Cámara de Diputados, desde hace más de treinta años, y que el actual funcionario lo desempeña desde el año 1950. Obtuvo su nombramiento a través de un concurso público realizado por la Cámara de Diputados. No percibe una remuneración de Eº 5.000, sino una renta bruta de Eº 1.381,68 y, líquida, de 1.102,31 escudos. Ha llegado a obtener ese sueldo con quince años de servicios y gracias a que percibe un 90% por concepto de trienios. Por lo demás, si ese cargo quedara vacante y la Cámara acordara llenarlo, el funcionario que ingresara al Servicio, que tiene que ser ingeniero agrónomo, no ganaría más de Eº 600.
Esta es la "fantástica" situación respecto de las remuneraciones del personal del Congreso Nacional, que no es tal, sino muy diferente.
¿Qué ocurre con el personal del Congreso Nacional?
No percibe pago por horas extraordinarias. Si lo percibiera, los sueldos que hemos señalado no sólo se duplicarían, sino que se triplicarían.
Por otra parte, tiene que dedicarse exclusivamente a desempeñar su cargo. Antes podía tener otras actividades; pero el acuerdo adoptado por la Comisión de Policía Interior y Reglamento establece que gozarán del aumento sólo los funcio-
narios que se dediquen exclusivamente a su trabajo en el Congreso Nacional, o sea, nosotros les prohibimos toda otra clase de actividad; toda otra posibilidad de obtener mayores ingresos está fuera del alcance del personal del Congreso.
Como ya manifesté, el escalafón es cerrado. El personal tampoco tiene posibilidades de un rápido ascenso y, naturalmente, los mejoramientos de orden económico los obtiene en virtud de las leyes que establecieron los trienios.
Por otra parte, el funcionario de otra repartición sabe el horario que debe cumplir ; la hora en que llega a su oficina y la hora en que sale. En cambio, el del Congreso Nacional sólo sabe la hora en que llega a prestar servicios, no así cuándo terminará sus funciones, las cuales, muchas veces, se prolongan más allá de las 24 horas.
Cualquier empleado público o privado tiene derecho a disfrutar de sus vacaciones y conoce, con la debida anticipación, la fecha en que lo hará. En cambio, el personal del Congreso no sabe cuándo va a poder hacer uso de feriado, y, muchas veces, sólo !o sabe dos o tres días antes.
Generalmente, como se puede establecer a través de las planillas de asistencia, este personal hace uso del feriado en forma parcelada, y en algunas ocasiones sólo en la medida en que se suspenden las sesiones del Congreso. Hay muchos funcionarios, tanto de la Secretaría, de la Redacción, de Tesorería, como de Administración, que hace varios años que no han podido tomar sus vacaciones.
Estos funcionarios, al igual que los parlamentarios, no tienen vida privada. Con esto no quiero decir que su conducta esté en el tapete de la opinión pública permanentemente, sino que no tiene vida privada, porque el funcionario de la Cámara no puede convivir con su esposa, o con sus hijos o con su novia, ir determinado día, a un cine a ver una película, porque puede ocurrir que ese día esté sesionando la Cámara de Diputados o una Comisión de ella;
por lo cual, naturalmente, no podría reunirse con su familia.
En suma, este funcionario no tiene una compensación adecuada a la alta especia-íización que le exigimos para poder incorporarse a prestar servicios en el Congreso.
Además, quiero que el país conozca, como ejemplo, lo que ocurrió con los taquígrafos el año pasado. El miércoles 16 de junio de 1965, la Cámara fue convocada a cuatro sesiones, la ordinaria y tres especiales : de 10 a 13 horas, para considerar los problemas de la locomoción colectiva del país; de 14 a 16 horas, para considerar los problemas surgidos con ocasión del incendio de la Fábrica de Vestuario y Equipo del Ejército; de 16 a 20 horas, para tratar las materias en Tabla; y de 20.45 a 24 horas, para tratar los problemas surgidos con las diferentes alzas de precios de artículos esenciales de consumo.
Cuando aún no terminaba la sesión convocada hasta las 24 horas, se citó al Cuerpo de Taquígrafos a la Comisión de Hacienda, desde las 0.15 a las 9 horas, de 9 a 12.30 horas y de 13 a 24 horas, con el objeto de proseguir el estudio del proyecto de ley que establece normas sobre el Departamento del Cobre, el Estatuto de Inversiones Mineras y Sociedades Mineras Mixtas. O sea, este personal estuvo trabajando en esta oportunidad como en mu» chas otras, mucho más de 24 horas seguidas. En este caso, llegó a trabajar prácticamente 48 horas seguidas. Y estos funcionarios no terminan sus funciones cuando se levanta la sesión, porque tienen que seguir trabajando en la traducción de la versión taquigráfica.
Por eso, las vacantes que existen actualmente en la Planta de Taquígrafos, a pesar de haberse llamado en dos o tres oportunidades a concurso, no se llenan, por dos razones que se desprenden de los hechos que menciono.
Por ejemplo, hace poco tiempo, la Corporación de la Vivienda llamó a concurso de taquígrafos. Exigía 130 palabras por
minuto y el taquígrafo principiaba a trabajar con un sueldo de 920 escudos mensuales, en circunstancias que su trabajo no va más allá de dos o tres horas diarias. La Cámara de Diputados exige a los taquígrafos que se presentan a los concursos para ingresar al Servicio, que escriban 170 palabras por minuto, y, al comenzar su carrera, este funcionario goza de un sueldo líquido de 741 escudos. Por eso no se llenan las vacantes.
Y si esto no fuera suficiente, aquí tengo una nota del 30 de mayo pasado que dice lo siguiente:
"Señor Roberto GuerreroJefe Subrogante de la Redacción de Sesiones de la Cámara de Diputados
Presente.
Estimado señor:
Tengo el agrado de referime a la entrevista a que usted me citó para informarme de que en el último concurso de competencia para llenar una vacante de taquígrafo, quedé clasificado para desempeñar dicho cargo.
Mi calidad de estudiante universitario sólo me permite atender, con la dedicación requerida, el trabajo derivado de las sesiones ordinarias y extraordinarias de Sala, pero, en ningún caso, también las de Comisiones, pues ello me impediría proseguir la carrera que estudio.
Por lo tanto, y ante la alternativa expuesta, me veo en la necesidad de declinar el cargo a que me he hecho acreedor como resultado del concurso público en que me cupo intervenir, ignorando que tales funciones se extendían a la atención de las sesiones de Comisiones.
Saluda atentamente a usted,
(Fdo.) : Gustavo Covacevich Ruiz."
Y éste no es el único caso de esta clase que podría citar. Por vía de ejemplo, examinemos el trabajo de Comisiones, y concretamente, el de la Comisión de Hacienda. Durante la actual Legislatura Ordinaria, o sea, en el lapso comprendido entre el 21 de mayo de 1965 y esta fecha, ha celebrado 139 sesiones, con una duración de 456 horas y ha emitido 125 informes.
En el lapso de los años 1961-1962, celebró 88 sesiones con una duración de 211 horas, y emitió 67 informes. Se ha producido un aumento de trabajo equivalente a un 80%. Esto significa que la jornada diaria de trabajo se ha elevado a 14 ó 15 horas. Para desarrollar estas tareas, la Comisión ha tenido más de 30 sesiones en la noche y en días festivos, con más de 150 horas de duración; o sea, una tercera parte de la función legislativa de la Comisión se ha desarrollado en horas nocturnas.
Si se toma en cuenta lo que se ha dicho anteriormente en el sentido de que la preparación de una sesión requiere de tareas adicionales no incluidas en este cómputo, debemos agregar aproximadamente unas 70 horas más de trabajo, lo que da por resultado una permanencia de los funcionarios en la oficina, de 220 horas, después de las jornadas normales.
Además, deben considerarse las tareas derivadas de la elaboración de informes, confección de actas, estudios de antecedentes, y otros documentos que deben realizarse en un tiempo determinado.
En estas condiciones, nos encontramos frente a una incongruencia manifiesta: este personal debe trabajar horas extraordinarias, como consecuencia del trabajo extraordinario de esta Corporación. Por este motivo, es necesario realizar un estudio profundo del sistema administrativo que impera en las labores de la Cámara, para obtener una fórmula racional que elimine anacronismos, y pueda aplicarse a las nuevas circunstancias que afronta el Parlamento.
Ante este hecho, la Comisión de Policía Interior y Reglamento ha tomado medidas que abordan una parte del problema, pero no abarcan el conjunto de él.
En consecuencia, para apreciar el trabajo interno de la Cámara de Diputados, no es suficiente tener las estadísticas que señalan las horas de sesiones, tanto de Sala como de Comisiones, sino que es nece-
sario proyectar esa cifra, para lograr una exacta evaluación del tiempo que ocupa y del trabajo que desarrolla el cuerpo de funcionarios de la Corporación.
La función legislativa y fiscalizadora de la Cámara de Diputados requiere de una preparación previa del trabajo ulterior, labores que fácilmente repercuten en una multiplicación de las horas por seis o siete veces. De modo que, si consideramos que la Cámara de Diputados, desde el 21 de mayo de 1965, hasta esta fecha, ha tenido 181 sesiones, con una duración de 842 horas, una ponderación del trabajo que ellas significan representaría una labor efectiva de 5.894 horas. Tales labores son atendidas por 34 funcionarios de Secretaría, 32 de la Redacción de Sesiones y 123 del Personal de Administración.
Si examinamos uno de los puntos fundamentales de nuestras tareas, como son los informes de nuestras Comisiones, obtendremos una visión objetiva de la labor de un funcionario de la Cámara, ya que tales informes son redactados por los Secretarios de ellas. Estos funcionarios deben estudiar las materias que contiene el proyecto, antes de su estudio por parte de los legisladores. Deben conocer sus antecedentes, las indicaciones que se presentan, las leyes que se modifican y que tienen relación con esas materias. Posteriormente, deben seguir el curso del debate y tomar nota de los acuerdos adoptados a raíz de éstos. Una vez terminada la sesión, deben estudiar las informaciones en-trsgadas durante ella y luego elaborar un informe con todas las secuelas de pormenores administrativos que es fácil comprender.
Puede estimarse que estas funciones representan, como promedio, alrededor de ocho horas de trabajo por cada informe.
Queda demostrado, en consecuencia, no para nosotros, que no lo necesitamos, porque estamos conscientes de ello, sino para el país, la idoneidad de nuestro personal y la forma en que se ha incrementado su trabajo; y, naturalmente, que a eso han
atendido, en este caso, la Comisión de Policía Interior y Reglamento y la Honorable Cámara.
Pero también es indispensable dedicar algunos instantes al Personal de servicio o de Administración, estos abnegados, silenciosos y eficientes colaboradores nuestros.
En cuanto a este personal, yo podría leer sus tarjetas de ingreso a sus labores diarias en el Congreso, que he solicitado; pero, naturalmente, al hacerlo, me extendería demasiado y abusaría de la tolerancia de la Honorable Cámara. Aquí en mis manos tengo las tarjetas, como lo pueden apreciar los Honorables Diputados. Quiero mencionar algunos casos sin citar nombres, ya que, en caso contrario, tendría que hacerlo con todos, lo que me ocuparía mucho tiempo. Por eso -repito- quiero referirme sólo a algunos, sin citar nombres.
Por ejemplo, un funcionario llegó a la Cámara, a desempeñar sus labores, el día 29 de agosto a las 7.53 de la mañana y salió a las 8 de la noche. El día 30 de agosto ingresó a las 7.55 de la mañana y salió a las 19.32; al día siguiente, 31 de agosto, entró a las 7.34 de la mañana y salió a las 2.14 del día siguiente.
Otro funcionario llegó a la Cámara el día 13 de agosto, a las 7.49 de la mañana y salió a las 4.12 del día siguiente; el día 16 de agosto, el mismo funcionario entró a las 7.26 de la mañana y salió a las 2.3.6 de la madrugada del día siguiente; el 20 de agosto ingresó a las 7.26 y salió a las 3.16 del día siguiente; el 26 de agosto ingresó a las 7.26 y salió a las 4 de la mañana; y el 27 de agosto, llegó a las 12.25 horas y salió a las 2.33 de la mañana del día siguiente.
Respecto de este personal de administración -cuadro que también está entre los que pido que se inserten- es indispensable tener en cuenta que su trabajo no termina cuando marcan la tarjeta a la salida de su turno, porque después de hacerlo tienen que ir a repartir las citaciones para los señores Diputados. De manera que el trabajo se prolonga por varias horas más.
-Por acuerdo posterior de la Cámara se acordó insertar el siguiente cuadro:
PERSONAL DE ADMINISTRACION
El señor SILVA ULLOA.-
Si a este personal se le pagara el sobretiempo que efectivamente trabaja, en realidad no obtendría una suma equivalente al 30% que hemos acordado en la Comisión de Policía Interior y Reglamento, sino que triplicaría o cuadruplicaría su remuneración, con lo cual, naturalmente, obtendrían, de acuerdo con la ley, lo que en justicia le corresponde.
Tengo autoridad para señalar todo esto, y creo que todos los Diputados la tenemos, porque permanentemente nos estamos preocupando de los abusos que se cometen con algunos sectores de trabajadores de empresas privadas por hacerlos trabajar horas en exceso. Y digo que tengo esta autoridad, porque he estado luchando permanentemente en la Comisión de Policía Interior y Reglamento, por lo-
grar no sólo una buena remuneración para el personal, sino que una racionalización del servicio que le permita vivir de acuerdo con la civilización contemporánea. Porque resultaría extraño y sería grotesco que señores Diputados o señores Senadores, que ocupan altas tribunas para protestar de los abusos que a este res-pecto a diario se cometen en algunos sectores de la producción, no se dieran cuenta de que al lado de ellos, junto a ellos, ante sus ojos, tienen un personal de selección que es virtualmente explotado en cuanto a la extensión del horario de trabajo.
Siempre -y lo dije denantes- he sido enemigo de las comparaciones, pero es indispensable hacerlas en este caso. ¿Son los funcionarios del Congreso y los parlamentarios los mejores pagados del país? No, señor Presidente.
No voy a dar nombres, porque ellos no me interesan; voy a dar cargos, porque ellos son permanentes.
Por ejemplo, aquí tengo un cuadro de lo que gana el Gerente General de la CO-VENSA. Tiene una asignación de 10 mil dólares; gastos de representación de 6 mil dólares; un sueldo de 16.200 escudos y una gratificación, de tres meses, de 4.050 escudos. El Gerente General Adjunto tiene un sueldo de 9 mil dólares; gastos de representación de 5.400 dólares; un sueldo de 16.140 escudos y una gratificación del orden de los 4.035 escudos. El Gerente del Banco Central, a la fecha, tiene un sueldo, sin considerar las "aleluyas", de 6.755,96 escudos, a los que hay que agregar todos los adicionales, como el hecho de que los funcionarios del Banco Central tienen derecho a comprar dos casas con préstamos otorgados por su propio reglamento de previsión, sin sujeción a las normas previsionales que regulan este beneficio para todos los demás servidores. El Presidente de la Caja de Amortización tiene un sueldo de 6.755,96 escudos e igual sueldo el Superintendente de las Compañías de Seguros y, en fin, muchos otros funcionarios.
Pero hay más. Se ha dicho que nosotros habríamos procedido arbitrariamente. Voy a demostrar que no; que hemos procedido de acuerdo con la ley y que no podemos hacerlo de otra manera quienes tenemos esta alta investidura.
Tengo aquí, por ejemplo, un cuadro de las asignaciones del personal superior, profesional y técnico de los Ferrocarriles del Estado. La Primera Categoría, el año pasado, tenía un sueldo base de 2.616 escudos. Este año, tiene un sueldo base de 3.764,80 escudos. . .
El señor ESCORZA.-
Más la bonificación.
El señor SILVA ULLOA.-
Más la bonificación, como apunta el Honorable colega, que, por resolución de la Dirección de los Ferrocarriles del Estado, de 31 de diciembre del año pasado, para la Primera Categoría es del 45,20%; para la Segunda, de 81,25%; y para la Tercera, de 82,29%. No voy a seguir leyendo, a fin de no restar a la Honorable Cámara más tiempo del que ya le he quitado. Yo no tengo nada contra los funcionarios de Ferrocarriles -quiero dejarlo bien establecido-; creo que se merecen ese sueldo y mucho más, pero es indudable que si ellos, por un mero decreto, han podido aumentarse sus remuneraciones legalmente, nosotros también lo hemos podido hacer, como lo demostraré más adelante, porque estamos facultados por ley para tomar las atribuciones respecto de la situación de nuestro personal y de los parlamentarios.
Pero hay más. En los Ferrocarriles del Estado, por ejemplo, los asesores, que los hay en un número de 18, ingresados recientemente, lo han hecho con un sueldo de 3.700 escudos, muy superior a la dieta parlamentaria, como también tendré oportunidad de demostrarlo, porque es conveniente que alguna vez nos pongamos colorados y no cien veces amarillos; es conveniente que digamos la verdad, toda la verdad y nada más. Por ejemplo, en el "Diario Oficial de 3 de enero de 1966, aparece publicado el decreto Nº 29, del Mi-
nisterio de Relaciones Exteriores, que fija la renta, según el artículo 17 del decreto con fuerza de ley Nº 451/2 de Relaciones Exteriores, del personal de empleados de la Planta Directiva, Profesional y Técnica y de Secretaría del Ejecutivo para los Asuntos de la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio. ¿Qué se establece en el número 2) de este decreto para estos funcionarios, cuyas rentas del año 1965 fueron reajustadas legalmente, con posterioridad, por la ley Nº 16.464? Se establece "una asignación especial del 50% de la remuneración de que goce cada empleado de la Planta Directiva, Profesional y Técnica". O sea, por decreto, a este personal, no porque no lo merezca, se le ha otorgado una subvención, en su remuneración, equivalente al 50%.
Pero, hay más todavía. En el "Diario Oficial" del 7 de julio, aparece publicado el decreto del Ministerio de Minería, que aprueba la planta del personal de la Empresa Nacional de Petróleo. ¿Qué se establece ahí? Un sueldo para la Primera Categoría, que corresponde al cargo de Gerente General, de 4.138 escudos; pero, además, este funcionario, como todos los otros, goza de una gratificación equivalente al 50% del sueldo; de una asignación de vacaciones; y del beneficio de trienios, más los gastos de representación, como me apunta el Honorable colega Oso-rio. De tal manera que este funcionario tiene una renta superior a los diez mil escudos.
¿Y qué decir de los funcionarios de la Planta Directiva, Profesional y Técnica de la CORFO que, además de las remuneraciones y gratificaciones, también perciben ingresos, regulados de acuerdo con un reglamento, por Consejerías que desempeñan en las filiales y subsidiarias de la Corporación de Fomento, algunas muy sustanciosas, como la ENDESA, Compañía de Acero del Pacífico y otras? Otro caso reciente -y no porque no la merezca- en el personal que se nombró para la Isla de Pascua, hay un funcionario
que desempeña dos cargos, compatibles con la jubilación incluso. Por su cargo, percibe una renta; por ser representante de la Corporación de Fomento, otra; y como tiene el 200% de asignación de zona, sumando todos estos beneficios, este funcionario percibe una remuneración superior a los diez mil escudos. La merece, por el aislamiento en que está, indudablemente. Pero en cuanto al trabajo, en cuanto a lo que tenemos que hacer de creativo, es indudable que nuestro personal merece un trato mucho mejor.
Quiero terminar con este capítulo para decir que el Honorable Senado fue mucho más generoso que nosotros con su personal. Le dio mejores remuneraciones. Y esto ya está oficializado, porque la Contra-loria General de la República, de acuerdo con lo establecido en el artículo 30 de la ley Nº 14.688, tomó conocimiento de ello y lo tramitó legalmente. Por eso yo señalaba en la Comisión de Policía que nosotros debemos abocarnos a una racionalización del trabajo y a un estudio que nos permita nivelar las rentas con las del Senado, marchando siempre de acuerdo con esta otra rama del Congreso Nacional. Nuestro personal merece, por lo menos, ese tratamiento, y mucho más. Porque como esta Cámara es más numerosa, por las razones que yo he expuesto, en cuanto a la cantidad de personal por Diputado y a la cantidad de personal por Senador, indudablemente, aquí el esfuerzo es mucho más grande.
De tal manera que creo haber entregado antecedentes que permiten tener una imagen, por lo menos en lo que respecta a los Diputados socialistas, de lo que es el servicio que nos prestan los funcionarios y de por qué nosotros hemos actuado en la forma en que lo hemos hecho en defensa de ellos.
Ahora, quiero referirme a la dieta parlamentaria. Siempre resulta ingrato para uno tener que afrontar problemas que lo afectan personalmente; pero es indispensable, en esta ocasión, abandonar los pre-
juicios y decir las cosas tal como las sentimos y tal como las sufrimos.
Si el trabajo del personal se ha incrementado en la forma que he descrito, es indudable que el trabajo de los Diputados y Senadores también ha corrido igual suerte. Pero muchas veces uno se encuentra con gente que está en contacto permanente con nosotros y nos dice: "¡Pero si ustedes sesionaron en la mañana de 11 a 13.30 y en la tarde de 2 a 7 ó de 4 a 7!" Y cree que éste es el trabajo, nada más.
Yo creo que todos los Diputados tratamos de hacer esfuerzos por cumplir con la ciudadanía, que nos ha distinguido al elevarnos a esta dignidad, y debemos dedicar parte de nuestro tiempo, y muy importante, al estudio de los problemas que tendremos que afrontar, porque no hay ningún Diputado tan superdotado que pueda estar en condiciones, en todo instante, de afrontar con conocimiento el debate parlamentario sobre proyectos de muy diverso origen y de muy diversos alcances.
Tenemos que tener contacto permanente con las directivas y bases de los partidos que representamos, con el objeto de interpretar fielmente los acuerdos que, en cada caso, se adopten.
Nosotros -respecto a los Diputados socialistas lo sostenemos- venimos acá a cumplir un mandato del partido, que ha sido refrendado por una votación mayo-ritaria, y en igual forma estimamos que los colegas de las otras colectividades también tienen que someterse, y analizar o discutir con sus directivas los problemas que debe abordar el Congreso Nacional. Y eso también es trabajo.
Tenemos que mantener un contacto permanente con la provincia que representamos. Aquí, es indispensable decir dos palabras sobre la historia de la dieta.
Hace 40 años, se estableció la dieta parlamentaria : dos mil pesos oro de esa épo-ca. Veíamos denantes, en la Oficina de Informaciones de la Cámara, qué se podía hacer con dos mil pesos oro del año
25. Resulta que, con dos mil pesos oro del año 25, se podía hacer bastante. Por ejemplo, veíamos avisos económicos de esa época. Figuraban mansiones que se vendían, aquí en Santiago, en 25 mil pesos, o sea, en doce dietas y media; y en Viña del Mar, residencias veraniegas de lujo, en 8 mil pesos de esa época, o sea, en cuatro dietas parlamentarias. Hoy día, el que compra una casa, de los colegas que están sentados en estos bancos, está endeudado por 20 ó 30 años. Y no compra una mansión, sino una pequeña casa de 70 ó 50 metros cuadrados edificados. Esa es la comparación.
Pero ¿por qué se estableció la dieta parlamentaria? Se estableció porque los Diputados vivían en provincias y venían a sesiones a Santiago. Muchos -no todos- mantenían el cargo de parlamentario como una dignidad que daba lustre al apellido. Hoy día, afortunadamente, nuestra democracia ha hecho posible que Diputados sin fortuna puedan llegar a contribuir a la formación de las leyes. Y, naturalmente, estos Diputados tienen que vivir.
Este contacto permanente con la provincia demanda gastos a los parlamentarios. Se dice que tenemos pasaje gratis en avión, en tren y en barco. Es efectivo. No podemos negarlo. La ley lo establece. Pero resulta que la visita a provincia no sólo significa tomar el avión, el tren o el vapor. Hay que ir a un hotel; hay que tomar contacto con las directivas de los partidos; hay que visitar los locales escolares; hay que visitar los hospitales, recorrer los caminos, o sea, cumplir integralmente la función que el pueblo nos ha encomendado. Y esos gastos nosotros ios tenemos que pagar de nuestro bolsillo.
Cuando los funcionarios públicos son enviados a cumplir una tarea, el Estatuto Administrativo regula sus viáticos y, naturalmente, esos gastos corren -porque es lógico que así sea- de cuenta del erario.
¿Qué otro aspecto tenemos nosotros? Una actividad que va mucho más allá de
los límites en que el organismo humano puede resistir. De ahí que muchos de nuestros colegas se ausenten porque están enfermos; el "surmenage" y muchas otras enfermedades los afectan; porque, al igual que el personal, no tenemos horario de trabajo, como no tenemos vida de hogar. Abandonamos nuestra casa en la mañana, y no sabemos a la hora en que vamos a regresar. No disponemos tampoco de los domingos ni de los festivos, porque, generalmente, esos días los tenemos que dedicar a recorrer nuestras provincias. ¡ Para qué explicar a Sus Señorías, lo que significa este puesto! Pero, indudablemente, las circunstancias nos obligan a informar al país.
¿Y nuestros gastos? Se dice que tenemos una subvención de secretaría. Efectivamente, se nos paga un secretario, que puede ganar tres sueldos vitales. Podemos tener dos secretarios, o tres, incluso. O sea, tenemos un personal mal pagado. Pero yo conozco, por experiencia propia, que este personal es insuficiente. Tenemos que contratar más personal, porque los requerimientos que recibimos de todo el país, y no sólo de la provincia que representamos, nos obligan, por lo menos, a dar respuesta a las notas y, naturalmente, a dar satisfacción a las consultas que se nos hacen. Y yo sé que muchos Diputados estamos duplicando estos gastos de secretaría, lo cual disminuye la dieta parlamentaria.
En seguida, está el material. ¡ Si hasta a esto se ha llegado: a decir que nosotros tenemos sobres y franqueo gratis! Yo pregunto si alguna oficina pública paga ella el franqueo de su correspondencia.
Nosotros tenemos que comprar material, porque el que se pone a nuestra disposición es insuficiente. Todos los meses tenemos que comprar el papel de copia, los sobres y, en algunas oportunidades, las tarjetas.
Nunca me gusta hablar en primera persona; pero yo puedo demostrar que, el año pasado, de mi secretaría salieron más de seis mil cartas, dando respuesta a quie-
nes tuvieron la gentileza de consultarme. O sea, si compararnos esto con los oficios despachados por algunas reparticiones públicas, cualquier parlamentario tiene más movimiento de secretaría que muchas de estas oficinas públicas.
En seguida, también es necesario hablar de los gastos de las campañas electorales. Cuando conversamos aquí Diputados de diferentes colectividades, en los pasillos, ¿no comentamos que hasta esta fecha estamos debiendo miles de escudos, que tuvimos que gastar en la campaña pasada? Muchas veces, para cubrir esos gastos, no es suficiente un período parlamentario; llega el otro, y el Diputado vuelve a quedar endeudado, y en mucho mayor cantidad. De tal manera que eso es una cosa que no se puede evitar. Los Diputados de estos bancos, con la ponderación con que tenemos que manejar nuestros recursos, hacemos esfuerzos inauditos para disminuir estos gastos al mínimo; pero, de todas maneras, pesan, por algunos meses y tal vez años, en nuestros presupuestos.
En seguida, ¿qué Diputado no es requerido, no por una, por dos o por tres instituciones, sino por muchas, a las cuales debe entregar aportes de orden económico? Yo creo que esto también hay que considerarlo.
Los Diputados, y especialmente los de estos bancos, que conocemos nuestras limitaciones, mes a mes tenemos que adquirir textos de estudio que nos permitan adquirir conocimientos para defender nuestra causa. Y, naturalmente, esos gastos también están incorporados a lo que significa la función parlamentaria.
Ahora, respecto a los gastos en que tenemos que incurrir, para ganar tiempo durante los días que permanecemos en Santiago, necesitamos almorzar un plato, en cualquier restaurante del centro y usar taxis para ir de una parte a otra, incluso, como lo apunta un colega, para asistir a las sesiones de la Cámara o de Comisiones.
En cuanto a las delegaciones de provin-
cia que nos visitan, tenemos que atenderlas, a la hora de almuerzo, naturalmente que invitando nosotros. Todos estos son gastos propios de la función parlamentaria.
Nosotros tenemos que pagar las llamadas telefónicas a larga distancia, en cam-bio, no las pagan los funcionarios públicos. En el caso personal, puedo decir con absoluta honestidad, sin temor a ser desmentido, que el año pasado, por ejemplo, no permanentemente, pero con ocasión de un conflicto laboral grave que se produjo en la provincia que represento, hubo días en que yo gasté más de Eº 100 diarios en teléfono. Naturalmente que si uno llevara contabilizados todos los gastos del año. no serían Eº 100 diarios, sino que Eº 100 ó Eº 150 mensuales, término medio, los originados por llamados telefónicos.
Varios señores DIPUTADOS. -
¡Mucho más!
El señor SILVA ULLOA.-
Señor Presidente, reitero que no me gusta hablar en primera persona, pero durante un mes del año pasado me dí el trabajo de llevar una cuenta exacta de todos los gastos en que incurrí en el desempeño de la función parlamentaria. El resultado fue que, sumados todos los gastos, en los cuales tratamos de obrar con el máximo de economía, me quedó una suma de E° 1.000 para mantener mi hogar. Naturalmente, mi familia está acostumbrada a vivir en la medianía. Estoy seguro de que, si me hubiera dedicado a mi profesión, habría podido brindarle un mejor pasar; pero le agradezco el que nunca me haya hecho problema y, por el contrario, haya contribuido, siempre a animarme en esta acción que, como todos los colegas de estos bancos, llevo en mi corazón.
Decía que el artículo 30 de la ley número 14.688 nos dio facultades, que nosotros hemos usado legalmente, para resolver el problema del personal del Congreso y, en nuestro caso particular, el de la Cámara de Diputados. Pues bien, la Comisión de Policía Interior y Reglamento ha
resuelto otorgar 500 escudos mensuales a cada Diputado como asignación de secretaría, que se agregan a los 500 que ya teníamos.
Quisiera que quienes dudan de que sea necesario que un Diputado disponga de una oficina visitaran las que tenemos aquí, en el edificio del Congreso. Hay oficinas de 3.50 por 4.50 metros, donde tienen que estar 18 Diputados y 18 secretarios. Si llamáramos al Servicio Nacional de Salud, las clausuraría, por insalubres; pero nosotros, que permanentemente estamos en la picota pública, tenernos que aceptar este estado de cosas.
¿Y cuál es la dieta parlamentaria ¿ En la actualidad tenemos una dieta de 2.363 escudos y gastos de representación de 785,31 escudos, lo que hace un total de 3.148,31 escudos. Pagamos, por impuesto a la renta de segunda categoría, 75,38 escudos mensuales; por impuesto a la ley Nº 11.766, sobre construcción de establecimientos educacionales, 5,38 escudos al mes; y la previsión, sin considerar los préstamos de integro o reintegro, sino lo que tiene que pagar el parlamentario sólo por su dieta, asciende a 209,42 escudos. La dieta queda reducida a 2.858,13 escudos. A esto habría que imputar todos los gastos ocasionados por el desempeño del cargo y, naturalmente, el ingreso del parlamentario es del orden que he señalado.
El señor PHILLIPS.-
¿Y el global complementario ?
El señor SILVA ULLOA.-
Al impuesto global complementario, que no está considerado aquí, ya me había referido antes.
De tal manera que estos "abusivos" Diputados -y respecto de los Senadores también espero que así ocurra- han tenido la "osadía" de tratar de que sus rentas tengan un ligero aumento, que en ningún caso los deja a nivel de lo que se gana en otros servicios públicos. ¡ Qué vamos a decir del sector privado!
Creo llegado el momento de que este problema se estudie, y a los socialistas nos interesa que este estudio se haga pública-
mente. No rehusamos la discusión. Si se llega a establecer que la dieta parlamentaria y los gastos de representación constituyen, como lo dije antes, el súmmum de lo que puede alcanzar un ciudadano chileno, vamos a proponer una ley que limite los ingresos a ese nivel, y los que ganen más tendrán la oportunidad de entregar recursos al Estado para que resuelva los problemas de las mayorías nacionales.
Estimamos que nuestra intervención y las que harán los demás colegas serán útiles, ya que permitirán, a quienes desconocen estos hechos, rectificar sus informaciones, y al país conocer la situación exacta de los parlamentarios y de sus eficientes colaboradores y tener una imagen real y verdadera de lo que constituye este Poder Público.
Muchas gracias.
Varios señores DIPUTADOS.-
¡ Muy bien!
El señor ISLA (Presidente en ejercicio) .-
Tiene la palabra el Honorable señor Fernando Sanhueza, dentro del tiempo de! Comité Demócrata Cristiano.
El señor SANHUEZA.-
Señor Presidente, los Comités de mi Partido, la Democracia Cristiana, me lian honrado al designarme para que los represente en esta oportunidad. Entro en el estudio de la convocatoria a esta sesión con cierto recelo, no porque me asalten dudas sobre el derecho a defender una causa justa ni porque ignore que los hechos y la realidad son más elocuentes que las palabras, sino por el temor de que alguien pueda dedique el estar en un mismo "hogar" -según el concepto de nuestra poetisa Gabriela Mistral- puede teñir de subjetividad la exposición de un miembro de esta Honorable Cámara.
Mi intervención en nombre de los Diputados democratacristianos no tiene por vana finalidad analizar esquemáticamente la labor que realiza el personal de esta rama del Poder Legislativo, sino que está inspirada en el sano y exclusivo propósito ciudadano de informar cabal y verídicamente a la opinión pública acerca de hechos que, aun cuando se han producido en condiciones de indubitable corrección y legitimidad, se han presentado al país burdamente deformados, con dañada y aviesa intención.
Como es bien sabido, la labor de los funcionarios de la Cámara de Diputados se desarrolla en los servicios de Secretaría, Comisiones, Redacción, Oficina de Informaciones y Administración.
El personal de Secretaría tiene a su cargo, entre otras funciones, la composición y transcripción de los proyectos de ley, tanto al Senado como al Ejecutivo, el envío a los distintos Ministerios y reparticiones públicas de los oficios acordados por la Cámara o solicitados por los señores Diputados, el archivo de los documentos y antecedentes de los proyectos de ley despachados, la atención de la Oficina de Partes y de la Secretaría de la Presidencia de la Corporación, la redacción y confección de las Actas de las sesiones de la Cámara y de los Comités Parlamentarios. Además de sus labores específicas, debe señalarse que la Oficina de Partes confecciona la Cuenta de cada sesión y tiene a su cargo la hoja de la labor parlamentaria de cada señor Diputado, funciones todas estas que son realizadas solamente por once funcionarios.
En cuanto a las Comisiones' de trabajo de la Cámara, son actualmente 13 de carácter permanente y 12 Especiales Investigadoras, y están atendidas por 9 Secretarios de Comisiones, 8 ayudantes y un Oficial Mayor, lo que determina la necesidad de que cada Secretario de Comisiones deba atender, en muchos casos, dos o más Comisiones. La labor de estos funcionarios consiste principalmente en actuar como Ministros de Fe en las sesiones celebradas por las Comisiones, redactar los informes que se someten a la consideración de la Cámara, confeccionar las actas, redactar y despachar los oficios acordados por las Comisiones y, en general, preparar todos los antecedentes legislativos y de otra índole que requiere el funcionamiento de las sesiones de trabajo, asesorando, en consecuencia, a los parlamentarios en las materias propias de la competencia de la respectiva Comisión.
Estoy cierto de que los Honorables colegas recordarán, a manera de ejemplo, la intensa y ardua labor desarrollada por las Comisiones de Agricultura y Colonización, de Hacienda, de Minería, de Constitución y otras especiales, para el despacho de proyectos de tanta trascendencia como el de reforma agraria, los convenios del cobre, la reforma constitucional, o el estudio de problemas como el de la armaduría y comercialización de televisores, de automotrices y muchos otros; todas las cuales debieron realizar numerosas y largas sesiones, de prolongadas horas de agotador trabajo y de preocupación constante; trabajo que, en el caso del personal de la Cámara, continúa aún después de terminadas las sesiones, puesto que, de inmediato, deben elaborarse los informes de los proyectos y las materias despachadas, con el objeto de que la Cámara esté en condiciones de conocerlos oportunamente. Esta labor del personal requiere su permanencia en las oficinas de la Corporación al margen de los horarios habituales de trabajo y, en muchos casos, durante días festivos, como ocurrió, por ejemplo, en la Comisión de Hacienda, que celebró 137 sesiones, 27 de las cuales lo fueron en la noche y hasta altas horas de la madrugada, y algunas, en días festivos.
A su vez, la Redacción de Sesiones realiza una labor no menos importante y esencial en las tareas legislativas, puesto que, para cumplir con su principal función de transcribir, en forma fiel y exacta, los discursos de los Diputados, en cada sesión, debe realizar una labor que, siendo silenciosa y anónima, está sometida a rigurosos controles por la importancia que ella reviste, y cuya etapa inicial comienza con él taquígrafo. Cada uno de estos profesionales trabaja en la Sala de sesiones por turnos, en forma rotativa, cada uno de
los cuales requiere, como promedio, una hora de labor posterior, para su traducción y desarrollo. Terminado este trabajo taquigráfico, él pasa al redactor respectivo que, mediante sus anotaciones taquigráficas tomadas en períodos de quince minutos, comprueba la fidelidad de la versión de cinco taquígrafos y corrobora, al mismo tiempo, la exactitud de los términos sintácticos y de los textos legales y técnicos citados por los señores Diputados. Luego de esta fase, primero el Subjefe y, finalmente, el Jefe de la Redacción, proceden a revisar la totalidad de la versión oficial de cada sesión, que aparece después publicada en la prensa.
Cabe señalar que el personal de Redacción debió concurrir, con frecuencia en el último año, a tomar versiones de sesiones en algunas Comisiones Especiales Investigadoras y de acusaciones constitucionales, lo que representó, sin duda, un apre-ciable recargo en sus labores habituales.
Este servicio está integrado por una planta de 23 taquígrafos, de los cuales se encuentran en trabajo sólo 17, en razón del ausentismo, en los concursos, de personas idóneas que cumplan los requisitos exigidos para esta clase de funciones. Complementan esta planta, 8 redactores y 3 oficiales administrativos.
En cuanto, a la Oficina de Informaciones que, como objetivo primordial, tiene que proporcionar a los Diputados los antecedentes legislativos o de otra índole que ellos requieren para el ejercicio de sus funciones, cuenta con 3 funcionarios, uno de los cuales la dirige y debe elaborar, entre otras funciones, la historia fidedigna de la discusión de cada ley, en sus diversos trámites, tanto constitucionales como reglamentarios, y las estadísticas del trabajo y actuación de cada Diputado, durante un período legislativo.
El Servicio de Tesorería tiene a su cargo la administración y distribución de los fondos destinados a la Cámara de Diputados en el Presupuesto de la Nación, la administración y mantenimiento del edificio de la Corporación y el control de las remuneraciones de los Diputados y funcionarios, y de los Secretarios de los Comités y de los parlamentarios.
El personal del Servicio de Administración cumple una abnegada y eficiente labor de colaboración con los diversos servicios de la Cámraa y de atención a los Diputados en las labores parlamentarias cotidianas. Aparte del servicio de la Sala de Sesiones y de las Comisiones, tiene a su cargo la atención de los comedores y el aseo y mantención del edificio, y comienza su trabajo diario a las 7 de la mañana.
También forman parte, dentro del espíritu de esta Corporación, los secretarios de los Comités y los secretarios particulares de los parlamentarios, cuya lealtad y espíritu de trabajo y sacrificio no siempre está acorde con las remuneraciones que recibe.
Señor Presidente, este somero análisis de la estructura básica de los servicios de la Cámara de Diputados demuestra, en primer término, en forma incontrovertible, que las diversas funciones, en sus distintos niveles, son cumplidas en nuestra Corporación por un personal escaso, cuyo número se ha mantenido constante y prácticamente sin experimentar variaciones desde hace muchos años, hecho este que, por el progresivo aumento del volumen e intensidad del trabajo parlamentario, ha colocado a los funcionarios en situación insuperable de multiplicar su esfuerzo y de acrecentar su dedicación.
Por otra parte, es oportuno destacar la circunstancia de que el reducido escalafón del personal de la Cámara sólo permite movimientos y ascensos esporádicos. Es así como, por vía de ejemplo, tenemos el caso de que de los nueve Secretarios de Comisiones, cuatro de ellos permanecen en sus cargos desde hace más de 14 años, sin ascenso alguno, en tanto que el resto, exhibe un número apreciable de años en esas mismas funciones, hecho que se repite regularmente en todos los Servicios de la Corporación.
Debo destacar, con grata complacencia, que el personal que sirve en la Cámara de Diputados, tanto en los Servicios de Secretaría como de Comisiones y Redacción, es esencialmente especializado, y, en su gran mayoría, posee títulos universitarios o han cursado estudios universitarios regulares. En efecto, entre los 34 funcionarios de los Servicios, de Secretaría y de Comisiones, 11 de ellos son abogados; seis son egresados de Escuelas de Derecho, con sus estudios terminados; 12 tienen estudios universitarios; y cinco son bachilleres.
Ahora bien, considero útil y oportuno dejar testimonio de que al personal de la Cámara de Diputados no se le aplica el Estatuto Administrativo en lo que se refiere a la duración de la jornada de trabajo, a pago de horas extraordinarias o de trabajo en días festivos. Es así como este personal no tiene horario de trabajo; de modo que, con frecuencia casi habitual -como ocurre en casos de sesiones nocturnas de la Cámara o de las Comisiones, o bien, cuando la premura, importancia o naturaleza de un trabajo lo exige- debe retirarse de la Corporación a altas horas de la noche o de la madrugada. Más aún, en muchas ocasiones debe laborar, necesariamente, en días festivos, sin percibir por tal trabajo remuneración alguna de carácter especial. Y en lo que a feriados se refiere, solamente puede hacer uso de este beneficio cuando la Corporación entra en receso, en todo caso sometido a turnos, con el fin de mantener permanentemente una eficiente atención a los parlamentarios y al público que la requiere.
Se ha afirmado que el personal del Congreso Nacional es el mejor pagado de la Administración Pública. Y puedo afirmar, enfática y categóricamente, que ello no es efectivo. Tengo en mi poder antecedentes fidedignos, que me permiten asegurar que existen numerosas reparticiones y organismos públicos cuyos funcionarios gozan de rentas superiores a la que disfruta el Secretario de esta Corporación, que tiene 30 años de servicios y ha llegado a desempeñar esta delicada función después de recorrer íntegramente el escalafón, desde el último cargo, y de haber demostrado, a través de su actuación funcionaría, condiciones de honorabilidad, de eficiencia y de corrección.
He creído conveniente y necesario exponer este breve esquema de la labor que desempeñan los funcionarios de la Cámara de Diputados, para que mis Honorables colegas y la opinión pública estén en condiciones de estimar, en todo su alcance y dimensión, el extraordinario incremento que ha experimentado la labor legislativa en los últimos años, hecho que se demuestra, en forma indubitable, con las cifras que ofreceré a continuación, que provienen de estadísticas responsables emanadas de la Oficina de Informaciones de la Corporación.
Para apreciar el trabajo de las Comisiones, procederé a hacer una comparación en horas de sesiones entre los años 1964 y 1965. En 1964, las horas de sesiones fueron de 472; en 1965, estas horas alcanzaron a 1.482, correspondiendo estas cifras a iguales períodos; es decir, existe un aumento superior al 300%. En cuanto se refiere a las sesiones celebradas por la Corporación, siempre sobre la base de los años 1964 y 1965, en el mismo número de meses, la duración de esas sesiones alcanzó a un total de 195 horas, cifra que en 1965 se elevó a ¡a cantidad de 719 horas. Fácil es, entonces, estimar que la labor de la Cámara experimentó un aumento del 400% entre un año y otro.
Estos son hechos tangibles y de fácil comprobación, que permiten configurar la verdadera imagen, la real expresión de este incremento progresivo que, en cada año, se advierte en el trabajo realizado por esta rama del Poder Legislativo. Sin embargo, hay algo más.
De lo anterior, podría derivarse la con-
clusión de que existe una verdadera necesidad de disponer de mayor personal para absorber las labores del servicio de la Corporación. Sin embargo, la Comisión de Policía, de la cual formo parte, luego de estudiar detenidamente esta materia, ha resuelto desechar la posibilidad de aumentar la planta del personal; en consideración especial a la conveniencia que exista de aceptar el concurso y colaboración de los funcionarios que, con experiencia y preparación, las sirven actualmente; y en atención, además, a los fuertes desembolsos económicos que tal aumento de la planta representaría, no sólo por concepto de remuneraciones, sino también por el número de oficinas, elementos de trabajo y otros.
Esta es la razón por la cual la Comisión a preferido otorgar al personal no un aumento de sueldo, como se ha afirmado, sino una "asignación de dedicación exclusiva", que signifique compensar equitativamente el exceso de trabajo que deben realizar estos funcionarios, y el abandono total de las labores profesionales que ellos cumplían anteriormente, fuera de los horarios habituales de trabajo, para atender con la debida eficiencia las funciones a su cargo. Por otra parte, debo manifestar que el goce de esta asignación compensatoria excluye, sin excepción alguna, el ejercicio o desempeño de cualquiera profesión o actividad particular, aun cuando ella se practicque fuera del horario de trabajo.
Señor Presidente, son muchas las aseveraciones infundadas e inexactas que se han hecho en lo tocante al monto de las rentas del personal de la Cámara de Diputados. Y, en este aspecto, la imaginación de algunos ha alcanzado límites sorprendentes. Ya mi Honorable colega señor Ramón Silva Ulloa ha dado algunos ejemplos, especialmente el que se refiere al señor Gabriel León Echaíz, "jardinero del Congreso" que, según dicen, "percibiría sueldos superiores a los 5 millones da pesos mensuales". Estoy en condiciones de afirmar que dicho funcionario, con 16
años de servicios, que obtuvo su alto cargo en concurso y que posee el título universitario de ingeniero agrónomo, dista mucho de percibir esa apreciable renta, puesto que solamente goza de un sueldo mensual bruto de Eº 1.381,68, y percibirá un aumento de sus remuneraciones de sólo un 30%.
Quiero recordar, en esta oportunidad, las expresiones de alarma que han provenido de todos los sectores políticos del país y de esta Corporación, por la creciente migración a otras repúblicas, de funcionarios chilenos que, por su capacidad y preparación, son recibidos con beneplácito en empresas y administraciones estatales de naciones que valoran adecuadamente el capital humano y el elevado rendimiento de nuestros funcionarios.
Lamentablemente, en nuestro país se advierte un menosprecio o subestimación del valor intelectual, y de ahí entonces que quienes se destacan en una u otra actividad, sea ésta técnica o administrativa, no resisten a ¡a tentación de mejores horizontes económicos en otras latitudes. Esto, junto con originar una verdadera fuga de valores intelectuales, significa para el Estado chileno una cuantiosa pérdida del capital invertido en la formación profesional de ese contingente humano.
Este problema debe preocuparnos no sólo a nosotros, sino a todos los chilenos. La pérdida de aquellos profesionales y personas que con sus ideas a conducir, a través de la técnica y de la ciencia, a nuestro país, es una materia a la cual tampoco el Congreso ha estado ajeno. Es bien sabido que son muchos los funcionarios del Poder Legislativo que han sido llamados a desempeñar elevadas funciones públicas y privadas por diversos Gobiernos e instituciones, en atención exclusivamente a las condiciones de idoneidad que ellos poseían y a la inalterable actitud de prescindencia política que los caracteriza.
Ellos inician su carrera administrativa a través de concursos a los cuales tienen
acceso todos los postulantes que reúnan los requisitos exigidos, al margen de patrocinios políticos determinados. Esta imparcialidad y prescindencia de toda índole, que constituye la mejor tradición funcionaría de nuestro personal, lo hacen acreedor a la confianza de todos los Diputados, quienes, por ejemplo, suscriben los informes de los Secretarios de Comisiones, recaídos en los proyectos despachados, en la seguridad de que ellos reflejan con fidelidad los acuerdos y consideraciones.
Señor Presidente, he procurado ser objetivo; sólo he demostrado la realidad en cifras y hechos concretos. Estamos frente a un personal al cual encontramos mañana, tarde y noche en función de su actividad "camarera". He querido usar este término para subrayar el espíritu de quienes todo lo dedican a transformar su tiempo en esencia legislativa.
¿Qué es la democracia? ¡El gobierno del pueblo! Pues bien, aquí tenemos al PUEBLO, con mayúscula: han renunciado a sus profesiones, a sus intereses y -porqué no decirlo, aunque sé que voy a herir su sencillez- a sus labores hogareñas, por entregar a este otro HOGAR, el Congreso de Chile, su dedicación, su preparación y su cariño.
Por estas razones, los Diputados democratacristianos votamos favorablemente los acuerdos de la Comisión de Policía Interior y Reglamento porque creemos que ha sido justo lo que a ellos se les ha otorgado.
Señor Presidente, no quiero dejar esta oportunidad sin que también los democra-tacristianos digamos algo sobre los ataques proferidos contra los parlamentarios por el aumento de sus remuneraciones. Aunque considero que no debemos usar esta alta tribuna con la única finalidad de defendernos nosotros mismos de las críticas o ataques que nos afecten, por injustificados o infundados que ellos sean, estimo de la mayor conveniencia que sobre esta materia, de suyo importante en la con-
vivencia democrática de nuestra nación, la opinión pública esté cabalmente informada.
Los parlamentarios hemos recibido ataques innobles e injustos, que van desde la invención a la burla ofensiva. Se nos ha calificado de "ignorantes", de que nos acordamos situaciones de privilegio, de excepción, respecto al resto de los funcionarios de las Administración Pública.
¿Hasta dónde esta campaña es justa y proporcionada? Nos parece ver en esta conducta, reiterada en el tiempo y en los procedimientos una actitud constante, a veces más acentuada, de resentimiento hacia la institución por esencia del régimen democrático. Pensamos, y lo diremos claramente, que elementos antidemocráticos, de pensamiento totalitario, sistemáticamente tratan de desprestigiar al Parlamento.
Se habla tanto de nuestra madurez cívica, de nuestras ejemplares instituciones democráticas, de nuestra tradición civilista y, al mismo tiempo, paralelamente, siempre hay sectores que desprestigian a las instituciones más significativas del régimen democrático y a sus hombres.
Otros, inconscientemente, sin medir el alcance de sus actos y palabras, por conformidad mental, siguen el fácil camino de ver escándalo en todo.
Se critica mucho, en forma despectiva e injuriosa, la capacidad de muchos parlamentarios. Yo quiero, en nombre de mi Partido, la Democracia Cristiana, expresar en forma clara que ojalá cada día lleguen al Parlamento los representantes auténticos de las grandes masas de campesinos, obreros y empleados. El Congreso debe representar a la comunidad viva y no ser refugio de una élite solamente, que no representa los intereses genuinos de la colectividad nacional. Hablamos de incorporar al proceso cívico, cultural y económico al pueblo; y, a la vez, se critica en forma inconsecuencte que sus representantes no tengan una elevada cultura universitaria o refinamientos de modales. Estamos orgullosos, como democratacristianos, de contar en nuestras filas con auténticos campesinos y obreros, y estoy cierto de que los colegas de todos los sectores sienten también esta satisfacción. Se acabó el Parlamento clasista, de dinero o de apellidos.
A continuación, paso a referirme a la dieta que perciben los señores Diputados. El Honorable señor Ramón Silva hizo un exhaustivo análisis de ello e indicó que ha ido variando desde el año 1964 hasta la fecha. La dieta parlamentaria era de Eº 125 en esa época. Sobre ese monto se hacían las imposiciones y se tributaba. Ahora, es de Eº 2.777. Sobre esta cantidad se tributa y se hacen las imposiciones legales pertinentes.
La opinión pública debe saber que el aumento de la dieta de los señores Diputados, que el año 1964 era de Eº 125, obedece a un procedimiento adoptado por esta Corporación en esa oportunidad, que honra a sus autores y que se ha mantenido en las sucesivas leyes de reajustes. Actualmente, como decía, un Diputado percibe un total líquido de Eº 2.777,37, además de una asignación por concepto de gasto de oficina. Este último rubro fue creado por la Comisión de Policía Interior y Reglamento, pues en este viejo edificio no existe espacio suficiente para que cada uno de los señores Diputados tanga una oficina en la cual atender los asuntos de importancia. Este monto ahora se entrega directamente a los señores Diputados. Hasta hace algún tiempo, la Cámara pagaba asas oficinas.
Por el monto de la dieta, estamos afectos al pago del impuesto a la renta, de la ley Nº 11.766, y del global complementario. También nosotros efectuamos a la Caja de Previsión de Empleados Públicos y Periodistas el total de nuestras imposiciones, tanto de la parte patronal como de la parte del empleado. Sin embargo, los parlamentarios no disponemos de atención, no percibimos asignación familiar, no tenemos el beneficio de la Medicina Curativa, ni
desahucio ni cuota mortuoria. Es decir, no recibimos los beneficios a que cualquier otro imponente de esa Caja tiene derecho.
Como deseo mantener mi intervención en un nivel elevado, no quiero entrar en comparaciones odiosas, pero bien se sabe, también con referencia a esta materia, que hay servicios médicos y otros beneficios espléndidos que reciben funcionarios de algunas reparticiones públicas y también del sector privado.
No tenemos el claro juicio de una opinión alertada y justa. Pero nos preguntamos: ¿por qué sólo nosotros y nuestros funcionarios son objeto de tan despiadado análisis, de norte a sur del país, y se silencian situaciones excepcionales de otros servicios? Sobre el particular se abre amplio campo para un análisis desapasionado y constructivo.
Ojalá que los señores periodistas, o cualquier otro sector que se interesa tanto por nosotros, pueda también analizar comparativamente, con objetividad, la situación de otros servicios, con el mismo sentido, con el mismo espíritu crítico y con la misma o mayor imparcialidad que han demostrado en este caso.
Han tocado las campanas a rebato. En el Presupuesto actual, los gastos del Parlamento no alcanzan a ser el 0,3% del total de gastos de la Nación, y, dentro de ese ínfimo porcentaje, el aumento de nuestras dietas y el de los sueldos del escasísimo personal del Congreso representa un porcentaje reducido. ¿Se han preocupado, por ejemplo, los periodistas y los diarios que tanto nos atacan, de los aumentos de precio que han experimentado las publicaciones de las versiones de la Cámara? Eso, seguramente, no ha sido motivo de su preocupación, pero nosotros pagamos ese mayor precio, con el objeto de que la sociedad, en forma democrática, esté informada. No es un gasto nuestro, sino de la nación toda, para ella, para que conozca nuestro pensamiento y se informe de nuestras actividades.
Duele tener que insistir en los móviles de esta campaña: pescadores a río revuelto; malos periodistas que tratan de lesionar el Parlamento, por el incremento de un rubro indispensable para servir a las instituciones de la nación y para pagar, en parte siquiera, la extraordinaria dedicación de nuestros muy escasos colaboradores. Si no nos preocupáramos, perderíamos poco a poco a nuestros funcionarios ; y este Poder fundamental, este pilar de la democracia también disminuiría su prestigio y eficacia. En definitiva, sería el país entero el que sufriría estos errores o este perjuicio.
Señor Presidente, antes de terminar, en nombre de la Democracia Cristiana, quisiera decir con claridad que estamos llanos a aceptar una investigación y a estudiar y aportar todos los antecedentes sobre la materia. No tenemos miedo, ni cremos haber hecho nada "entre gallos y media noche". Aquí estamos legislando; y, si algo se nos quiere decir, estamos en condiciones de proporcionar datos. No podemos aceptar que se hayan dado vuelta las cifras a través de noticias tendenciosas, de noticias falseadas, que han sido dadas a conocer con caracteres de escándalo, tras sospechosos móviles e intenciones.
Como he dicho, la opinión pública, en definitiva, es la que debe aclarar esto; porque, en realidad, en forma inconsciente, se puede dejar arrastrar por este tipo de campaña lo que podría significar que ella misma se está poniendo la soga al cuello.
Por eso, coincidimos con otros sectores en este aspecto; y creemos que, en el futuro deben fijarse las remuneraciones de los parlamentarios y de los funcionarios del Congreso Nacional por medio de leyes especiales, con el objeto de que todo sea claro, pues no tememos a la justicia; y la verdad siempre se va a imponer.
El señor ISLA (Presidente en ejercicio).-
Recabo el asentimiento unánime de la Corporación para insertar en la Versión
Oficial los documentos y cuadros anexos a que se ha referido el Honorable señor Silva Ulloa.
Acordado.
-Los cuadros estadísticos a que se refiere el acuerdo anterior aparecen en la parte correspondiente del discurso del señor Silva Ulloa.
El señor ISLA (Presidente en ejercicio).-
Dentro del tiempo del Comité Demócrata Cristiano, tiene la palabra, a continuación, el Honorable señor Lavandero.
El señor LAVANDERO.-
Señor Presidente, quiero excusarme ante la Honorable Cámara y ante mi propio partido, porque voy a hablar sólo a título personal. No deseo que recaiga responsabilidad alguna sobre ningún señor Diputado, ni menos sobre mi partido; quiero asumir toda la responsabilidad por las palabras que voy a pronunciar.
Estas observaciones reflejan mis experiencias durante tres períodos parlamentarios; fruto de nueve años de trabajo intenso al servicio de ideales, al servicio de situaciones en que he actuado con fe. Por eso, es necesario que, en esta oportunidad la opinión pública sepa la verdad desnuda. Las cosas se han llevado demasiado lejos; se ha sembrado la desconfianza; la ciudadanía mira a los Diputados como seres Henos de privilegios y de prebendas. Creo que ha llegado la hora de exponer la verdad.
Sé que hemos cometido el inmenso error de no explicar las cosas con claridad, de no decir lo que todo el mundo debería entender. Pareciera que hemos procurado esconder ante la opinión pública antecedentes y hechos que no tienen por qué ser desconocidos para nadie.
Flota en el ambiente, donde vaya hoy día un Diputado, de que es un ente privilegiado. Se siente animadversión hacia los señores parlamentarios. Pero, ¿cuánto gana un Diputado? Que lo sepa la opinión pública de una vez por todas: gana 2.777 escudos, aparte de los 750 escudos que se le entregan para la contratación de secre-
tarios. Y estos secretarios resultan mal pagados, porque muchos de nosotros, debido al intenso trabajo, la mayoría o quizás todos, tenemos más de dos secretarios y otro en nuestra provincia.
Además, la Cámara de Diputados ha entregado 1.000 escudos a los señores Diputados para que arrienden una oficina, porque la Corporación no cuenta con espacio suficiente para proporcionar a todos sus parlamentarios un lugar privado de atención.
Es necesario, entonces, que se termine el escándalo provocado por este acuerdo.
¿Acaso se podría pretender que un funcionario público pagara de su bolsillo la secretaría y la oficina donde trabaja? ¿Se podría pretender que un empleado costeara el papel, el teléfono y los secretarios que laboran en esa oficina pública?
¿Cómo es posible, entonces, que se desconozca esta posibilidad para los parlamentarios y que se pretenda que deban incurrir en estos gastos de su propio bolsillo?
Por otra parte, aquí ya se ha expresado que muchos funcionarios cuentan con otras asignaciones, con otros beneficios, que los parlamentarios no tienen. Pero es necesario que el hombre de la calle se compenetre de esta realidad: antes, el hecho de ser parlamentario -como lo señaló el Honorable señor Silva Ulloa- sólo significaba una manera de "vestir" el nombre. Para eso servía el cargo de Diputado. Y se ejercía casi deportivamente. Se desempeñaba en los momentos o en las horas libres que quedaban después de las actividades particulares; los ratos desocupados se destinaban al debate político y a legislar.
Que se sepa cómo, antaño, a muchos Diputados que concurrían a sesiones en que debían tocarse intereses económicos, las empresas afectadas les pagaban para la defensa de sus beneficios disfrazándolos en pago con el nombramiento de directores de ellas. Que sepa la opinión pública que esto se ha terminado; que entre nosotros, los que hemos sido elegidos por el voto popular, no hay directores de empresas que vengan a defender intereses económicos ajenos a los intereses nacionales. Todas estas cosas, vuelvo a repetir, han cambiado.
Todo el mundo sabe que, hoy día, los Diputados que son médicos, abogados, ingenieros, profesores o economistas, etc., no pueden ejercer sus profesiones; tienen que dedicarse sólo a la actividad parlamentaria, con horarios sorpresivos: de día, a la hora de almuerzo, en la tarde y en la noche, incesantemente. Puedo repetir y corroborar lo que ha expuesto el Honorable señor Silva Ulloa. Yo, como Presidente de la Comisión de Hacienda, responsablemente, y no en mi propio homenaje, sino en el de los funcionarios y de todos los parlamentarios que pertenecen a ella puedo manifestar que en este período legislativo nos ha correspondido trabajar 14 y 16 horas diarias, lo que significa el doble de la jornada de cualquier funcionario público.
Aquí se han dado algunas cifras para demostrar cómo la Cámara ha trabajado cuatro o cinco veces más que en otras legislaturas. La Comisión de Hacienda, solamente, casi llegó a sesionar durante 500 horas, muchas veces -como la opinión pública lo, sabe- ininterrumpidamente; incluso durante dos días seguidos, debido a la importancia y trascendencia de algunos proyectos. ¿Y acaso esto, que es un hecho público y notorio, no lo saben algunos periodistas que conviven con nosotros en este Parlamento?
Yo me pregunto -porque no hay que tener complejos sobre esta materia- ¿acaso no es efectivo que cada uno de los Diputados ha debido convertirse en un verdadero especialista o técnico en muchas materias? Ha llegado como representante popular, dispuesto a luchar por ideas de carácter general y ha tenido que prepararse, orientarse, informarse sobre
el tecnicismo siempre creciente de lo que significa gobernar el país.
La opinión pública sabe que los Diputados de provincias deben incurrir en mayores gastos al venir a ejercer sus cargos, pues deben arrendar otra casa más para evitar el pago de hoteles. Y esto lo hacen, con las mismas remuneraciones que perciben todo los Diputados.
Bien sabemos nosotros que en provincias toda institución de beneficencia, hogar infantil o club deportivo quiere dispensarle a cada Diputado el honor de designarlo director o presidente honorario, para que contribuya económicamente a esa institución.
Por otra parte, son innumerables las personas de provincia que viajan a Santiago, por consultas médicas o diligencias personales, sólo con el pasaje de venida, porque esperan que el Diputado les ponga la diferencia para poder regresar.
Tal vez estas cosas sean detalles; pero es necesario que se sepa hasta el detalle lo que realizan los parlamentarios; que la opinión pública conozca este aspecto de la realidad que los Diputados le han querido ocultar y que los periodistas conocen y, algunos, demasiado bien.
Es indispensable que la opinión pública sepa que algunos malos periodistas han tratado de amedrentar al Congreso Nacional por cosas de tan poca monta como, en este caso, la entrega de 500 escudos más a cada Diputado para permitirle arrendar una oficina fuera del recinto de la Cámara de Diputados.
Tantas veces algunos periodistas han dicho verdades a medias que, al fin, surtió efecto el amedrentamiento. Es cierto que cometimos un error, en la forma, y soy el primero en reconocerlo; pero que la opinión pública sepa que, en el fondo, no hay nada obscuro ni incorrecto. Lo incorrecto sería contentarse, quedarse callado y ser director de sociedades anónimas o gerentes de empresas; tramitar y gestionar, para obtener los recursos que nos faltan para vivir. Afortunadamente, esto no sólo no ocurre, sino que nosotros mismos estamos procurando que nunca exista en nuestra patria. Que la opinión pública juzgue los sueldos de algunos funcionarios de relativa importancia dentro de la Administración Pública; que sepa tocio el país que más de 2.000 funcionarios perciben sueldos superiores a los de los parlamentarios. Los colegas que han hecho uso de la palabra ya han citado los casos de la COVENSA y algunos del Banco Central. Un Diputado gana menos que el funcionario ubicado en el décimo octavo lugar dentro del escalafón del Banco Central. Ya se ha dicho que el Presidente de la Caja de Amortización, que el Superintendente de Seguros, que el Contralor, que el Subcontralor, en fin, miles de empleados, 2 mil funcionarios públicos tienen remuneraciones más altas que los parlamentarios.
También se ha atacado a los Secretarios y, en general, a los funcionarios del Congreso. Algunos de ellos, con 27 y 30 años de servicios, perciben rentas que, al darlas a conocer, moverían a risa, porque tampoco son superiores a los 3 mil escudos. ¿Y cuántos son los funcionarios que colaboran más directamente con los parlamentarios en el estudio de los proyectos de ley y que mueven, prácticamente este Poder Público, sobre el cual pesa- la inmensa responsabilidad de sostener la democracia? En la Cámara de Diputados son 34 funcionarios, en Secretaría y Comisiones, entre los cuales la renta, la más alta, como término medio, corresponde a la de Secretario de Comisión y llega a 3 millones de pesos; y la más baja se inicia con 680 mil pesos. Y esto es lo que mueve a escándalo, cuando la verdad es que los parlamentarios, junto con los funcionarios, están realizando una tarea gigantesca, especialmente en estos momentos, cuando se trata de cambiar la estructura social y económica del país, donde hay que comenzar a crear todo de nuevo. ¿Acaso no conocen estos hechos los señores Luis Hernández Parker y Rafael Otero? ��Acaso quieren cerrar los ojos impunemente, para sembrar la duda y la desconfianza en la opinión pública?
Sé que es desagradable personalizar; pero, de una vez por todas, tenemos que dejar el temor a un lado y mirar con la cara descubierta a quienes están tratando de amedrentarnos, de dejarnos en ridículo y preparar el camino para el golpe de Estado.
El propio periodista señor Luis Hernández Parker, que vive de la actividad política, que vive de la noticia política, gana inmensamente más que un parlamentario. Ayer decía en su audición que había dos Diputados que estaban investigando su sueldo. Yo era uno de ellos. No tengo por qué ocultarlo ni me importa lo que sobrevenga, porque creo que nunca el señor Luis Hernández Parker, por inteligente que sea, lo que le reconozco, va a tener la responsabilidad del más modesto de los Diputados ni del más humilde funcionario de la Cámara.
Yo sé que hay, no diré periodistas agradecidos, sino periodistas conscientes, que, comprenden lo que significa la democracia y que saben que les corresponde gran responsabilidad en su mantención.
Entre ellos, hay adversarios nuestros, por su ideología y por las empresas donde trabajan, pero nunca han llegado a tanto como los señores Luis Hernández Parker y Rafael Otero, que pretenden amedrentar al Congreso, al extremo de que prácticamente nos obligaron a cometer un error. Porque si hubo algún error fue, precisamente, por que se tuvo miedo de decir la verdad a la opinión pública. No nos atrevimos a decir que los 500 escudos eran para arrendar una oficina, por el temor a que se lanzaran especies ante la opinión pública, como ha ocurrido en otras oportunidades.
Ha señalado, además, el señor Hernández Parker, que el Presidente de la Corporación ha comprado un auto Mercedes Benz por un valor de 130 millones de pesos, cuando él sabe que sólo costó 30 millones de pesos; y que en la Cámara de Diputados, uno de los pilares de la democracia, sólo hay dos automóviles, para el uso del señor Presidente, de los señores Diputados, y para recibir a las delegaciones etxranjeras que nos visitan. Sabe también el señor Luis Hernández Parker que hay muchos Diputados que no tienen automóvil, porque no cuentan con los recursos necesarios para comprarlo.
Durante más de nueve años, como parlamentario, he visto Diputados honestos, obreros que prácticamente se sacaban el overol para venir acá, como el ex colega don Albino Barra, que era carpintero. Aquí actuó con dignidad; se cultivó en el desempeño de su cargo, llegando a ser uno de los mejores Diputados del tiempo en que le correspondió ejercer su cargo.
Por otra parte, creo que no hay derecho para que se lance especies y se diga, a través de una audición radial responsable, que aquí hay Diputados que no saben leer ni escribir. ¡ No podemos aceptar esta insolencia !
Señor Presidente, yo le pido al señor Luis Hernández Parker que señale los nombres de estos Diputados, que no hable en forma genérica, que indique cuáles son los que no saben leer ni escribir. Tal vez haya Diputados modestos, tal vez haya representantes de campesinos que no tengan el brillo ni sepan exponer las materias como el que posee una mayor experiencia parlamentaria. Pero es necesario que se sepa que ellos son el fruto de la democracia, representan el esfuerzo de los chilenos para librarnos de sistemas atrasados que han regido en nuestro país. Y hemos visto cómo esos representantes populares se han levantado, han progresado, llegando a ser como el ex DiputadoAlbino Barra, brillantes parlamentarios.
Yo no acepto que se pueda sostener, sembrando la duda, que aquí existe un enriquecimiento de los Diputados. Yo les pido a estos periodistas, y especialmente
al señor Luis Hernández Parker, que señale el nombre de un solo Diputado que se haya enriquecido ilegalmente en el desempeño de su cargo.
En cambio, yo le puedo indicar los nombres de una veintena de Diputados que no solamente se han empobrecido, sino que han quebrado por servir mejor a su patria, por servir mejor a su provincia. Y esto ha ocurrido con representantes de todos los partidos, de todos los sectores, porque no estoy haciendo distingos entre unos y otros. Entre los liberales puedo citar el caso del ex DiputadoSalazar, un hombre que, cuando ingresó al Parlamento, tenía una situación económica holgada y lo hemos visto salir quebrado y en la miseria, por defender con honestidad y dignidad su cargo. Casos como éste podría citar muchos.
Por eso, no se puede aceptar que se expresen en una audición radial, palabras como éstas que señalo textualmente: "El acuerdo de las Comisiones de Policía Interior y Reglamento del Senado y de la Cá-. mará traspasan, pues, de esta manera los límites estrictamente políticos y, por la vía indirecta llegó a las Fuerzas Armadas, hasta ahora, solamente a los Oficiales en Retiro. Nadie podrá saber la reacción de las Fuerzas Armadas, en servicio activo, porque éstas no pueden deliberar".
¿Cómo se llama esto, Honorable Cámara? Esto se llama sedición.
Yo no hubiera querido personalizar, porque no tengo animosidad contra el señor Luis Hernández Parker. Sé que es un hombre inteligente, y creo que en esto se le han ido los pies. Ojalá que rectifique su error. El bien sabe lo que significa la pérdida del régimen democrático, porque, cuando fue Secretario General de la juventud comunista, pasó por un país donde imperaba una dictadura. Allí se le detuvo y se le tomó preso. El señor Hernández Parker sabe que esto puede ocurrir en cualquier país donde no haya democracia. Yo sé que él estará conmigo para
rechazar el oprobio de que se nos compare con algunos países dictatoriales, con algunos países donde ni él ni nosotros podríamos levantar nuestra voz para protestar, para reclamar.
Por eso, espero que el amigo periodista, Luis Hernández Parker, rectifique esas palabras y vuelva sobre sus pasos. Que sepa que esa campaña no es de hoy, sino de años; que la detenga, porque, ella va contra uno de los pilares de la democracia.
El pareciera ser el portavoz ingenuo de quienes permanentemente están alentando los golpes de Estado. Considero inadmisible que quien ha vivido una vida entera al calor de la democracia y del Congreso, diga verdades a medias para desprestigiar una institución de la que él mismo, como todos los chilenos, se enorgullece, sobre to-to cuando se está en el extranjero, en medio de dictaduras.
Todo chileno, todo hombre que sale de nuestra patria, sabe valorar lo que significa la democracia. Conoce su importancia, lo mismo que sus defectos. En todo caso, no ignora que los defectos de la democracia representan un mal menor si se les compara con los de otros regímenes. Por otra parte, debemos tener presente que, dentro del concierto de las democracias latinoamericanas, la nuestra es la que los tiene en menor grado.
Y bien saben aquéllos que están empeñados en este proceso de desmoralización, en este proceso de destrucción de la democracia, que en Chile los Diputados viven con modestia y que en otros países sus remuneraciones son del orden de los US$ 6.000 -unos $ 10.000.000- y que todos cuentan con un automóvil para su servicio. En Chile es diferente; y lo es porque los Diputados socialistas, comunistas, liberales, conservadores, radicales y demo-cratacristianos han dejado, muchas veces, sus actividades particulares, donde ganaban mucho más, para dedicarse a estas tareas en cumplimiento de un ideal, porque todos ellos, sin excepción creen en lo que están haciendo, tienen fe y no les importa perder un poco de dinero con tal de contribuir a mantener esta democracia y ayudar a entregar un destino mejor a los que en ella habitan.
Señor Presidente, lamento haber tenido que expresarme en estos términos. No lo he hecho con ninguna animosidad. Sé que las personas inteligentes no insisten en sus errores; que es propio de un ser inteligente recapacitar y reconocerlos.
Por nuestra parte, yo reconozco que nosotros cometimos, formalmente, un error, al no usar el procedimiento habitual en este orden de cosas. Porque estoy cierto de que destinar Eº 500 mensuales más para mantención y arriendo de una oficina de Diputado no puede producir tanto revuelo, ni tan inmenso alboroto, lo que va en desprestigio de un Poder Público. Por lo demás, sé que el señor Luis Hernández Parker recapacitará acerca de este problema. Y sé que los buenos periodistas tampoco seguirán cometiendo errores en torno de esta materia.
Señor Presidente, invito a la prensa, invito a los periodistas para que examinen la vida privada de cada parlamentario, a fin de que trascienda lo más posible la forma en que desarrollan sus actividades, y se sepa con qué honestidad están ejerciendo sus funciones. Es preciso que se conozca la calidad de los parlamentarios que el pueblo ha elegido. Yo sé que la ciudadanía y cualquier persona que salga al exterior, se sentirá orgullosa de tener los Diputados socialistas, comunistas, democratacristianos, radicales o los nacionales que tiene.
Por eso, señor Presidente,. . .
El señor ARAVENA (don Jorge).-
No nos nombra porque Su Señoría fue pade-nista. . .
El señor LAVANDERO.-
Yo creo que ha llegado la hora de la verdad; que ha llegado el instante en que nosotros afrontemos con decisión y virilidad lo que está ocurriendo. El Congreso no puede amedrentarse para tomar sus resoluciones, porque eso implicaría un acto de debili-
dad, lo que contribuiría a socavar nuestra propia democracia.
Por eso, he levantado mi voz, porque, personalmente, no tengo el menor temor de que el señor Hernández Parker, ni ninguno de los señores perioditas atenten en contra de mi persona. Esto, señor Presidente, lo digo con virilidad, y sin amargura. No soy un hombre que pueda tratar de conseguir votos, ni me importa lo que de mi se diga por algunos malos periodistas, en la prensa.
Creo que, como muchos otros de mis Honorables colegas, he puesto, modestamente, al servicio de mi Patria todo to tengo. Sé que no soy un hombre brillante, ni de gran inteligencia. Pero sí puedo asegurar que las pocas cualidades y conocimientos que tengo me han permitido actuar con dignidad, para servir mejor a mi provincia, para servir mejor a mi Patria y para servir mejor a la democracia.
Nada más.
Varios señores DIPUTADOS.-
¡Muy bien!
El señor ISLA (Presidente en ejercicio) .-
La Mesa pone en conocimiento de la Sala el siguiente acuerdo, adoptado por los Comités Parlamentarios: "En cumplimiento de la resolución propuesta por la totalidad de los Comités Parlamentarios, en reunión celebrada el día miércoles 31 de agosto último, la Cámara de Diputados acuerda:
"Publicar "in extenso" la versión de la presente sesión en los siguientes diarios de Santiago y de provincias:
1.-"El Mercurio", de Santiago;
2.-"El Diario Ilustrado";
3.-"El Siglo";
4.-"Clarín";
5.-"La Tercera de La Hora";
6.-"Las Noticias de Ultima Hora";
7.-"El Mercurio", de Antofagasta;
8.-"El Mercurio", de Valparaíso;
9.-"La Patria", de Concepción, y
10.-"El Diario Austral", de Temuco."
-Hablan varios señores Diputados a la vez.
Un señor DIPUTADO.-
Y en "El Correo de Valdivia".
El señor SIVORL-
Y en "El Sur", de Concepción.
El señor ISLA (Presidente en ejercicio).-
La resolución propuesta por los Comités contiene los diarios a que me he referido.
El señor SIVORI-
¿Se podría ampliar al diario "El Sur" de ConcepcióNº
El señor ISLA (Presidente en ejercicio) .-
La Mesa, de acuerdo con el artículo 42 del Reglamento, recaba el asentimiento de la Cámara respecto del acuerdo propuesto por los Comités parlamentarios.
Si le parece a la Honorable Cámara, se aprobará.
Aprobado.
-Hablan varios señores Diputados a la vez.
El señor ISLA (Presidente en ejercicio) .-
En el tiempo del Comité Radical, tiene la palabra el Honorable señor Morales, don Carlos.
El señor MORALES (don Carlos). -
Señor Presidente hicieron muy bien los Jefes de los Comités de esta Corporación al proponer a la Sala que celebráramos una sesión especial para referirnos a este problema, que ha inquietado a la opinión pública este último tiempo.
Al adoptar esta resolución, los Comités parlamentarios -y yo concurrí con mi voto, como Jefe de la Sala de los Diputados radicales- no lo hicimos con el ánimo de llegar hasta aquí, a dar explicaciones a la opinión pública, ni muchos menos a tratar de justificarnos en cuanto a la resolución que soberanamente hemos adoptado, como Poder independiente del Estado. Lo hicimos, porque queremos, porque deseamos vehementemente, frente a los ataques de que hemos sido objeto, como contraparte ofendida por ellos, decir nuestra palabra.
Creo que nunca como hoy, en esta sesión, la Cámara de Diputados de Chile ha expresado su cariño por la democracia y su fe en nuestro sistema jurídico y en nuestra libertad. Porque lejos de quedarnos callados, de ocultar alguna explicación o algún antecedente, quisimos que se celebrara esta sesión pública, para que cada partido político pudiera explicar, desde su punto de vista, las objeciones que le merecen los infundados ataques de que hemos sido objeto.
Los comentarios de prensa y de radio han sido, indudablemente, en gran parte, vejatorios para nuestra dignidad. Ha sido puesta en tela de juicio la dignidad que tenemos como hombres, como padres de familia, como jefes de hogar, como políticos y como miembros de un Poder del Estado. Por consiguiente, liemos hecho bien, hemos hecho muy bien en llegar hasta aquí a expresar nuestros planteamientos, en torno de las materias que nos inquietan.
Debemos decir, con mucha franqueza, que en esta casa nuestra, esto es, en la Cámara de Diputados, en la que convivimos gran parte de nuestras horas, hay amigos nuestros: son los compañeros periodistas. Ellos nos proporcionan la posibilidad de que nuestras modestas intervenciones sean conocidas por el electorado; y, en gran parte, debido a sus informaciones, el electorado, la opinión pública, nos reelige o nos sanciona no reeligiéndonos.
Nosotros les entregamos, de primera fuente, las informaciones que necesitan para vivir, porque sobre la base a la. información política directa ellos también subsisten. Creemos que el mejor periodista es aquél que en mejor forma interpreta la verdad, aquél que, de acuerdo con las reglas de la más sana crítica, formula su juicio personal frente a muchas actitudes nuestras, en el orden político. Además, también tienen derecho a criticar nuestra vida privada. Porque los políticos somos objeto de toda clase de críticas; estamos abiertos al juicio de todas las personas,
periodistas y no periodistas. Y, en esta labor mancomunada, en esta vida interna que transcurre en esta casa nuestra, como lo es la Cámara, ellos y nosotros tratamos de obtener, honradamente, una remuneración para subsistir.
Estamos juntos en los comedores. Ellos entran a las salas de Comisiones; presencian nuestros debates, públicamente, como se realizan en una democracia. Desgraciadamente, en este último tiempo, algunos compañeros periodistas, sin obtener datos y antecedentes fidedignos, han entregado a la opinión pública, como aquí se ha demostrado hasta la saciedad, informaciones que no corresponden a la verdad de los hechos, a la realidad. Ellos han tergiversado los antecedentes y no han comprendido el mal que, con estas actitudes, le han hecho a la democracia.
Aquí estamos viviendo en el rincón del mundo, en esta querida tierra de Chile, rodeada, peligrosamente, de botas militares, que han venido caminando por Latinoamérica. Pero nosotros nos hemos defendido para que ningún régimen dictatorial venga a imponernos su voluntad, a fin de que en nuestro país impere aquélla que libremente se exprese en el concierto democrático.
El Parlamento de Chile tiene más de ciento cincuenta años de existencia: es, pues, uno de los más antiguos del mundo.
Es indiscutible que Chile goza de enorme prestigio en el mundo entero, por la estabilidad y solidez de nuestras instituciones democráticas. Aunque haya funcionado con pequeños o grandes errores, su acción siempre se ha encuadrado dentro de los marcos de la Democracia. Pues bien, creemos que, en gran parte, han sido la Cámara de Diputados, como organismo político y fiscalizado!', y el Senado de la República los que han conformado el mantenimiento en la democracia. Porque ella sucumbe cuando se ocultan los hechos. La democracia sucumbe cuando no hay valentía en los hombres que desempeñan estos cargos de elección popular. Y en este
templo de la justicia, de la verdad, de la juricidad, nosotros trabajamos día y noche, sin estar sujetos a ningún control en materia de horarios, y, como decía el Honorable Diputado señor Ramón Silva Ulloa, estamos desligados del calor del hogar. Así trabajamos en este Parlamento chileno, que es orgullo en el mundo entero. Eso lo saben los señores Diputados que han viajado por otros continentes, que han visto otros hombres y han visitado otros países. Aquí trabajamos en Comisiones, trabajamos en las salas plenarias; vamos, en seguida, a las tribunas gremiales o sindicales, vamos a nuestras asambleas, a nuestros partidos; vamos a los foros de radio y televisión; vamos a provincias; vamos a los centros de madres, a los clubes deportivos y a las organizaciones sociales, que requieren de nuestra presencia, para plantearnos sus problemas. No sabemos lo que es descanso. No hay tregua en nuestra vida de dramática lucha, tratando de defender nuestros partidos, nuestros principios y nuestra dignidad.
¿Qué Diputado puede disponer de horas determinadas, para realizar alguna acción común y corriente, como la que realizan todos los hombres? Perdónenme, señores Diputados, pero creo que viene al caso, que cite un ejemplo que me llega al alma. He llegado aquí, a la Cámara, a las cuatro de la tarde. Era mi obligación hacerlo como Diputado Jefe de un Comité. He venido, porque, si no lo hubiera hecho, no habría quedado tranquilo con mi conciencia, a plantear los puntos de vista de los señores Diputados del Partido Radical. Pero lejos de este lugar, allí, en el Hospital Militar, están mis hermanos y mi familia, porque ahí se está operando en estos momentos a mi querido padre. Yo no he podido estar con él, no he podido estar a su laclo, no he podido estrechar su mano, porque he creído que mi deber parlamentario me obligaba a estar esta tarde en la Cámara de Diputados y no junto a mi padre que está enfermo y quizás muera.
Aquí hay un drama del hombre que en
este momento está hablando y que ha concurrido a esta Sala porque era su obligación. Y esto, que lo pongo como ejemplo, rubrica todo lo que se ha dicho en lo que concierne al drama general del hombre que abraza la política, el cual se desafecta y se aleja del hogar y de los suyos.
No sé cómo seguirá ese enfermo. Mis hermanos me perdonarán por no estar a su lado; pero yo quedo tranquilo con mi conciencia, porque he venido a cumplir una función política y una función parlamentaria.
En este templo legislativo, ¿cuántas leyes hemos despachado? Más de 16.000. ¿Qué significan esas leyes? Mejoramiento de sistemas jurídicos y sociales del pueblo, estabilidad y respeto a nuestras instituciones. Por aquí ha pasado el drama del hombre, de la mujer y del niño; la inquietud por su educación, sus mejores salarios, su previsión; la defensa de nuestras riquezas. Todo el Parlamento está preocupado del bienestar de la patria, como patria, y de sus hombres, como hijos de esta patria. Todo lo hacemos nosotros como poder colegislador. Aquí llega la inquietud por legislar, a través del Mensaje de Su Excelencia el Presidente de la República o aquí nace la primera inquietud, a través de la moción parlamentaria; y en ello trabajamos con mucha honradez y honestidad.
En los 150 y tantos años de vida de nuestros Parlamento, ¿ha salido alguna vez a la publicidad que algún parlamentario haya cometido escándalos o negociados o se haya enriquecido en el desempeño de su función pública ? ¿ Acaso no salimos todos arruinados cuando terminamos nuestro mandato? ¿Acaso los profesionales no perdemos nuestra clientela? ¿Acaso los médicos no tienen que empezar a "rasguñar" para buscar nuevos clientes? ¿Acaso los abogados, ingenieros, arquitectos, hombres de empresa y tocios los que llegan al Parlamento no salen de él peor que como entraroNº
Aquí se dieron algunos ejemplos.
El Honorable señor Silva Ulloa decía:
No me gusta hablar en primera persona; a mí tampoco me agrada, pero tenemos que ir rubricando con ejemplos lo que constituye el problema de los parlamentarios.
Llegué a esta Honorable Cámara el año 1957. No tenía más que una casa y un automóvil. Ejerzo, 20 años, en Santiago, mi profesión de abogado. Mi estudio está abierto día a día. Ahí no se distingue a quien llega. Se hace pasar a las personas de acuerdo con su turno, sea gerente, director de una institución o simple ciudadano. ¡Adelante! ¡Adelante!, es la palabra que dice el Diputado o abogado Morales que está detrás de ese escritorio.
¿Qué tengo ahora, después de 20 años? El automóvil ha mejorado en relación al que tenía en 1957, y la modesta casa que poseía en Gran Avenida la cambié el año 1963 por otra ubicada en Avenida Suecia. Treinta mil escudos me costó esa casa, pagada con facilidades, según escritura extendida ante el Notario don Pedro Avalos. No tengo más. Eso es todo lo que he podido adquirir con el fruto de mi profesión, y no con la dieta parlamentaria.
Quien lea lo que percibimos por concepto de dietas, se asombrará. Tengo aquí los detalles de las dietas líquidas que reciben los Diputados de mi partido. Ya sabemos que el monto bruto es de 3.067 escudos. ¿Cuánto se les entrega? No las voy a leer todas, sino sólo algunas: 2.200 escudos, 1.600 escudos, 1.650 escudos, 1.358 escudos. Y hay otras con saldo en contra, porque los miembros de esta Cámara -sépalo la opinión pública- están adelantados en sus peticiones, por sus compromisos como Diputados, en 400 mil escudos aproximadamente. Hace algunos minutos, me decía el Senador señor Miranda que, en el Senado, esta cantidad llegaba a cerca de 150 millones de escudos.
¿Por qué un Diputado pide adelanto? Porque no le alcanza para sus gastos con lo que se le paga mensualmente. Este es el drama de la dieta parlamentaria; y el
que no tiene una profesión o un oficio, como el médico, el abogado, el arquitecto, el ingeniero, el maestro o el profesor, ¿va a poder vivir, si no cuenta con más entrada que estos saldos líquidos, por el desempeño de su función parlamentaria?
Estos datos son importantes, y los estoy mencionando para contradecir un cargo que nos ha hecho un alto funcionario de Gobierno, como es el señor Subsecretario de Hacienda. No debió decir lo que dijo, no debió formular ese cargo, como tampoco debieron hacerlo los señores periodistas, en informaciones que no corresponden a la verdad, porque el hecho de que la Comisión de Policía Interior y Reglamento, a la que tengo la honra de pertenecer, haya resuelto asignar un porcentaje de aumento a los empleados del Congreso Nacional y aumentarnos en 500 escudos la asignación para oficina, es una cosa justa, debido a que nuestras dietas, como se ha dicho, son muy inferiores a los sueldos que obtienen muchos funcionarios de la Administración Pública y porque los empleados del Congreso Nacional merecen, como lo he manifestado en reite--radas oportunidades, sólo nuestros agradecimientos.
Mi primer discurso en esta Cámara, lo pronuncié a los tres o cuatro meses de haber ingresado en ella. Venía de tribunas gremiales; estaba acostumbrado a hablar ante muchas personas; había participado en movimientos estudiantiles y era abogado; pero, como decía el literato y político francés Luis Bafthou, que tiene una obra sobre esta materia, me enredaba, me perdía en el Congreso Nacional, no sabía nada. ¿Quiénes fueron mis profesores después de los de la Universidad? Aquí, en el Parlamento, los señores funcionarios de la Corporación. ¿Cuántas veces no nos han ayudado con sus ideas, sus conceptos, sus consejos, su buena clase humana? Afortunadamente nunca se ha hecho política con los funcionarios de la Cámara, y en buen momento. Sea cual sea el Gobierno que llega al Poder, ha respe-
tado al funcionario de la Corporación. Así ha acontecido también durante el Gobierno del señor Frei, porque aquí, más que la presión política, predomina la eficiencia con que se debe ejercer la función parlamentaria. Y la familia es una sola, cuando tiene que entregar su prestigio en el exterior. Por ello se esfuerzan y por eso tratamos de plantear los problemas dentro de un plano de la más absoluta dignidad.
Aquí no hay horas extraordinarias; hay el trabajo que la Cámara exige; y nosotros trabajamos según las exigencias nacionales.
Se ha tratado, este último tiempo, de hacer cambios en las estructuras, y hemos considerado las grandes iniciativas de orden legal, en el planteo de los grandes problemas que, según el Gobierno que rige los destinos de la República, requieren solución urgente. Los Diputados de Oposición hemos concurrido, con los Diputados de Gobierno, a sesiones especiales. No hemos obstruido la labor del Gobierno; hemos trabajado en Comités, en Comisiones, en la Sala, porque creemos que se deben modificar muchas estructuras caducas de nuestro sistema político, social y económico.
De manera que no nos parece justo venir a formular críticas adversas por una asignación para el personal de Secretaría, para los guardias, para las modestas telefonistas, seres anónimos para nosotros que, a veces, conocen el drama de los parlamentarios a través de las llamadas urgentes; para el muchacho que cuida, en invierno y verano, los automóviles de los parlamentarios; para el personal que trabaja en los comedores, desde las 7 de la mañana hasta la 1, 2 ó 3 de la madrugada, y que nos atiende; para el guardia que nos trae los elementos de trabajo durante la sesión, el dato urgente, la ley oportuna; para el personal de la Oficina de Informaciones, los taquígrafos, los eficientes y doctos Secretarios de Comisiones, que tienen a su cargo la redacción
de los informes, que son documentos públicos, la fuente misma en que se está gestando la ley.
¿Acaso son exagerados los sueldos que ellos ganan, después de todos los antecedentes que aquí se han entregado en forma pública, sin ocultar nada? ¿Y es que el artículo objetado de la ley a que se ha hecho referencia no fue también públicamente tramitado ante el Poder Ejecutivo y ante el Poder Legislativo? ¿No fueron las Mesas de ambas Corporaciones las que hicieron este trámite, de acuerdo con los Comités parlamentarios ?
Aquí no ha habido nada encerrado ni oculto. Todo se ha hecho públicamente y a la luz del día. Porque teníamos conciencia de que estos reajustes eran oportunos, por eso los dimos. Porque sabíamos también que era necesario dar a los parlamentarios, una asignación para tener una oficina donde atender a nuestros electores, y a los ciudadanos, en general, también asignamos a los Diputados estos 500 escudos, con lo cual la dieta llega a 3.500 escudos. ¿Y si descontamos el impuesto a la renta? ¿Si descontamos, señor Presidente -y esto no se ha tocado, por eso lo voy a mencionar- la ayuda que cada Diputado hace a su partido, como entidad política, a sus organismos gremiales, a sus organismos juveniles, a sus organismos femeninos, a las asambleas?
¿Y por qué le entregamos al partido una cuota de nuestra dieta parlamentaria? Porque, en Chile, el partido, o el conjunto de partidos políticos, son la fundamenta-ción donde se vertebra la democracia chilena, las corrientes políticas chilenas.
Todos los parlamentarios, sin distinción, cual más, cual menos, estamos contribuyendo a defender a esos partidos que no tienen casa propia y que requieren de grandes esfuerzos para mantener locales; que no tienen personal, sino aquél que pagamos los parlamentarios o se paga con las modestas cuotas que entregan los asambleístas. Pero, si entregamos al partido político nuestro aporte, es porque sabemos que estamos defendiendo las bases mismas en que se gesta la democracia en Chile.
En los países en que no hay partidos políticos, esto no puede acontecer; pero en Chile ocurre que viejas y centenarias colectividades, como el Partido Radical, se han mantenido siempre con la ayuda de sus parlamentarios, y algunas veces han llegado a solicitarnos ayuda para una publicación del partido, para comprar pelotas de fútbol, como lo demostraba el Diputado señor Laemmermann, a través de una factura, por camisetas de fútbol para Fiestas Patrias, por valor de Eº 677; un juego de red para arcos de ese mismo deporte, etcétera. Además, una ayuda para un Centro de Madres, consistentes en máquinas de coser, porque hay que llevarles algún regalo a esos Centros, a los clubes, a esa gente que tanto lo necesita.
Son gastos que van saliendo y saliendo, y van haciendo mermar las exiguas entradas del parlamentario. ¡Y cuántas veces nosotros hemos tenido que recurrir a nuestra casa, que es el Partido Radical, como una especie de casa de socorros mutuos, cuando algún Diputado tiene un problema !
Me perdonará el Honorable señor Cabello, que no está presente, que relate lo que me decía, hace pocos días: "Mira, Morales -me expresaba-, mientras yo era médico en Talca, tenía mis economías. Vivía bastante bien con mi profesión de médico. Si me enfermaba, había colegas que me atendían. Si había que operar a algún miembro de mi familia, bueno, lo operaban en Talca. Ahora las cosas han cambiado; tengo que operarme..." Y ahí está, recién salido de la Clínica Santa María. "Pero haz el favor de conseguirme un adelanto en Tesorería, porque no tengo con qué pagar los gastos". . Bueno, ésa es la tragedia de los Diputados chilenos. ¡ Cuál más, cuál menos, vamos allá mismo! ¡Y quizás cuántos estamos pensando en ello!
Ahora, siendo Diputado, miembro de un
Poder Público, ¿cómo arreglar mañana problemas de un orden tan íntimo que la vida nos está presentando?
Esto también hay que plantearlo, para que los amigos periodistas, que entregaron informaciones equivocadas, sepan cómo sufre a veces el parlamentario, como consecuencia de cosas que habitualmente no podemos mencionar; pero que tenemos la obligación de decirlas esta tarde, y que yo, por lo menos, estoy planteando, como lo han hecho también otros señores Diputados.
Yo creo que nuestra obligación es entregar todos estos antecedentes; porque -y perdóneme la Cámara que emplee estos argumentos, que se refieren a hechos que pueden ser considerados como mínimos, pero que no los cito para dar medianía ni dramatismo a mi intervención- cuando se muere un Diputado, ¿qué le ocurre a su familia? ¿Qué le acontece a la viuda? Y los hijos, ¿cómo quedaNº Y los que son de provincia, que tienen que arrendar acá en la capital una pieza en un hotel, y mantener su casa en la provincia, ¿cuánto gastaNº
¿Y las atenciones? Porque cuando llega un parlamentario a provincia, cualquiera invitación corre por cuenta del Diputado. Y ninguno, por dignidad, por el cargo que desempeña, podrá permitir que cuatro o cinco personas lo atiendan, lo festejen; por el contrario, tiene que ser generoso con sus electores.
De manera que cuando la Comisión de Policía Interior adoptó la resolución de entregar una asignación, actuó con justicia con todo su personal, con el de Secretaría, con el de Redacción, con el de la Guardia, y también con los señores Diputados.
Y ahora, antes de entrar a comparar estos antecedentes con los de otros países, vamos a pedir que se envíe un oficio a la Secretaría del Parlamento Latinoamericano, a fin de que nos informe cuáles son los emolumentos y beneficios que reciben los señores congresales que ejercen man-
dato en los países en los que todavía hay Congresos.
En Brasil, tienen una renta fija de 550 dólares mensuales, además de una bonificación variable, por asistencia a sesiones, cuyo monto sobrepasa la renta fija. Con motivo del traslado de la capital de Brasil a Brasilia, se les otorgaron diversas franquicias, entre otras, para comprar casa, instalar mobiliarios, usar con absoluta libertad los medios de transporte, incluso hidroaviones.
Es cierto que en Brasil no se les da para gastos de secretaría, porque el Congreso les proporciona salas y personal. ¿Por qué habríamos de tenerlos nosotros, como en el caso de otros Congresos que hemos conocido, si acaso también se nos proporcionaran salas y personal? No tendríamos por qué tenerlos. En los Congresos de otros países, instalados en edificios modernos, el Diputado ejerce el cargo con dignidad, porque cuenta con magníficas salas, que no son como algunas de las oficinas que hasta hace poco tenía la Cámara o que ella misma arrendaba.
En Venezuela, gozan de una renta fija de 5 mil bolívares, equivalente, más o menos, a 1.100 dólares mensuales, más 65 dólares, aproximadamente, para gastos de representación. Si tienen que hacer viajes oficiales, gozan de viático; si es en el interior, de 25 dólares diarios; si es fuera del país, de 50 dólares diarios.
En Uruguay, la renta actual es más o menos equivalente a 3 mil escudos y a partir del próximo año será de 4.500 escudos, aproximadamente. Hay que señalar que estas rentas son líquidas, es decir, no sufren ningún descuento, porque los aportes previsionales y demás imposiciones corren por cuenta del Congreso. Por último, tal como en el régimen diplomático, tienen derecho a internar, libre de todo gravamen, un automóvil cada dos años. Y a nosotros, jamás se nos ha ocurrido ni siquiera liberarnos del pago de la patente, porque cómo nos criticarían por conseguir una franquicia de este tipo.
¿Cuánto cuesta el pago de la patentEº ¿Cuánto comprar un automóvil?
En Estados Unidos, la dieta es de aproximadamente 5 mil dólares anuales y la cantidad para gastos de secretaría, superior a ella.
En Gran Bretaña, la renta anual de un representante de la Cámara de los Comunes es de 3.250 libras esterlinas. El Presidente de cada Comité de la Oposición tiene, además, una renta de 3.750 libras al año.
En Panamá, los parlamentarios perciben magníficas rentas y tienen derecho a internar un automóvil cada año.
Menciono estas franquicias a título de ejemplo, por la vía informativa, para que se sepa en Chile que nuestras rentas no tienen ni siquiera un parecido con las remuneraciones y franquicias de los parlamentarios de otros países del orbe. Por eso, sería conveniente que se aceptara la petición de oficio que vamos a formular, el que ojalá se acuerde enviar en nombre de la Corporación, para que pueda surtir los efectos que nosotros deseamos, a fin de poder aclarar tantas materias que nos corresponden.
Por otra parte, nosotros mismos hemos aprobado aquí, hace poco, la reforma constitucional, en la cual hemos establecido que el parlamentario no puede ser director de ninguna sociedad, de ningún Banco. Y en esta reforma constitucional se fue más lejos que en el proyecto aprobado ahora último por la Comisión de Constitución, Legislación y Justicia. En ésta, al discutirse el proyecto sobre sociedades anónimas, votamos, por unanimidad, que ningún parlamentario puede ser director de sociedades anónimas. Pero, como digo, en la reforma constitucional se fue mucho más lejos, porque establecimos verdaderas inhibiciones para que los parlamentarios puedan conseguir otras remuneraciones anexas a las de su función legislativa -ya antes habíamos derogado las Consejerías parlamentarias- en el afán de ir colocando al Diputado y al Senador en una claridad de actividad pública, a fin de que no reciba la crítica de nadie.
Nosotros mismos nos hemos inhibido en el manejo de muchos problemas legítimos, porque no queremos que nuestra función parlamentaria pueda significar, en absoluto, una presión para organismos del Estado que tenemos la obligación de fiscalizar. ¿Por qué lo hemos hecho? Porque estamos contestes en que, en lo posible, hay que entregarle al parlamentario plena independencia en cuanto a su actitud, su conducta política y profesional. Sin embargo, del mismo modo que así ocurra tenemos también la obligación de entregarle las rentas que correspondan al ejercicio digno y legítimo de ese cargo.
Señor Presidente, a los Diputados radicales nos parece bien que el fundado y magnífico discurso del Honorable colega señor Silva Ulloa; los pronunciados por los Honorables señores Lavandero y San-hueza; y los que habrán de decirse, sean publicados. Sí, nos parece bien, porque tenemos que defendernos. Aquí se trata del problema de nuestra casa, que es el Congreso. No se trata de problemas políticos ni partidistas; cada parlamentario defiende sus puntos de vista a su leal saber y entender, y de acuerdo con la inspiración política que le entrega su partido.
Aquí se ha dicho, muy de paso, a propósito de algunas observaciones de los señores Diputados del Partido Comunista, y del Senador señor Volodia Teitelboim, en el Senado, que las dietas parlamentarias se las entregaban al Partido. Ese es problema de cada partido.
-Hablan varios señores Diputados a la vez.
El señor MORALES (don Carlos).-
Se ha expresado también que el partido les asigna una baja remuneración, y algunos han manifestado que esto se efectúa en relación con lo que percibe un profesional especializado. Están en su derecho de hacerlo. Pero los que no entregan la dieta a su partido, sino que dan aportes mensuales, como el caso del nuestro, te-
nemos un gasto tremendo, que no lo tienen los parlamentarios del Partido Comunista. ¡Veamos nuestras campañas! Las campañas de los colegas comunistas corren por cuenta de su partido; las nuestras, las costea cada candidato. ¿A cuánto asciende la deuda que contrae cada candidato en las campañas parlamentaris? ¿Cuánto nos cobrn los diarios y la radio por la propaganda? Ahora vendrá el afán de cada candidato a Diputado de ir a la televisión. ¿Cuánto va a significar eso? ¿Acaso no llegamos aquí con las dietas comprometidas por uno o dos años para pagar los gastos de las campañas? ¿Cuánto cuesta una campaña electoral? Hablo por lo menos del Primer Distrito de Santiago: una cantidad que fluctúa, aproximadamente, entre 25 mil a 40 mil escudos. ¡Hay que ver las facturas que se pagan a las empresas periodísticas y radiales por concepto de campañas parlamentarias! ¡ Cuanta reunión o acto proclamatorio hay, tenemos que financiarlo! Tenemos el arriendo de un teatro; el pago de un almuerzo, de una comida; el arriendo de uno, dos, tres o cuatro automóviles; de camionetas; el pago de la propaganda de prensa y de afiches; el envío de cartas a los electores, las tarjetas, etcétera. Sólo quien ha sido candidato a Diputado o Senador conoce el drama de lo que significa una campaña que corre por cuenta de uno.
Estas cosas las estoy diciendo esta tarde, en nombre de los Diputados del Partido Radical.
En lo que respecta al motivo de esta sesión, para cuya celebración yo contribuí con mi voto en la respectiva reunión de Comités, debemos manifestar que somos total y absolutamente solidarios con lo resuelto por la Comisión de Policía. Pensamos que fue justo lo que resolvimos en velación a los señores Diputados y al personal de la Cámara, y que, después de estudiar los antecedentes, indudablemente podríamos modificar los procedimientos. Pero que no vengan a decirnos que la conducta adoptada por la Comisión fue arbitraria o que hemos tratado de beneficiarnos injustamente con respecto a otros sectores. Muchos empleados ganan más que nosotros. ¿Cuál es el problema? Que muchos otros ganan muy poco, y, quizá, habrá llegado el momento de que estas reflexiones que estamos haciendo en esta sesión nos sirvan para cuando tengamos que debatir problemas laborales o cuando llegue al Parlamento el correspondiente Mensaje o las iniciativas sobre proyectos de reajustes para los sectores público y privado.
Señor Presidente, como se han dado tantos detalles sobre esta materia, evitaré entrar en antecedentes de esa misma naturaleza. Creo que las informaciones dadas por los colegas han sido exhaustivas al analizar el problema de sueldos, las horas, los servicios, el trajín diario y nocturno del personal y de los congresales; el trabajo en los días festivos, etcétera.
Antes de poner término a mis observaciones, quiero invitar a la Honorable Cámara a que trate de producir un acuerdo, que perfectamente podríamos adoptar por asentimiento unánime, y que hemos firmado todos los Diputados radicales. Lo voy a exponer. Creo que, no por el prestigio nuestro, porque cada uno sabe cómo cuidarlo; ni por el prestigio de la Corporación, porque cada uno sabe cómo guardarlo, sino en el afán de que tocio el mundo sepa quiénes somos, qué tenemos y con cuánto nos iremos cuando dejemos el cargo parlamentario, sería útil que todos los señores Diputados entregáramos una declaración jurada de nuestros bienes. La proposición correspondiente la hemos redactado en los siguientes términos:
"La Honorable Cámara, después del debate habido con relación al aumento de una asignación de oficina para cada señor Diputado y para su personal, acuerda:
"Que todos los señores Diputados deberán entregar una declaración jurada de los bienes que tenían a cualquier título al
21 de mayo de 1965 y los que tienen en la actualidad.
"Igual declaración deberán hacer al término de su mandato.
"Dicha declaración deberá entregarse en la Secretaría de la Corporación dentro del plazo de quince días, contados desde esta fecha.
"En el caso de que el Diputado viva bajo el régimen legal de separación total o parcial de bienes, deberá, asimismo, entregar una declaración de los bienes de que sea dueño su cónyuge."
Si la Honorable Cámara la aprobara, estaríamos muy satisfechos por haber tenido la inquietud de proponerla. En el evento de que así no ocurriera, por lo menos declaro, autorizado por los Diputados de mi Partido, que entregaremos de todas maneras la declaración jurada del modo que aquí se expresa, para que la opinión pública nos conozca y para que en otra ocasión que nuestros amigos periodistas, con los cuales convivimos, quieran juzgarnos, antes de lanzar una información, que no nos hiere a nosotros en nuestra calidad de Diputados y que viene a zaherir a la democracia misma, porque no corresponden a la verdad, vengan aquí, a la Secretaría de la Cámara y se impongan qué somos, cómo vivimos y cómo pretendemos vivir hacia adelante cuidando nuestra dignidad y el respeto a la función parlamentaria que el pueblo soberadaniente nos entregó.
Nada más y muchas gracias.
El señor ISLA (Presidente en ejercicio).-
Honorable Diputado, el Honorable señor Lorca, don Alfredo, le solicita una interrupción.
El señor MORALES (don Carlos).-
Con mucho gusto se la concedo.
El señor ISLA (Presidente en ejercicio).-
Puede hacer uso de la interrupción el Honorable señor Lorca.
El señor LORCA (don Alfredo) .-
En nombre de mi Partido, el Demócrata Cristiano, señalo que lo propuesto por el Honorable Diputado señor Morales nosotros
ya lo hemos cumplido, porque todos los Diputados entregamos al Partido una declaración de los bienes; pero no tenemos ningún inconveniente en compartir el acuerdo del Honorable señor Morales.
El señor ISLA (Presidente en ejercicio) .-
Con la venia de la Sala, tiene la palabra el Honorable señor De la Fuente, don Gabriel.
El señor DE LA FUENTE.-
En nombre de todos los Diputados Nacionales, aceptamos gustosos el proyecto de acuerdo presentado por el Comité Radical.
El señor ISLA (Presidente en ejercicio) .-
Con la venia de la Sala, tiene la palabra el Honorable Diputado señor Francisco Sepúlveda.
El señor SEPULVEDA (don Francisco).-
Señor Presidente, el Comité Socialista adhiere al acuerdo que acaba de proponer el Honorable Diputado señor Morales Abarzúa.
El señor ISLA (Presidente en ejercicio) .-
Con la venia de la Sala, tiene la palabra el Honorable Diputado señor Cantero, don Manuel.
El señor CANTERO.-
Señor Presidente, hacemos nuestra la proposición que ha formulado en esta Sala, en nombre de los Diputados radicales, nuestro colega don Carlos Morales Abarzúa. Debo agregar que nosotros, los comunistas, hemos hecho ya en reiteradas oportunidades esta misma proposición.
El señor ISLA (Presidente en ejercicio) .-
Con la venia de la Sala, tiene la palabra el Honorable señor Aravena, don Jorge.
El señor ARAVENA (don Jorge).-
No, en el tiempo que me corresponde.
El señor ISLA (Presidente en ejercicio) .-
Si le parece a la Cámara, este proyecto de acuerdo, que normalmente se vota al final de la sesión, se aprobará de inmediato.
Si le parece a la Cámara, así se procederá.
El señor FUENZALIDA.-
Por unanimidad.
El señor ISLA (Presidente en ejercicio) .-
Acordado.
Igualmente la Mesa recaba el asentimiento de la Sala a fin de enviar, al Parlamento Latinoamericano, el oficio a que hizo mención el Honorable Diputado señor Morales.
Si le parece a la Cámara, así se procederá.
Acordado.
Dentro del turno del Comité Democrático Nacional, tiene la palabra el Honorable Diputado señor Aravena, don Jorge.
El señor ARAVENA (don Jorge).-
Señor Presidente, los parlamentarios, en especial los Diputados, hemos sido objeto, en estos días, de comentarios muy desfavorables, por parte de ciertos órganos de prensa y radio, a raíz de un acuerdo tomado por la Honorable Comisión de Policía de la Cámara, mediante el cual se otorgó a los Diputados la suma de Eº 500 mensuales para gastos de mantención y arriendo de oficinas, y se aumentaron las remuneraciones de los funcionarios de los diversos servicios de la Cámara.
Por motivos que, a mi juicio, no vale la pena calificar, se ha pretendido, una vez más, convertir en un verdadero escándalo público un hecho que, si hubiera sido explicado con buena fe y con conocimiento de los pormenores, como en esta tarde se ha hecho en esta Honorable Cámara, se habría evitado crear un ambiente hostil hacia el Parlamento.
Pero es el caso que, por un afán o, más bien, por un hábito que se ha generalizado mucho en estos últimos tiempos, no se repara en jugar -y jugar bastante- con el destino de las cosas; y se lanzan, así como así no más, algunas informaciones destinadas, más que nada, a causar sensación y que, a la postre, nos envuelven en un torbellino de desconfianza y de sospecha ante la opinión pública de nuestro país.
Todos los señores parlamentarios que me han precedido en el uso de la palabra,
y muy especialmente mi estimado colega don Ramón Silva Ulloa, han expresado ya, en forma documentada y circunstanciada, las razones que se han tenido en cuenta para reajustar las rentas de los funcionarios de la Corporación y, a la vez, para fijar una suma de Eº 500, como ya lo dije, para el arriendo y la mantención de oficinas, motivo por el cual no tendré, entonces, necesidad de referirme a estos detalles.
Pero hay algo que, a mi juicio, no puede dejar de decirse en esta oportunidad, y es aquello que está más allá de la justificación de una medida de orden económico, ya sea a favor de los parlamentarios o de los funcionarios, la que, por cierto, es muy importante y también seria, pero, en el fondo, no es lo más sustancial en todo este desagradable asunto. Porque debemos estar de acuerdo en que, por su naturaleza y su generación, el cargo de parlamentario, dentro de un sistema democrático, es distinto, total y diametral-mente distinto de cualquier otro cargo, sea este administrativo o profesional, ya sea del sector privado o del fiscal.
Desde luego, para ocupar un cargo de parlamentario, hay que ser elegido y se necesita, por lo tanto, contar con la voluntad de una cantidad considerable de ciudadanos, lo que no siempre se logra con la facilidad con que se obtiene un cargo administrativo o con que se obtienen, en la actividad privada, ganancias que, dentro de la actuación parlamentaria, nunca será posible alcanzar.
Por otro lado, la permanencia en el cargo está fijada por períodos, 4 años para los Diputados y 8 para los señores Senadores, plazos en los cuales los elegidos deben hacer total y absoluto abandono de todas sus actividades e intereses. Porque es sabido que, una vez que ya se está en posesión del cargo, no hay tiempo para desarrollar otra labor, si se quiere cumplir debidamente la función parlamentaria.
Esta sola circunstancia produce a la
mayoría -si no es a todos- un problema que solamente los que lo sentimos, los que lo sufrimos, podemos apreciar debidamente y que suele tener, en muchas ocasiones, para los afectados, consecuencias económicas y familiares de graves proporciones. En efecto, al ser elegidos por un período -en este caso, el nuestro, que es de cuatro años-, nos encontramos con que muchas veces se troncha, justamente, la labor de un profesional o cualquier otra actividad. El que tiene actividades industriales o comerciales, por ejemplo, se encuentra, al término de este período de cuatro años, con que ya le es muy difícil reencontrar, retomar la función que tenía anteriormente y, además, lograr el buen éxito que podría haber alcanzado si no la hubiese abandonado.
Ahora bien, salvo contados casos, no existe, ni puede existir tampoco, la pro-fesionalización de la carrera parlamentaria. Este es un desempeño total y absolutamente eventual y, para lograrlo, no sólo se requiere la decisión de optar a él, sino que es preciso emplear gran parte de nuestro tiempo y -¿por qué no decirlo?- sacrificar gran parte de nuestra vida hogareña, incluso, tal vez, aquella vida que nos da un mejor pasar. Tenemos que entregarnos al servicio de los demás. Y este servicio a los demás, si lo es antes de lograr el cargo, lo es mucho más desde el momento en que lo estamos desempeñando, por cunto no se trata de que aquí venimos a servir a nuestros representados solamente a través de la legislación, en orden a defender a ciertos grupos o incluso a lograr aquellas expectativas que ellos cifraron en nosotros, sino a través de otra actividad que todos muy bien conocemos y que tenemos que desarrollarla en todo tiempo, ya que nosotros, como muy bien se ha dicho en esta tarde, no tenemos fines de semana, ni domingos, ni festivos en los que podamos descansar. Porque no sólo tenemos que atender, repito, la labor parlamentaria, . sino otros menesteres de orden social que nadie los alcanza a ver,
ni nadie los sabe apreciar. Todos nosotros, en nuestras oficinas, sea aquí o en provincias, o donde vayamos, siempre tenemos una audiencia. En nuestro caso personal, cada vez que nos trasladamos a provincia, en nuestra oficina, nunca deja de haber 20, 30, 40 ó 50 personas que desean hablar con nosotros, y cada una con un problema especial. Hay también casos en que no se trata sólo de lograr la solución de un problema, sino que tenemos que satisfacerlo con lo que llevamos en el bolsillo, porque la cuantía de lo que esa persona necesita es, en muchos cases, algo por lo cual no podemos hacer una gestión, y el único medio de subsanarlo es, justamente, echar la mano al bolsillo para dar satisfacción al pedido de esa persona que, por lo general, no dispone de medios. Nosotros tenemos la obligación de subsanarlo, contando o no con los medios para ello.
Esto que me he permitido señalar es un hecho que afrontamos, bien lo sabemos, a diario. Creo que ahora, después de las informaciones de prensa, después de la escandalera que se ha formado, es incuestionable que esto va a aumentar, va a arreciar, por el hecho muy simple de que ya se ha dicho que los parlamentarios gozamos de rentas fabulosas, por lo que se puede acudir a nosotros en demanda de medios económicos sin control ni medida.
Detalles como éste, hay muchos, ya que, tanto en provincias como en la capital -ya se dijo en esta tarde- no hay colecta, no hay erogación, no hay ninguna cosa que no sea encabezada con el nombre de los parlamentarios. Bien puede que sea por aquella distinción que se le tenga al parlamentario, pero el figurar en una lista de estas erogaciones nunca es gratuito, y siempre hay que colaborar con ella, y es lógico que así sea.
Pero hay un hecho que aún va mucho más al fondo de esta materia y que está un tanto al margen de todas las cosas que hemos tratado de explicar, en cuanto al problema y al desenvolvimiento económico, de acuerdo con las remuneraciones de
los parlamentarios. Es más, lo podríamos, en fin, afirmar en una forma mucho más categórica, si nosotros usáramos el testimonio del Tesorero de la Cámara y si él pudiera decir cuáles son los saldos que sacan los señores parlamentarios e incluso los funcionarios y señalar también cómo se ve acosado con los "valecitos" a que recurrimos para poder cumplir nuestra función. Allí hay un testimonio que no se podría discutir, ya que él sabe, mejor que nadie, los afligimientos a que siempre nos vemos enfrentados los parlamentarios.
Pero, como digo, yo creo que hay algo más de fondo en este problema y, para poderlo tocar, comenzaré diciendo, con toda la solvencia y responsabilidad que me concede mi cargo de Diputado, que en este asunto estamos siendo arrastrados en forma deliberada hacia un terreno en el cual no podríamos responder -y escúchenme bien, estimados colegas- de otra manera sino tomando la actitud de poner en manos del Presidente de esta Alta Corporación la renuncia de nuestras investiduras, la renuncia de nuestras posiciones, ya que de otro modo no podríamos entrar a discutir un problema en el cual se ha querido poner en duda la dignidad y solvencia moral de los componentes de un Poder del Estado, que es una de las bases substanciales de nuestro sistema institucional y jurídico.
Yo no temo a eso, aunque hubiera que hacerlo ahora mismo, pero en el bien entendido de que haya siempre frente a nosotros -esto es bien claro- elementos responsables, capaces de emitir un juicio que esté al nivel de la responsabilidad que incumbe a un Poder del Estado cuya alta misión es estudiar y despachar las leyes que rigen nuestra convivencia social y económica.
Ahora, con respecto al personal de la Cámara de Diputados, hay que hacer algunas consideraciones básicas, frente a un desempeño en el cual no sólo se trata de ganar un sueldo, sino de cumplir una misión que constituye una de las bases mis-
mas de nuestra estructura institucional.
De allí que crea que no se puede anali-zar el problema sin señalar conceptos que fijen principios que van más lejos de una simple apreciación de orden económico.
Señor Presidente, el deber profesional es algo más que un simple deber de trabajo. Es la imposición de un código moral relacionado con los modos, los por qué y los fines de ese trabajo. Creemos que la llamada ética profesional comprende la observancia de esa moral, la que es preciso grabar más profundamente, incluso que las reglas técnicas del arte del trabajo.
Muchas veces, el deber profesional entra en conflicto con el resto de los deberes, por una exagerada concepción de la competencia y el celo. A veces quedan pospuestos por el cumplimiento de esa obligación otros deberes como los sociales, familiares, religiosos, etcétera. Y la fuerza del deber profesional es tal, que actúa sobre cualquier trabajador, ya sea manual o intelectual, porque la verdad es que no hay un solo trabajo en el que el descuido o el error no puedan acarrear daños -morales o materiales -a inocentes desconocidos.
Y creo necesario decir esta tarde que esa responsabilidad tremenda de no hallarnos a la altura de la confianza depositada en nuestras tareas por aquellos que van a servirse de sus resultados, es una de las múltiples formas con que nos constriñe el deber profesional.
Fuente de preocupaciones intensas para quienes sienten el deber profesional de un modo escrupuloso es la necesidad constante de poner precio a su trabajo. Cuánto vale, en términos de dinero, algo hecho con la vibración de todos los resortes individuales, algo que viene a ser no solamente nuestra "obra", sino una parte de nuestra vida y de nuestro ser. . . es difícil de precisar con justicia. Y, no obstante, es preciso hacerlo.
Por eso, lo que hemos hecho aquí en la Cámara, lo que hemos acordado, está bien.
Está bien respecto de nuestros compañeros funcionarios, porque todo lo dicho -aun no siendo original- les es aplicable tota] y absolutamente.
Yo he conocido, más hondamente que muchos de mis colegas, por los años que tengo como parlamentario, y en otras actividades de orden administrativo, la profundidad del deber profesional de los empleados de la Cámara de Diputados; he conocido sus conflictos y la posposición en el cumplimiento de sus deberes sociales y familiares; sé como pesa en ellos la tremenda responsabilidad de no cometer errores ni descuidos; sé cómo tienen de patente el daño que causarían si los cometieran. También sé que son seres humanos, fraternales, leales, responsables, y que la mayoría ha sido lo suficientemente audaz como para formar también una familia. Es audaz y arriesgado, pues toda familia necesita un guía, un conductor y, la mayoría de las veces, los funcionarios permanecen en ¡a Cámara más que en su propio hogar, lo que les hace perder, justamente, aquello por lo que más debemos velar, que es el cuidado de nuestro hogar.
Las leyes han establecido para los demás funcionarios ciertos límites de cumplimiento del deber profesional, como horarios de trabajo, elementos materiales adecuados, esparcimiento, etcétera, lo cual les proporciona algunas horas para convivir con sus familiares, con aquéllos que tanto queremos y amamos, nuestros hijos. No hay límites para el personal de la Cámara en este sentido.
Las leyes han establecido para los demás empleados un sistema total de remuneraciones por su trabajo, que incluye pago de horas extraordinarias, asignaciones especiales, medios de movilización, viáticos, etcétera; se les entrega todo para que puedan desarrollarlo. No obstante, el personal de la Cámara no lo tiene; lo sabemos todos, no cuenta con estas ventajas que son elementales, especialmente en la hora presente, en que sé está hablando de
beneficios sociales completos que aseguren el bienestar no sólo del hombre que trabaja, sino también de su familia.
Justo es, entonces, que le demos la asignación que todos los sectores representados en esta Corporación han acordado. Por primera vez se ha querido hacer justicia en esto; pero es una justicia tardía, porque parece que hemos tenido un poco de vergüenza y temor, tanto de la prensa como del rumor, que a veces nos impiden proceder como debemos y tenemos la obligación de hacerlo.
Yo creo que este debate ha sido bueno en este sentido. Ha sido mejor que haber dejado en el silencio estos argumentos. Hay necesidad de que enfrentemos esto con claridad, con la claridad que merece una labor que está por encima de muchas funciones que se desarrollan a través del país, porque aquí se viene a legislar y no a ganar sueldos. Aquí se viene a hacer las leyes, que son la base fundamental de todo nuestro andamiaje social y económico. Este problema no se puede hablar ni sentir con mezquindad.
Yo les pido a los estimados amigos periodistas, y ojalá me escuchen, que no obren con ligereza. No les pido que no opinen, porque sería entrar en un terreno que nadie en esta Cámara pretende. Nosotros amamos la libertad; amamos la libertad de prensa y de expresión. Queremos que los periodistas se expresen, pero que tengan cuidado de lo que dicen para que no hieran incluso nuestros sentimientos.
Yo estoy sumamente herido, porque ayer, por ejemplo, al acudir a un determinado sitio, que no detallaré para no prolongar el debate, se me dijo que era uno de los elementos privilegiados de este país, uno de los nuevos ricos que están gozando de los beneficios del erario y que incluso podrían estar en condiciones de dilapidarlo.
Todos tenemos responsabilidades, no sólo de orden social", sino también de orden familiar, y me dolería que el día de mañana mi hijo tuviera que mirarme tal vez con desconfianza por estar disfrutando de algo que no merezco. Con toda solvencia, y con la franqueza con que debemos expresarnos en ocasiones como ésta, digo que no seguiría un día más en esta Cámara si tuviera que gozar de una remuneración de la que no fuera digno, ni tampoco estaría aquí si no supiera que me encuentro al lado de hombres que se entregan sacrificadamente a una labor por la cual perciben, incluso, menos de lo que merecen.
Ojalá que la sesión de esta tarde sea ejemplarizadora, que haya servido no sólo para satisfacción nuestra, por haber aclarado este problema, sino, también, para información de aquellos círculos que, en este momento, están conmovidos por esta situación falsa, al pensar que no estaríamos cumpliendo debidamente con lo que nos corresponde.
Que se sepa la verdad en aquellos sitios a los cuales debemos concurrir a hablarle al pueblo, para que no piense que hemos venido a traicionarlo y a buscar nuestro bienestar.
La labor parlamentaria es sacrificada. Estoy seguro de que muchos señores Diputados -creo contarme entre ellos- tendrían una situación económica muchísimo mejor que la actual si no estuvieran aquí. Pero estamos aquí, porque tenemos el deseo de servir lealmente, en especial, a nuestro pueblo, y tenemos la seguridad de que lo estamos haciendo bien.
Quiero decir, para terminar, que no quisiera que se fuese a revocar nada de lo acordado, porque aquello significaría algo gravísimo para nosotros. Significaría quebrar el principio de la legislación en Chile, y caeríamos entonces en la más tremenda anarquía. Querría decir que mañana, frente a indicaciones formuladas por cualquiera persona y con cualquier intención, habría que revisar no sólo este acuerdo, sino toda la legislación social y económica del país.
Gracias, señor Presidente.
El señor ISLA (Presidente en ejercí- cio).-
A continuación, está inscrito el Honorable señor Sotomayor.
Tiene la palabra Su Señoría.
El señor SOTOMAYOR.-
Señor Presidente, hemos asistido a un verdadero debate que ha sido, si pudiera decirse así, muy saludable para el prestigio del Congreso Nacional; originado por un comentario radial malévolo y errado de ciertos periodistas que han querido ver una maldad donde no la hay. Más aun cuando ellos ni siquiera se han tomado la molestia de ir donde el Secretario o el Tesorero para saber la verdad de lo que había y no había en este reajuste al personal.
Me parece realmente desgradable, como parlamentario chileno, tener que referirme a amigos nuestros, los periodistas, con quienes compartimos mesa en el comedor de esta casa. Y quiero que se sepa por los Honorables colegas que esta costumbre no existe en ninguna parte del mundo. He visitado seis Parlamentos en el extranjero en calidad de invitado, como los de Corea, China, Rusia, Francia, Inglaterra y España; y he visto que en ninguno de ellos los periodistas tienen mesa junto con los parlamentarios. . .
El señor MILLAS.-
En Madrid, si.
El señor SOTOMAYOR.-
Sí, la hay; pero no junto con los parlamentarios. En ningún país están junto a los parlamentarios.
Señor Presidente, voy a referirme por ahora, ya que mi Honorable colega señor Cantero usará de la palabra inmediatamente después, a una cosa muy evidente, que debe quedar bien en claro. Se trata del mal que esta gente ha hecho con sus audiciones radiales y sus publicaciones en los periódicos, en forma escandalosa, en contra de ¡os parlamentarios.
Con anterioridad a este problema, yo quedé bastante sentido con lo que ocurrió después de un viaje que realicé, cuando me tocó integrar una delegación oficial con el señor Vicepresidente de la Cámara, don José Isla, después del cual nos reunimos con la comitiva del señor Presi-
dente, don Eugenio Ballesteros, en Rusia, en donde, como varios Honorables colegas que están en la Sala pueden confirmarlo, el realce que se pudo dar a nuestro país, que es casi totalmente desconocido allí, fue extraordinario. Sin embargo, con toda libertad se criticó por los periodistas este viaje de los parlamentarios. Sin embargo, era la primera vez que iba una delegación oficial de parlamentarios a países como China y Rusia.
Me he preocupado de revisar las críticas que han hecho los periodistas de los viajes que hemos hecho los parlamentarios. Pues bien, ¿saben los Honorables colegas cuál es la realidad? He estudiado los viajes realizados durante un año -desde el lº de agosto del año pasado al lº de agosto del presente año- y me he encontrado con que han salido del país 56 parlamentarios. En cambio, 168 periodistas, algunos de los cuales han repetido sus viajes, como voy a demostrar, han salido al extranjero varias veces, lo que hace un total de 268 salidas de periodistas al exterior.
Esto me parece que es bastante grave. Porque si ellos se erigen en jueces y nos critican a nosotros, por lo menos den el ejemplo: si estiman que no debemos salir, no salgan ellos tampoco.
Voy a leer los nombres de algunas de esas personas que han salido al extranjero : Agustín Edwards, de "El Mercurio" -quien, a través del diario "La Segunda", ha hecho gran escándalo, igual que tres diarios de Santiago, no sé si alguno de provincias, en contra de nosotros- ha efectuado ocho viajes al extranjero en un año; Patricio Mujica, 7 veces; Hernán So-lís, 6 veces; Luis Hernández Parker, 5 veces; Mario Gómez López, 5 veces; Nicanor Molinares de la Plaza, 5 veces; René Olivares, 4 veces; Jorge Palacios, 4 veces. Hay infinidad de otros periodistas que han salido otras tantas veces, vale decir, han salido tres o más veces al extranjero.
Ahora bien, esos que he nombrado, han
salido, en total, 44 veces en un año. Pero, para que la gente no crea que entre ellos he considerado a aquéllos que fueron al Mundial de Fútbol, he tenido el cuidado de averiguar que allá fueron sólo cinco periodistas.
Pero todavía hay cosas que deben quedar bien en claro, de una vez por todas. Por ejemplo, cuando estábamos hablando aquí del señor Edwards, Presidente y uno de los dueños de la empresa de "El Mercurio", que vemos aquí entre esos ocho periodistas que han viajado más, no podemos dejar de preguntarnos ¿qué han hecho en esos viajes? Porque llama mucho la atención que sale vía aérea a Miami el 13 de enero, y regresa el 21 de enero desde Nueva York. Verdaderamente, es sugestivo que vaya a alojar a Nueva York. Puede tener plata, botarla y hacer con ella lo que quiera; pero es curioso que vaya a alojar a Nueva York. Tomemos otro viaje: el 6 de marzo vuelve a salir a Nueva York, y regresa el 14 de marzo. Después, sale el 22 de marzo destino a Caracas, y, a los ocho días de llegar, vuelve, el 28 de marzo, vía Lima. Sale otra vez el 27 de abril de este año por vía aérea con destino a Miami, y regresa, por vía aérea también, el 30 de abril.
Yo diría: Bueno, parece que esto fuese sintomático. Porque son motivo de dudas estos viajes tan rápidos. ¡Y ésta es la gente que, a través de "El Mercurio", está hablando contra nosotros!
Todavía he tenido la acuciosidad de informarme acerca de la gente que ha salido al exterior. Por rara casualidad, en esa situación se encuentran 22 personas de la empresa de "El Mercurio", entre las cuales está su director. ¡ Y después vienen a hablar contra nosotros!
Ahora, en cuanto al señor Luis Hernández Parker -abundando en lo que ya ha dicho el Honorable señor Lavandero, en relación con su audición- este periodista, en un año, ha salido cinco veces al exterior. ¡Y el señor Hernández Parker, constituido en fiscalizador de los Diputados, puesto que nos niega el derecho a viajar, ya que se trataría de un derroche, que esto y que lo otro, ha salido ocho veces a Europa, cinco de ellas en un solo año!
Esto me parece inaudito. Estimo que una persona que juzga a los parlamentarios, sea o no periodista, tiene el deber elemental, por lo menos en sus actitudes respecto de nosotros, que hemos salido una sola vez integrando una comitiva, de pesar sus palabras antes de afirmar que estamos derrochando o dilapidando los recursos del Erario.
Yo pediría, señor Presidente, que recabara el asentimiento unánime de la Honorable Cámara para insertar esta lista de las 168 personas que han salido al extranjero, que tengo en mi poder.
También quiero referirme a otro asunto, que el señor Hernández Parker planteaba ayer en su audición, y a la cual aludió el Honorable señor Lavandero. A estos periodistas, que están escudriñando lo que hacen los parlamentarios y lo que gana o no gana un funcionario del Congreso, yo les pido, muy claramente, que cuando lean la versión de este debate de la Honorable Cámara, en estricta justicia, ellos también nos digan cuánto ganan. Y que lo digan los presidentes de los diarios que nos han atacado, sus directores y los periodistas que, por la prensa y la radio, están escribiendo y hablando de la Honora-ble Cámara. Porque nosotros -que hemos sido puestos por ellos en la picota del comentario público- también tenemos el derecho, como decía el Honorable señor Lavandero, de saber cuánto ganan. Nosotros no hemos ocultado nada, y estamos actuando en defensa del prestigio del Parlamento.
Señor Presidente, voy a terminar refiriéndome a un artículo que el señor Hernández Parker escribiera sobre uno de nuestros Honorables colegas. Fue una desgracia que yo no lo hubiera leído antes, porque en mi calidad de Comité de mi Partido, hubiera protestado oportunamente.
A raíz de un Congreso Campesino que realizó mi colectividad política, el señor Hernández Parker escribió una infamia sobre la vida privada del Honorable señor Gilberto Canales, infamia de la cual no me impuse oportunamente. Ahora levanto mi voz para decirle al señor Hernández Parker que si él escribe una infamia, como lo hizo en "Ercilla", contra un parlamentario de mi Partido, como pudiera haberlo hecho en contra de cualquiera de los miembros de la Honorable Cámara; si está metiéndose en los asuntos personales y en la vida privada de los Diputados, nos está conduciendo por un mal camino, que no lo deseamos, porque no queremos inmiscuirnos en la vida personal de nadie. Porque si él se pone a escribir infamias sobre un Diputado, se verá expuesto a las consecuencias.
Para terminar, voy a aclarar también otra cosa que se dijera. Cuando se empezó a hablar de todas las prebendas y de todas las demás cosas que se le suponen a los parlamentarios, se citó el hecho de que no pagaban pasaje en la LAN. Efectivamente, no pagamos pasaje en la LAN. Pero es que somos parlamentarios, y de otro modo no podríamos visitar las provincias que representamos. Pues bien, ¿saben los señores Parlamentarios en qué porcentaje repercute esta franquicia en el volumen total de la venta de pasajes de la LANº ¡Solamente en un 0,3% ! Y por un 0,3% no creo que se pueda hablar de escándalo, porque es una miseria. El dato se lo he pedido al señor Vicepresidente de la Línea Aérea Nacional.
Agradezco la deferencia que se ha tenido para conmigo y, también, al Comité Democrático Nacional, que me ha permitido usar de la palabra.
El señor ISLA (Presidente en ejercida).-
A continuación, puede usar de la palabra el Honorable señor Cantero.
Tiene la palabra Su Señoría.
El señor CANTERO.-
Señor Presidente, en este debate hablo en nombre del Partido Comunista.
En primer término, quiero dar lectura a la declaración que en el día de ayer entregó la Comisión Política del Partido Comunista. Dice así:
"La Comisión Política del Partido Comunista consideró la campaña desatada los últimos días contra el Parlamento a pretexto de acuerdos adoptados por la Comisión de Policía Interior de la Cámara de Diputados.
"Los comunistas consideramos necesario que las rentas de los Senadores y Diputados y del personal del Congreso se establezcan en forma clara y nítida y sin subterfugios, a la luz del día y mediante procedimientos insospechables. Por eso propiciamos en el período pasado r;e equiparasen en la ley y en la propia Constitución los emolumentos de que gocen los personeros de los tres poderes, concretamente los ministros de Estado, ministros de la Corte Suprema, Senadores y Diputados. Este principio se ha incorporado ahora parcialmente a la legislación. En cuanto al personal, reconocemos su capacidad y que su trabajo es abrumador; pero estimamos conveniente que cualquiera modificación de sus emolumentos sea materia de ley.
"Lo expuesto en la declaración de la Cámara de Diputados es efectivo. Sin embargo, los comunistas llamamos la atención sobre el hecho de que cualquier acuerdo, por justificado y razonable que se presente, para solucionar unilateralmente tajes problemas, se presta a duda o mala interpretación o da lugar a campañas en que se propalan algunas falsedades con eco entusiasta en los medios reaccionarios.
"Los ataques al Congreso, si bien nos preocupan en cuanto favorecen las maniobras de elementos antidemocráticos, lo cierto es que no alcanzan a nuestros parlamentarios. En efecto, no puede equipararse la situación de los parlamentarios populares con la de aquéllos que gozan de una situación económica holgada y perciben cuantiosas rentas. Los parlamentarios populares se dedican única y exclusivamente a las actividades relacionadas con sus cargos públicos. En el caso de los comunistas, como es suficientemente conocido, el Partido les asigna salarios modestos.
"Los comunistas estimamos que la función parlamentaria debe ser remunerada de acuerdo con su rango. En cuanto a los parlamentarios comunistas, guiados por nuestros principios, son ajenos a todo usufructo de beneficios de carácter personal y es así que los Diputados del Partido rechazaron participar en el sistema que les hubiera permitido gozar de desahucio.
"El Partido Comunista plantea que debe apresurarse la incorporación al texto constitucional de la norma, ya aprobada por la Cámara de Diputados, de la absoluta incompatibilidad entre los cargos parlamentarios y todo empleo, función, cargo o comisión, de cualquiera naturaleza, que se desempeñe en reparticiones públicas, en empresas bancarias o de seguros, en sociedades anónimas o en empresas con aportes de capital extranjero, o cuyo giro principal o accesorio sea la importación o exportación. Esa modificación de las disposiciones vigentes agrega la inhabilidad del parlamentario, bajo pena del término inmediato de su mandato, para importar o exportar productos o mercaderías, ser propietario o arrendatario o concesionario de radiodifusoras comerciales, abogado o mandatario en juicios contra el Fisco, procurador o agente en gestiones particulares de carácter administrativo, administrador o representante o socio gestor de sociedad que celebre contratos con el Estado, o sancionar o caucionar personalmente esos mandatos, entendiéndose como tales los que se suscriban con cualquier servicio público o con las entidades o empresas particulares en que el Fisco o el Estado tengan participación mayoritaria o con sus filiales."
"La Comisión Política del Partido Comunista de Chile."
En esta declaración está contenido, en síntesis, el pensamiento que sobre esta
materia tiene nuestro Partido: el Comunista.
Queremos, sin embargo, detenernos a comentar algunos de sus aspectos más importantes.
Como dice la declaración, a los comunistas nos preocupa, en tanto favorecen las maniobras de elementos antidemocráticos, los ataques que se han hecho al aumento de la dieta y de las remuneraciones del personal de la Cámara y del Senado; pero declaramos que ellos no nos alcanzan a nosotros, los parlamentarios del partido de la clase obrera.
El pueblo de Chile conoce a nuestro Partido y la labor de sus parlamentarios. En nuestras filas militan principalmente obreros, campesinos y gente modesta; somos funcionarios del partido, funcionarios de la revolución.
La voz de los parlamentarios comunistas se ha alzado siempre en defensa de los intereses del pueblo y en resguardo de la libertad, la independencia y la soberanía nacionales.
No tenemos vinculaciones con los monopolios, ni con el imperialismo, ni con los terratenientes. Defendemos los intereses de los trabajadores de acuerdo con nuestros principios.
Los comunistas rechazamos los ataques indiscriminados al Congreso. Sabemos que algunos de éstos son inspirados por la incomprensión o el desconocimiento, pero al mismo tiempo, estamos conscientes de que la mayoría de ellos forman parte de una maniobra política tras la cual se ocultan, por algunos sectores, propósitos abiertamente antidemocráticos. Los comunistas no estamos contra el Congreso. Por el contrario, nuestra lucha, tenaz y consecuente, se ha orientado siempre a hacer que el Parlamento, aun dentro de las limitaciones de la democracia burguesa, represente, en la más amplia medida, a los sectores mayoritarios de la Nación.
Es así como hemos planteado desde hace muchos años, la extensión del derecho a sufragio a todos los chilenos mayores
de 18 años, alfabetos o analfabetos, a fin de asegurar una generación genuina de los Poderes Públicos. Hemos defendido, además, el más amplio acceso de todos los sectores, sin ninguna discriminación, a los medios de propaganda y difusión. Lo hemos hecho en el convencimiento de que, por estar en la actualidad controlados en su mayoría por los monopolios y los poderes financieros, constituyen una formidable maquinaria que distorsiona el pensamiento de nuestros compatriotas, como lo ha sentido en carne propia el movimiento popular y, particularmente, el Partido Comunista.
Hemos sostenido, además, la conveniencia de establecer un régimen de incompatibilidades que impida el enquistamiento en el Congreso Nacional de sectores que tratan de sumar al poder económico de que disponen las herramientas que proporciona el poder político.
Y en este orden de cosas, hemos sostenido y afirmamos que debe haber una remuneración para los parlamentarios, una dieta, como acostumbra decirse. El establecimiento de la dieta parlamentaria ha sido, sin duda, un paso en la democratización del Congreso; ha permitido que éste deje de ser, como ha dicho el SenadorVolodia Teitelboim, un exclusivo círculo de elegantes que debaten sobre los problemas del país, confundiendo sus intereses con los de la mayoría. Por eso, los Diputados comunistas concurrimos al acuerdo de la Comisión de Policía que motiva este debate.
Se ha desencadenado toda una campaña tendiente a mostrar a los parlamentarios como disfrutando de rentas fabulosas. Como ya se ha dicho en esta Cámara y lo señala también la declaración que emitió la Mesa en conjunto con los Comités, la verdad es que en los sectores público y privado de nuestro país, se perciben rentas muy superiores a las que obtiene un Diputado o un Senador. No queremos hacer una relación detallada sobre eso. Hemos escuchado aquí ejemplos deci-
dores señalados por otros colegas. No queremos, por lo tanto, entregar nuevos ejemplos de los sueldos asignados a algunos funcionarios de alto nivel en la Administración Pública o en los servicios descentralizados, ni tampoco referirnos a los sueldos millonarios fijados para ciertos asesores o funcionarios de organismos llamados de promoción. Pero el hecho está ahí: no son las rentas de los Diputados y Senadores las mayores que se pagan con cargo al Presupuesto Nacional.
¿Y qué decir, señor Presidente, de las sumas que perciben los gerentes y los directores de las grandes sociedades anónimas o de las entradas de los testaferros de las compañías imperialistas?
Por otra parte, y tal como se dice en la declaración de nuestra Comisión Política, creemos y reiteramos una vez más que la dieta parlamentaria debe ser fijada por ley, a plena luz, sin misterio ni santos tapados y que ella debe ser equivalente a la de un magistrado de la Corte Suprema de Justicia.
Queremos decir, además, que no todos los que atacan al Congreso tiene la autoridad moral para hacerlo, como ha quedado establecido una vez más en las intervenciones de otros Honorables colegas..
Nos parece también poco serio que el Gobierno, que estuvo en conocimiento oportuno de la disposición legal impugnada y que concurrió a sancionarla, se valga de personeros subalternos para disparar también contra el Congreso. Las declaraciones del señor Saldívar, Subsecretario de Hacienda, y del Intendente de Osorno, representan en este sentido una actitud de duplicidad sobre la cual el Ejecutivo tiene la obligación moral de pronunciarse a la brevedad. No es posible que el propio Presidente de la República aparezca cohonestando declaraciones de esa naturaleza sin correr el riesgo de aparecer en una posición desmedrada y frivola.
No son tampoco, "El Mercurio" ni sus diarios satélites los llamados a rasgar sus vestiduras en defensa de una supuesta
austeridad. En esas columnas, siempre al servicio de los grandes especuladores y de las compañías extranjeras, no se defienden, precisamente, los intereses del pueblo y de la nación. El carácter mercenario del diario de la gran burguesía los inhabilita para hablar de moralidad.
Pero no es sólo eso, no es solamente la hipocresía. Detrás de ellos se esconden los designios antidemocráticos y antipopulares de los grupos que anhelan seguir el camino de las soluciones puestas en práctica en Brasil y Argentina y que buscan el desprestigio del Congreso Nacional, para poder pescar a río revuelto. No es el señor Agustín Edwards, el más indicado para dar lecciones de moral. Sería conveniente que la Cámara y la opinión pública pudieran conocer el estado de la cuenta banca-ria del señor Edwards o las rentas de los directores del Banco Edwards y de la propia empresa "El Mercurio". Este ha publicado falsedades, para desprestigiar al Congreso Nacional. Valga sólo un ejemplo. Es totalmente inexacto, como lo ha dicho "El Mercurio" y sus diarios satélites, que el jardinero del Congreso Nacional gane más de cinco millones de pesos al mes. Como ha quedado establecido, la renta bruta de este funcionario antiguo no excede de mil cuatrocientos escudos mensuales.
Quisiera decir, sin embargo, algunas palabras sobre este aspecto. Los Diputados comunistas distinguimos entre las empresas periodísticas como "El Mercurio", por una parte, y los periodistas profesionales, por otra. Lamentamos que en algunos momentos este debate haya derivado en una polémica con diversos periodistas, cualesquiera que ellos sean. Aunque, como en todas las profesiones, hay entre ellos buenos y malos elementos, no consideramos lógico orientar este debate en ese sentido. Los comunistas estamos acostumbrados a la lucha, no rehuimos el combate y deseamos que se ejerza ampliamente la fiscalización.
Siempre hemos valorizado y respetado la labor profesional de los periodistas. Debemos reconocer serenamente que las críticas constituyen una ayuda y un estímulo para corregir errores y evitar posibles abusos. No es peligroso que se critique al Parlamento, pero sí que esas críticas se transformen a través de órganos como los de la empresa "El Mercurio", en una campaña antiparlamentaria por iniciativa de los intereses creados que dirigen ese consorcio publicitario.
Los comunistas reiteramos, una vez más, nuestra posición en orden a que las rentas de los Diputados y Senadores se fijen por ley, en la suma equivalente a la remuneración total que perciben los magistrados de la Corte Suprema de Justicia, .
Somos partidarios, también, lo decimos una vez más, de que las rentas del personal del Congreso se fijen de acuerdo a este procedimiento y a la luz del día, cerrando el paso a todo malentendido o suspicacia. Y, al mismo tiempo, conforme a nuestra invariable posición, somos partidarios de terminar con el secreto banca-rio y tributario, y de . romper el velo de misterio insondable que resguarda las operaciones bancarias de los potentados de este país.
Estimamos indispensable que el mismo procedimiento se aplique para la fijación de rentas de los funcionarios del Congreso Nacional, aun cuando sabemos que ésta es facultad privativa del Congreso, de acuerdo al principio constitucional de la independencia del Parlamento. Pensamos que para eliminar toda duda, todo posible ataque mezquino, las remuneraciones de esos funcionarios que, como aquí se ha dicho, son eficientes y abnegados, deben ser también fijadas por ley.
Nada más.
El señor OCHAGAVIA.-
Pido la palabra.
El señor ISLA (Presidente en ejercicio) .-
Tiene la palabra Su Señoría.
El señor OCHAGAVIA.-
Señor Presidente, por encargo del Consejo Político del
Partido Nacional, me corresponde fijar la posición de esta colectividad frente a la materia que motiva esta sesión.
La opinión pública ya ha conocido, por las publicaciones aparecidas en la prensa, el texto de la declaración en la que ese partido, por intermedio de su Presidente, definió su criterio sobre el particular.
Nosotros estimamos que es justo que se remunere el cargo de parlamentario, pues se trata de una función que obliga a quien la ejerce a una dedicación casi total.
Además, si así no fuera, no podrían ocupar un banco en el Congreso aquellos ciudadanos que carecen de recursos, pues no podrían sufragar los gastos necesarios para su subsistencia.
Sin embargo, el Partido Nacional piensa que el Parlamento, que junto con el Ejecutivo, legisla para fijar las rentas del sector público y privado, debe seguir procedimientos especialmente claros para determinar sus propios gastos y las remuneraciones de los parlamentarios. Además, el Congreso debe ser austero, para demostrar consecuencia con los ataques que hemos dirigido al Ejecutivo, precisamente por su derroche de los fondos públicos. El gasto público ha aumentado y, en el período 1964-1965, fue de novecientos millones de escudos, mientras que la inversión se incrementó sólo en trescientos millones de escudos.
Cuando hemos criticado los excesivos gastos de propaganda, que no benefician al país; cuando hemos criticado los gastos de asesores, que llegaron a más de 800.000.000 de escudos el año pasado; cuando hemos criticado los viajes al extranjero, mientras los Diputados de provincia hemos podido comprobar que se paralizan las obras públicas y no se ha podido cumplir el plan habitacional por falta de recursos, nosotros pensamos que el Congreso, que tiene la facultad de fiscalizar al Ejecutivo, no tendría autoridad moral para hacerlo, si no fuera también austero en sus gastos y claro en sus procedimientos.
Nosotros pensamos, como se ha reconocido esta tarde en forma hidalga por distintos señores Diputados, que no ha habido claridad de parte nuestra en la fijación del procedimiento para aumentar las remuneraciones o asignaciones. Pensamos que debemos ser austeros. Y no queremos decir con esto que la renta de los parlamentarios sea excesiva; muy por el contrario, estimamos que la renta asignada a la función parlamentaria debe ser suficiente para mantener la dignidad del cargo. Pero también tenemos que pensar que, cuando el Congreso ha legislado para otorgar, tanto al sector público como al privado, un reajuste que significa e implica un sacrificio para esos sectores, el Congreso también tiene que predicar con el ejemplo.
Sabemos que el alza del costo de la vida no corresponde a los índices oficiales. Sabemos que la situación económica de muchos parlamentarios es difícil; y lo digo porque en mi propio partido muchos Honorables colegas tienen serias dificultades económicas. Sin embargo, si nosotros estamos pidiendo un sacrificio al país y sabemos que la situación económica general del país es tan grave, creemos que debemos dar el ejemplo.
Aquí se ha dicho que hay rentas del sector privado que son mucho más altas. Efectivamente, así es; pero tenemos que pensar que esas rentas son pagadas por los empleadores; en cambio, nosotros tenemos una remuneración que es pagada por todos los contribuyentes.
El señor PHILLIPS.-
Las de la CORFO las paga todo el país. . .
El señor OCHAGAVIA.-
Aquí estamos analizando el problema del personal de la Cámara. Creemos que todas las expresiones que se han dicho en relación con la eficiencia, el sacrificio y la capacidad que despliega el personal del Congreso Nacional para desarrollar sus delicadas y pesadas tareas, en la colaboración de las funciones legislativas, con toda la experiencia que ellos saben aportar son totalmen-
te veraces. En realidad, justifican el que tengan una remuneración acorde con la importancia y con el sacrificio que implican las pesadas tareas que lleva a cabo. Pero también pensamos que, por la conveniencia de evitar otra campaña ignominiosa como la que ahora se ha desatado, y con la cual no somos solidarios, porque se han señalado casos que no corresponden a la realidad, y por el debido resguardo de las justas rentas que corresponde a estos funcionarios, éstas deberían determinarse a través de procedimientos claros, que eviten cualquiera suspicacia.
Nosotros pensamos que el pueblo de Chile tiene muy dentro de sí la idea de que la función pública implica un sacrificio no sólo en la entrega, en la negación y en las limitaciones que significa ser parlamentario, sino también en la remuneración otorgada a tal cargo.
El Partido Nacional piensa, señor Presidente, y lo dice por mi intermedio, que el desprestigio del Parlamento no se gesta por las críticas formuladas por algunos periodistas, quienes se han dedicado a recoger algunos rumores, o, a lo mejor, más que eso, el pensamiento de la opinión pública nacional.
Nosotros pensamos que, cuando los procedimientos no son claros, se justifican estas situaciones que provocan desprestigio. Creemos que no hay móviles sospechosos en aquéllos que han criticado; estimamos que no hay un golpe de Estado detrás de los que han reprochado un procedimiento del Congreso. Pensamos que el Parlamento afronta una crisis y que la mejor manera de evitarla sería tratar de que nuestros procedimientos sean absolutamente claros.
El Partido Nacional solicita, por mi intermedio, que se deje sin efecto el reciente aumento de asignación; no porque Jo considere injusto, sino porque estima que el sacrificio que el país hace en estos momentos exige esta actitud de parte nuestra. Y en este aspecto quiero aclarar la expresión "subrepticia" recalcada por mi
Honorable colega el Honorable señor Silva Ulloa, a quien respeto. Efectivamente, el Partido Nacional usó esa palabra, porque el procedimiento no fue claro y la opinión pública no conoció, desde el momento mismo en que hubo la intención de dar esta asignación de oficina, aun cuando justa, la forma exacta en que se concedería.
Piensa también el Partido Nacional que los aumentos de sueldos o asignaciones deben hacerse por medio de una ley de carácter general; que debe ponerse fin a la entrega de viáticos para viajes al extranjero, cuando el país pasa por una situación tan grave de crisis económica; que la facultad de la Comisión de Policía Inferio y Reglamento para distribuir los fondos destinados a la Corporación podría ejercerse en forma similar a como se tramita cualquier ley, o sea, emitiendo un informe que pueda ser debatido públicamente y conocido por todo el país; y, por último, que debe suprimirse la posibilidad de autofijación de nuestras rentas, asignaciones o beneficios previsionales.
Sólo así, pensamos, el Congreso será el templo de la democracia, que es lo que nosotros aspiramos sea.
Es cuanto quería decir.
El señor ISLA (Presidente en ejercicio).-
Tiene la palabra el Honorable señor Philllips.
El señor PHILLIPS.-
Señor Presidente, por no existir una resolución reglamentaria, aprobada por el Partido Nacional, que disponga que sus Diputados procuren revisar lo acordado por la Comisión de Policía Interior y Reglamento, me veo en la obligación triste y dolorosa de rectificar las palabras de mi Honorable colega señor Ochagavía, quien dijo hablar, en estos momentos, en nombre de nuestro partido.
Hablo en representación de los ocho Diputados restantes de nuestra colectividad.
Los Diputados nacionales, señor Presidente, bien lo sabe esta Honorable Cámara, no tenemos integrante en la Comisión
de Policía Interior y Reglamento; pero nuestro Comité adhirió al acuerdo, porque lo consideró justo. Si no hubiera sido así -pierda cuidado, la Honorable Cámara- la más elemental norma de decencia nos habría obligado a no cobrar una asignación que estimáramos injusta.
Y aquí nace un problema de conciencia. ¡ La verdad ante todo! Podrá la Derecha Política haber tenido defectos; pero nadie podrá desconocer que los bancos a los que algunos, en tono jocoso, califican de "momios", han mantenido siempre una actitud de rectitud en los procedimientos. Y, por eso, la palabra empeñada por un miembro de esta colectividad va a ser respetada, cualquiera sean las consecuencias.
Señor Presidente, yo me he levantado de mi lecho de enfermo, en el sur, para venir a defender la posición que tuvo nuestro Comité, el Honorable señor De la Fuente, quien está renunciado, y al que contribuí a elegir. Porque esto es de hombre y de caballero.
Para el Diputado que habla es difícil entrar en debate. Porque mi situación económica, por el hecho de tener otras rentas, mis observaciones puedan ser captadas desde dos ángulos. Si digo que el parlamentario no debe recibir rentas, se va a sostener que deseo impedir que personas de los sectores obreros puedan llegar al Congreso. Si, por el contrario, sostengo que el Diputado debe ser remunerado en forma equitativa, se va a decir que quienes están en él abusan del poder.
Pero esto no es nuevo para mí, señor Presidente. Por eso no he querido traer un discurso escrito esta tarde. En los muchos años que llevo en esta Corporación, cada vez que se ha tratado del sueldo de los señores Diputados ha habido consternación pública; se ha querido ver un escándalo en las rentas que ellos ganan. ¿Cuál es el por qué de esto, señor PresidentEº La razón, indiscutiblemente, es que mucha gente está contra el sistema democrático ; hay muchos resentidos, incluso contra el Congreso. Unos porque no pu-
dieron nunca llegar a él, y otros porque se sienten desplazados.
Hay más. Muchos de los que arman esta máquina" contra el Parlamento ¿olvidan acaso que en este período que se inició el 21 de mayo del año en curso, los señores Diputados entraron ganando doce escudos menos que en el período anterior y que han obtenido sólo el reajuste de sueldos? Sí, señores Diputados. Porque el pago de los impuestos correspondientes que no quiso antes establecer el Congreso, vino a dejar en esa situación a los congresales.
Ultimamente, con asentimiento unánime de la Corporación y del Senado, se dio a los Diputados 500 escudos para que arrendaran una oficina a fin de poder atender sus asuntos. ¿Y éste es el escándalo? ¿Por esto se ha movilizado a la opinión pública? ¡Si es lo de siempre! En tiempos de Alessandri fue lo mismo; en el de Ibáñez también, al igual que en el de González Videla. Si leemos los diarios en la Historia de nuestro país, veremos que siempre se ha abierto el fuego en contra del Congreso por estos motivos. Así es que no es de extrañarse que esto se haya producido ahora. Pero no hay persona alguna, dentro del Congreso, que pueda afirmar no haber estado en conocimiento de este acuerdo. Porque la dieta se podrá fijar y cobrar por un partido o por quien sea. Si yo quiero, o cualquier otro Diputado, podemos llevarles todo el sueldo a las Hermanitas de los Pobres. Sé que a los parlamentarios comunistas el partido les cobra la dieta y les asigna un sueldo. Si ellos quieren dárselo a su colectividad política, que se lo den. Es una cuestión de conciencia, que cada cual debe afrontar de acuerdo con lo que se cree.
Pero, señor Presidente, que se venga aquí, a rasgar vestiduras, a decir: "tuvimos que hacer tal cosa", no lo acepto. Aquí hay algo muy claro. Si se quiere llegar ahora a rasgar vestiduras, que se diga ¡No!, y no se cobre esa asignación.
Lo contrario, es sacar la castaña con la mano del gato". Si se dice: "estamos en contra del aumento", hay que saber mantener una actitud consecuente; esa que tuvieron en otras oportunidades algunos Diputados, que fueron contrarios al aumento de las remuneraciones y no cobraron jamás esas sumas acordadas. Entonces puede ser respetable la posición; de lo contrario, para mí no tiene ningún valor esa opinión, a no ser que se quiera traer agua al molino político.
Pero cuando se destruye la libertad, el pilar de la democracia, este Congreso, se está destruyendo todo. En consecuencia, no pueden venir "a posteriori", so pretexto de débiles argumentaciones, a pretender dictar normas quienes han concurrido a adoptar un acuerdo. Para mí todas las observaciones hechas en estas condiciones no tienen valor alguno.
Además, todos los miembros del Congreso conocían el asunto y todos estuvieron de acuerdo en su aprobación, incluso el Ejecutivo. Por eso, a mí me duele la declaración del Subsecretario de Hacienda, porque él estuvo informado de este problema. Y este funcionario ha hecho declaraciones que el Presidente de la República ha tenido el buen tino de no formular, a pesar de haber tenido conocimiento también del alcance de esa disposición, que pudo haber vetado, como lo hizo Alessandri en 1963. ¡ Si no sería nuevo para nosotros tal procedimiento! ¿Acaso el Subsecretario no ve las planillas y no conoce los sueldos que, como aquí se ha dicho, rigen en la Administración Pública?
Desgraciadamente, no pude venir a la sesión de anteayer, cuando se trató el problema de la CAP. Como le consta al Honorable señor Silva Ulloa, cuyas expresiones de esta tarde comparto plenamente, en la Comisión de Hacienda insistí hasta el cansancio para que la CAP nos mandara la lista de sueldos de sus funcionarios. La negaron y dijeron que era una empresa privada, cosa que no es efec-
tiva. El Presidente de esa institución declaró no conocer los sueldos. ¿No sabe acaso que hay funcionarios que ganan US$ 6.000 al mes? ¿No sabe que ese sueldo pasa los Eº 20.000? Y ahora nos están pidiendo liberaciones y nuevas prórrogas. ¿No conocemos acaso los sueldos millonarios que se perciben en la Corporación de Fomento y en otras reparticiones fiscales? ¿Para qué nombrarlas? En realidad, no se trata de eso. Pero, ¿no sabemos lo que se gana en el sector privado?
Se ha hecho mucho escándalo por la participación de Diputados en sociedades anónimas. Actualmente creo que hay un parlamentario que participa en una sociedad anónima, que es de su familia. Esta es la única representación que hay en la Cámara. Este es un mito. Hay gente que tiene el complejo de que le digan derechista, cuando el Congreso reclama lo justo. A mí, lo digo honradamente, los Eº 500 me dejan donde mismo, porque he venido a cumplir un deber sagrado. Estamos defendiendo la función parlamentaria. Cada vez que esto ocurre, hay un escándalo.
Ahora me referiré brevemente a los sueldos de los funcionarios. Creo que, para realizar el trabajo de la Cámara, en cualquier Ministerio o repartición fiscal necesitarían diez veces los funcionarios que tenemos aquí. Lo digo sinceramente. En los años que llevo como Diputado y en lo que he visto en Parlamentos extranjeros, donde he estado, nunca me he encontrado con funcionarios más eficientes y capaces que los del Congreso de Chile, a los cuales les rindo mi más sentido homenaje. Creo aún que sus sueldos están bajos en relación a su rendimiento y capacidad.
Graciosamente me dicen que el sector privado paga sus sueldos; pero a los funcionarios públicos los paga el Estado. Los que trabajan en la CORFO, en el INDAP o en la CORA son pagados por el Fisco. Pero no entremos en la parte política.
¿Cómo se va a comparar a un promotor, que tiene 6? año de preparatoria o 6º año de humanidades, que gana Eº 2.000 mensuales, con los funcionarios de la Cámara o del Senado?
El señor AYLWIN (don Andrés). -
Es un error.
El señor PHILLIPS,-
Yo tengo la lista. En todo caso, no es un cargo que le estoy haciendo al Gobierno, pero Su Señoría sabe perfectamente que en el Ministerio de Agricultura hubo una huelga del personal protestando por los altos sueldos que perciben los funcionarios de la Corporación de Reforma Agraria y del Instituto de Desarrollo Agropecuario. Naturalmente, ése es un problema interno del Gobierno que podemos discutirlo en otra oportunidad, aunque estoy diciendo la verdad.
A Su Señoría le pregunté, hace tiempo, cómo se financia la promoción popular, y no me contestó. En fin, no quiero entrar en ese terreno.
Volviendo al tema, no se puede comparar la preparación del personal de la Cámara con la de los funcionarios de otros sectores. Por este motivo, los Diputados del Partido Nacional le rendimos homenaje por su eficiencia y capacidad. Y no porque hayamos llegado ayer, sino porque llevamos años trabajando con ellos y sabemos lo que su labor significa para el perfeccionamiento del sistema democrático.
Se ha hecho gran escándalo respecto de este asunto de la dieta. Cuando hablaba el Honorable señor Morales, don Carlos, del Partido Radical, yo hacía memoria acerca de ciertos hechos ocurridos a personas que actuaron en política. Recordaba, por ejemplo, que, cuando murió don Juan Antonio Coloma, sus hijos tuvieron que reunir el dinero, porque no tenían para enterrarlo. Y cuando falleció el SenadorMarín Balmaceda, del Partido Liberal, su madre tuvo que estar pagando las deudas durante cinco años. Si
vemos y analizamos otros casos, encontraremos ejemplos similares, que demuestran ¡o que ha sido la vida de la gente que ha actuado en política en nuestro país.
Quiero referirme, a continuación, a los viajes de los periodistas de que hablaba el Honorable señor Sotomayor. Por mí, ojalá que todos los periodistas de este país viajasen al extranjero. Creo que esto abre la mente, educa y proporciona un criterio más amplio.
No critico esto de los viajes, pero sí el hecho de que haya periodistas que están recibiendo del Gobierno, como Jefes de Relaciones Públicas, más de lo que representa una dieta y que tienen la osadía de criticar a la Cámara. Eso no puede ser posible.
El señor LORCA (don Alfredo).-
No hay ninguno.
El señor ESCORZA.-
¿De quién se trata?
El señor PHILLLIPS.-
Me piden que lo denuncie. Hay un sumario que instruyó el Consejo del Colegio de Periodistas, que, desgraciadamente, se "fondeó", donde está la lista. . .
-Hablan varios señores Diputados a la vez.
El señor PHILLIPS.-
Cuando guste, podemos pedir los antecedentes a la Con-traloría General de la República; no tengo ningún inconveniente. Dada la franqueza con que estoy hablando, creo que no se pueden poner en duda mis afirmaciones.
Solicito que se envíe oficio al señor Contralor General de la República, pidiendo que se sirva remitir los antecedentes, porque hubo un sumario a raíz de una denuncia hecha en este sentido. Considero muy poco moral que gente que se paga con dineros del Estado, que tiene sueldos más altos que la dieta parlamentaria, tenga la osadía, en sus programas, de insultar al Parlamento chileno.
Creo conveniente que la Contraloría
envíe estos antecedentes, a la Honorable Cámara, para satisfacer la inquietud del Honorable señor Escorza.
El señor ISLA (Vicepresidente). -
Solicito el asentimiento unánime de la Sala a fin de proceder en la forma señalada por el Honorable señor Phillips.
Acordado.
Puede continuar Su Señoría.
El señor PHILLIPS.-
Como corolario de todo lo expuesto en la presente sesión, debo manifestar que nosotros asumimos la responsabilidad que nos corresponde. Estamos dispuestos, donde sea, en foro, en televisión, o a lo que quieran, a respaldar la actitud de nuestro Jefe de Comité, el Honorable señor De la Fuente; pero estamos conscientes y no aceptamos que quienes contribuyen a estas cosas, después se quieran zafar o tratar de poner una leve duda sobre esto. No lo aceptamos. Para que hechos de esta naturaleza no ocurran el futuro, creemos que todo aumento de sueldos debe hacerse por una ley especial y que, de una vez por todas, se aclare lo relacionado con las remuneraciones de los parlamentarios.
En cuanto a las remuneraciones de los funcionarios, no me cabe ninguna duda de que corresponde a la Comisión de Policía Interior y Reglamento de la Cámara fijarlas. Siempre ha sido así.
Por lo demás, creo que, de una vez por todas, se debe adoptar el procedimiento de dictar una ley especial en esta materia, para evitar todos estos comentarios, algunos de buena y otros de mala fe, que atentan contra el prestigio del Parlamento y, en consecuencia, de nuestro sistema
democrático. Incluso se ha llegado, en este sentido, a formular cargos contra "El Mercurio". Pero yo puedo decir -porque soy de aquéllos que lee ese diario- que permanentemente ha tenido una definida línea de oposición a este tipo de aumentos. No podría decirse que, durante la gestión del Presidentedon Jorge Alessandri, ese diario hubiera estado creando un clima propicio a un polpe de Estado, por el hecho de haber formulado duras críticas, tal como lo ha hecho ahora, al aumento de la dieta de los parlamentarios, que se acordó en aquel entonces. Por lo tanto, siempre ha mantenido una línea permanente y categórica en esta materia.
Para no caer en esto, creemos que, lisa y llanamente, el camino consiste en solucionar definitivamente este problema, mediante una ley especial, para dar seriedad al procedimiento y evitar que se nos esté poniendo en el tapete de la opinión pública. Creo que eso traerá tranquilidad a los espíritus y terminará con este tipo de críticas, que sólo contribuyen a desprestigiar el sistema democrático que nos rige.
Nada más.
El señor ISLA (Presidente en ejercicio).-
Ofrezco la palabra.
Ofrezco la palabra.
Habiéndose cumplido el objeto de la presente sesión, se levanta.
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