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- rdf:value = " El señor MORALES (don Carlos). -
Señor Presidente hicieron muy bien los Jefes de los Comités de esta Corporación al proponer a la Sala que celebráramos una sesión especial para referirnos a este problema, que ha inquietado a la opinión pública este último tiempo.
Al adoptar esta resolución, los Comités parlamentarios -y yo concurrí con mi voto, como Jefe de la Sala de los Diputados radicales- no lo hicimos con el ánimo de llegar hasta aquí, a dar explicaciones a la opinión pública, ni muchos menos a tratar de justificarnos en cuanto a la resolución que soberanamente hemos adoptado, como Poder independiente del Estado. Lo hicimos, porque queremos, porque deseamos vehementemente, frente a los ataques de que hemos sido objeto, como contraparte ofendida por ellos, decir nuestra palabra.
Creo que nunca como hoy, en esta sesión, la Cámara de Diputados de Chile ha expresado su cariño por la democracia y su fe en nuestro sistema jurídico y en nuestra libertad. Porque lejos de quedarnos callados, de ocultar alguna explicación o algún antecedente, quisimos que se celebrara esta sesión pública, para que cada partido político pudiera explicar, desde su punto de vista, las objeciones que le merecen los infundados ataques de que hemos sido objeto.
Los comentarios de prensa y de radio han sido, indudablemente, en gran parte, vejatorios para nuestra dignidad. Ha sido puesta en tela de juicio la dignidad que tenemos como hombres, como padres de familia, como jefes de hogar, como políticos y como miembros de un Poder del Estado. Por consiguiente, liemos hecho bien, hemos hecho muy bien en llegar hasta aquí a expresar nuestros planteamientos, en torno de las materias que nos inquietan.
Debemos decir, con mucha franqueza, que en esta casa nuestra, esto es, en la Cámara de Diputados, en la que convivimos gran parte de nuestras horas, hay amigos nuestros: son los compañeros periodistas. Ellos nos proporcionan la posibilidad de que nuestras modestas intervenciones sean conocidas por el electorado; y, en gran parte, debido a sus informaciones, el electorado, la opinión pública, nos reelige o nos sanciona no reeligiéndonos.
Nosotros les entregamos, de primera fuente, las informaciones que necesitan para vivir, porque sobre la base a la. información política directa ellos también subsisten. Creemos que el mejor periodista es aquél que en mejor forma interpreta la verdad, aquél que, de acuerdo con las reglas de la más sana crítica, formula su juicio personal frente a muchas actitudes nuestras, en el orden político. Además, también tienen derecho a criticar nuestra vida privada. Porque los políticos somos objeto de toda clase de críticas; estamos abiertos al juicio de todas las personas,
periodistas y no periodistas. Y, en esta labor mancomunada, en esta vida interna que transcurre en esta casa nuestra, como lo es la Cámara, ellos y nosotros tratamos de obtener, honradamente, una remuneración para subsistir.
Estamos juntos en los comedores. Ellos entran a las salas de Comisiones; presencian nuestros debates, públicamente, como se realizan en una democracia. Desgraciadamente, en este último tiempo, algunos compañeros periodistas, sin obtener datos y antecedentes fidedignos, han entregado a la opinión pública, como aquí se ha demostrado hasta la saciedad, informaciones que no corresponden a la verdad de los hechos, a la realidad. Ellos han tergiversado los antecedentes y no han comprendido el mal que, con estas actitudes, le han hecho a la democracia.
Aquí estamos viviendo en el rincón del mundo, en esta querida tierra de Chile, rodeada, peligrosamente, de botas militares, que han venido caminando por Latinoamérica. Pero nosotros nos hemos defendido para que ningún régimen dictatorial venga a imponernos su voluntad, a fin de que en nuestro país impere aquélla que libremente se exprese en el concierto democrático.
El Parlamento de Chile tiene más de ciento cincuenta años de existencia: es, pues, uno de los más antiguos del mundo.
Es indiscutible que Chile goza de enorme prestigio en el mundo entero, por la estabilidad y solidez de nuestras instituciones democráticas. Aunque haya funcionado con pequeños o grandes errores, su acción siempre se ha encuadrado dentro de los marcos de la Democracia. Pues bien, creemos que, en gran parte, han sido la Cámara de Diputados, como organismo político y fiscalizado!', y el Senado de la República los que han conformado el mantenimiento en la democracia. Porque ella sucumbe cuando se ocultan los hechos. La democracia sucumbe cuando no hay valentía en los hombres que desempeñan estos cargos de elección popular. Y en este
templo de la justicia, de la verdad, de la juricidad, nosotros trabajamos día y noche, sin estar sujetos a ningún control en materia de horarios, y, como decía el Honorable Diputado señor Ramón Silva Ulloa, estamos desligados del calor del hogar. Así trabajamos en este Parlamento chileno, que es orgullo en el mundo entero. Eso lo saben los señores Diputados que han viajado por otros continentes, que han visto otros hombres y han visitado otros países. Aquí trabajamos en Comisiones, trabajamos en las salas plenarias; vamos, en seguida, a las tribunas gremiales o sindicales, vamos a nuestras asambleas, a nuestros partidos; vamos a los foros de radio y televisión; vamos a provincias; vamos a los centros de madres, a los clubes deportivos y a las organizaciones sociales, que requieren de nuestra presencia, para plantearnos sus problemas. No sabemos lo que es descanso. No hay tregua en nuestra vida de dramática lucha, tratando de defender nuestros partidos, nuestros principios y nuestra dignidad.
¿Qué Diputado puede disponer de horas determinadas, para realizar alguna acción común y corriente, como la que realizan todos los hombres? Perdónenme, señores Diputados, pero creo que viene al caso, que cite un ejemplo que me llega al alma. He llegado aquí, a la Cámara, a las cuatro de la tarde. Era mi obligación hacerlo como Diputado Jefe de un Comité. He venido, porque, si no lo hubiera hecho, no habría quedado tranquilo con mi conciencia, a plantear los puntos de vista de los señores Diputados del Partido Radical. Pero lejos de este lugar, allí, en el Hospital Militar, están mis hermanos y mi familia, porque ahí se está operando en estos momentos a mi querido padre. Yo no he podido estar con él, no he podido estar a su laclo, no he podido estrechar su mano, porque he creído que mi deber parlamentario me obligaba a estar esta tarde en la Cámara de Diputados y no junto a mi padre que está enfermo y quizás muera.
Aquí hay un drama del hombre que en
este momento está hablando y que ha concurrido a esta Sala porque era su obligación. Y esto, que lo pongo como ejemplo, rubrica todo lo que se ha dicho en lo que concierne al drama general del hombre que abraza la política, el cual se desafecta y se aleja del hogar y de los suyos.
No sé cómo seguirá ese enfermo. Mis hermanos me perdonarán por no estar a su lado; pero yo quedo tranquilo con mi conciencia, porque he venido a cumplir una función política y una función parlamentaria.
En este templo legislativo, ¿cuántas leyes hemos despachado? Más de 16.000. ¿Qué significan esas leyes? Mejoramiento de sistemas jurídicos y sociales del pueblo, estabilidad y respeto a nuestras instituciones. Por aquí ha pasado el drama del hombre, de la mujer y del niño; la inquietud por su educación, sus mejores salarios, su previsión; la defensa de nuestras riquezas. Todo el Parlamento está preocupado del bienestar de la patria, como patria, y de sus hombres, como hijos de esta patria. Todo lo hacemos nosotros como poder colegislador. Aquí llega la inquietud por legislar, a través del Mensaje de Su Excelencia el Presidente de la República o aquí nace la primera inquietud, a través de la moción parlamentaria; y en ello trabajamos con mucha honradez y honestidad.
En los 150 y tantos años de vida de nuestros Parlamento, ¿ha salido alguna vez a la publicidad que algún parlamentario haya cometido escándalos o negociados o se haya enriquecido en el desempeño de su función pública ? ¿ Acaso no salimos todos arruinados cuando terminamos nuestro mandato? ¿Acaso los profesionales no perdemos nuestra clientela? ¿Acaso los médicos no tienen que empezar a "rasguñar" para buscar nuevos clientes? ¿Acaso los abogados, ingenieros, arquitectos, hombres de empresa y tocios los que llegan al Parlamento no salen de él peor que como entraroNº
Aquí se dieron algunos ejemplos.
El Honorable señor Silva Ulloa decía:
No me gusta hablar en primera persona; a mí tampoco me agrada, pero tenemos que ir rubricando con ejemplos lo que constituye el problema de los parlamentarios.
Llegué a esta Honorable Cámara el año 1957. No tenía más que una casa y un automóvil. Ejerzo, 20 años, en Santiago, mi profesión de abogado. Mi estudio está abierto día a día. Ahí no se distingue a quien llega. Se hace pasar a las personas de acuerdo con su turno, sea gerente, director de una institución o simple ciudadano. ¡Adelante! ¡Adelante!, es la palabra que dice el Diputado o abogado Morales que está detrás de ese escritorio.
¿Qué tengo ahora, después de 20 años? El automóvil ha mejorado en relación al que tenía en 1957, y la modesta casa que poseía en Gran Avenida la cambié el año 1963 por otra ubicada en Avenida Suecia. Treinta mil escudos me costó esa casa, pagada con facilidades, según escritura extendida ante el Notario don Pedro Avalos. No tengo más. Eso es todo lo que he podido adquirir con el fruto de mi profesión, y no con la dieta parlamentaria.
Quien lea lo que percibimos por concepto de dietas, se asombrará. Tengo aquí los detalles de las dietas líquidas que reciben los Diputados de mi partido. Ya sabemos que el monto bruto es de 3.067 escudos. ¿Cuánto se les entrega? No las voy a leer todas, sino sólo algunas: 2.200 escudos, 1.600 escudos, 1.650 escudos, 1.358 escudos. Y hay otras con saldo en contra, porque los miembros de esta Cámara -sépalo la opinión pública- están adelantados en sus peticiones, por sus compromisos como Diputados, en 400 mil escudos aproximadamente. Hace algunos minutos, me decía el Senador señor Miranda que, en el Senado, esta cantidad llegaba a cerca de 150 millones de escudos.
¿Por qué un Diputado pide adelanto? Porque no le alcanza para sus gastos con lo que se le paga mensualmente. Este es el drama de la dieta parlamentaria; y el
que no tiene una profesión o un oficio, como el médico, el abogado, el arquitecto, el ingeniero, el maestro o el profesor, ¿va a poder vivir, si no cuenta con más entrada que estos saldos líquidos, por el desempeño de su función parlamentaria?
Estos datos son importantes, y los estoy mencionando para contradecir un cargo que nos ha hecho un alto funcionario de Gobierno, como es el señor Subsecretario de Hacienda. No debió decir lo que dijo, no debió formular ese cargo, como tampoco debieron hacerlo los señores periodistas, en informaciones que no corresponden a la verdad, porque el hecho de que la Comisión de Policía Interior y Reglamento, a la que tengo la honra de pertenecer, haya resuelto asignar un porcentaje de aumento a los empleados del Congreso Nacional y aumentarnos en 500 escudos la asignación para oficina, es una cosa justa, debido a que nuestras dietas, como se ha dicho, son muy inferiores a los sueldos que obtienen muchos funcionarios de la Administración Pública y porque los empleados del Congreso Nacional merecen, como lo he manifestado en reite--radas oportunidades, sólo nuestros agradecimientos.
Mi primer discurso en esta Cámara, lo pronuncié a los tres o cuatro meses de haber ingresado en ella. Venía de tribunas gremiales; estaba acostumbrado a hablar ante muchas personas; había participado en movimientos estudiantiles y era abogado; pero, como decía el literato y político francés Luis Bafthou, que tiene una obra sobre esta materia, me enredaba, me perdía en el Congreso Nacional, no sabía nada. ¿Quiénes fueron mis profesores después de los de la Universidad? Aquí, en el Parlamento, los señores funcionarios de la Corporación. ¿Cuántas veces no nos han ayudado con sus ideas, sus conceptos, sus consejos, su buena clase humana? Afortunadamente nunca se ha hecho política con los funcionarios de la Cámara, y en buen momento. Sea cual sea el Gobierno que llega al Poder, ha respe-
tado al funcionario de la Corporación. Así ha acontecido también durante el Gobierno del señor Frei, porque aquí, más que la presión política, predomina la eficiencia con que se debe ejercer la función parlamentaria. Y la familia es una sola, cuando tiene que entregar su prestigio en el exterior. Por ello se esfuerzan y por eso tratamos de plantear los problemas dentro de un plano de la más absoluta dignidad.
Aquí no hay horas extraordinarias; hay el trabajo que la Cámara exige; y nosotros trabajamos según las exigencias nacionales.
Se ha tratado, este último tiempo, de hacer cambios en las estructuras, y hemos considerado las grandes iniciativas de orden legal, en el planteo de los grandes problemas que, según el Gobierno que rige los destinos de la República, requieren solución urgente. Los Diputados de Oposición hemos concurrido, con los Diputados de Gobierno, a sesiones especiales. No hemos obstruido la labor del Gobierno; hemos trabajado en Comités, en Comisiones, en la Sala, porque creemos que se deben modificar muchas estructuras caducas de nuestro sistema político, social y económico.
De manera que no nos parece justo venir a formular críticas adversas por una asignación para el personal de Secretaría, para los guardias, para las modestas telefonistas, seres anónimos para nosotros que, a veces, conocen el drama de los parlamentarios a través de las llamadas urgentes; para el muchacho que cuida, en invierno y verano, los automóviles de los parlamentarios; para el personal que trabaja en los comedores, desde las 7 de la mañana hasta la 1, 2 ó 3 de la madrugada, y que nos atiende; para el guardia que nos trae los elementos de trabajo durante la sesión, el dato urgente, la ley oportuna; para el personal de la Oficina de Informaciones, los taquígrafos, los eficientes y doctos Secretarios de Comisiones, que tienen a su cargo la redacción
de los informes, que son documentos públicos, la fuente misma en que se está gestando la ley.
¿Acaso son exagerados los sueldos que ellos ganan, después de todos los antecedentes que aquí se han entregado en forma pública, sin ocultar nada? ¿Y es que el artículo objetado de la ley a que se ha hecho referencia no fue también públicamente tramitado ante el Poder Ejecutivo y ante el Poder Legislativo? ¿No fueron las Mesas de ambas Corporaciones las que hicieron este trámite, de acuerdo con los Comités parlamentarios ?
Aquí no ha habido nada encerrado ni oculto. Todo se ha hecho públicamente y a la luz del día. Porque teníamos conciencia de que estos reajustes eran oportunos, por eso los dimos. Porque sabíamos también que era necesario dar a los parlamentarios, una asignación para tener una oficina donde atender a nuestros electores, y a los ciudadanos, en general, también asignamos a los Diputados estos 500 escudos, con lo cual la dieta llega a 3.500 escudos. ¿Y si descontamos el impuesto a la renta? ¿Si descontamos, señor Presidente -y esto no se ha tocado, por eso lo voy a mencionar- la ayuda que cada Diputado hace a su partido, como entidad política, a sus organismos gremiales, a sus organismos juveniles, a sus organismos femeninos, a las asambleas?
¿Y por qué le entregamos al partido una cuota de nuestra dieta parlamentaria? Porque, en Chile, el partido, o el conjunto de partidos políticos, son la fundamenta-ción donde se vertebra la democracia chilena, las corrientes políticas chilenas.
Todos los parlamentarios, sin distinción, cual más, cual menos, estamos contribuyendo a defender a esos partidos que no tienen casa propia y que requieren de grandes esfuerzos para mantener locales; que no tienen personal, sino aquél que pagamos los parlamentarios o se paga con las modestas cuotas que entregan los asambleístas. Pero, si entregamos al partido político nuestro aporte, es porque sabemos que estamos defendiendo las bases mismas en que se gesta la democracia en Chile.
En los países en que no hay partidos políticos, esto no puede acontecer; pero en Chile ocurre que viejas y centenarias colectividades, como el Partido Radical, se han mantenido siempre con la ayuda de sus parlamentarios, y algunas veces han llegado a solicitarnos ayuda para una publicación del partido, para comprar pelotas de fútbol, como lo demostraba el Diputado señor Laemmermann, a través de una factura, por camisetas de fútbol para Fiestas Patrias, por valor de Eº 677; un juego de red para arcos de ese mismo deporte, etcétera. Además, una ayuda para un Centro de Madres, consistentes en máquinas de coser, porque hay que llevarles algún regalo a esos Centros, a los clubes, a esa gente que tanto lo necesita.
Son gastos que van saliendo y saliendo, y van haciendo mermar las exiguas entradas del parlamentario. ¡Y cuántas veces nosotros hemos tenido que recurrir a nuestra casa, que es el Partido Radical, como una especie de casa de socorros mutuos, cuando algún Diputado tiene un problema !
Me perdonará el Honorable señor Cabello, que no está presente, que relate lo que me decía, hace pocos días: "Mira, Morales -me expresaba-, mientras yo era médico en Talca, tenía mis economías. Vivía bastante bien con mi profesión de médico. Si me enfermaba, había colegas que me atendían. Si había que operar a algún miembro de mi familia, bueno, lo operaban en Talca. Ahora las cosas han cambiado; tengo que operarme..." Y ahí está, recién salido de la Clínica Santa María. "Pero haz el favor de conseguirme un adelanto en Tesorería, porque no tengo con qué pagar los gastos". . Bueno, ésa es la tragedia de los Diputados chilenos. ¡ Cuál más, cuál menos, vamos allá mismo! ¡Y quizás cuántos estamos pensando en ello!
Ahora, siendo Diputado, miembro de un
Poder Público, ¿cómo arreglar mañana problemas de un orden tan íntimo que la vida nos está presentando?
Esto también hay que plantearlo, para que los amigos periodistas, que entregaron informaciones equivocadas, sepan cómo sufre a veces el parlamentario, como consecuencia de cosas que habitualmente no podemos mencionar; pero que tenemos la obligación de decirlas esta tarde, y que yo, por lo menos, estoy planteando, como lo han hecho también otros señores Diputados.
Yo creo que nuestra obligación es entregar todos estos antecedentes; porque -y perdóneme la Cámara que emplee estos argumentos, que se refieren a hechos que pueden ser considerados como mínimos, pero que no los cito para dar medianía ni dramatismo a mi intervención- cuando se muere un Diputado, ¿qué le ocurre a su familia? ¿Qué le acontece a la viuda? Y los hijos, ¿cómo quedaNº Y los que son de provincia, que tienen que arrendar acá en la capital una pieza en un hotel, y mantener su casa en la provincia, ¿cuánto gastaNº
¿Y las atenciones? Porque cuando llega un parlamentario a provincia, cualquiera invitación corre por cuenta del Diputado. Y ninguno, por dignidad, por el cargo que desempeña, podrá permitir que cuatro o cinco personas lo atiendan, lo festejen; por el contrario, tiene que ser generoso con sus electores.
De manera que cuando la Comisión de Policía Interior adoptó la resolución de entregar una asignación, actuó con justicia con todo su personal, con el de Secretaría, con el de Redacción, con el de la Guardia, y también con los señores Diputados.
Y ahora, antes de entrar a comparar estos antecedentes con los de otros países, vamos a pedir que se envíe un oficio a la Secretaría del Parlamento Latinoamericano, a fin de que nos informe cuáles son los emolumentos y beneficios que reciben los señores congresales que ejercen man-
dato en los países en los que todavía hay Congresos.
En Brasil, tienen una renta fija de 550 dólares mensuales, además de una bonificación variable, por asistencia a sesiones, cuyo monto sobrepasa la renta fija. Con motivo del traslado de la capital de Brasil a Brasilia, se les otorgaron diversas franquicias, entre otras, para comprar casa, instalar mobiliarios, usar con absoluta libertad los medios de transporte, incluso hidroaviones.
Es cierto que en Brasil no se les da para gastos de secretaría, porque el Congreso les proporciona salas y personal. ¿Por qué habríamos de tenerlos nosotros, como en el caso de otros Congresos que hemos conocido, si acaso también se nos proporcionaran salas y personal? No tendríamos por qué tenerlos. En los Congresos de otros países, instalados en edificios modernos, el Diputado ejerce el cargo con dignidad, porque cuenta con magníficas salas, que no son como algunas de las oficinas que hasta hace poco tenía la Cámara o que ella misma arrendaba.
En Venezuela, gozan de una renta fija de 5 mil bolívares, equivalente, más o menos, a 1.100 dólares mensuales, más 65 dólares, aproximadamente, para gastos de representación. Si tienen que hacer viajes oficiales, gozan de viático; si es en el interior, de 25 dólares diarios; si es fuera del país, de 50 dólares diarios.
En Uruguay, la renta actual es más o menos equivalente a 3 mil escudos y a partir del próximo año será de 4.500 escudos, aproximadamente. Hay que señalar que estas rentas son líquidas, es decir, no sufren ningún descuento, porque los aportes previsionales y demás imposiciones corren por cuenta del Congreso. Por último, tal como en el régimen diplomático, tienen derecho a internar, libre de todo gravamen, un automóvil cada dos años. Y a nosotros, jamás se nos ha ocurrido ni siquiera liberarnos del pago de la patente, porque cómo nos criticarían por conseguir una franquicia de este tipo.
¿Cuánto cuesta el pago de la patentEº ¿Cuánto comprar un automóvil?
En Estados Unidos, la dieta es de aproximadamente 5 mil dólares anuales y la cantidad para gastos de secretaría, superior a ella.
En Gran Bretaña, la renta anual de un representante de la Cámara de los Comunes es de 3.250 libras esterlinas. El Presidente de cada Comité de la Oposición tiene, además, una renta de 3.750 libras al año.
En Panamá, los parlamentarios perciben magníficas rentas y tienen derecho a internar un automóvil cada año.
Menciono estas franquicias a título de ejemplo, por la vía informativa, para que se sepa en Chile que nuestras rentas no tienen ni siquiera un parecido con las remuneraciones y franquicias de los parlamentarios de otros países del orbe. Por eso, sería conveniente que se aceptara la petición de oficio que vamos a formular, el que ojalá se acuerde enviar en nombre de la Corporación, para que pueda surtir los efectos que nosotros deseamos, a fin de poder aclarar tantas materias que nos corresponden.
Por otra parte, nosotros mismos hemos aprobado aquí, hace poco, la reforma constitucional, en la cual hemos establecido que el parlamentario no puede ser director de ninguna sociedad, de ningún Banco. Y en esta reforma constitucional se fue más lejos que en el proyecto aprobado ahora último por la Comisión de Constitución, Legislación y Justicia. En ésta, al discutirse el proyecto sobre sociedades anónimas, votamos, por unanimidad, que ningún parlamentario puede ser director de sociedades anónimas. Pero, como digo, en la reforma constitucional se fue mucho más lejos, porque establecimos verdaderas inhibiciones para que los parlamentarios puedan conseguir otras remuneraciones anexas a las de su función legislativa -ya antes habíamos derogado las Consejerías parlamentarias- en el afán de ir colocando al Diputado y al Senador en una claridad de actividad pública, a fin de que no reciba la crítica de nadie.
Nosotros mismos nos hemos inhibido en el manejo de muchos problemas legítimos, porque no queremos que nuestra función parlamentaria pueda significar, en absoluto, una presión para organismos del Estado que tenemos la obligación de fiscalizar. ¿Por qué lo hemos hecho? Porque estamos contestes en que, en lo posible, hay que entregarle al parlamentario plena independencia en cuanto a su actitud, su conducta política y profesional. Sin embargo, del mismo modo que así ocurra tenemos también la obligación de entregarle las rentas que correspondan al ejercicio digno y legítimo de ese cargo.
Señor Presidente, a los Diputados radicales nos parece bien que el fundado y magnífico discurso del Honorable colega señor Silva Ulloa; los pronunciados por los Honorables señores Lavandero y San-hueza; y los que habrán de decirse, sean publicados. Sí, nos parece bien, porque tenemos que defendernos. Aquí se trata del problema de nuestra casa, que es el Congreso. No se trata de problemas políticos ni partidistas; cada parlamentario defiende sus puntos de vista a su leal saber y entender, y de acuerdo con la inspiración política que le entrega su partido.
Aquí se ha dicho, muy de paso, a propósito de algunas observaciones de los señores Diputados del Partido Comunista, y del Senador señor Volodia Teitelboim, en el Senado, que las dietas parlamentarias se las entregaban al Partido. Ese es problema de cada partido.
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