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    • rdf:value = " El señor OLIVARES.- Como el Honorable señor Monares se ha referido a mi persona, debo expresar que yo no tuve la suerte de estudiar en la Universidad Técnica del Estado, porque, como lo decía denantes, mi padre, después de 34 años de trabajo en la industria, fue privado de su trabajo, como ocurre generalmente en las empresas norteamericanas del cobre. Paro, a pesar de mi poca preparación, mantengo, eso sí, un claro concepto de la conciencia, entre los trabajadores. Por lo tanto, nada puedo expresar que ponga en tela de juicio la moral del Honorable señor Monares como dirigente sindical. Pero, en cambio, discrepo totalmente de su conducta como parlamentario. Creo que un hombre en las filas de la clase trabajadora debe seguir siempre por esa misma línea, sin que las barreras ideológicas nos alejen de la verdad y del alcance de los problemas de los trabajadores, ni mucho menos nos hagan desconocer la justicia de las aspiraciones de los asalariados. En seguida, quiero aclarar que el Honorable colega señor Monares está equivocado cuando afirma que el artículo en debate no es una indicación del FRAP. Probablemente tanga razón. En todo caso, debo expresar que, en el anterior período parlamentario, los Diputados Hernán Brücher y Ramón Silva Ulloa presentaron un proyecto que contemplaba el pago de esta indemnización. Lamentablemente, no prosperó. Pero con motivo del debate de los convenios, a petición de la Confederación da los Trabajadores del Cobre, se renovó como indicación por los parlamentarios del FRAP. Los Diputados socialistas queremos además, dejar expresa constancia de que no somos culpables de la "norteamericanización" de Chile. Esta lesión contra nuestra soberanía es de responsabilidad exclusiva de quienes se han jugado empleando la presión del dinero y del poder contra los intereses del país. En este trámite de la discusión de los convenios del cobre se confirma lo dicho por los Diputados socialistas y, muy especialmente, por la Confederación Nacional de los Trabajadores del Cobre, de la que soy Vicepresidente. El 30 de diciembre de 1964, hace ya diez meses se anunció el acuerdo suscrito entre las compañías norteamericanas, que explotan nuestro cobre, y el Gobierno de Chile, la Confederación Nacional de Trabajadores del Cobre declaró: "La política que se propugna por el Gobierno para estas empresas no significa un cambio histórico en la política del cobre, ni mucho menos que el país vaya a ser dueño de sus propias riquezas cupreras." La afirmación tiene plena validez, porque ni en el aspecto nacional ni local la política del cobre propiciada por el Gobierno ha significado un cambio. Sólo serán históricas las fabulosas concesiones que se hacen a las compañías extranjeras. Desde el punto de vista local, es decir, en lo que atañe a los problemas de los trabajadores, la política del gobierno democratacristiano ha sido idéntica a la de los tradicionales gobiernos conservadores. El proyecto original no traía ni una sola disposición que elevara el nivel de vida y las condiciones económicas y sociales de los trabajadores de la gran minería. Es más. Los parlamentarios da gobierno, aliados con la Derecha tradicional, a la que dicen repudiar, rechazaron todas las indicaciones, que estudiadas por la Confederación de los Trabajadores del Cobre, fueron presentadas por los parlamentarios populares para mejorar las condiciones de los obreros y empleados de los centros mineros. Esa conducta, ¿qué significa? Solidarizar con las compañías norteamericanas, las que, en más da cincuenta años de explotación de nuestro cobre, se han llevado fuera del país mil 106 millones de dólares, dejándonos tan sólo, la silicosis y los miles de trabajadores muertos o mutilados por accidentes del trabajo. Votar en favor de los convenios y en contra de las indicaciones de la Confederación Nacional de los Trabajadores del Cobre presentada por los parlamentarios populares, significa estar de acuerdo con mantener un Estatuto de Trabajadores del Cobre que limita las peticiones económicas y sociales, y que obliga a los diferentes centros a presentar pliegos en distinta fecha y en distinta época, lo que significa una flagrante división; estar conforme con que un trabajador del cobre norteamericano,, que realiza el mismo trabajo que un chileno, gane ocho veces más y produzca menos; y, por lo mismo, que un trabajador chileno gane ocho veces menos y produzca más. Significa que, en lugar de importar artículos esenciales para satisfacer necesidades de los trabajadores, las compañías norteamericanas, cuyos representantes están presenciando este debate desde las Tribunas, sigan internando whisky, pelotas de golf y artículos de pesca. Implica que se continúe realizando una profunda discriminación en materia de inversiones, sin respetar las layes chilenas. En los últimos años, por no decir desde que iniciaron sus actividades, las compañías del cobre, el Departamento del Cobre y los sucesivos Gobiernos han autorizado inversiones en maquinarias, sin considerar el aspecto social. Aún más. Cuando alguna ley dictada gracias a la lucha de los trabajadores y contra la voluntad de las compañías ordena a aquélla efectuar inversiones de carácter social, se vulneran sus disposiciones y las empresas insisten en que la legislación chilena no rige para ellas. Esto ha ocurrido durante el actual Gobierno, sin que ninguno de sus personeros ni ningún parlamentario democratacristiano haya protestado. Así se explica que ahora voten en contra de las indicaciones que favorecen a los trabajadores. Al apoyar y votar favorablemente los convenios del cobre y rechazar nuestras indicaciones, el Gobierno y el partido oficial, el Demócrata Cristiano, aceptan que los trabajadores de Chuquicamata vivan en poblaciones callampas, como son las de Lata, Adobe, Campamento Hundido y otras. Están de acuerdo en que cuatrocientos trabajadores de "El Salvador" vivan en Pueblo Hundido, en conventillos inmundos, con menos de seis litros de agua por personas, porque en ese lugar no hay agua potable ni luz eléctrica. Y todo porque la empresa norteamericana no construye casas para sus trabajadores. No les importa que los niños de Potrerillos estudien hacinados en escuelas deterioradas o tengan que asistir a clases en el local sindical, mientras permanecen vacías las salas de la moderna escuela para niños norteamericanos. Demuestran su insensibilidad ante el hecho de que en Potrerillos vivan hasta 10 personas en dos piezas, donde incluso está la cocina. No les preocupa que en Sewell los trabajadores sigan viviendo en condiciones miserables, en casas estrechas, sin ventilación, sin calefacción, no obstante que en ese lugar nieva gran parte del año y hay temperaturas bajo cero. Por eso, la Confederación del Cobre quiere reiterar, en esta oportunidad ante la Honorable Cámara, que las indicaciones que presentó y que fueron aprobadas por el Senado, contarán desde luego, con los votos favorables de los parlamentarios populares. Nada más. "
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