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- rdf:value = " El señor CORVALAN.-
Es que creo que debo hacer un informe histórico.
Seguramente algunos Honorables Diputados se opusieron justificadamente a esta ley, pero el Congreso legisló bajo la presión de los habitantes de las ciudades del norte, que estaban en crisis económica y que reclamaban leyes para terminar con la cesantía y sustituir las actividades paralizadas. Por eso, cualquiera que haya sido la intención de los diferentes partidos políticos y parlamentarios en ese tiempo, todos carecían de la necesaria información para que esta Cámara y las Comisiones pudieran formarse un juicio cabal sobre qué medidas debían adoptarse para resguardar el interés nacional y la estabilidad de la industria, que es muy importante para el desarrollo económico de las provincias de Tarapacá, Antofagasta, Atacama y Coquimbo.
¿Por qué digo esto, señor Presidente?
Porque fue el Gobierno el que emprendió el negocio de la pesca.
Efectivamente, nuestro país empezó a estimular el desarrollo pesquero durante la Administración de don Pedro Aguirre Cerda.
Antes de crearse la Corporación de Fomento de la Producción, la actividad pesquera era considerada con menosprecio y se estimaba una actividad de segunda o tercera categoría.
Posteriormente, como ha ocurrido con muchas actividades económicas nacionales, se hizo sentir la influencia extranjera en la industria de la pesca, con la inmigración de los alemanes al sur del país, que intentaron establecer la industria de conservas de pescado.
Además, en las zonas de Chiloé, Aisén y Magallanes, algunos productos de la pesca recibieron un tratamiento especial y se transformaron, de simple materia prima que hasta entonces no había interesado a las empresas prósperas de la zona, en productos con grandes posibilidades económicas para el comercio regional.
Conviene dejar constancia de que la Corporación de Fomento de la Producción consiguió que viniera al país una misión norteamericana, encabezada por el biólogo señor Milton Lowell, a hacer algunas prospecciones pesqueras. Esto permitió instalar en el país algunas industrias de pesca, que a su vez dieron origen a la conservería.
Esta misión norteamericana contratada por la Corporación de Fomento, en realidad, no tuvo el propósito de elaborar un programa de explotación pesquera, tendiente a la obtención de aceite y de harina de pescado, principalmente en la zona norte del país.
Sus actividades e informes fueron conocidos por el Consejo de la Corporación de Fomento de la Producción. Y en ese entonces, bajo un Gobierno históricamente progresista, como seguramente nadie en esta Cámara podría ponerlo en duda, se constituyeron las primeras sociedades mixtas, para explotar la sardina enlatada, el pescado ahumado y para obtener en Chile una cantidad mínima de aceite de pescado, con los recursos precarios de que se disponía en Chile en los años 1938, 1940 y 1945.
Yo diría que la industria pesquera chilena empezó a desarrollarse en esa época.
Estas primitivas sociedades pesqueras tuvieron un régimen todavía mucho más privilegiado que el de las industrias de la harina de pescado, porque, si bien es cierto que algunas de estas empresas instaladas en Tarapacá y Antofagasta no necesitaron aportar más del 20 por ciento de capital, para iniciar sus faenas, aquellas otras recibieron créditos y subvenciones de la Corporación de Fomento. Cuando paralizó sus faenas la Compañía Salitrera Lautaro Nitrate, entregó sus instalaciones y subvenciones para que el Gobierno desarrollara un plan pesquero en el puerto de Taltal. En esa época sólo teníamos intención de hacer esto.
Pedro Aguirre Cerda, cuya proyección histórica nadie se atrevería a desconocer, pidió al Comodoro Naval señor Julio Luna que estudiara un plan de desarrollo pesquero y presidiera las primeras empresas que se instalaron en forma experimental:
Y admírese la Honorable Cámara, con una goleta de 20 toneladas que hoy día puede ir como bote salvavidas en cualquier barco atunero de pesca, se inició la primera prospección .pesquera que hemos conocido los chilenos. Esa goleta llevaba el nombre de "Silvita Uribe".
Los resultados de esta campaña pusieron de manifiesto que era tal el volumen de la faena marítima, sobre todo en el norte de Chile, que permitía abrigar esperanzas y elaborar un plan de largo alcance y de vastas proyecciones si concurría el capital. Y el trato dado al capital, sobre todo en estos países y principalmente en Chile, siempre se ha basado -y yo creo que así se hará también- en la concesión de estímulos extraordinarios.
Nosotros nos encontramos con este cuadro que conoció la Honorable Cámara y que ha planteado el Honorable señor Valente, tal vez colocando en su particular interpretación algunas ideas que yo no comparto y creo que la Comisión de Economía. y Comercio tampoco las aceptará. Pero lo interesante es que empezó a caminar en el norte la industria pesquera al amparo de una legislación excepcional, a partir del decreto N° 208, de 1953, cuando la FAO, mediante convenios internacionales, instaba al Gobierno de Chile a que aprovechara algunas de las experiencias e informes técnicos que harían posible crear estas sociedades capitalistas de gran desarrollo en el norte para obtener harina de pescado, aceite del mismo y subproductos que son muy apreciados en el comercio internacional.
Al amparo, sobre todo, del decreto con fuerza de ley N° 266, se pretendió establecer en Chile el régimen de cooperativas, para que los pescadores artesanales pudieran constituir sus propias empresas, reemplazando el trabajo patronal por un trabajo independiente, qué les permitiera obtener más recursos para el desarrollo de sus industrias. Esos propósitos fueron complementados con los planes de la Corporación de Fomento de la Producción, que hubo que impulsar, principalmente, en Iquique, porque la crisis de la industria del salitre creó aquella cesantía que es de conocimiento de la Honorable Cámara y que, en su oportunidad, conmovió a este Parlamento.
Esta industria instalada en Tarapacá, a parte de las críticas que pueda merecer y las que seguramente escucharemos esta tarde, es acreedora más que nada, a nuestra atención, porque se inició bajo el signo de la improvisación. Ocurre que después de estar instaladas las fábricas, después de estar trabajando, sólo ahora, cuando están fracasando, se crea en el país un Instituto de Investigación Científica, como son el Instituto de Fomento Pesquero y el Instituto del Mar, en Valparaíso, que está trabajando merced a aportes de la Corporación de Fomento de la Producción y de las Naciones Unidas, uno y el otro con variados recursos.
No está en mi ánimo hacer algunas críticas, que pudieran ser ingratas para los científicos que laboran en esta entidad. Es triste para mí, como parlamentario, comprobar que este Instituto de Fomento Pesquero, está trabajando como una pequeña oficina, con escasos recursos y con un plan de trabajo que, si la Honorable Cámara tuviera tiempo y meditara sobre él, tendría que concluir conmigo, que es extraordinariamente limitado.
Hace pocos días, fuimos al Puerto de Arica, para confirmar lo que estoy aseverando. Este Instituto tiene la misión únicamente de valorar las proteínas y la humedad de la harina, determinar algunos antecedentes sobre el pez y comprobar su Ciclo alimentario. Nada estudia sobre la inmigración de los peces, de los ciclos de reproducción y sobre la forma de aprovechar mejor el pez, aparte de su industrialización, destinada a obtener harina de pescado. Sin embargo, para estos planes, que yo califico de programas mínimos, este Instituto de Fomento Pesquero carece de recursos materiales hasta tal extremo que aquí debiéramos sublevarnos todos, principalmente los Diputados que siempre golpean los pupitres...
El señor ACEVEDO.-
Y los que lanzan vasos.
El señor PAPIC (Presidente en ejercicio).-
¡Honorable señor Acevedo!
El señor CORVALAN.-
... para reclamar su libertad e independencia. Resulta que este Instituto tiene que trabajar con material prestado por las mismas empresas a las cuales debe controlar, fiscalizar y orientar.
"
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