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- rdf:value = " El señor CORVALAN.-
Después conversaremos con el Honorable colega.
Considero que este Instituto, que por iniciativa parlamentaria podrá disponer de cursos especiales cuando entren en vigencia y funcionamiento los convenios del cobre, debiera merecernos una atención constante y preferente, porque de ello depende, indudablemente, que no se comenta errores en el futuro en el asentamiento de esta industria, que, a mi juicio, llegará a ser, en definitiva, una de las más importantes para extensas regiones de Chile.
A partir de 1960 y como una solución del Gobierno de esa época a la inquietud existente en el norte, entró a operar un plan pesquero que, como es de conocimiento de la Honorable Cámara, basó todo su desarrollo y expectativas en tres planes netamente definidos: el primero, en que al industrial se le harían, como efectivamente se le hizo, un gran préstamo de capital ; el segundo, en que la empresa gozaría de leyes excepcionales, que le permitieran capitalizar, reinvertir y desarrollarse en condiciones que no habría tenido en otra zona del país; y el tercero, en que el mercado de harina y aceite de pescado tenía y tiene grandes perspectivas en todo el mundo. Además, se estableció algo muy importante: que Chile no estaba ligado ni comprometido con ningún instituto o Pool internacional para la producción de harina de pescado como en otras partes del mundo. Chile no ha suscrito convenio alguno al respecto y, por lo tanto, puede defender su precio como estimen conveniente el Gobierno y los empresarios chilenos.
Con estos tres apoyos, la industria tuvo la prosperidad que todos le hemos conocido en el norte; pero, indiscutiblemente, existía un factor imponderable en el desarrollo industrial, que era el ciclo de vida y la concurrencia de la materia prima, que ahora también nosotros llamamos "anchoveta", pero que no es más que un pez de la familia de las sardinas, como lo hay en muchas partes del litoral chileno y al cual la publicidad peruana bautizó como anchoveta, pero que corresponde a la simple anchoa o chicoria que conocieron los changos que poblaron el norte. Este pez está frecuentando nuestras costas desde que existe Chile, diría yo. Sin embargo, en estos últimos tres años desapareció del litoral, quebrando todas las expectativas, deshaciendo las ilusiones no sólo de los industriales, sino que también de los propietarios y comerciantes de la zona y también de toda la gente cuyas actividades giran en torno del complejo económico de la industria pesquera.
Me van a excusar mis Honorables colegas que gaste tiempo en dar testimonio aquí en la Sala de lo que conoció la Comisión respecto de las teorías que existen sobre la vida de la anchoa y las posibles causas de su desaparición, porque, tal vez, nada es más dañino y menoscaba más la función pública y parlamentaria ni nada subleva más que oír decir, cuando uno entra a un sindicato, que en Santiago se aprueban las cosas a la carrera, porque todos tienen urgencia en terminar, para preocuparse de sus cosas particulares.
Por este motivo, los Senadores y Diputados no se interesan por los asuntos de Cobija, de Copaca, de Paposo, de Michilla, de San Pedro, etcétera. Por eso, deseo que pueda decirse que en la historia fidedigna del establecimiento de la ley, en esta parte por lo menos, alguien ocupó su tiempo a los Honorables colegas rememorando lo que comenta la gente en las faenas o recordando los antecedentes que los sabios en la materia nos expresan en nuestras frecuentes visitas a las industrias o a los institutos de investigación.
Se han establecido algunos hechos dentro de la relatividad con que se puede efectuar una observación de la vida de un animal que yo diría que es un pasajero de una corriente marítima que va "embarcado" en el agua. No es lo mismo que investigar la historia, la vida y costumbres de un molusco, de un caracol, o del cangrejo, de la lapa, etcétera, a los que como lo saben los Honorables colegas que han visitado el Instituto Montemar, les pintan hasta de colores las conchas y les tienen una especie de hoja de vida los científicos y biólogos, para conocer su desarrollo; pero no es fácil pensar en un método para hacer algo parecido con las sardinas, en colocarles, por ejemplo, un anillo, como ocurre con el cormorán, mediante el cual se descubre que el que fue marcado en un instituto del Golfo de California es el mismo que ha muerto en Talcahuano, después de una emigración de tanto tiempo y que revistió tales características. Con la sardina no es posible hacer este tipo de observaciones. Todo lo que se opina y todo lo que se ha establecido se hace exclusivamente en el método comparativo.
Me explico. Se observa a estos peces en Sudáfrica, en el Mar Artico y en los de Suecia, y se llega, por la frecuencia de las observaciones, comparando todo ello con lo que ocurre en el norte de Chile, a leyes biológicas que nosotros hemos conocido en la Comisión, y que deseamos exponer aquí a nivel de Gobierno y donde se quiera, como teorías que tienen un 80% de efectividad.
Se dice que el elemento principal para que este pececillo se desarrolle es la temperatura del agua, es decir, la temperatura normal de la corriente de Humboldt que recorre las costas chilenas y, principalmente, el litoral norte. Pero, como piensan algunos, por efecto de los sismos y temporales que azotaron el cono sur de Sudamérica, se habría producido una división de esa corriente, lo que tampoco ha podido probarse porque nadie va a emplear el método de palitos, corchos y tablas usado para medir la velocidad de los ríos y la confluencia de las aguas en los canales, a fin de comprobar esto. No hay nada; no hay programas; ningún Gobierno o instituto tiene el capital necesario para destinarlo a sumergir corchitos desde aquí a Las Galápagos, para decir después: hemos establecido la probabilidad de nuestra teoría con este experimento que hemos hecho. Se piensa, decía, que una masa de agua, haciendo impacto en el Archipiélago de Las Galápagos, a la altura de Ecuador, habría desviado la corriente y producido otra temperatura en las aguas chilenas, en un ángulo directo, más o menos a la altura de Caleta Corazones, 18 millas al sur de Arica. Allí existiría una misma confluencia, pero una temperatura distinta, hacia el sur, de la que hay en el litoral peruano. Esta teoría de la temperatura, según los pescadores y expertos, es la que explicaría la ausencia de las costas del litoral de la famosa anchoa, de la cual depende toda la industria pesquera de la zona.
Sin embargo, hay otros estudios referentes a dicho pez y, como ejemplo, voy a citar nombres conocidos de la Honorable Cámara, como el de los profesores Renzo Follegatti, de la Universidad Católica, y Radoslav Razmilic, de la Universidad de Chile; también el del doctor Castro, que ha realizado algunos trabajos a este respecto. Veremos que, frente al planteamiento de que es exclusivamente la temperatura del agua la que nos ha perjudicado, otros dicen que nada tiene que ver ello en la existencia en abundancia del pez que nos preocupa esta tarde.
Existe la teoría de la alimentación. Le dicen a uno: "Pero, Diputado, ¿cómo puede creer usted esta paparrucha? Si usted tuviera tiempo, podría darse cuenta de que es probable ahora, en cualquier sector de la costa del norte, mediante el simple rastreo con una chalupa, establecer que las piedras, que los fondos del zócalo marino hoy no tienen fitoplasma". Entonces, uno pregunta qué es el fitoplasma, y empieza toda la explicación. Resulta que la famosa anchoa se alimenta del zooplasma, microorganismo que a su vez, vive del fitoplasma, que se produce por la sedimentación de los ríos y quebradas que, en las provincias de Tarapacá y Antofagasta, "llevan sus aguas al mar. Por un proceso de mezcla entre el agua del mar y el agua dulce y otras sustancias orgánicas se producen estos microorganismos con lo cual se inicia el ciclo vital que nos proporciona la anchoa o chicoria con que se desarrolla la industria.
Hay, una tercera teoría. Le dicen a uno: "Ni unos ni otros, Diputado, tienen la razón. Lo que ocurre es que las aguas del Pacífico tienen ahora una extraña luminosidad. Si usted conversa con los pescadores, le dirán que, en largos sectores de la costa, donde antes no se veían, ahora se ven los fondos del mar y los "muertos". Así llaman los pescadores a los anclotes improvisados con que sujetan sus embarcaciones para las faenas. Y continúan: "¿Qué quiere decir eso? Que las aguas están más claras y no será posible ninguna pesca, aunque se pongan alimentos y "vitaminas" para la anchoa".
He seguido estas investigaciones, porque valoro el esfuerzo que algunos chilenos hacen, al margen de toda opinión política, a fin de dibujar y entregarnos un informe que nos permita avanzar y defender esta posibilidad económica para el país.
Después de ir a todos los sitios y centros de información en materia pesquera, he llegado a una conclusión, que sostuve, hace tiempo, en la Comisión de Economía y Comercio y que esta tarde quiero rubricar otra vez: el país no puede perder esta riqueza. La anchoveta volverá, y el país tendrá un destino pesquero. Es necesario, sí, que normalicemos y encaucemos esta actividad con mayor auxilio científico, para centrar en este trabajo y en estas posibilidades la realización de la industria del norte.
Por felicidad, la prensa y las informaciones de las mismas empresas dan cuenta, de que hoy hay faenas pesqueras en el norte. El sábado, una comisión de parlamentarios, presentes en esta Sala, pudimos comprobar que más del 60% de las embarcaciones con matrícula en Arica estaban en faenas en alta mar. Hoy día, los noticiarios dicen que hay faenas en Iquique, en Arica y más al sur, en la provincia de Antofagasta, donde las goletas no tienen radio de acción, adonde no van a pescar, no porque no haya pesca, sino porque el proceso económico se encarece mucho. Además, la sardina no resiste en buen estado trayectos de navegación muy largos. Nunca dejó de haber anchoas, ni aun en los períodos de mayor crisis.
Algún Honorable colega podrá decir: "Este Diputado cree que es problema del Gobierno que haya sardinas. Le pone demasiado entusiasmo a este asunto y está asegurando en la Sala algo que es una mera ilusión". Sin embargo, mientras obteníamos la información de que no existía materia prima -y, aunque la hubiera en algunos casos, los patrones estaban empecinados en no equipar sus goletas, en no correr el riesgo de aperarlas, y pagar a la tripulación algunos días en balde y salir a explorar para ver si encontraban el pez tan necesario para la industria-, mientras todos, digo, soportábamos esta crisis y, en la Comisión de Economía y Comercio, aventurábamos teorías respecto a lo que iba a suceder en el futuro, los peruanos seguían pescando en las aguas internacionales, frente a Arica, Iquique, y Tocopilla.
Tengo a la vista, y, naturalmente, dejo a disposición de los Honorables colegas incrédulos, el informe de la línea aérea de exploración pesquera correspondiente al día 2 de octubre de 1965. Esa semana, se iba a realizar en Iquique una manifestación pública, provocada por esta angustia y destinada a pedir alguna solución no ya al Gobierno, sino a todos los chilenos. A ella habíamos sido invitados todos los parlamentarios, para que viéramos la miseria y el hambre que estaban acosando a la ciudad, por la falta de pescado.
Esa misma semana, el observador señor Michelsen, bajo su firma, dice: textualmente:
"Resumen: Se encontraron seis morados de regulares a grandes pateando. Este pescado se encuentra a 45 millas de Caleta Corazones". Esto quiere decir que había pesca, pero muy afuera, porque, normalmente, en el norte chileno, se consigue a 15 o 25 millas, pero no a 45. En el sur, en Talcahuano, por ejemplo, se consigue, otro tipo de pesca, claro está, a 60, 70 y hasta 100 millas de la costa, sin mayores dificultades. ¿Qué quería decir el piloto cuando informaba que los morados estaban "pateando"? Qué la sardina estaba a flor de agua, que era fácil observarla desde la cabina del avión. Luego, en el mismo informe, dice: "Se corre hacia arriba y tierra. Es urgente que, a la altura de la coordenada 10, se dirijan las embarcaciones". Agrega que exploró dos horas y media, y denuncia que había embarcaciones peruanas en el sector. Sin embargo, las chilenas estaban paralizadas, por todo este complicado proceso que he estado describiendo esta tarde. El día 3, vio sardinas más al sur; el día 6, más al norte. Así, podría seguir hojeando todos los informes del mes.
Como los convenios entre las empresas de exploración aérea, los armadores y los industriales no están coordinados, a veces se hace inoperante todo el proceso de la pesca. Es decir, no se cumplen oportunamente los pasos de la operación, como debe ocurrir en una faena pesquera. ¿Por qué digo esto? Porque, en el norte, la empresa que hace la exploración aérea es una; la que pesca, es otra; y, generalmente, la que hace la reducción de la materia prima, es otra. Por lo tanto, cuando llega el mensaje radial, cuando el avión avisa a su agente principal que, frente a Punta Blanca, por ejemplo, ha encontrado, ha detectado anchoas, pasan como dos horas antes que el interesado en obtener la pesca flete la nave, salde las deudas pendientes, y salga a buscar la tripulación. Viene a llegar allá cuando los peruanos han corrido el pescado o cuando éste se ha profundizado, se ha hundido por el mismo ruido de los motores.
Algún señor Diputado dirá que antes, hace tres años, se pescaba. Es que, hace tres años, la pesca no sufría la situación crítica que conocemos y estamos comentando esta tarde. La pesca de la anchoa se hace, en los puertos de Tocopilla y de Mejillones, para ser gráfico, a la altura de la reja donde fondean los barcos de cabotaje. Es posible hacer los lances o la extensión de las redes casi en la misma bahía. Esto ha determinado hasta denuncias y procesos, porque el reglamento del litoral prohíbe que, mientras se realizan las faenas de cargo y descarga de las naves, los pescadores hagan sus lances o pesquen en el interior de la bahía. Sin embargo, estas empresas pesqueras estaban acostumbradas a hacerlo, y no es extraño que algún Diputado, aun no de la zona, haya Visto 24 ó 36 goletas en Mejillones, a la cuadra en Antofagasta, a la gira en Coloso, a las puertas de Tocopilla o en la misma bahía de Iquique. Ahí el negocio prospera. Pero la anchoa, como en todas partes del mundo, se distancia de la costa. Yo diría que el instinto aconseja a todas las especies animales vivir distantes del hombre, así, ya la pesca se hace difícil, antieconómica, improbable.
Aparte de la escasez de la anchoa y las dificultades del proceso de pesca, la industria está soportando en el norte alguna sobrecarga de jornales, de salarios, porque su explotación no es todo lo racional que debiera ser, porque se han dividido y multiplicado algunas funciones y porque viven más de la pesca los que están en tierra que los que realmente son pescadores y realizan las faenas en el mar.
En el mismo proyecto que estoy comentando y sobre el cual me corresponde informar, no se consideran medidas para transformar totalmente la industria pesquera. Pero no somos remisos a que estas determinaciones y estos pareceres se incorporen en la legislación de Chile, para el progreso de sus negocios públicos.
Como este proyecto está dirigido a beneficiar a una industria asentada en dos provincias, es importante destacar que la Comisión de Economía y Comercio, por unanimidad -pues no voy a pretender que sea sólo una inquietud del Diputado que habla o de la mayoría de la Comisión-, se ha propuesto enunciar algunas iniciativas que den forma a una futura ley de fomento pesquero integral, que trate desde la pesca de la sardina hasta la de la ballena.
Ya que estoy hablando de unanimidad, quiero decir que todos los sectores políticos del Parlamento han mostrado interés -hay que reconocerlo- en cambiar el rumbo del desarrollo pesquero de Chile, No otra cosa significa, por ejemplo, la iniciativa presentada por el Senador clon Humbero Enríquez, para destinar recursos a un programa de estudios sobre la racionalización de las faenas de la explotación de la industria pesquera en todo el país. Lo mismo significa un proyecto que don Juan Turna, Diputado del FRAP, ha entregado al señor Ministro de Economía, Fomento y Reconstrucción para que el Gobierno lo promueva y lo haga suyo, y que contiene algunas interesantes disposiciones sobre la comercialización, la conservación y el transporte del pescado. Tal es el clima existente en relación con el desarrollo pesquero.
Tal vez valdría la pena destacar que, inversamente a la forma escasa en que Chile está proveyendo los mercados mundiales con harina y aceite de pescado, los precios de estos productos -lo que casi es una razón económica- se han duplicado en todos los países consumidores, como lo señalan las revistas especializadas y los informes de los Bancos.
En vista de que el precio actual es un gran incentivo, de que la sardina está volviendo a nuestras costas, y de que esta Honorable Cámara está resuelta a encauzar la industria pesquera por .distintos rieles jurídicos, a fin de que, sin dejar de ser, como es natural y lógico, un negocio apetecible para los inversionistas, no beneficie exclusivamente a los empresarios, sino que también constituya una fuente de divisas y recursos que permitan el desarrollo social de la zona y la especialización de nuestro personal, pienso, y me atrevo a declararlo esta tarde, que el norte no debe tener ninguna aprensión por su destino como región pesquera.
El Gobierno sometió a estudio de la Comisión de Economía y Comercio un proyecto de ley que significa, en primer lugar, poner al día una cuenta pendiente de la Tesorería Provincial de Iquique y de la Tesorería Departamental de Arica, destinada a cumplir lo que determinan las leyes N°s. 12.937, 13.039 y 14.824, en lo relativo a las bonificaciones de que gozan los industriales pesqueros desde que se instalaron en la zona, la cual no ha sido solventada en este último tiempo. La Comisión estima que debe pagarse tal bonificación hasta la fecha en que se promulgue esta ley, porque en lo sucesivo no seguirá existiendo.
El artículo 2° del proyecto de ley en debate, que sólo consta de seis artículos, establece la racionalización de la explotación pesquera y de la fusión de estas empresas industriales con los armadores. Se piensa, con justa razón, que mientras el comercio del aceite y harina de pescado ha permitido grandes utilidades y ha dado extraordinarias perspectivas a los industriales quienes tienen el premio de las bonificaciones acordadas por ley, el destino y suerte de los armadores no ha sido el mismo, porque deben conformarse con los precios fijados por quienes compran las sardinas y no tienen otra alternativa que pagar con sus utilidades la amortización de las naves, los salarios de sus tripulantes y la mantención durante el tiempo de crisis del pescado.
Como se dijo, el artículo 4° del proyecto destina 8.000.000 de escudos para pagar bonificaciones que se adeudan en Arica e Iquique a los productores de harina y aceite de pescado, correspondiendo 5.000.000 de escudos a los industriales de Iquique y Pisagua, y 3.000.000 a los de Arica.
Esta disposición fue modificada en la Comisión de Hacienda y, en su oportunidad, el señor Diputado informante de ella se referirá a los cambios introducidos para que este beneficio alcance también a los armadores que contribuyeron con el aporte de su pesca a que se produjera esta riqueza que después se transformó en artículo exportable.
Por el artículo 5° se crea una Comisión integrada por los señores Ministros de Economía, Fomento y Reconstrucción, Hacienda, Agricultura y Minería para que, en un plazo de 90 días, contado desde la fecha de publicación de la ley, elabore un Plan de Fomento Pesquero, Industrial, Agrícola y Minero para los departamentos de Iquique y Pisagua, que se financiará con los recursos que provienen de las leyes N° 11.828, por una parte, y N°s. 12.937, 13.039 y 14.824, por otra, los cuales, por ministerio de este proyecto, ya no serán de propiedad y beneficio de los productores de harina de pescado.
Por el artículo 6° se establece que el producto del impuesto a la compraventa, aun cuando la transferencia se haga fuera de la zona, deberá enterarse en las Tesorerías de las ciudades asiento de estas industrias.
Concedo una interrupción al Honorable señor Muga, señor Presidente.
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