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- rdf:value = " El señor ZEPEDA COLL.-
Señor Presidente, con mucha extrañeza he observado cómo la Mesa aceptó parte de las observaciones del Honorable señor Pereira.
Hace tiempo que estamos viendo cómo algunos dirigentes y parlamentarios de la Democracia Cristiana, partido de Gobierno, acentúan, cada día más, lo que ellos llaman "la apelación al pueblo." Proclaman que el pueblo está vigilante y que
a ellos no les amedrentará nada para cumplir con el programa que han ofrecido a la ciudadanía.
Todavía en este país vivimos en una democracia. Existen procedimientos legales y constitucionales a los cuales hay que ceñirse para legislar. Nosotros creemos que es altamente peligroso que se siga tolerando esta clase de afirmaciones. Nos parece que estuviésemos escuchando palabras similares a las que oyeron generaciones pasadas, en otras naciones, pronunciadas por Mussolini, Hitler o Perón.
Hemos escuchado esta tarde al Honorable señor Pereira, al referirse a los Diputados de estos bancos, palabras muy parecidas a las empleados por el Canciller de Alemania, Adolfo Hitler, en 1933, cuando criticaba a los parlamentarios socialdemócratas seguramente porque vislumbraban en sus discursos la situación que más tarde el mundo entero tuvo que lamentar.
Nosotros no deseamos, que en nuestro país un Gobierno que obtuvo más del 50% de los votos,...
Un señor DIPUTADO.-
El 4 de septiembre.
El señor ZEPEDA COLL.-
...que tiene un legítimo y un limpio título para gobernar este país, lo eche a perder, recurriendo a procedimientos contrarios al sistema democrático que el propio candidato presidencial, hoy Jefe del Estado, se comprometió solemnemente a defender por sobre todas las cosas.
Hablan varios señores Diputados a la vez.
El señor ZEPEDA COLL.-
El Honorable señor Pereira no ha aclarado cuál era el alcance de sus palabras cuando se refiere a esta tercera "pata", a este tercer pie, a esta apelación al pueblo, que está vigilante. Si el pueblo tiene que vigilar a alguien es, precisamente, al partido de Gobierno...
Hablan varios señores Diputados a la vez.
El señor ZEPEDA COLL.-
...al Presidente de la República, en quien depositó su confianza por el programa que le ofreció. No está vigilando ni amonestando a quienes han llegado al Congreso Nacional de acuerdo con la Constitución Política en vigencia. Todavía más, nuestra Carta Fundamental señala el procedimiento que debe seguirse para que pueda ser modificada. Supongo que está muy lejos del ánimo de los actuales gobernantes del partido de Gobierno, alterar ese procedimiento, porque, si se continúa por ese terreno, llegaremos a situaciones de extrema peligrosidad que serían inaceptables.
Desgraciadamente, muchas veces, cuando un Gobierno que tiene un amplio respaldo popular observa que por actuaciones desacertadas de su parte, esa popularidad se le empieza a escurrir rápidamente de los dedos de las manos, comienza a emplear procedimientos que le permitan mantenerse y perpetuarse en el Poder. Todo esto que se habla sobre consulta directa al pueblo nosotros sabemos en qué consiste porque la historia nos enseña cómo se realizan en la práctica estas consultas. Casi no hay excepciones en la historia de la humanidad en el sentido de que un Gobierno haya perdido un plebiscito, al cual haya convocado al pueblo en un momento dado; porque, como se ha manifestado aquí en varias ocasiones, el Gobierno tiene en sus manos todos los resortes y medios de información, que le permiten presionar a los ciudadanos para lograr sus propósitos.
Espero que no tengamos que lamentar en el futuro situaciones como ésta. Desde estos bancos, a los cuales, hemos llegado con un título limpio, yo quiero protestar por las palabras del Honorable señor Pereira, porque, si bien es cierto que constituimos una minoría, también ésta es depositaría de la soberanía nacional.
Si ahora la Democracia Cristiana tiene ochenta y dos Diputados no quiere decir que cuente con la mayoría de la voluntad popular. Porque obtuvieron ochenta y dos diputados gracias a la ley electoral, los democratacristianos deben ser los más celosos guardadores y defensores de la Constitución y de las leyes, ya que gracias, a ellas, pueden detentar una mayoría que es muy superior a la que proporcionalmente corresponde a los votos que obtuvieron el 7 de marzo. Los demás partidos políticos, cualesquiera que sean las diferencias que tengan, representan un alto porcentaje de la opinión nacional.
Cada Diputado liberal representa más de veinticinco mil votos; cada parlamentario conservador, más de cuarenta mil. En cambio, si se saca la cifra repartidora nacional, nos daremos perfecta cuenta de que cada Diputado democratacristiano sólo representa un poco más de doce mil votos.
Por eso, creemos que es bueno que se vayan aclarando estas posiciones. Hemos visto que hay Honorables Diputados y dirigentes del partido de Gobierno, que hablan y hacen distinciones, por ahora sutiles, pero que sin duda alguna se irán acentuando, entre democracia esencial y forma!. La democracia es una sola; y para, que pueda tener vigencia, debe estar sometida a las leyes, reglamentos y a la carta Fundamental. Esas son las reglas del juego en la democracia, las que no se pueden alterar por la voluntad caprichosa de una mayoría ocasional; porque nadie ha clavado la rueda de la fortuna en materia política, y los que hoy están en abrumadora mayoría pueden pasar a ser minoría en poco tiempo más. Nosotros queremos que Sus Señorías legislen para el futuro, que aprueben leyes que rijan el futuro de nuestra patria; y a quienes tienen la responsabilidad de gobernar, queremos decirles, desde nuestros modestos bancos de parlamentarios, que estamos mirando con cierta inquietud estos afanes de ciertas personas que, tal vez por reminiscencias, ya que muchas de ellas pertenecían a otros partidos políticos en los cuales el sistema democrático no era un asunto esencial, pretenden dictar cátedra y enseñarnos lo que es democracia y lo que es la voluntad popular. Creemos, como en todos los países democráticos del mundo se cree, que la democracia se practica por medio de la delegación de la voluntad soberana del pueblo en sus gobernantes y en sus legisladores. Y sabemos que, a pesar de todas las modificaciones que se han hecho en todos los regímenes democráticos del mundo, nunca se ha pretendido derogar este sistema de representación. Porque este sistema significa el ordenamiento en la democracia, permitir el libre ejercicio de las libertades, para que las leyes que se dicten beneficien realmente a la mayoría, e impedir que las autoridades y gobernantes, por muy elevada que sea su situación, "se mareen en las alturas". Deben darse cuenta de que, dentro del sistema democrático, tarde o temprano tendrán que someter sus actuaciones como gobernantes, al veredicto del pueblo, a aquel veredicto que se realiza dentro del marco de la ley y bajo el alero protector de nuestra Carta Fundamental.
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