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- rdf:value = " El señor PIZARRO (Presidente).-
Tiene la palabra, para fundar su voto, el Honorable señor Girardi.
El señor GIRARDI.-
Señor Presidente, voy a votar a favor, pero comparto los puntos que expuso el Senador Horvath a propósito de la postergación excesiva que se plantea.
¿Y por qué digo aquello? Porque la realidad es más fuerte.
Chile no tiene ninguna posibilidad de seguir por el camino por donde va. Nosotros somos hijos del conflicto del gas. Este nos llevó a un modelo que, como consecuencia del privilegio de las rentabilidades de corto plazo, provocó que nuestro país encallara.
En el año 2002 sabíamos que no iba a haber más gas, pero seguimos haciendo todo el proyecto de obras con base en él. Chile no tenía ninguna posibilidad de tomar decisiones en función del beneficio nacional, y las empresas hacían su trabajo, que es valorado precisamente, no por el interés de país, sino por la rentabilidad de corto plazo. Y vivimos una situación dramática, casi catastrófica, que se volverá a registrar.
Yo quiero saber qué vamos a hacer cuando, por ejemplo, el costo de la energía se acerque a los 250 dólares el megawatt y, como aquel se va a traspasar a los usuarios, haya que subir las cuentas de luz domiciliarias; o cuando el Metro no pague por el megawatt los 80 dólares de hoy sino 250 y la tarifa más que se duplique (ello, a menos que el Estado subsidie; pero las cantidades involucradas serían elevadísimas).
Pienso, entonces, que lo que estamos haciendo carece de realidad.
Si no incorporamos las energías renovables ahora, no podremos controlar los costos. Porque las energías que hoy día estamos usando, las convencionales, son las que nos tienen condenados a tales costos, que seguirán subiendo.
El precio del petróleo, el del gas, el del carbón van a ser cada vez más caros porque esos productos se están extinguiendo: está terminando el ciclo de los hidrocarburos y viene el de las energías renovables.
No podemos demorarnos en entrar al siglo XXI. No podemos postergar el hacernos cargo de fracturar los monopolios y las visiones rentistas en materia energética y dar un salto de política potente al desarrollo de un nuevo ciclo, el de las energías renovables, que, además, nos obligará a reincorporarnos a la naturaleza, a seguir los ciclos del viento, del sol, de las mareas, que nunca debimos abandonar.
Porque, claro, el petróleo trajo energía, pero aparejada a un desentendimiento de nuestros recursos naturales, lo cual nos llevó a vivir como si no fuéramos parte de la naturaleza. Ahora las energías renovables nos van a obligar a tener un compromiso justamente con nuestra naturaleza, porque ella es la que nos permitirá vivir.
Pero no solo nos vamos a reincorporar a los ciclos naturales, sino que, además, deberemos enfrentar un problema dramático que estamos viviendo: la destrucción del planeta por el calentamiento global, que va a tener implicancias económicas catastróficas, particularmente en el cobre, por ejemplo, por la huella de carbono, que implicará la existencia de barreras paraarancelarias.
Por eso yo digo que la postergación planteada carece de sentido. Nuestro país debe alcanzar el 20 por ciento en 2020: no hay alternativa. Y si no conseguimos eso, viviremos en una situación de estrés, con problemas de competitividad, de alteración de la productividad, en fin, los cuales serán lesivos desde el punto de vista de nuestra capacidad de desarrollo económico, pero particularmente dramáticos desde la perspectiva de los impactos sociales.
Paradójicamente, las energías renovables son la salvación. ¿Y cuál es la paradoja? Chile es el país más rico del planeta en energía solar (lo hemos dicho hasta la saciedad); es el país más rico del planeta en energía geotérmica; es uno de los países más ricos del planeta en energía mareomotriz. Chile tiene viento; dispone de una gran cantidad de recursos hidroeléctricos para hacer pequeñas centrales, precisamente por el declive de su territorio (poseemos una cordillera muy cerca del mar), y de un cúmulo de recursos de biomasa que ya quisieran otras naciones. Pero "nos hallamos en la Edad Media"; estamos en ceguera; somos rehenes justamente de las visiones rentistas, que se anteponen y se imponen al interés nacional y al propósito de tener una estrategia de país.
En ninguna nación hay un tema más importante que el energético.
Claro, en Chile, desde el punto de vista de los ciudadanos, existen cuestiones más relevantes e inmediatas: la salud, la educación. Pero el problema más complejo que debe resolver nuestro país es cómo lograr esta transición, la metamorfosis que implica pasar de las energías convencionales del siglo XX a las energías renovables. Y lo podemos hacer si existen voluntad y decisión.
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