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- rdf:value = " El señor ROSSI.-
Señora Presidenta, ante todo, vale la pena reconocer el esfuerzo que han hecho tanto el Gobierno, encabezado por el Ministro , como los parlamentarios que integran la Comisión de Hacienda del Senado. Porque, efectivamente, como han dicho distintos colegas, este es un tema muy complejo -de los más complejos, diría yo-, pues me imagino que hasta a los tributaristas les resulta difícil entender proyectos de este tipo, que abordan tantos ámbitos del sistema tributario.
En segundo término, deseo decir también unas palabras sobre el procedimiento utilizado.
Algunos parlamentarios han sido críticos en este punto. Yo me sumo a eso. A mi juicio, es importante que en temas como estos, que son temas país, relevantes, que despiertan interés en la opinión pública, podamos generar procesos de debate y discusión de cara a la ciudadanía. Por lo tanto, espero que esta forma de construir consensos y acuerdos no se repita en el futuro.
El Senador Allamand se ríe -por su intermedio, señora Presidenta -. ¡Se soba las manos por un acuerdo en educación¿!
El señor PROKURICA .-
¡Yo también!
El señor ROSSI.-
Porque en verdad es llamativo que hoy día se vote en la Cámara uno de los proyectos de la reforma educacional: el de la inclusión. ¡Todos los periodistas llaman y se preguntan cómo se va a votar si todavía no hay acuerdo!
El señor ALLAMAND .-
¡Hay acuerdo!
El señor PROKURICA .-
¡Está atrasado usted!
El señor ROSSI.-
¡Veo que mi colega está más informado que el Ministro Eyzaguirre!
Pero, más allá de lo que plantee mi amigo el Senador Allamand, yo siento que hay un punto que es bueno poner sobre la mesa hoy día. Se ha empezado a generar como un lugar común el hecho de que un acuerdo político es, per se, algo tremendamente positivo. O sea, de alguna manera transformamos un procedimiento, un mecanismo en un gran objetivo.
Creo que nadie en esta Sala puede pensar que construir acuerdos, dialogar, debatir, tratar de acercar posiciones sea malo. Como bien decía un ex Senador, hay que dejarse convencer cuando las ideas del otro son mejores, como también es preciso saber convencer si uno tiene cierta seguridad en su posición. De eso se trata la política. Pero los países avanzan cuando se provocan cambios, muchas veces profundos, estructurales, a través del ejercicio democrático de las mayorías.
Si no, ¿qué sentido tendría realizar elecciones parlamentarias, presidenciales, si al final del día las ideas del gobierno no serían las que se imponen?
Alguien dirá: "Son malas ideas". Yo podría replicar: son buenas ideas, pero en un país donde, lamentablemente, existen ciertos poderes llamados "fácticos" que generan opinión. Porque se creó un estado anímico.
Cuando se planteó la reforma tributaria, se hizo toda una campaña que no deseo calificar más como "del terror", pero sí quisiera graficar la situación del siguiente modo.
Si uno analiza la prensa escrita, se da cuenta de que todos los días aparecía una nueva noticia respecto de eventuales impactos que produciría la reforma tributaria en relación con la vida de las personas: iba a disminuir el empleo, porque afectaba la inversión y el crecimiento económico; iba a afectar el ahorro, por cierto; iba a afectar a las pymes y a la clase media; iba a perjudicar a la gente más humilde.
Ustedes saben que la gente más humilde no paga impuesto a la renta. Casi el 90 por ciento de los chilenos y chilenas están exentos de ese gravamen. Sin embargo, la campaña decía: "Usted se va a ver afectado", "Va a subir el pan", "Van a subir los elementos esenciales". En una entrevista llegué a decir que faltaba poco para que se dijera que la reforma tributaria iba a provocar hipertensión o diabetes.
Entonces, se generó un estado anímico y a eso se sumó la desaceleración. Incluso, leí varias entrevistas de colegas que afirmaban que la desaceleración económica posibilitó, facilitó y a lo mejor hasta promovió un cierto entendimiento. Pero ello también tiene que ver -quiero señalarlo- con la creación de un estado anímico.
¡Como el estado anímico que pretende imponer la encuesta CEP hoy día en Chile! ¡La venganza de Harald Beyer, como dicen por ahí¿! Se hace una encuesta con preguntas direccionadas que tienen la respuesta al lado. Es como cuando los niños están aprendiendo a leer: les ponen de manera muy tenue las letras de una palabra, de una frase, que ellos simplemente tienen que remarcar.
Y, claro, al día siguiente se efectúa una entrevista en un medio de comunicación, donde se afirma: "Miren, Chile cambió. Parece ser que hoy está a favor del lucro y del negocio en la educación; está a favor de que se discrimine a la gente en la educación", en fin; todo en contra de lo que la Presidenta Bachelet , este Gobierno y la Nueva Mayoría están planteando.
¿A qué voy? A que -insisto- no hay que caer en la trampa de pensar que los acuerdos siempre son buenos.
Yo destaco ciertos aspectos positivos del proyecto -de hecho, lo voy a votar a favor-, porque, efectivamente -y así lo ha dicho el Ministro de Hacienda -, va a recaudar 8 mil 300 millones de dólares, algo más de 3 por ciento del producto interno bruto. Y necesitamos esos recursos de manera urgente, y no solo para educación, por cierto.
Ahí hay otra contradicción de la Derecha. Ese sector político plantea reparos a la idea de subir los impuestos. Es más, estaba votando en contra de esta reforma tributaria. No estaba de acuerdo con que los más ricos pagaran más impuestos. Y sin embargo ahora algunos de sus parlamentarios preguntan: "¿Por qué en la reforma educacional no le ponemos a cada alumno 84 mil 300 pesos, que es el tope del copago, financiamos a 3 millones y medio de estudiantes y con eso resolvemos el problema?".
Pero esa medida cuesta 6 mil millones de dólares. ¡Y cómo vamos a gastar esa inmensa cantidad de plata solo en aquello si además tenemos que avanzar en educación parvularia, en gratuidad en la educación superior y, por si fuera poco, enfrentar una crisis tremenda en el ámbito de la salud pública, con una brecha muy grande en recursos físicos y en recursos humanos!
En consecuencia, es contradictorio no querer aumentar los impuestos y sí desarrollar políticas sociales que son intensivas en gasto, como las de salud y educación.
Este proyecto también -es importante señalarlo- va a posibilitar que el Servicio de Impuestos Internos tenga herramientas para combatir la elusión.
A mí me llama la atención que aquí se señale: "El peso de la prueba debe recaer en el SII y no en el contribuyente"; "¡Cómo es posible que haya un manto de duda sobre el pobre contribuyente!".
El "pobre contribuyente" -quiero decirlo- ha generado que en Chile haya sospecha, duda y que se desee fortalecer la función fiscalizadora de Impuestos Internos. Basta ir a un restorán el sábado por la noche y esperar a que a uno le pregunten: "¿Boleta o factura?".
Hay una cultura de la elusión y la evasión.
O cuando de repente una persona aparece con un vehículo nuevo y, frente a una consulta, contesta: "Sí, este auto me lo compró el Papá (o quien sea) a través de la empresa, con dos puertas".
¿O jamás han visto eso?
También están las inversiones de ex candidatos presidenciales en islas o paraísos tributarios.
Por lo tanto, no nos sorprendamos de que haya que aumentar la fiscalización.
En honor al tiempo, voy a ser muy breve para lo que sigue.
Respecto a las pequeñas y medianas empresas, siempre se dijo que iban a quedar tremendamente afectadas. Y la verdad es que nunca fue así.
Hoy día creo que se ha llegado a un buen acuerdo en cuanto a la renta presunta. En el siglo XXI pienso que no hay muchas razones para seguir manteniendo este mecanismo.
Me parece razonable la ampliación de los montos para poder incluir, en el beneficio del 14 ter, hasta 50 mil UF.
También se ha valorado suficientemente en esta Sala la prórroga de dos meses para pagar el IVA. Sabemos lo difícil que es para las pymes acceder a financiamiento, y eso les da más liquidez.
Así que hay buenas noticias para las pequeñas y medianas empresas.
Entonces, no era como lo planteaba la Derecha, que afirmaba que esta reforma iba a afectar a las pymes. De hecho, se sostenía que eso iba a ocurrir si se terminaba con el FUT, en circunstancias de que el 95 por ciento de las empresas no emplean esa modalidad.
O sea, la Oposición ha sido contradictoria.
Respecto a los impuestos correctivos, yo siempre he dicho -y considero muy importante entenderlo así- que los impuestos no solo son herramientas para recaudar -por cierto, ese es uno de sus objetivos-, pues también pueden transformarse, bien utilizados, en herramientas sanitarias de desarrollo de políticas públicas.
Asimismo, lamento mucho el retroceso que observo en materia de alcoholes.
Por desgracia, en esto igualmente uno escucha discursos contradictorios. Cuando hay accidentes de tránsito, muertes por alcohol, violencia, cirrosis, en fin, todo el mundo dice: "¿Y por qué no desarrollamos políticas públicas para combatir el consumo de alcohol, especialmente en menores?".
¿Saben ustedes cuál es el elemento aislado que reduce mayormente el consumo de alcohol, particularmente en menores? La variable precio.
Sin embargo, hoy lamentablemente hemos retrocedido en ese ámbito.
En el rubro tabaco se cambia el esquema tributario. Es un avance. Vamos a incentivar que las tabacaleras vendan menos tabaco a mayor precio, lo cual es bueno, porque se establece una barrera de entrada.
Tengo una seria duda con respecto a las utilidades que no se retiren -impuestos diferidos, en la práctica- y que se reinviertan. En un comienzo planteamos que esos recursos se invirtieran en la misma empresa, después en el mismo país, y resulta que ahora se podrán invertir en cualquier parte.
Más allá de que Impuestos Internos tendrá que hacer un seguimiento y fiscalizar que esos fondos se inviertan efectivamente en el extranjero, creo que ello será muy difícil y me parece que fue un profundo error dejarlo tal cual está.
Comparto las aprensiones que planteó el Senador Montes en su minuto -no voy a volver sobre ello- en relación con el tema del suelo y la vivienda.
Lamentablemente, acá hay mucha gente que cree que las personas que compran viviendas de 3 mil o 4 mil UF son de clase media. Yo no sé en qué mundo viven, pero, en un país como el nuestro, donde el ingreso promedio es de 570 o 600 lucas, no creo que alguien que adquiera una propiedad de 100 millones de pesos pertenezca a la clase media. Lo mismo con la renta de capital por la venta de un inmueble a un precio superior a las 9 mil unidades de fomento. O sea, ¡más de 180 millones de pesos de ganancia!
No sé si eso sea clase media.
Termino, señora Presidenta , expresando que, más allá de distintas consideraciones, voy a apoyar este proyecto, porque representa un avance sustantivo en todas las materias que he planteado.
He dicho.
"
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