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El señor ALLAMAND.-
Señora Presidenta , quiero comenzar mi intervención sumándome a los merecidos elogios que diversos Senadores formularon a la Comisión de Hacienda de esta Corporación y, en particular, al señor Ministro del ramo, por el logro que significa este acuerdo tributario.
En el caso concreto de los Senadores de Renovación Nacional, ciertamente queremos agradecer el trabajo efectuado por nuestro equipo técnico: los economistas Juan Andrés Fontaine y Bernardo Fontaine , y los abogados Sebastián Guerrero y Nicolás Ulloa , quienes laboraron durante mucho tiempo en la etapa de preparación de este Acuerdo y, posteriormente, en la de su materialización.
En definitiva, opino que este Acuerdo es muy positivo para el país. Y, desde la perspectiva política, genera un doble punto de inflexión: respecto del Gobierno y de la Oposición.
En cuanto al Gobierno, al final del día, ha quedado de manifiesto que el arte del buen gobierno implica la aptitud para escuchar, para acoger ideas provenientes de los adversarios y, finalmente, para ir confluyendo en términos del interés nacional.
Y, más allá de la retórica, más allá de las palabras, más allá de las imágenes, lo cierto es que -no tengo duda de que la Presidenta Bachelet tuvo un rol importante en esto- el Ejecutivo dio un paso hacia la búsqueda de un acuerdo con la Oposición, dejando atrás la intransigencia que en algún minuto mostró.
Y, desde la perspectiva de la Oposición, también existe un punto de inflexión, pues en estos meses de la actual Administración, con mayor o con menor visibilidad, han existido en la Oposición -yo diría- dos fórmulas de encarar la actual situación; o, si se quiere, dos estrategias.
Algunos -a mi juicio, en forma muy equivocada- en algún minuto insinuaron que el rol de la Oposición debía ser lo que yo denomino "apostar al desastre". Vale decir, no ocuparse con la mayor energía en corregir aquellas políticas públicas que, desde el punto de vista de su diseño inicial, eran defectuosas, para simplemente esperar que los resultados de esas malas políticas devinieran en una negativa situación del país, y eso se cosechara políticamente a futuro.
Esa actitud mental, que todavía existe en algunos, es profundamente equivocada.
La Oposición jamás debe aspirar a que su éxito sea consecuencia del fracaso del Gobierno de turno y, en consecuencia, del fracaso del país.
Por lo tanto, el que hoy día se haya establecido a firme la idea de que la Oposición debe ser siempre constructiva es también un punto de inflexión que considero muy positivo.
En resumen, más allá de lo que se quiera decir, repito que aquí existe un doble punto de inflexión política: para el Gobierno y para la Oposición.
En segundo lugar, señora Presidenta, hay que tener cuidado con que surja -particularmente en el interior de la Cámara Alta- una suerte de sensación de complacencia o de tarea cumplida.
He escuchado a diversos Senadores señalar, por ejemplo, que con esta reforma tributaria virtualmente derrotaremos la desigualdad existente en Chile.
Esa mirada está equivocada.
Si para disminuir la desigualdad simplemente hubiera que subir impuestos, todas las naciones fijarían tributos altos y ninguno registraría una desigualdad elevada.
Esto es mucho más complejo.
Las reformas tributarias son un instrumento, y un alza tributaria no provoca como consecuencia automática la disminución en la desigualdad. Esta tiene que ver con el capital humano, con una buena educación, con competencia en los distintos mercados, con emprendimiento, con posibilidades de innovación, con un conjunto de desafíos que debemos afrontar como país.
Sin ir más lejos, desde el punto de vista del crecimiento y del desarrollo, Chile se encuentra hoy en una situación muy compleja. Por ejemplo, si no hacemos algo rápido -¡ahora!- en materia energética, la suma de ciertos factores (alzas tributarias, energía extraordinariamente cara, rigideces en el mercado laboral, insuficiencias en la innovación) nos colocará en un escenario complicado en términos de crecimiento y desarrollo.
Por lo tanto, además de expresar mi satisfacción por el acuerdo alcanzado, estimo que el Senado debe estar muy atento a las nuevas responsabilidades que se nos vienen por delante.
Si alguien, por asomo, pensara que con la presente reforma tributaria hemos resuelto los problemas de desigualdad o gatillado una nueva etapa de progreso, estaría profundamente equivocado. Al revés, esto nos exige, como país, un esfuerzo sostenido por ser más productivos, más competitivos; por generar nuevos incentivos para el crecimiento y, de alguna manera, apuntalar otro nivel de desarrollo.
Finalmente, señora Presidenta -porque el mundo no es perfecto-, quiero recordar que al inicio de esta sesión solicité votación separada del artículo 6º del proyecto, referido a los llamados "impuestos verdes". La razón de ello -luego haré presente por qué no perseveraré en tal petición- estriba en que el precepto original establecía -y cito- "un impuesto anual a beneficio fiscal que gravará las emisiones al aire de material particulado (MP), óxidos de nitrógeno (NOx), dióxido de azufre (SO2) y dióxido de carbono (CO2), producidas por fuentes conformadas por calderas o turbinas, con una potencia térmica mayor o igual a 50 MWt (megavatios térmicos)".
Cuando suscribimos el Protocolo de Acuerdo, se señaló que se iba a aclarar en específico el ámbito de aplicación de tal impuesto. ¿Por qué me preocupa esto? Por una razón muy simple: porque, desde mi punto de vista y de manera completamente injustificada, los hornos, una fuente muy importante de emisiones, quedaron fuera de la tributación pertinente.
Dicho en simple, tal como está redactada la norma, se grava solo la generación termoeléctrica, lo cual no deja de ser absurdo si consideramos que el Ministro de Energía se halla promoviendo en estos días iniciativas de ley para lograr que el precio de la electricidad sea más bajo.
Con el proyecto que nos ocupa, se recarga con un gravamen la generación eléctrica y, en concreto, se excluye de la obligación tributaria -y lo digo con todas sus letras- a las fundiciones (hay siete grandes en el país, cuatro de las cuales pertenecen a Codelco) y a la industria cementera (todo el mundo sabe cuáles son estas empresas y dónde se localizan).
Le he planteado el asunto al señor Ministro de Hacienda , quien me ha dicho que se referirá al punto antes de la votación. En aras de una tramitación más expedita de la iniciativa, he coincidido con él en no perseverar respecto de la petición de votación separada.
Por cierto, me reservo el derecho a retomar este tema en una instancia posterior. ¡Ojo! No estoy proponiendo rebajar los impuestos verdes a los sectores a los que se les están fijando. Solo pido que el Senado esté atento a recibir de parte del Ministro una buena explicación acerca de por qué algunas industrias están siendo -injustificadamente desde mi perspectiva- excluidas del tributo mencionado.
Considero relevante que se aclare adecuadamente la materia, ya sea con la intervención del señor Ministro de Hacienda, ya sea en un debate posterior.
Por lo mismo, señora Presidenta , no voy a insistir en la solicitud de votación separada que he formulado. Desde ya, le pido que la dé por retirada. Pero dejo constancia expresa -y quiero que los señores Senadores sean conscientes de ello- de que la situación descrita requiere, a lo menos, una explicación.
Los abogados decimos: "Cuando existe la misma razón, debe existir la misma disposición". De este modo, cuando se fija un tributo verde a determinadas fuentes, no hay ningún motivo para excluir a otras que generan el mismo efecto contaminante. Por ello, estimo importante que esto se aclare.
Dicho lo anterior, anuncio que votaré a favor del articulado de la iniciativa.
A mi juicio, este ha sido un muy buen acuerdo tributario. Y también constituye un anticipo del curso que debiera seguir la acción política en los próximos meses y, ojalá, durante todo el período del actual Gobierno.
He dicho.
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