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El señor MOREIRA.-
Señora Presidenta , con su permiso, hay un dicho popular que reza: "Felices comiendo perdices". Porque lo único que faltaría es que al final de la aprobación de esta reforma tributaria bailaran un pie de cueca, pues están todos felices.
Y aquí no se les ha dicho la verdad a todos los chilenos:...
El señor NAVARRO .-
¡Esperamos la verdad...!
El señor MOREIRA.-
El que nos ocupa es un mal proyecto para Chile y la forma en que se concibió fue equivocada.
Esto de los consensos suena bonito. ¡Pero los consensos siempre se producen cuando le convienen a la Nueva Mayoría...!
¡Ahí hay consenso!
¡Ahí hay acuerdo!
Se trata de la Ley del Embudo: el lado ancho para la Nueva Mayoría, el angosto para la Oposición.
Discúlpenme: con todo respeto, pienso que aquí no hay que autofelicitarse ¡por nada! Porque no sé si los parlamentarios que intervinieron acá le van a responder al país en el futuro: en uno o dos años, cuando no haya crecimiento, cuando no exista el desarrollo esperado y cuando haya desempleo.
Bueno, ahí quiero verlos.
Yo no votaré a favor del presente proyecto. Solo por cariño, por respeto, por lealtad al presidente de mi Partido y al jefe de bancada me voy a abstener, como lo hice en el debate de la idea de legislar.
Pero quiero señalar, señora Presidenta , que la Oposición no tenía por qué entrar a validar estos cambios, pues los iban a hacer igual.
A todos los he escuchado decir sobre el Ministro de Hacienda : "Hemos actuado con seriedad".
Sin embargo, aquí los malos de la película son la Cámara de Diputados y, a mi entender, el Ministro de Hacienda . Porque, si le cambiaron toda la iniciativa, hasta el corazón, bueno, sería debido a que la pega no se hizo bien. De lo contrario, ello no habría sucedido.
Entonces, a su propio Gobierno ustedes le señalan que no fue bastante serio en la materia en análisis.
En verdad, el poco pedazo de corazón que iba quedando de la reforma tributaria era recaudar efectivamente 8 mil 200 millones de dólares. Y hoy día los expertos, los técnicos, sostienen que serán 8 mil 300 millones de dólares.
¡No sé de dónde los van a sacar...! Tampoco será una realidad.
Con las cifras que conocimos en las últimas semanas: me refiero al IMACEC de 0,8 por ciento y el crecimiento de poco más del 2 por ciento, sabemos que no se podrá llegar al monto mencionado. Y lo anterior significará que el enorme sacrificio que les pedimos a miles y miles de emprendedores y de familias chilenas de clase media será en vano, pues los recursos obtenidos no alcanzarán a los prometidos.
Vamos a ver si responden el Senado y el Gobierno frente a esa disyuntiva. Porque, lamentablemente, aquí no se trata de la campaña del terror, sino de la realidad que afectará al país.
El Presidente Piñera, aunque a algunos no les gusta hacer presentes algunas de sus afirmaciones, tiene autoridad para decirlas. En su Gobierno, las cifras fueron azules. Él sostuvo que la mejor reforma tributaria que puede existir para conseguir el nivel de recaudación que se persigue es seguir creciendo a cifras de 5 a 6 por ciento.
La Nueva Mayoría no entendió eso. Y ahora puede obtener cualquier reforma tributaria, pero con ninguna de ellas alcanzará los ingresos que les prometió a los chilenos. Nadie sabe en qué se va a gastar el dinero. Aquí se ha insinuado que la generalidad de la gente desea que se invierta en educación, por cierto, pero también en salud.
¡No obstante, aquí hay algo oscuro! Para mí hay oscuridad cuando no se quiere transparentar en qué se van a usar los recursos de esta reforma tributaria.
La incapacidad del Gobierno, su falta de prolijidad, demuestran que no tiene un plan maestro para enfrentar la desaceleración de la economía con alguna agenda procrecimiento. Y eso lo afirman los técnicos, a quienes han alabado aquí.
Créanme que me siento sorprendido cuando veo a distinguidos dirigentes, a parlamentarios, quienes participaron en las negociaciones con el Gobierno -con todo respeto-, ¡enamorados de este proyecto de ley¿! A mi juicio, han perdido toda objetividad acerca de la conveniencia de esta reforma para Chile.
Voy a cumplir lo que dije: me voy a abstener. Puede que sea el único que lo haga. No sé si todos van a responder por los niveles de cesantía -esa es la palabra-: aquí se pueden prometer muchas cosas, de todo, pero ¿quién se hará cargo de los resultados? Absolutamente nadie.
En definitiva, esta reforma, con la firma del Protocolo, con la aprobación de las indicaciones que se pueden haber presentado, créanme que seguirá siendo una pésima reforma, ¡y con mayúsculas! Ya que no garantiza ni el empleo, ni el crecimiento, ni el desarrollo. Y alguien debe hacerse cargo de los efectos futuros de esta iniciativa, que es mala para el país.
Y al no saber en qué se van a gastar los recursos, van a terminar malgastándose.
Por el poco tiempo de que dispongo, quiero decir lo siguiente con respecto a la renta presunta:
Las indicaciones a la reforma introducidas a raíz del Protocolo de Acuerdo corrigen, sí, en buena parte el proyecto de ley original en cuanto a la opción de los microempresarios.
Actualmente, pueden optar a este beneficio quienes tienen ventas anuales de hasta 8 mil UTM, que equivale a más de 14 mil UF.
Como sabemos, la iniciativa original fue, claramente, corregida. Sin embargo, no entiendo la intención de querer perjudicar a medianos agricultores que dan empleo a miles de familias en Chile y que deben lidiar con una actividad cada día más competitiva, que depende de muchos factores y variables externas, a modo de ejemplo, el clima y la variación del tipo de cambio.
Soy testigo de lo difícil que resulta obtener una buena rentabilidad para quienes se dedican a explotar sus predios agrícolas en el rubro de la ganadería en la provincia de Osorno, Región de los Lagos.
En lo referido a las bebidas azucaradas, ¡qué arbitrariedad en el establecimiento de este impuesto! Y para qué decir que la gente deberá pagar un poco más. Esto puede ser insignificante para quienes podemos hacerlo. Pero ¡qué raro que solamente con este tipo de bebidas se disponga esto...!
Por su parte, creo que las pymes son las menos afectadas. Se entendió mal, en un principio, a qué acuerdo se había llegado.
Señora Presidenta, en sus aspectos centrales, el Senador Lagos hablaba de aumentar la carga tributaria en tres puntos del PIB, y de que esto permitiría contar con un financiamiento permanente para los nuevos gastos, etcétera.
Sin embargo, no habrá mayor recaudación, porque no existirá crecimiento.
Respecto a crear nuevos incentivos a la inversión y el ahorro, se elimina un sistema de ahorro -el FUT-, y se crea otro más engorroso.
Y cuando se habla de disminuir la evasión y la elusión impositiva para que los contribuyentes efectivamente paguen lo que les corresponde, me parece muy bien que se aumenten los fiscalizadores, que hagan la pega y que realicen su labor donde corresponde. Pero cuando vayan a fiscalizar a los grandes empresarios, estos tendrán los mejores abogados, ¿y qué pasará con los pequeños comerciantes? ¿De dónde sacarán recursos para defenderse? Porque también el Servicio de Impuestos Internos comete arbitrariedades.
Tengo una convicción responsable. Acudí también a otros técnicos y a la mirada de la ciudadanía, que percibe temor con respecto al futuro.
Prefiero ser minoría, como siempre lo he sido, y estar solo y salir siempre adelante. Pero no me equivoco en cuanto a lo que efectúo en forma responsable.
Hoy, luego de aprobarse esta reforma, esperemos saber qué pasará en la Cámara Baja, pues aquí los más vilipendiados son los pobres Diputados. Y no es que hayan actuado como buzón, sino que recibieron órdenes de Partido (le reconozco a la Nueva Mayoría el ser monolítica en sus instrucciones). No obstante, los Diputados cambiaron de opinión y seguirán haciéndolo. Y veremos si existe el liderazgo necesario para enfrentar tal situación.
Señora Presidenta, termino diciendo que me abstengo, porque esta reforma es mala para Chile, y, lamentablemente, sus resultados los constataremos en el próximo período, cuando volvamos al Gobierno.
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