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El señor PIZARRO.-
Señora Presidenta , en primer lugar, quiero ratificar que el debate que hemos realizado respecto de este proyecto de reforma tributaria es producto de un proceso de discusión a nivel de país.
Es bueno recordarlo, porque a veces los candidatos, cuando están en campaña, prometen muchas cosas, que después olvidan al llegar al Gobierno. Y en ocasiones, independiente de si estamos en el Gobierno o en la Oposición, nos vamos acostumbrando a que esos compromisos queden en el tintero de los recuerdos.
A mi juicio, lo que ha pasado con esta propuesta de reforma tributaria en distintos sectores del país, sobre todo en el ámbito político, es que se ha generado una sensación casi de asombro por la presentación de una iniciativa de esta envergadura. Ha llamado la atención que se cumpla con las promesas que se hicieron.
Cuando se planteó la reforma a inicios del período de la Presidenta Bachelet , algunos se aterrorizaron y promovieron una campaña del terror respecto del contenido de este proyecto. A otros les causó temor, como aquí se ha expresado.
Por lo mismo, me alegro mucho de que varios de los que partieron con esa campaña del terror no hayan tenido temor de buscar un acuerdo en materia tributaria que sea bueno para Chile, para nuestra gente.
En todo caso, he escuchado algunas intervenciones de colegas que, al parecer, todavía siguen con la campaña del terror. No voy a entrar en ese ámbito, porque sería para largo. Pero da la impresión de que se quedaron pegados con el primer discurso aparecido en ciertos medios de comunicación o con las opiniones de algunos grupos de interés.
El acuerdo que se generó en el Senado fue producto del debate habido en la Cámara de Diputados. Prácticamente todos los temas ahí discutidos quedaron incluidos en el Protocolo de Acuerdo.
Hago presente lo anterior porque muchas veces se dice, con mucha facilidad, que la Cámara Baja no cumplió su papel o que se obligó a los Diputados a aprobar determinado proyecto sin debate ni consulta.
Casi todas las materias analizadas en la Comisión y, sobre todo, en la Sala que se plantearon al Gobierno se encuentran recogidas en el texto del Acuerdo.
A mi juicio, las indicaciones que se han formulado, fruto del trabajo realizado por la Comisión de Hacienda durante este mes, desde que se firmó el Protocolo de Acuerdo, se hacen cargo de esas materias o de las áreas temáticas contenidas en ellas.
Lo más importante, a mi juicio, es que se mantiene intacto el objetivo planteado por el Gobierno cuando presentó este proyecto: aumentar la carga tributaria en tres puntos del producto interno bruto.
Eso es de la esencia de esta iniciativa. ¿Por qué? Porque se requiere generar ingresos permanentes para gastos permanentes.
El compromiso político en el Programa de Gobierno de la Presidenta Bachelet se halla ligado a la reforma en educación, sector que necesita un cambio estructural profundo para avanzar en materia de igualdad en nuestro país.
Los 8 mil 200 millones de dólares que se espera recaudar están destinados, además, a mejorar la salud pública. Porque el 82 por ciento de los chilenos se atienden en el sistema público y merecen una salud de calidad, la que hoy no existe.
También dichos recursos se orientan a perfeccionar todo lo posible el sistema de previsión social vigente, especialmente en relación con las pensiones mínimas garantizadas, que sabemos que constituirán nuestro mayor problema como consecuencia de los bajos ingresos que perciben hoy quienes deberán jubilarse.
Entonces, el objetivo primario de toda reforma tributaria, que es recaudar recursos para invertirlos en mejorar la calidad de vida de la sociedad, se cumple plenamente.
Otro aspecto que se mencionó y que estaba en el debate público decía relación con el logro de la mayor equidad tributaria posible al objeto de procurar una mejor distribución del ingreso.
Mis colegas ya hablaron bastante sobre ello.
Con el Protocolo de Acuerdo se busca, además, generar incentivos a la inversión y el ahorro.
Eso es más que evidente. Un país que quiere seguir creciendo y desarrollarse con equilibrios necesita incentivar la inversión y el ahorro.
Otro punto que se cumple totalmente, a pesar de algunas aprensiones que pueda haber, es la disminución de la evasión y la elusión de impuestos, para que los contribuyentes paguemos lo que nos corresponde de acuerdo a la normativa tributaria.
Por lo tanto, señora Presidenta , me parece fundamental plantear por qué el proyecto de reforma tributaria está en discusión en el Congreso y por qué es tan importante aprobarlo en los tiempos correspondientes.
Sin entrar tanto al detalle, quiero efectuar solo una reflexión.
Aquí algunos colegas, en esta campaña del terror o del temor, han argumentado que como consecuencia de la presentación de esta iniciativa de reforma tributaria se ha generado la desaceleración de nuestra economía.
Pero nadie dice que se trata de un proceso, que la economía chilena viene desacelerándose desde hace más de un año.
No se recuerda que el año pasado, cuando le hacíamos ver al señor Ministro de Hacienda que nuestra economía estaba mucho más mal que lo que él sostenía, que el crecimiento era mucho menor que el señalado por él, nos trataba de convencer de otra cosa.
Cuando discutimos el proyecto de Ley de Presupuestos hablamos sobre estas materias.
Algunos dijeron: ¡Ah! ¡No! Es que están en campaña. Entonces, tratan de hacer aparecer mal en la foto al Presidente y al Ministro de Hacienda ".
La realidad de los hechos ha sido mucho más fuerte y bastante más concreta que lo que algunos quisieran.
Por eso, partiendo de la base de que la reforma tributaria es absolutamente necesaria para nuestro país, porque se requieren ingresos permanentes para financiar las profundas reformas sociales que permitirán mejorar la calidad de vida de nuestra gente y avanzar en materia de igualdad, debemos tener presente también que estamos en el contexto de una economía desacelerada y que, por tanto, las cifras que exhibimos en estos momentos no son de las mejores.
Sería absurdo pretender decir que ello es aceptable, cuando durante este primer semestre crecimos en promedio 2,2 por ciento. No lo es, por cierto.
Sin duda, Chile puede y debe crecer más. Pero el mayor crecimiento ha de lograrse con sentido de inclusión social. Además, tiene que cumplirse el objetivo de más solidaridad al interior de nuestra sociedad.
Los factores más negativos para la inversión y el ahorro surgen cuando se generan situaciones de convulsión social, de inestabilidad política o de incertidumbre. Y nuestro país podría llegar a eso si se extremara la desigualdad que todavía tenemos.
Entonces, corresponde que todos aportemos en la implementación de la Agenda pro Crecimiento. No cabe duda de que dentro de ella debe hallarse la aprobación de esta reforma tributaria. Y esto, por una razón muy práctica: si la aprobamos ahora, el próximo año tendremos 2 mil 200 millones de dólares que permitirán activar nuestra economía a través de inversión pública.
Ya tuvimos esa experiencia hace cuatro o cinco años con motivo de la gravísima crisis del sistema financiero mundial, que afectó a todas las economías: implementamos una política para activar la nuestra mediante inversión pública, y ello nos permitió salvar una situación extraordinariamente compleja.
Me parece que potenciar la inversión pública -tal como lo han señalado otros colegas- en hospitales, en consultorios, en jardines infantiles, en escuelas, en infraestructura que permita mejorar la calidad de vida de nuestra gente es una inversión que nos posibilita paliar los malos momentos que vive nuestra economía, pero también sembrar a futuro para lograr parte de la igualdad que tanto requiere nuestro país.
Voy a aprobar completamente esta reforma tributaria, señora Presidenta.
Creo que lo alcanzado es bueno para Chile.
El esfuerzo hecho por el Senado merece ser visto en sentido positivo. Y debemos reconocer que cuando hay diálogo, cuando tenemos argumentos y cuando obramos con altura de miras pueden generarse buenos acuerdos para nuestro país.
He dicho.
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