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La señora MUÑOZ.-
Señora Presidenta , a diferencia de lo que manifestaron los colegas de la Derecha que me antecedieron en el uso de la palabra, yo estoy convencida, al igual que el Gobierno, y por supuesto que nuestra Presidenta de la República , de que esta es una gran noticia para las grandes mayorías de nuestro país, para el pueblo de Chile.
Ello, no solo porque se recaudará más impuesto -tal como se comprometió en el propósito central de este proyecto de reforma tributaria-, sino además porque hay un aumento de las contribuciones tributarias de los sectores de mayores ingresos.
También -y quiero poner énfasis en ello-, porque se legisla sobre el FUT, aunque no en la magnitud que inicialmente se proponía. Empero, se avanza en su eliminación y en el cierre de varios de los forados a través de los cuales permite diferir eternamente los impuestos.
Se trata de un pozo de plata que no tributa a nivel de las personas. Y durante la tramitación de esta reforma empezó a quedar al descubierto que todo el FUT equivale al PIB completo de un año y que cerca de la mitad de él se halla invertida en papeles. No es inversión productiva, sino financiera.
Muchos grandes empresarios han abusado por décadas de ese mecanismo.
La campaña del terror a que hacía alusión el Senador Pizarro, que la Derecha y las grandes empresas han instalado en todos los medios de comunicación -por cierto, los controlan en su gran mayoría-, anuncia una catástrofe en la inversión y en el desarrollo económico como consecuencia de esta reforma tributaria.
Pero nunca dijeron algo -guardaron silencio total- frente al uso abusivo que las grandes empresas han hecho de la evasión y la elusión.
Al parecer, tienen el concepto de que el crecimiento es un saco roto: entra por un lado y sale por el otro.
Señora Presidenta , en verdad, creo que la iniciativa que nos ocupa constituye un avance.
Desgraciadamente, dada la complejidad técnica del debate -inclusive, para muchos de nosotros ha sido difícil seguirlo-, los medios de comunicación se apropiaron del discurso del terror y confundieron a la ciudadanía.
Sin embargo, creo que ha ido quedando claro, al término de la tramitación de este proyecto de reforma tributaria, que se trata de un gran beneficio para nuestro país en la idea de eliminar desigualdades y alejarnos del bochornoso lugar que ocupamos en todas las grandes encuestas internacionales en materia de inequidad social, de concentración de las riquezas.
Dicho eso, señora Presidenta , me referiré a algunos puntos que tienen incidencia en Coquimbo y que quiero hacer presentes para el debate, pues concitan mi preocupación y la de la gran mayoría de la Región que represento en el Senado.
El primero es el decreto ley 600, que, como todos sabemos, es un resabio de la dictadura. Su objetivo fue atraer inversión extranjera en momentos en que nuestro país estaba muy cuestionado.
Hoy, tras veinticuatro años de democracia, aún no podemos eliminar ese cuerpo legal.
Me pareció sumamente atractivo para todas las regiones mineras que se pudiese suprimir en esta reforma. Sin embargo, su derogación quedó diferida y sujeta a un acuerdo que se concretará a propósito de una nueva institucionalidad y que va a depender de lo que evacúe una comisión asesora transversal encabezada por el Ministro de Economía , la que, tras un trabajo de 120 días, recomendará la nueva normativa sobre inversión extranjera que debería aprobarse.
De verdad, espero que el decreto ley 600 sea derogado de una vez por todas, porque contiene un mecanismo cuya existencia hoy carece de sentido.
También fue difícil -y lo conversábamos con los colegas de la bancada regionalista- incorporar en el debate de esta reforma el royalty minero, que es muy importante: se trata de un impuesto específico a la minería, pero actualmente es muy débil para nuestras regiones.
En cuanto a la industria vitivinícola y pisquera, se hizo un planteamiento con relación a lo que sucede en la Cuarta Región, fundamentalmente en el caso del pisco. Y el Senador Pizarro lideró un debate en torno a las cargas tributarias que se le estaban imponiendo a dicho sector, que es de gran relevancia para Coquimbo. En efecto, genera mucho empleo, sobre todo en una Región que vive azotada por una sequía que supera los diez años.
Reconozco que se logró corregir las primeras propuestas al eliminarse la tributación por volumen y aumentarse las tasas en las categorías existentes.
Expreso, sin embargo, mi preocupación en tanto se perdió el incremento de la tributación especial a los alcoholes de mayor rango, medida que habría permitido mejorar la competencia con licores extranjeros.
Ese es un tema de preocupación para los futuros debates.
De otra parte, voy a dejar plasmado un planteamiento sobre el problema -me parece que en el debate se corrigió- vinculado con los pequeños campesinos y las cooperativas.
En tal sentido, el proyecto apunta acertadamente a terminar con muchas franquicias y situaciones inaceptables, y también, a combatir fuertemente la elusión y la evasión.
Empero, no quisiéramos -particularmente, lo veo como una dificultad- que se fuera más lejos y ello se convirtiera en una persecución contra pequeños agricultores y cooperados que utilizan el régimen de renta presunta como instrumento legítimo, dadas sus características.
Según ya señalé, en nuestra Región hay muchos pequeños productores cuya situación debe respetarse. Por tanto, esperamos que no sufra modificaciones con esta iniciativa.
He dicho.
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