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- rdf:value = " El señor MONTES.-
Señora Presidenta , la verdad es que a mí también me sorprende el tiempo que a veces gastamos en aspectos procesales. Aquí hay un Reglamento, el cual dispone que primero se vota la aprobación en general y después se ve la iniciativa en Comisión. Hemos gastado harto tiempo y no hemos entrado al contenido.
Quiero sumarme al saludo a los grandes músicos chilenos en las tribunas.
--(Aplausos en tribunas).
Tenemos creadores, lo que es un gran aporte a la vida nacional. Y son educadores de la cultura y del arte por todo nuestro territorio. El Senador que habla está de acuerdo, en primer lugar, con la obligación de difundir un 20 por ciento de música chilena.
--(Aplausos en tribunas).
Estoy convencido de que en el mundo actual es necesario preservar y promover manifestaciones y disciplinas que dicen relación con nuestra idiosincrasia y cultura, y con el desarrollo de nuestros artistas.
La globalización generó un mundo distinto, con algunas cosas positivas y muchas negativas. Chile ingresó a ella subordinando la vida a los beneficios que implicaba el crecimiento económico. Y nos dedicamos a abrir mercados, a generar tratados comerciales.
Toda la primacía de lo económico minimizó y subestimó los riesgos y dificultades que ello importaba, particularmente en el plano cultural. El informe del PNUD de hace un par de años expresa que Chile presenta un subdesarrollo. Hay un desfase entre el desarrollo cultural y el desarrollo económico. Lo que hemos crecido en la economía no guarda relación con el progreso de nuestras expresiones culturales y nuestra riqueza en ese ámbito.
Ahí se hizo referencia siempre, como Touraine, a los peligros de una uniformidad cultural y a la desaparición o mezcla de tradiciones, lo que fue poco estudiado y reconocido.
Señora Presidenta , cada Senador contó ayer con diez minutos. Deseo saber de cuánto tiempo dispongo.
La señora ALLENDE ( Presidenta ).-
Su Señoría tiene otro tanto.
El señor MONTES.-
La cultura, en todas sus facetas y ámbitos, presenta hoy algunos elementos muy preocupantes:
-Tendencia a la uniformidad en la televisión, con formatos que se ponen de moda en forma universal.
-Tendencia a la uniformidad en el aspecto literario, con concentración de la oferta, lo que deja sin espacio a pequeñas producciones y material técnico y de ciencias sociales.
-Tendencia a menospreciar el valor de ciertas prácticas y bienes ancestrales, como ocurre con la profunda discusión sobre las semillas.
-Tendencia a arrinconar la música local, con una disputa, muy desigual, entre la producción de artistas nacionales y la de referentes internacionales promovidos por cadenas disqueras, televisivas y radiales globalizadas.
Creo que ello debemos tratar de corregirlo o al menos de amortiguarlo con algunas medidas.
Fomentar la producción de músicos nacionales de todos los géneros y de la música de raíz folklórica es un imperativo en un país que busca equilibrar la inserción en el mundo con la preservación de su identidad cultural y el resguardo y la promoción de sus creadores. --(Aplausos en tribunas).
También estoy convencido del derecho del Estado a imponer exigencias a quienes operan con bienes públicos.
En nuestro país se viene dando desde hace algunos años una revalorización del rol de lo público en la sociedad.
Desde el fin de la dictadura, la sociedad ha percibido gradualmente que el modelo neoliberal, si bien posibilitó el acceso a bienes y servicios, generó también enormes desigualdades y desequilibrios.
Y, del mismo modo, se ha advertido que ciertos ámbitos deben quedar en manos del Estado o al menos ser objeto de una regulación significativa y exigirse a sus operadores algunos principios o pautas de acción en beneficio de la comunidad nacional.
La entrega de bienes públicos a los privados puede y debe implicar el establecimiento para estos de obligaciones razonables que compatibilicen el interés común con los del concesionario.
Así lo planteamos en el caso de la televisión digital al promover exigencias en materia de derechos de los trabajadores, de prohibición de cobro o de resguardo de canales pequeños y regionales.
El 20 por ciento requerido es una cifra razonable, compatible con la programación de cada emisora, más aún cuando se establece una amplitud en los géneros posibles de difundir.
Estoy convencido asimismo de que las políticas públicas deben complementar, como lo expuso el Honorable señor Guillier, el apoyo al arte y la cultura.
La verdad es que los programas existentes, como el patrocinio del Consejo de la Cultura a ciertas difusiones radiales, han sido bastante insuficientes.
La aprobación de la política del 20 por ciento no debe implicar el abandono de otras formas de promoción del desarrollo del arte y de la cultura, como los diversos fondos para algunas manifestaciones, que permitan que en un horizonte moderado de tiempo la música chilena disponga de auditores suficientes.
Ello no es contradictorio con un piso en las radios. De hecho, hoy día quien produce un libro tiene la obligación de entregar una cuota de cada edición a la Biblioteca Nacional, por ejemplo. Y así, hay un conjunto de otros elementos que dan cuenta de esta facultad, de la posibilidad que tiene el Estado y de la necesidad de una política complementaria.
Yo llamo a no caricaturizar el debate. La discusión que se da en el marco de este proyecto es seria y de gran profundidad cultural, en torno a lo que pretendemos como nación.
Como también se dijo durante la discusión sobre la televisión digital, los medios de comunicación tienen una enorme responsabilidad en la formación del ser nacional y en la promoción de diversas manifestaciones culturales.
En este debate se ha sostenido que se busca imponer la música chilena y, más aún, se ha pretendido afirmar que solo ciertos países, muy determinados, presentan normas de este tipo, cuando estudios serios, como el realizado por el propio Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, reconocen que el universo de naciones que utilizan mecanismos de esta índole es bastante más amplio y plural. Puedo mencionar los casos de España, Francia, Australia y Canadá .
Señora Presidenta, votaré a favor de que se emita un 20 por ciento de música chilena en las radios.
--(Aplausos en tribunas).
Además, quiero reconocer que la sociedad y el Estado chilenos tienen grandes deudas históricas con los artistas nacionales. El tema previsional es un problema realmente serio, así como las condiciones en que viven su vejez. Lo mismo ocurre con el tema de la salud, que muchos de ellos sufren profundamente.
Creo que aquí hay una serie de medidas discriminatorias a favor de los artistas extranjeros. En algún momento deberemos realizar un debate más global en el Senado acerca de cómo la sociedad chilena incorpora, le da un espacio y valora el tremendo aporte que hacen a la construcción del país los artistas y especialmente los músicos.
Muchas gracias.
--(Aplausos en tribunas).
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