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- rdf:value = " El señor WALKER (don Ignacio).-
Señora Presidenta , encuentro lamentable lo que ha ocurrido. Es cierto que es algo reglamentario, y en tal sentido legítimo, pero seamos claros: esta fue una medida dilatoria para evitar un pronunciamiento de la Sala en el día de hoy.
Fíjese, señora Presidenta , que este proyecto inició su trámite parlamentario el 20 de noviembre de 2007. Hace casi siete años.
--(Manifestaciones en tribunas).
Se aprobó en la Cámara de Diputados en agosto de 2010 -hace casi cuatro años-, por 55 votos a favor, 27 en contra y 22 abstenciones. Y nuestra Comisión, de la cual soy miembro, ya hizo la discusión. En ella -tengo que decirlo-, solo el Senador Alejandro Navarro y yo lo votamos a favor. Perdimos 3 a 2. Pero esperamos ganar en la Sala.
Pues bien, cuando el proyecto llega a este Hemiciclo, donde se inició la discusión ayer para continuarla esta tarde y después votar, tiene lugar esta medida dilatoria: pedir que el proyecto vuelva a la Comisión. ¡Para qué! ¡Si ya se hizo la discusión ahí y la Comisión emitió un informe!
Pero en fin.
Es importante debatir este tema de cara a la gente, de cara a la opinión pública. Y, en ese sentido, quiero argumentar por qué voy a votar a favor del proyecto.
--(Aplausos en tribunas).
Este no es un debate de los músicos contra las radios, o de las radios contra los músicos. Ese no es el punto.
Este no es un debate de la SCD contra la ARCHI, o de la ARCHI contra la SCD. Eso estaría mal planteado, y no es lo que estamos discutiendo.
Este es un debate de naturaleza bastante distinta, y muy de fondo: cuál es la valoración que la sociedad chilena y el Parlamento, que constituye la representación política de la ciudadanía, dan a ese intangible tan importante en la vida de cualquier pueblo como son la cultura y las artes en sus distintas manifestaciones.
Ese es el tema que estamos discutiendo.
Impera en nuestros días -reconozcámoslo- un economicismo estrecho que permea nuestra cultura y que lo reduce todo a clave de mercado. ¡Y claro que hay un espacio para el mercado! Por ejemplo, existe una industria cultural.
Sin embargo, en mi opinión hay ciertas cuestiones que atañen al espíritu humano y que requieren una política pública, una acción legislativa, un rol del Estado, que sepa relevar y potenciar aquellas áreas que inciden en nuestra identidad, es decir, todo eso que nos constituye como nación y como cultura. ¡Eso es lo que estamos debatiendo!
Y una de las dimensiones de esa identidad, de esa cultura, de lo que nos constituye como nación, es la música chilena, como uno de los aspectos que conforman ese intangible.
Eso es lo que está en juego en este proyecto, que es una modesta contribución -¡muy modesta contribución, casi simbólica!-, pero necesaria para el fomento de la música chilena.
Asimismo, hay aquí una dimensión constitucional que ha pasado bastante inadvertida. La libertad de crear se encuentra contemplada en una disposición constitucional surgida en democracia: el encabezamiento del artículo 19, número 25º, de la Carta Fundamental. Dicha norma puso término a la censura previa.
¿Por qué el Congreso Nacional aprobó unánimemente esa disposición con rango constitucional? Porque el pueblo chileno no quiere que se silencie la fuerza de la creación artística; porque el pueblo chileno repudia la censura y no quiere volver a sufrir la mordaza que significa el silencio de una canción, de una obra de teatro, de una película o de un libro.
Me dirán: "¿Y qué tiene que ver eso con el proyecto que hoy día conocemos?".
¡Mucho, pues! Porque se silencia cuando se prohíbe, pero también se silencia cuando se obliga a callar por el mandato del mercado, de la pauta publicitaria o del capricho de un programador o un empresario.
¡Ahí también se silencia!
--(Aplausos en tribunas).
Además, hay otro aspecto muy importante.
Las emisiones de radio y televisión se propagan en un espectro radioeléctrico que es propiedad de todos los chilenos. Los organismos de radiodifusión no son dueños de ese espacio radioeléctrico; son concesionarios, a los cuales el país les entrega una concesión temporal para que lleven a cabo su trascendente y muy valiosa labor de comunicar contenidos musicales y brindar información de toda índole.
¿Y qué supone una concesión? Supone una reciprocidad.
¿Qué supone una concesión? Supone una contraprestación. Es decir, ese medio concesionario de radio o televisión, al que la sociedad le ha confiado gratuitamente ese derecho, tiene un deber de reciprocidad y está obligado a dar una contraprestación a la sociedad.
De lo que hablamos al debatir este proyecto de ley es del derecho a romper el silencio que puede afectar a nuestra creación musical, en beneficio de todos; evitar que se silencie la creación. ¡Eso es lo que está en juego! ¡Eso es lo que requiere una regulación!
Cuando las municipalidades quitan una ligera franja del pavimento para reservarlo a los ciudadanos que se movilizan en bicicleta, ¿afectan la libertad de los vehículos 4x4, que quieren toda la calzada para ellos? ¡Probablemente! Sin embargo, en justicia debemos propiciar que nuestros ciudadanos también puedan encontrar un espacio disponible para transitar en bicicleta.
Cuando exigimos que los proyectos urbanos reserven plazas y espacios de recreación, ¿estamos limitando la libertad de los constructores? ¡Sí! Por una exigencia de bien común.
Si otorgamos una concesión a los radiodifusores, ¿por qué no es posible establecer ciertas condiciones o contraprestaciones para que ejerzan su derecho dando un modesto -¡modestísimo!- espacio a la creación nacional?
¡Concesión y reciprocidad! ¡Concesión y contraprestación!
¡Esa es la ecuación!
¡La libertad de crear es una quimera si se censura!
¡La libertad de crear se mutila si se silencia a los músicos, a los creadores y a los artistas!
--(Aplausos en tribunas).
Señora Presidenta , ¿qué dice la ley que creó el Consejo Nacional de Televisión, a propósito del espacio radioeléctrico?
"Artículo 13°.- El Consejo podrá: c) fijar, de manera general, un porcentaje de hasta un 40%" -¡no 20!- "de producción chilena de los programas que transmitan los canales de servicios de radiodifusión televisiva de libre recepción. Dentro de este porcentaje podrá incluir la exhibición de películas nacionales".
Entonces, la televisión es concesionaria. ¿Y qué le exige la ley? ¡40 por ciento de producción nacional, lo cual ha permitido el desarrollo de las áreas dramáticas de los canales de televisión!
Y en el proyecto que nos ocupa no pedimos 40 por ciento; pedimos 20 por ciento. ¡Casi una migaja! ¡Una modesta reciprocidad!
¿Estamos inventando la rueda? ¡No! ¿Qué países utilizan ya este sistema de cuotas y de porcentajes dentro de sus espacios? Argentina, Australia, Bélgica , Brasil , Canadá , Ecuador , Francia, Perú , Sudáfrica , Uruguay , Venezuela.
¡Y queremos que el próximo sea Chile!
--(Aplausos en tribunas).
Por eso, la ley en proyecto propone agregar, en el artículo 15 de la ley N° 19.928, sobre Fomento de la Música Chilena, un inciso que dispone que "las radioemisoras, en su programación fonográfica diaria, deberán emitir al menos una quinta parte (20%) de música nacional".
En consecuencia, señora Presidenta, yo espero que, en aras de nuestra identidad, de nuestra cultura, votemos a favor de esta iniciativa, que fomenta la música chilena.
He dicho.
--(Aplausos en tribunas).
"
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