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El señor ULLOA (Presidente accidental).- Tiene la palabra la diputada señor Marisol Turres.
La señora TURRES (doña Marisol).- Señor Presidente , aprovecho de felicitar a la ministra del Sernam , Carolina Schmidt , en esta semana en que se celebra el Día Internacional de la Mujer.
El proyecto en debate es muy importante para las mujeres de nuestro país. Con todo, discrepo con algunas de las palabras del diputado Rincón . Es cierto que la sociedad conyugal es un sistema que beneficia más a la mujer, pero aún así es injusto. De ahí la importancia de esta iniciativa, toda vez que, al rayar la cancha, hace más igualitaria la protección de la ley en el ámbito del ejercicio de los derechos.
Quiero destacar algunos aspectos del proyecto, sobre todo aquellas normas que en la Comisión de Constitución modificamos del texto que salió de la Comisión de Familia.
En primer lugar, cómo no va a ser importante corregir la figura del adulterio, es decir, la infracción al deber de fidelidad. En la actualidad, el adulterio se circunscribe más a las mujeres que a los hombres. Para este último el deber de fidelidad es algo relativo. A mi juicio, el deber de fidelidad es pilar fundamental para el crecimiento de la familia y el desarrollo de los hijos. Por lo tanto, me parece de justicia la modificación que se propone.
Respecto del patrimonio reservado, hasta ahora lo tiene aquella mujer que trabaja separada de su marido. Pero, ¿qué pasa cuando hay negocios familiares? No me parece justo que en este tipo de negocios, en el que ponen todo su empeño ambos cónyuges, la mujer no pueda también gozar de patrimonio reservado.
Otra modificación interesante apunta al control de la administración. Hace un siglo, los bienes inmuebles eran lo más valioso. Es así, que se necesita la firma de la mujer, su autorización, para que el hombre pueda disponer de estos. En la actualidad, lo más valioso del patrimonio familiar no son, necesariamente, los bienes inmuebles. Vivo en una zona de pescadores artesanales y puedo dar fe de que en muchas oportunidades las embarcaciones son más valiosas que la casa que habita la familia. De estos bienes, el hombre puede disponer a su antojo. Puede, por ejemplo, generar malos negocios, y, por lo tanto, poner en riesgo los bienes que dan sustento a la familia. Por consiguiente, me parece razonable y de toda justicia que para disponer de naves, aeronaves, acciones y, en general, de todo aquello que es valioso y registrable, se requiera del consentimiento de ambos cónyuges, porque, sin duda, enajenar bienes de tal naturaleza puede significar el deterioro del patrimonio familiar.
También, parecía bastante injusto que los bienes que obtenía alguno de los cónyuges a título gratuito ingresaran al haber social, pero sin que la mujer pudiera disponer de ellos. En la Comisión de Constitución corregimos la norma, de manera que la mujer o el hombre que adquiera cualquier bien a título gratuito pueda disponer de él, tal como van a disponer ahora las mujeres de los bienes de que eran dueñas antes de contraer matrimonio.
Por otra parte, efectuamos una serie de ajustes de carácter formal, como modificar algunos títulos y cambiar ciertas normas, de forma de armonizar la estructura del Código Civil.
Cabe destacar la preocupación del Gobierno y de la ministra del Sernam . Tomaron en serio el tema de la mujer y lo tradujeron en acciones y no en meras palabras. En su momento se modificó el posnatal; ahora, le tocó el turno a la sociedad conyugal. En definitiva, estamos avanzando en temas que, por muchos años, significaron discriminación contra la mujer.
En ningún caso quiero poner a la mujer en el papel de víctima, pero sí creo que es necesario hacer más justicia, especialmente si consideramos que el 33 por ciento de los hogares están a cargo de mujeres, muchas de las cuales tuvieron un matrimonio y que por equis razón se separaron, lo que les pena fuertemente. En la mayoría de los casos, cuando una relación de pareja o un matrimonio no resulta, es la mujer la que saca adelante a los hijos. Por ello, debemos darles mejores herramientas para que puedan defender de mejor manera sus intereses y los de sus hijos. ¡Qué mejor protección que aquella que les da mayor libertad para disponer de los bienes propios, de aquellos que tenían antes de contraer matrimonio, trámite que hoy requiere de la autorización del marido! Cuando los cónyuges se separan, pero no se divorcian, la mujer se ve enfrentada a este tipo de problemas. Entonces -repito-, qué mejor protección que la libertad de trabajar con el marido y tener derecho a su patrimonio reservado, tal como si trabajaran fuera del hogar; qué mejor protección que la de requerir la autorización de ambos cónyuges para enajenar bienes que son importantes para el patrimonio familiar.
Reitero mis felicitaciones a la ministra del Sernam en la semana que se conmemora el Día Internacional de la Mujer, las que extiendo a todas las colegas parlamentarias y a todas las mujeres que día a día contribuimos a engrandecer nuestro país y que, junto a los varones, procuramos hacer de nuestros hijos el mayor tesoro de nuestra patria.
He dicho.
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