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El señor GODOY (Vicepresidente).-
Tiene la palabra el diputado señor Carlos Recondo.
El señor RECONDO.-
Señor Presidente, en este debate en Sala estamos escuchando una crítica política muy dura que, en mi opinión, carece de todo fundamento. La apocalíptica intervención del diputado Chahín permite darnos cuenta de que, además, es una crítica muy alejada de lo que realmente ocurre en el país. Pero sabemos que la política permite esto: que puedan pronunciarse discursos apocalípticos, como si el país se estuviera cayendo a pedazos, aunque la realidad que viven los ciudadanos de a pie sea completamente distinta.
Me referiré a datos más objetivos e intentaré centrar la discusión en los aspectos en los que me parece debemos poner el acento, si queremos darle objetividad al debate.
Lo primero es señalar que acá todos debemos tener un propósito común, que es construir un presupuesto que financie los gastos permanentes, que contribuya al crecimiento económico, que ayude a la generación de empleo y que permita financiar la reforma educacional comprometida, que ya está en marcha. Eso, por nombrar algunos de los propósitos que estoy seguro compartimos. Sin embargo, esto se acompaña con una crítica fundada en argumentos que me parecen incongruentes frente a la posibilidad de alcanzar tales propósitos.
El diputado Auth ha planteado con mucha fuerza una crítica que me parece que carece total y absolutamente de fundamento, en cuanto a que el resultado final de este Gobierno es entregar un presupuesto con déficit fiscal, no obstante que hemos sido los adalides del balance estructural, pero eso no es verdad, pues este Gobierno anunció desde el día en que asumió que su compromiso en esta materia era, después de haber recibido un presupuesto con déficit fiscal de 3,4 por ciento, entregar el poder a las nuevas autoridades con un déficit de 1 por ciento. Ese fue el compromiso, y no ha variado en nada; se está cumpliendo.
Una cosa es fundamentar con argumentos políticos y otra no saber cómo se debe construir un presupuesto serio. Desconocer esos fundamentos tiene una intencionalidad política clara. Ese discurso no reconoce que el presupuesto se construye sobre la base de ingresos estructurales que no los define el Gobierno, el ministro de Hacienda o la directora de Presupuestos , encerrados en sus oficinas, sino que una comisión que forma parte de una institucionalidad que está operando desde hace ya bastante tiempo, integrada por personas de reconocido prestigio que no obedecen a una sola línea política, sino de pensamiento bastante transversal. Esa comisión es la que finalmente define cuál es el PIB tendencial, cuál es la estimación de crecimiento económico y cuál es el precio del cobre sobre la base del cual se calculan los ingresos.
De manera que el proceso es completamente distinto de lo que se pretende hacer creer acá, en cuanto a que las bases del presupuesto las definen algunos funcionarios del gobierno de turno, sin preguntarle a nadie, y que obedecerían a ciertos intereses políticos. Lo cierto es que eso no es así, y quiero desmentir el argumento contrario, pues lo que busca es tratar de construir un fundamento que tiene una intencionalidad política completamente distinta de la que debiéramos compartir como idea de cómo construir el presupuesto.
Este presupuesto se ha elaborado sobre la base de esos ingresos estructurales, de los datos que entrega esa comisión, y responde y se hace cargo perfectamente del compromiso que adquirió el Gobierno, para lo cual ha debido realizar un esfuerzo enorme, al igual que todos los ciudadanos, para rebajar el déficit estructural con el que asumió de 3,4 por ciento al 1 por ciento y, aunque sea reiterativo, con un terremoto devastador de por medio que generó obligaciones que no estaban consideradas en los compromisos originales.
Pero más allá del balance estructural y de desmentir que eso tenga la interpretación que aquí algunos le quieren dar, insisto en que elaborar responsablemente un presupuesto como el que hoy nos plantea el Gobierno es construir un presupuesto para el beneficio del país. Lo demás, aunque puedan ser argumentos muy atendibles, responde a intencionalidades políticas que no se condicen con los propósitos con que se debe elaborar el presupuesto de la Nación.
Por otro lado, se pretende hacernos creer que este Gobierno ha contado con los beneficios de un ciclo económico favorable en cuanto a los precios de nuestros principales productos, particularmente del cobre, pero la verdad es que, no obstante ser cierto lo relativo a que el precio del cobre ha sido muy alto, eso no se ha traducido en que este Gobierno se haya visto favorecido por esos mayores ingresos. Los mayores ingresos fiscales producto del alto precio del cobre favorecieron al gobierno anterior, en 2008 y en 2009, porque si bien hoy el precio del cobre sigue siendo alto, los costos de producción se han elevado significativamente, en especial los de la energía, responsabilidad que, como todos sabemos, no se le puede asignar a este Gobierno, porque es un problema que se arrastra desde hace mucho tiempo y que probablemente se deba a que los gobiernos anteriores no asumieron iniciativas que nos permitieran contar con una matriz energética con costos razonables que hicieran competitiva a toda la industria nacional, incluida la minería, que hoy tiene costos altísimos que hacen que, no obstante los altos precios del cobre, los ingresos fiscales sean muchísimo menores a los que recibió el gobierno anterior.
De manera que no se trata solo de señalar o de caricaturizar algunos elementos que están presentes y que todos conocemos, sino que debemos determinar con responsabilidad qué parte de esos ingresos los recibirá el Fisco como ingreso permanente.
En consecuencia, este presupuesto responde al compromiso permanente establecido por el Gobierno, a ingresos estructurales que todos debemos reconocer y a la forma responsable de elaborar un presupuesto, por lo que llamo a los parlamentarios de la Concertación a que coincidamos en propósitos que nos son comunes y a construir un presupuesto que sea beneficioso para todo el país, no para ciertos intereses políticos particulares.
He dicho.
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