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El señor ELUCHANS (Presidente).-
Tiene la palabra el diputado Hugo Gutiérrez .
El señor GUTIÉRREZ (don Hugo).-
Señor Presidente, quiero decir, con bastante honestidad, que nunca he sido partidario -bien lo saben los colegas- de crear delitos y de aumentar penas, porque siempre he pensado que ese camino no ayuda a que cambiemos nuestra cultura y generemos una sociedad consciente que, de una u otra manera, va aceptando las reglas de convivencia, aunque no de manera violenta, forzada, sino consensual.
Pero he tenido la oportunidad de leer el informe de la Comisión Nacional de Seguridad del Tránsito, que señala que en el 2011 ocurrieron 4.206 accidentes de tránsito causados por el estado de manifiesta ebriedad de los conductores, como consecuencia de los cuales murieron 117 personas y otras 651 resultaron con lesiones graves. Las cifras oficiales de esta comisión indican que, entre enero y septiembre de 2012, 116 personas murieron por efecto de conductores ebrios. Estas cifras son alarmantes. Más de 100 personas mueren anualmente en manos de conductores en estado de ebriedad. Como consecuencia, son destruidas familias, que no encuentran explicación cuando un conductor ebrio mata a una o dos personas, como ocurrió con los ciclistas que murieron en Coyhaique o los que participaban en una actividad de la Teletón o como en el caso de Emilia.
No hay nada que justifique la libertad casi inmediata en que quedan los conductores ebrios que matan a varias personas -curiosamente, no matan solo a una, sino a dos o tres- por conducir en estado de ebriedad.
Las cifras son alarmantes, a pesar que hemos aprobado legislaciones para evitar que ello ocurra. Tenemos la ley de tolerancia cero al alcohol; pero aun así hay ciudadanos que se muestran total y absolutamente refractarios a cambiar sus hábitos. No pretendemos -al menos quien habla- que con esta legislación vayan todos presos, que a todos se les condene; sí esperamos que muchos entiendan -ojalá todos los chilenos y chilenas- que no pueden conducir en estado de ebriedad, porque quien lo haga debe saber que se expone a las penas que vamos a imponer con esta nueva legislación.
Buscamos que se imponga la cultura de la vida sobre aquellas personas que se embriagan y deciden voluntariamente conducir un vehículo, con las terribles consecuencias que le ocasionan a cientos de familias.
Las dramáticas cifras de víctimas de conductores ebrios no son tolerables. No podemos conformarnos con que cientos de personas mueran en manos de este tipo de conductores. Aceptarlo significa que, a la postre, nos hacemos cómplices quienes debemos legislar, quienes estamos llamados a elaborar la ley justa, la ley buena, la ley pensada en familias como los Silva Figueroa , cuya experiencia nos dio a conocer el diputado Hasbún .
Con todo, quiero poner el acento en otro punto. Una familia, como los Silva Figueroa , prepara su vehículo para concurrir a una actividad familiar. Antes de salir, sientan a la menor en la silla de seguridad, como corresponde a nuestra legislación; además, el padre y la madre se colocan el cinturón de seguridad y parten. Al llegar a una intersección, se detienen ante la luz roja del semáforo. Es decir, viajan con total respeto por la legislación que nos rige en materia de tránsito; pero de pronto el auto de esta familia es impactado violentamente por la parte posterior por otro vehículo, ocasionándole la muerte a la menor, que iba sentada en su silla de seguridad.
Surge de inmediato la pregunta: ¿qué sentido tiene que la gente ande por la vida y cumpla con la ley, que tome todas las medidas que establece la Ley de Tránsito, que se detenga ante la luz roja de un semáforo, que la bebé vaya asegurada a su silla de seguridad, que conductor y acompañante lleven puestos sus respectivos cinturones de seguridad si el conductor ebrio que ocasiona ese drama, la mayor tragedia que puede experimentar una familia, como es perder un hijo, posteriormente queda en libertad provisional, sin arriesgar penalidad alguna? Sería como sostener que los conductores ebrios que matan o causan lesiones gravísimas tienen chipe libre, lo que es un muy mal mensaje para la sociedad.
No quiero que en virtud de esta legislación vayan todos presos, pero sí quiero que todos entendamos que si alguien va a una fiesta, lo pasa bien, se embriaga y disfruta, entonces no debe conducir. Conducir un vehículo en estado de ebriedad es cargar un arma de fuego y quien lo haga tiene que saber que nosotros queremos hacerle el mayor reproche a su actitud.
Puede que estemos alterando un edificio jurídico, nuestro Código Penal, y causemos algunas distorsiones o incorporemos ciertas incoherencias en la legislación, pero las cifras que nos entrega la Comisión Nacional de Seguridad del Tránsito son muy dolorosas para la sociedad chilena. Cientos de personas mueren por culpa de conductores ebrios, y eso no es tolerable. Tenemos que modificar esa realidad.
Hoy nos convocó una niña, una bebé: Emilia; pero no lo hizo solo ella. También escuché los testimonios de los padres y hermanos de los ciclistas que murieron en Coyhaique y de los que murieron practicando la solidaridad con la Teletón.
Por el impacto que significa perder familiares y por el bien de la sociedad necesitamos aprobar la modificación que se propone que, tal como se señalaba, no es nueva. Ya se planteó cuando discutimos la tolerancia cero al alcohol. Hoy solo estamos reeditando una normativa.
Cuando asumimos esta preocupación con el diputado Aguiló , aquí presente, señalé que no era partidario de aumentar las penas, ni de causar una distorsión en el Código Penal, pero en este caso se justifica a plenitud que se imponga la cultura de la vida, en los términos que estamos proponiendo. De lo contrario, estaremos dando chipe libre para que los conductores ebrios se tomen nuestras calles y avenidas y sigan matando impunemente. Y si algo ha guiado mi vida ha sido luchar contra la impunidad, y aquí estamos ante un caso de flagrante impunidad, que no podemos tolerar. Por eso, es necesario tomar las medidas sancionatorias y punitivas que terminen con esta cultura de la muerte que hoy existe en nuestras calles.
Me sumo al pedido ciudadano. La familia Silva Figueroa , los padres de Emilia, han canalizado una molestia ciudadana, esa incomprensión que sienten millones de chilenos que ven que los que matan por conducir en estado de ebriedad ingresan a los tribunales, pero a las pocas horas quedan en libertad.
La familia de Emilia logró canalizar el dolor de muchos chilenos, y nosotros nos hacemos eco de ese sufrimiento, de ese dolor. Esperamos que esta modificación sea el remedio para construir esa cultura de la vida que todos queremos para nuestro país.
He dicho.
Aplausos en las tribunas.
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