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- rdf:value = " El señor ELUCHANS (de pie).- Señor Presidente , constituye un honor personal y una responsabilidad institucional referirme en esta oportunidad brevemente a la memoria de un extraordinario hombre púbico, que dejó hace poco de estar entre nosotros, pero cuya trascendencia como un señor de la política y del servicio a su país nos acompañará permanentemente. Más aún, este testimonio resulta particularmente sensible por tratarse de un hombre de esta región, que volcó toda su energía, desde distintos cargos públicos y privados, por esta zona y en especial por la ciudad de Viña del Mar.
Don Gustavo Lorca Rojas nació en 9 de junio de 1921. Estudió en el Colegio de los Sagrados Corazones de Valparaíso e ingresó a estudiar derecho a la sede porteña de la Universidad de Chile, carrera de la que se tituló con una memoria de grado que ya proyectaba su destino público: “La administración comunal”. Juró como abogado ante la Corte Suprema de Justicia en enero de 1944, hace exactamente setenta años. Por su desempeño académico, recibió el Premio Andrés Bello, otorgado por el Consulado General de Venezuela al mejor egresado de 1943.
Luego, inició una reconocida carrera docente en Historia Constitucional y Derecho Romano en la Universidad de Chile, y de Derecho Económico en la Universidad Católica y en la Universidad Adolfo Ibáñez. Trabajó como abogado en la municipalidad de Viña del Mar y asumió roles profesionales en diversas empresas de la zona. Asimismo, colaboró como abogado en la Fundación Casas para Obreros Ramón Nieto, y fue abogado integrante en la Corte de Apelaciones del Trabajo.
El interés por la política nació en su época universitaria. Presidió el centro de alumnos de la Escuela de Derecho desde la vereda del liberalismo, corriente a la que ingresó formalmente, llegando a ser vicepresidente del Partido Liberal a mediados de la década del sesenta.
En 1958, fue designado alcalde de Viña del Mar por el entonces Presidente de la República don Jorge Alessandri, municipio que lideró hasta marzo de 1964. Durante su fructífera labor edilicia cuenta entre sus múltiples obras de adelantamiento urbano la consolidación de la comuna como una unidad integrada de distintas realidades y necesidades sociales y comunitarias, concretada en hitos urbanísticos, como la plaza México, el barrio industrial El Salto, el plano regulador comunal, así como eventos que perduran hasta hoy, como el Festival de la Canción de Viña del Mar, y obras como el insigne reloj de flores, inaugurado a propósito del mundial de fútbol en 1962.
Cabe destacar con énfasis la participación protagónica que tuvo don Gustavo como alcalde de Viña del Mar en la dictación de la ley N° 13.364, conocida como “Ley Lorca”, originada -lo digo con orgullo-, en un proyecto de ley presentado por mi padre, Edmundo Eluchans Malherbe, en ese entonces diputado por esta región. Esa ley ha permitido que el borde costero preserve sus características actuales, por la vía de restringir las construcciones en altura y de conservar el perfil de comuna costera que dialoga con el océano, enriqueciendo la vida de sus habitantes permanentes y de quienes empiezan a llegar en estas fechas a disfrutar de su encanto y tranquilidad.
En 1965 fue elegido diputado por Quillota, Valparaíso e Isla de Pascua, y fue reelegido en 1969 y 1973. En 1965 presentó, entre otros, un proyecto relativo al saneamiento de los barrios altos de Valparaíso y Viña del Mar, el que fue aprobado por amplia mayoría. Ello le permitió contratar un préstamo con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) por 5 millones de dólares, haciendo posible así la urbanización de varias decenas de poblaciones en el sector alto.
Como vicepresidente del Partido Liberal, en 1966 concurrió junto al Partido Conservador a la formación de un nuevo referente para la Derecha: el Partido Nacional, y asumió en la nueva tienda una vicepresidencia.
En su destacada actividad parlamentaria también obtuvo la aprobación de diversas iniciativas en beneficio de localidades como Quilpué, Quintero y Algarrobo. Participó activamente en el debate de importantes proyectos de ley y de reformas constitucionales sobre diversas materias, donde cabe destacar la relativa al derecho de propiedad, ocasión en la que defendió con argumentos doctrinarios fundamentalmente la necesidad de no invalidar la fuerza de esta garantía constitucional a riesgo de hacer desaparecer su vigencia.
Luego de resultar elegido nuevamente en marzo de 1973, asumió como Vicepresidente de la Cámara de Diputados . Cuando en septiembre de ese año fue cerrado el Congreso Nacional, se dedicó al ejercicio de la abogacía. Pero jamás abandonaría sus inquietudes políticas. Es por ello que siempre mantuvo un fuerte liderazgo regional.
En 1987 concurrió a la fundación del partido Renovación Nacional, el cual presidió en esta región. También participó como miembro de su comisión política y de su tribunal supremo.
En fin, don Gustavo Lorca desplegó su vida, inteligencia y pasión al mundo público, a la política, a su región y al país, como el excepcional hombre y profesional que siempre fue.
No puedo concluir este homenaje sin hacer una especial y sentida mención del inmenso agradecimiento que tengo hacia él por la forma generosa y amistosa con que siempre me trató. En incontables ocasiones me tocó conocer muy de cerca de su hombría de bien y de su caballerosidad. Guardo muy buenos recuerdos de las tantas tardes en que lo visité en su departamento en la avenida San Martín, en Viña del Mar, en las que, disfrutando de una inmejorable vista, conversamos de mil temas. Sus conocimientos, sus consejos y su buen criterio fueron para mí un gran apoyo en mi desempeño como diputado .
Para terminar mis palabras, quiero saludar con mucho cariño a las hijas de don Gustavo, que nos acompañan esta mañana: Marcela, Cecilia y Patricia; a sus yernos, nietos, familiares y amigos, y decirles que deben sentir un gran orgullo como sus legítimos herederos, porque no es fácil encontrar personas de la talla y jerarquía de don Gustavo Lorca Rojas, marido ejemplar, excelente padre y abuelo cariñoso. Fue, además, un hombre inteligente y culto, caballero a carta cabal y un gran servidor público.
He dicho.
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