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El señor ALLAMAND.-
Señor Presidente , ciertamente concurriré a apoyar ambos proyectos.
El primero, tal como aquí se señaló, pretende impedir que se continúe adelante con una muy mala práctica empresarial, que de alguna manera implicaba ajustar los turnos para los efectos de que los días de descanso arbitrariamente coincidieran con los feriados irrenunciables.
En consecuencia, no hay duda de que se trata de un proyecto que va en la dirección correcta y que impide seguir con ese abuso.
El segundo también reviste extraordinaria relevancia. Y me sumo a los elogios al trabajo de la mesa tripartita convocada por el Ejecutivo , que fue la que en definitiva originó esta iniciativa.
Deseo señalar que el Gobierno actuó muy bien. Lo destaco en las figuras de la Ministra , del Subsecretario y, ciertamente, del coordinador legislativo señor Francisco del Río, quien fue la persona que de alguna manera condujo las deliberaciones de la referida mesa.
En ella estuvieron sentados el Gobierno, las organizaciones sindicales, las cámaras de comercio y algunas organizaciones empresariales.
La ley en proyecto -uno ya tiene cierta experiencia al respecto- es digna de elogio.
En primer lugar -y acá me tomo de las palabras expresadas por algunos dirigentes sindicales que concurrieron a la Comisión-, tuvo un marco conceptual muy correcto. Se trataba de encontrar una fórmula que: uno, no afectara el empleo; dos, estableciera el principio de que el trabajo dominical, que constituye una excepción en nuestra legislación laboral, tuviera un tratamiento especial desde el punto de vista de la remuneración, y tres -principio también muy importante-, no contemplara diferencias arbitrarias entre el personal que labora tiempo completo y los trabajadores part-time.
Eso no solo tenía que ver con un elemento de justicia, por cuanto -y así lo señalaron los dirigentes del comercio-, si se hubiera establecido esa diferencia, se habrían generado efectos negativos en el empleo que quizás habrían terminado afectando a los trabajadores de tiempo completo.
Que en el ambiente que vive hoy nuestro país, donde por de pronto cualquier consenso parece imposible de alcanzar, se logre un acuerdo como este, con el marco conceptual que indiqué, con el compromiso de los trabajadores y de los empresarios para llegar a una fórmula en una materia verdaderamente compleja, es, desde mi punto de vista, una señal de optimismo.
Tal cual se manifestó, se aumenta el número de domingos libres, por llamarlos de algún modo (en siete); se establece, siempre que exista un acuerdo colectivo, la posibilidad de que ellos devenguen en fines de semana completos; se dispone la igualdad de remuneraciones entre trabajadores part-time y full-time, y se consagra un recargo de 30 por ciento para el trabajo dominical.
El conjunto de esos acuerdos resulta extraordinariamente positivo.
Al mismo tiempo, creo que se ha dado un paso -aunque, por cierto, es un asunto debatible- en la dirección correcta. Hay quienes estiman, por ejemplo, que el comercio no debiera abrir el domingo. Hay otros que piensan que, por los beneficios que trae consigo, sí tendría que hacerlo. Yo tengo la impresión de que lo razonable, precisamente para cautelar el tema familiar, es que cuando se trabaje el domingo simplemente se pague una remuneración mayor.
Y aquí quiero hacer presente que no se trata de una cuestión que se me haya ocurrido ahora.
El 2007 presenté un proyecto de ley para establecer en nuestra legislación un principio muy simple: que el que trabaja en domingo debe ser remunerado como si trabajara horas extraordinarias. Punto. Eso señalaba el texto.
Nunca conseguí que el Ministro del Trabajo de la época, el ahora Diputado Osvaldo Andrade , y el Gobierno de entonces patrocinaran dicha iniciativa, la cual, a mi juicio, debiera revivir, porque hoy estamos resolviendo lo concerniente al trabajo dominical en el área del comercio, que se recarga en 30 por ciento, pero hay una serie de otros sectores donde también debiéramos avanzar en el mismo sentido.
La gente que labora los domingos efectivamente recibe, en algunos casos, compensaciones y bonos, y en otros goza de feriados adicionales, pero existe un número significativo de trabajadores que labora ese día sin obtener una debida compensación.
Por consiguiente, señor Presidente , voy a votar a favor de los dos proyectos con total conformidad, reiterando mis felicitaciones al Gobierno, a las organizaciones sindicales y también a las organizaciones empresariales que concurrieron al referido acuerdo, el que, a mi juicio, nos señala el camino por el cual nuestro país debiera transitar.
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