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El señor BIANCHI.-
Señor Presidente, volvemos a constatar que el Estado de Chile es el peor empleador. ¡Lejos, el peor empleador!
Cada vez que discutimos este tipo de proyectos, votamos a favor del bono propuesto, pero, en el fondo, lo que estamos haciendo de alguna forma es legalizar algo inmoral: que mujeres y hombres que han dado toda una vida de trabajo tengan que llegar al final a pedir un bono como un "incentivo" al retiro.
¡Eso dista mucho de ser un incentivo! ¡Es el enorme abuso que el Estado ha cometido por siempre con sus trabajadores!
--(Aplausos en tribunas).
Tal realidad, señor Presidente, irrita, molesta, y la verificamos ahora con las maestras y los maestros; luego, con las trabajadoras y los trabajadores, privados o públicos. Porque esto se repite y se repite.
Y se agrava cuando escuchamos intervenciones que pretenden hacernos creer que se debe aumentar la edad de jubilación en este país. ¡Eso es inaceptable!
--(Aplausos en tribunas).
Debiera plantearse aumentar el aporte que reciben las AFP: al 10 por ciento que imponen los trabajadores, tendrían que adicionarse recursos para completar una cotización total de 20 o 25 por ciento. Así, no sería necesario pedir limosnas de bonos y se entregarían pensiones dignas y justas a los jubilados.
--(Aplausos en tribunas).
Ese debiera ser el asunto de fondo a tratar.
Aparte del 10 por ciento que se descuenta al trabajador, debería establecerse la obligación de que el saldo para llegar a 20 o 25 por ciento fuera de cargo del Estado de Chile y del empleador.
De ese modo se obtendrán pensiones adecuadas a los 60 años, en el caso de las mujeres, y a los 65, en el de los hombres, sin que ronde cierto fantasma que ha estado apareciendo en el último tiempo. Me refiero al argumento que algunos han descubierto, respecto a que la mujer se va a retirar "más feliz" si trabaja hasta los 65, 68 o 70 años de edad, porque en ese lapso logrará aumentar su pensión en un 15, en un 20, en un 30 por ciento.
¡Eso es de una falsedad absoluta!
Es tan falso, señor Presidente , que ni siquiera el Estado ni el propio sistema da garantías para que una persona mayor de 60 años encuentre un trabajo digno. Si no somos capaces de asegurar un trabajo digno en edades anteriores a la de jubilar, ¡menos en edades posteriores!
Creo que tenemos que ser francos y sinceros. Hoy, aprovechando la presencia de una parte de las maestras y los maestros de Chile, es bueno pedir perdón por el hecho de que el Estado y nosotros mismos -pese a que apoyamos a las organizaciones gremiales, que han luchado largamente por sus reivindicaciones- no hemos sido capaces de garantizar a cada mujer y a cada hombre que trabaje en este país -sea en el sector público; sea en el privado; sean maestras, profesores, funcionarios, trabajadores del retail, etcétera- la mínima dignidad al momento de jubilarse.
Hoy nos estamos alegrando porque vamos a pasar de una pensión mínima de 120 mil a otra de 180 mil, 200 mil pesos. ¡Pero si esto es una vergüenza, señor Presidente ! ¡Es una vergüenza para personas que han percibido rentas sobre 600, 700, 800 mil pesos y que han trabajado más de 30 años! ¡Hemos dado múltiples ejemplos de gente que estando dentro del sistema público jubila con pensiones de hambre! ¡Basta ya, señor Presidente!
Ahora nos encontramos entre la espada y la pared. Es decir, ¿qué hacemos? ¿Cómo lo hacemos? Si esto queda solo en manos del Ejecutivo. Es el Gobierno el que nos trae el proyecto, y nosotros debemos decir sí o no.
Sería bueno que alguna vez en el Congreso todos nos atreviéramos a decir que no frente a un incremento como este, porque no es más que alargar la agonía de estas personas.
Nos veremos en la obligación de pronunciarnos a favor de una iniciativa que no queremos votar de esa forma porque sabemos que con ello vamos a profundizar el daño.
Un Senador o una Senadora que me antecedió en el uso de la palabra preguntó si alguien cree que las personas van a salir de aquí con júbilo, felices. Efectivamente, van a recibir entre 21 millones y 13 millones de pesos. ¿Cuánto les durará esto si su pensión, en lo que les reste de vida, fluctuará entre 280, 320 o 340 mil pesos? Hablo de gente que tenía una forma de vida mucho más digna al momento de trabajar.
Entonces, señor Presidente, siento que tenemos que decir "basta ya" a este sostenido y permanente abuso, donde el peor empleador en Chile es nuestro Estado.
--(Aplausos en tribunas)
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