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El señor CARMONA (Vicepresidente).-
Tiene la palabra, hasta por cinco minutos, el diputado señor Tucapel Jiménez .
El señor JIMÉNEZ.-
Señor Presidente, en primer lugar, quiero saludar a todos los profesores y profesoras, sobre todo a los de mi distrito, conformado por las comunas de El Bosque, La Cisterna y San Ramón , quienes cumplen una tremenda labor con los niños y con la sociedad.
En cuanto a lo que nos convoca, nuestro deber, como diputados, es representar a la ciudadanía y aportar con nuestra tarea para profundizar la democracia en nuestro país.
Nuestros representados, al votar por la Presidenta Michelle Bachelet , optaron por su programa y por iniciar el proceso de democratización de la educación, de manera que la falta de recursos económicos deje de ser el candado que trunque los sueños y proyectos de vida de miles de chilenos y chilenas.
La ciudadanía se pronunció, se manifestó, votó por este proyecto emblemático. Hay varios cambios estructurales, pero este es uno de los principales. La única cuestión en que todos coincidimos es en que el mayor problema de Chile es la desigualdad, que se combate con un sistema tributario equitativo, con reformas laborales y mediante la educación.
La educación es un instrumento poderoso para salir de la pobreza y comenzar a juntar a los hijos de los trabajadores con los hijos de los empleadores y de los gerentes, para terminar con la segregación.
Siempre he dicho que es malo demonizar el lucro que se produce en sectores de la economía distintos a los de la educación, del sistema de pensiones, del transporte público y de la salud, donde es perverso. En estos, el Estado debe hacerse cargo. No es posible que el lucro afecte esas áreas. Está demostrado en la experiencia de otros países. A nosotros nos cuesta explicar estas cuestiones a los extranjeros -por lo menos a mí, que tengo amistades de otras nacionalidades-, cuando aparece en algún diario la venta de un colegio. En verdad, no lo entienden. Me preguntan: ¿Uno puede comprar un colegio, como se compra un vehículo o una casa? Sí, les respondo; en Chile, sí. Ante esa respuesta, insisten en preguntar: Pero, ¿cómo? ¿Con los alumnos y con los profesores? Sí, les respondo.
En verdad, no logran entender que en Chile se puede comprar un colegio. En efecto, hoy puede venir un inversionista y comprar un colegio, con toda su mercancía incluida, vale decir, alumnos, profesores, infraestructura.
No sé si esto ocurre en otros países, pero creo que el de Chile es un modelo único, que no se puede seguir permitiendo. Por supuesto, la lógica o el sentido común nos dicen que la persona que compra un colegio, invierte, y lo primero que quiere es recuperar su inversión, pero a costa de la calidad de la educación. Lo mismo pasa en materias como salud, nuestras pensiones y el transporte público. Como siempre lo he manifestado, el Estado debiera hacerse cargo de estos cuatro temas. Esto no significa que esté en contra de la economía de mercado o de las empresas; estas deben existir, porque juegan un rol sumamente importante en nuestra sociedad, pero no en lo que respecta a la educación.
¿De qué se habla hoy? De terminar con el lucro, con el copago y con la selección. El copago es un invento nuestro -hay que decirlo claramente-; se inventó hace muchos años, cuando yo no era diputado. Pero puedo decir que lo inventamos nosotros, no obstante que lo ideal hubiera sido fortalecer la educación pública e invertir todos los recursos en ella. Pero no se hizo así y se inventó el copago.
Considero que hay que diferenciar entre los sostenedores que tienen varios colegios, que lo único que hacen es llamar por teléfono los fines de mes para saber qué utilidades les reportó tal o cual colegio, y los que tienen proyectos educativos familiares, cuya situación me preocupaba. El temor, provocado principalmente por la derecha, ha sido muy importante, porque a las familias les están tocando lo más preciado: sus hijos. No saben qué pasará con ellos.
Termino manifestando que, no obstante algunas aprensiones, voy a aprobar el proyecto, porque es lo que pide la ciudadanía y porque es la forma de terminar con la pobreza y de tener un país más equitativo y justo.
He dicho.
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