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El señor CORNEJO (Presidente).-
Tiene la palabra el diputado Vlado Mirosevic .
El señor MIROSEVIC.-
Señor Presidente, estoy muy contento porque en Chile estamos inaugurando, después de once años de discusión parlamentaria, una legislación sobre el lobby. Se aprobó en la legislatura pasada y hoy estamos discutiendo su reglamento.
Considero que era muy necesario, porque después de la ley y de este reglamento aparecerá en nuestro país una nueva figura, que para la inmensa mayoría de los chilenos es bastante desconocida. Me refiero al lobbista, al cual la ley entregó una especie de ciudadanía por especial gracia. Por fin, aparecerá este nuevo personaje; ojalá que podamos verlo todo lo que sea posible y espero que aparezca en la discusión pública, porque el lobbista siempre ha estado presente en el proceso legislativo. Veamos lo que pasó con la ley de pesca. Allí hubo un tremendo despliegue de las empresas y del lobbismo para influir en las decisiones públicas que se tomarían en relación con dicha ley.
La verdad es que estamos atrasados en treinta años respecto de los países que forman la OCDE, y por lo menos en diez en comparación con países vecinos como Perú. Algunos se preguntarán por qué nos hemos demorado tanto. Lo cierto es que la ciudadanía recién ha comenzado a despertar y a darse cuenta de que estamos transformando a nuestra democracia en una “negociocracia”, en la cual las empresas son las que fijan las reglas del juego. ¿Por medio de quién? De este ciudadano: el lobbista, que hoy empieza a aparecer. Es decir, tenemos una democracia muy capturada por los intereses de las empresas, que, por cierto, son legítimos. El lobby es una actividad legítima; lo que no es legítimo es que opere por debajo de la mesa, mediante el tráfico de influencias al cual la ciudadanía no tiene acceso alguno. Esto cambiará gracias a la ley y a su reglamento.
En realidad, se pueden dar muchos ejemplos. Están los casos de la colusión de los productores de pollos, de las farmacias, etcétera, lo que demuestra que existe una desregulación que no es casual ni producto del azar, sino del tráfico de influencias y del poder desmedido del lobbismo, no solo en este Poder del Estado, sino también en muchas otras instituciones.
Se podría pensar que es una lástima que tengamos que legislar a propósito de escándalos; que sea necesario que estos se produzcan para que legislemos en materia de transparencia. Pero siempre ha sido así. Si miramos las legislaciones sobre transparencia y regulación del lobby que existen en los demás países, veremos que siempre han sido consecuencia de escándalos. Como digo, demoramos once años, pero aquí estamos.
¿Cuáles son los aspectos positivos de este reglamento? Terminarán las reuniones secretas. Ahora la ciudadanía podrá saber con quiénes nos reunimos los parlamentarios y qué tipo de peticiones nos hacen. También terminarán las peticiones y las influencias secretas, y los ciudadanos podrán saber exactamente lo que determinada empresa le está pidiendo a un parlamentario. De este modo, la representación de intereses será transparente para la ciudadanía.
Por último, es bueno que exista un registro de lobbistas, porque así se conocerá quién es y a quién representa cada uno de ellos. Es una lástima que no se aprobara la existencia de un registro previo, pero por supuesto que es valioso el establecimiento de un registro acumulativo.
¿Qué aspectos son insuficientes en este reglamento? El hecho de que los deberes recaigan en los parlamentarios y no en los lobbistas. En legislaciones de otros países el peso de la ley recae sobre el lobbista. En nuestro caso, los sujetos pasivos, los parlamentarios, deberemos responder. Me parece que están mal puestos los incentivos, pero esta discusión se dio en la legislatura pasada.
Una cuestión relevante que podemos corregir por la vía de indicaciones es que toda la argumentación y el contenido de las reuniones sean informados de manera obligatoria y no voluntaria. En las minutas de las reuniones de lobby debe señalarse exactamente, por ejemplo, qué está pidiendo una determinada empresa a un parlamentario. Reitero, eso debe tener carácter obligatorio y no voluntario.
Ese aspecto del reglamento debe ser modificado. En ese sentido, un conjunto de diputados presentaremos una indicación para que el contenido y los argumentos de las reuniones de lobby sean publicados.
En todo caso, la legislación del lobby no termina con este reglamento: también debemos terminar con la puerta giratoria que permite que un funcionario público que fue regulador, después de un tiempo pase a formar parte de la industria que él reguló. Por eso, debemos enfrentar los conflictos de intereses y regular el financiamiento de la política.
Reitero, este reglamento es solo el inicio, pues todavía falta mucho más por avanzar en esta materia.
He dicho.
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