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El señor FREI, don Eduardo ( Presidente ).-
Proyecto de ley, en primer trámite constitucional, que establece la obligación de rendir una cuenta parlamentaria anual, con informe de la Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento.
--Los antecedentes sobre el proyecto (5146-07 y 1812-07 refundidos) figuran en los Diarios de Sesiones que se indican:
Proyecto de ley: (Mociones de los Senadores señores Horvath, García, Girardi y Prokurica y señores Horvath, Larraín y Ominami y ex Senadores señores Errázuriz y Zaldívar, don Andrés).
En primer trámite, sesiones 38ª, en 7 de marzo de 1996 y 26ª, en 19 de junio de 2007.
Informe de Comisión:
Constitución, sesión 63ª, en 7 de noviembre de 2007.
El señor FREI, don Eduardo (Presidente).-
Tiene la palabra el señor Secretario.
El señor HOFFMANN ( Secretario General ).-
Esta iniciativa se inició en dos mociones: la primera, de los Senadores señores Horvath, García, Girardi y Prokurica, y la segunda, de los Honorables señores Horvath, Larraín y Ominami y de los entonces Senadores señores Errázuriz y Andrés Zaldívar, las cuales fueron refundidas.
Los objetivos principales del proyecto son: a) establecer la obligación para los Presidentes de ambas Cámaras de rendir cuenta pública anualmente, ante el Congreso Pleno, sobre el trabajo legislativo realizado e informar acerca de los asuntos pendientes y los objetivos y prioridades del nuevo período; b) imponer igual deber a cada parlamentario respecto de su gestión, y c) disponer que cada Cámara mantendrá a disposición del público dichas cuentas, así como otros antecedentes relevantes del trabajo parlamentario.
La Comisión discutió la iniciativa tanto en general cuanto en particular, por constar de artículo único, y la aprobó por la unanimidad de sus miembros presentes, Senadores señores Gómez, Larraín y Muñoz Aburto.
El texto se consigna en el informe.
Cabe tener presente que el proyecto tiene carácter orgánico constitucional, por lo que para su aprobación se requieren 22 votos favorables.
El señor FREI, don Eduardo ( Presidente ).-
En la discusión general y particular, tiene la palabra el Honorable señor Gómez.
El señor GÓMEZ.-
Señor Presidente, las dos mociones que dieron origen a la normativa en debate reflejan una inquietud que surgió del afán de reforzar la transparencia en el trabajo legislativo y de la conveniencia de establecer los necesarios flujos de información entre el Parlamento y la comunidad que ha elegido a quienes forman parte de él. La Comisión coincidió en la importancia de ese propósito. Por ello y por juzgarlas enteramente complementarias, decidió abordarlas en conjunto.
Sin perder de vista que, en la práctica, se ha avanzado mucho en materia de publicidad de las actividades parlamentarias, en especial a través de las páginas webs que ambas ramas legislativas mantienen en Internet y de otros instrumentos, como los canales de televisión, dicho órgano técnico consideró pertinente incorporar en la Ley Orgánica Constitucional del Congreso Nacional un precepto nuevo para establecer las siguientes obligaciones.
Primero, que los Presidentes de ambas Cámaras, al iniciarse cada período de sesiones, rindan cuenta pública anual, ante el Congreso Pleno, sobre el trabajo legislativo realizado durante el período anterior, los asuntos pendientes y los objetivos y prioridades del nuevo período.
Es preciso recordar que en varias oportunidades hemos postulado que otras instituciones deberían rendir cuenta de su cometido en forma periódica. Entonces, nos pareció razonable que así ocurriera también con el Congreso.
Segundo, que cada parlamentario rinda también una cuenta pública respecto de su gestión, en su distrito o circunscripción, dentro de los 30 días siguientes al inicio de cada período de sesiones.
Y tercero, que cada Cámara mantenga a disposición del público dichas cuentas, así como otros antecedentes relevantes del quehacer legislativo.
Por último, debo destacar que -como señaló el señor Secretario -, por tratarse de una iniciativa de artículo único, la Comisión la discutió en general y en particular a la vez.
He dicho.
El señor FREI, don Eduardo (Presidente).-
Tiene la palabra el Honorable señor Ávila.
El señor ÁVILA.-
Señor Presidente, lo primero que me sorprende es que el proyecto haya sido aprobado por la unanimidad de los integrantes de la Comisión de Constitución, Legislación y Justicia. Esto revela que, cuando la gente se encuentra muy recargada de trabajo, de pronto pierde un poco la perspectiva de las cosas.
Obviamente, no soy partidario de establecer un nuevo rito institucional vacuo, que no aporta absolutamente nada a la información eficaz que debe brindarse a la ciudadanía.
Tenemos en pleno vigor múltiples canales para hacer fluir toda la información, ya sea de cada uno de los integrantes del Senado como de la Corporación misma.
Creo que concebir un acto solemne, en el Salón de Honor del Congreso, donde los Presidentes de cada rama entren majestuosamente a rendir su cuenta anual, nos expondría a la sátira mordaz de todos aquellos que, a veces con justicia, critican nuestros actos.
Felizmente, señor Presidente , esta iniciativa requiere quórum especial para su aprobación.
¡Es la primera vez que me felicito de que así sea!
El señor FREI, don Eduardo (Presidente).-
Tiene la palabra el Honorable señor Longueira.
El señor LONGUEIRA.-
Señor Presidente, en verdad, todos los esfuerzos que se pretende desarrollar para prestigiar la labor parlamentaria o la política son bienvenidos. No tengo duda alguna de que eso es lo que legítimamente instó a aquellos que presentaron estas mociones.
Pocas actividades se hallan más sujetas a revisión por la opinión pública -chequeo diario, votaciones, cobertura de las sesiones a través de los medios de comunicación- que la tarea parlamentaria. Por ello, creo que la motivación positiva de un acto como el que consigna la iniciativa, lamentablemente, podría traducirse en nueva fuente o causa de desprestigio para el Congreso Nacional.
El señor ÁVILA .-
¡Así es!
El señor LONGUEIRA.-
Las eventuales rendiciones de cuentas siempre van a ser insuficientes: se dirá que o se olvidó o se omitió algo. Y eso es lo que hará noticia.
El señor ÁVILA .-
¡Exacto!
El señor LONGUEIRA.-
De aprobarse la iniciativa, solo contribuiremos a crear, con la mejor de las intenciones, fechas o momentos que, por desgracia, con el tiempo producirán un efecto contrario.
Históricamente, el 21 de mayo de cada año el Presidente de la República debe rendir cuenta al país, ante el Congreso Pleno, del estado administrativo y político de la nación.
Entiendo que tal rendición tiene sentido desde el punto de vista del Ejecutivo , por cuanto se encuentra consagrada en una Constitución presidencialista. Pero también debemos hacer una autocrítica: ese discurso ya se está distorsionando, pues a menudo se traduce en un "ofertón", en el imperativo de cubrir las necesidades de "la señora Juanita " y en otra serie de propuestas ajenas a una rendición de cuentas. Año tras año los medios de comunicación exigen a Senadores y Diputados de todos los sectores políticos pronunciarse sobre qué se cumplió o no se cumplió.
Y, finalmente, hay una suerte de evaluación del Mensaje de cada 21 de mayo en la perspectiva, no de una verdadera rendición de cuentas, sino, en el fondo, del grado de cumplimiento de las promesas que se hicieron.
Vuelvo al texto que nos ocupa.
Como si la idea original no fuera suficiente, en el paso del proyecto por la Comisión se agregó que, adicionalmente, cada parlamentario deberá también dar cuenta de su gestión.
¡Cada parlamentario!
Me parece que si alguno de ellos quiere hacerlo en forma voluntaria, no hay problema. De hecho, muchos rinden cuenta de manera sistemática a las comunidades de sus propias Regiones o distritos, y a través de los medios de comunicación se les exige permanentemente transparentar su trabajo legislativo.
Voy a pronunciarme en contra de la iniciativa -excúsenme, Sus Señorías; sé que sería más cómodo votar a favor-; pero no quiero que quede la sensación de que intento defender una falta de transparencia u oponerme a que los parlamentarios rindan cuenta de su cometido -¡no!; eso está muy ajeno a mi motivación-, sino dejar planteado que la indudable buena intención, tanto de sus autores como de quienes la aprobaron en la Comisión, desafortunadamente se puede prestar para que más adelante algunos medios de comunicación aprovechen de aumentar el desprestigio del Parlamento, que ya es permanente y sistemático.
El señor ÁVILA .-
¡Pero no lo repita tanto...!
El señor LONGUEIRA.-
Señor Presidente, creo que, al final, el problema es que, lamentablemente, estas rendiciones de cuentas, incluso de las cosas positivas que hacemos, no son ni serán de interés periodístico. No ocurre así en la vida diaria.
Todos somos testigos del esfuerzo y sacrificio de los parlamentarios. Esto se lo he reconocido siempre tanto a partidarios cuanto a adversarios. La actividad política demanda mucho esfuerzo y sacrificio, pero eso no se reconoce ni se va a reconocer con estas rendiciones de cuentas.
Por lo tanto, creo que debemos evitar autoimponernos situaciones que, una vez más, únicamente signifiquen generar otro elemento que contribuya a nuestro desprestigio.
Quiero decir al Senador señor Ávila que coincido con él.
El señor ÁVILA .-
¡Que quede registrado...!
El señor FREI, don Eduardo
( Presidente ).-
¡Así se hará, Su Señoría...!
Tiene la palabra el Honorable señor Horvath.
El señor HORVATH.-
Señor Presidente, me alegro de que haya visiones distintas sobre el tema y que este se discuta, al menos en una fase preliminar, en la Sala.
Yo no veo cuál es el temor.
Aquí se plantean dos ideas. Una es que los tres Poderes del Estado efectúen una relación de todas las actividades que desarrollan en el año y cuáles son los desafíos que se vislumbran. Lo hace el Poder Judicial, y también el Ejecutivo . No veo por qué el Congreso Nacional no pueda hacerlo y no sea conveniente realizar una presentación sistemática de cada una de las actividades que se llevan a cabo en las dos ramas del Parlamento.
La otra idea -en el texto que nos propone la Comisión de Constitución se ha unido a la primera- se refiere a la confección de una hoja de vida parlamentaria. Y quiero invitar a Sus Señorías a reflexionar sobre el particular. Porque, desde luego, puede que esto resulte incómodo para los colegas que tienen una participación más destacada en los medios. Cuando un parlamentario es elegido popularmente y debe comenzar su actividad, enfrenta el siguiente dilema: "¿Me preocupo de estar presente en los medios, practico cierto tipo de vida, tal vez más proclive a la farándula, y con eso me mantengo vigente y la gente cree de alguna manera que estoy trabajando, o me dedico derechamente a trabajar, a asistir a las Comisiones, a estudiar los temas, a formular indicaciones, a elaborar iniciativas o a mejorar las del Ejecutivo ?".
Desde luego, el tiempo es limitado. Y uno debe poner su esfuerzo en un lado o en el otro. Finalmente, se termina buscando un sano equilibrio; porque también hay que tener realismo político.
Entonces, se plantea llevar una hoja de vida parlamentaria que no sea el "rindo cuenta" que cada uno hace de sí mismo, pues, obviamente, el interesado se puede llenar de flores, sin que exista una referencia, una suerte de ministerio de fe pública, de que tales cosas realmente ocurrieron. Nosotros sabemos las dificultades con que se logran los quórums en las Comisiones, las dificultades que hay para sacar adelante proyectos de nuestra iniciativa y hasta, en algunos casos, del Ejecutivo. Y todo esto en ningún lugar se conoce.
Sé que se ha avanzado. De hecho, dentro de las motivaciones de una de las mociones se destaca el progreso que hemos logrado en materia de transparencia por la vía de Internet. Los electores pueden saber exactamente qué está haciendo cada uno de sus representantes. Sin embargo, para mí no tiene mucho sentido informar la asistencia, porque un parlamentario puede ingresar por una puerta y salir por otra y de ese modo figurar como presente en una sesión aunque realmente no haya hecho nada. No digo que algunos actúen de mala fe en ese sentido; pero, por seriedad, el trabajo legislativo debe estar reflejado en buena forma.
Ahora, la hoja de vida propuesta -confeccionada por ministros de fe como los Secretarios de Comisiones o el propio Secretario General del Senado- no me parece inconveniente para nadie, pues reflejaría una -por así decirlo- radiografía de cierta parte importante del quehacer parlamentario. Por lo tanto, no debiera incomodar a los colegas.
Entiendo que todo esto pueda prestarse de nuevo para una suerte de mediatización que tal vez juegue en contra; pero creo que peor sería negarse a la posibilidad que plantea el proyecto.
A usted, señor Presidente , como titular de esta rama del Congreso, le consta la conveniencia de reunir en algún minuto a los Ministros, a los miembros del Poder Judicial , para informarles de los trabajos que se están desarrollando y de los desafíos legislativos que se vislumbran hacia el futuro. Eso es altamente positivo y no tiene nada de ritual. Al contrario, constituye un acto político legislativo bastante útil.
He dicho.
El señor FREI, don Eduardo (Presidente).-
Tiene la palabra el Honorable señor Orpis.
El señor ORPIS.-
Señor Presidente, yo estoy de acuerdo en que se aborde el tema; en eso coincido con el Senador señor Horvath. Sin embargo, si nos quedamos con el texto que se ha planteado, es evidente que la cuenta solo será un ritual; y, a este respecto, comparto la opinión de los Honorables señores Ávila y Longueira .
Pienso que aquí hay que ir más lejos, para que aquello no constituya un ritual. Porque las cuentas, como la del 21 de mayo, pueden traducirse -y es lo que normalmente sucede- en "ofertones" de distinta naturaleza. Y se crea una expectativa cuyo cumplimiento o incumplimiento nadie evalúa después objetivamente.
Desde mi punto de vista, toda autoridad debe tener ciertas metas, ciertas prioridades. Y, cuando estas no se cumplen, han de significar un costo: un costo público, un costo político.
Por lo tanto, en esta materia no debemos quedarnos únicamente con la rendición de cuentas, de tal manera que el no cumplimiento de ciertas promesas, de ciertos propósitos que dependan de la voluntad de la autoridad que los ha formulado -en particular, de quienes representan al Parlamento y, obviamente, del Presidente de la República , el 21 de mayo-, tenga un efecto jurídico. O, al menos, que exista una instancia independiente que señale qué se cumplió y qué no, para que aquello no se transforme simplemente en un asunto de debate. Este tendrá valor en la medida en que acarree alguna consecuencia de carácter jurídico o político.
Por consiguiente, soy partidario de aprobar la idea de legislar, pero siempre que sea posible profundizar en el tema y que este no quede circunscrito a un texto de artículo único.
Quiero decirlo con mucha claridad: el Parlamento no puede tener un estatus especial. Y en la discusión del proyecto de Ley de Presupuestos se planteó el asunto. La nuestra es la única Partida que carece de informe, en circunstancias de que somos especialmente exigentes con cada uno de los Ministerios. A mi juicio, nosotros nos exceptuamos de ciertos rituales y eso no corresponde. Y creo que a lo mejor eso es reflejo de la actitud que tenemos frente a estas materias.
Por eso, señor Presidente , estoy de acuerdo en que el punto sea debatido. En lo personal, me encuentro dispuesto a aprobar la iniciativa, pero dando un paso adelante en el sentido de que el no cumplimiento de determinadas promesas o de ciertas metas efectuadas durante una rendición de cuentas tenga un efecto público, político o jurídico.
He dicho.
El señor FREI, don Eduardo (Presidente).-
Tiene la palabra el Senador señor Navarro.
El señor NAVARRO.-
Señor Presidente, sin duda, desde el punto de vista de la génesis del proyecto, todos debemos reconocer la buena intención del Honorable señor Horvath . De algún modo, se pretende generar una relación equilibrada entre los Poderes del Estado en torno a elementos como la transparencia y, fundamentalmente, la imagen. Así se expresa en la argumentación.
Soy de los que sostienen que nuestro actual sistema constitucional se parece mucho a una monarquía presidencial. Es un sistema presidencialista exacerbado donde el Congreso, carente de facultades mínimas, debe someterse, las más de las veces (Gobierno y Oposición), a la búsqueda de acuerdos, ya que su independencia se halla demasiado restringida.
Por lo tanto, si se va a modificar la Ley Orgánica Constitucional, hay que abordar muchos otros temas. El que se plantea -una rendición anual de cuentas- más bien se sitúa en el ámbito de lo simbólico. Y para eso sería suficiente efectuar una jornada de trabajo con Soledad Ferreiro, la brillante Directora de la Biblioteca del Congreso Nacional , o con la Secretaría de nuestro Senado, que han hecho de las páginas web de la Biblioteca y de la Cámara Alta un elemento interesantísimo a través del Senado virtual y, en especial, del ordenamiento de todos los contenidos. Solo he recibido halagos respecto del funcionamiento de nuestro sitio electrónico, el cual permite obtener a quien lo desee hasta la más mínima información, así como conocer opiniones diferentes.
Por consiguiente, la posibilidad de tener transparencia en las cuentas anuales, incluso de la diversidad del debate parlamentario, está dada, en gran medida, por la página web del Senado.
Sin embargo, reitero que hay otros temas que deberían ser abordados en su oportunidad Y, si el proyecto se aprueba,...
El señor ÁVILA .-
¡Difícil!
El señor NAVARRO.-
... es posible que no dé para todo aquello. Pero hay modificaciones pendientes. Por ejemplo, la relativa a la inhabilidad para ejercer una labor remunerada diferente de la legislativa. He sido contrario -presenté un proyecto en tal sentido- al desempeño de otra profesión, en particular la de abogado, durante el ejercicio de la función parlamentaria. Un legislador no puede ejercer como abogado ante los tribunales -ello ocurre hoy- y luego cumplir su tarea de elaborar leyes y, además, elegir a los miembros de la Corte Suprema.
También he planteado que si algo efectivamente contribuye a la equidad entre los Poderes del Estado, en esta tan desmedrada situación del Congreso Nacional, es lo referente a la firma en la promulgación de las leyes. Incluso las originadas en mociones solo son suscritas por el Presidente de la República y por el Ministro respectivo. Se anula al Congreso. Les podría contar cientos de anécdotas de amigos de mi niñez que me preguntan: "¿Y ustedes qué hacen? ¿Ven la ley? ¡El Parlamento no figura!". La ley no lleva la firma ni del Presidente de la Cámara de Diputados ni la del titular del Senado, ni mucho menos la de su autor, en el caso de las mociones. Por lo tanto, si hay un elemento que puede establecer justicia, equilibrio entre los Poderes del Estado, es que las leyes, cuando se originen en iniciativas parlamentarias, lleven la firma de los Presidentes de ambas Cámaras y, además, el nombre expreso del miembro del Congreso que las propuso.
Por último, el año pasado ingresé un proyecto respecto del cual sé que algunos Senadores discrepan. Si hay algo que quisiera ver establecido en el ámbito del trabajo cotidiano, es un Senado y una Cámara de Diputados donde el vocablo "honorable" desapareciera. La honorabilidad es una cualidad que se gana en la vida diaria y a través de una trayectoria, y no en una elección. Además, siento que ese tratamiento muchas veces se presta para la ironía, para comentarios mordaces y para que haya quienes piensen que por el solo hecho de haber triunfado en una elección se ganan el título de honorables. ¡Detesto que me llamen "Honorable"! Preferiría que me llamaran "Ciudadano Senador". Porque la honorabilidad no se consigue con una elección ni con un título universitario, sino con una conducta de vida.
Para esas iniciativas estoy disponible.
El proyecto del cual es autor, entre otros, el Senador señor Horvath es bien intencionado; pero, en mi opinión, no cumple todos los objetivos que yo quisiera. Por lo tanto, pregunto a Su Señoría si el texto se va a votar ahora o si existe posibilidad de ampliar sus contenidos.
He dicho.
El señor FREI, don Eduardo (Presidente).-
Tiene la palabra el Honorable señor Cantero.
El señor CANTERO.-
Señor Presidente, uno de los objetivos de rendir cuenta pública es establecer prioridades para el período y señalar lo obrado. Esto posee la lógica de la accountability, es decir, la rendición de cuentas, que, por cierto, no tiene nada que ver con lo que en Chile históricamente se ha entendido por tal.
Si se pretendiera que en nuestro país se ejerce accountability o rendición de cuentas cada 21 de mayo, cuando el Presidente informa sobre la marcha del país, habría que decir que ello parece más un acto de propaganda. La cuenta se rinde cuando la autoridad o el mandatario informa a la ciudadanía de los avances o del cumplimiento o no de objetivos y metas, pero, a la vez, quien recibe el informe puede emitir un pronunciamiento de valor acerca de si efectivamente coincide o no con la opinión en él contenida, puede cuestionar o consultar.
¿Ocurre aquello en la rendición de cuentas que se hace sobre la marcha del país? No.
Por otro lado, con gran pompa se habla de que los gobiernos regionales rinden cuenta. ¡De qué cuenta hablamos! Son verdaderos panfletos publicitarios, vacíos, sin ninguna sintonía con la ciudadanía y, en algunos casos, muy vinculados con la imagen personal de alguno de los actores.
¿Hay realmente accountability en los gobiernos locales o administraciones comunales? En estos casos el asunto es simplemente paradójico, porque de rendición de cuenta aquello no tiene nada, a pesar de que existe un concejo. Toda esa documentación, muy abundante, con mucha foto, con gran despliegue de recursos, no resiste ni el más mínimo análisis de la accountability o rendición de cuentas.
Lo cierto es que en Chile no existe accountability. No hay una rendición de cuentas en los términos clásicos que la teoría establece.
Hacemos bien en poner énfasis en este aspecto. Pero establecer un ritual -diría yo- bastante vacío contribuirá, en mi opinión, más bien al desprestigio que al prestigio. Porque, para que exista una rendición de cuentas con algún sentido, el Parlamento debiera tener equilibrio mínimo de poderes. ¡Y qué podemos hacer nosotros si ni siquiera controlamos las urgencias! O sea, estaríamos dando una accountability o rendición de cuentas por terceros. El Parlamento -repito- ni siquiera puede establecer prioridades respecto de su propio quehacer, de su propia agenda.
El tema me parece interesante, pero estimo que el enfoque debiera ir por otro lado. De lo contrario, creo que vamos a ser objeto más bien de descrédito, o la cuenta se va a entender como un acto publicitario.
Hay dificultades para que cuando se rinde la cuenta de la marcha del país las graderías tengan público. Es más, cada día hay menor presencia de parlamentarios el 21 de mayo. Es cuestión de ver las estadísticas, que son públicas, por lo demás.
El Senador señor Ávila me pregunta cuántos secretarios y secretarias deben concurrir ese día.
Entonces, si se pretende enfatizar la transparencia, lo que tenemos que hacer es, efectivamente, transparentar nuestra gestión. Y en eso hemos avanzado significativamente durante las últimas tres o cuatro administraciones, que han establecido herramientas de transparencia en nuestras páginas webs, las cuales constituyen un referente frente a la ciudadanía, que puede auscultarlas cada día, e incluso, requerir mayor información si es necesario. Es decir, al depositario de esta cuenta se le da realmente la posibilidad de inquirir mayor información, de exigir mayores antecedentes, de profundizar todo lo que estime pertinente, en una actitud proactiva, a diferencia de lo que se pretende con las cuentas que plantea la iniciativa, que se llevarían a cabo frente a una comunidad absolutamente pasiva.
En realidad, creo que el proyecto no contribuye a mejorar nuestra imagen.
"Por sus obras los conoceréis". Por lo tanto, demos a conocer lo que vamos haciendo o lo que dejamos de hacer, con la mayor transparencia, pero por medio de las herramientas e instrumentos que adecuadamente hemos ido implementando. Si no, estaremos haciendo un esfuerzo de demagogia y de efecto comunicacional que irá en contra del objetivo de lograr una mejor evaluación ciudadana.
He dicho.
El señor FREI, don Eduardo (Presidente).-
Tiene la palabra el Senador señor Larraín.
El señor LARRAÍN .-
Señor Presidente, me declaro sorprendido en parte por este debate. No tanto por las alianzas que hemos visto -porque en las últimas semanas hemos sido testigos de muchas alianzas nuevas en el ámbito político-, sino porque una materia tan evidente como la transparencia haya merecido dudas, reservas o inquietudes.
El proyecto persigue dos objetivos.
El primero dice relación a los Presidentes de ambas ramas del Congreso.
Si uno mira la legislación, puede observar, por ejemplo, que el artículo 24 de la Constitución establece una obligación al Primer Mandatario : "El 21 de mayo de cada año, el Presidente de la República dará cuenta al país del estado administrativo y político de la Nación ante el Congreso Pleno.".
Es cierto que un Presidente o una Presidenta puede no atenerse al referido mandato y convertirlo en un discurso de promesas o de aseveraciones u ofertones de cualquier tipo. Pero existe la obligación constitucional de dar testimonio público en aquel sentido, la cual refleja la tradición política de que el Jefe del Estado enfrente a la ciudadanía y le diga lo que está ocurriendo en los ámbitos administrativo y político del país.
Por su parte, el artículo 102 del Código Orgánico de Tribunales -también es una antigua disposición- preceptúa que "El primer día hábil de marzo la Corte Suprema iniciará sus funciones en una audiencia pública, a la cual deberán concurrir su fiscal judicial y los miembros y fiscales judiciales de la Corte de Apelaciones de Santiago.". Y agrega: "El Presidente de la Corte Suprema dará cuenta en esta audiencia:¿". En seguida enumera todo lo que debe hacer: informar del trabajo efectuado por dicho tribunal en el año judicial anterior; del que haya quedado pendiente; de los datos que le hayan remitido las Cortes de Apelaciones; de las dudas y dificultades ocurridas a la Corte Suprema y a las Cortes de Apelaciones "en la inteligencia y aplicación de las leyes y de los vacíos que se noten en ellas y de que se haya dado cuenta al Presidente de la República en cumplimiento del artículo 5º del Código Civil.". Y concluye ordenando que esa exposición sea publicada en el Diario Oficial y en la Gaceta de los Tribunales.
Es decir, existe en el espíritu de la legislación una búsqueda para que los titulares de los Poderes Públicos tengan la obligación de rendir cuenta y dar al país testimonio de lo que hacen y de lo que advierten en la realización de su trabajo.
Me parece que, en ese ejercicio, el que los Presidentes de la Cámara de Diputados y del Senado puedan desarrollar una tarea similar va en una correcta dimensión de equilibrio en materia de responsabilidad de los Poderes Públicos de dar cuenta de sus actos.
Dichas obligaciones son muy anteriores al fenómeno de la transparencia política, que es una de las señales de modernización del Estado a que asistimos en las últimas décadas. Y, en mi concepto, corresponden a la mejor tradición política chilena, cual es la de que las autoridades tienen que dar cuenta, deben decir: "Aquí nos hallamos. En esto ha estado este Poder. Esto es lo que hemos estado realizando. Esto es lo que debemos seguir haciendo".
Y el que se incorpore tanto al Presidente del Senado como al de la Cámara de Diputados ayuda en esa dirección.
Es más, si uno revisa los antecedentes, podrá apreciar que dicha obligación se ha ido haciendo parte de muchas autoridades. Los alcaldes, por ejemplo, deben dar cuenta todos los años de la gestión de su municipio. Y lo hacen ante la comunidad.
Es factible que el cumplimiento de tal obligación se preste para un acto político -entre comillas- de publicidad de la gestión de los ediles. Pero, al final, los hechos empiezan a hablar por sí mismos.
Yo he asistido a muchas cuentas públicas rendidas en el ámbito del municipio. Al final, por cierto, se hace un esfuerzo por mejorar lo obrado. Sin embargo, la realidad es más fuerte y la gente percibe cuándo tiene un buen o un mal alcalde, cuándo la cuenta es verdadera o no.
En consecuencia, creo que este es un ejercicio republicano que tiene valor por sí mismo. Y por eso he apoyado la iniciativa en debate.
Señor Presidente, a la mencionada obligación se suma otra: la de que los parlamentarios rindan su propia cuenta.
Es cierto lo dicho aquí por varios señores Senadores: estamos permanentemente expuestos a la opinión pública; quizás como ningún otro Poder del Estado , tratamos de hacer todo de la manera más transparente posible, y, por consiguiente, pareciera no ser necesario que demos cuenta de nuestras actividades en forma individual.
El Honorable señor Navarro recordó lo relacionado con la página web de esta Corporación.
En efecto, hace algunos años nos tocó ayudar a la transformación de esta Cámara en un Senado verdaderamente ciudadano cuando, desde su Presidencia , dimos a aquella página plena transparencia, en todo sentido, en cuanto a lo que aquí ocurre: aspectos económicos, asistencia a Comisiones, votaciones, en fin.
Probablemente, todavía falta mucho más. Y las Mesas sucesivas han ido profundizando ese ejercicio de transparencia.
Asimismo, se otorgaron facilidades para que cada Senador tuviera su página web; porque solo unos pocos disponían de ella. Y ese esfuerzo en el plano individual también contribuye a la transparencia.
Sin embargo, no es lo mismo el contenido de las informaciones de prensa o lo que figura en la página web personal que la existencia de un testimonio objetivo, una especie de radiografía de la hoja de vida de cada parlamentario donde se consigne cada hecho y cada actividad que se registren, año tras año, para su evaluación en el tiempo.
Debemos recordar que los Senadores duramos ocho años en el cargo. Por ende, la gestión realizada en ese período podría no estar en la memoria de nuestros electores. Y si algunos de nosotros vamos a la reelección, todo ciudadano debería tener acceso al conocimiento de lo que ha sido nuestra labor en la Cámara Alta, de cómo hemos votado, etcétera.
Pienso que cada día más la gente busca esa información. Entonces, ¿por qué no facilitarla? Y así evitaremos que por demagogia, por recursos o por cualquier fórmula electoral de última hora resulte reelegido alguien que ha sido un muy mal Senador y no aquel que a lo mejor carece de capacidad retórica pero se ha mostrado como gran parlamentario por su trabajo y sus obras durante ocho años.
Pienso que aquí hay algo de valor y que no debemos sentir temor.
Sé que el mundo político pasa por uno de los períodos de mayor desprestigio. Y es un fenómeno no solo nacional, sino también internacional: donde uno va se topa con esta misma realidad.
Quizás esta iniciativa ayude. Porque, cuando uno tiene que esmerarse en transmitir a la gente lo que lleva a cabo, se preocupa de hacerlo y de hacerlo bien. Por consiguiente, cuando emite información no puede inventar, por ejemplo, que acudió siempre a una Comisión si después el Secretario del Senado va a testimoniar que no asistió a todas las reuniones. Porque las cifras, cuando son llevadas día a día y registradas con celo y cuidado, proporcionan la información correcta.
De ese modo, la gente se puede formar una opinión sobre la verdadera gestión de cada parlamentario. Y el hecho de que este deba comunicarla lo obliga a hacer un esfuerzo.
Sé que muchos rinden cuenta y, para ello, confeccionan documentos. ¿Pero por qué no contribuir a dar esa información a la ciudadadía?
El Honorable señor Cantero habló de la accountability. Y es cierto lo que señaló: "Estamos muy limitados porque este Poder es limitado". Está bien. Pero son las reglas del juego. No las vamos a cambiar. Pero del ejercicio de nuestras atribuciones -son menos que las que desearíamos tener- demos cuenta.
¿Y por qué no rendimos cuenta también de nuestra responsabilidad en el ejercicio de los cargos que desempeñamos?
Señor Presidente , desde hace mucho tiempo vengo propiciando distintos tipos de iniciativas para ayudar a la transparencia. Por ejemplo, la relativa al acceso a la información pública. Considero que son materias que contribuyen a que la gente se forme una opinión correcta, justa, acerca del accionar de los parlamentarios. ¿Por qué? Porque me parece que el juicio existente sobre nuestra gestión es más bien un prejuicio. Y este tiene que ver con las imágenes que se tienen de nosotros, pues los medios de prensa transmiten lo que estiman adecuado -a lo mejor, lo que deseamos que se transmita- o no reflejan en su información todo lo que hacemos.
¿Cómo rompemos ese prejuicio? Contando la verdad, no inventando cosas. Y este proyecto puede contribuir. No resolverá por completo el problema. Probablemente, son muchas más las cosas que debemos hacer para terminar con esa imagen de desprestigio o de poca efectividad que tenemos los políticos. Pero me asiste la convicción de que con medidas de esta naturaleza ayudaremos en esa causa.
Y no debemos preocuparnos de nada, salvo que carezcamos de gestión para exhibir.
Yo -lo digo con mucha honestidad- llevo algunos años en esta Corporación, y tengo la sensación de que hay muy buenos Senadores (no me atrevo a hablar de la Cámara Baja porque a los Diputados los ubico menos). Conozco la gestión de la gran mayoría de los Senadores. He participado en diferentes Comisiones, con distintas miradas. Y creo que Chile, si conociera bien la labor que se realiza aquí, sentiría mayor orgullo de sus Senadoras y Senadores.
En consecuencia, lejos de temer a la rendición de cuenta, soy partidario de ella, para que la gente tenga sobre los parlamentarios, no prejuicios, sino juicios fundados en la realidad.
En esa línea debería ir avanzando la modernización del Congreso, que presenta una dificultad enorme para transmitir su quehacer, por muchas razones, que no entraré a analizar. Desde luego, por el lenguaje y por los tiempos, que son muy distintos para la ciudadanía y para nosotros; aquella ve la ejecutividad, la obra realizada, la obra concreta.
Nuestra labor es muy difícil. ¿Cómo exponer el trabajo que hacemos cuando llevamos a cabo una gran discusión legislativa sobre cualquier materia?
El señor FREI, don Eduardo ( Presidente ).-
Terminó su tiempo, señor Senador.
El señor LARRAÍN .-
Es muy complicado. Hay una abstracción distinta de aquel que está en el Ejecutivo , en el municipio, quien puede mostrar obras concretas que la gente visualiza y valora.
Por lo tanto, señor Presidente -termino con esto-, creo que aquí se abre la oportunidad de dar un paso positivo en la transparencia de nuestras actividades, tanto de las Mesas del Congreso como de la función propia de los parlamentarios. Estoy seguro de que eso ayudará a la gente a tener debido conocimiento de nuestra labor, nos obligará a realizar cada día mejor la tarea que nos compete y posibilitará que el juicio ciudadano sea sobre la base de hechos y no de prejuicios.
He dicho.
El señor FREI, don Eduardo ( Presidente ).-
Quedan cinco inscritos.
Como va a finalizar el tiempo del Orden del Día, propongo iniciar la votación e ir fundamentando el voto. De lo contrario, deberemos dejar el proyecto para mañana.
Tiene la palabra el Honorable señor Horvath.
El señor HORVATH.-
Señor Presidente, hay dos ideas en esta iniciativa. Por lo tanto, es lógico votarla solo en general y abrir plazo para presentar indicaciones. Ello, recogiendo los antecedentes que he escuchado en la Sala.
El señor FREI, don Eduardo (Presidente).-
Por supuesto.
El señor HORVATH.-
Perfecto.
El señor FREI, don Eduardo (Presidente).-
En votación general el proyecto.
--(Durante la votación).
El señor FREI, don Eduardo (Presidente).-
Tiene la palabra el Honorable señor Gazmuri.
El señor GAZMURI.-
Señor Presidente, en esta confusión que se ha creado, coincido bastante con el Senador Larraín...
El señor ÁVILA .-
¡No es nada nuevo...!
El señor GAZMURI.-
¿y no con el Senador Longueira.
Me parece que se trata de una iniciativa bastante razonable y simple, que no va a resolver todos los problemas de vinculación entre el Congreso y la ciudadanía. Eso es evidente.
Que se dé una cuenta anual -habrá que determinar dónde, cómo y bajo qué circunstancias- ayuda. No veo cómo podría entorpecer, qué escarnio se podría hacer.
Todas las autoridades rinden cuenta. Entonces, no veo razón para decir que esto "va a aumentar el desprestigio". No alcanzo a entender el argumento de algunos de mis colegas.
Además, es una instancia que puede ser utilizada de buena manera. Porque dar a conocer lo que hacen los entes del Estado constituye una de las tareas pendientes. Y que no se haya efectuado hasta ahora no significa que no sea factible hacerlo e inaugurar una tradición que puede resultar útil.
La segunda idea contenida en la iniciativa, consistente en que se lleve un registro de la actividad legislativa de cada parlamentario, también me parece por completo razonable. En la práctica, ya lo estamos haciendo; solo habría que ordenarlo -por decirlo de algún modo- en una especie de bitácora individual.
Como se ha señalado acá, de un tiempo a esta parte, en general, hemos aumentado mucho la transparencia de nuestra actividad. Hasta hace poco no había registro de asistencia en Comisiones; hoy día existe. Tenemos asimismo registro de votaciones. Y esa información es accesible. Seguramente, no muchos ciudadanos la consultan; pero algunos sí lo hacen. Y eso, a mi juicio, va incrementando la responsabilidad parlamentaria.
La idea de rendir cuenta en nuestras circunscripciones me parece igualmente razonable. Habrá quienes utilicen dicha instancia de mala manera; otros darán una muy buena cuenta. En definitiva, resolverán los ciudadanos.
No veo qué daño puede provocar eso.
Entonces, puestas las cosas en su lugar, pienso que se trata de medidas que ayudan en un asunto que es más vasto: la vinculación entre instituciones y ciudadanos, y particularmente entre el Parlamento y estos.
Estoy de acuerdo en que aquí hay cuestiones mucho más de fondo. Y coincido con lo señalado por el Senador señor Cantero en el sentido de que existe en Chile un régimen hiperpresidencialista, con un Congreso muy desprovisto de atribuciones que sí tiene la mayoría de los Parlamentos del mundo, incluso en países con régimen presidencial.
No obstante, eso es materia de un debate constitucional que considero indispensable, pero que en general ha encontrado muy poca receptividad entre los colegas del Honorable señor Cantero.
A mi juicio, debemos avanzar hacia un sistema semipresidencial -y eso va a colocar las cosas de otra manera-, donde haya gobiernos que cuenten con la confianza del Congreso y una figura presidencial que tenga atribuciones en asuntos de Estado fundamentales, como pueden ser las Relaciones Internacionales y la Defensa.
Se trata de una reforma exigida por nuestro régimen político. Porque el hiperpresidencialismo, efectivamente, ahoga la participación ciudadana y las instituciones representativas.
Pero ahí estamos hablando de una nueva Constitución, que creo que nuestro país necesita. Y ese es otro debate.
Sin embargo, mientras tengamos la Carta Fundamental que nos rige y las instituciones hoy existentes, que nos obliguemos a mayor transparencia y a mayor cuenta pública no resolverá todos los problemas, pero -no digo más que esto- puede ayudar.
Voto a favor.
El señor FREI, don Eduardo (Presidente).-
Tiene la palabra el Senador señor Arancibia.
El señor ARANCIBIA.-
Señor Presidente, lo primero que quiero plantear a propósito del debate habido esta tarde es mi rechazo a la idea de que alguien pueda pensar que los Senadores no tenemos el valor de enfrentar a la opinión pública, ya sea con un mensaje, con acción directa, con comunicaciones radiales o de cualquier otro tipo.
A estas alturas de nuestras vidas, la valentía de a lo menos hacer eso es una de las cosas que nos distinguen. De lo contrario, difícilmente estaríamos sentados en estos escaños.
Así que cuando escucho aquello reacciono, no con sorpresa -porque ya nada me sorprende-, pero sí con desagrado.
En lo personal, no abrigo ningún temor de enfrentar a la opinión pública. Y, de hecho, es algo que efectuamos en forma constante, sobre distintos temas, en foros y debates, y de cara a la opinión pública, frente a las personas.
De modo que descarto aquel elemento por lo menos de mi consideración.
En segundo lugar, aquí se ha hablado de transparencia.
La verdad es que dificulto haber sido más transparente que ahora. Porque estoy absolutamente expuesto. Y ello me alegra, me encanta, pues nada tengo que esconder: cualquiera puede saber cuándo vengo a la Sala, cómo voto, cuántos son mis recursos personales, cuál es mi asistencia. ¡Todo!
¡Lo que falta es un sensor en el asiento para determinar cuántas horas estamos en la Sala y evitar que pasemos de un lado a otro para que nos "hagan la asistencia"¿!
¡A lo mejor ese sería un signo de transparencia para conocer nuestra permanencia en el Hemiciclo y saber cuánto resistimos en él...!
¡Y después se podría colocar un sensor de dicción para precisar quién habla más o es más importante¿!
Todavía nos faltan cosas en el ámbito de la transparencia.
Señor Presidente , la verdad de las cosas es que, gracias a las gestiones de uno de los mentores de esta iniciativa, el Honorable señor Larraín , la página web del Senado hoy día es excelente. ¡Muestra todo lo imaginable!
Ahora, si a alguien se le ocurre algo más, pongámoslo. Yo estoy de acuerdo.
De otro lado, alguien mencionó aquí el problema de la concurrencia.
Pues bien, cuando la Presidenta de la República rinde cuenta a la nación el 21 de mayo -o sea, el acto más sublime y relevante del país-, hay que llevar gente a las galerías del Congreso Pleno. Y muchos Senadores y Diputados no concurrimos, por los compromisos de cada cual en esa oportunidad.
Y cuando digo lo anterior no estoy pensando en la cuenta pública de los Presidentes del Senado y de la Cámara de Diputados, sino en la nuestra, que sería -por expresarlo de algún modo- la segunda parte de la oración.
Para cuando yo deba rendir cuenta pública -no sé si en Valparaíso, Viña del Mar o San Antonio, o en las tres ciudades, conforme a mi circunscripción; eso habrá de solucionarse después-, visualizo una pequeña dificultad en la convocatoria.
Durante mi gestión he tenido actos requetecontra importantes a propósito de una corporación que creamos, donde se tocaban temas trascendentes. Y debíamos buscar a las personas una por una. Así que la concurrencia es algo que podríamos solucionar incluso por la vía de un pacto con amigos, para que la cuenta pública fuera más amena.
Por otra parte, existe una diferencia fundamental respecto del rol ejecutivo.
¡Por favor!
Aquí se hablaba de que dan cuenta la Presidenta de la República, los alcaldes, los gobernadores, los intendentes. ¡Pero dicho rol es absolutamente distinto al legislativo! Basta considerar las respectivas capacidades de acción. Y se ha señalado reiteradamente que en nuestro ámbito tenemos enormes limitaciones.
Considero justo que den cuenta pública los cargos ejecutivos; sin embargo, no veo haciéndolo a los consejeros regionales, a los concejales. Entonces, estamos llevando a un plano inadecuado lo relativo a la comunicación.
Todos concordamos en que rige un presidencialismo extremo. Pero si vamos a entrar en ese tema, se trata de otro proyecto, no del que nos ocupa. Lo mismo se aplica a la posibilidad de dar mayores atribuciones al Senado.
Por las razones expuestas, no estoy de acuerdo con el proyecto que dispone que demos una cuenta pública.
Voto en contra.
El señor FREI, don Eduardo (Presidente).-
Tiene la palabra el Honorable señor Pizarro.
El señor PIZARRO.-
Señor Presidente, voy a rechazar el texto propuesto, porque, siendo tal vez buena la idea, nos va a generar muchísimos problemas, desde conceptuales hasta de eficacia, en cuanto al objetivo que se pretende conseguir.
La iniciativa dispone que los Presidentes de las Cámaras informarán al Congreso Pleno sobre el trabajo legislativo realizado por la Corporación respectiva durante el período de sesiones anterior. Eso podría hasta objetivarse. Resulta complicado, mas se podría hacer.
Pero después se agrega que deberán poner en antecedentes sobre los proyectos pendientes más importantes y -lo que es más delicado- los desafíos más trascendentes que se observen para el período que comienza, lo cual resulta total y absolutamente subjetivo. ¿Cómo se decidirá al respecto? ¿Lo haremos en una reunión plenaria donde todos nos pondremos de acuerdo en qué es importante para uno y qué para otro?
Y, más encima, se trata de los desafíos que queden pendientes para el próximo período. ¿Cómo puede determinarlos una Mesa que, conforme al sistema vigente, termina su labor? Pienso que es algo que más bien se efectúa en el discurso de despedida del Presidente saliente , quien dice lo que ha tratado de hacer, y en el discurso en el que aquella que asume expone lo que desea realizar. Ello, sobre la base de que, según la mayoría que pueda existir en cada Cámara, se elige a determinada Mesa.
Me parece que esa parte del proyecto, finalmente, será un autogol gigantesco -como aquí se ha dicho-, que solo nos generará problemas.
Y, además, lo que se pone en cuestión después, producto del debate acerca de la cuenta en particular, es la esencia de lo que somos como parlamentarios.
La gente nos pregunta para qué somos elegidos. Pienso que, fundamentalmente, para dos cosas: una, para legislar -para eso venimos a Valparaíso-, y la otra -la ciudadanía la considera la más importante-, para representar a los electores.
El señor ÁVILA .-
¡Así es!
El señor PIZARRO.-
¿Y ante quiénes lo hacemos? Ante la opinión pública, las autoridades, los organismos y cualquier instancia adonde las personas entienden que sus parlamentarios, en el ejercicio de sus funciones por el mandato que les ha sido conferido, deben ir y expresar una voz que las interpreta.
En algunas ocasiones representamos a mayorías; en otras, a minorías, y a veces, a intereses legítimos de nuestros electores. ¿Cómo se puede evaluar o medir eso?
Estimo que se puede cometer, entonces, un error gravísimo.
Pongamos ejemplos que todos nosotros vivimos a diario. Si me evaluarán únicamente por la cantidad de veces que vengo a una Comisión y privilegio la función legislativa, les aseguro que lo más probable es que no obtenga ni un voto en la próxima elección. Si me evaluarán solo por el trabajo que realizo en terreno, se dir��: "A este caballero lo elegimos para que fuera a legislar y siempre está acá, en la zona".
Hoy día salí a las 7 de la mañana de Santiago, con destino a Illapel, donde tenía una reunión política con un importante sector productivo de la Región que represento, para analizar problemas críticos -lo que mis Honorables colegas hacen todos los días-, y viajé en la tarde a Valparaíso para asistir a la presente sesión. Pero la opción que tomé me significó no participar en dos Comisiones.
Entonces, ¿qué es lo más importante?
Expliqué a la gente que por estar allá falté a las Comisiones. ¿Y por qué lo hice? Porque debíamos preparar una reunión que se celebrará mañana entre los representantes de ese sector de pequeños productores agrícolas, de agricultura familiar campesina y crianceros, y las autoridades del mundo agrícola. ¿Para qué? Para encarar las dificultades de la sequía, de productividad, de falta de agua, etcétera.
¿Eso me lo evaluarán en el sistema de que se trata? ¿Aparece en el listado de siete puntos establecido en el proyecto? Me parece que no.
El texto también hace referencia a una cuenta anual de cada parlamentario.
¡Si nosotros le rendimos cuenta a la opinión pública!
Durante las campañas electorales he visto cuentas e informes fantásticos de candidatos a Diputado que han hecho "todo" lo realizado en el distrito. Ello incluye lo llevado a cabo por los Presidentes, los alcaldes, los concejales, los gobiernos regionales. ¡Todo! ¿Y son elegidos por eso? La ciudadanía decide en virtud de otras razones.
Existe un tercer elemento, no considerado aquí, que tiene que ver con el funcionamiento del sistema político. Nosotros debemos rendir cuenta también, desde el punto de vista político, a los partidos y los pactos o coaliciones a los que pertenecemos y por los cuales salimos elegidos. Porque nuestra tercera función es la de ser capaces de expresar acá una opinión política. Si no todos pensamos igual.
Y en el país, cuando se toman las decisiones políticas fundamentales, ello se hace por mayoría o por visiones de conjunto, a las cuales también tenemos la obligación de representar.
¿Eso me lo van a evaluar o a medir?
Porque significa, entonces, que estaríamos limitando absolutamente una parte de la esencia por la cual somos parlamentarios, que es tener capacidad de opinión política. Una cosa es lo técnico legislativo, y otra, lo político. Y, por eso, debemos cumplir equilibradamente la función de legislar, de representar.
Se podrían dar muchos ejemplos, señor Presidente.
Pero pienso que la iniciativa no nos ayuda. Lo que sí lo hace es avanzar en la transparencia de la información. ¿Por qué no pedimos a la Comisión de Ética del Senado -la que no hemos hecho funcionar- que nos sugiera algunas pautas de acción o lineamientos que se pudiesen implementar para informar mejor a nuestros electores; para lograr una mayor transparencia en la entrega de antecedentes, con el apoyo que pueda brindar la Corporación, a la ciudadanía y la opinión pública? Eso es perfectamente posible.
¿Cómo vamos a medir, además, el uso de los recursos que aquí se plantean? Algunos Senadores tienen una sola oficina en sus circunscripciones, mientras que otros cuentan con dos, tres, cuatro, cinco o seis. Da lo mismo. Cada cual lo decide por el aspecto político de la representación de sectores a los cuales quiere llegar. Para los efectos de la cuantificación, ¿será más el que tiene una oficina o será menos el de seis? ¿O viceversa?
Me parece que entrar en ese tipo de situaciones implica cercenar una parte esencial del cometido que debemos cumplir en nuestra función de representación electoral, política y de nuestras ideas. Porque en ello sí que no puede haber cuantificación.
Sobre el particular, señor Presidente , creo que el proyecto, siendo bueno, a la larga nos complica, nos mete en una camisa de fuerza. Sería muy difícil hacer comprender a la opinión pública la cuestión en análisis. Y, lo que es peor, creo que nosotros mismos estaríamos afectando la función para la cual hemos sido elegidos.
Voto en contra.
El señor FREI, don Eduardo (Presidente).-
Tiene la palabra el Senador señor Novoa.
El señor NOVOA .-
Señor Presidente, es una lástima que se haya puesto en votación el proyecto, porque parte del debate todavía no se había realizado.
Además, por lo que he escuchado, la iniciativa probablemente se rechazará, y puede quedar una imagen de que no deseamos ser transparentes.
Por mi parte, me voy a abstener, porque creo que no existe un problema de fondo -todos queremos transparencia-, pero sí uno de forma, que es lo que me preocupa.
¿Por qué digo que es de forma? Porque resulta muy difícil, o bien, a veces inconveniente, consagrar normas que en definitiva, por su complejidad o por distintas razones, sencillamente no se cumplen.
Aquí se cita el artículo 24 de la Constitución Política, cuyo inciso tercero dispone: "El 21 de mayo de cada año, el Presidente de la República dará cuenta al país del estado administrativo y político de la Nación ante el Congreso Pleno".
Con todo el respeto que me merecen quienes han desempeñado el cargo de Primer Mandatario , quiero saber quién de los presentes ha escuchado alguna vez una cuenta del estado administrativo y político del país. Desgraciadamente, ello no se cumple. Y, cuando en la Carta Fundamental o en una ley orgánica constitucional queda establecida una declaración en forma genérica, resulta muy difícil hacerla efectiva.
Distinto es el caso del Código Orgánico de Tribunales, citado por el Honorable señor Larraín , preceptiva que dice exactamente qué debe informar el Presidente de la Corte Suprema .
Entonces, creo que por lo menos debió haberse discutido más a fondo si es conveniente o no establecer obligaciones para los Presidentes del Senado y de la Cámara de Diputados, habida consideración de la dificultad de rendir cuenta en nombre de un organismo colegiado.
También respecto a la forma, y en lo concerniente a nosotros, pienso que realmente se ha avanzado mucho y que debemos hacerlo quizá aún más; pero para eso contamos con un instrumento mucho más simple: el Reglamento del Senado. Si observamos dificultades en la transparencia de nuestras acciones, en la rendición de cuentas de recursos, disponemos de esa normativa y de las Comisiones de Ética y de Régimen Interior para enfrentarlas. Y me parece que debemos progresar en cuanto a detalles: cómo se debe proceder; quién revisa las boletas y facturas.
Y eso -perdonen mis Honorables colegas que lo diga- no es cuestión de ley, sino, primero, de voluntad política nuestra, y segundo, de acuerdos internos.
Por eso, quizá debimos haber prolongado el debate y no habernos apresurado en la votación. Porque no me cabe la menor duda de que aquí nadie desea ocultar sus actividades; pero, a lo mejor, la forma planteada para hacerlo no era la más adecuada y el tratamiento de la rendición de una cuenta pública al país por parte de los Presidentes de ambas Corporaciones merecía realmente un análisis más a fondo.
Es muy difícil que el Presidente del Senado , quien es elegido para dirigir los debates, para aplicar el Reglamento, dé una cuenta que nos interprete a todos respecto a las metas cumplidas. Son distintas la rendición de cuentas de una autoridad unipersonal y la del Presidente de una Corporación.
Reitero: tenemos mucho que avanzar, quizá, en lo que concierne a nuestra propia acción; pero disponemos de los instrumentos necesarios para hacerlo, y debemos aplicarlos. Y considero que la Comisión de Ética, que no ha sesionado -como miembro de ella, asumo mi responsabilidad-¿
El señor PROKURICA .-
Sí se ha reunido.
El señor NOVOA .-
Así fue en una ocasión. Pero podría hacerlo mensualmente para analizar la marcha del Senado. No es necesario que ello ocurra cuando se suscita un escándalo o se formula una imputación a un integrante de la Corporación. Conviene que nos reunamos para ir viendo cómo vamos caminando respecto a los puntos que mencioné con anterioridad, que son muy importantes.
He dicho.
El señor FREI, don Eduardo (Presidente).-
Tiene la palabra el Honorable señor Ominami.
El señor OMINAMI.-
Señor Presidente, no pensaba intervenir en la discusión, pero la verdad es que me preocupa el giro crítico tomado por el debate, lo que se ha expresado en varias intervenciones.
Considero que la rendición de cuentas debiera ser un principio general propio de todas las instituciones. Y, en tal sentido, el Congreso presenta cierta anomalía.
No solamente las instituciones ejecutivas cumplen con hacerla. La llevan a cabo, por cierto, la Presidenta de la República, los alcaldes; los gobiernos regionales; pero, también, el Presidente de la Corte Suprema y el Ministerio Público, en la persona del Fiscal Nacional.
Por tanto, creo que estamos ante una singularidad que sería interesante corregir, entendiendo las complejidades que conlleva efectuar una rendición de cuentas en nombre de una institución pluralista como la nuestra.
Se pueden tener diferentes evaluaciones acerca de cómo se realiza ese trámite. La mía es más bien positiva respecto a las que llevan a cabo diferentes autoridades, aunque tengo claro que no significan la panacea, ni mucho menos, para resolver los problemas de distanciamiento entre las instituciones y la ciudadanía.
Pero lo que me preocupa es otra cuestión. Y por eso quise intervenir.
Percibo que existe una suerte de resignación en cuanto a que el asunto no tiene vuelta. Los argumentos que se esgrimen son que toda la situación se va a prestar para demagogia y que vamos a terminar saliendo trasquilados, porque los medios van a hacer escarnio de este tipo de institución.
Esas son las principales razones aducidas. Y en ellas quizá media cierta dosis de realismo, pero también de resignación -repito-, en orden a que el Congreso no tiene vuelta, a que no puede rendir cuenta y a que cualquier cosa que haga será malinterpretada. Y lo más grave es que esa actitud conlleva la conclusión de que los medios de comunicación nos ganaron la batalla; que cualquier cosa que realicemos será distorsionada por ellos, y que aquí no es posible transmitir mensajes positivos.
Reconozco que es muy difícil hacerlo, pero me parece que en vez de resignarse hay que tratar de luchar contra esa tendencia.
Por eso, voy a votar a favor de la iniciativa, entendiendo que estamos en la discusión general.
El proyecto junta, por lo demás, distintos elementos, porque entre la rendición de una cuenta institucional y la de una individual existen diferencias bien importantes. Cuando suscribimos la moción sobre la rendición de cuentas individual, ni siquiera existía la página web del Congreso. Y, por tanto, deberíamos poder replantear la discusión.
Desgraciadamente, nos hemos apresurado a votar, como aquí se ha observado; porque tengo la impresión de que no se va a reunir el quórum necesario para continuar el debate.
No sé si habrá alguna manera reglamentaria, señor Presidente ,...
El señor COLOMA .-
Sería necesario suspender la votación.
El señor OMINAMI.-
...de detener los pronunciamientos en curso, para los efectos de retomar con mayor profundidad el análisis sobre el asunto.
El señor LARRAÍN .-
Puede ser.
El señor ÁVILA .-
No.
El señor OMINAMI.-
Si hubiera unanimidad en la Sala para los efectos de realizar una discusión más a fondo y no aparecer hoy día simplemente negándonos a la aplicación, tanto colectiva como individual, del principio de rendición de cuentas, creo que sería una buena salida.
He dicho.
El señor FREI, don Eduardo (Presidente).-
Tiene la palabra el Honorable señor Naranjo.
El señor NARANJO.-
Señor Presidente , prácticamente la gran mayoría de las cosas están dichas.
El señor PIZARRO .-
¿No existe le posibilidad de suspender la votación?
El señor FREI, don Eduardo (Presidente).-
El Reglamento dispone que no puede ser interrumpida.
El señor NARANJO.-
A menos que medie unanimidad para hacerlo.
El señor FREI, don Eduardo (Presidente).- Así es.
El señor ARANCIBIA .-
No la doy.
El señor ÁVILA .-
Yo, tampoco.
El señor NARANJO.-
Ha quedado de manifiesto, señor Presidente, que hay visiones distintas sobre este punto.
Me parece que el Senado, la Cámara de Diputados y el Congreso, en general, como institución, debieran dar cuenta. Creo que de alguna manera se subestima nuestra labor justamente por registrarse un vacío en ese aspecto.
De hecho, dan cuenta el Presidente del Banco Central y el del Consejo de Televisión Nacional. Las instituciones y las organizaciones empresariales, también. Entonces, cabe preguntarse por qué el Congreso, como institución, no lo hace.
Ahora bien, no me parece que corresponda la intervención de los Presidentes de la Cámara de Diputados y del Senado, como lo dispone el proyecto, porque uno sería el eco del otro, al desarrollar prácticamente la misma actividad. Estimo que solo uno de ellos debería cumplir el trámite en representación del Congreso Nacional.
Entiendo la complejidad que reviste el asunto. Por lo menos en lo personal, sin que nadie me lo pidiera, di una cuenta durante muchos años, como Diputado, en cada una de las comunas que representaba. Y sé que ello lo valoran muy positivamente algunas personas y que a otras les da lo mismo.
Ese esfuerzo le significa un desgaste económico, físico y de convocatoria extraordinario a un parlamentario. Porque, claro, no tiene ningún sentido rendir cuenta ante cinco, veinte o treinta personas: deben ser actos verdaderamente masivos en donde el electorado se informe. Recuerdo que el Senador señor Gazmuri , incluso, asistió a uno de ellos en San Javier, donde fue uno de los comentaristas.
El señor NAVARRO .-
¡Superobjetivo!
El señor COLOMA .-
¡Buen comentarista!
El señor NARANJO.-
En cuanto a la medición del impacto o a si la gente considera que ello es más transparente, abrigo serias dudas. Creo que es suficiente que el Congreso, la institución como tal, rinda cuenta al país; pero me surgen interrogantes en cuanto a si la labor que cumplimos es eficaz en tal sentido.
Por eso, aunque no estoy de acuerdo con el concepto general del proyecto, voy a votarlo favorablemente.
El señor HOFFMANN ( Secretario General ).-
¿Algún señor Senador no ha emitido su voto?
El señor FREI, don Eduardo ( Presidente ).-
Terminada la votación.
El señor HOFFMANN ( Secretario General ).-
Resultado de la votación...
El señor RUIZ-ESQUIDE.-
Yo no he votado.
El señor HOFFMANN ( Secretario General ).-
La votación está terminada, señor Senador.
--Se rechaza el proyecto, por no haberse reunido el quórum constitucional requerido (12 votos a favor, 8 en contra, 5 abstenciones y 2 pareos).
Votaron por la afirmativa los señores Bianchi, Espina, Gazmuri, Girardi, Gómez, Horvath, Larraín, Naranjo, Navarro, Ominami, Orpis y Prokurica.
Votaron por la negativa la señora Alvear y los señores Arancibia, Ávila, Cantero, Kuschel, Longueira, Núñez y Pizarro.
Se abstuvieron los señores Chadwick, Coloma, Frei, Muñoz Barra y Novoa.
No votaron, por estar pareados, los señores Pérez Varela y Romero.
El señor RUIZ-ESQUIDE.-
¿Me permite, señor Presidente?
El señor FREI, don Eduardo (Presidente).-
Tiene la palabra, Su Señoría.
El señor RUIZ-ESQUIDE.-
Señor Presidente, solo deseo exponer un asunto de forma para la relación entre nosotros.
Cuando yo pida un segundo para emitir mi voto, le ruego que, en adelante, me niegue ese derecho usted y no el Secretario .
Muchas gracias.
El señor FREI, don Eduardo (Presidente).-
Señor Senador, la votación estuvo abierta durante 27 minutos y 6 segundos.
El señor RUIZ-ESQUIDE.-
Señor Presidente, eso no importa. Cuando se solicita votar, aunque sea en el último segundo, se suele respetar ese derecho.
El señor HOFFMANN ( Secretario General ).-
Señor Senador
El señor RUIZ-ESQUIDE .-
No voy a discutir más con usted, señor Secretario .
Si no se me va a permitir votar, prefiero que me lo diga el Presidente .
Muchas gracias.
El señor HOFFMANN ( Secretario General ).-
Perdón, Su Señoría. Yo solo me limité a decir que el señor Presidente ya había expresado la fórmula sacramental del Reglamento: "Terminada la votación".
En consecuencia, después de ello, no hay posibilidad reglamentaria de votar.
El señor RUIZ-ESQUIDE.-
En adelante, que me lo diga el Presidente.
Gracias.
"
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- bcnres:esParteDe = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/637475/seccion/akn637475-po1
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