-
http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/637719/seccion/akn637719-ds111
- bcnres:tieneTipoParticipacion = bcnres:Intervencion
- bcnres:tieneEmisor = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/2861
- rdf:type = bcnres:Participacion
- rdf:type = bcnres:SeccionRecurso
- bcnres:tieneCalidad = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/cargo/1
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/2861
- rdf:value = "
El señor BERTOLINO ( Vicepresidente ).- Tiene la palabra el diputado Sergio Bobadilla.
El señor BOBADILLA.- Señor Presidente , quiero destacar la actitud de nuestro Gobierno, desde el Presidente de la República hasta el funcionario más modesto de nuestra región respecto de los incendios del 1 de enero, que todos lamentamos. Con ellos, la Región del Biobío fue una de las más afectadas.
Quiero destacar, en forma muy especial, la presencia del Presidente Sebastián Piñera durante el incendio, quien visitó a las familias afectadas, particularmente en la comuna de Florida, cuyos vecinos están agradecidos porque se sintieron respaldados y acompañados en una situación tan compleja como la que nos tocó vivir.
También quiero destacar la presencia del ministro del Interior, don Rodrigo Hinzpeter, y del subsecretario de Agricultura, que fueron las primeras autoridades, junto con el intendente regional, que estuvieron con los damnificados.
Asimismo, destaco la presencia del ministro de Agricultura, quien antes de que se extinguiera el incendio, por instrucciones de nuestro Presidente, estaba entregando un bono de 400 mil pesos a los damnificados, sin ningún trámite previo.
Reitero, antes de que se extinguiera el incendio, a diferencia de lo que ocurrió luego del terremoto del 27 de febrero de 2010, cuando las personas de la Región del Biobío vivían las consecuencias de semejante tragedia, las autoridades de Gobierno brillaron por su ausencia.
Mis palabras de reconocimiento para el Presidente de la República, para los ministros del Interior y de Agricultura, no solo por su presencia en el lugar, sino que por la entrega oportuna de recursos para que los damnificados empezaran a rehacer sus vidas.
También quiero decir que he recogido el testimonio de un agricultor de la zona, de la comuna de Florida, provincia de Concepción, Octava Región, y quiero dar lectura a la siguiente carta abierta que ha difundido en los medios locales y también a algunas autoridades:
“Incendios forestales.
Nuevamente tenemos que lamentar incendios forestales de gigantescas proporciones en la Región del Bíobío, en forma especial en las comunas de Florida, Quillón y Ránquil , que hasta el momento suman del orden de 25.000 hectáreas destruidas. La gran mayoría corresponde a bosque nativo, plantaciones de pinos, eucaliptus, frutales, cereales, pastizales, animales domésticos, casas, galpones, cercos, vehículos, etcétera.
Si se hace un rápido análisis de cómo llegó a producirse semejante tragedia se puede establecer:
Las plantaciones de pinos y eucaliptus, estimadas en más de dos millones de hectáreas, han llenado un serio vacío que dejó el histórico mal uso del suelo, que destruyó su potencial productivo en menos de 200 años por el uso recurrente del fuego para limpiar las áreas silvestres y, del arado en busca de precioso trigo, grano que alimenta a todo el país.
Las plantaciones aludidas son una clara muestra del desafío cumplido por proteger los suelos extremadamente degradados por la erosión hídrica, los cuales están encontrando lentamente la fertilidad perdida.
Acertada la decisión de grandes y medianas empresas de reforestar y extraer de esas tierras valores que han generado gran riqueza económica con el aporte del decreto ley N° 701. Esto ha fortalecido sus bases, formando un imperio forestal que traspasa sus límites para ubicarse en países que aún no se percatan de lo que se puede cosechar cuando en alguna medida la innovación se une a la increíble capacidad de los suelos de entregar riqueza casi de la nada.
Todas las empresas forestales deben estar conscientes de que la introducción masiva de especies exóticas como el pino insigne, ha originado trascendentes alteraciones en la ecología de los sectores, entre ellas han influido la alta densidad por hectárea, sin espacios libres a su alrededor y exceso de residuos sensibles a la combustión.
El pino y el eucaliptus han sido introducidas en el país, aprovechando sus características de alta resistencia a la sequía y buen desarrollo en todo tipo de suelos. Esta adaptación tan singular se debe a que en sus sitios de origen viven en zonas más áridas que las nuestras, mostrando un excepcional desarrollo. Todo esto debe llamar la atención a quienes plantan especies exóticas, buscando el racional aprovechamiento, lo que debe suceder sin afectar las condiciones ambientales de los sitios originales.
Las empresas forestales no ignoran que las plantaciones de pinos han mostrado alta sensibilidad al fuego, especialmente cuando en los meses de verano enfrentamos altas temperaturas con baja humedad ambiental y fuertes vientos que pueden sobrepasar los 50 kilómetros por hora. Estas condiciones, en tragedias anteriores y en la que vivimos en esta primera semana de enero, nos mostraron nuevamente que las altas temperaturas generadas por un incendio forestal pueden ocasionar que una plantación de pinos en cosa de minutos se destruya y el fuego se propague a viviendas, plantaciones, y lo que es aún más grave, pérdidas de vidas humanas.
El calor generado por la combustión puede atacar tan intensamente que sin necesidad de llama directa y sólo por radiación calórica puede quemar a más de 10 metros por ignición espontánea. Los pinos acosados por el fuego se queman como verdaderas antorchas gigantes por el alto nivel de oxígeno que entra por el tiraje de la enorme chimenea. Esto se debe a la estructura de sus hojas llamadas acículas, que en forma de agujas abiertas quedan expuestas al fuego. Además, el pino insigne posee gran cantidad de resina que sale al exterior del árbol en forma de gas por la alta temperatura que genera, quemándose violentamente.
¿Dónde está el problema?
Los silvicultores que han plantado grandes extensiones han ignorado que la masificación de las plantaciones forestales sin límites pueden causar severos problemas a ellos mismos, como fue la destrucción total de la planta de paneles de Nueva Aldea, y al vecindario, por crear un entorno artificial y facilitar su combustión, destruyendo a su paso bienes de lugareños, personas de bajos recursos, inocentes ante la pérdida de viviendas, galpones, cercos, bienes personales y activos como plantaciones, frutales, animales, etcétera.
El pino insigne nos ha traído protección al suelo y riqueza para quienes ofrecen un manejo más técnico, pero que también incluya el sentido común y la forzada realidad que estamos viviendo, lo que exigirá repensar la forma de plantar y su posterior manejo. La realidad es que una gran extensión de la superficie forestada constituye para el país un severo riesgo en caso de incendio con condiciones ambientales adversas.
Para disminuir los riesgos y daños consecuentes, es necesario bajar la densidad de árboles por hectárea para generar así menos residuos, facilitando su manejo. También sería muy importante prohibir la plantación dentro de 50 metros, a lo menos, en toda la superficie predial, para así generar un menor riesgo de propagación del fuego del área forestada.
Todo esto requiere de conciencia pública y respeto por la naturaleza, de todos los ciudadanos, especialmente de nuestros legisladores, quienes deben entender que solo un conocimiento acabado del problema generará leyes modernas y adecuadas en la protección de plantaciones, del suelo y de todo bien que esté al alcance del fuego.
Creo que, al menos, debería existir responsabilidad social -moral de las empresas involucradas en este desastre, que debe expresarse en reconstruir parte de lo perdido, de lo más urgente, para atenuar las pérdidas sufridas.
El Gobierno, por medio de su nuevo ministro de Agricultura , don Luis Mayol Bouchon , en conjunto con la ministra del Medio Ambiente , señora María Ignacia Benítez , deben ser los organismos que entreguen las normas adecuadas a la real necesidad que tiene el Chile forestal de hoy, para que se pueda modernizar la Ley de Bosques y el decreto ley N° 276, que regula el manejo del fuego. La idea es que los que transgredan las nuevas disposiciones legales sean imputados y sancionados. El fuego no hay que manejarlo, hay que prohibirlo, haciéndonos así partícipe de las exigencias de toda la ciudadanía y respetando a la vez el acuerdo del Protocolo de Kioto, que como país civilizado debemos cumplir”.
Firma esta nota el agricultor Carlos Crovetto Lamarca , de la comuna de Florida.
He dicho.
"
- bcnres:esParteDe = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/637719/seccion/akn637719-ds1-ds2
- bcnres:esParteDe = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/637719