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El señor MONCKEBERG, don Nicolás ( Presidente ).- Esta sesión se motivó en una solicitud suscrita por 47 diputados, con el objeto de analizar los contenidos de la programación que emiten los canales de televisión abierta chilenos y cómo se vislumbra el futuro de la televisión digital en el país.
Han sido citados el ministro de Transportes y Telecomunicaciones, el subsecretario de Telecomunicaciones y el presidente del Consejo Nacional de Televisión .
Solicito el acuerdo de la Sala para que el presidente del Consejo Nacional de Televisión pueda hacer uso de medios electrónicos durante su exposición.
Acordado.
En el tiempo previo de 15 minutos, contemplado el artículo 74 del Reglamento, tiene la palabra, por 7 minutos, la diputada Mónica Zalaquett.
La señora ZALAQUETT (doña Mónica).- Señor Presidente , por su intermedio agradezco esta tarde la presencia del ministro de Transportes y Telecomunicaciones , señor Pedro Pablo Errázuriz ; del subsecretario de Telecomunicaciones , señor Jorge Atton , y del presidente del Consejo Nacional de Televisión , señor Herman Chadwick .
Junto con el diputado Issa Kort , actual presidente de la Comisión de Familia, y gracias al apoyo de 47 diputados de todas las bancadas, solicitamos esta sesión especial, dada nuestra consideración sobre las implicancias psicosociales de los contenidos de la televisión en el futuro de nuestra sociedad.
El país se ha dado toda una institucionalidad para regular el correcto funcionamiento de la televisión. Nuestra Constitución Política de la República consagra, en su artículo 19, número 12°, “La libertad de emitir opinión y la de informar, sin censura previa,”. Sin embargo, en el entendido de que ninguna garantía constitucional es absoluta, ese mismo numeral establece la existencia de un Consejo Nacional de Televisión, el cual está encargado de velar por el correcto funcionamiento de este medio de comunicación, entendiéndose por tal el permanente respeto, a través de su programación, a los valores morales y culturales propios de nuestra nación, a la dignidad de las personas, a la protección de la familia, al pluralismo, a la democracia, a la paz, a la protección del medio ambiente y a la formación espiritual e intelectual de la niñez y la juventud, dentro de dicho marco valórico.
Para cumplir con el mandato constitucional, el Consejo Nacional de Televisión tiene la supervigilancia y fiscalización en cuanto al contenido de las emisiones que a través de los canales se efectúen. Para esto, el Consejo Nacional de Televisión ha dictado normas generales en las que se establece que se prohíbe a los servicios de televisión las transmisiones de cualquier naturaleza que contengan violencia excesiva, truculencia, pornografía o participación de niños o adolescentes en actos reñidos con la moral o las buenas costumbres.
Asimismo, mediante normas especiales se ha establecido que las películas cinematográficas calificadas para mayores de 18 años, al igual que la publicidad de tabacos y bebidas alcohólicas, solo pueden ser transmitidas entre las 22 horas y las 6 de la mañana.
Atendido todo lo anterior y la regulación existente, muchas veces me sorprende el contenido de distintos programas de televisión, especialmente en horarios en los cuales niños y adolescentes ven televisión en sus casas.
Claramente, nuestra sociedad ha cambiado. Hoy, la mayoría de los hogares chilenos tiene acceso a la televisión y, lamentablemente, esta se ha transformado en la cuidadora y educadora de nuestros hijos.
Además, somos testigos de una relativización moral de nuestra sociedad, lo que, muchas veces, también se ve reflejado en los contenidos de la programación.
Hace una semana, el Consejo Nacional de Televisión publicó el anuario estadístico “Oferta y consumo de la televisión abierta 2011”. Una de las primeras conclusiones que uno puede sacar de ese estudio, a partir de la correlación existente entre lo ofertado y lo consumido, es la vigencia de la inquietud respecto a si las personas consumen lo que les dan, o si lo que ofrecen los canales es lo que la ciudadanía requiere ver. El tema es relevante; de nada sirve exigir mayor cantidad de cultura en horario prime si en él la gente quiere ver misceláneos o reality shows.
Por otra parte, el género más consumido durante el 2011 fue el informativo, el cual también es muy consumido por menores de edad. Por esto, la decisión respecto a los contenidos que se abordan y la forma en que estos son transmitidos al público, debe ser tomada con responsabilidad y criterio.
Los equipos de prensa a cargo de los noticiarios deben ser conscientes del rol social que cumplen. No solo se trata de entregar una información; el contexto en que ella se entrega y la forma de hacerlo, sin duda impacta en la interpretación que le da el televidente. Así, el hecho de que un importante porcentaje de los noticiarios esté dedicado a hechos delictuales del día, evidentemente influye en la percepción de inseguridad existente en la ciudadanía; pero también -depende de la forma en que esto se aborde- puede ayudar a las personas a protegerse de manera efectiva e identificar las situaciones de mayores riesgos para, así, poder evitarlas.
Hay espacios que podrían ser utilizados para contribuir a informar a la ciudadanía respecto de temas sensibles, como el ejercicio de los derechos como consumidor, la aplicación de la ley de tolerancia cero en el manejo bajo la influencia de alcohol y la aprobación de nuevos programas que benefician a determinados grupos de nuestra sociedad.
Señor Presidente, en nuestra sociedad, la televisión está llamada a cumplir un importante rol, que no debemos dejar que se vaya de nuestras manos.
Otro antecedente preocupante es que la televisión destinada a niños y niñas menores de doce años solo alcance el 12 por ciento de la oferta general; que la destinada a adolescentes solo represente el 3,9 por ciento, y que la destinada a niños menores de cinco años, apenas llegue al 1,9 por ciento. La inquietud que surge aquí es sobre la educación que se genera en este caso. ¿Los niños no ven televisión al no encontrarse con programas adecuados a su edad o, simplemente, ven programas que no necesariamente son para ellos?
Más grave que lo anterior es que el 23,6 por ciento del total de consumo de los menores de entre cuatro y doce años, se concentró entre las 22 horas y las 5.59 horas de la mañana, es decir, en un horario no protegido. Los programas más vistos por ellos fueron reality shows y uno misceláneo con harto contenido erótico y de lenguaje poco apropiado para menores de edad.
Claramente, aquí no podemos culpar a los canales de televisión por lo que ven nuestros hijos después de las 22 horas, horario que sabemos es para adultos. Sin embargo, dado que las costumbres de nuestra sociedad han cambiado, tal vez sea adecuado que el Consejo Nacional de Televisión revise la norma respecto al horario de adultos, obligando a los canales a posponer la entrega de ese contenido, por ejemplo, a partir las 23 horas.
La discusión que se da hoy en cuanto a los contenidos de la televisión nacional es absolutamente atingente. Por una parte, conocemos la consolidación de la tendencia a preferir los programas nacionales, lo que implica la responsabilidad de todos los canales de televisión respecto de los programas que producen. Por otra parte, se está tramitando en el Senado la iniciativa de ley sobre la televisión digital, que plantea nuevos desafíos en relación con los contenidos, pues existirá la posibilidad de segmentarlos y orientar cierta programación a un televidente específico.
Aun cuando creo firmemente en la libertad de las personas y en la libertad que tienen los canales de televisión para transmitir los programas que estimen adecuados, de acuerdo a su línea editorial, me preocupa la forma como se abordan ciertas temáticas. No podemos olvidar el rol social de los canales de televisión, del cual no se pueden desprender ni debemos dejar que ello ocurra. La credibilidad que tienen como medios de comunicación los debe hacer sentir más responsables respecto del contenido que transmiten al público, más allá de sus responsabilidades legales o administrativas.
Por esto, me cuesta entender la cobertura que, por ejemplo, diversos canales de televisión, en distintos programas, entregaron a la supuesta predicción de un terremoto que ocurriría en Chile el domingo 20 de mayo, en circunstancias de que hay claridad respecto a que no existen elementos tecnológicos ni humanos para predecir terremotos. Por lo tanto, a todas luces se trataba de una información que debía ser tratada con cuidado por la alarma pública que se podía generar.
El Consejo Nacional de Televisión o el Consejo de Ética de los Medios de Comunicación debiesen tomar acciones en esta materia y establecer alguna metodología o lineamiento para que estos temas sean tratados con más seriedad.
El señor MONCKEBERG, don Nicolás ( Presidente ).- Diputada Zalaquett, ha concluido su tiempo.
Puede seguir con cargo al tiempo de su bancada.
La señora ZALAQUETT (doña Mónica).- Muchas gracias, señor Presidente .
Aquí no solo se generó pánico en la población, sino que también se hizo un tremendo daño a la industria del turismo en el país. Diversas organizaciones de turismo han dado a conocer el impacto que tuvo este rumor en la ocupación de servicios y actividades que se desarrollan en ciudades cercanas al mar. No podemos olvidar que ese era un fin de semana largo, que, como otros, son de gran importancia para la industria y el emprendimiento en el país. Pequeños microempresarios de la industria del turismo, que esperan con ansias la llegada de estas fechas que generan mucho turismo interno, los cuales dependen de ellas para su subsistencia, se vieron perjudicados por la insensatez con que algunos medios de comunicación abordaron el tema.
También creo que hay que revisar el tratamiento que algunos programas de distintos géneros dan a ciertos temas, como la violencia intrafamiliar, el maltrato físico y psicológico en una pareja de pololos y la violencia contra la mujer. Me preocupa, especialmente, cuando estos temas se tocan en horarios en que los padres no se encuentran en sus casas, para educar y guiar la información que sus hijos reciben. Es verdad que en los padres recae la primera responsabilidad de educar a sus hijos y la libertad de hacerlo conforme a sus creencias. Sin embargo, creo que el Estado, a través del Consejo Nacional de Televisión, también tiene un rol que desempeñar, en este caso, proteger a esos menores de edad y contribuir en su formación. Por eso, así como el Consejo se puede referir a materias como los horarios en que se transmiten las películas para mayores de 18 años y las horas de programación cultural que deben transmitirse, y debe sancionar a un canal cuando un programa transgrede ciertas normas, creo que también puede entregar directrices respecto de la forma de abordar el tema de la violencia en general.
Los medios de comunicación en general y la televisión en particular tienen un deber de informar y de guiar al público que los ve. No puede suceder que, mientras el Gobierno realiza una campaña para combatir la violencia intrafamiliar, en un programa de televisión, sea matinal, teleserie o reality show, este tema no sea tratado con la gravedad que tiene; que se fomente el silencio, en vez de la denuncia; que hagan parecer al agresor como héroe frente a sus pares o a la víctima como provocadora de la agresión, sin entregar un contexto adecuado.
Hace algunas semanas nuestro país fue anfitrión del Encuentro anual del grupo de mujeres parlamentarias, donde se abordó la violencia de género y la forma como los presupuestos nacionales se hacen cargo de esta realidad. Una de nuestras conclusiones tenía relación, justamente, con el esfuerzo mancomunado que deben hacer el Gobierno, el Congreso Nacional, los gobiernos locales y las instituciones privadas para combatir con intensidad este flagelo.
Por eso, me provoca mucha frustración que, mientras muchas instituciones hacen grandes esfuerzos por combatir la violencia física y psicológica que afecta a muchos de nuestros hogares, algunos programas de televisión aborden este problema con una liviandad tal, que desdibuja un mensaje que tanto ha costado generar.
Por lo tanto, me gustaría que el Consejo Nacional de Televisión jugase un rol más activo en el control de los contenidos que se transmiten, en especial, porque cada día son más las denuncias que se realizan por considerar que se está vulnerando la dignidad de la persona. Creo que no hay peor mensaje para nuestra sociedad que dejar de tratar a las personas con la dignidad que se merecen. Ese debe ser el principio rector que guíe el actuar de la televisión y el de nosotros mismos.
He dicho.
El señor RECONDO (Vicepresidente).- En el tiempo previo restante, tiene la palabra el diputado señor Issa Kort.
El señor KORT.- Señor Presidente , por su intermedio, saludo al ministro de Transportes y Telecomunicaciones , al subsecretario de Telecomunicaciones y al presidente del Consejo Nacional de Televisión , que hoy nos acompañan.
Hemos solicitado la realización de esta sesión especial, porque transversalmente nos inquieta lo que la televisión, como el gran medio masivo de comunicación social que es, está transmitiendo a las familias chilenas.
De acuerdo con los resultados de la VII Encuesta Nacional de Televisión, presentada por el Consejo Nacional de Televisión, que constituye la principal medición sobre la televisión en nuestro país, desde 1996 al 2011, la cantidad de televisores en los hogares chilenos ha aumentado sostenidamente, llegando a 98 por ciento y existiendo a la fecha un promedio de 2,7 aparatos de televisión por hogar.
Junto con lo anterior, el tiempo promedio diario que una persona ve televisión abierta en nuestro país alcanza las 2 horas 36 minutos, que se eleva a un total de 4 horas diarias si sumamos también la televisión pagada. Asimismo, 73 por ciento de los entrevistados declara ver televisión en familia, ya sea durante la semana o el fin de semana.
Estas cifras no hacen otra cosa sino confirmar el gran alcance que hoy tiene la televisión en nuestra sociedad, y que luego de estos casi sesenta años de existencia en nuestro país ha logrado generar hábitos de consumo muy significativos en todos los estratos socioeconómicos. Lejos de criticar este alcance, lo valoro y aplaudo, porque la televisión se ha convertido en el gran medio de comunicación masivo que nos ha permitido, como sociedad, informarnos de manera oportuna de lo que ocurre en Chile y en el mundo, y unirnos como chilenos mediante programas como la Teletón, mundiales de fútbol, juegos olímpicos, cadenas nacionales, entre otros.
Pero, justamente por la importancia que como sociedad le asignamos a la televisión y por la influencia que tiene en los hogares chilenos, no podemos obviar el hecho de que el contenido de sus emisiones parece alejarse muchas veces de los objetivos que este medio debiera cumplir para con la sociedad. Como Presidente de la Comisión de Familia de la Cámara , me preocupa esta materia. Por eso es bueno analizar como Corporación el contenido que algunos programas de televisión están haciendo llegar, especialmente, a los niños y jóvenes de nuestro país.
El tema que nos convoca hoy no es menor. Nuestra Constitución Política, en su artículo 19, número 12°, consagró como un derecho fundamental “La libertad de emitir opinión y la de informar, sin censura previa, en cualquier forma y por cualquier medio, sin perjuicio de responder de los delitos y abusos que se cometan en el ejercicio de estas libertades, en conformidad a la ley, la que deberá ser de quórum calificado.” Asimismo, en dicho numeral se consagró la existencia del Consejo Nacional de Televisión, encargado de velar por el correcto funcionamiento de este medio de comunicación. Del mismo modo, la ley N° 18.838, que creó este Consejo, establece que “Se entenderá por correcto funcionamiento de esos servicios el permanente respeto, a través de su programación, a los valores morales y culturales propios de la Nación; a la dignidad de las personas; a la protección de la familia; al pluralismo; a la democracia; a la paz; a la protección del medio ambiente, y a la formación espiritual e intelectual de la niñez y la juventud dentro de dicho marco valórico.”.
Al respecto, me pregunto: ¿Podemos sinceramente decir que hoy existe un correcto funcionamiento de los servicios de televisión en Chile? ¿Están los canales de televisión abierta respetando la protección de la familia y la formación espiritual e intelectual de nuestros niños y jóvenes? Sinceramente, creo que muchas veces se alejan de ese noble objetivo. ¿Cómo es posible que los llamados programas de farándula insistan en inmiscuirse de una manera grosera en la intimidad de las personas, y, lo que es peor, lucrar con informaciones tan tristes y preocupantes como la violencia, tanto física como verbal, que puede existir en parejas? Esto, solo por citar un ejemplo entre tantos que nos han llamado la atención.
He revisado detalladamente los resultados de la VII Encuesta Nacional de Televisión y, realmente, me sorprendieron muchos de sus números. Permítanme presentarles algunos:
Frente a la pregunta “cuán satisfecho está usted con la televisión abierta”, el 65 por ciento de los entrevistados declaró estar poco o nada satisfecho con ella, liderando entre las razones de este descontento, con 38,2 por ciento, la existencia de farándula o de mucha farándula.
A pesar de las grandes audiencias, existe un gran descontento con la televisión. Es curioso que lo que a veces trae consigo mayor rating, sea lo que como sociedad menos valoramos. Quizá, esto es digno de un análisis sociológico, el cual obviamente no haremos aquí. Sin embargo, se manifiesta claramente un descontento generalizado, que no puede ser desoído.
El 54 por ciento de los entrevistados señaló estar en desacuerdo con que la televisión abierta influye positivamente en los niños. Ellos, expuestos a largas horas frente a la televisión, consumen contenidos a veces de muy baja o poca calidad: modelos de juventud vacíos, centrados solo en su físico; discusiones entre compañeros, erotizaciones exageradas de muchas situaciones y, algo preocupante, bastante violencia en diversos programas. Solemos asociar violencia con escenas rudas en las cuales existen golpes, sangre y dolor; pero no nos engañemos: también hay violencia cuando en un programa vemos que dos jóvenes se descalifican y se humillan mutuamente, cuando vemos que la violencia verbal prima en las discusiones, cuando vemos que programas lucran con peleas y descalificaciones entre personas.
En mi condición de parlamentario y Presidente de la Comisión de Familia , me preocupa que nuestros niños tengan acceso a material de este tipo. No se trata de una simple aprensión; múltiples estudios confirman que la reiterada observación de escenas violentas por niños, repercute seriamente en su formación, interviniendo como un factor muy decisivo en futuras conductas violentas, tanto de hombres como de mujeres.
El psicólogo ucraniano-canadiense Albert Bandura , de tendencia conductual-cognitiva, profesor de la Universidad de Stanford y reconocido por su trabajo sobre la teoría del aprendizaje social, ha señalado que los modelos de conducta actúan como estímulos que producen conductas similares en el observador.
Se condice con lo anterior la respuesta de los encuestados frente a los programas de farándula. Al respecto, 72 por ciento cree que estos programas tratan mal a las personas, un 64 por ciento señala que son vulgares, y 50 por ciento, que utilizan un lenguaje grosero.
Frente a la pregunta “si usted pudiera pedirle a los canales de televisión abierta que pusieran algún programa o tema de su interés en la programación”, los principales temas que los encuestados pedirían serían programas de cultura y educativos.
El año 2009, el Consejo Nacional de Televisión, considerando la importancia de la televisión como un medio masivo para el incremento y desarrollo de la cultura y el conocimiento, aprobó la norma sobre la obligación de las concesionarias de radiodifusión televisiva de libre recepción, de transmitir un mínimo de programas culturales a la semana. Por lo tanto, los canales de televisión están obligados a transmitir programas culturales, al menos una hora cada semana, en horario de “alta audiencia”. Las cifras de la ya citada encuesta muestran cómo, desde 2002, con porcentajes que han excedido siempre el 60 por ciento de los encuestados, se señala que se deberían exigir más horas de programación cultural en los horarios de alta audiencia.
En este punto, quiero referirme al proyecto de ley que permite la introducción de la televisión digital terrestre, el cual se encuentra actualmente en el Senado, en su segundo trámite constitucional, donde ha sido objeto de cientos de indicaciones. Gran parte de la ciudadanía piensa que dicho proyecto regula aspectos netamente técnicos, pero desconoce que también regula aspectos muy fundamentales referidos al contenido de la televisión.
Quiero hacer presente y destacar como un punto muy positivo en el proyecto de ley en comento, el aumento de una a cuatro horas semanales en que los servicios de televisión deberán transmitir programas con contenido cultural, dos de las cuales deberán ser en horario de alta audiencia. Lo “cultural” de dicha programación es determinado por el Consejo Nacional de Televisión. Por lo tanto, dicho organismo tiene una inmensa responsabilidad en la correcta determinación del tema. Es fundamental su percepción en este punto, a fin de asegurar que la audiencia recibirá realmente un contenido de calidad, donde se busque el desarrollo del conocimiento y de las virtudes y, a mi juicio, donde se permita el conocimiento y reconocimiento a la riqueza cultural de las diversas regiones y zonas de nuestro país, tantas veces olvidadas.
Asimismo, en cuanto a la regulación de la televisión abierta, los resultados son dignos de comentar: solo 4,9 por ciento considera que no debe haber regulación alguna en la televisión y a ninguna hora, versus 38,3 por ciento (el mayor porcentaje de los encuestados) que señala que debiera haber una estricta regulación, tanto de horarios como de contenidos. Esta cifra nos revela una sociedad que espera que -sin censura previa- la televisión cuide sus contenidos y que estos sean de calidad.
Quiero destacar que la mayoría de los encuestados -en este caso, 29 por ciento- señaló pensar que quienes tienen la capacidad de mejorar la televisión abierta nacional son los mismos canales de televisión, seguidos por las autoridades del Estado, con 26 por ciento.
Sin embargo, no podemos olvidar un aspecto esencial en esta discusión: no basta con exigir contenidos de calidad a la televisión y a las autoridades reguladoras; no basta con el reclamo de lo que vemos y que no nos gusta ver. Es indispensable complementar estas acciones con otra acción fundamental: la de educar. Sí, porque inevitablemente, cuando hablamos de televisión, hablamos de educación. Si queremos niños y jóvenes sanos, con patrones de conducta adecuados y adaptados a la sociedad, es insuficiente pedir a la televisión que se encargue de transmitirlos y nosotros quedarnos de brazos cruzados. Al respecto, la Unesco ha llamado la atención sobre el hecho de que el uso indiscriminado y masivo de la televisión puede resultar peligroso para el aprendizaje de los niños, ya que aumenta su pasividad intelectual, los aparta del trabajo escolar y limita su creatividad. Por tanto, padres, profesores y todos quienes tengan a su cargo a niños, niñas y adolescentes, debieran hacer un esfuerzo por mostrarles el mundo que los rodea y las infinitas posibilidades de aprendizaje y creación que ofrece.
Sabemos que en nuestro país hay pobreza y que muchos padres necesariamente deben ausentarse durante largas jornadas de sus hogares para sacar adelante a sus familias, por lo que esto es un desafío mayor para muchos chilenos. Sin embargo, cada detalle puede hacer el cambio: la simple conversación con uno de los padres, la lectura de una revista o un libro, la música en la radio, una caminata o un partido de fútbol se pueden convertir en las principales armas para frenar la intromisión de contenidos sin sentido y de actitudes negativas en las familias.
Luego de las cifras y estadísticas revisadas, pero, sobre todo, luego de hacer un repaso a la programación que la televisión nos ofrece a los chilenos, concluyo que los canales de televisión muchas veces hacen oídos sordos a lo que la misma sociedad pide, y continúan ofreciendo, dentro de sus parrillas programáticas, contenidos, por decir lo menos, lamentables.
La televisión no debiera subestimar a la sociedad, la cual, de seguro, aceptaría y consumiría de muy buena gana productos de mayor calidad, donde la cultura y los contenidos educativos primaran, y donde pudiéramos conocer las diversas realidades regionales y locales.
Hago, por tanto, un llamado a los servicios de televisión y también a sus auspiciadores, a creer en los chilenos y en su capacidad de valorar una programación de calidad y de contenido respetuoso de los principios que, como sociedad, hemos acordado transmitir a nuestros niños y jóvenes.
He dicho.
El señor RECONDO (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Presidente del Consejo Nacional de Televisión, señor Herman Chadwick.
El señor CHADWICK ( presidente del Consejo Nacional de Televisión ).- Señor Presidente , en mi calidad de presidente del Consejo Nacional de Televisión fui invitado a esta sesión, cuyo objeto es tratar sobre los contenidos de la programación que emiten los canales de televisión abierta chilenos y cómo se vislumbra el futuro de la televisión digital en nuestro país, su alcance, penetración en la sociedad e implementación.
La diputada señora Zalaquett y el diputado señor Kort expresaron en forma brillante la actual situación de la televisión chilena. Sus opiniones coinciden en gran medida con lo que el Consejo Nacional de Televisión aprecia respecto del contenido que estamos viendo a través de los canales abiertos y de pago, vale decir, por cable o por satélite, que hoy tienen gran trascendencia, como veremos en la presentación que les haré, que, más que mi opinión, reflejará lo que el Consejo, mediante sus encuestas, sus estudios y sus focus group, estima sobre la televisión chilena en los últimos doce meses.
¿Cuáles son, a nuestro juicio, los puntos por considerar en relación con el tema que nos convoca?
Primero, es necesario tener claro que los hogares chilenos invierten en equipamiento televisivo. El 98 por ciento de los hogares tiene felizmente un televisor. Las últimas cifras, como dijo la diputada Zalaquett, indican que en el grupo ABC 1 existe un promedio de 2,7 o 2,8 televisores por hogar, mientras que en el grupo D, más vulnerable, el promedio es de 2,4. Esto nos da un promedio nacional de 2,6 o 2,7 televisores por hogar.
Segundo, la televisión es central para las familias como un bien cultural, entendiendo la palabra cultural en su sentido más amplio, que concibe todos los términos que la palabra puede ocultar o trasmitir a las personas que tienen televisor.
Tercero, los televidentes esperan que la televisión abierta los represente. O sea, quieren ver en tal o cual canal de televisión algo que les sea cercano, algo que sientan que les es propio y algo que refleje lo que a ellos les sucede en su vida diaria.
Cuarto, la televisión abierta -no así la de pago- es foco de expectativas y demandas. Las encuestas demuestran -lo recordaban los honorables diputados que me antecedieron en el uso de la palabra- que la ciudadanía demanda de la televisión abierta mejores contenidos, mejor calidad, mejor programación y, por cierto, cuidado con la televisión que ven los niños, tema que analizaremos más adelante.
Por último, los televidentes están dispuestos a acceder a la televisión digital. Al respecto, un reciente estudio hecho por Adimark en conjunto con DirecTV muestra cifras muy similares a las nuestras. En definitiva, el porcentaje de personas que conocen o tienen algún conocimiento de la televisión digital no va más allá del 14 por ciento; pero el 46 por ciento ha oído hablar algo de televisión digital y está dispuesto a invertir en ella.
La gran mayoría de los chilenos consumen televisión en familia. Esta es una novedad que nos han entregado las últimas encuestas y estudios que hemos hecho. Normalmente, se tendía a decir que la televisión, de ser un bien familiar, había pasado a ser un bien personal. Vale decir, antes, el jefe o la jefa de familia decía: “En la casa tenemos televisor”. En la actualidad nos parecía que las personas decían: “Yo tengo un televisor”, “yo tengo un teléfono” o “yo tengo un computador”.
La verdad es que la televisión se ve, en gran medida, en familia, sobre todo en el horario vespertino-nocturno, que permite exhibir noticiarios, películas, etcétera. Por ejemplo, el 73 por ciento de los entrevistados nos dijo que ven televisión en familia, ya sea durante la semana o bien los fines de semana.
Nos hemos preguntado mucho por qué sucede esto. Dentro de los vertiginosos cambios de costumbres de la sociedad chilena nos hemos encontrado con que las familias, habida consideración de los problemas de transporte, sobre todo en las grandes ciudades, como Santiago, Valparaíso, Concepción, Antofagasta, Temuco, etcétera, en la actualidad demoran más en llegar a sus hogares, por lo que sus integrantes se reúnen alrededor de las 19.30. A esa hora, los niños, que han llegado de la escuela después de almuerzo -mientras hubo luz, jugaron, estudiaron, estuvieron con sus hermanos, jugaron pichangas en el barrio-, se sientan con el resto de la familia en torno a la mesa del comedor para ver televisión. Lo hacen, como veremos más adelante y como lo señaló la diputada que intervino hace un momento, hasta las 22.15, hora en que terminan los noticiarios. De ahí en adelante, los niños quedan enganchados con la programación nocturna.
No hay ninguna duda de que la televisión, en cuanto a información, educación, cultura, entretención o compañía, ocupa un lugar central en la vida de todos los chilenos. Es un hecho innegable, señalado por todas las encuestas y estudios que realizamos. Además, no hay nada más importante que la televisión abierta para transmitir imágenes, datos, noticias, y para entretener, acompañar y divertir. La televisión abierta exhibe cifras muy por sobre la televisión pagada.
La distribución de la oferta y consumo de la televisión abierta.
La televisión abierta transmite, más o menos, 51 mil horas al año. El 18 por ciento corresponde a series y miniseries, el 18 por ciento, a programas misceláneos, el 17 por ciento, a programas informativos; etcétera. De esa oferta, el 24 por ciento del público consume informativos; 20.9, misceláneos; 14.3, telenovelas, y 11.4, programas de conversación. Vale decir, si se observa lo que nos ofrece la televisión abierta en relación con lo que consumimos, si bien es cierto que se constata una cifra parecida, no es exactamente la misma.
En cuanto a la oferta, hay tres géneros que acaparan el 54,5 por ciento del total de la oferta: las series y miniseries, con 18,7 por ciento; los misceláneos, con 18,5 por ciento, y los informativos, con 17,3 por ciento. El 43,7 por ciento, que el estudio considera en el género conversación, corresponde a programas de farándula.
El consumo promedio al año de televisión de una chilena o de un chileno suma 236 horas; vale decir, 0,6 horas diarias, lo que es muy parecido al promedio de sociedades de similar desarrollo en el mundo.
Qué valora y rechaza la audiencia.
Lo que la audiencia más valora o la hace sentirse satisfecha son los programas de entretención o que distraen; en segundo lugar, los programas informativos, y en tercer lugar, la programación variada.
Es curioso que solo el 33 por ciento de los telespectadores chilenos esté satisfecho con la oferta que entrega la televisión y que el 65 por ciento esté insatisfecho. La insatisfacción radica, fundamentalmente, en la existencia de una gran cantidad de programas de farándula, en la falta de programas culturales; en que existen programas con poco contenido o poca variedad, tal como se muestra en la presentación que entregamos a cada uno de ustedes en formato compact disc.
Lo que debemos recalcar esta tarde en la honorable Cámara es que solo un tercio de las personas que ven televisión abierta están conformes o satisfechas con los programas que se les ofrecen, mientras que el 65 por ciento se muestra insatisfecho.
Si examinamos la distribución de la oferta de contenido de farándula por canal, nos damos cuenta de que los que ofrecen mayor cantidad de programas de este género son, en este orden, Chilevisión, UCVTV, Canal 13, La Red, Mega y Televisión Nacional, que prácticamente no ofrece programas de farándula. Debo aclarar que el porcentaje que aparece en el cuadro que se exhibe considera las veces en que en los matinales se trata tangencialmente la farándula.
¿Qué ha pasado con el despertar ciudadano?
Lo que ha pasado lo vemos, también, en las denuncias ciudadanas que nos llegan respecto de la televisión abierta. Por ejemplo, en 2005, como figura en el cuadro que se exhibe, el Consejo Nacional de Televisión recibió 258 denuncias ciudadanas; en 2011, 1.555, y en los primeros cuatro meses de este año, 1.500 denuncias ciudadanas, lo que es similar a lo ocurrido durante todo el año pasado.
De más está agregar que todas esas denuncias son examinadas en el Consejo y que cada uno de los ciudadanos que denuncia recibe respuesta.
De las 1.555 denuncias ciudadanas recibidas el año pasado, el Consejo tramitó 1.336, de las cuales, a 1.069 no se les dio lugar, ya sea por falta de antecedentes o porque eran repetitivas. En resumen, solo se consideraron 267 denuncias, lo que equivale a alrededor del 20 por ciento del total de las denuncias recibidas. Esto demuestra que la acción del Consejo, más que sancionar a los canales en forma indiscriminada, como muchas veces se dice o escribe, tiende a quedarse con las denuncias que realmente tienen valor o importancia, porque, como veremos en las láminas siguientes, denuncian la transgresión de valores fundamentales.
El resto de nuestra labor se circunscribe a administrar bien el Fondo del Consejo Nacional de Televisión, como sucedió con programas como “Los 80”, “Los archivos del Cardenal” y tantos otros, que mejoran la calidad del contenido de la televisión chilena, motivo por el cual se ha citado a esta sesión. Además, el Consejo lleva adelante campañas educativas para que los canales, los auspiciadores, el público y la ciudadanía comprendan que se puede mejorar la calidad de la televisión a través del control parental, del autocontrol o de la línea editorial de los propios canales. Es más, desde el año pasado, siguiendo la tendencia de países más desarrollados en materia televisiva, creamos un departamento llamado Educación de Medios, cuya labor no es otra que convencer a quienes dirigen los establecimientos educacionales de todo el país para que creen un programa extraprogramático, como el que existió por años para que la gente adquiriera respeto por el medio ambiente, a fin de que los niños tomen conciencia de lo que se puede ver y no se puede ver en televisión. En países como Argentina y otros esos programas han tenido mucho éxito. Para qué hablar de Estados Unidos y de Europa. Creemos que el esfuerzo que se hace en Chile, a través de coordinadores regionales, ha producido efectos. El programa de educación a distancia NovaSur, que muchos de ustedes conocen, ha llegado, aproximadamente, a mil quinientos establecimientos educacionales.
¿Cuáles son las principales preocupaciones ciudadanas?
De acuerdo con los temas denunciados, las principales preocupaciones se relacionan, primero, con el manejo de la información y el pluralismo de la misma, entendiendo el pluralismo no solo como concepto político, sino que como una noticia que debe ser trabajada con distintas fuentes, estudios y canales de información. Ejemplificaré el punto con el programa que exhibió Canal 13, en uno de sus noticiarios, acerca de Isla Riesco.
Amonestamos a ese canal, porque nos dimos cuenta de que en la realización de ese reportaje no se mostró con pluralidad lo que los habitantes de Isla Riesco pensaban acerca de una instalación carbonífera. En efecto, se exhibió algo que, a nuestro juicio, era marcadamente favorable a la instalación de faenas de carbón; nunca se mostró la opinión de quienes no las apoyaban.
En consecuencia, el pluralismo -en diferentes tipos de noticias tiene un contenido político- es un concepto que va mucho más allá de lo tradicionalmente político. Se relaciona con temas como la dignidad de las personas y la protección de la audiencia infantil.
Soy miembro del Consejo Nacional de Televisión desde hace 12 años. Mi designación, aprobada por el Senado, fue propuesta por el ex Presidente Lagos. Entre ese mandato y el de la ex Presidenta Bachelet ejercí los cargos de presidente y vicepresidente del CNTV. Desde hace dos años, es decir, desde la instalación del Gobierno del Presidente Piñera, ejerzo el cargo de presidente del Consejo y he trabajado con un sinnúmero de sus integrantes. Durante el tiempo en que me he desempeñado en el organismo, he observado cómo ha ido cambiando el tenor de las denuncias. Hace 12 años se hablaba del sexo y de la violencia, temas importantes y trascendentales. Hoy, se habla de la falta de pluralismo, de la dignidad de las personas, de la protección de la audiencia infantil, de la protección del medio ambiente, es decir, de temas valóricos.
¿Cómo se distribuyen las denuncias ciudadanas?
Los reality shows acaparan un 23,7 por ciento de las denuncias. Son programas con alto rating. Es importante dejar en claro ese dato. Como son muchas las personas que ven esos programas, hay mayor capacidad de denuncia.
Hasta hace cuatro o cinco años los informativos de televisión eran intocables por la audiencia. Hoy -se trata de un fenómeno nuevo-, la gente denuncia a los informativos cuando cree que faltan o transgreden la norma -tantas veces repetida- del correcto funcionamiento de la televisión chilena. Es decir, las principales denuncias ciudadanas dan cuenta, también, de cómo va cambiando la sociedad chilena y de cómo la ciudadanía hace respetar sus derechos.
¿A qué se espera que la televisión dé espacio?
Por cierto, hay actores sociales y representantes de la sociedad que tienen poco lugar en la televisión. A juicio de la gente, no del Consejo, hay algunos que son favorecidos por la televisión y otros que son perjudicados por ella. Uno de los menos favorecidos, de los que tienen menos “pantalla”, son los pueblos originarios, los niños y la tercera edad. Quienes tienen más “pantalla” son los propios personajes de la televisión y el espectáculo; los partidos políticos, los parlamentarios, las autoridades de Gobierno y los empresarios. Es decir, en el ámbito de lo que se espera de la televisión y de acuerdo con lo que expresa la gente, existen favorecidos y perjudicados en cuanto a imagen.
Los televidentes demandan más programación cultural y más programación infantil. Hay que aumentar, de una a cuatro horas, la programación cultural. Sin embargo, primero hay que entender que lo que transmite la televisión en materia cultural es televisión cultural, es decir, cultura masiva, cultura entretenida, cultura atractiva, cultura que capta a los auspiciadores y que alcanza rating, a través del expediente de cautivar a la población. No se trata de transmitir operetas u óperas cuatro horas a la semana, sino crear, en cada canal de televisión abierta, una división importante de televisión cultural que busque en los valores patrios, en nuestra historia, en la historia del mundo, en tantas aristas propias de la televisión, trasmisión televisiva con mayor contenido cultural, lo que muchas veces se confunde con televisión de mejor calidad en contenido. Repito, estamos de acuerdo en que se amplíe la programación cultural de una a cuatro horas y que los canales de televisión se jueguen por incluirla, por ejemplo, en los informativos, a fin de que esos espacios de televisión cultural tengan mayor audiencia, auspiciadores, rating y compitan con otros contenidos.
Respecto de la televisión infantil, el 70 por ciento de la gente señala que la programación en este ámbito es poca. Hace unos días, concedí una entrevista a un canal de televisión sobre este punto. Señalé que la televisión abierta en Chile comete un error garrafal en materia de programación para niños, pues transmite esos contenidos en horarios en que estos no ven televisión; porque durante el día, los más pequeños asisten al jardín infantil y los más grandes a la escuela. Un 25 por ciento de niños ve televisión después de las 22.00 horas. En la tarde, un segmento importante de estos ve telenovelas y, también, el noticiario que comienza a las 21.00 horas.
Por lo tanto, en materia de televisión infantil es necesario hacer dos correcciones: primero, revisar su horario, para que realmente los niños vean la programación destinada a ellos, y, segundo, entender que la televisión infantil no solo incluye dibujos animados, sino también lo que los niños viven en sus casas, en sus barrios, en sus escuelas y lo que aprenden en el colegio. Por lo tanto, dentro de la programación infantil es muy importante, por ejemplo, mostrar cuáles son los valores de la cultura nacional, qué pasó en la Guerra del Pacífico o en las guerras mundiales; qué sucede en la sociedad chilena actual, tema que los niños manejan mucho mejor, incluso, que los mayores. Además, se debe cambiar el contenido de la televisión infantil y el horario en que se transmite. En ese momento, los canales de televisión, que hoy se quejan de que la televisión infantil no tiene auspiciadores, se van a dar cuenta de que van a tener rating y, al tenerlo, van a captar auspiciadores.
La programación cultural alcanza a un 2,3 por ciento de los contenidos que exhibe la televisión. Por su parte, el total de personas que la consumen asciende a 2,4 por ciento. Todos quienes fueron entrevistados tienen interés en que haya mayor cobertura cultural, entendida esta en un sentido amplio.
Los programas que se pueden financiar con el Fondo del Consejo Nacional de Televisión representan el 0,6 por ciento de la programación televisiva del año, es decir, 284 horas sobre un total de 51 mil horas de programación. Este Fondo CNTV, que tiene alto impacto, ha apoyado los mejores programas de la televisión chilena de los últimos diez años. A veces, nos critican porque financia programas algo políticos; sin embargo, el Consejo Nacional de Televisión es un organismo altamente plural. Nunca, en nuestros 11 años de historia, hemos recibido algún reclamo en este ámbito. Hemos intentado mostrar, a través de estos programas, no solo un mejor contenido, sino la realidad que vive y ha vivido el país en las últimas décadas.
Este año contamos con 500 millones de pesos menos, pues se redujeron los fondos destinados a la cultura. Sin embargo, esto no se trata de cultura, sino de mejorar los contenidos televisivos que poco o nada tienen que ver con la programación cultural.
Hemos reclamado porque, en la actualidad, el Fondo cuenta con 3.500 millones de pesos, en circunstancias de que el año pasado alcanzaba los 4.300 millones de pesos. Un fondo ideal debería fijarse en 10.000 millones de pesos. Con ello subvencionaríamos directamente a los telespectadores, no a los canales de televisión, y, sobre todo, a los productores independientes y a los audiovisualistas. Existe un mundo de chiquillas y chiquillos cuya creatividad solo se puede expresar en la medida en que haya fondos del Estado que les permitan llegar a los canales con una marraqueta bajo el brazo a ofrecer un determinado producto, el que se financiaría a través del Fondo del CNTV. Se trata de un Fondo demasiado importante. Durante todos estos años ha premiado a los programas de mayor calidad de los distintos canales de la televisión chilena.
¿Qué se ofrece y qué se consume?
Si enfocamos la programación por edad, el 1,9 por ciento está dirigida a preescolares; el 9,3 por ciento, a infantes de entre 6 y 12 años; el 3,9 por ciento, a adolescentes, y el 84,9, a mayores de 18 años. Es decir, la oferta de programación de la televisión abierta está destinada, principalmente, a un público mayor o, al menos, de carácter familiar, y no a jóvenes menores de 17 años.
Del total de niños cuya edad fluctúa entre los 4 y 12 años, el 24 por ciento ve programación en horario nocturno. Gran parte de ese segmento ve televisión en horario vespertino, es decir, después de las 19 horas. Un estudio sobre la materia quizá nos permita concluir que el 50 por ciento de la televisión que ven los niños se encuentra anclada en horarios de programación para adultos o, en el mejor de los casos, de programación familiar. Es decir, para personas más maduras que un niño de seis años.
La distribución del consumo promedio por niño de 4 a 12 años, según el género televisivo.
El 20,9 por ciento de los niños ven informativos. La explicación radica en que, en la actualidad, los niños en Chile son mucho más despiertos y saben todo lo que pasa. Pero, además, en los noticiarios que ven en familia, encuentran enganches a través del deporte, especialmente del fútbol, o de misceláneos y programas de reportajes. Esos programas los entretienen hasta las 22.15 horas, y después, para quedarse dormidos, continúan con la televisión encendida para ver programas que se señalan en los papeles que les voy a entregar.
Por supuesto, tenemos desafíos regulatorios con lo que se ha llamado “la convergencia”, es decir, con lo que está pasando con la imagen en los computadores, en los notebooks, en los teléfonos celulares, en los MP3 y MP4. Cuando se examine en la Cámara de Diputados la ley sobre televisión digital, quizás vamos a tener que detenernos un instante para analizar si adicionamos alguna materia relacionada -se ha hecho en otros países- con las imágenes que se trasmiten no solo por televisión, sino, también, por sistemas computacionales, teléfonos, etcétera. La transición hacia la televisión digital va a tener un gran alcance nacional, un acento regional y local muy importante. Se espera una mejor imagen y una diversificación de los contenidos.
En el resto del mundo la transición de la televisión analógica a la digital está muy avanzada. Nosotros hemos perdido una década y nos encontramos dentro de los últimos países en incorporar esa tecnología.
En relación con la implementación de la televisión digital, ya contamos con la norma japonesa-brasileña. La cobertura se encuentra limitada a algunas capitales de regiones, especialmente. En Santiago, se ha desarrollado la televisión demostrativa, que maneja muy bien el señor Jorge Atton. Luego de promulgada la ley, tenemos un plazo máximo de tres años para que las trasmisiones digitales alcancen, al menos, un 85 por ciento, y dos años para contar con cobertura total.
Creemos que todo lo que se relacione con televisión digital es de la mayor importancia. Dependemos de ustedes, como legisladores, para que el proyecto de televisión digital sea prontamente ley de la República, entendiendo que tiene por finalidad permitir la digitalización de la televisión chilena más que discutir los contenidos de esta o qué tipo de televisión queremos. Evidentemente, se trata de tópicos muy importante que dan pie a la realización de un debate no solo político, sino, también, de uno social y ciudadano.
La penetración de la televisión digital.
Como Consejo vamos a tener que fiscalizar la cobertura y ver la cantidad de hogares conectados a la nueva señal digital.
En su discurso del 21 de Mayo, el Presidente Piñera dijo que todos los hogares chilenos tendrían televisión digital. Por lo tanto, tal vez va a existir un subsidio del Estado para que los sectores más vulnerables tengan la cajita feliz que les permita pasar de la televisión analógica a la digital. Debemos adquirir sintonizadores y tener cuidado con la alta penetración de la televisión por cable, que está actuando como un freno en la implementación de la televisión digital. Si no ha caminado más rápido el proyecto de ley sobre televisión digital es porque el 63 por ciento de las familias tiene televisión de pago. Es decir, en los hechos, están viendo televisión digital.
Por cierto, hay desafíos regulatorios con la incorporación de nuevos actores al mercado, como el acceso universal a la televisión digital y la regulación de contenidos en nuestras plataformas.
¿Cuáles son las conclusiones?
La televisión es un elemento primordial en los hogares de los chilenos. El 99 por ciento de los hogares tiene más de un televisor.
La televisión abierta tiene mayor trascendencia que la de pago.
Toda la televisión de pago incorpora en su parrilla, vía mail carrier, los informativos y noticieros de la televisión abierta.
La televisión digital es esperada, aunque no se sepa bien qué es. Hay conciencia de que la imagen es mejor, de que va a tener mayor diversidad y de que es gratuita.
A pesar de que actualmente la televisión es un bien personal, hemos descubierto que los noticiarios y otros programas se continúan viendo en familia.
Las noticias por televisión dan confianza y son vistas prácticamente por todos los telespectadores.
El 33 por ciento de las personas valora lo que hace la televisión porque las entretiene y las informa. Por su parte, el 65 por ciento quiere una televisión de mejor calidad.
La farándula predomina en dos canales, Chilevisión y UCV TV.
La ciudadanía despierta en materia de oferta televisiva y denuncia todo aquello que parece vulnerar la ley. Además, es cada vez más participativa. Por lo tanto, el Consejo Nacional de Televisión tiene más trabajo en atender las denuncias ciudadanas, lo cual nos alegra mucho.
Ninguna de las 1.500 denuncias ciudadanas recibidas durante los primeros cuatro meses de este año han sido contestadas, ya sea para decirle al denunciante que esta se ha acogido o que se ha rechazado.
Como ya lo señalé, hace diez años la mayoría de las denuncias se relacionaban con el sexo. Actualmente, tienen que ver con la formación de la niñez, la dignidad de las personas, el pluralismo y la democracia. Es decir, las causales de las denuncias han cambiado.
Los géneros más denunciados son los reality shows y los informativos.
Las personas reclaman más televisión cultural y de calidad.
Es necesario revisar la programación infantil, por lo que expliqué anteriormente.
Al Consejo le preocupa la poca participación que ha tenido en el proyecto de ley sobre televisión digital, que no hace otra cosa que modificar la normativa vigente. Fuimos citados una vez a la Cámara de Diputados y dos veces al Senado. El Consejo Nacional de Televisión se encuentra integrado por once personas, que representan todo el abanico político y las inquietudes sociales y culturales chilenas. Creemos que podemos aportar con un granito de arena para mejorar el proyecto o lograr que se tramite a la brevedad posible.
Muchas gracias.
El señor RECONDO (Vicepresidente).- Tiene la palabra el diputado Ramón Farías.
El señor FARÍAS.- Señor Presidente , saludo a don Herman Chadwick , Presidente del Consejo Nacional de Televisión ; al ministro de Transportes y Telecomunicaciones , don Pedro Pablo Errázuriz , y al subsecretario de esa Cartera, don Jorge Atton , presentes en la Sala.
Antes de referirme a la materia en discusión, manifiesto mi pesar por la ausencia de los representantes de medios de comunicación, quienes deberían estar presentes en esta discusión. Desgraciadamente, no veo a ningún medio de comunicación que esté siguiendo este debate, el que puede llegar a ser interesante para que se sepa lo que opinamos y pensamos sobre lo que está ocurriendo en la televisión.
Quiero iniciar mi intervención resaltando la importancia de esta sesión especial destinada al análisis de los contenidos de la programación de los canales de la televisión abierta, la que fue solicitada mayoritariamente por el partido oficialista, la Unión Demócrata Independiente, a cuyos parlamentarios invito fraternalmente a que apoyen con decisión la moción sobre fomento de los contenidos educativos por televisión, boletín N° 6179, suscrito por los diputados señores Aguiló , Alinco , Jiménez , Montes y quien habla, y los ex diputados señores Chahuán , Escobar , Enríquez-Ominami y Girardi .
En cuanto al fondo del objeto de la sesión, el caso de la bullada censura que Canal 13 realizó a la segunda parte del reportaje del programa Contacto, sobre la discriminación que sufren las “nanas” en nuestro país y que significara, incluso, la salida de dos profesionales responsables del área de prensa, representó un hecho que, sin duda, abrió el debate acerca de los métodos utilizados por los medios noticiosos para conseguir su información.
Además, dio paso para diversos cuestionamientos respecto del rumbo que ha tomado el periodismo nacional, donde la utilización de cámaras ocultas es uno de los mayores temas de discusión. Sin perjuicio de ser un medio para el establecimiento de una verdad, quizás objetiva, particularmente respecto de la comisión de un delito, no es menos cierto que también puede vulnerar los derechos de las personas. En consecuencia, al menos cabe preguntarse sobre la legitimidad del uso de cámaras ocultas y de que, a través de medios artificiosos, se elabore una determinada situación, con el objeto de generar la reacción de un tercero que desconoce la provocación o el contexto en el que se lo vincula, con el fin de obtener un material que podría resultar un golpe noticioso.
Por otro lado, nos encontramos con el insistente y ya majadero tema del terremoto que, prácticamente, va a destruir Chile, o de un tsunami que azotará las costas chilenas, o de un cataclismo apocalíptico, todo lo cual mantiene a gran parte de la población absolutamente alarmada. Además, tenemos el paseo constante en los distintos canales de televisión de estos gurús, de dudosa procedencia, o psíquicos que son capaces de predecir alguna tragedia; lo que da cuenta de la irresponsabilidad de los canales de televisión al momento de obtener sintonía, pues para ello se valen del miedo de la gente. ¿Acaso eso no les parece inescrupuloso? ¿Dónde está el Consejo Nacional de Televisión para regular ese tema? ¿Acaso no hay más pauta para los matinales o simplemente es más fácil y sencillo recurrir al miedo de la gente y exacerbar el morbo al exhibir, transversalmente, en todos los canales de televisión, la vida pública y, más aún, la privada, de la denominada farándula chilena?
Vimos, repetidamente, en todos los canales, las imágenes de un chico reality enfrascado en una gresca con su pareja, pero nadie reparó, seriamente, en la situación de violencia intrafamiliar que allí se daba. Solo se hablaba de la pareja y muchos programas llenaron horas y horas de información sobre el caso.
¿Acaso resulta presentable que todos los canales exhiban hasta el cansancio las imágenes de una noche alocada de dos jóvenes muchachas con un futbolista? En definitiva, ¿qué televisión queremos?
A mi juicio, hace rato los medios de comunicación han olvidado el importantísimo rol social que deben cumplir. Parece ser que sus editores no toman conciencia de que lo publicado en un diario, transmitido por radio, o expuesto en un noticiero central de televisión, matinal, o cualquier otro formato, puede hacer una gran diferencia en cuanto a las percepciones que tiene la ciudadanía sobre un determinado tema.
Por lo mismo, el tratamiento liviano que muchas veces se le da a temas realmente delicados no responde a las exigencias que requiere una sociedad moderna, democrática y responsable para una sana convivencia entre sus ciudadanos e instituciones.
En este sentido, cada medio de comunicación debe hacerse responsable por las consecuencias que pueda tener la emisión de una información determinada, sobre todo, considerando que muchas veces se trata de antecedentes erróneos o equivocados que luego no corrigen. Hoy, es muy usual denostar de manera pública y con aspavientos, pero a la hora de rectificar, ello no se hace con la misma publicidad.
Muchas veces, como telespectadores, hemos presenciado la urgencia con que un reportero denuncia una situación específica; sin embargo, además de la premura en entregar la información, se espera que la veracidad, comprobación de datos y seguridad ante lo que se afirma también sean factores determinantes; pero no lo son. Lamentablemente, no es así, y cada vez, con mayor frecuencia, somos testigos de acusaciones fáciles, de denuncias livianas, sin sustento, o lisa y llanamente, de entrega de información falsa.
Lo preocupante es que los medios de comunicación son el principal mecanismo a través del cual se informan los ciudadanos. Lo señaló en su intervención el Presidente del Consejo Nacional de Televisión . Por ende, la credibilidad que se les asigna constituye un factor relevante. Si la información que entregan no es tratada con la seriedad y responsabilidad que se debe, ¿quién responde por ello? ¿Quién nos asegura que realmente estamos consumiendo información veraz? ¿Están cumpliendo los medios de comunicación con el rol importantísimo que tienen en nuestra sociedad?
Los cuestionamientos quedan abiertos, pero ya es hora de debatir en serio sobre este punto. Porque aunque en su mayoría se trate de empresas privadas, el papel que les compete dentro del ordenamiento social trae consigo una responsabilidad que hoy no están cumpliendo.
Por otro lado, las multas que aplica anualmente el Consejo Nacional de Televisión, refrendan todo lo que he expuesto. Es más, muchos canales de la televisión abierta no cumplen con las disposiciones y exigencias del CNTV. Por ejemplo, tienen la obligación de ofrecer un mínimo de programación cultural. Sin embargo, durante 2011, se aplicaron multas -nueve en total- a casi todos los canales por no cumplir con esta norma. Si hablamos de la emisión de filmaciones que atentan contra la dignidad de las personas, las multas suben de dieciséis a veinte por no respetar los horarios destinados a menores de edad. Asimismo, todos los canales fueron multados por la truculencia en el tratamiento de la tragedia de la cárcel de San Miguel.
Es decir, nuestros canales de televisión abierta no están cumpliendo con lo que la ley les exige, y menos con la responsabilidad social que tienen.
Por ejemplo, los tipos y cantidad de multas son las siguientes.
Por no exhibir el mínimo de minutos requeridos en la programación cultural: una a Mega, cuatro a La Red, dos a Chilevisión, una a UCV y una a Canal 13.
Por emisión de afirmaciones que atentan contra la dignidad de las personas: cuatro a Mega, cuatro a La Red, ocho a Chilevisión, cuatro a Canal 13, lo que da un total de veinte multas.
Por emisión de contenidos para mayores de edad en horario para todo público: tres a Mega, ocho a La Red, dos a UCV, dos a Canal 13, una a Chilevisión.
Por edición de contenido de índole pornográfico, solo hay un canal multado, por una vez: La Red.
Por truculencia en la emisión de noticias sobre el incendio en la cárcel de San Miguel, todos los canales fueron multados.
La pregunta que corresponde formularse es la siguiente: ¿solo seguiremos aplicando multas? Pareciera que los canales tuvieran indexadas las multas a sus costos, y a esto hay que ponerle coto. No es posible que, después de todos los datos que he leído sobre las multas que se les cursan a los canales, estos sigan funcionando como si nada. Simplemente, las pagan y vuelven a caer en las mismas faltas. La aplicación de normas más duras, que importen la caducidad de la concesión, sería una forma eficaz para que los canales respeten las reglas y las leyes.
Respecto de la fiscalización, el diputado Orlando Vargas me comentó -por eso el tema de la superintendencia es tan importante- que en Arica hay catorce canales en UHF que la población puede ver, que son peruanos y que no son objeto de regulación alguna. Pero ahí están, y los ariqueños ven esos canales peruanos que no son sometidos a ningún tipo de regulación en nuestro país. ¿Qué dice el Consejo Nacional de Televisión y el ministerio respecto de lo que está ocurriendo?
Entiendo que hoy ingresó al Senado -me gustaría que el ministro lo confirmara- un proyecto de ley corta sobre televisión, lo que, a mi juicio, es una aberración. ¿Por qué no avanzamos en lo que los diputados aprobamos hace ya más de dos años? Quiero decir al ministro y al subsecretario que necesitamos respuestas y plazos.
Además, es inaudito que los senadores pretendan suprimir algunas normas; es el caso del senador Hernán Larraín , quien, mediante la indicación N° 110, pretende sacar de la parrilla programática la obligación de toda programación cultural, lo que se contradice con las intervenciones de la diputada Mónica Zalaquett y del diputado Kort , que destacaron la importancia que reviste ampliar el minutaje de programación cultural. Esto también fue expresado por el presidente del Consejo Nacional de Televisión .
¿Es esta la televisión que queremos? ¿Qué tienen que decir a esto los representantes del Ejecutivo: el ministro de Transportes y Telecomunicaciones, don Pedro Pablo Errázuriz ; el subsecretario de Telecomunicaciones , don Jorge Atton , y el presidente del Consejo Nacional de Televisión , don Herman Chadwick ? ¿Por qué el Ejecutivo no califica con suma urgencia el proyecto sobre televisión digital y televisión nacional? ¿Queremos, de verdad, cambiar la televisión y convertirla en un medio de comunicación real, social, con la gente y para la gente? Partamos por ese proyecto de ley: hagan presente y califiquen su urgencia.
Me gustaría mucho que el ministro o el subsecretario nos dijeran qué urgencia se le podría fijar al proyecto sobre televisión digital, no al proyecto de ley corta, que suena a “sacarse el pillo”, para que solo se apruebe una ley que nos permita tener televisión digital. Tenemos que profundizar en el proyecto completo, porque lo que todos queremos es que exista regulación, a fin de tener una televisión democrática y representativa y no basada solamente en un rating “mentiroso”. Digo esto porque cuando la televisión transmite algo morboso, la gente lo ve, pero si transmite programas como Los Archivos del Cardenal , Los 80, etcétera, la gente también los ve.
Entonces, ¿qué quiere ver la gente? ¿La mugre o cultura, es decir, programas que sean una contribución a la sociedad? Creo que la gente quiere ver programas que aportan a la sociedad, y es deber del Ministerio de Transportes y Telecomunicaciones que así sea.
Confío en don Pedro Pablo Errázuriz y en don Jorge Atton , porque los conozco y sé que son personas preocupadas por estos temas, y también confío en el presidente del Consejo Nacional de Televisión; por eso, espero que impulsemos proyectos para construir una televisión realmente democrática, para la gente y con la gente.
He dicho.
El señor RECONDO (Vicepresidente).- Tiene la palabra el diputado señor Juan Carlos Latorre.
El señor LATORRE.- Señor Presidente , quiero referirme a temas relacionados con el último aspecto a que hizo alusión el diputado Ramón Farías , así como reiterar mi preocupación por la demora que ha experimentado la tramitación del proyecto de ley que introduce la televisión digital terrestre en nuestro país.
Ese proyecto tendrá una influencia decisiva en el tipo de televisión que se ofrecerá a los chilenos a partir del advenimiento de los nuevos estándares tecnológicos digitales. Por eso, es necesario desarrollar un debate abierto, informado y sumamente detallado de los aspectos que, necesariamente, incidirán en la calidad y profundidad de los contenidos que recibirán los chilenos. En esta oportunidad quiero reiterar algunos aspectos que, inevitablemente, incidirán en ellos.
1) La televisión digital y la importancia de internet.
Un estudio elaborado recientemente por la empresa IMS Research señala que aproximadamente en una década, en 2020, van a existir 22 mil millones de aparatos conectados a internet. Por su parte, los fabricantes de televisores estiman en 500 millones los televisores que estarán conectados a la red en 2015. Es decir, a futuro, se verá televisión usando el computador en forma más masiva de lo que pensamos.
Cabe preguntarse: si todo va hacia internet, ¿qué impacto real tendrá el proyecto de ley que introduce la televisión digital -me refiero a los contenidos-? ¿Mucho, poco o ninguno? Puede que no mucho. ¿Qué pasará con la televisión que hoy conocemos, dado el impacto de la web TV y los nuevos participantes activos, como Google, Microsoft y Apple? Estos gigantes, sumados a Facebook y a Amazon, quieren entrar a competir por los miles de millones de dólares que se invierten en publicidad anualmente.
Poco se ha sabido en esta discusión sobre los aspectos tecnológicos y sociales en el actual proyecto de ley sobre televisión digital y, menos aun, respecto del impacto que tendrá en materia de contenidos.
2) Uso del espectro.
La razón principal para regular la televisión y las concesiones televisivas es el carácter limitado que tiene el espectro radioeléctrico. Las concesiones son una decisión de potestad pública del Estado, por un período limitado y a personas jurídicas establecidas en Chile. Las concesiones de radiodifusión televisiva se conceden de manera gratuita, sobre un espectro limitado que pertenece a la nación, lo que hace que tengan, inevitablemente, un gran valor económico. Ello justifica el establecimiento de un royalty a la industria televisiva, que se destine a la creación y mantención de un fondo para el fomento de la televisión regional, educativa, comunitaria y de intereses especiales, porque no hay razón alguna para que se otorgue gratuitamente un bien nacional de uso público para que privados desarrollen un negocio desregulado en su contenido, del cual obtendrán grandes utilidades, sin que el Estado reciba nada a cambio.
3) El actual proyecto de ley pretende entregar concesiones a los actuales operadores por un período que aún se discute. En el pasado, esos canales estuvieron ligados al Estado o a las universidades; hoy pertenecen a grandes consorcios nacionales y extranjeros. Surge la duda sobre si se justifica el traspaso de un bien público, como el espectro de 6 megahertz asignado, en condiciones para transmitir contenidos gratuitos si finalmente, aunque sea poco en porcentaje, los canales cobran por algunos contenidos.
El contenido “filete” -como el fútbol, por ejemplo- será con cobro -es una de nuestras preocupaciones-, con el consiguiente efecto social y, eventualmente, político que podría acarrear.
Por otra parte, entregar una franja valiosa del espectro de 6 megahertz a la televisión digital podría ir en contra de otras aplicaciones, como la banda ancha inalámbrica. Este es un debate que se está desarrollando en otros países, donde las autoridades reservan espectro para las necesidades de masificar el uso de internet en la población.
Por lo tanto, reitero que es fundamental tener en cuenta que el espectro en que operará la televisión abierta podría tener valiosos usos alternativos de primera relevancia. Por ejemplo, en nuestro país, la posibilidad de que el Estado pueda rescatar más o menos espectro para usos tan sensibles como el establecimiento de una red de comunicaciones de emergencia o redes para otorgar acceso a internet a la población exige que se efectúe una delicada ponderación de los bienes involucrados en cada alternativa disponible.
4) Gratuidad de los contenidos.
Si bien en el Senado existe acuerdo sobre la gratuidad de la televisión digital, en la Cámara de Diputados el Gobierno ha apoyado la idea de que los actuales concesionarios del espectro pudieran cobrar por todo o parte de sus señales. Ante el rechazo transversal a esa opción, hoy se intenta dejar un 20 por ciento del espectro público para que sea entregado a señales pagas o, aun peor, para otros productos pagos. Reitero mi preocupación, porque el contenido más preciado por la audiencia sería pagado y el peor sería gratuito.
Sin embargo, los actuales operadores de televisión abierta han solicitado la reposición del cobro por retransmisión en el proyecto sobre televisión digital que se discute en el Senado. Lo anterior se debe a motivos financieros, pese a estar respaldados por grandes grupos económicos, nacionales y transnacionales.
Quiero hacer notar que hace algunos días, el viernes 13 de abril, en el Diario Financiero apareció la noticia del ingreso de los canales de televisión al negocio de la televisión de pago. En ese mismo artículo se señala que “estudian la posibilidad de generar una plataforma de contenidos de pago”. El tema fundamental es si eso lo harán mediante la utilización del espectro que están pidiendo ilimitadamente como concesión gratuita.
Los canales abiertos desean establecer un régimen de retransmisión consentida. Esto podría producir una colisión directa con el derecho del ciudadano a recibir gratuitamente los canales abiertos. No obstante, si se quiere legislar sobre esta materia, reconociendo el costo en que incurren los canales abiertos en la producción de contenidos, se puede buscar una solución más justa y que, para los efectos de la retransmisión que hacen operadores de servicio limitado de televisión de los canales operados en virtud de concesiones de radiodifusión televisiva de libre recepción, se celebren acuerdos en los que se fijen las condiciones técnicas y económicas de la retransmisión y donde se contemplen, al menos, dos temas: primero, la valorización de contenidos que producen los operadores de servicios de radiodifusión, y segundo, el apoyo de infraestructura que otorgan los operadores de servicios limitados de televisión terrestre o cableoperadores a los canales, sobre todo en amplias comunas donde la señal llega de mala calidad a través de la televisión abierta y donde solo se puede acceder a ella a través de la televisión de pago.
Por último, quiero señalar que un grupo transversal de parlamentarios presentamos un proyecto de acuerdo, en el que se solicita al Ejecutivo que indique cuáles son los plazos y formas en que se llevará a cabo el plan de implementación para llevar la televisión digital a todo el país, ya que eso no se señala en los artículos transitorios del proyecto actualmente en discusión.
Y en relación con los temas que hoy han estado más presentes en la discusión, le pedimos que ingrese un proyecto de ley general de contenido audiovisual para desarrollar una discusión abierta en el Congreso Nacional, que tenga por objeto establecer reglas claras para los prestadores de servicios de comunicación audiovisual y para la ciudadanía en cuanto a los contenidos de la televisión chilena.
He dicho.
El señor MARINOVIC ( Vicepresidente ).- Tiene la palabra la diputada señora Carolina Goic.
La señora GOIC (doña Carolina).- Señor Presidente , quiero complementar la presentación hecha con tanta claridad por mi colega Juan Carlos Latorre y referirme a un aspecto relacionado con lo que están viendo los niños en Chile.
Cuando discutimos el proyecto de televisión digital en la Cámara de Diputados, quedó fuera un aspecto, porque no cabía en el articulado ni en el debate.
Profesionales del área médica, especialmente de la psiquiatría infantil, nos ilustraron sobre las implicancias y los efectos que tiene la televisión en el desarrollo de los niños. Incluso, presentaron una propuesta que apuntaba a contar con un canal de programación infantil abierta, que no tuviera propaganda, que pudiera manejar contenidos educativos y formativos, y que fuera parte de la parrilla programática, por lo menos para tener la opción de elegirlo.
Entiendo que aquí está presente un tema cultural de nuestras familias y de cómo la televisión reemplaza la compañía de los padres o los juegos infantiles, que tenemos el desafío de cambiar, porque vemos claramente que vamos en la dirección contraria al cambio que nos gustaría observar, sobre todo para cautelar el buen desarrollo de nuestros niños y niñas.
Hemos hecho un tremendo esfuerzo por preocuparnos de las niñas y niños desde los primeros meses de vida. Se extendió el posnatal, se ha ampliado la cobertura de salas cuna y de jardines infantiles, pero nos queda pendiente esa parte de tiempo -la mayor- en que los niños están expuestos a la televisión.
Ojalá podamos retomar esas propuestas, que fueron presentadas en la Comisión en su momento. Sería bueno generar cierto ambiente en tal sentido en el período previo a la Navidad, en lugar de bombardearlos con propaganda, porque sabemos que es muy difícil que ellos la puedan rechazar o filtrar. Además, genera competencia entre los niños. Al menos, en ciertos aspectos, podríamos tratarlo en forma más amable y utilizar los espacios de la televisión pública con ese objetivo.
Los datos que conocemos de lo que ven nuestros niños nos obligan a tomar ciertas medidas en forma inmediata. Por ejemplo, los porcentajes de niños que ven series en horario nocturno son preocupantes: uno de cada cuatro. Eso no solo significa que los niños ven televisión y el correspondiente programa para adultos en horario nocturno; incluso, muchas veces quedan enganchados con la propaganda que se da durante el día. ¿Por qué no establecemos ciertas regulaciones al respecto? A la hora de almuerzo, el niño ve las noticias o programas infantiles con la familia, pero entremedio ve propaganda para adultos. Lo mismo sucede con los matinales, ya que al día siguiente, en horario para niños, se repiten las mejores escenas de la programación nocturna para adultos.
Al final de la sesión votaremos un proyecto de acuerdo que presentamos para solicitar, por intermedio del ministro Secretario General de Gobierno , que el Consejo Nacional de Televisión dicte normas que nos permitan, en forma inmediata, entregar mayor protección, sobre todo a los menores de 12 años, acerca de contenidos en horario para adultos. En ese aspecto, se deben tomar medidas inmediatas, frente a las cuales somos responsables.
El Consejo Nacional de Televisión tiene la posibilidad de avanzar en normar y en restringir, y no solo de preocuparse de los contenidos en el horario infantil, para remarcar, por ejemplo, aquello que todos recordamos gracias al Cepillín: la hora de ir a dormir.
Siento que existe mucha capacidad de propuesta de parte de profesionales que están disponibles. En cierto modo, en esta sesión queremos iniciar una conversación que sea más productiva para avanzar en esas materias.
He dicho.
El señor MARINOVIC ( Vicepresidente ).- Tiene la palabra la diputada señora María Angélica Cristi.
La señora CRISTI (doña María Angélica).- Señor Presidente , si bien es cierto esta sesión especial no ha sido muy concurrida, quizás es una de las más interesantes e importantes que hemos celebrado en mucho tiempo. Lamentablemente, por nuestro sistema de trabajo, coincide con sesiones de comisiones, lo que impide que estén presentes más colegas.
De manera permanente, diferentes diputados se refieren a los contenidos de los programas de televisión, entre los cuales se destaca el tema de la violencia, de la delincuencia juvenil, adulta e, incluso, de menores. Es decir, la televisión incide o provoca normas de conducta en los menores a través de los programas de televisión, los que, muchas veces, se transforman en una especie de profesores para la comisión de delitos. Lo he escuchado varias veces.
La mayor parte de los parlamentarios ha planteado su preocupación por los programas que ven los menores de edad. En ese sentido, evidentemente, existe una responsabilidad de los padres, pero también debemos ser realistas, porque los padres no siempre acompañan a los niños. Justamente, uno de los principales problemas en la actualidad es que los niños están solos, y en la mayoría de los hogares la televisión está prendida todo el día, se vea o no. Entrar a la casa y, de inmediato, encender el televisor se ha transformado en una costumbre en muchas familias. A veces, ni se pone atención a él, pero siempre está encendido.
A menudo, los pequeños quedan enfocados en la televisión, lo que permite a los papás dedicarse a otras actividades del hogar. Debemos reconocer que existen programas para niños muy pequeños que constituyen un gran apoyo para los padres, puesto que les permiten realizar otras actividades durante ese tiempo. Pero el gran problema es qué pasa con la televisión después de que se trasmiten esos programas infantiles. Aquí se produce la confusión.
La diputada Mónica Zalaquett expuso, con claridad y fundamentos, lo lamentable que resulta que los niños no vean programas infantiles, pero sí de adultos. Incluso, sugirió que los programas de adultos debieran transmitirse después de las 23 horas. Sabemos que también existen casos de menores de edad -está probado y se mencionó en la exposición- que ven programas de televisión hasta las 5 de la mañana. Por último, la medida ayudaría a retrasar los programas para adultos, para que los niños tuvieran la oportunidad de ver programas acordes a su edad.
¿Cuánta responsabilidad social asume la televisión en la conducta, en las normas y en la calidad de vida de las personas? ¿Cuánto influye en el fortalecimiento de la familia? Estamos hablando de una de las instituciones más debilitadas de nuestra sociedad, la que, en ese estado, produce más consecuencias de infelicidad en todos sus miembros. Incluso, hay programas -nadie los ha nombrado- que se jactan de ciertas conductas, y las hacen aparecer como algo divertido. Es el caso, por ejemplo, de Infieles. Pocas veces he tenido la oportunidad de verlo -son pocos los programas que veo y que me interesan-, pero es increíble cómo se jactan de la infidelidad, que supera la imaginación de muchas personas.
También se habla de la importancia de fomentar una televisión más cultural. Como bien dijo el señor Herman Chadwick , además de ser cultural, también debe ser entretenida. Efectivamente, hay programas que fomentan los talentos -que sí he tenido la oportunidad de ver-, que gozan de un alto rating, que ayudan a la comunidad y a las personas que no tienen oportunidades, a quienes les prestan mucho apoyo. Me parece que ese tipo de programas debiera ser destacado como ejemplo, porque son como una mezcla de recreación y cultura, que debemos fomentar en forma más extensiva.
Todos sabemos que un punto de rating es equivalente a aproximadamente 80 mil personas. Por eso, cabe preguntarse cómo prevenir y cómo ayudar a que la televisión, un medio tan masivo e impactante en la vida de las personas, no sea solo una entidad comercial, porque la responsabilidad social que tiene la televisión es demasiado alta. Por eso, se tiende a exhibir lo que es rentable y no, precisamente, lo que es bueno.
El concepto de responsabilidad social debiera estar mucho más dinamizado en los medios de comunicación. Vivimos en un país en que, desgraciadamente, la violencia y la delincuencia infantil van en aumento, al igual que el vandalismo en las calles. Incluso, aumentan los casos en que las manifestaciones populares terminan en situaciones graves, y eso se muestra una y otra vez, de manera exagerada.
La diputada Mónica Zalaquett también suscribió un proyecto de acuerdo para pedir al Consejo Nacional de Televisión que no se insista en transmitir programas en que se muestre el maltrato a una mujer. Cuando ello ocurre, y se repiten esas imágenes una y otra vez, esa mujer termina siendo una doble víctima: del maltrato y de los medios de comunicación. Se han producido situaciones puntuales de delitos en que la víctima termina siendo doblemente victimizada, por su victimario y por los medios de comunicación, lo que resulta innecesario. Por lo tanto, se debe tener consideración por las víctimas.
Hay tanto paño que cortar en esta materia, que es muy importante que el Consejo asuma, más allá del rol que le corresponde, una posición respecto del contenido de los programas de televisión.
También hay otros temas fundamentales que requieren cierta regulación, por ejemplo, el de la publicidad de alcoholes.
Recientemente, aprobamos un proyecto para retrasar la publicidad de alcoholes en la televisión, para que los menores no sean incitados a un mayor consumo de alcohol a través de la propaganda de bebidas alcohólicas. Se logró un avance en cuanto al tabaco, pero queda pendiente el tema de la publicidad de bebidas alcohólicas. Lamentablemente, los comerciales que incitan a su consumo son los más atractivos. Por ejemplo, existe uno que promueve el consumo de cerveza en un evento que pareciera ser la fiesta del mundo. ¡Qué cosa más fantástica y entretenida, pero termina incitando al consumo de una bebida alcohólica! Creo que el Consejo Nacional de Televisión podría ayudar a regular eso. Todavía no existe una ley. Probablemente, se aprobará una norma en tal sentido, y el tema se va a restringir, pero antes de que ello ocurra, el Consejo podría tomar cartas en el asunto.
Sé que el Consejo tiene una gran responsabilidad con la comunidad y con el país; por lo que representar nuestra preocupación al respecto no debiera ser algo novedoso para ese organismo, por cuanto nos toca legislar y convivir con esa realidad, y le da fuerza a nuestra inquietud.
Espero que juntos favorezcamos que este medio tan masivo ayude a ser más felices a los chilenos, pero sin que produzca daños o consecuencias negativas en su calidad de vida.
He dicho.
El señor MARINOVIC ( Vicepresidente ).- Tiene la palabra el diputado señor José Pérez.
El señor PÉREZ (don José).- Señor Presidente , en primer lugar, saludo al ministro de Transportes y Telecomunicaciones , al presidente del Consejo Nacional de Televisión y al subsecretario de Telecomunicaciones , que lamentablemente en este momento no se encuentra presente. Me hubiese gustado que escuchara lo que tengo que decir.
Estamos analizando un tema de la mayor importancia: “los contenidos de la programación que emiten los canales de televisión abierta chilenos y cómo se vislumbra el futuro de la televisión digital en nuestro país”. Me parece pertinente conversar francamente sobre esto, para evaluar si lo estamos haciendo bien o mal, a fin de detectar qué errores garrafales hemos cometido, para que no se repitan.
Comparto lo que dijeron los colegas que me antecedieron en el uso de la palabra, en el sentido de que existen programas que afectan seriamente la mentalidad de los jóvenes: los que muestran el consumo de alcohol, propaganda sobre tal o cual ron, sobre determinada marca de vino o de cerveza, etcétera, los que resultan ser habituales en los medios de comunicación.
La función de los canales de televisión y de todo medio informativo es informar, educar y entretener. Sin embargo, durante el día, nos encontramos con programas que no tienen nada que ver con esa función; por el contrario, van deformando la mente de la juventud o incitándola a que transiten por un camino sin retorno, ya sea el vinculado con el alcohol o el de las malas costumbres que proponen los canales de televisión, lo que me parece de extrema gravedad. Se lo digo especialmente al señor presidente del Consejo Nacional de Televisión ; ojalá lo escuche también el subsecretario de Telecomunicaciones .
Recuerdo que uno de los primeros fines de semana del año en curso, alrededor de las 14.30 horas, Canal 13 transmitió un programa, con expertos en la materia, que trataba el tema de que el 21 de diciembre de este año se acabaría el mundo. ¡Se afirmaba categóricamente semejante -no puede tener otro calificativo- estupidez! ¡No sé cómo es posible que se permita que un canal de televisión provoque tal alarma pública! ¿Para qué van a seguir estudiando los jóvenes de Chile? ¿Para qué van a seguir sacrificándose los empresarios en mejorar sus condiciones de trabajo? ¿Para qué vamos a seguir sembrando nuestros campos? ¿Para qué vamos a gastar recursos en los temas fundamentales del país si el mundo se acaba el 21 de diciembre próximo? El programa duró cerca de tres cuartos de hora -quizás un poco más- y se transmitió alrededor de las 14 horas.
Ese programa me pareció una tremenda barbaridad. Esos periodistas no tienen conciencia de cuál debe ser su misión y función en la sociedad.
Por consiguiente, solicito a los altos personeros de la televisión chilena, cuya presencia me alegra, que analicen e investiguen esta situación, porque considero que merece la mayor censura. ¡No puede ser posible que un par de señores con algunas “tuercas sueltas” causen alarma pública a nivel nacional e incentiven a la gente joven a tomar decisiones que podrían tener consecuencias irreversibles!
Nuestra televisión, la de hoy y la de mañana -la digital-, debe ser un ejemplo y cumplir con la misión de informar, educar y entretener, con una visión elevada y de respeto por Chile y su gente, especialmente por los jóvenes y los niños, para que no cometan errores como los que, lamentablemente, ha presenciado el país entero, que pueden provocar un daño tremendo a la sociedad.
He dicho.
El señor MARINOVIC (Vicepresidente).- Tiene la palabra el diputado señor Alfonso de Urresti.
El señor DE URRESTI.- Señor Presidente , saludo al ministro de Transportes y Telecomunicaciones , al presidente del Consejo Nacional de Televisión y al subsecretario de Telecomunicaciones .
También celebro que estemos realizando esta sesión especial, por lo que felicito a la diputada Mónica Zalaquett por sus gestiones en tal sentido. Con ella compartí la opinión de que el contenido actual de la televisión es deplorable, porque se transmite una serie de programas que nos llevan a cambiar de canal y a reflexionar sobre lo que está ocurriendo.
Más allá de las multas que se aplican, de las que conocemos en breves notas publicadas en la prensa, porque permanentemente se sanciona a canales de televisión por la transmisión de contenidos no adecuados, al final del día nos queda la sensación de que tenemos una televisión de mala calidad, opinión sobre la que existe cierto consenso.
Es positivo que la preocupación por el tema sea transversal, sobre todo si se considera que los canales de televisión -varios de ellos al amparo de universidades, además de un canal estatal que goza de autonomía mediante una ley especial- compiten en vulgaridad.
No se trata de afirmar que vamos a tener un canal solo cultural -hablo como Presidente de la Comisión de Cultura y de las Artes de esta Cámara-, porque reconozco que no siempre un canal cultural es seguido masivamente. Pero, por lo menos, estimo que se debiera apostar por programas de trayectoria, que hicieron historia en la televisión chilena, como “Ojo con el Arte” o el “Show de los Libros”, conducidos por Nemesio Antúnez y Antonio Skármeta , respectivamente. Ya no existe ese tipo de programas.
Es difícil encontrar programas de cultura, de reflexión, de fomento de valores, que resalten nuestras riquezas naturales y nuestra identidad territorial. Es lamentable observar que los canales de televisión compiten en chabacanería, con realitys o programas que realmente son insufribles.
Quiero poner como ejemplo -es bueno que nuestros invitados nos ilustren al respecto cuando tengan la oportunidad de intervenir- un hecho reciente.
¿Cuál fue la cobertura de la televisión chilena a la entrega del Premio Cervantes a Nicanor Parra, uno de los hitos culturales más importantes del año? Dicho premio equivale al Nobel de lengua hispana. Nicanor Parra es un chileno de tomo y lomo, un poeta reconocido, y ojalá que viva más años porque no me cabe duda de que será nuestro próximo Premio Nobel.
Insisto, ¿cuál fue la cobertura de los medios de comunicación respecto de ese hecho? Creo que se hizo un programita por aquí y otro por allá. Sin embargo, recuerdo transmisiones en vivo e in extenso de bodas reales en Inglaterra, o de reality shows con amigas de futbolistas. En casos como esos se hacen grandes programas o producciones.
Entonces, ¿dónde está la apuesta del Estado de Chile por una televisión con contenido de calidad? No está.
La misma situación podemos plantear en relación con otros bienes que hemos perdido como chilenos.
Sería bueno mirar al otro lado de la cordillera para ver qué pasó con el Canal del Fútbol. El Estado argentino determinó que los partidos de fútbol, que es un deporte de multitudes, sean transmitidos por la televisión abierta.
Nosotros queremos que el Estado adopte algunas decisiones al respecto.
En otro orden de cosas, ¿de cuántas señales regionales de televisión pública disponemos a lo largo del país?
Me he cansado de enviar oficios sobre lo que ocurre en la Región de Los Ríos y otras, en especial, sobre el conflicto de Freirina, una crisis de enorme magnitud. Los canales de televisión no cubren ese problema tampoco, lo que ocurre en Aysén o en Pelequén en materia de medio ambiente, pero sí un choque en la Plaza Italia, de Santiago, o lo que declara un concejal de Providencia.
En cuanto a la televisión digital, puedo señalar que al subsecretario de Telecomunicaciones le correspondió trabajar, en conjunto con el ministro , con el objeto de que la Comisión de Cultura sacara adelante el proyecto de ley sobre la materia. Se estableció una mesa de trabajo y se avanzó en consensuar a todos los actores políticos, en torno a un tema al que la Comisión de Cultura quiso darle una mirada cultural. De manera transversal, el diputado Issa Kort , la diputada señora Ximena Vidal y quien habla aportamos para sacar adelante esa iniciativa.
Felicito el aporte y la fórmula planteada desde el Ejecutivo . Pero echamos de menos saber qué ocurre. Por una parte, la televisión digital está trabada, y, por otra, la televisión abierta ha bajado el nivel de sus contenidos.
¿Cómo resolvemos esa fórmula? ¿Cómo resolvemos esta ecuación que no le gusta al país, que claramente y de manera transversal, observamos y rechazamos?
Estimo que en esta sesión debemos arribar a conclusiones que hagan repuntar a la televisión pública, de modo que quede al centro de la discusión.
Hace un par de meses, aprobamos el proyecto de ley que establece tolerancia cero con el alcohol. ¿Por qué traigo a colación ese tema? Porque en su momento señalamos que si ese tipo de leyes no va acompañado de campañas de publicidad intensas y masivas, pasará a convertirse en letra muerta. En ese aspecto necesitamos el rol educativo del Estado y la capacidad de transmitir pedagógicamente la labor del Parlamento en beneficio de nuestra sociedad. Hoy, no vemos esas campañas educativas. Echamos de menos el rol público efectivo de la televisión.
Como presidente de la Comisión de Cultura, quiero señalar que echamos de menos un mejor contenido y una mejor articulación en la televisión, en que se financie y se invierta en cultura y en formación. No queremos quedarnos con una televisión basura y con falta de contenido. Queremos una televisión pública de calidad, además de pluralista y, sobre todo, laica.
He dicho.
El señor MARINOVIC ( Vicepresidente ).- Por el saldo del tiempo de la Democracia Cristiana, 1 minuto y 18 segundos, más 3 minutos cedidos por la Unión Demócrata Independiente, tiene la palabra el diputado señor Jorge Sabag.
El señor SABAG.- Señor Presidente , por su intermedio, saludo al ministro de Transportes , al subsecretario de Telecomunicaciones y al presidente del Consejo Nacional de Televisión , y agradezco a la bancada de la UDI los minutos que me ha cedido.
Todos estamos de acuerdo en que queremos una televisión de mejor calidad, con mejores contenidos. Por eso, mediante un proyecto de acuerdo pedimos que se envíe un proyecto de ley general de contenidos audiovisuales, que resolvería parte de la problemática que hoy vive la televisión chilena que, como se ha dicho, sus contenidos son bastante mediocres y, en algunos casos, vulgares.
Sin embargo, dado que uno de los pilares de nuestra democracia es la libertad de expresión, será una tarea muy compleja regular los contenidos de la televisión. Por eso, más bien sugiero que incentivemos los buenos programas mediante subvenciones o subsidios, de manera que se cumpla aquel viejo dicho de “ahogar el mal en abundancia de bien”. Si con una adecuada ley establecemos incentivos para los programas que realmente contribuyen a la cultura, a la educación y también a la entretención e información, podremos lograr, a mi juicio, una mejor televisión.
En ese sentido, felicito a la diputada Zalaquett y al diputado Kort , quienes se han preocupado de que en una sesión de la Cámara se trate esta tema que es relevante para la sociedad chilena, dado que hoy la televisión es un miembro más de la familia y tendremos que aprender a convivir con ella.
Me preocupan el cuidado de la infancia y los valores de la familia que, muchas veces, son pasados a llevar por los medios de comunicación. Por eso, es importante que la sociedad, los ciudadanos, se organicen para establecer un control sobre los medios de comunicación. Todas las instituciones están sujetas a control. Como anécdota, hace un año, en la Cámara se intentó comprar un iPad para cada parlamentario, y bastó el control de la ciudadanía para que se revocara esa decisión. Me gustaría ver un control de esa naturaleza sobre los medios de comunicación; es decir, que los padres se organizaran para revertir o pautear -por decirlo de alguna manera- a los medios de comunicación, de manera que emitan programas que sean provechosos para sus hijos.
También me preocupa lo que ocurre con la honra y la dignidad de las personas en los medios de comunicación. Estos, muchas veces, pasan a llevar el principio de presunción de inocencia, afectando la honra de las personas. El artículo 2331 del Código Civil señala que “Las imputaciones injuriosas contra el honor o el crédito de una persona no dan derecho para demandar una indemnización pecuniaria”, solamente dan derecho cuando hay un daño patrimonial; “pero ni aun entonces tendrá lugar la indemnización pecuniaria, si se probara la verdad de la imputación.”.
En la actualidad, la televisión y los medios de comunicación, en general, están, prácticamente, con inmunidad y pueden tocar la honra de las personas sin sufrir ninguna consecuencia. Me preocupa esa situación, porque, hoy, el principio de presunción de inocencia ha pasado a ser letra muerta cuando se tratan estos temas en la televisión. También me gustaría ver una regulación un poco más efectiva en esa materia.
Soy partidario de dar más facultades a la ciudadanía para controlar la televisión. Para eso necesitamos un marco legal más fuerte, otorgar más facultades a la ciudadanía -coincido con don Herman Chadwick - y más recursos al Consejo Nacional de Televisión -aumentarlos de 3.500 a 10 mil millones de pesos- para promover una televisión de buena calidad.
Hay varios temas que se podrían tratar. Me preocupa el de las cámaras secretas. Muchos reportajes de la televisión se hacen en forma maquiavélica, usando medios que no son de fair play para obtener la información. Toda esa materia debería tener alguna regulación, puesto que estamos en una sociedad maquiavélica en que la información se obtiene a cualquier precio.
Señor Presidente , con la diputada Sepúlveda hemos coincidido en que hay que llevar mucho más la literatura chilena a la pantalla. Solamente se ha exhibido la obra “ Martín Rivas ”, no así obras como las de Isabel Allende, que son más conocidas fuera de Chile que aquí y que serían un gran aporte a la cultura del país.
Por último, me preocupa que menores de edad participen en muchos avisos de la televisión. Esa materia también debería ser regulada por un proyecto de ley general de contenidos, que echamos de menos, y cuyo envío al Congreso sugerimos en un proyecto de acuerdo.
He dicho.
El señor MARINOVIC ( Vicepresidente ).- Tiene la palabra, hasta por 3 minutos, cedidos por el Comité de la UDI, el honorable diputado señor Ricardo Rincón.
El señor RINCÓN.- Señor Presidente , junto con refrendar lo dicho por los colegas que me han antecedido en el uso de la palabra, y aunque pudiéramos ser reiterativos, debemos hacer pública nuestra preocupación por los contenidos de la televisión. En la medida en que ellos no estén regulados fehacientemente o tengamos la sensación de que la regulación es débil, feble o insuficiente, estaremos ante un tema no zanjado o no resuelto. Hoy, cuando en Chile se discute sobre el cambio de la televisión análoga a la digital, los parlamentarios también debemos hacernos parte de esa reflexión.
No puede ser que la preocupación del ciudadano común sea, básicamente, si su televisor será el adecuado para esa modalidad de televisión, porque quiere ver mejor, tener mejor señal o si el televisor que se comprará reúne las condiciones para recepcionar adecuadamente la futura televisión digital que, dicho sea de paso, venimos anunciando desde hace tiempo. Cabe señalar que, como país, como sociedad, como Estado y como Congreso nos estamos retrasando y, poco a poco, incluso, quedando fuera de lo nuevo que viene y que está surgiendo, cual es la integración de distintas señales en el televisor: Facebook, internet y mil cosas más. No puede ser que la preocupación esté centrada respecto de la calidad de los aparatos, de los televisores, de sus conexiones, y no de la calidad de la transmisión, de los contenidos.
Tampoco pueden desacoplarse del todo los contenidos de la televisión que viene y que, sin lugar a dudas, será digital. Al respecto, parece que hay más preocupación por garantizar derechos en desmedro de quienes quieren entrar a hacer su oferta televisiva en ese ámbito, lo cual disminuye la libertad de competencia que le hace bien al mercado en este aspecto. Parece que algunos están más preocupados de mantener el statu quo actual de ciertos grupos que ya tienen concesión, en detrimento de los que quieren ingresar y hacer su oferta. Lamentablemente, no está claro cómo se usará la mayor capacidad de ese espectro de televisión.
Incluso, algunos están planteando tener también la posibilidad, a través de ese mejor espectro, de entregar internet, con el fundamento de que por esa vía se aumentará la conectividad. La idea es ampliar el negocio de la televisión a otros aledaños que, como tales, deben ser, evidentemente, resguardados por el Estado en cuanto a competencia, calidad y precio.
Entre otras cosas, no solo debemos garantizar calidad, sino una señal de televisión de calidad, pero también gratuita para nuestros ciudadanos.
He dicho.
El señor MARINOVIC (Vicepresidente).- Tiene la palabra, hasta por 3 minutos, cedidos por el Comité de la UDI, el diputado señor Mario Venegas.
El señor VENEGAS.- Señor Presidente , agradezco el tiempo que me cedió el Comité de la UDI.
Durante el desarrollo de esta sesión, he pensado en cómo no caer en lugares comunes para abordar esta materia, porque, de momento, parecía una reunión del comité por la defensa de las buenas costumbres, con lo cual, de alguna manera, estamos dándole la espalda a la realidad. Y la realidad de la televisión abierta y de la de prepago es que se rigen por un criterio puramente económico. El señor presidente del Consejo Nacional lo señalaba con claridad y honestidad. Los programas infantiles serán de mejor calidad en la medida en que tengan rating y auspiciadores, porque somos esclavos del people meter, que además hace la medición online.
Entonces, considero hasta un poco ingenua la discusión que se ha dado respecto de si es posible o no mejorar la calidad. Estoy pensando en el primer tema de la convocatoria, que es analizar los contenidos de la programación que emiten los canales de televisión. Mientras haya dinero de por medio y ese sea el criterio, no vamos a cambiar la televisión, por más que hagamos muchas sesiones de este tipo. Podremos destinar 20 mil millones de pesos en recursos al Consejo Nacional de Televisión y la situación no va a variar, porque los incentivos están puestos en el tema económico. Lo que vende son las niñas piluchas, la farándula, el morbo -del cual todos somos víctimas-, saber, por ejemplo, dónde estuvo la niñita en cuestión, etcétera.
En principio, yo no quería hablar; pero agradezco la oportunidad que me han dado. Al diputado Issa Kort , con mucha honestidad, le dije: “Esta es la reunión más inútil que he visto, porque no va a cambiar nada.”. Él me respondió: “Perdóname -y le encuentro razón-, pero, al menos, la Cámara destinará un tiempo para plantear el tema y dejar en el ambiente que nos preocupamos de él.” En ese sentido, le concedo razón. Pero, ¿vamos a cambiar los contenidos de la programación de la televisión abierta con esta sesión especial? Claramente, no.
El segundo tema de la convocatoria, que prácticamente no se ha tocado, excepto por la intervención del diputado Juan Carlos Latorre , es el relativo al proyecto de ley de televisión digital. Este tema tiene mayor trascendencia y es importantísimo para el país. ¿Qué representa este adelanto tecnológico para Chile? ¿Cómo lo vamos a usar para tener más pluralidad y cultura? ¿Cómo llega y democratiza la televisión que, por lo demás, está superconcentrada?
Quiero reclamar aquí que ese proyecto de ley se trató en las Comisiones de Ciencia y Tecnología, de Cultura y de las Artes y de Hacienda, pero no se vio en la comisión técnica, que era lo lógico, la de Obras Públicas, Transportes y Telecomunicaciones de la Cámara. ¡Qué raro! ¡Rarísimo!
He dicho.
El señor MARINOVIC (Vicepresidente).- Tiene la palabra el diputado señor Alberto Robles.
El señor ROBLES.- Señor Presidente , solo quiero referirme al deber del Estado desde el punto de vista de las telecomunicaciones, sobre todo, abiertas. En el proyecto de ley de televisión digital planteamos la necesidad de que el Estado tenga una televisión con los contenidos que a este le interesan. Me parece obvio que la persona que prende el televisor escoja la transmisión y vea lo que quiera, pero también me parece obvio que el Estado tenga canales de televisión que emitan programas que le interesa que la gente vea. Lo lógico es que ese canal, digital o análogo, transmita los contenidos que el Estado quiere entregar, principalmente, educativos.
Con la televisión digital y sus potencialidades, es evidente que podríamos tener televisión de alta definición con contenidos culturales, educacionales, regionales, etcétera, pagada por el Estado, no compitiendo por la señal, no compitiendo por el people meter, no compitiendo por los auspiciadores, sino que, simplemente, compitiendo por la calidad y la capacidad de llegar a la población de todo el país con contenidos culturales.
Por ejemplo, una ópera emitida por la televisión abierta no será vista por la gran mayoría de la gente; pero sería extraordinariamente interesante que la pudieran ver los sectores más populares, que no tienen esa posibilidad si no es a través de la televisión abierta. Eso es relevante.
Es decir, sería un paso adelante, si como consecuencia de esta sesión logramos que el ministro , en la discusión del proyecto de ley de televisión digital que está en el Senado, incorpore canales abiertos de televisión pública -no la actual Televisión Nacional-, financiados por el Estado, para dar educación. Y si estos deben competir con la televisión comercial, bienvenido sea, pero a la gente tenemos que entregarle la opción de instruirse y educarse mediante la televisión pública.
He dicho.
El señor MARINOVIC ( Vicepresidente ).- Tiene la palabra el diputado señor Iván Moreira.
El señor MOREIRA.- Señor Presidente , estábamos votando el proyecto de ley que crea la Superintendencia de Telecomunicaciones, en la Comisión de Ciencia y Tecnología. Esa es la razón por la cual no estuve antes en el debate.
Me parece muy interesante la materia en discusión y más interesante la cantidad de parlamentarios en la Sala. Eso demuestra el interés. Pero seamos prácticos. La libertad de expresión la vamos a defender siempre, pero no la podemos confundir con los contenidos, los cuales no se pueden imponer. Con ninguna ley vamos a hacer un cambio cultural en este tema. ¿Por qué vamos a imponer los contenidos de los canales, si ni siquiera somos capaces, como padres, de colocarle un freno a la farándula y a todo lo que ustedes ven y que no quieren que sus hijos vean?
Está bien que este tema se discuta, que haya campañas, que haya un trabajo serio, que haya una entidad como el Consejo Nacional de Televisión, que sancione a los que debe sancionar. Pero me parece insólito que en el Congreso se pretenda imponer contenidos. De lo primero que deberíamos preocuparnos en esta Sala es del comportamiento y las equivocaciones políticas que tenemos absolutamente todos. Por eso, nunca habíamos estado tan mal en las encuestas. Tocamos fondo y, al parecer, para los políticos en general no hay un solo fondo, sino un doble fondo. Hoy, no tenemos la autoridad para imponer contenidos. Para eso está el Consejo Nacional de Televisión con leyes claras. Solo tendrá que hacer cumplir la ley, fiscalizar y cuando las cosas no correspondan, sancionar. Pero ir más allá, en la práctica, es algo que no se podrá llevar adelante.
He dicho.
El señor MARINOVIC ( Vicepresidente ).- Tiene la palabra el ministro de Transportes y Telecomunicaciones.
El señor ERRÁZURIZ ( ministro de Transportes y Telecomunicaciones).- Señor Presidente , como ciudadano, coincido plenamente con la preocupación de la Cámara. Pienso que hay un enorme desafío que hay que enfrentar con decisión, pero nuestra responsabilidad, como Ministerio, está fuertemente ligada al desafío tecnológico y, por eso, en mis palabras voy a dar énfasis a este segundo tema.
Desde hace una década, los chilenos han escuchado hablar a sus autoridades de turno sobre la importancia de la televisión digital y sus múltiples beneficios. Sin embargo, este cambio tecnológico sigue siendo solo una promesa para la mayoría de los hogares chilenos, especialmente en regiones y sectores de menores ingresos.
En Chile, nos quedamos atrás en lo que se refiere a la digitalización de la televisión y a su marco legal. Toda Latinoamérica inició su transición. Y qué decir del mundo desarrollado, donde la televisión digital abierta empieza a ser superada como plataforma de multimedios por internet.
En Chile, la televisión digital se ha consolidado por el lado de los equipos. El mercado por sí mismo dejó obsoleta la regulación. Nos acercamos rápidamente a un parque de 2 millones de televisores, pero solo unos pocos acceden a contenidos en alta definición y son, esencialmente, quienes los pueden pagar.
En menor medida, principalmente, en Santiago y algunas regiones, hemos avanzado con señales demostrativas de televisión digital de libre acceso para las personas, pero nos falta mucho para concretar la plena digitalización de la televisión.
La pregunta que surge es por qué nos quedamos atrás y una explicación posible es que durante mucho tiempo nuestro país postergó un debate nacional que era necesario abordar: la calidad de la televisión, la diversidad programática y el pluralismo en la pantalla.
Este debate, importante para el presente y futuro de Chile, que finalmente se trata del tipo de televisión que queremos, arrastró innecesariamente las reformas técnicas básicas que permitían la evolución tecnológica. Creemos que fue un error confundir la forma con el fondo. La preocupación legítima por los contenidos o por la estructura del Consejo Nacional de Televisión no depende de si la señal que se transmite es analógica o digital.
¿Alguien puede imaginar que en los años 70, cuando se pasó de la televisión en blanco y negro a la televisión a color, se haya decidido congelar e impedir ese cambio tecnológico natural, hasta que se debatiera, durante cuatro o cinco años, si queríamos ver más programas del tipo Música Libre, Martes 13, Sábado Gigante o Teleduc en la pantalla?
Los más perjudicados por ese retraso tecnológico son las familias de menores ingresos, porque en los hogares de mayores recursos se paga por ver televisión digital.
En esas familias estamos pensando, como Gobierno, y no vemos ninguna razón ética, política o técnica para seguir privando a los más pobres de Chile de acceder a un cambio tecnológico que ya existe, que está aquí, pero solo disponible para los que pueden pagar una conexión de cable o satelital.
Es nuestra convicción, como Gobierno, que mientras más luego partamos, más luego será posible que estas transmisiones lleguen a todas las regiones del país. Si seguimos postergando este cambio tecnológico, seguiremos postergando a los millones de chilenos que no viven en Santiago.
Si existe voluntad política, podemos concordar un marco para la televisión chilena, donde exista espacio para más actores y diversidad de contenidos, sin que ese debate se eternice y termine por sepultar un medio de comunicación que se quedó tecnológicamente en el pasado y que ya ha sido superado en gran medida por internet en todo el mundo.
En lo más concreto, ¿qué está pasando hoy? Queremos insistir en nuestra posición de buscar el mayor acuerdo en el Congreso, para que tengamos un proyecto de ley amplio, aunque pensamos que deberíamos enfrentar ambos desafíos por separado, dado lo mencionado anteriormente. Independiente de esto, el proyecto siempre ha sido calificado con suma urgencia, sabiendo, además, que la futura ley dará muchas posibilidades, porque generará mayor espacio para más frecuencias y alternativas de programación. Además, tendremos nuevos fondos para apoyar producciones de calidad; pero la discusión de contenido, que incentivamos, requiere una profundidad muy distinta.
Un breve comentario sobre el proyecto de acuerdo N° 640, que los señores diputados van a votar. Respecto del primer punto, tenemos una propuesta -que es conocida-, que es lograr 85 por ciento en tres años y, ciento por ciento, en cinco años. En el segundo punto, que tiene que ver con contenidos, insistimos en lo mencionado: una cosa es el desafío tecnológico y otra muy distinta y mucho más profunda es la discusión de los contenidos.
Muchas gracias.
El señor MONCKEBERG, don Nicolás (Presidente).- Se han presentado tres proyectos de acuerdo.
El señor Secretario va a dar lectura a la parte dispositiva del proyecto de acuerdo N° 640.
El señor ÁLVAREZ ( Secretario ).- Proyecto de acuerdo N° 640, de los diputados señores Latorre, Hasbún, Marcos Espinosa, Delmastro, García, Venegas, Saffirio, Farías, De Urresti, Kort y Ortiz, y de la diputada señora Denise Pascal, que en su parte dispositiva señala lo siguiente:
La Cámara de Diputados acuerda:
1. Solicitar al Ejecutivo que indique cuáles son los plazos y formas en que se llevará a cabo el plan de implementación para llevar la televisión digital a todo el país, ya que no se señala en los artículos transitorios del proyecto ingresado (Boletín 6190-19).
2. Que el ejecutivo ingrese una ley general de contenido audiovisual, que tenga por objeto establecer reglas claras para los prestadores de servicios de comunicación audiovisual y para la ciudadanía en cuanto a los contenidos de la televisión chilena.
El señor MONCKEBERG, don Nicolás ( Presidente ).- En votación.
-Efectuada la votación en forma económica, por el sistema electrónico, dio el siguiente resultado: por la afirmativa, 77 votos. No hubo votos por la negativa ni abstenciones.
El señor MONCKEBERG, don Nicolás ( Presidente ).- Aprobado.
-Votaron por la afirmativa los siguientes señores diputados:
Accorsi Opazo Enrique; Alinco Bustos René; Araya Guerrero Pedro; Ascencio Mansilla Gabriel; Baltolu Rasera Nino; Barros Montero Ramón; Bertolino Rendic Mario; Bobadilla Muñoz Sergio; Browne Urrejola Pedro; Calderón Bassi Giovanni; Campos Jara Cristián; Cardemil Herrera Alberto; Ceroni Fuentes Guillermo; Cristi Marfil María Angélica; De Urresti Longton Alfonso; Delmastro Naso Roberto; Edwards Silva José Manuel; Eluchans Urenda Edmundo; Espinosa Monardes Marcos; Espinoza Sandoval Fidel; Estay Peñaloza Enrique; Farías Ponce Ramón; Kort Garriga Issa; Girardi Lavín Cristina; Goic Boroevic Carolina; González Torres Rodrigo; Harboe Bascuñán Felipe; Hernández Hernández Javier; Isasi Barbieri Marta; Jaramillo Becker Enrique; Jiménez Fuentes Tucapel; Kast Rist José Antonio; Latorre Carmona Juan Carlos; Lemus Aracena Luis; Rosales Guzmán Joel; Macaya Danús Javier; Marinovic Solo De Zaldívar Miodrag; Martínez Labbé Rosauro; Melero Abaroa Patricio; Meza Moncada Fernando; Monckeberg Díaz Nicolás; Monsalve Benavides Manuel; Montes Cisternas Carlos; Morales Muñoz Celso; Muñoz D’Albora Adriana; Nogueira Fernández Claudia; Norambuena Farías Iván; Ojeda Uribe Sergio; Ortiz Novoa José Miguel; Pascal Allende Denise; Pérez Arriagada José; Pérez Lahsen Leopoldo; Recondo Lavanderos Carlos; Rincón González Ricardo; Robles Pantoja Alberto; Rojas Molina Manuel; Sabag Villalobos Jorge; Saffirio Espinoza René; Sandoval Plaza David; Santana Tirachini Alejandro; Schilling Rodríguez Marcelo; Sepúlveda Orbenes Alejandra; Silber Romo Gabriel; Squella Ovalle Arturo; Turres Figueroa Marisol; Ulloa Aguillón Jorge; Letelier Aguilar Cristian; Urrutia Bonilla Ignacio; Vallespín López Patricio; Van Rysselberghe Herrera Enrique; Vargas Pizarro Orlando; Venegas Cárdenas Mario; Verdugo Soto Germán; Von Mühlenbrock Zamora Gastón; Walker Prieto Matías; Ward Edwards Felipe; Zalaquett Said Mónica.
El señor MONCKEBERG, don Nicolás ( Presidente ).- El señor Secretario va a dar lectura a la parte dispositiva del proyecto de acuerdo N° 641.
El señor ÁLVAREZ ( Secretario ).- Proyecto de acuerdo N° 641, de los diputados señores Kort, Latorre, Martínez, Saffirio, De Urresti, Rosales, Recondo, Baltolu, Sabag y Ortiz, y de las diputadas señoras Alejandra Sepúlveda, Carolina Goic, Mónica Zalaquett y María José Hoffmann, que en su parte dispositiva señala lo siguiente:
La Cámara de Diputados acuerda:
Solicitar al Consejo Nacional de Televisión que convoque a las máximas autoridades de los canales de televisión abierta, a fin de analizar el contenido televisivo que están entregando a la sociedad chilena y que se ponga énfasis en la protección a los valores tradicionales que nos rigen, tales como respeto a la dignidad del ser humano, rescatar el valor de la familia, atenuar contenidos extremadamente eróticos y, en general, llamar a una autorregulación, ya que en los términos actuales, sin duda, los estándares de calidad, pluralismo, entretención, cultura y protección a los valores tradicionales se encuentran seriamente disminuidos.
En segundo lugar, pedimos concordancia para que las pautas programáticas o misiones de los canales de televisión abierta, efectuados voluntariamente por ellos, sean efectivamente respetadas, ya que existe una diferencia abismal entre lo que se declara y lo que se hace. Esta concordancia debería ser visada por el Consejo Nacional de Televisión y, en el evento de su transgresión, otorgar facultades sancionatorias a dicho organismo.
El señor MONCKEBERG, don Nicolás ( Presidente ).- En votación.
-Efectuada la votación en forma económica, por el sistema electrónico, dio el siguiente resultado: por la afirmativa, 64 votos; por la negativa, 2 votos. Hubo 8 abstenciones.
El señor MONCKEBERG, don Nicolás ( Presidente ).- Aprobado.
-Votaron por la afirmativa los siguientes señores diputados:
Accorsi Opazo Enrique; Alinco Bustos René; Araya Guerrero Pedro; Ascencio Mansilla Gabriel; Baltolu Rasera Nino; Barros Montero Ramón; Becker Alvear Germán; Bertolino Rendic Mario; Bobadilla Muñoz Sergio; Browne Urrejola Pedro; Calderón Bassi Giovanni; Cardemil Herrera Alberto; Cristi Marfil María Angélica; Delmastro Naso Roberto; Edwards Silva José Manuel; Eluchans Urenda Edmundo; Estay Peñaloza Enrique; Farías Ponce Ramón; Kort Garriga Issa; Goic Boroevic Carolina; Hernández Hernández Javier; Isasi Barbieri Marta; Jaramillo Becker Enrique; Jarpa Wevar Carlos Abel; Kast Rist José Antonio; Latorre Carmona Juan Carlos; León Ramírez Roberto; Rosales Guzmán Joel; Macaya Danús Javier; Marinovic Solo De Zaldívar Miodrag; Martínez Labbé Rosauro; Melero Abaroa Patricio; Monckeberg Díaz Nicolás; Morales Muñoz Celso; Nogueira Fernández Claudia; Norambuena Farías Iván; Ojeda Uribe Sergio; Ortiz Novoa José Miguel; Pérez Arriagada José; Pérez Lahsen Leopoldo; Recondo Lavanderos Carlos; Rincón González Ricardo; Robles Pantoja Alberto; Rojas Molina Manuel; Sabag Villalobos Jorge; Saffirio Espinoza René; Sandoval Plaza David; Santana Tirachini Alejandro; Sepúlveda Orbenes Alejandra; Silber Romo Gabriel; Squella Ovalle Arturo; Turres Figueroa Marisol; Ulloa Aguillón Jorge; Letelier Aguilar Cristian; Urrutia Bonilla Ignacio; Vallespín López Patricio; Van Rysselberghe Herrera Enrique; Vargas Pizarro Orlando; Venegas Cárdenas Mario; Verdugo Soto Germán; Von Mühlenbrock Zamora Gastón; Walker Prieto Matías; Ward Edwards Felipe; Zalaquett Said Mónica.
-Votaron por la negativa los siguientes señores diputados:
Auth Stewart Pepe; Campos Jara Cristián .
-Se abstuvieron los diputados señores:
Espinosa Monardes Marcos; Jiménez Fuentes Tucapel; Lemus Aracena Luis; Meza Moncada Fernando; Montes Cisternas Carlos; Muñoz D’Albora Adriana; Pacheco Rivas Clemira; Pascal Allende Denise.
El señor MONCKEBERG, don Nicolás ( Presidente ).- El señor Secretario va a dar lectura a la parte dispositiva del proyecto de acuerdo N° 642.
El señor ÁLVAREZ ( Secretario ).- Proyecto de acuerdo N° 642, de la diputada señora Carolina Goic, y de los diputados señores Kort, Latorre, Sabag, Saffirio, Venegas, Jiménez, Rincón, Ortiz y Vargas, y de las diputadas señoras Mónica Zalaquett y Alejandra Sepúlveda, que en su parte dispositiva dice lo siguiente:
La Cámara de Diputados acuerda:
Solicitar al ministro Secretario General de Gobierno que, por su intermedio, requiera del Consejo Nacional de Televisión que dicte aquellas normas de protección de los niños y niñas menores de 12 años que acceden a programas en horarios de adultos y a spots publicitarios sobre programas de adultos, en horarios naturales para niños y niñas, considerando, a lo menos, los siguientes aspectos:
Primero, se releve y difunda con mayor énfasis la norma que informa el inicio de los horarios de programas para adultos, en especial, dirigido a los adultos responsables de los niños y niñas en el hogar.
Segundo, que los canales de la televisión chilena, a la hora de transmitir sus noticieros, consideren la presencia de niños y niñas menores de edad como televidentes, por lo que adecuen el tipo de noticias, las imágenes y textos transmitidos, así como el lenguaje empleado.
Tercero, que los canales de televisión chilenos difundan y promuevan los programas dirigidos ex profeso a la población infantil.
Cuarto, que se fiscalice la transmisión en horarios naturales para niños y niñas de los spots publicitarios de programas para adultos.
El señor MONCKEBERG, don Nicolás ( Presidente ).- En votación.
-Efectuada la votación en forma económica, por el sistema electrónico, dio el siguiente resultado: por la afirmativa, 66 votos; por la negativa, 0 voto. Hubo 5 abstenciones.
El señor MONCKEBERG, don Nicolás ( Presidente ).- Aprobado.
-Votaron por la afirmativa los siguientes señores diputados:
Accorsi Opazo Enrique; Alinco Bustos René; Araya Guerrero Pedro; Ascencio Mansilla Gabriel; Auth Stewart Pepe; Barros Montero Ramón; Bertolino Rendic Mario; Bobadilla Muñoz Sergio; Calderón Bassi Giovanni; Campos Jara Cristián; Cardemil Herrera Alberto; Ceroni Fuentes Guillermo; Cristi Marfil María Angélica; Delmastro Naso Roberto; Eluchans Urenda Edmundo; Estay Peñaloza Enrique; Farías Ponce Ramón; Kort Garriga Issa; Goic Boroevic Carolina; González Torres Rodrigo; Hernández Hernández Javier; Jaramillo Becker Enrique; Jarpa Wevar Carlos Abel; Jiménez Fuentes Tucapel; Kast Rist José Antonio; Latorre Carmona Juan Carlos; León Ramírez Roberto; Macaya Danús Javier; Marinovic Solo De Zaldívar Miodrag; Martínez Labbé Rosauro; Melero Abaroa Patricio; Meza Moncada Fernando; Molina Oliva Andrea; Monckeberg Díaz Nicolás; Morales Muñoz Celso; Muñoz D’Albora Adriana; Nogueira Fernández Claudia; Norambuena Farías Iván; Ojeda Uribe Sergio; Ortiz Novoa José Miguel; Pascal Allende Denise; Pérez Arriagada José; Pérez Lahsen Leopoldo; Recondo Lavanderos Carlos; Rincón González Ricardo; Rojas Molina Manuel; Sabag Villalobos Jorge; Saffirio Espinoza René; Sandoval Plaza David; Santana Tirachini Alejandro; Sepúlveda Orbenes Alejandra; Silber Romo Gabriel; SquellaOvalle Arturo; Turres Figueroa Marisol; Ulloa Aguillón Jorge; Letelier Aguilar Cristian; Urrutia Bonilla Ignacio; Vallespín López Patricio; Van Rysselberghe Herrera Enrique; Vargas Pizarro Orlando; Venegas Cárdenas Mario; Verdugo Soto Germán; Von Mühlenbrock Zamora Gastón; Walker Prieto Matías; Ward Edwards Felipe; Zalaquett Said Mónica.
-Se abstuvieron los diputados señores:
Browne Urrejola Pedro; Espinosa Monardes Marcos; Espinoza Sandoval Fidel; Montes Cisternas Carlos; Pacheco Rivas Clemira.
Los textos íntegros de los proyectos de acuerdo figuran en la página de internet de la Cámara de Diputados, cuya dirección es:
http://www.camara.cl/trabajamos/pacuerdos.aspx
El señor MONCKEBERG, don Nicolás ( Presidente ).- Por haber cumplido con su objeto, se levanta la sesión.
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