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El señor RECONDO (Vicepresidente).- Para iniciar el debate, tiene la palabra el diputado señor Patricio Vallespín.
El señor VALLESPÍN.- Señor Presidente , es necesario contextualizar la reflexión y la discusión sobre la carretera eléctrica pública en una mirada más amplia.
La bancada de la Democracia Cristiana siempre ha estado preocupada de la evidente necesidad que tiene Chile de energía, para el desarrollo del sector productivo y para la satisfacción de sus necesidades básicas. Nadie niega esta necesidad. Para hacer frente a este escenario, debemos partir reconociendo que Chile no tiene una política energética explícita, en la que el Estado juegue el rol de orientación estratégica que le corresponde. El Estado debe entregar los lineamientos necesarios y definir una política en materia energética, para que todos los actores del sistema, ciudadanos, productores y distribuidores, tengan la película clara.
Cada día estoy más convencido de que el paradigma de neutralidad tecnológica que ha guiado nuestra política energética en el último tiempo, tocó fondo y que debe ser modificado. Eso han hecho diferentes países. Los Estados están mirando el cambio climático, la sustentabilidad y el desarrollo, haciendo ajustes y, de acuerdo con eso, definiendo opciones. Me pregunto por qué tenemos que ir siempre a la cola, ministro . Chile debe optar y definir qué tipo de matriz energética quiere, aprovechando las potencialidades naturales que tiene.
Nadie duda que hay que utilizar el recurso hídrico; pero no es necesario seguir pensando en megacentrales, en circunstancias de que las minicentrales hidroeléctricas dan buenos resultados, toda vez que generan energía suficiente. Estudios de proveedores de servicios señalan que podrían llegar a 8.000 o 10.000 megavatios. Entonces, ¿por qué no priorizar esa opción, por qué no priorizar las energías solar y eólica? ¿Por qué mantener el paradigma de neutralidad tecnológica, que solo ha servido para carbonizar nuestra matriz energética y, por ende, hacer menos competitivo el sector productivo, amén de no estar cumpliendo con la reducción de emisiones, exigencia que están haciendo los mercados internacionales, con la cual, nos guste o no, deberemos comprometernos?
Por eso, me preocupa no ver una señal en esa línea. Los comités asesores no entregan señales claras y explícitas en esta materia, y el Gobierno tampoco asume posiciones claras. Sin embargo, nos sorprende con la iniciativa de la carretera pública eléctrica. Me pregunto de qué sirve ese proyecto si no tenemos claro un concepto tremendamente importante: el desarrollo de una política energética basada en el ahorro de energía y en la eficiencia energética. Desde que terminó el gobierno de la Presidenta Bachelet está en manos del actual Gobierno un plan de acción concreto para ahorrar energía y mejorar la eficiencia, pero aún no se aplica. Esta es la punta de lanza de los países desarrollados. Lo más importante son las políticas de ahorro energético y de eficiencia energética; pero en este caso no hay ninguna acción concreta en esta materia.
Por eso, me preocupa el anuncio del proyecto de la carretera eléctrica, habida consideración de que estamos muy atrasados en temas extremadamente más importantes.
Lo mencionó el diputado De Urresti . Nada dice el Gobierno y nada hace tampoco para avanzar en el despacho del proyecto 20/20, que se aprobó en el Senado en forma unánime. En la Cámara no le han dado urgencia. El Presidente de la Comisión de Minería no puede avanzar en esta iniciativa, porque tiene otras urgencias. El Gobierno debería darle prioridad a este tema. Parece que no le basta la señal unánime que entregó el Senado de avanzar en esa dirección. ¿Acaso el Gobierno tiene una bolita de cristal única que no le permite ver este asunto como prioritario, a pesar de que el Presidente Piñera lo comprometió durante su campaña? Molesta que todas estas preguntas no tengan respuestas.
Para avanzar hacia una matriz energética más sustentable, los países desarrollados han dado respuesta a esas interrogantes.
El Gobierno tampoco dice nada ni ha dado señal alguna respecto de la urgente necesidad de avanzar -como lo han hecho los países que toman en serio el desarrollo y el contar con una matriz energética sustentable- en lo que se denomina “instalación de redes inteligentes o de generación distribuida”, que redunda en ahorros significativos para el sistema en los momentos de mayor demanda de energía. Incluso, los consumidores, los usuarios, pueden hacerse parte del ahorro y beneficiarse en los momentos de máximo consumo, toda vez que les mejora la tarifa.
Nada de eso estamos emprendiendo. Sin embargo, nos concentramos en el proyecto de construcción de una carretera pública eléctrica, respecto de la cual -insisto- lo que se dice pareciera ser razonable. Por ejemplo, cuando se señala que se quiere contar con una línea de transmisión única que incorpore la energía que proviene de distintos proyectos eléctricos que se desarrollan en el país, uno se pregunta ¿para seguir haciendo más de lo mismo? ¿Para facilitar y consolidar el negocio de un oligopolio energético, que ha obtenido enormes beneficios? ¿O para resguardar gran cantidad de esos espacios, que se crearían con la plata de todos los chilenos y chilenas, a fin de que puedan hacer uso de ellos otros agentes, otros operadores u otros tipos de fuentes de energía? ¿En qué porcentaje se va a priorizar? Obviamente, si es solo para seguir haciendo más de lo mismo, no tiene sentido construir una carretera de esas características, que facilite las cosas o sea un traje a la medida de quienes ya han profitado demasiado de un sistema que no puede seguir usando la neutralidad tecnológica como punta de lanza de su política.
Se ha destacado que entre los beneficios del proyecto figura el fortalecimiento del tendido eléctrico para el segmento residencial del Norte Grande. Ojalá que tengan luz garantizada, no me niego a eso.
También se ha dicho que dará mayor espacio para el desarrollo de energías renovables. Depende. ¿Qué prioridad tendrá una fuente por sobre la otra? Si se mantiene el paradigma de neutralidad tecnológica, entrará a esa red lo de siempre, con lo cual no estaremos aportando al desarrollo ni al establecimiento de una matriz sustentable. Probablemente, otorgaría mayor seguridad. Pero también depende del tipo de fuente que se privilegie.
Por eso, cuando el señor ministro señala por los medios de prensa que se creará un sistema de transmisión que permitirá inyectar la energía que produzcan los proyectos que se realicen en el extremo sur hacia la zona centro-sur del país, parece que está validando lo que ha planteado el diputado De Urresti , cual es que este proyecto es un traje a la medida para que se desarrolle HidroAysén y no da las respuestas de fondo que se necesitan respecto de la matriz y las políticas energéticas de Chile.
Asimismo, se señala que es un mecanismo que resuelve la viabilidad de transmisión del país. Ojalá así sea. ¿Pero cuáles son los contenidos específicos de lo que se quiere hacer?
Señor Presidente , a uno le preocupa el tema, porque los que más han valorado el proyecto son los actuales operadores, distribuidores y grandes consumidores de energía del país: las mineras, las cementeras, las siderúrgicas. Se trata de no más de cincuenta grandes empresas de Chile que consumen el 69 por ciento de la energía generada en todo el país. Si el proyecto solo quiere responder a eso, es más de lo mismo.
Por lo tanto, señor ministro , por intermedio del señor Presidente , no forcemos conceptos que no son reales. Acá se ha dicho que la carretera pública eléctrica es algo innovador; la verdad es que no tiene nada de moderno ni de innovador. Incluso, se podría decir que el proyecto es retrógrado, porque la gracia que tienen las energías renovables no convencionales es que se generan cerca de los lugares en que se consumen, son más flexibles y más dúctiles, quizás no necesitan de esa red pública eléctrica de norte a sur, ya que se pueden armar redes por cuencas, como se ha hecho en muchos países.
Uno se pregunta ¿por qué solo existe una mirada restrictiva? ¿Por qué seguir pidiendo la construcción de una red de transmisión eléctrica de norte a sur, con todas las debilidades que eso tiene y que el ministro probablemente conoce, ya que se supone que es entendido en estas materias?
Entonces ¿cuál es el objetivo final de esta iniciativa? Si se dice que es para evacuar a través de ella la energía renovable, es un mal chiste, porque eso no se garantiza si no se precisa que se abandona la neutralidad tecnológica como política fundamental.
Además, debo formular algunas preguntas obvias al ministro . ¿Se asegurarán los proyectos históricos de siempre? En esta carretera pública eléctrica ¿existirán espacios garantizados para energías renovables no convencionales para nuevos operadores? ¿Cuáles serán las condiciones de entrada al negocio? ¿Qué se busca? ¿Cómo garantiza el Estado -no un gobierno, porque tiene que ser una política de Estado- que habrá espacios privilegiados resguardados para las energías renovables no convencionales? ¿Se avanzará en la construcción de redes inteligentes? ¿Se avanzará en la generación distribuida? ¿Tendremos una política de eficiencia energética real? Si la hubiésemos aplicado desde hace dos años, no se necesitaría de HidroAysén para satisfacer la demanda energética futura.
Hago estas preguntas con respeto al señor ministro , porque estimo que él debe sopesar que lo que quiere la bancada de la Democracia Cristiana es determinar cuál es la prioridad que se dará a las distintas fuentes energéticas, cómo se asegurará que entren otros operadores y cómo cuadra la carretera eléctrica pública con el nuevo desafío de una política y de una matriz energética sustentables. Las respuestas a estas preguntas son las que Chile necesita para su desarrollo. Esperamos que el Gobierno las plantee como políticas de Estado.
No obstante, tengo mis dudas respecto del objetivo final del proyecto. Por respeto, prefiero hacer las preguntas para que las contesten quienes correspondan. Si las respuestas van en contra de los planteamientos que he formulado, creo que la carretera pública eléctrica no será un aporte al desarrollo energético sustentable de Chile, sino un paso negativo que consolidará un oligopolio que lo único que ha hecho es subir los costos de la energía en Chile, transformarnos en un país menos competitivo y construir redes de transmisión inseguras desde el punto de vista técnico, económico y social.
He dicho.
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