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El señor NAVARRO.-
Señor Presidente , a primer oído uno pudiera encontrar mucha razón a los Senadores que hicieron uso de la palabra en torno a las condiciones prácticas de llevar adelante una medida de este tipo.
Sin embargo, quiero llamar la atención respecto de que o la ley es pareja o sencillamente no se ejecuta.
Los clubes grandes, que acarrean las llamadas "barras bravas", juegan en todo el país. Y en algún minuto el estadio en el que se presentan se convierte en un centro donde existe mayor probabilidad de tener algún problema.
¿Por qué tendría que haber estadios de primera, segunda, tercera y quinta categoría? Eso equivaldría a decir que los carabineros que trabajan en una comuna rural deben portar un revólver calibre 22 y transportarse en moto y no en furgones.
Se va acomodando la ley.
Lo que pretendemos es que haya una cultura de la prevención, de la sanción, de la disciplina y del autocontrol.
De ahí que el tipo de registro me parece discriminatorio y debiéramos terminar con él. Para eso existen medios tecnológicos, que también estaban incluidos en la propuesta que hace un rato le mencioné al señor Subsecretario : debe haber detector de metales.
Cuando hemos asistido a presenciar partidos grandes, vemos que Carabineros elige a quién registra y a quién no. Una carabinera se encarga de las mujeres y un carabinero de los hombres. Pero ellos determinan al que les parece raro, sospechoso.
Lo anterior, además, constituye una invasión a la privacidad, pues las partes auscultadas no son los hombros, sino el cuerpo completo.
Entonces, este registro puede lesionar gravemente la autovalía de las personas.
Por ejemplo, en un grupo de cinco amigos registran al más pequeñito, con tales y cuales características. El resto pasa.
Se fijan en el color de la piel, en la vestimenta.
El registro físico es algo que debemos regular, pues no puede ser discrecional, al achunte. Se trata de un tema pendiente para el plan Estadio Seguro.
Porque, si alguien porta un elemento contundente, existen medios tecnológicos para descubrirlo. La detección no puede quedar supeditada al registro físico, que conlleva una discriminación, sobre todo cuando se selecciona a uno entre un grupo.
La Asociación Nacional de Fútbol Profesional no es el Hogar de Cristo, sino un organismo que recibe recursos cuantiosos, que administra un muy buen negocio: el fútbol profesional. Y si quiere tener recintos en donde ese negocio se pueda llevar a cabo, deben ser seguros. Para eso, tendrá que proveer los mecanismos necesarios a todos los estadios del país, cuyo costo será de quien organiza el espectáculo.
Algunos se reían en la Sala cuando conté que estaba viendo televisión pero no daban los goles. Tras preguntar, me respondieron: "Ese canal da el puro audio de los goles; los fondean; hay que contratar la señal premium".
Ellos esconden los goles.
No hablamos de un espectáculo de servicio público, sino de un negocio. Y, si este incorpora a los recintos deportivos, deberán cumplir la normativa a lo largo de todo el país, y la responsabilidad de que así sea recaerá en los organizadores. Por tanto, estos contribuirán a mejorar la seguridad, con cargo, por cierto, a quien perciba la utilidad.
El tema de Carabineros, según me dice el Subsecretario de Prevención del Delito, se encuentra pendiente. La pregunta es por qué en un espectáculo masivo hay cientos de carabineros comprometidos. Claro, para mantener el orden público. ¡Pero esto tiene un costo monetario y físico para la institución!
La seguridad interna al menos debiera ser privada, como pasa con los partidos de la FIFA, donde hay 130 guardias de civil al interior de la cancha y ni un solo funcionario policial, porque estos se destinan para resguardar el orden público con recursos del Estado y no un negocio particular.
Algo similar sucede con las empresas forestales, respecto de las cuales a veces se asignan 400 carabineros para cuidarlas.
Considero que los privados deben financiar su propia seguridad. Esto también lo analizamos con respecto a los cajeros automáticos. Hemos tenido muchas veces este debate. Y, en el que nos ocupa, siento que si discriminamos para que en tal o cual partido, en tal o cual estadio la norma se flexibilice, esta perderá su fuerza.
Las leyes deben regir siempre y de manera permanente para crear la cultura del autocuidado, de la securitización y, en forma particular, del cumplimiento de la legislación. De otra forma, esta se relativiza.
Creo que, si la seguridad en los espectáculos deportivos implica la utilización de recursos, el sector privado debe pensar de dónde los saca, y también los municipios, en el caso de los recintos municipales, pues también les corresponde.
Señor Presidente , entiendo la intención de la indicación del Senador Espina. Pero me merece las observaciones que planteé, que son del todo razonables.
He dicho.
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