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El señor ESCALONA ( Presidente ).-
Corresponde tratar la solicitud de insistencia del Presidente de la República respecto al proyecto que reajusta el monto del ingreso mínimo mensual, con urgencia calificada de "discusión inmediata".
--Los antecedentes sobre el proyecto (8387-05) figuran en los Diarios de Sesiones que se indican:
Proyecto de ley:
Se da cuenta del oficio de la Cámara de Diputados en sesión 30ª, en 3 de julio de 2012.
Certificado de Comisión:
Certificado de la Comisión de Hacienda: sesión 32ª, en 4 de julio de 2012.
El señor ESCALONA (Presidente).-
Tiene la palabra el señor Secretario.
El señor LABBÉ ( Secretario General ).-
Este proyecto fue desechado en general por la Cámara de Diputados y, en virtud de lo dispuesto en el artículo 68 de la Constitución Política de la República, el Primer Mandatario le solicitó a dicha Corporación enviarlo al Senado para que este lo apruebe en general por los dos tercios de sus miembros presentes.
La Comisión de Hacienda, por la unanimidad de sus integrantes, Senadores señora Rincón y señores Frei, García, Lagos y Novoa, deja constancia de que escuchó al señor Ministro de Hacienda , produciéndose un valioso intercambio de opiniones sobre la materia y dejando a la Sala del Senado el pronunciamiento a que se refiere el artículo 68 de la Carta Fundamental acerca de esta iniciativa legal.
Cabe hacer presente que, de conformidad con la disposición constitucional antes citada, el quórum especial para la aprobación general del proyecto requiere los votos favorables de los dos tercios de los Senadores presentes.
El señor ESCALONA (Presidente).-
En discusión la solicitud de insistencia del Presidente de la República.
Ofrezco la palabra.
Ofrezco la palabra.
Por tercera vez, ofrezco la palabra.
Puede hacer uso de ella el Senador señor García.
El señor GARCÍA .-
Señor Presidente , quiero recordar que estamos ante un trámite de habilitación para continuar discutiendo el proyecto de reajuste del salario mínimo en la Cámara de Diputados. No necesariamente debemos entrar al fondo del reajuste o del monto que se propone, porque eso es posible hacerlo en las etapas que proseguirán tanto en dicha Corporación como en el propio Senado.
Este procedimiento, en realidad, se halla establecido en la Constitución Política y permite al Presidente de la República insistir cuando uno de sus proyectos de ley es rechazado en la Cámara de origen.
Debo agregar que esta iniciativa reajusta el salario mínimo en un 6 por ciento, de acuerdo con la última propuesta que hizo el Ministro de Hacienda en la Cámara de Diputados, dejándolo en 193 mil pesos mensuales.
Pero esto último no es lo único -y me gustaría que lo tengamos presente-, pues, de no reunirse el quórum suficiente para aprobar la habilitación, no solo no tendríamos reajuste del salario mínimo -cosa que considero bastante grave-, sino que tampoco se reajustarían las asignaciones familiares y, particularmente, el subsidio único familiar.
Deseo recordar a esta Honorable Sala que hoy día más de dos millones de causantes (más de dos millones de niños) reciben dicho beneficio y, por ende, los estaríamos privando de un reajuste del 6 por ciento.
En consideración a los argumentos que he señalado, hago un llamado a la Sala para que habilitemos el proyecto. De eso se trata: de que se siga discutiendo, de que continuemos conversando, a fin de construir un diálogo y una solución que sean fructíferos.
Yo, señor Presidente , votaré a favor de habilitar el proyecto para que prosiga su discusión en la Cámara de Diputados.
He dicho.
El señor ESCALONA ( Presidente ).-
A continuación, está inscrita la Honorable señora Allende, quien no se encuentra en la Sala.
Tiene la palabra la Senadora señora Rincón.
La señora RINCÓN.-
Señor Presidente , estimados colegas: ¿qué debatimos hoy? Debatimos si vamos a habilitar o no a la Cámara de Diputados para que vuelva a discutir sobre el monto de reajuste al salario mínimo.
Y la pregunta, entonces, que surge es la siguiente: si hoy el Primer Mandatario no está dispuesto a cambiar el monto del ingreso mínimo que se discutió en la Cámara de Diputados hace dos semanas, ¿qué sentido tiene este debate, salvo que el Senado de la República esté de acuerdo con que el salario mínimo en el país sea de 193 mil pesos?
Francamente, resulta impensable que no reflexionemos en este Hemiciclo sobre lo que ha ocurrido en Chile y lo que significa el ingreso mínimo para un número importante de trabajadores.
Cuando uno revisa las cifras y ve que el ingreso per cápita autónomo del 5 por ciento más rico de los chilenos es 830 veces mayor que el del 5 por ciento más pobre; cuando vemos que dos de cada tres hogares en Chile viven con menos de 600 mil pesos; cuando observamos que el salario mínimo debe hacerse cargo de cubrir necesidades de alimentación, vestuario, transporte, servicios básicos, sin recurrir al endeudamiento, la verdad es que esta discusión se vuelve fundamental y no se halla dentro del debate de los macrotemas económicos y de los supuestos de la economía, sino que tiene que ver con el día a día de hombres y mujeres del país que hacen un tremendo esfuerzo por sacar adelante a sus familias.
Ayer dijimos que necesitábamos escuchar al Ministro de Hacienda , pues hasta el día de hoy, a las 3 de la tarde, no habíamos tenido, como Oposición, explicación alguna de parte del Gobierno acerca del porqué de este aumento tan exiguo del salario mínimo. Cabe hacer notar que uno escucha al Presidente de la República y a sus Ministros exponer, dentro y fuera de Chile, la situación expectante del país en materia de crecimiento, de pleno empleo -6,5 por ciento de cesantía, la más baja en los últimos doce años- y, en contraste, se registra un aumento del precio de los alimentos de un 7,1 por ciento.
Solo hoy a las tres de la tarde pudimos oír al Ministro de Hacienda.
Nos hizo una detallada exposición de lo que ocurre a nivel internacional y del incremento que ha tenido el salario mínimo en nuestro país. Y lo comparaba con su evolución en años anteriores.
La verdad es que uno, cifras más, cifras menos, llega a la conclusión de que el ingreso mínimo, en un número importante de familias, es realmente significativo para enfrentar los gastos que ellas deben solventar.
El salario mínimo es hoy día absolutamente insuficiente para cubrir las necesidades básicas de una familia. La brecha que existe entre su monto actual o mejorado, como lo explicaba el Ministro , y el ingreso mínimo familiar, de acuerdo a los datos del Ministerio de Desarrollo Social, es aún tremenda: el ingreso mínimo de una familia debe ser de 301 mil pesos y fracción; el salario mínimo, con el incremento ofrecido por el Gobierno, llega solo a 193 mil pesos.
Si el Gobierno no trae esta tarde al Senado una cifra distinta, cercana a la que el propio Presidente del Partido del Primer Mandatario ha señalado públicamente (200 mil pesos), la verdad es que no sé qué sentido tiene que esta Corporación habilite la reposición de una discusión que ya se registró en la Cámara de Diputados y que no ha variado hasta el día de hoy.
Por ello, señor Presidente, creo que debiéramos rechazar la habilitación.
He dicho.
El señor ESCALONA (Presidente).-
Tiene la palabra el Senador señor Rossi.
El señor ROSSI.-
Señor Presidente , parto por el final: yo también soy partidario de rechazar la habilitación.
La OIT afirma que para determinar el nivel de los salarios mínimos deben considerarse "Las necesidades de los trabajadores y de sus familias, habida cuenta del nivel general de salarios en el país, del costo de vida", etcétera. ¡Del nivel general de salarios en el país! Y aquí estamos hablando de un país que próximamente va a tener un ingreso per cápita de 17 mil dólares,...
El señor KUSCHEL .-
20 mil.
El señor ROSSI.-
... pero donde el 82 por ciento de la población vive con ingresos familiares inferiores a 532 mil pesos.
Además, la OIT sostiene que el nivel del salario mínimo debe hacerse cargo del costo de la vida. Y sabemos que del 2006 al 2010-2011 la canasta básica ha subido de 23 mil a 35 mil pesos. Recordemos que el IPC de los alimentos motivó que el Gobierno enviara un proyecto de ley que aprobamos con mucho entusiasmo -el del Bono Solidario de Alimentos-, el cual nació para compensar, de alguna manera, el alza que se había producido en esa canasta básica.
Todos saben muy bien que cuando sube, por distintas razones, el precio de los alimentos, la que se ve más afectada es la gente más pobre, la que tiene menor capacidad de ahorro. Y muchas personas que no eran pobres pasan a integrar el grupo de la pobreza, con todo lo que eso significa.
¿Saben ustedes cuánto debe ser el ingreso para que una familia salga de la pobreza? 300 mil pesos. La cifra se calcula multiplicando dos canastas básicas por el número de integrantes de una familia promedio de los dos quintiles más pobres, del 40 por ciento más pobre.
Ese número es 4,2. Por cierto, los seres humanos no se pueden dividir, pero todos entendemos que aquí estamos hablando de estadísticas. 4,2 por 2 canastas básicas, que están a 35 mil pesos cada una, implica multiplicar 4,2 por 70 mil. Es decir, debiésemos aspirar al menos a 300 mil pesos.
¿Qué ha hecho el Gobierno? Envió una primera propuesta con un reajuste nominal de 5 por ciento, equivalente a 191 mil pesos; una brecha muy grande respecto del nivel de la pobreza y, además, respecto del promedio salarial. O sea, cada vez nos estamos alejando más de la posibilidad de llegar a algún punto de acercamiento entre el promedio salarial y el monto del salario mínimo.
Sin embargo, decimos que Chile crece, que Chile se desarrolla, que tenemos una política fiscal seria, una macroeconomía sólida. Pero, cuando se discute este tema, se trae a colación la crisis europea, la debacle de Europa: España, Grecia , Italia . Se olvidan de señalar que América (Perú, por ejemplo) está creciendo; Oceanía , también; hasta África está creciendo. Así y todo, no podemos hacer un esfuerzo para mejorar los 193 mil pesos.
Nosotros no vamos a aprobar ninguna cifra que sea menor a 200 mil pesos.
El Senador García tiene razón cuando señala que estamos votando la habilitación, pero -digámoslo seriamente- la estamos votando con una cifra.
Nosotros estábamos totalmente dispuestos a aprobar 200 mil pesos. Pero fíjense qué increíble: el Presidente del Partido del Primer Mandatario , el Senador Carlos Larraín, dice que esa cifra es alcanzable. Primera vez que estoy de acuerdo con él en el tiempo que llevo en el Senado. No, me corrijo: segunda vez.
El señor WALKER (don Patricio) .-
¿Cuál fue la otra?
El señor ROSSI.-
La otra fue cuando él dijo que era bueno discutir harto de política y que hubiese un buen plazo para participar de las primarias, porque eso le hacía bien a Chile.
En este caso, el Senador Carlos Larraín afirma que el país está preparado para un salario mínimo de un monto mayor al propuesto, el cual no significaría ningún problema, ni una hecatombe económica, ni una crisis financiera ni de desempleo.
Entonces, yo le pido al Ministro de Hacienda , sinceramente, mayor esmero en esta materia. Aquí no hay ningún interés en poner obstáculos a la tramitación del proyecto o de propinarle una derrota al Gobierno, porque aquí perdemos todos. Lo que queremos, Ministro , es que entendamos, como sociedad, que es posible hacer un esfuerzo mayor y que ese esfuerzo es coherente, no va a poner en riesgo la solidez de nuestra economía y va a introducir un poquito de equidad en un país muy desigual, tristemente desigual, sobre todo en momentos en que muchas familias pasan apreturas no solo por el incremento del precio de los alimentos. E insisto en que fue el propio Gobierno el que se hizo cargo de ello cuando envió la iniciativa sobre Bono Solidario de Alimentos.
Seamos consecuentes, entonces. Hay 800 mil personas que viven del salario mínimo. Numerosas grandes empresas lo pagan: las del retail¸ las multitiendas, cuando se contrata a empresas suministradoras, cuando se tercerizan labores que incluso son propias del giro principal.
Se señala que algunos economistas plantean que un monto más alto podría producir desempleo. Eso es bien relativo, la verdad. Acá tengo lo que afirma David Bravo , del Banco Central chileno -¡para qué vamos a ir a buscar opiniones de otros países!-. Él dice: "El salario mínimo juega un papel importante asociado a las imperfecciones existentes en el mercado laboral. Además la evidencia empírica no es concluyente respecto a los efectos del salario mínimo sobre el empleo, tanto en Chile como a nivel internacional".
Entonces, yo insisto, señor Ministro -por su intermedio, señor Presidente -, en que debemos ser capaces de dar una señal muy potente a todos los trabajadores en cuanto a que el Congreso se halla sensibilizado con la situación que está sufriendo el pueblo de Chile. Muchas personas de clase media, muchas personas humildes han caído bajo la línea de la pobreza, por el terremoto, por el aumento en el precio de los alimentos -lo reitero-, por el alza en el valor de los combustibles.
Por lo tanto, siento que en esta materia ha habido una postura tremendamente intransigente del Gobierno. No ha habido diálogo con los trabajadores, no hay diálogo con la Oposición. ¡Qué tema más importante para discutir con el Gobierno que el salario mínimo que se les ofrece a los trabajadores!
Así que lamento mucho tener que señalar que voy a votar en contra de la habilitación, a la espera de que el Ministro de Hacienda , en el transcurso de esta sesión, pueda hacer una propuesta distinta: al menos 200 mil pesos, porque estoy convencido de que eso significa un pequeño avance, un microscópico avance, en la dirección de construir un país un poco más justo.
He dicho.
El señor ESCALONA (Presidente).-
Tiene la palabra el Senador señor Letelier.
El señor LETELIER.-
Señor Presidente , el otro día en Rancagua se me acercó un empresario mediano, más bien cargado a pequeño, y me planteó lo siguiente: "Cuando se discuta el salario mínimo en el Senado, por favor diga que hay muchos pequeños empresarios que no estamos dispuestos a que nuestro emprendimiento sea a costa de sueldos insuficientes para los trabajadores, que hay muchos pequeños empresarios que no se escudan en el tema del sueldo mínimo para emprender, que hay muchos pequeños empresarios que creen que 200 mil pesos de sueldo mínimo es lo que Chile puede y debe ofrecer".
Parto con esta reflexión, porque con todos los datos que uno tiene a la vista acerca del país en que vivimos, lo primero que hay que decir es que, cuando uno discute el sueldo mínimo, debe hacerlo respecto de un lugar concreto. No es lo mismo debatir sobre el ingreso mínimo en la segunda década del siglo XXI, en una nación con un ingreso per cápita de casi 17 mil dólares, que hacerlo en otra donde dicha variable no alcanza los 8 mil.
Chile hoy es tres veces más rico que hace 20 años. Somos un país al que le ha ido bien.
Cuando se habla del ingreso per cápita, señor Presidente , es bueno que el ciudadano común comprenda de lo que se trata. Si una familia chilena de cuatro integrantes percibiera una renta mensual de acuerdo al ingreso per cápita, tendría que recibir, al menos, 2 millones y medio de pesos. ¡Dos millones y medio de pesos mensuales!
Y lo que se pregunta la gran mayoría de los chilenos es obvio: ¿Dónde está mi parte? ¿Dónde va a parar mi esfuerzo para construir un país más rico al momento de recibir mi ingreso?
El Senador Fulvio Rossi entregó, al igual que la Honorable señora Rincón, todos los datos de los promedios de nuestro país: el ingreso promedio; cuántos ganan menos de 532 mil pesos, como ingreso familiar (más del 70 por ciento de los chilenos); cuál debería ser el ingreso de una familia para superar la línea de pobreza. Y todos los datos indican que no vamos a ser un país desarrollado, porque para serlo el parámetro no es el ingreso per cápita, sino el hecho de garantizar a todos los ciudadanos la capacidad de satisfacer sus necesidades básicas, el acceso a un trabajo decente -como ha sostenido la OIT-; o sea, contar con un ingreso suficiente para su reproducción con dignidad.
Eso en Chile no lo hemos logrado, y nos falta mucho para ello.
Cuando un país está en auge, cuando le está yendo bien, no puede hacer siempre el ajuste con los débiles, con los que ganan el sueldo mínimo, diciendo que si este aumenta habrá debacle, cesantía. No hay ningún estudio que demuestre eso. ¡Ninguno! ¡Discúlpenme!
Para quienes hemos estudiado economía durante muchos años no existe una correlación directa entre sueldo y empleo. Sí entre costo y empleo, pero los salarios no son los únicos elementos que integran los costos.
Un país como el nuestro podría tener mayores niveles de cesantía debido a nuestra dependencia energética, con fluctuaciones que algunos años alcanzan el 20 por ciento.
Señor Presidente , este debate que estamos realizando es medio kafkiano, porque nos piden que aprobemos una habilitación para poder hacer la discusión en la Cámara; pero, la verdad sea dicha, hasta el momento el Gobierno no ha querido conversar el tema con nosotros; no ha tenido ninguna disposición para dialogar con la Oposición. Y dialogar significa, no hablarle al otro, sino hablar, escuchar y recoger del otro. ¡Ese es un diálogo! Porque, al parecer, el actual Gobierno nos quiere acostumbrar a un monólogo.
El ingreso real que reciben las familias que ganan el ingreso mínimo es de 148 mil pesos. Eso es lo que se llevan para su casa. Si es que ahora llegamos a los 200 mil pesos, que es a lo que aspiramos, se van a poder llevar, en términos concretos, 160 mil pesos. ¡Esa es la discusión: lo que perciben las familias de esfuerzo!
Y, miren, no solo son las pymes las que pagan el sueldo mínimo. No nos engañemos. Las empresas del retail, las de la agricultura, las de varios sectores a los que les va bastante bien, también pagan el salario mínimo. Y eso es una distorsión.
No podemos aspirar a que Chile tenga éxito como país exportador a costa de ofrecer mano de obra barata. Sobre ese modelo se halla construida nuestra economía. Y es tiempo de dar un salto, de dar señales claras. Si no hubiese sido por la posición de don Carlos Larraín, el Gobierno no habría anunciado ayer que va a estudiar una fórmula para hacer algo en tres o cuatro meses. La pregunta es: ¿por qué esperar tres o cuatro meses? Que el Ministro de Hacienda nos diga ahora lo que va a hacer, si es que quiere que apoyemos la habilitación. ¡Que nos diga ahora cómo vamos a llegar a un sueldo digno!
No puede ser que les estemos ofreciendo a los chilenos pasar de 148 mil a 155 mil pesos de ingreso neto y pensar que ese es un buen indicador para el país.
Las familias de esfuerzo, de trabajo, destinan más del 60 por ciento de sus ingresos a pagar su sobreendeudamiento. Lo que hemos generado para los sectores medios, pobres, y las familias de más esfuerzo es una carga excesiva. Y hoy es tiempo de abrir un debate distinto.
Señor Presidente , me encantaría tener otra actitud, pero primero necesito escuchar la voluntad del Ejecutivo para ver cómo llegamos a un sueldo ético de 250 mil pesos, como planteó el Obispo Alejandro Goic tiempo atrás; cómo el país se compromete a cerrar los abismos que existen entre los que tienen más y los que tienen menos; cómo construimos una opción diferente en un país como el de ahora, que sí puede, porque posee más riqueza que antes.
Discutir el sueldo mínimo en un país que ahora cuenta con 17 mil dólares per cápita no es lo mismo que haberlo hecho hace diez o quince años. A algunos les gustaría sacar de contexto este debate, pero esta discusión hay que llevarla a cabo en un contexto real.
Algunos dicen: "¡Es que Europa se puede caer!". Nosotros ya no tenemos la dependencia económica de Europa que teníamos antes. Y esto, según el mismo Ministro , cuando habla de los éxitos que hemos alcanzado al diversificar nuestra inserción internacional. Claro, se están desacelerando los países asiáticos. En vez de crecer nueve, crecerán siete por ciento. O en lugar de ocho, seis y medio. Pero eso para nosotros no va a significar una debacle en los precios del cobre, que es lo que ha sostenido el crecimiento del producto en nuestro país.
Señor Presidente , honestamente, me gustaría escuchar cómo logramos, como nación, dar un paso para cerrar las inequidades. Deberíamos escuchar que el Gobierno propone un sueldo mínimo de 200 mil pesos y un mecanismo de transferencia de otros 50 mil pesos, como se hace en las zonas extremas, para que efectivamente logremos que las familias tengan un ingreso con el cual poder vivir, que les permita satisfacer sus necesidades básicas. Y si no lo podemos hacer de un año para otro, habría que definir una política plurianual con ese fin.
Eso es lo que estamos esperando para ver si corresponde aprobar la habilitación, para que este debate tenga sentido. Porque, si es para seguir en la discusión que hemos escuchado en las últimas dos semanas, en verdad hay poca voluntad.
He dicho.
El señor ESCALONA (Presidente).-
Tiene la palabra el Senador señor Carlos Larraín.
El señor LARRAÍN (don Carlos).-
Señor Presidente , hoy día se plantea el tema de la habilitación que permita la continuación del trámite del proyecto de ley que reajusta el salario mínimo.
Nosotros entendemos que se trata de una situación importante para la vida del país. Si no lo fuera, no habría habido tantas gestiones para procurar que la tramitación de la iniciativa continuara. Porque en esta materia se produce una dicotomía, como afirman los lingüistas, muy rara. De pronto se nos dice que el salario mínimo afecta a un número muy pequeño de personas, y dos minutos después, en la misma conversación, se nos dice que afecta a poco menos que al 30 por ciento del mundo laboral.
Yo, francamente, me declaro perplejo en esta materia.
En Renovación Nacional, cuando hace seis o siete semanas formulamos una propuesta para tratar de llegar a 200 mil pesos, estábamos anunciando una aspiración que creemos sumamente justificada. Porque, cualquiera que sea el número de las personas cuyo ingreso está decidido por el monto del salario mínimo, es altamente probable que se trate del sector más rezagado de la población chilena. Y yo creo que todos, a diestra y siniestra, tenemos interés en que los rezagados sean cada vez menos y, en lo posible, no existan.
Ese es el fondo de nuestra aspiración.
Ahora, admitimos una relación entre el nivel de las remuneraciones y la empleabilidad. Eso lo comprendemos. Pero, aun sin ser técnicos en econometría, no nos sentimos al borde de una crisis universal cuando nuestra economía se halla cerca del pleno empleo; cuando se registra un crecimiento superior al 5,5 por ciento; cuando media un incremento sustancial en los ahorros del Estado, los cuales permiten protecciones en caso de una crisis y fueron utilizados, por lo demás, en 2009. Los fondos de estabilización en el extranjero, más las reservas del Banco Central, superan los 50 mil millones de dólares.
Aceptamos que algunos mercados externos se están "encogiendo". Por ejemplo, en una intervención de hace un ratito se citaba a Europa, la cual debe de representar un 20 por ciento de nuestro comercio exterior. Pero, en ese 20 por ciento, la pieza fundamental es Alemania, que no se encuentra en crisis, ciertamente.
Por eso hemos estado planteando la fórmula de 200 mil pesos, sobre la base de un intento de conciliar todos estos factores: la empleabilidad; el deseo de que la gente más atrasada, de los quintiles inferiores de ingreso, pueda acercarse a la situación que goza el resto del país, y, al mismo tiempo, la idea de no generar grandes tensiones sobre las empresas.
Porque sí hemos podido detectar -y creo que aquí puedo citar a todos los Senadores de Renovación Nacional, que hicimos sondeos que podríamos llamar "informales"- que los que pagan el ingreso mínimo no son, en su mayoría, las pymes. Hemos conversado con directivos de pequeñas y medianas empresas y niegan tenerlo fijado en el piso inferior. Entonces, tampoco creemos estar poniendo en un gran riesgo a ese sector de la economía que genera tanto empleo.
Esa ha sido nuestra lógica: la búsqueda de una ecuación. Nos habría gustado un poco más de contacto con las autoridades y a tiempo, no en las estrecheces finales, cuando todo el mundo se torna un poco tenso, cuando sube la presión, cuando se endurece el amor propio.
La expuesta ha sido la idea directriz de Renovación Nacional. No se pretende poner a alguien en problemas ni sorprenderlo. Quisiéramos lo mejor para la gente a la que, muchas veces, le toca poco en los frutos de la cooperación social. Si, al fin y al cabo, se trata de eso. En Chile, todos miramos las mismas estrellas; quisiéramos llegar a los mismos destinos. Y eso nos anima a aspirar a más.
Lo digo porque se ha tejido una trama en orden a que aquí median posiciones ultrapersonalistas y aun desquites, estos imaginarios. No hay absolutamente ninguna postura de esa índole. Esta es una posición del Partido entero: fue aprobada en un consejo general, y siempre en plan de aspiración.
Sosteniendo tal aspiración, hemos aceptado darle curso a la tramitación de la iniciativa para no provocar un daño mayor, confiados en que vamos a poder llegar efectivamente a alguna solución algo mejorada -aunque no se ha dado ninguna cifra- en el curso de las próximas horas o días, antes de que se continúe en la Cámara de Diputados.
Puntualizo lo anterior para que no surjan malas interpretaciones en el sentido de que hemos tenido un cambio de posición brusco, o irracional, o caprichoso. Al contrario, lo que queremos es permitir que en la materia se logre un acuerdo más amplio, que incluya a muchas personas -en lo posible, a todos-, y, de ese modo, vamos a terminar más contentos, más tranquilos, nuestra labor de cooperadores en esta función, y el país saldrá ganando.
Eso es todo, señor Presidente.
Muchas gracias.
El señor ESCALONA (Presidente).-
El señor Ministro vino a la Mesa a consultar acerca de su inscripción. Si desea hacer uso de la palabra, tiene preferencia para ello.
El señor LARRAÍN ( Ministro de Hacienda ).-
Después.
El señor ESCALONA (Presidente).-
Prefiere esperar.
Como el Senador señor Ignacio Walker no está presente, puede intervenir el Honorable señor Girardi.
El señor GIRARDI.-
Señor Presidente , pienso que tal vez nos encontramos ante una de las principales demandas que subyacen detrás de la discusión.
Chile es un país que ha tenido éxito, diría, fundamentalmente en una transición y en el restablecimiento de un proyecto democratizador de la sociedad. Se debe en gran parte a la Concertación el haber logrado recuperar la democracia y podido ofrecer justamente la posibilidad de convivir en paz, de restablecer la vigencia de los derechos humanos y de alcanzar finalmente la paz social para poder avanzar. Y el país lo ha hecho. Pero, producto de los progresos que nosotros mismos impulsamos, han emergido, como ha ocurrido en la sociedad mundial, demandas que se podrían llamar "de segunda y de tercera generación".
El mundo árabe clama hoy día por libertad, ya que carece de ella. El día que la tenga va a exigir igualdad. Pienso que el problema de nuestro mundo político es no atender justamente al hecho de que la sociedad chilena no nos está pidiendo hoy día, fundamentalmente, democracia, libertad, respeto a los derechos humanos, porque ya los consiguió. Lo que nos está demandando es precisamente la construcción de un medio más igualitario, más justo, más inclusivo. Y lo que se observa actualmente en la calle es una brecha muy profunda entre la expectativa de cambio, de justicia, de igualdad, de dignidad existente en la población y lo que la política, el Congreso, los partidos hemos estado dispuestos a ofrecer en función de esa exigencia.
Esta última está generando un quiebre -incluso, institucional-, porque, al no dar cuenta de ella la política, entonces la ciudadanía ha tomado la decisión de configurar su propia agenda, de construir con sus propias manos, en una evolución, además, que quizás es más profunda por estar cambiando el siglo. Se está dando paso a una tercera revolución industrial.
Tal vez los procesos no van a decir relación hoy día solo con los tradicionales enfrentamientos entre la Izquierda y la Derecha, que se mantienen, sino, sobre todo, respecto de cuestiones que vienen marcadas justamente por una sociedad que quiere hacer frente a una visión desde la política y que resulta excesivamente jerarquizada, vertical, de arriba para abajo. Se trata de un mundo que se está asociando de abajo para arriba de manera colaborativa, interactiva, y que está planteando un conjunto de temáticas. Los partidos, por una visión lineal, no comprenden a veces las variaciones complejas que se dan en una sociedad en red. Hay un cierto anacronismo de la política, respecto a la sociedad.
A mi juicio, en el mundo entero se está levantando una demanda de igualdad. ¿Y por qué Chile es paradigmático? Porque, si bien ha registrado un proceso creciente de desarrollo económico, se encuentra entre los países con mayores índices de desigualdad. Su coeficiente de Gini es tal vez de los peores.
Existen distintas maneras de abordar la cuestión. Los modelos de la socialdemocracia nórdica han implementado políticas que tienen que ver con la construcción de la igualdad a través de mecanismos tributarios. El coeficiente de Gini en Suecia es de 0.20. Antes de impuesto es de 0.30 y tantos, pero después de impuesto la sociedad se iguala más.
Algunos despliegan una campaña del terror frente a las cargas tributarias elevadas. Los países a que acabo de hacer referencia constituyen ejemplos muy evidentes de un tránsito a niveles de dignidad e igualdad con algunas muy superiores a la nuestra y que más que la duplican. Y ese es un camino, pero este no cuenta, evidentemente, con respaldo político.
Otro sistema es el que se está discutiendo hoy día: el de políticas sociales compensatorias, y, particularmente, en materia de un ingreso digno que le permita a la gente vivir con dignidad. Lo anterior, además, sobre la base de un contexto donde en la salud no se dispone de suficientes recursos y las personas tienen que seguir pagando de su bolsillo, en parte, los medicamentos; donde la educación no es un derecho, a diferencia de la mayoría de los países del planeta, y es necesario endeudarse para acceder a ella. Entonces, si no contamos con la posibilidad de construir equidad a partir de herramientas tributarias, es preciso recurrir a políticas compensatorias mayores.
Y aquí se presenta un dilema. ¿Es justo para Chile el ingreso mínimo que se está presentando? ¿Es posible convivir y construir paz social con ese monto? Estimo que no. Pienso que estamos profundizando justamente la brecha con la población, ahondando el desencuentro entre la política y el mundo ciudadano, y dando la sensación cada vez más, en cierta manera, de que la política, el Congreso, los partidos, no están resolviendo los problemas como lo demanda la gente. Por lo tanto, no es menor abocarse a una discusión como la que nos ocupa, pero esta encubre, evidentemente, cuestiones mucho más profundas.
Se nos pide habilitar un ingreso mínimo de 193 mil pesos. Cabe formularle, en consecuencia, un planteamiento al Gobierno. Y entendemos que ello no debe hacerse con revanchismo, porque tal vez en Administraciones pasadas, si bien se avanzó, eso se podría haber intensificado; pero creo que estamos en un estadio distinto al de 15 o 20 años atrás. Existen otros requerimientos. En el mundo de la política se podían verificar antes algunos consensos sin participación de la ciudadanía que hoy día resultan imposibles, ya que es preciso construirlos, al igual que las gobernabilidades, con la concurrencia de la mayoría. Por lo tanto, se registra una demanda de la sociedad chilena.
Como lo han repetido muchos parlamentarios, a lo mejor no es posible atender hoy día la petición de la CUT en orden a un ingreso mínimo de 250 mil pesos, pero me parece que media un gran consenso respecto de que el país puede dar un salto en materia de dignidad y hacer un esfuerzo para disponer un monto de al menos 200 mil.
Se puede pensar en distintos caminos para enfrentar el asunto, pero juzgo evidente que hay un planteamiento de fondo en el sentido de que Chile puede avanzar y asumir ese compromiso y que ello se encuentra por sobre las diferencias. Algunos optarán por la habilitación del proyecto, con la esperanza de flexibilidad; otros la rechazarán para insistir con más fuerza en un ingreso mínimo de 200 mil pesos.
Sin embargo, estimo que el país no puede seguir eludiendo una cuestión principal y que creo que va a marcarnos en las próximas décadas, así como también a las disputas municipal y presidencial: la sociedad chilena está exigiendo niveles de igualdad muy superiores a aquellos que ha sido posible satisfacer tanto en el pasado como hoy. Porque a veces no se trata solo de voluntad. Tal vez no se han dado siempre las condiciones políticas para poder avanzar en la materia.
Y esa discusión va a ser insoslayable. Diría que la dimensión que ha adquirido en la ciudadanía el debate sobre el ingreso mínimo tiene que ver con eso: con que aquí se está expresando a gritos una demanda por un Chile más igualitario.
Por tal motivo, espero que el Gobierno recapacite y le ofrezca a la sociedad chilena dar un salto grande, asumir un mayor compromiso de solidaridad e igualdad, y, como lo han expuesto muchos otros Senadores, disponer un monto de 200 mil pesos. Este todavía es insuficiente para que una persona pueda vivir, pero al menos sería un avance.
He dicho.
El señor ESCALONA (Presidente).-
Tiene la palabra el Honorable señor Novoa.
El señor NOVOA .-
Señor Presidente , todos los años discutimos sobre el ingreso mínimo. No es un problema nuevo.
Si la cantidad que representa no es adecuada, si no alcanza para una vida digna, ciertamente ello no data de este año ni obedece al Gobierno. Durante más de dos décadas, los Ministros de Hacienda han tenido que proponer al Congreso un reajuste. Y lo han hecho considerando las condiciones económicas de Chile y del mundo. Por cierto, no creo que ninguno de ellos, en los últimos 22 años, haya presentado una cifra inferior a la que el país, a su juicio, es capaz de ofrecer.
Este último ha crecido en ese período. El ingreso per cápita que hoy día nos enorgullece no se construyó de un día para otro ni de un año para otro: es el resultado de la acumulación de un esfuerzo. Por lo tanto, afirmar que el ingreso mínimo planteado por el Gobierno no condice con ese factor implica que los aprobados año a año tampoco han exhibido esa característica. Y no considero que, durante los Gobiernos del Presidente Aylwin, del Presidente Frei , del Presidente Lagos y de la Presidenta Bachelet , los Ministros de Hacienda hayan sido tan insensibles como para no tener en cuenta esa situación.
El incremento de 182 mil pesos a 193 mil al que se ha llegado ahora representa un 6 por ciento, el doble de la inflación acumulada. Proporcional y conceptualmente, se encuentra en la línea de los esfuerzos hechos por todos los Ministros anteriores. En consecuencia, no me parece que sea el momento de rasgar vestiduras y sostener que no puede ser aceptado.
Cuando se habla de un ingreso mínimo de 250 mil pesos, se hace referencia a un aumento de 40 por ciento, imposible de afrontar en un año, obviamente.
Incluso 200 mil pesos representan un 10 por ciento más, lo que importa un esfuerzo tremendo. Y es probable que muchas empresas -pequeñas, medianas o grandes- no sean capaces de cumplir con ese porcentaje, porque es preciso considerar que no solo estamos refiriéndonos a los que ganan el ingreso mínimo. Probablemente, ese incremento subiría en igual proporción las remuneraciones de todo el personal
Frente a este hecho, quisiera llamar a la reflexión y que se hiciera un análisis, no de la situación en el año en curso, sino de la trayectoria del asunto en los últimos 22.
Quisiera también que se adquiriera clara conciencia de que acá no estamos disponiendo de fondos públicos, sino de la capacidad de agentes del sector privado -pequeños, medianos o grandes- para aumentar, en virtud de una ley, las remuneraciones. Los recursos estatales se han destinado a complementar los ingresos de los sectores con mayores necesidades. Para eso aprobamos el ingreso ético familiar; para eso existen subsidios y transferencias monetarias.
¿Qué pasaría si en el Senado no se reúnen los dos tercios para habilitar la discusión del proyecto enviado por el Gobierno? Sucedería algo muy simple: no podríamos ni siquiera hacer referencia a 193 mil pesos y nos mantendríamos en 182 mil, y no sería posible el reajuste automático de beneficios sociales cuyo incremento se halla unido al del ingreso mínimo.
Por eso, llamo a esta Corporación a habilitar la discusión de la iniciativa, para que esta pueda seguir su trámite, para que la Cámara pueda verla nuevamente.
Con toda honestidad, creo que dejar el salario mínimo en 182 mil pesos e impedir que asignaciones familiares u otros beneficios se reajusten sería un error gigantesco, que espero que el Senado no cometa.
Gracias.
El señor ESCALONA (Presidente).-
Tiene la palabra la Senadora señora Allende.
La señora ALLENDE.-
Señor Presidente , esta discusión, en la forma, se refiere a la habilitación de la iniciativa, pero resulta inescapable -y sería absurdo sortear el punto- abordar el tema de fondo.
Además, se dio una situación bastante particular: la Cámara de Diputados rechazó el proyecto -al Senado no le cabe responsabilidad en ello- ante la ausencia de un diálogo. De hecho, el Gobierno, entre otras cosas, no contaba con el acuerdo de sus dos partidos.
El Senador Carlos Larraín ha explicado aquí muy detalladamente el acuerdo al que llegó Renovación Nacional. Dio a conocer las razones que lo motivaron y los elementos considerados. En virtud de ello, dicho partido concluyó que, en definitiva, el país está en condiciones de proporcionar un reajuste que dejara en, a lo menos, 200 mil pesos el salario mínimo.
Todo lo anterior llevó al Gobierno, que tampoco tuvo la capacidad de dialogar con la Oposición, a un resultado negativo en la Cámara de Diputados.
Nosotros podemos decirle ahora al Ministro de Hacienda , quien se halla presente en la Sala, que aprobaremos la habilitación, si garantiza un piso de 200 mil pesos como ingreso mínimo. Pero no lo haremos, si no es capaz de expresar dicha voluntad.
¿Por qué? Porque ello es posible, pese a que se manejan muchas cifras desde una u otra mirada. Cuando países como Australia, Bélgica , Estados Unidos, Holanda , Canadá , Francia (entre 1985 y 1990) tenían el mismo PIB per cápita ajustado por paridad de poder de compra que hoy posee Chile, su salario mínimo era, por lo menos, el doble o el triple del que exhibimos en la actualidad.
Por eso -y con razón-, la Fundación SOL plantea que todos los años se discute el salario mínimo como si este se encontrara en una situación de equilibrio o por sobre el valor adecuado para la economía chilena. Señala que este error de diagnóstico se traduce en no reconocer una deuda de arrastre.
Dicha Fundación, además, habla del salario mínimo como proporción del PIB per cápita mensual. Hay un índice que expresa tal aspecto. Si el ingreso mínimo es 0,3 veces dicho PIB o menor a él, como ocurriría si nos quedáramos en los 191 mil pesos, en verdad estaríamos ante lo que se llama un "minisalario". Y nosotros sabemos que el país, afortunadamente, ha logrado triplicar su ingreso per cápita. Al día de hoy estamos hablando de 18 mil dólares.
Sin embargo, el desarrollo de nuestra economía -tema que nos duele y que hemos tratado más de alguna vez- no se condice con una distribución del ingreso más equitativa.
En los últimos 22 años, la economía chilena creció en promedio 5 por ciento anual. Y, como dije, su PIB per cápita ajustado por paridad de poder de compra será en 2012 de 18 mil dólares. No obstante, somos una de las 15 naciones con la peor distribución del ingreso del mundo, lo que resulta muy lamentable.
Aquí también se recordó que el per cápita autónomo de los hogares más ricos es 830 veces mayor que el de los hogares más pobres. Ello, claro, sin aplicar ninguno de los subsidios. Una vez incorporada la cantidad de beneficios, fruto de las políticas sociales focalizadas en los sectores más vulnerables, evidentemente que tal cifra se corrige.
Asimismo, no resulta aceptable, desde el punto de vista de la igualdad, que dos de cada tres familias vivan con menos de 600 mil pesos al mes, pues tal monto obviamente no les alcanza para cubrir sus necesidades de alimentación, vestuario, transporte, salud, servicios básicos.
Una de las principales razones que explican estos enormes niveles de desigualdad se encuentra en el mundo del trabajo. Y para revertir la situación, no basta con decir: "Estamos creando empleos". Necesitamos, tal como lo expresa la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que estos sean de calidad en sus condiciones contractuales (formalidad, protección, etcétera).
Chile es hoy uno de los países con mayor extensión en su jornada laboral. Teóricamente, aquí es donde más se trabaja en el mundo. No digo que tal situación conlleve mayor productividad, pero sí más carga horaria.
Además, hay bastante precariedad. Hace dos años, el 11,6 por ciento del trabajo asalariado era tercerizado (subcontratación); hoy, estamos casi en 17 por ciento.
Entonces, uno se empieza a preguntar por las consecuencias que todo lo anterior acarrea.
Se ha recordado acá -y con razón- el costo de la canasta básica. Y se ha planteado que el reajuste ofrecido por el Gobierno no cubre la línea de pobreza.
En consecuencia, cabe preguntar: ¿Por qué tendríamos que aprobar este minirreajuste? ¿Qué consideraciones éticas podemos invocar?
Hasta hace muy poco tiempo, el propio Presidente de la República nos hablaba del éxito de nuestra economía, que crece, a diferencia de Europa. Y tiene razón. También se nos decía que sufriríamos muy pocas consecuencias a raíz de la crisis internacional.
Pero el discurso ha empezado a cambiar lentamente. Ahora nos llaman a la prudencia. Incluso, se justifica el minirreajuste propuesto en función de ciertas "tormentas" que aparecen en el mundo. Y todo ello no corresponde al mensaje que se nos daba hace unos meses, que era exactamente el contrario. Llamaba la atención escuchar al Gobierno decir que Chile se hallaba protegido; que no éramos Europa; que nuestras finanzas estaban completamente arregladas. Sin embargo, ahora el discurso cambia, y se trata de justificar este minirreajuste.
Cuando no existe pago de gratificaciones ni bonos de locomoción, el salario mínimo líquido queda en 145 mil pesos, lo que equivale solo al 49 por ciento de la línea de pobreza familiar.
Vuelvo a preguntar a los señores Senadores: ¿Eso es lo que queremos? ¿Pensamos que eso es lo adecuado?
Por otro lado, quiero abordar un tema que aquí se recordó.
Se paga salario mínimo a trabajadores no solo de las pymes, sino también de otras empresas (de aseo y otras). Hablamos de casi un millón de personas. Aquí se nos explica que no se puede aumentar más el ingreso mínimo mensual porque el mercado fija su monto. Ello es así en nuestro país debido a que, por desgracia, no existe una sindicalización fuerte.
¡Cómo me gustaría que en esto fuéramos como Alemania! Ahí existen sindicatos poderosos que se sientan a negociar, a conversar con los empresarios y el Gobierno. Y llegan a acuerdos. En dicho país hay un proceso de sindicalización sólido, una motivación para llevarlo a cabo, un respeto al fuero sindical, ausencia de prácticas antisindicales y negociaciones colectivas e interempresas, todo lo cual no ocurre en Chile.
Por eso resulta tan relevante la iniciativa que nos ocupa. Debemos fijar el monto del salario mínimo para los sectores más vulnerables, precisamente porque nuestros trabajadores no poseen dicha capacidad sindical, la cual es muy necesaria.
Tampoco se cuenta con estudios, proyecciones, estadísticas, simulaciones, que nos hagan creer lo que a ciertos sectores les encanta señalar. Lo curioso de todo estriba en que a los grandes empresarios, quienes normalmente no pagan el sueldo mínimo, es a quienes más les gusta destacar la crisis que enfrentaría el país si se subiera demasiado dicho salario.
En verdad, estamos acostumbrados a oír ese discurso catastrofista, porque se repite año a año.
Por último, no puedo dejar de reiterar que el monto del ingreso mínimo mensual tiene directa relación con la igualdad, con la distribución de la riqueza, con la disminución de la pobreza.
Fíjense, Sus Señorías, en la situación de la Región de Atacama. El 17,5 por ciento de la población vive en condiciones de pobreza, de acuerdo a la CASEN 2009, lo que se contrapone con una tasa de desempleo que llega a 4,2 por ciento. Esto es, prácticamente, pleno empleo. ¿Qué significan esas cifras? No necesariamente que hay menos desocupados y más pobres, sino que los trabajos que se están creando no son suficientemente buenos, de acuerdo a los parámetros de la OIT, que nos permitirían afirmar: "Tal empleo es decente y da para cubrir todas las necesidades".
Termino diciendo nuevamente: Ministro , como se lo ha pedido el partido del Presidente de la República , Renovación Nacional -lo reiteró hoy el titular de esa tienda política-, si usted fija un piso de 200 mil pesos, nosotros votamos a favor de la habilitación. No lo haremos, si no es capaz de asumir un compromiso con los sectores más desposeídos de nuestro país. Sí creemos que el salario mínimo refleja la desigualdad, la mala distribución.
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