
-
http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/638219/seccion/akn638219-po1-ds44-ds46
- bcnres:esParteDe = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/638219/seccion/akn638219-po1-ds1
- bcnres:esParteDe = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/638219
- bcnres:tieneCalidad = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/cargo/2
- bcnres:tieneEmisor = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/3336
- rdf:value = "
El señor WALKER (don Ignacio).-
Señor Presidente , al retomar el debate, quiero señalar que, cuando hablamos de la figura del salario mínimo, no nos referimos a si es justo o ético -como lo calificó en su momento, generando todo un debate muy positivo y virtuoso, monseñor Alejandro Goic -, sino a la remuneración mínima para la subsistencia de una persona o de un grupo familiar, que obviamente está muy lejos, muy distante de ser un salario justo o ético.
En este momento, nuestra economía exhibe un crecimiento económico importante (6,3 por ciento en 2011) gracias al esfuerzo del país; del Gobierno y de la Oposición; de empresarios y trabajadores; de muchos años de hacer las cosas bien, y cuando se generan cientos de miles de empleos -hay una discusión estadística; podremos discutir, pero sin duda Chile crece económicamente y se crean empleos-, es la oportunidad de plantear lo relativo a las remuneraciones.
Resulta evidente que en ese aspecto hay un rezago, una brecha, una contradicción, en fin, una realidad bastante chocante a ratos. Porque, no obstante que el país es pujante, crece y genera empleo, los sueldos son bastante bajos. Basta decir que la remuneración promedio es de 405 mil pesos, y el ingreso mínimo, de 182 mil pesos; o sea, menos del 40 por ciento de dicho promedio.
Por lo tanto, es el momento de enfrentar la discusión sobre las remuneraciones.
Hay una definición de los jesuitas de la Universidad de los Trabajadores (INFOCAP) que me gusta mucho. En términos muy sencillos expresa: "Trabajo digno y salario justo", lo que resume con gran elocuencia todo el tema social, desde el punto de vista del empleo y de las remuneraciones: trabajo digno, trabajo decente -¡qué duda cabe; de eso se trata!- y salario justo.
No hay un trabajo digno ni decente sin un salario justo. De hecho, en la realidad nacional -de allí su impacto social-, poco menos de un millón de trabajadores perciben el salario mínimo.
Muchos asalariados agrícolas de mi Región -por ejemplo, de Petorca, Quillota , San Felipe , Los Andes, Limache, Olmué , Puchuncaví y Quintero - ganan el salario mínimo. Lo mismo ocurre con la gente que labora en estaciones de servicio o bencineras, en el retail. Y, ¡para qué decir!, en el mundo de las pymes.
Por lo tanto, el ingreso mínimo tiene un impacto directo real, y constituye una señal, desde la perspectiva de las remuneraciones, para el sector privado.
Hoy día el salario mínimo es de 182 mil pesos. El Gobierno ofrece aumentarlo en 6 por ciento; o sea, a 193 mil pesos.
Uno podría decir que es más o menos el promedio de la última década. Efectivamente, entre 2000 y 2010, el promedio de reajuste del ingreso mínimo fue de 5,6 por ciento.
Cabría acotar que estamos cerca del rango. Sin embargo, el promedio muchas veces no da cuenta de la realidad económica del país. El IPC de los pobres; la canasta familiar de los sectores más populares; el precio de los alimentos, producto también del impacto del valor de la energía -la más cara de América Latina-, etcétera, hacen que sea absolutamente razonable pensar en esta oportunidad en algo así como un 10 por ciento de reajuste. Con ello, el monto del ingreso mínimo subiría de 182 mil a los 200 mil pesos, de los cuales varias personas han hablado.
Sí, 200 mil pesos ahora, con un aumento de 10 por ciento, pero pensando -¿por qué no?- en un objetivo mayor, más ambicioso.
Un eventual salario mínimo de 250 mil pesos ya está instalado. Naturalmente, sería muy irresponsable proponerlo para este año. Es legítimo que la CUT lo sugiera. Pero un aumento de 30 y tantos por ciento, de la noche a la mañana, de un año a otro, tal vez sería exagerado. Pero no así el plantearlo como un objetivo a 3 o 4 años.
¿Qué significaría eso? El incremento a 250 mil pesos en cuatro años, de aquí al 2015, implicaría un reajuste anual de 8,3 por ciento, bastante más que el 5,6 por ciento de reajuste nominal del salario mínimo de la última década. Y si fuera a tres años, sería de 11 por ciento anual nominal. Tal porcentaje incluye, por supuesto, el indicador tanto de la inflación esperada como el de la productividad, así como el componente de equidad, que es más político.
En ese sentido, no hay que temer a la palabra "política" porque -insisto-, frente a la coyuntura actual del precio de los alimentos, producto del impacto de la energía y de un IPC aproximado de 10 por ciento de la canasta para el mundo popular, no aparece como algo descabellado pensar este año en elevar el ingreso mínimo a 200 mil pesos, por lo menos como piso, para tratar de hacer frente al alza de los alimentos.
Señor Presidente, antes de terminar quiero exponer una cuestión que es inescapable.
La discusión que tiene lugar, año tras año, sobre el reajuste del salario mínimo y de las remuneraciones del sector público siempre tensiona. Es bastante estresante para el Estado y para los partidos políticos de Gobierno y Oposición. Es una discusión necesaria, por cierto, pero se impone la necesidad de definir hacia el futuro, incluso más allá de este Gobierno, un mecanismo, un sistema, un procedimiento o unos parámetros lo más objetivos e independientes en esta materia.
Siempre habrá una decisión política y también un margen de equidad. Pero es imperioso objetivar la discusión.
Por lo tanto, personalmente pienso que -creo que también la Democracia Cristiana, donde hemos conversado tantas veces sobre el punto-, surge el imperativo de definir hacia el futuro, en una perspectiva de mediano y largo plazos, un sistema, mecanismo, procedimiento o parámetros que en verdad permitan salir de la discusión que se realiza año a año, en la que, evidentemente, el Ejecutivo siempre tiene la voz principal, porque además le corresponde la iniciativa exclusiva sobre la materia, como debe ser.
Soy partidario de que, en una democracia como la nuestra, el Gobierno, cualquiera que sea su color político, tenga el monopolio de la iniciativa en materia económica. Pero, obviamente, debemos realizar en el Parlamento un debate democrático, entre Gobierno y Oposición, que nos permita definir -reitero- el monto del ingreso mínimo, que no es el salario justo, que no es el salario ético, pero que ha de responder a las necesidades de casi un millón de trabajadores.
"
- bcnres:tieneTipoParticipacion = bcnres:Intervencion
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/3336
- rdf:type = bcnres:Participacion
- rdf:type = bcnres:SeccionRecurso