
-
http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/638219/seccion/akn638219-po1-ds44-ds56
- bcnres:esParteDe = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/638219/seccion/akn638219-po1-ds1
- bcnres:esParteDe = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/638219
- bcnres:tieneCalidad = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/cargo/2
- bcnres:tieneEmisor = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/1570
- rdf:value = "
El señor QUINTANA.-
Señor Presidente , no es efectivo, a diferencia de lo que algunos señores Senadores han afirmado, que la situación es muy similar a la del año recién pasado. Si bien el Gobierno también llegó, producto de una serie de errores políticos, al trámite de solicitar la habilitación, de acuerdo con el artículo 68 de la Carta, lo cierto es que en esa ocasión se intentó por lo menos un diálogo con el mundo social. Ello no se hizo ahora ni con este último ni con el mundo político. Y si tuvo lugar con el mundo político, fue con su sector, fundamentalmente, y sin éxito.
Para ser claro, el Gobierno no quiso dialogar con el movimiento sindical agrupado en la CUT, no tuvo la voluntad de hacerlo, y no pudo -al parecer, hasta ahora- conseguir el acuerdo de su sector, de su coalición. Y hoy día intenta que la Oposición le resuelva el problema. Me parece que el problema es de la Administración actual, es político.
Por lo tanto, no se trata de la misma situación registrada el año pasado respecto de la prerrogativa exclusiva del Primer Mandatario en orden a definir aquí la fijación del ingreso mínimo para trabajadores con jornadas de 48 horas y trabajadoras de casa particular con 72 horas, sin perjuicio de los otros componentes expuestos por el señor Ministro de Hacienda , relativos, básicamente, a los subsidios familiares.
Es enteramente distinta, también, porque el Presidente de la República se encontraba hace pocos días en una reunión del G-20, con los países más ricos del mundo, con las 20 economías más desarrolladas. Entiendo que era un invitado especial.
En cuanto a la afirmación sistemática, durante los últimos dos años, de que existe ocupación plena, de que se crean 700 mil empleos, considero que hoy media efectivamente una percepción, como lo demuestran las encuestas, de mayor tranquilidad hacia el futuro, en lo económico. Entonces, no se comprende el ejercicio que el Gobierno nos hace de compararse con los anteriores. ¡Si es la actual Administración la que instaló esa idea desde el minuto uno en que asumió, el 11 de marzo de 2010!
A mi juicio, tenemos que sincerar la discusión.
Hace algunas semanas se sostenía también que no cabía hablar de reformas políticas, sino de la agenda social. Me pregunto cuál es la del Gobierno para el segundo tiempo del partido. ¿Existe alguna? ¿O se va a afirmar que la constituye el proyecto en debate o el reajuste del sector público, que llegará en un par de meses más?
¡No hay más agenda social, por favor! ¡Si todos los proyectos del Gobierno comprometidos en campaña y que mayoritariamente recibieron el respaldo de los Senadores de Oposición se encuentran acogidos y despachados!
Hoy día se nos plantea lo de que vamos a incrementar el ingreso mínimo en dos años; lo de que en tres años podríamos llegar a 250 mil pesos. Ello se parece mucho a otro proyecto de la agenda social ya aprobada, relativo al bono de las bodas de oro: 50 años de matrimonio y se recibe el beneficio. Pero este viene para 2014, para 2015.
Deseo hacerle presente al señor Ministro que la letra chica, la cual ha sido la característica durante gran parte del Gobierno y también respecto de su Cartera, de verdad no nos convence, no nos satisface como explicación. Tampoco lo hace la explicación de los Ministros sectoriales, incluido usted, la titular del Trabajo y el de Economía, en el sentido de que el ejercicio que hoy día se nos presenta es el resultado de una compleja y delicadísima ecuación macroeconómica y de que si ello se desajusta un poquito, los trabajadores son los que pierden: se quedan sin ocupación.
El discurso de los economistas en Chile -no solo del señor Ministro , sino también de los anteriores de Hacienda y de Economía- ha sido siempre el de que si no se aprueba el proyecto que trae el Gobierno la gente tiene que optar entre quedarse con un empleo mal remunerado, con un ingreso mínimo, o quedarse sin trabajo.
Tal planteamiento es bastante particular. El mismo razonamiento se lo podríamos aplicar a las grandes empresas, que obtienen utilidades exorbitantes, cuantiosas, diciéndoles: "O ustedes ganan utilidades normales o se quedan sin utilidades".
En definitiva, el argumento esgrimido, esa ley del embudo, beneficia a un lado nomás.
Es curiosa la realidad económica que intentan explicar los Ministros de Economía, de Hacienda y del Trabajo. El mismo fundamento se podría aplicar, incluso, a los bancos, que cobran altas tasas de interés, asfixiando a ese millón de trabajadores que percibe el ingreso mínimo de 182 mil pesos, quienes viven endeudados para cubrir sus necesidades de salud, educación, vestuario, transporte, en especial en la Región Metropolitana.
Sin embargo, a los trabajadores se les dice: "Las tasas de interés no pueden bajar porque eso afecta la economía. Y el ingreso mínimo no puede subir porque también afecta a la economía".
Ese razonamiento, inversamente proporcional, lo único que nos muestra es el jamón del sándwich -la mortadela lisa del sándwich, a estas alturas-: el millón de trabajadores que queda al medio y que no tiene otro camino.
De ese tema debemos hacernos cargo hoy, como asimismo del absurdo argumento -lo he escuchado una vez más- de que el 82 por ciento de quienes pagan el salario mínimo corresponde a pymes.
¡Todos sabemos que dentro de las pequeñas y medianas empresas cabe el quiosquito de la esquina pero también hartos emprendimientos de mucho mayor tamaño!
Eso de que las pymes no están en condiciones de asumir un reajuste mayor no me convence. Todos sabemos que las pymes chicas -no las que tienen contratos de tercerización con las grandes empresas- poseen sistemas de bonificación por locomoción y un conjunto de subsidios que les permiten incrementar el ingreso mínimo.
Entonces, no cabe el argumento, que permanentemente se usa, de que no se puede aumentar el salario mínimo para no afectar a los que estrictamente lo pagan, cuando hay pymes -a favor de ellas supuestamente no se sube el monto-, que muchas veces pagan más que el sueldo mínimo.
Señor Presidente , esta materia requiere un debate bien de fondo, el que probablemente se realizará cuando el proyecto retorne al Senado si se aprueba la habilitación. Tal discusión tiene que ver con la desigualdad, con la batalla que a diario libran cientos de miles de familias chilenas para subsistir con el ingreso mínimo.
Expreso lo anterior como representante de la Región de La Araucanía, donde hay sectores muy dependientes de transferencias monetarias, de subsidios -usted lo sabe, Ministro - y, en particular, de contratos por el salario mínimo con empresas, que no son -insisto- las pequeñas.
En estos días, a muchos de nosotros se nos han acercado trabajadores que ganan el mínimo diciéndonos: "Pa' seis lucas, rechácelo". Y son personas que no laboran precisamente en el quiosco de la esquina, en la carnicería o en el hotel chico de enfrente.
Señor Presidente, este es un problema político que el Gobierno no ha sabido resolver -o no ha tenido la voluntad para ello- con los gremios, lo que configura una situación bastante inusual.
Este es su proyecto, Ministro; no el nuestro. Es el proyecto de la Derecha. Por lo tanto, llamo a ese sector a hacerse responsable de él. Si se pretende aprobar el menguado incremento que se propone, bueno, que se haga responsable la Derecha con los votos de sus parlamentarios.
He dicho.
"
- bcnres:tieneTipoParticipacion = bcnres:Intervencion
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/1570
- rdf:type = bcnres:SeccionRecurso
- rdf:type = bcnres:Participacion