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El señor LAGOS.-
Señor Presidente , ciertamente el trasfondo de esta discusión persigue establecer mayores oportunidades de igualdad, equiparar el piso, permitir a ese gran número de chilenos que gana el ingreso mínimo que lo vea aumentado.
Yo parto de la base de que nadie tiene la mala fe de no querer ser más generoso. Entonces, se supone que existen razones detrás de todo esto.
Ahora, entendiendo que hay criterios básicos de economía y una discusión técnica de por medio -se hacen estudios para todo-, el sentido común indica que, si incrementáramos el salario mínimo a un millón pesos, se generaría un efecto en el empleo. De eso, no cabe duda.
Pero cae de maduro que también se abre un espacio para una discusión más política. Y el propio Ministro de Hacienda lo puede explicar.
Él ingresó un proyecto que eleva el monto del ingreso mínimo a 191 mil pesos en la Cámara de Diputados. En esa oportunidad dio todos los argumentos que le hemos escuchado permanentemente: que la inflación pasada, que cómo trasladamos la productividad a los trabajadores, etcétera.
Sin embargo, se produjo una magia en dicha Corporación -¡llegó Harry Potter !-: la cifra de 191 mil pesos, justificada por un argumento técnico sólido, amparada por un sinnúmero de estudios, incluidos los del Ministro , se elevó a 193 mil. O sea, se incrementó en 2 mil pesos. De 4 por ciento nominal, subió a 6 por ciento.
Cabe preguntar: ¿era una rigurosidad extrema la que regía el debate técnico? No. Había espacio para la conversación. Parece, entonces, que la magia de la Cámara Baja tiene una explicación. No sé si radica en los Diputados mismos o, tal vez, en alguna de sus bancadas.
Esto me lleva al segundo tema.
La discusión, si bien no es cien por ciento técnica y contiene un elemento político -volveré sobre este punto al final-, no trata sobre si el salario mínimo se incrementará a 193 mil o a 195 mil pesos, sino si habilitamos el trámite de la iniciativa para que vaya de vuelta a la Cámara de Diputados.
En consecuencia, me parece que aquí se refleja una tremenda impericia de parte del Gobierno.
Un dato. Consultado el Ministro de Hacienda acerca de por qué ingresó este proyecto tan tarde, sacó una serie de estadísticas bien grandes que indicaban que, durante los últimos Gobiernos de la Concertación, las fechas de envío de esta misma materia al Congreso eran más o menos parecidas. No me cabe duda de que Velasco, Eyzaguirre , Aninat , Foxley ingresaron en fechas similares el proyecto de reajuste del salario mínimo, pero había una característica distinta que resulta fundamental: cuando la iniciativa se enviaba tarde, venía con la aprobación y la "mosca" de todos los parlamentarios de Gobierno...
El señor TUMA.-
Y de los trabajadores.
El señor LAGOS.-
No. No siempre se contaba con el apoyo de los trabajadores, señor Senador. Eso no es cierto, y afirmar tal cosa sería populismo.
El punto es que el proyecto llegaba en la misma fecha, pero ordenado.
¿Y qué sucede acá hoy día? Nosotros, los Senadores de Oposición, tenemos que resolver, como dijo el Senador Zaldívar, un problema del Gobierno, que careció de capacidad suficiente en esta materia. Mostró "himpericia" -con hache para hacerla más brusca- para lidiar con una bancada parlamentaria.
La bancada de Renovación Nacional, liderada por don Carlos Larraín, se dio el gusto de defender su planteamiento. Tuvo la fuerza política para ello o la visión, como quieran llamarlo. Seguramente al Senador le han puesto calificativos de todo tipo en estos días.
Desde ese punto de vista, estamos acá resolviendo un problema que no nos corresponde a nosotros.
En resumen, primero, ¿el debate es técnico? Hasta por ahí nomás, porque aumentamos de un paraguazo 2 mil pesos en la Cámara de Diputados. O sea, los tecnicismos se acabaron cuando entraron acá.
Segundo, estamos discutiendo esto por impericia del Gobierno, que no fue capaz de ordenarse. Entonces, hoy día tenemos que salvar la situación.
Entiendo al Senador Ruiz-Esquide, quien dice que, en su fuero interno, quisiera votar en contra. Yo, en el mío, no voy a pronunciarme negativamente ni voy a obstruir la habilitación del proyecto, porque creo en el diálogo y en la capacidad de ponerse de acuerdo. Pero también el Gobierno tendrá que hacer un pequeño mea culpa, así sea internamente o encerrado en una oficina con sus Ministros y parlamentarios, para decir: "¿Cómo llegamos a esta situación por segunda vez?".
Ahora, estamos discutiendo un tema delicado, que tiene que ver con los quórums. Porque no se trata solo de que con un voto más se aprueba esto. Se necesitan los dos tercios. Entonces, hay que fallar la figura de que o nos obligan a votar a favor o nos vemos en la obligación de pararnos e irnos para tener un universo más bajo y dar el quórum.
Todo esto ya es ficticio, por impericia. Y eso hay que asumirlo.
Tercero, yo valoro las palabras del Ministro , porque de lo que he escuchado en general en los medios, de lo que recuperé de mis compañeros de Partido de la Cámara de Diputados -en particular de Pepe Auth, nuestro representante en la Comisión de Hacienda- y de lo que escuché hoy día en la tarde en la Comisión y ahora, hay un cambio.
Por lo menos -lo digo sin ánimo de festinar-, veo una expresión corporal distinta, tal vez porque alguien se sintió cercano al acantilado. Porque, en verdad, lo que va a ocurrir ahora no ha sido fácil de construir, no solo para los parlamentarios de Gobierno, sino también para nosotros en la Oposición. Y no tengo claro si vamos a tener unanimidad en la forma en que vamos a abordar esto.
Entonces, algunos van a aprobar, otros seguramente nos vamos a ausentar y algunos van a votar en contra. Pero toda esta situación se produce como consecuencia -reitero- de una impericia.
Voy al tema siguiente: el Ministro habló de la nueva institucionalidad. Yo estoy encantado de contar con esa propuesta. Pero ¿saben qué? Pensémosla bien. Porque lo que hay no da para más.
Lamento que no esté en la Sala el Senador Novoa, porque quería hacer referencia a su intervención. Él planteó que nos hiciéramos cargo de una trayectoria de 22 años; que no podíamos empezar de nuevo, y que en la Oposición debíamos tener algo de pudor o estábamos vetados, tal vez, para abordar temas más en profundidad porque no lo hicimos en mucho tiempo.
La institucionalidad actual no sirve, porque ocurre que estamos discutiendo nosotros acá; pero ¿quién va a tener la responsabilidad de una decisión del Gobierno? Yo preferiría que el Presidente de la República y el Ministro de Hacienda dijeran a los chilenos: "191 mil pesos" y punto. Y se acabó la magia de la Cámara de Diputados y la figura que estamos haciendo acá. Lo ideal sería una institucionalidad que operara automáticamente y que a nosotros como Parlamento no nos involucrara. Porque explicar al bombero de la COPEC se hace muy difícil.
Voy a otro tema más de fondo: la trayectoria. Quiero señalar al Senador Novoa que precisamente porque en 22 años hicimos lo que hemos hecho, hoy día estamos en una discusión sobre el salario mínimo que no ha tenido nunca este tono. ¿Por qué? Porque se agotó un ciclo, una manera de hacer las cosas.
Sí: los Gobiernos de la Concertación -tal vez por lo mismo estamos en la Oposición- siguieron haciendo las cosas de la misma forma durante 20 años. Y los chilenos nos están pidiendo proceder de manera distinta, incluso respecto del salario mínimo.
Quiero recordar el argumento del Senador Zaldívar -las grandes mentes pensamos igual-: don Patricio Aylwin aumentó en 44 por ciento nominal y 19 por ciento real el salario mínimo. Solo le faltó agregar, creo, la tasa de desempleo; en qué estaba la economía chilena; cuáles eran las cuentas públicas; cómo estaba de deteriorada la inversión, y para qué seguir. Pues bien, hicimos la reforma tributaria encima de eso. Y ninguna catástrofe ocurrió. Porque hay espacios. Y creo que Chile, con su ingreso per cápita, con la posición sólida que tiene y con las demandas que están ocurriendo, debe atinar.
Por eso, me preocupa que vayamos a la Cámara de Diputados y luego tengamos que volver a lo mismo.
Quiero decir al Senador señor Novoa que hay que leer lo que nos están diciendo los chilenos. En este Hemiciclo hay un Partido -es el único- que no quiere reformar el sistema binominal, que no desea una reforma tributaria y que, más encima, no tiene el ánimo de reajustar el salario mínimo más allá de lo que sea necesario. Entonces, eso nos está diciendo algo.
¿Cuál es la lectura positiva? Que somos más los que pensamos que algo tenemos que hacer. Porque, como estamos caminando, ya nos pilló la calle, la ciudadanía; ya nos atrapamos nosotros mismos los dedos en la puerta.
Entonces, no voy a contribuir a impedir la habilitación de este proyecto. Espero, sí, que lo que volvamos a discutir acá sea ciertamente un guarismo mejor. No me cabe duda. Estoy convencido de ello. Si no, esto va a ser un desastre. Pero, por sobre todo, debemos tomar conciencia de que el salario mínimo, el sistema binominal, la reforma política son todos elementos de una misma película que nos está pasando por la vista. Y nosotros no estamos atinando.
Finalmente, expreso al Senador Novoa que si lo hicimos de una forma durante 20 años, tal vez por lo mismo hoy día estamos hablando desde la Oposición y no desde el Gobierno, lo cual no es óbice para que yo diga: "Eso hay que enmendarlo y cambiarlo de alguna manera".
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