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El señor ESCALONA ( Presidente ).- Oficio de Su Excelencia el Presidente de la República , mediante el cual solicita el acuerdo del Senado para prorrogar por el plazo de un año la permanencia de tropas y medios militares nacionales en Haití, con informe de las Comisiones de Relaciones Exteriores y de Defensa, unidas. La urgencia es la del inciso segundo del número 5) del artículo 53 de la Constitución Política de la República. El asunto se encuentra en segunda discusión.
--Los antecedentes sobre el oficio (S 1469-05) figuran en los Diarios de Sesiones que se indican:
Se da cuenta en sesión 14ª, en 2 de mayo de 2012.
Informe de Comisión:
Relaciones Exteriores y Defensa Nacional, unidas: sesión 18ª, en 16 de mayo de 2012.
Discusión:
Sesión 18ª, en 16 de mayo de 2012 (queda para segunda discusión).
El señor ESCALONA (Presidente).- En la segunda discusión, tiene la palabra el Honorable señor Coloma.
El señor COLOMA.- Señor Presidente , esta es la undécima vez que se pide autorización para la salida o la mantención de tropas chilenas en misión de paz en Haití.
Recordemos que, durante un tiempo, la solicitud se formulaba cada seis meses. Por eso se llega a dicho total.
Lo concreto es que nos encontramos abocados a este tipo de debate desde 2004. Y me parece que es una discusión importante.
Quizás se trata -lo he señalado en otras ocasiones- de una de las facultades privativas del Senado más relevantes, precisamente porque tiene que ver con el sentido del rol de las Fuerzas Armadas, pero también porque, de alguna manera, media una cierta responsabilidad respecto de la vida de compatriotas y de si las razones que justifican la salida son o no de aquellas que permite el texto legal.
Digo "legal" porque, desde mi perspectiva, se debió haber aprobado una reforma constitucional -le faltó un voto- que justamente regulaba todo lo que tiene que ver con las misiones de paz, desde el punto de vista de la Carta.
Quisiera hacer tres tipos de comentarios, que me parece que pueden ayudar a ilustrar nuestro examen, por lo menos.
En primer lugar, no puedo pasar por alto el hecho de que la salida de tropas a Haití ha sido pedida muchas veces, pero por distintas razones, cuestión que, a mi juicio, no es menor.
Inicialmente, ello fue para evitar lo que se llamó "genocidio", lo que era una razón importante, obviamente. Hubo una forma de proceder que creo que no fue la más adecuada, pero, de alguna manera, la norma de que el rol de las Fuerzas Armadas se desarrolle dentro del país se excepcionó en función de que una nación latinoamericana vivía un momento complejo en cuanto a su subsistencia. Y esa fue la argumentación que generó la aprobación prestada.
Un año después, ya superada aparentemente esa realidad, se planteó que la medida era fundamental una vez más para permitir la consolidación de la democracia, ya que en ese momento mediaba un proceso electoral y claramente no existían seguridades de que se pudiera desarrollar de buena forma.
Verificados los comicios y transcurridos los seis meses siguientes, se volvió a presentar la petición, invocándose ahora razones de institucionalidad. Eso fue, textualmente, lo que se expuso en su momento: que era preciso ayudar a consolidar la institucionalidad, lo que permitía progresar desde una perspectiva más global dentro de lo que se requería.
Y lo cierto es que a partir de ahí, señor Presidente , la verdadera causa, en mi opinión, por la cual se pide la salida -más allá del objetivo de colaboración, evidentemente- es la difícil alternativa en que nos encontramos.
Por eso, expongo esta reflexión también para ver cómo el Senado tiene que hacer el seguimiento -se han sucedido distintos Gobiernos- de cómo se dan las situaciones internacionales y los elementos concurrentes.
En segundo término, la invocación de motivos distintos refleja claramente que no podemos hacer referencia a un éxito internacional respecto de Haití. Y me parece que ello obliga a un análisis cada vez más riguroso. Entiendo que el Gobierno lo está llevando a cabo, dentro del ámbito latinoamericano, respecto de la lógica definitiva de este tipo de acciones.
No valoro los resultados obtenidos, entonces, en función del esfuerzo desplegado. Y me parece que es fundamental dejarlo claro, por lo menos en lo personal.
Eso no quiere decir -no soy miope- que no se hayan cumplido algunos propósitos importantes, pero que no tienen mucho que ver con la cuestión de Haití, en sí misma.
Uno de ellos es la manifestación de la solidaridad internacional. Pero es algo que puede tener lugar en distinta forma. Y, naturalmente, estamos llenos de situaciones en que se puede colaborar con países en un estado de desmoronamiento o de desinstitucionalización, como el que hoy se observa. Mas ahí existe un activo, como es obvio, en virtud del cual es posible decir: "Se hizo un gesto".
Otro esfuerzo tiene que ver con el rol que Chile ha cumplido en Haití y el respeto a nuestras instituciones castrenses. Creo que es, evidentemente, un elemento valioso. Ahora, eso no justifica permanecer en otro país, pero es preciso reconocer que las Fuerzas Armadas han desarrollado una tarea muy importante.
Y tercero, cabe observar que, en el nivel latinoamericano, también se generan vínculos, sanas complicidades o entrenamientos que pueden ayudar a la defensa del país.
Por mi parte, asumo tales realidades; pero también concluyo que esas no pueden ser las razones últimas por las cuales es posible justificar plenamente la intervención en Haití de un organismo como la MINUSTAH.
Y la tercera reflexión, señor Presidente -quisiera reiterar lo que planteamos en la Comisión-, es que percibo con creciente inquietud que tropas destinadas a velar por la paz lleguen a visualizarse internamente como de ocupación. Ello ha sido parte del debate interno en Haití, en particular ahora que se realizaron elecciones.
Recomiendo leer el informe que tenemos a la vista, muy completo y crudo. Felicito al Ministro de Defensa , aquí presente, y al Canciller, porque creo que es importante expresar las cosas con transparencia al momento de tomar una decisión. Y uno se da cuenta claramente de que Haití no se halla hoy día en una posición mejor que hace cinco o seis años. Probablemente, es mucho más compleja.
Lo que pasa es que casi no hay salida. Da la impresión de que una determinación unilateral de retirarse puede generar efectos peores, incluso, que los de antes de resolver entrar.
Y quiero culminar aquí, señor Presidente , haciendo fe -porque en la Comisión así se expuso- de la visión que la autoridad chilena mantiene sobre el asunto.
El Senador que habla era especialmente escéptico acerca de esta nueva renovación, pero hay argumentos que le hacen fuerza. Tiendo a pensar que Latinoamérica está reaccionando positivamente al programar reuniones. Brasil cumplió un rol importante en el reenfoque del concepto de colaboración con Haití, sobre la base de que se tiene que pasar de una fase a otra. Será de la séptima a la sexta, si se sigue la lógica de la MINUSTAH, o será el criterio de la institucionalidad o de más Estado, antes que simplemente una cuestión de Fuerzas Armadas. Me parece fundamental comprenderlo así.
Entiendo que en los próximos días -me gustaría que el señor Ministro de Defensa pudiera plantearlo- se celebrará una reunión relevante en el concierto latinoamericano precisamente para analizar a fondo este tipo de acciones, en el sentido de revisar qué es lo mejor, hacia dónde se tiene que enfocar, cómo debemos hacerlo, cuál es el horizonte de salida para lo que fue motivado originalmente por un genocidio, seguido de una defensa de la democracia, interpretado después como un esfuerzo por consolidar la institucionalidad y que hoy día da lugar a una argumentación en orden a que casi no existe alternativa.
La idea es generar un tipo de colaboración que, sin desmentir nuestra vocación latinoamericana -siempre la hemos tenido-, sin desconocer la necesidad de ayudar al más desvalido, sin renegar jamás del muy significativo rol cumplido por nuestras Fuerzas Armadas, redunde en un reenfoque que permita percibir que Haití no es un Estado fallido, como algunos lo exponen internacionalmente, sino dotado de herramientas para poder salir adelante.
Lamentablemente, las informaciones que llegan desde ese país no son las mejores. Se registran problemas internos que no tienen que ver con las acciones internacionales. Han vuelto personas que desempeñaron papeles muy complejos. Están hoy día de regreso los mismos que, en general, aparentemente generaron la crisis. Nada parece indicar que vayamos a tener un terreno muy promisorio.
Este conjunto de reflexiones me parece fundamental a la hora de dar la autorización. Por lo menos en lo personal, me encuentro convencido de que habrá un antes y un después, de que no puede tratarse de la continuación...
Pido 30 segundos para terminar, señor Presidente.
El señor ESCALONA (Presidente).- Dispone de un minuto para redondear bien su idea, señor Senador.
El señor COLOMA.- Simplemente, no puede verificarse una ratificación casi automática, casi inevitable, casi en la condición de camino necesario. El asunto debe suponer una reflexión, una reingeniería, una nueva concepción, una forma distinta también de involucrar a los organismos internacionales en Haití.
Naciones Unidas no ha sido capaz de generar los apoyos necesarios. O los países no han sido capaces de ayudar a Naciones Unidas -para no ser tan peyorativo- con los recursos comprometidos. Entonces, cuando media una falta de responsabilidad internacional, conforme a esta lógica, con mayor razón quienes envían tropas chilenas tienen derecho a exigir de ellos un nuevo trato, así como también una reflexión a fondo acerca de cómo seguimos hacia delante.
He dicho.
El señor ESCALONA (Presidente).- Tiene la palabra el Senador señor Tuma.
El señor TUMA.- Señor Presidente , una de las bases de nuestra política exterior es el multilateralismo, que busca el establecimiento de reglas claras y efectivas para ordenar el sistema internacional por la vía institucional, a fin de asegurar la paz y la prosperidad de los Estados que se relacionan buscando niveles crecientes de cooperación.
La presencia de Chile en la MINUSTAH apunta a concretar precisamente esos principios políticos, tantas veces declarados. Debemos inmiscuirnos en la realidad del mundo, sin importar mucho la distancia o los vínculos políticos, económicos o culturales previos que tengamos con otros pueblos y Estados.
Haití sigue siendo, por lejos, lamentablemente, y pese a la ya larga presencia internacional en su territorio, el país más pobre de América y uno de los cinco más pobres en el planeta. Su población ha sido azotada una y mil veces, no solo por los déficits de un Estado que no es capaz de garantizar seguridad ni bienestar para su población, sino también por males provenientes de catástrofes naturales y sanitarias: huracanes, terremotos, hambrunas, sida, enfermedades tropicales. Pareciera que todas y cada una de estas desgracias, como las plagas de Egipto, han querido anidar en ese suelo.
Con el Senador señor Quintana , cuando éramos Diputados, estuvimos en Haití en el año 2004, al llegar recién nuestras tropas. El impacto fue mayúsculo. Conocí, a veces, la miseria del campo chileno, pero nunca había imaginado a cuánto podía llegar la degradación humana: calles que eran basurales y chozas que eran prolongación de calles; niños desnudos, medios muertos por la desnutrición y el sida, deambulando sin rumbo.
Me conmovió la juventud de un pueblo cuya población, en pleno siglo XXI, muere antes de los 40 años, en promedio, como sucedía en la Europa de la Edad Media.
Me impresionó, ante todo, que la humanidad, la misma que es capaz de las mayores proezas tecnológicas posibles, no sea consciente de que una parte suya vive en condiciones que ningún animal doméstico, en Occidente, podría resistir.
Deseo citar parte de las conclusiones de un informe que entregamos entonces al Ministerio de Relaciones Exteriores y a la Cámara de Diputados, y que decía relación, básicamente, con la cooperación internacional y el carácter que tenía que revestir, sobre la base de las solicitudes que nos hicieron las mismas autoridades haitianas de ese tiempo.
Una de las solicitudes más sentidas de estas últimas y de los partidos políticos de ese país fue la referida a la asistencia técnica. En Haití no quedaban profesionales ni técnicos capaces de diseñar y ejecutar importantes obras de infraestructura que era necesario realizar a la brevedad, y que iban desde la reconstrucción de vías de comunicación -caminos, puentes y puertos- para facilitar la integración territorial, hasta la rehabilitación de servicios básicos o la construcción de estos por primera vez: obras sanitarias, desagües, alcantarillado, centrales eléctricas, tendido eléctrico, telefonía, levantamiento de edificios, etcétera.
Para conseguir lo anterior, se solicitó a los Diputados visitantes el envío de profesionales propios, ingenieros, constructores y técnicos, personas capacitadas para entrenar a alguna parte de la mano de obra local, pues ni siquiera existían albañiles, técnicos en instalaciones eléctricas, gasfíteres, etcétera.
Otra modalidad de ayuda, de efectos en el largo plazo, era contar con plazas especiales o becas para que haitianos pudieran estudiar en Chile carreras técnicas de nivel superior o universitarias en áreas vinculadas a la ingeniería y la construcción.
"Idénticos esfuerzos -se dijo- es necesario desplegar en el área productiva. El país carece en estos momentos de una capacidad productiva mínima que les permita en el mediano plazo asegurar una parte mínima de sus alimentos y a largo plazo refundar su economía productiva nacional. Hay que entregar asesoría técnica necesaria para que se inicien procesos productivos y se desarrollen como la agricultura y la artesanía, que han sido actividades importantes para la economía de ese país, pues se estima que actualmente el costo de la Cooperación Técnica para Implementar la Transición Democrática es de 2 mil millones de dólares, pero con dificultad se visualiza que los países cercanos podrían estar aportando solo un 10% de la cifra. De allí que sea necesario iniciar procesos productivos que permitan a la familias, por lo menos mantener condiciones mínimas de subsistencia, en primera instancia".
Por eso, señor Presidente , una cuestión es la indispensable presencia de nuestras Fuerzas Armadas y de Orden y de nuestra Policía de Investigaciones al objeto de garantizar la seguridad de las personas y el funcionamiento del sistema democrático, el cual ya ha tenido un tiempo de prueba, de marcha blanca. Pero otra cuestión es la diversificación de los apoyos, y no hemos logrado que, en el corto o el mediano plazos, cuando Chile deba retirar sus tropas de Haití, exista la garantía de su funcionamiento en normalidad con relación a las demandas que mencioné o a las metas que nos hemos impuesto. Porque dentro de estas no se hallan solo la seguridad de ese país, el que alcance un régimen democrático, sino también la de conseguir que entre en una situación de normalidad.
Por lo tanto, debemos permanecer en Haití por ahora y planificar un retiro ordenado de nuestras tropas, no necesariamente porque hoy existan menos requerimientos, sino porque debemos ser capaces de diversificar nuestro apoyo.
Existen condiciones para que los civiles comiencen a hacer aportes más significativos en seguridad alimentaria, sanidad, reconstrucción, infraestructura y desarrollo productivo. Esto lo decíamos ya en el 2004. Y lo reiteramos las onces veces que citó el Senador Coloma en que hemos renovado nuestro acuerdo para prorrogar la permanencia de las tropas en Haití. Señalamos la necesidad de diversificar nuestra colaboración. Sin embargo, no se ha variado en eso. No hay un aporte desde Chile y las naciones que colaboran con Haití en el sentido que piden su población y sus autoridades.
Asimismo, creemos que otros países de la región están en condiciones de comenzar a asumir responsabilidades, más que en el envío de tropas, en brindar asesoría técnica, asesoría de capacitación y asesoría de profesionales.
Por nuestra parte, esta ha sido una buena experiencia. Hemos aprendido mucho en Haití. Han aprendido nuestros soldados, marinos, aviadores, carabineros y detectives, quienes a lo largo de casi 10 años han conocido realidades probablemente impensadas para ellos. Hemos aprendido a trabajar con equipos internacionales bajo el mando de las Naciones Unidas, lo que nos ha granjeado el respeto de otros países.
Quienes nos dedicamos a la política en Chile también hemos aprendido que se debe dejar de lado el provincialismo; que hay que ser capaces de ponerse en el lugar de los otros, aunque se encuentren en tierras remotas; que la política no es ni puede ser solo la satisfacción de un interés nacional inmediato; que nuestra política exterior igualmente debe sustentarse en principios esenciales de humanidad, como la solidaridad y la fraternidad. Hemos aprendido, en definitiva, que Chile, desde su marginalidad geográfica, puede y debe entregar aportes concretos para mejorar un poco el mundo, esta casa que nos cobija a todos.
Por lo anterior, voy a aprobar la solicitud del Presidente de la República para que nuestras tropas continúen participando en la Misión de Estabilización de Naciones Unidas en Haití, pero poniendo el acento en que la próxima vez que volvamos sobre esta materia, cuestión que estoy seguro haremos nuevamente el próximo año, tengamos una realidad distinta en cuanto a una colaboración más profesional, más técnica, más de asistencia al desarrollo productivo, que de presencia de tropas militares.
Anuncio mi voto a favor.
El señor ZALDÍVAR (don Andrés).- ¿Por qué no abre la votación, señor Presidente?
El señor ESCALONA (Presidente).- Antes de proceder a ello, doy la palabra el señor Ministro de Defensa.
El señor ALLAMAND ( Ministro de Defensa Nacional ).- Señor Presidente , quiero agradecer el informe unánime de las Comisiones unidas de Relaciones Exteriores y de Defensa Nacional, que se han pronunciado a favor de la mantención de nuestra presencia en Haití.
Tan solo deseo formular tres muy breves comentarios, para complementar lo que aquí se ha señalado.
En primer lugar, deseo reiterar que, desde un punto de vista general, Chile debe mantener su participación y apoyo en las operaciones de paz. Este es un sello del país, que proviene de los años cuarenta, a partir de los cuales Chile ha estado en distintos lugares, en diversas circunstancias y siempre prestando una colaboración muy activa en las tareas de protección a la ciudadanía, de ayuda humanitaria, de resguardo de la paz, que este tipo de misiones conllevan implícitamente.
Al mismo tiempo, nos parece muy importante tener en cuenta que, en la misma medida que Chile prosiga internacionalizándose, si continuamos acrecentando nuestra participación en el comercio mundial, si seguimos vinculándonos cada vez con más países, el contribuir a las tareas de seguridad, de protección a la vida humana, de ayuda humanitaria en el mundo será una obligación.
No puede una nación -pensamos nosotros- simplemente beneficiarse de las ventajas de la globalización, sin asumir en forma simultánea, en consideración a su estatura, a su tamaño, a sus responsabilidades, aquellas tareas consiguientes.
Por lo tanto, creo fundamental, desde el punto de vista de los principios, mantener lo que ha sido la doctrina tradicional de Chile: favorecer las operaciones de paz.
En segundo término, no hay duda de que nuestra participación en operaciones de paz cumple un rol de entrenamiento, un rol de disuasión y un rol de adecuada cooperación con otras fuerzas armadas. Y, de alguna forma, también constituye una fuente de gran prestigio para el país en su conjunto.
Cualquier persona que haya estado en Haití sabe, por ejemplo, lo bien que se aprecia que dos ex Cancilleres nuestros fueran nombrados Representantes Especiales del Secretario General de Naciones Unidas: Juan Gabriel Valdés , en su momento, y Mariano Fernández , en la actualidad; y que en cuatro oportunidades oficiales superiores de nuestras Fuerzas Armadas hayan ocupado el puesto de Vicecomandante de las tropas desplegadas en Haití.
Y, en tercer lugar, debemos dejar constancia de que, siguiendo precisamente la orientación del Senado, hemos impulsado básicamente dos tendencias.
Primero, que la presencia de las fuerzas en Haití pase a una segunda fase. De alguna forma, se ha producido un avance en los temas relativos a seguridad; pero, como han expresado aquí diversos parlamentarios, es muy importante que la comunidad internacional dé un paso adicional.
La presencia de fuerzas extranjeras en Haití se va a justificar cada vez más en la medida que pasemos de las cuestiones de seguridad a las de creación de instituciones, impulso al desarrollo, fomento productivo. Y esa es una tarea en la que han existido avances sustantivos en el último tiempo.
Y, segundo, también hemos propiciado lo que podríamos denominar "la no eternización de la presencia chilena en Haití".
En concreto, en el ámbito del Consejo de Defensa Sudamericano -se reunirá en las próximas semanas para tratar específicamente esta materia- nosotros hemos planteado que se establezca un cronograma y un horizonte de salida.
No podemos permanecer en Haití sin un horizonte cronológico de salida, sin que se planifique un retiro gradual, cuestión que, entre paréntesis, exige una triple coordinación: primero, con el Gobierno haitiano; segundo, con Naciones Unidas, y, tercero, con los distintos países que tienen presencia en Haití.
Estamos allá desde el 2004. De tal modo que establecer un horizonte de salida que, al mismo tiempo, sea un aliciente para que la comunidad internacional contribuya a las tareas de desarrollo y para que el propio Gobierno haitiano avance en esa dirección es algo realmente necesario.
En consecuencia, considero que nuestra presencia allá se justifica, en consideración a los principios que siempre ha sustentado Chile y a su política internacional, por los efectos de la cooperación que he señalado y por estar trabajando, tal como el Senado lo ha requerido, para avanzar desde una fase centrada en la seguridad a otra que incluya elementos de desarrollo y, también, para poder disponer de un horizonte de salida de dicha región.
El señor ESCALONA (Presidente).- Si le parece a la Sala, se abrirá la votación.
El señor SABAG.- Conforme.
El señor ESCALONA (Presidente).- Acordado.
En votación.
--(Durante la votación).
El señor ESCALONA ( Presidente ).- Tiene la palabra el Honorable señor Hernán Larraín.
El señor LARRAÍN .- Señor Presidente , dadas las anteriores intervenciones, trataré de ser muy preciso en mis comentarios, porque probablemente repetiré algunos conceptos ya mencionados.
Pienso que las razones que ha tenido Chile para estar presente en Haití, a través de la MINUSTAH, son muchas y muy importantes. Y ha hecho bien el Senado en darle su respaldo en los nueve años que llevamos en ese país.
Sin lugar a dudas, a la tarea inicial de apoyo para evitar un conflicto específico y contribuir a la pacificación de los ánimos en ese minuto, ha seguido la de aportar a la paz duradera y estable en una nación con muchas dificultades de subsistencia.
Pero, aparte de esa perspectiva, nuestro respaldo a la consolidación de la democracia, al fortalecimiento de las instituciones, ha estado subyacente en nuestra presencia en estos últimos años en Haití, en la forma que aquí se ha señalado.
De otro lado, no escapa a nuestra consideración lo que manifestaba recién el Ministro Allamand , en cuanto a que existen en el ámbito internacional principios de solidaridad que, por razones humanitarias, debemos contribuir a difundir. Más todavía, teniendo en vista la tradición de Chile, su vocación internacional, que no es una cuestión que se da solo en la esfera del comercio, sino también en la de los derechos humanos, de la seguridad internacional, en fin, en todos los planos. Ello hace que nuestra contribución se inserte dentro de una presencia en el mundo acorde a la vocación de humanismo que anima los pilares fundadores del país.
Y en un sentido incluso más práctico, esta actuación, aparte de enmarcarse en una política que Chile ha mantenido siempre -no es primera vez que participamos en una misión de paz; nos hallamos hoy día simultáneamente en otras y, tal vez, en el futuro seguiremos con este predicamento-, también representa para nuestras Fuerzas Armadas una experiencia muy valiosa, por distintas consideraciones que todos conocemos. En efecto, esta ha sido muy significativa, porque ha implicado trabajar en forma operativa -ya no teórica-, en terreno, frente a problemas reales, en conjunto con otros países. Y, adicionalmente, en un esfuerzo de integración entre nuestras propias Fuerzas Armadas, se ha participado en ejercicios que no siempre se realizan aquí.
Por eso, es bueno el compromiso que el país ha demostrado en tales materias.
Sin embargo, a medida que va pasando el tiempo, también es justo reflexionar acerca de hasta dónde llega la responsabilidad de Chile. Me parece que nuestro país ha excedido con bastante holgura sus compromisos y responsabilidades como para pensar que su presencia en Haití, en la forma en que se ha desarrollado hasta ahora, pueda mantenerse de manera indefinida. Y por eso uno dice: "Vamos a enterar el próximo año una década y, por lo tanto, es tiempo de mirar ahora cómo será nuestra presencia hacia el futuro".
Esto no solo implica un esfuerzo humanitario, de buena voluntad, sino además una contribución económica. Y por las estimaciones que he podido ver, estamos hablando de que el costo para Chile ha sido del orden de los 200 millones de dólares durante todo el período. No se trata de una cifra menor. Es cierto que el país ha obtenido muchas compensaciones, de distinta naturaleza, pero su aporte ha sido significativo.
Uno se pregunta si este esfuerzo que despliega Chile es comparable al realizado por otros países, del ámbito desarrollado. Y, sin duda, es desproporcionadamente alto. La comunidad internacional ha sido bastante negligente en lo que respecta a hacerse cargo, también, de las tareas de responsabilidad humanitaria con una nación como Haití, que requiere el apoyo de todos para subsistir, y cuyo futuro, así y todo, se ve precario.
Por eso, si pensáramos en cómo quisiéramos que fuera nuestra presencia allí hacia delante, nos imaginaríamos una en que se cambiara su rol de fuerza militar por uno de fuerza civil. Creo que en lo que más puede contribuir nuestro país es en colaborar para el desarrollo.
Nuestra nación ha realizado en las últimas décadas un esfuerzo muy importante para superar niveles muy relevantes de pobreza. Y mostramos una trayectoria institucional bastante fuerte dentro de la región, que, sumada a la experiencia anterior, constituyen, quizás, nuestros principales aportes a la comunidad internacional, en el entorno latinoamericano.
Por tanto, creo que llegó el minuto de definir las coordenadas para establecer un nuevo rol en Haití.
Para ello, quiero valorar el planteamiento del Ministro de Defensa Nacional , en cuanto a que para dar un nuevo significado a nuestra presencia en Haití se determinará un cronograma a fin de lograr, a través de este, salir de la situación actual y entrar a una con mayor sentido para nuestro país. Y creo que eso justifica que brindemos nuestro apoyo.
Pero quiero entender que estamos asumiendo -lo ha planteado nuestro Gobierno- un compromiso para fijar una transición en el cambio del rol de Chile en Haití, desde uno más centrado en lo militar hacia uno de corte civil, a fin de asegurar la construcción de la paz, del desarrollo y del progreso social, económico e institucional de esa república, por sobre la contribución solo en el área de la pacificación ante los conflictos, que requiere una ayuda de naturaleza militar.
En tal entendido, señor Presidente , voto a favor de la propuesta de prórroga por un año, y le pido al Ejecutivo que ojalá pueda definir un plazo dentro del cual presentar este cronograma y este compromiso, porque me parece que, así como todos valoramos lo que ha realizado Chile en Haití, también esperamos que hacia el futuro podamos tener una presencia más acorde con nuestra vocación de paz en esa nación.
He dicho.
El señor ESCALONA (Presidente).- Tiene la palabra el Senador señor Eduardo Frei.
El señor FREI (don Eduardo).- Señor Presidente , después de escuchar a los distintos Senadores y al señor Ministro , creo que prácticamente se halla todo dicho.
Se ha señalado que hemos estado ahí por diez años, con los costos que ello ha implicado. Se mencionó lo que significó la Misión de Naciones Unidas una vez que se dictó la resolución pertinente del Consejo de Seguridad, en el año 2004. Y en este documento se definen prácticamente todos sus mandatos:
Promover un entorno seguro y estable.
-Restablecer el estado de Derecho.
-Proteger al personal, los servicios, las instalaciones y los equipos de las Naciones Unidas.
-Proteger a los civiles.
-Reformar la Policía Nacional.
Proceso político y desarrollo institucional.
Derechos humanos.
Posteriormente, una nueva resolución del Consejo de Seguridad, de 14 de octubre de 2011 -corresponde al último mandato-, estableció los parámetros dentro los cuales debe desarrollarse la Misión.
Comparto, lógicamente, lo que ha señalado el señor Ministro respecto a cuál ha sido la teoría y la práctica de Chile desde los años cuarenta. En mi caso, me tocó en varias oportunidades tomar este tipo de decisiones y pedir la participación del país en misiones internacionales.
Pero quiero agregar dos o tres reflexiones.
La primera, como planteaba el Senador Larraín, es cuál ha sido la presencia de Chile versus la de naciones desarrolladas. Es decir, qué reciprocidad hay entre los países que se comprometieron, que se retiraron, que no han entregado recursos y nosotros, que seguimos haciendo un esfuerzo. Y en ese sentido, yo diría que en este momento, claramente, no se observa reciprocidad internacional.
En segundo lugar, ¿qué reciprocidad interna ha habido?
Cuando uno visita la zona, escucha a autoridades de los países vecinos, ve y se plantea como una tarea fundamental de la Misión la promoción del desarrollo económico y social. Nosotros no somos quiénes para analizar la conducta de las distintas autoridades de Haití. Pero debe haber un mínimo de reciprocidad y de acciones que se correspondan con el esfuerzo que están llevando adelante nuestro país y las Naciones Unidas.
Lo mismo pasa, por ejemplo, cuando hablamos -el Senador Tuma se refería a ello- de capacitación, de apoyo a las empresas, etcétera. Hoy día todas las compañías de Haití tienen sus instalaciones o en República Dominicana o en Miami; han sacado todos los recursos.
Entonces, ha de haber reciprocidad tanto internacional como respecto del país que está recibiendo ayuda.
No podemos seguir nosotros -llevamos diez años- como la policía de Haití. Porque en eso nos hemos transformado: somos la policía para seguridad interior y exterior. Pero ¿dónde está el esfuerzo para promover la democracia, el desarrollo económico y social? ¿Qué cosas podemos hacer en esos ámbitos?
Por lo tanto, como lo manifestó el señor Ministro de Defensa , necesitamos estar revisando permanentemente esta materia. Y creo que es bueno el presente debate, porque va en la línea de definir ciertos parámetros con los cuales tenemos que continuar. Se está hablando -lo señalaba el señor Allamand - de permanecer hasta 2017. Ello significa gastar cien o doscientos millones de dólares más. ¿Y cuál es el cambio, el giro que experimentará nuestra presencia?
Reitero: no me parece que haya reciprocidad internacional ni interna, tanto de las autoridades políticas como económicas de ese país. Resulta muy fácil recibir ayuda por años y años y no hacer el esfuerzo interno que se requiere. Y es ahí donde, a mi juicio, debemos estar permanentemente revisando nuestra posición.
Por eso me parece bien -como lo ha dicho el señor Ministro - que este asunto esté en revisión. Tenemos que hacer un giro fundamental. Creo que el esfuerzo de las Fuerzas Armadas y de las policías ha sido extenso y largo, y a mi juicio ya suficiente. Hoy debemos pasar a otra etapa. Pero esta ha de contar también, como decía, con la actuación y la participación de países desarrollados y con mayores recursos que el nuestro y, a su vez, de autoridades políticas, civiles y económicas de Haití, que no están respondiendo a ese desafío.
Quise sumarme a las observaciones formuladas, en el sentido de que este debate habrá que llevarlo a cabo con mayor rigurosidad en las próximas etapas. Si vamos a permanecer hasta 2017 en esa nación, debemos definir claramente a qué estamos dispuestos y cuántos recursos invertiremos en eso.
El señor ESCALONA (Presidente).- Tiene la palabra el Senador señor Lagos.
El señor LAGOS.- Señor Presidente, ciertamente, voy a concurrir con mi voto a apoyar que Chile siga colaborando con el proceso de paz en Haití.
Sin embargo, creo que no puede caer en un saco roto lo señalado por varios de quienes me han antecedido en el uso de la palabra, en cuanto a tratar, al cabo de todos estos años, de enmarcar la presencia chilena en un horizonte de tiempo razonable, que a la vez involucre a actores que hoy no participan en ella.
Escuchar esto es tan positivo si uno recuerda el debate inicial sobre la materia.
Por cierto, no mencionaré a personas, pero hubo declaraciones -las revisé en Internet- bien notables sobre el particular el año 2004, cuando el Presidente Lagos , como conductor de las relaciones exteriores de Chile, decidió enviar tropas al extranjero. Otra cosa es que ello debía ser aprobado por el Senado, como ocurrió efectivamente.
El señor LARRAÍN .- Lo anunció sin consultar al Senado.
El señor LAGOS.- Entonces, si la Cámara Alta no hubiese dado su acuerdo, no habrían salido las tropas, y hubiera sido un fracaso para el Presidente Lagos . Pero nadie faltó a la constitucionalidad de nada.
En todo caso, los argumentos no se refirieron solo a eso.
Algunos fueron del tenor siguiente: "el envío de policías al extranjero es una señal sumamente negativa para la ciudadanía, que vive un creciente clima de delincuencia". Estos dichos fueron respaldados por otro Senador que no está ahora en la Sala: "Por ningún motivo deben ir. Nosotros tenemos un problema serio de seguridad ciudadana, y ya mandar un carabinero es mucho".
Otros sostenían: "tampoco está claro por qué Chile tiene que sumarse a esta misión después que Estados Unidos y Francia decidieran abandonar sus esfuerzos por democratizar a esa nación.
"¿Cómo sabemos si una operación será útil o no para los haitianos?".
Lo importante hoy es que tenemos claro que la presencia de Chile...
El señor COLOMA .- ¡No siga, que cambiaré mi votación...!
El señor LAGOS.- No he mencionado al Honorable señor Coloma. Si se siente identificado con alguna de estas declaraciones...
El señor COLOMA.- Con la última.
El señor LAGOS.- Hay otras más.
Pero lo importante radica en que desde 2004 a 2012 ha cambiado una enormidad este país en varios aspectos. Eso se repite muchas veces. Pero Chile modificó su actuar en este tema también, porque en verdad hoy están todos orgullosos de lo que hace nuestra nación en el contexto internacional.
El señor COLOMA.- Señor Senador...
El señor LAGOS.- Si así es.
Acabo de escuchar al Senador señor Coloma que se encuentra orgulloso de lo que realiza Chile. Otra cosa es que no le guste.
El señor COLOMA .- Hice una crítica.
El señor LAGOS.- Estamos orgullosos de lo que hace Chile en el contexto internacional.
Y lo más importante es que tenemos la capacidad de preguntarnos si es suficiente nuestra presencia en Haití o hay que hacer algo más allí. ¿Tenemos que quedarnos permanentemente en ese país o hay que poner condiciones para la presencia de Chile allí?
Y recojo lo planteado por los Senadores Coloma, Hernán Larraín y Frei, entre otros, en lo relativo a que debemos poner a esta participación un marco de tiempo e involucrar a otros actores de manera seria.
En todo caso, efectivamente Estados Unidos no tiene tropas hoy en Haití. Pero les recuerdo que los indicadores económicos de este último son similares a los de África Central: hay 80 por ciento de pobreza; el 70 por ciento de su presupuesto proviene de ayuda extranjera, y no genera recursos. O sea, como nación se encuentra casi fracasada. Sin embargo, sigue funcionando por la ayuda de Estados Unidos.
Entonces, hay una distribución de tareas compleja que debe revisarse. Me encantaría que, más que tener tropas, pudiéramos contar con personas dedicadas a la superación de la pobreza; a políticas públicas, a la asesoría de Ministerios, y a gastar la misma cantidad de recursos o más.
Algunos países no hablan de cronograma de retiro. Al leer el informe constaté que hay naciones más suspicaces. Brasil se refiere -me gustó la expresión- a "un ritmo de retiro", para no establecer tampoco algo finito. Porque cuando uno se pone un plazo final en estas materias, aquel va a llegar y se conoce. En consecuencia, uno queda más amarrado de manos para desarrollar su política exterior como corresponde.
En resumen, primero, recojo que ha habido un tremendo cambio y avance en Chile en la aproximación a esta materia, porque la despolitizamos respecto de lo que sucedía en un primer minuto. Yo recuerdo que las encargadas de conseguir el apoyo de esta Corporación la primera vez que este asunto se votó: la ex Canciller Soledad Alvear -hoy Senadora, otrora precandidata a la Presidencia de la República - y la señora Michelle Bachelet , entonces Ministra de Defensa .
¡Cómo ha cambiado este país! En ese minuto tal vez parte de las reacciones estaban motivadas por la coyuntura. Y hoy, desapasionándonos de aquello, decimos: "¿Se justifican los 200 y tantos millones de dólares? Discutámoslo. ¿Cuánto tiempo deben estar nuestras Fuerzas Armadas allá? ¿Hasta 2017? ¿Cuánta contribución están haciendo Brasil, Argentina u otros países? ¿Valoramos que haya fuerzas de América Latina tratando de ayudar a Haití y que no sea siempre la norteamericana? ¡Cuánto se ha discutido y se ha criticado que, frente a un conflicto, aparece Estados Unidos, al que pedimos que sea el policía del mundo! ¡Y cuando es ese país, se sostiene: "Tienen que irse los gringos, porque llegó el imperialismo"! Entonces, pongámonos de acuerdo. Los norteamericanos no están ahora, sino nosotros. Pero les requerimos más a los estadounidenses.
Yo abordaría esta materia con un optimismo gigantesco. Invito a mis colegas a aprobar la prórroga.
Y hago presente al señor Ministro de Defensa -se ve muy bien en su nuevo rol de Secretario de Estado y no de Senador- que necesitamos un documento que refleje que los temas aquí planteados están siendo trabajados por el Gobierno. Y le consulto: ¿de qué manera otros países de la región están también en sintonía con esto?
En todo caso, creo que este tema no es solo de solidaridad, de imagen y de vínculos con otras Fuerzas Armadas. Me parece que al final del día esto ha sido exitoso porque desde 2004 a esta fecha creo que ha habido dos cambios de Gobierno en Haití -ninguno ha sido fácil, por decirlo de manera elegante- y, no obstante, se ha logrado controlar un problema institucional que tal vez en otros países hubiera terminado en una debacle. En África Central, cuando esto ocurre, concluye en masacre. Hasta ahora, eso no ha sucedido en Haití, a mi juicio, gracias a las Fuerzas Armadas, sobre todo latinoamericanas.
El señor ESCALONA (Presidente).- Tiene la palabra el Senador señor Pérez Varela.
El señor PÉREZ VARELA.- Señor Presidente , indudablemente, del debate sostenido esta tarde, de la exposición del señor Ministro de Defensa y de las apreciaciones de los distintos Senadores se concluye que claramente nos encontramos frente a un tema político y no militar. Por lo tanto, es bueno clarificar con exactitud cuáles son los caminos por seguir y los pasos que debemos dar.
Sin duda, el aporte de las tropas chilenas en Haití a partir de 2004 ha sido fundamental para evitar allí, a lo mejor, un genocidio, una guerra civil.
El punto está en determinar cuál es el espacio de tiempo con que contamos para que el rol que juegan nuestras Fuerzas Armadas no empiece a generar complicaciones en esa nación.
Lo otro es saber si hoy en día estamos en condiciones de decir que el año 2017 podremos cambiar de giro respecto de esta exitosa política en materia internacional, en lo cual concuerdo.
Al respecto, cabe preguntarse qué esfuerzos debemos hacer para que la Organización de Naciones Unidas cumpla verdaderamente con el rol que se fijó en un inicio. Porque no solo se trataba de enviar tropas para evitar un genocidio, sino también de establecer una serie de políticas para llevar adelante el desarrollo, superar la pobreza y dar un marco institucional a Haití.
La cuestión radica en si el proceso institucional en dicho país está dando respuesta a eso. Y concuerdo con lo aquí expresado acerca de que no hay reciprocidad. Da la sensación de que las tropas de las Naciones Unidas, entre ellas el contingente chileno, otorgan un marco de seguridad necesario para llevar a cabo diversas acciones, que van en dirección bastante distinta de lo que significa un proceso de institucionalización.
Hemos visto a un Gobierno al que le ha costado constituirse -el informe así da cuenta-, pero que ha realizado un llamamiento a crear fuerzas armadas. Sin embargo, esa materia todavía se encuentra en discusión. Nadie con certeza puede aclarar cuál será el rol que tendrá el Gobierno haitiano acerca de la creación de institutos castrenses.
Por lo tanto, el debate político que debemos efectuar en el Senado, al igual que el del Gobierno frente a las Naciones Unidas y al régimen haitiano, es algo que no solo nos ha de preocupar, sino que tenemos que asumirlo como una realidad para dar ese giro en el que todos estamos contestes que se debe realizar en cuanto al contingente militar y la colaboración civil, tecnológica y educacional, que permita verdaderamente a ese país salir de la situación de Estado fallido en que se encuentra.
Al respecto, uno de los elementos que debe llamarnos la atención se refiere al rol que juegan nuestras policías en Haití. Indudablemente, la labor tanto de Carabineros como de Investigaciones era ayudar a conformar una institucionalidad policial en ese país. Pero, ¿se ha logrado? En estos diez años, ¿ha habido avances en la materia?
La realidad indica -aparte de la confluencia de diversos países sobre el particular- que no se ha producido avance, porque cuando se forma o institucionaliza una policía tiene que haber una doctrina y un criterio común, aspectos absolutamente disímiles en Haití.
Ello llevó a que en diez años no se haya logrado avanzar en la institucionalización de una policía que ayude a controlar el crimen, a dar seguridad a los ciudadanos y a combatir la delincuencia.
En consecuencia, se trata de una materia que necesariamente debemos abordar, para comprobar si estamos cumpliendo con los propósitos que nos mandató Naciones Unidas el año 2004, al solicitarnos ayuda consistente en un contingente militar y policial.
Por ende, el debate sobre el particular reviste carácter político.
Y encuentro valorable que el señor Ministro de Defensa y el Gobierno estén por establecer un cronograma de salida. Pero creo que no basta solo con expresarlo, sino que se debe empezar a institucionalizar, porque -reitero- ya se fijó como fecha el 2017. A lo mejor, otros países que han determinado metas por cumplir más que fechas para el retiro de tropas, pueden estar en el camino correcto.
Es posible que en 2017 la situación institucional de Haití sea exactamente igual a la de hoy, porque nada permite predecir que se avanzará al respecto. Todo lo contrario. Por lo que uno lee en los análisis realizados por distintos personeros, se concluye que la situación de Estado fallido sigue presente y que el escenario de cierta seguridad está dado por la presencia de las tropas. Sacar el contingente militar significaría que en esa nación de nuevo se producirían expresiones violentas, sangrientas.
Eso nos indica, entonces, que el cronograma de salida, el cambio de eje, tiene que ser una prioridad en la política internacional chilena frente a Haití. Si no lo logramos, podemos ver a nuestras tropas enfrentadas a situaciones complejas, a pesar de haber cumplido una tarea notable, que valoramos y que a todos nos hace sentir orgullosos. Pero, a lo mejor, les estamos exigiendo un rol mucho más allá de lo razonable y de lo que verdaderamente hoy día necesita Haití .
Por lo tanto, pondremos en cierto riesgo esa labor que hasta ahora nos enorgullece y que se ha cumplido en forma brillante al tratar de continuarla, toda vez que la situación en Haití, lejos de calmarse, de institucionalizarse, sigue revistiendo características de Estado fallido.
En consecuencia, cuando discutimos la materia -en un año más nos volveremos a juntar con igual objetivo-, debemos considerar su dimensión política. Y, en ese sentido, la Cancillería tiene que jugar una tarea trascendente al conversar con las Naciones Unidas y con los distintos países latinoamericanos, para tomar una decisión conjunta sobre cómo trabajaremos para dar un giro a la labor que está desempeñando Chile en Haití.
No basta, a mi juicio, con decir que se fijará un cronograma o que nuestra permanencia será hasta el 2017, sino que se debe determinar cuáles serán los pasos por dar para que eso se concrete y para que haya reciprocidad tanto en materia internacional como interna en dicho país.
Eso todavía se encuentra en veremos. La respuesta está pendiente. Pero en los próximos doce meses tendremos que recibirla para dar viabilidad a una tarea que Chile ha cumplido bien, no obstante no haber percibido los frutos que se esperaban en 2004, en cuanto a cómo salvar a Haití de una situación de debacle, la cual sigue presente.
Señor Presidente , voy a votar a favor, porque, sin duda, las tropas chilenas deben mantenerse en esa nación, pues ello forma parte de nuestra política internacional. Sin embargo, el tiempo apremia y se requiere que, como país, avancemos en ese cronograma de retiro, al cual se refirió el señor Ministro de Defensa .
El señor ESCALONA (Presidente).- Tiene la palabra el Senador señor Patricio Walker.
El señor WALKER (don Patricio).- Señor Presidente, este asunto lo analizamos y discutimos a muy buen nivel en las Comisiones de Defensa y de Relaciones Exteriores, unidas.
La permanencia de nuestras tropas en Haití se fundamenta en el compromiso por su estabilización, reconstrucción y desarrollo, además de la importancia política hacia nuestro barrio, Latinoamérica, al ejercer un rol de buen vecino, como país, especialmente cuando trabajamos todo lo relativo con operaciones de paz en el marco de la Fuerza de Paz Combinada "Cruz del Sur", con Argentina, nuestros vecinos y socios.
Aparte de esa importancia geopolítica, debo informar que el año pasado tuve el privilegio de estar en Haití, invitado por el Ministro de Defensa , señor Andrés Allamand .
Allí nos reunimos con el Presidente Martelly ; recorrimos Cap-Haitien y la Capital de ese país, pudiendo comprobar que su realidad es impactante por el brutal índice de pobreza, las bajísimas expectativas de vida, la altísima cantidad de enfermos con sida, y los devastadores efectos del terremoto. Hay 515 mil personas en campamentos. Nosotros los fuimos a visitar. En la plaza, frente al palacio de Gobierno, que se encuentra semidestruido, se ubican las carpas, donde la gente vive en condiciones francamente infrahumanas.
Por otra parte, las ONG, que cumplen labores de apoyo, sociales, solidarias, no pueden desarrollar su rol sin fuerzas de estabilización, sin seguridad. Porque allá no hay ejército, solo una policía muy precaria. Por lo tanto, sin fuerzas armadas, sin MINUSTAH, no podrían operar hoy día dichos organismos.
También tuvimos la oportunidad de visitar jardines infantiles apadrinados por nuestras tropas en Cap-Haitien. Los niños ahí cobijados, sin Fuerzas Armadas y sin contar con nuestro apoyo, simplemente no recibirían ración alimenticia.
Además, el INDAP ha prestado apoyo productivo en Haití, por ejemplo, a través del incentivo y fomento de granjas familiares.
De otro lado, el Comando de Ingenieros del Ejército -¡un gran aporte en Haití!- ha construido caminos; ha aplanado territorios, lo que ha permitido construir casas, y hay experiencias similares (Un Techo para mi País, América Solidaria) que pueden hacerse realidad gracias al trabajo de nuestras Fuerzas Armadas.
Uno se pregunta: ¿qué utilidad tiene eso para nuestras instituciones castrenses? Mucha. Porque, en verdad, el estar laborando y entrenando con estándares de las Naciones Unidas, que son asimilables a los de la OTAN, ayudan a que nuestras Fuerzas Armadas efectivamente adquieran más habilidades, mejores competencias para desempeñarse en los diversos aspectos de catástrofes, operaciones de paz, en fin.
Todos compartimos la idea de que nuestra presencia militar en Haití no se puede prolongar en forma indefinida. Por eso, es importante el anuncio de un retiro de tropas organizado, progresivo, programado, que no vaya más allá del 2017. Pero, ¿qué pasará si ese año todo sigue igual? ¿Se va a replantear el tema?
Esa es la razón por la cual nos interesa que realmente se creen capacidades y competencias en Haití. Porque allí hay lo que se ha llamado un Estado fallido y, por lo tanto, es fundamental generar institucionalidad.
Ello no tiene tanto que ver con la MINUSTAH, sino más bien con el Banco Interamericano de Desarrollo y con el Fondo UNASUR. Por eso, es relevante que hoy día ambas instancias estén apoyando en las áreas esenciales que se han planteado en esta discusión. No voy a repetirlas todas en detalle, pero son preponderantes. Una de ellas dice relación con la policía.
Allá la policía es muy precaria, muy corrupta, desgraciadamente. A Chile han venido 181 becarios haitianos, quienes, luego de capacitarse, de prepararse, han traspasado su experiencia en su país, para crear, ojalá el día de mañana, una policía militarizada y con mayor profesionalismo.
Es cierto que hay situaciones preocupantes. Por ejemplo, ante toda esta corriente que señala que somos una fuerza de ocupación, han aparecido los denominados "ejércitos irregulares", en la lógica chauvinista, nacionalista, que apunta a que ellos formen sus propias fuerzas armadas. Y tales ejércitos son nefastos, porque son manejados por personas que están fuera del Estado.
Naturalmente, eso nos preocupa. De ahí que la disposición que se ha expresado en cuanto a la creación de un ejército legalizado, regular, de acá al 2017, reviste mucha importancia. En ese sentido, nuestro apoyo en esta materia, a petición del Gobierno haitiano, debe seguir otorgándose. Señor Presidente , yo estoy a favor de aprobar la prórroga de la permanencia de nuestras tropas en Haití por un año más. Pero repito lo que aquí se ha dicho en orden a que debemos capacitar o, como se dice, "enseñar a pescar", por supuesto a petición de ellos, sin paternalismo, sin producir la sensación de que nuestros efectivos son fuerzas de invasión, de ocupación; y ayudar a crear instituciones. Y en eso la labor del BID y de la UNASUR resulta absolutamente fundamental.
Cabe recordar que en la actualidad la Unión de Naciones Suramericanas apoya proyectos de salud, para combatir el cólera; de estrategia, para afectados por el terremoto; de Código Procesal Penal; de colaboración con la Escuela de la Magistratura y en todo lo relativo al acceso a la justicia y al respeto de los derechos humanos; programas Pro-Huerta, de vivienda y varios otros que se financian a través del BID.
Quiero reiterar el orgullo que nos genera, como chilenos, el haber tenido a Juan Gabriel Valdés , y hoy día a Mariano Fernández , como jefes de la MINUSTAH.
Recuerdo que cuando hablamos con el Comandante de la Fuerza en Haití, un general brasileño, este nos expresó la satisfacción que sentía por el trabajo desarrollado por las Fuerzas Armadas chilenas: una labor ejemplar, con evaluación sobresaliente.
Por todo lo anterior, señor Presidente , anuncio que votaré a favor de la permanencia de tropas y medios nacionales en ese país por un año más.
El señor ESCALONA (Presidente).- Ha concluido la intervención de los oradores inscritos antes de que se abriera la votación.
Ahora se hallan inscritos para fundamentar el voto los Senadores señores Letelier, Sabag, Navarro y Coloma.
Tiene la palabra el Honorable señor Letelier.
El señor LETELIER.- Señor Presidente, estimados colegas, a propósito de este tema, solo quiero recordar un par de cosas.
Chile fue el primer país de América Latina que envió tropas a Haití (un total de 332 efectivos) en el momento en que se pidió que nos incorporáramos a la Misión.
Creo que eso fue motivo de un tremendo orgullo, tanto por la capacidad operativa de nuestras Fuerzas Armadas como por lo acertado de la decisión, en la perspectiva del rol internacional que aspiramos desarrollar.
Chile mantiene una presencia activa en cinco misiones de paz de las Naciones Unidas. Yo espero que nuestra presencia en ellas aumente y no disminuya, lo cual tiene que ver con cómo potenciar el rol de un país como el nuestro en un mundo globalizado.
Digo esto porque nuestra participación en Haití se relaciona, por cierto, con un compromiso de solidaridad internacional; con nuestra proyección hacia el Caribe y Centroamérica , que genera enormes repercusiones positivas, y también con cómo crece nuestra colaboración en las operaciones de paz.
Los efectivos chilenos, al estar entrenados bajo los estándares de las Naciones Unidas, crecen profesionalmente. Porque, al encontrarse asimilados en estas operaciones a estándares OTAN, constituye para ellos un progreso sumamente importante, en escenarios reales y, por momentos, complejos. Ahí están presentes un batallón de Infantería y profesionales del Comando de Ingenieros del Ejército, como asimismo un contingente de infantes de Marina.
Me parece apropiado asumir y aprender lo que significan en el mundo de hoy los Estados fallidos. En nuestra región existe uno: Haití, donde la comunidad internacional puede hacer mucho. Y nuestra solidaridad ahí es fundamental.
Antes de que se retire el señor Ministro, señor Presidente, quiero abordar tres puntos, para que no se diga que no fueron planteados.
A mi juicio, considero muy importante que Chile entrene sus fuerzas de paz dentro de su territorio. Estimo muy bueno que contemos con un complejo para tal fin. Ello significa hacer las cosas bien.
Lo que voy a señalar no tiene que ver con Haití. Creo que es irresponsable generar condiciones, aunque sea involuntariamente, para ganarse un titular en algunos diarios, en el sentido de que hay una base militar de Estados Unidos en Chile. Porque no se conversó o no se hicieron las cosas de cierto modo.
Soy partidario de que la formación de nuestros efectivos se haga en nuestro territorio. Y no tengo objeción, si se plantea como un asunto de interés nacional, que las fuerzas de paz de otros países también se formen aquí. Y, aunque eso significa recibir aportes de potencias extranjeras para invertir en bases militares chilenas, pienso que lo mínimo que corresponde es que en el futuro eso se consulte o se informe al Parlamento.
Lo digo ahora, en presencia del señor Ministro, porque esta es la primera vez que tenemos oportunidad de conversarlo.
Hubo una experiencia en un área de la Armada conocida genéricamente como la base de Concón. Allí, en un recinto, se realizaron operaciones de entrenamiento de fuerzas policiales. Y lo que pasó después creo que no fue bueno para el interés del país.
Por último, señor Presidente , espero que pronto podamos desarrollar en el Congreso el debate acerca de la creación de una fuerza de paz civil, como lo ha estudiado y propuesto la Academia Nacional de Estudios Políticos y Estratégicos (ANEPE), entre otras instituciones que dependen del Ministerio de Defensa Nacional. Ello, en mi opinión, sería muy relevante para contar con un mecanismo que nos permitiera pasar de una presencia militar a una presencia de profesionales para la cooperación.
Voy a aprobar la solicitud. No tengo dificultad en que nuestros efectivos permanezcan más tiempo en Haití. No soy partidario de estar cuestionando a cada momento su presencia en el exterior.
El señor ESCALONA ( Presidente ).- Finalizó su tiempo, señor Senador.
El señor LETELIER.- Termino en un minuto, señor Presidente.
El señor ESCALONA (Presidente).- Bien.
El señor LETELIER.- Creo que es importante que la mantengamos. Y, por lo mismo, sería útil que este Senado pudiese acordar con la Dirección de Presupuestos otra forma de financiar la participación de nuestras fuerzas de paz, porque tenemos una situación bien peculiar sobre cómo se asignan los recursos. El mecanismo actual no es bueno.
De hecho, estamos discutiendo esto ahora porque a mitad año se acaba el presupuesto. Y ello no es responsabilidad del Ministerio de Defensa, sino que tiene que ver con cómo se definen estas materias.
Como dije, voy a votar a favor.
Estimo que el señor Ministro ha actuado muy bien al defender nuestra presencia en Haití, y espero que podamos fortalecer la participación de Chile, como país, en más misiones de paz de las Naciones Unidas.
He dicho.
El señor ESCALONA (Presidente).- Tiene la palabra el Senador señor Sabag.
El señor SABAG.- Gracias, señor Presidente.
Su Excelencia el Presidente de la República , por oficio, ha solicitado a este Senado prorrogar por un año la permanencia de nuestras tropas de paz en Haití. Dicha petición fue aprobada en las Comisiones de Relaciones Exteriores y de Defensa, unidas, por la unanimidad de sus miembros.
Las tropas chilenas han estado en Haití desde 2004, junto a un grupo multinacional de efectivos bajo el mando de la ONU. Entre otras funciones, su propósito es promover un entorno seguro y estable; restablecer y mantener el Estado de Derecho, la seguridad y el orden públicos; proteger al personal, los servicios, las instalaciones y el equipo de las Naciones Unidas; proteger a los civiles y contribuir a la estabilidad del país; la supervisión, reestructuración y reforma de la Policía Nacional de ese país; ayudar al proceso de diálogo y reconciliación nacional; cooperar en la organización y supervisión de elecciones municipales, parlamentarias y presidenciales, y promover y proteger los derechos humanos, particularmente los de las mujeres y los niños.
Actualmente, Chile coopera en cinco misiones de paz de las Naciones Unidas: en Bosnia y Herzegovina; Chipre; India y Pakistán; el Medio Oriente, y Haití , siendo esta última la única que se desarrolla en el continente americano, por lo cual reviste una importancia adicional, con más de 500 efectivos militares y policiales desplegados.
Cabe señalar que, desde luego, se trata de una política de solidaridad de nuestro país con las Naciones Unidas. Pero no somos los únicos. Otras 25 naciones tienen hoy día tropas en Haití, entre ellas: Argentina, con 741 efectivos militares y policiales; Bolivia , con 208; Brasil , con 2.187; Chile, con 513; Ecuador, con 67; Guatemala , con 138; Paraguay , con 162; Perú , con 372, y Uruguay, con 965. Solamente he leído la información relativa a los países latinoamericanos, que son los más cercanos. El contingente total de los 55 países involucrados alcanza a 8 mil 968 militares y policías.
Me parece que la situación que está viviendo Haití después del terremoto, su enorme pobreza -yo no he estado allá, pero he conversado con los colegas que han viajado y me han dado testimonio de la pobreza extrema en que se debate ese país- y la miseria que se observa por todos los sectores, ameritan que nuestro país contribuya. Y, gracias a Dios, está en condiciones de hacerlo.
¡Qué diferente la situación chilena con la que afecta a Haití por los desastres y la parte económica! Al lado de él, nosotros parecemos un gigante. Y si podemos ayudarlo y respaldarlo, debemos hacerlo con el mayor agrado y la mejor disposición.
Por supuesto, voto favorablemente la petición del Presidente de la República para prorrogar, por un año más, la permanencia de las tropas nacionales en Haití.
El señor ESCALONA (Presidente).- Tiene la palabra el Senador señor Navarro.
El señor NAVARRO.- Señor Presidente , este tema cumple ya una década, y en los últimos diez años siempre le he dado mi respaldo.
Vale la pena tener presente la prensa de la época para ver cómo se votó el 19 de mayo de 2004: 27 votos a favor, 15 abstenciones (de la UDI y RN) y un pareo (de los Senadores Eduardo Frei y Romero).
Ahí se expresó un conjunto de críticas a este envío de tropas.
Traigo a la memoria estas abstenciones de la UDI y RN para resaltar la incertidumbre que generaba el envío de nuestras fuerzas. Se planteaba que mandar carabineros significaba restar efectivos para luchar contra la delincuencia en nuestro país, y que ello representaba un costo adicional que Chile no estaba en condiciones de solventar.
Como hoy son Gobierno, nos piden nuestro apoyo. En mi caso, anuncio mi voto favorable a la permanencia de las tropas chilenas en Haití. Sin embargo, quiero destacar que en el mundo hay experiencias como la de la MINURSO, en la RASD (República Árabe Saharaui Democrática), que lleva más de 20 años, sin resultado. Y va para los 22, 23 años, sin éxito. Porque no hay voluntad política -en este caso de Marruecos- en esa misión. Chile no tiene tropas allá, donde se busca, por cierto, un proceso de democratización, un plebiscito. Pero está en Haití.
Digo esto porque, efectivamente, uno debiera evaluar cuál va a ser el resultado final de la MINUSTAH. Siento que ahí falta una preocupación esencial. El retiro de Estados Unidos y de Francia llama profundamente la atención, pues uno de los argumentos utilizados para justificar nuestra presencia ahí se basa en que Haití, con la repatriación de muchos narcotraficantes desde Norteamérica, se ha convertido en un paso obligado de la droga hacia los Estados Unidos. Sin embargo, esta potencia se retira.
Pienso que la permanencia de los países aquí señalados debe tener una carta de navegación, un plan de acción: recuperar la democracia para Haití. El colonialismo terminó hace rato. Haití es un Estado fallido. Y las interrogantes son: ¿Dónde se efectúa el debate respecto de la acción de las naciones miembros de la misión, no solo para brindar seguridad a través de los ejércitos y las policías? ¿Cuál es el plan político para ese pueblo que nos permita decir: "Vamos a estar diez años más"?
Aquí se ha señalado -lo indicó el Senador Eduardo Frei -: "Nuestra participación nos va a costar 200 millones de dólares de aquí al 2017". Y se debe tener la certeza de que lo que estamos realizando allí es una contribución a la democracia, no solo una ocupación militar. Porque lo que han estado haciendo hasta el momento las tropas internacionales, incluida la de Chile, es eso. Y lo único que diferencia una ocupación militar de un acto belicoso, de guerra, es su orientación hacia un sentido político, el cual -si uno lee el informe entregado por la Comisión- se ha diluido. Hay intentos de amotinamiento para conformar un ejército y, por tanto, los problemas internos han recrudecido. Los ex militares se toman las dependencias públicas y exigen la creación de un ejército. Todos los planes de elecciones se realizan, pero no tienen reconocimiento.
Claramente, si no apuntamos a que Haití fortalezca su propio crecimiento democrático, los planes de permanencia allí van a ser infinitos, los países se van a retirar poco a poco -como alguna vez lo hicieron en África- y el caos va a continuar.
Por eso, hay que apelar a la experiencia internacional democrática y a la permanencia militar. Yo esperaría que nuestro país no solo participara con su extraordinaria policía -Carabineros de Chile- en la seguridad en Haití, sino que también hiciera un esfuerzo, junto con las autoridades isleñas, en el diseño de un plan de recuperación o de vuelta a la democracia. Y eso significa más educación, resolver los problemas de salud, pero también corregir las carencias institucionales.
Yo voy a votar a favor, señor Presidente , pero siento que el informe del próximo año -porque tengo la certeza de que de nuevo vamos a estar discutiendo este tema el 2013- debiera contener un análisis más pormenorizado y detallado acerca de un plan de acción político institucional democrático que Chile pueda promover en Haití. Si no, la verdad es que nuestras Fuerzas Armadas van a ganar mucha experiencia, pero la democracia seguirá faltando y el caos va a continuar en esa nación.
Voto a favor de la propuesta del Gobierno, señor Presidente , porque no cabe otra acción. Sin embargo, espero que el próximo año discutamos no solo de números, cifras y efectivos militares, sino también de fechas y eventos más democráticos.
¡Patagonia sin represas!
¡Nueva Constitución ahora!
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El señor ESCALONA ( Presidente ).- Los funcionarios de Carabineros de Chile que están en las tribunas agradecen las palabras de Su Señoría a favor de su institución.
Tiene la palabra el Senador señor Coloma.
El señor COLOMA.- Señor Presidente , he pedido la palabra para fundar el voto en función de algunos de los comentarios que el Senador Lagos pronunció en este Hemiciclo, especialidad que ha ido adquiriendo en el último tiempo. Basta que uno esté más o menos de acuerdo para que él trate de desentender ese acuerdo y crear algún tipo de conflicto en estas bancadas, de manera que al final sea el enfrentamiento y no el entendimiento lo que prime.
En este caso, ha intentado generar una situación a partir de una lectura parcial de las Actas, que expresarían un cambio de opinión respecto de los principios bajo los cuales uno ha resuelto determinados temas. Y se lo quiero contradecir directamente.
Mi opinión es la misma de antes. En primer lugar, la decisión del Presidente Lagos fue improcedente, porque se verificó al margen de lo que la Constitución señala respecto del rol del Senado en el envío de tropas al extranjero.
Con la misma convicción, digo que eso no ocurrió en el caso del Presidente Frei, la Presidenta Bachelet y el Presidente Piñera.
En consecuencia, la abstención y votación en contra en esa instancia se debió, precisamente, al proceder del Primer Mandatario , que no parecía entender que las Fuerzas Armadas tienen un sistema de funcionamiento y una forma de tomar decisiones que no les son propias, sino que son de la Institución, y a que se pretendió desconocer el rol del Senado.
Y sigo pensando lo mismo, al punto que si el actual Presidente hubiera actuado de esa manera -por cierto, no lo hizo-, habría votado en contra o me habría abstenido.
Así que, yo, por lo menos, en eso no he cambiado.
En segundo término, también dimos a conocer las dudas que había respecto de lo que han señalado muchos parlamentarios desde todas las bancadas: la precariedad con que se enfrentaba este tema en Haití. Y dijimos en esa época: no sea cosa de que en dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho años más no tengamos opción. Y eso es lo que está ocurriendo. No tenemos opción; esa es la verdad. Porque, claramente, hubo una forma de plantear los acontecimientos, a partir del rol encargado por Naciones Unidas, de la manera en que se tomaron las decisiones, que generó simplemente lo que puede llamarse una "intervención militar", pero sin entender cuáles eran las consecuencias institucionales que esta debacle iba a tener.
En tercer lugar -también se ha afirmado-, jamás hemos dudado acerca del rol de las Fuerzas Armadas ni de que estas Instituciones, cualquiera que sea el escenario que les tocara enfrentar, iban a dejarnos a todos bien puestos. Y estoy feliz de que esa posición que en su momento planteamos se haya comprobado en los hechos.
Por consiguiente, este no es un tema respecto del rol, ni de la eficiencia de las Fuerzas Armadas, como tampoco del orgullo que nos merecen; esto fue un planteamiento sobre la forma de tomar decisiones, que debían ceñirse siempre a la Constitución y la institucionalidad, lo que con el Presidente de la época no ocurrió.
En seguida, también se afirmó que la manera de hacerlo nos podía condenar a entrar en una rueda que -lo señalamos varios parlamentarios-, sin un plan de salida que se haga cargo de la situación de Haití; sin un rol de las naciones más poderosas en materia económica y sin una actitud distinta de Naciones Unidas al enfrentar el problema, nos podía llevar, probablemente, a una coyuntura equivalente a la que queríamos evitar. Y hoy día, cuando vemos los informes, nos damos cuenta de que estamos en una situación similar a aquella en la que nos encontrábamos hace muchos años. Lo que hemos hecho es confiar en las autoridades, en lo que han planteado en los últimos tres años, cuando han reflejado la voluntad de buscar una salida integral que no sea simplemente una militarización, sino una manera de enfrentar el tema institucional, social, de infraestructura que esa nación exhibe.
Jamás nos podremos desentender del rol que nos compete como país latinoamericano, pero no confundamos eso con entrar en una situación sin salida ni creer que por el voluntarismo uno va a resolver un problema que es mucho más profundo, que tiene que ver con lo que se ha planteado aquí cuando se ha hablado de un "Estado fallido".
Por eso, señor Presidente, es bueno recordar por qué tomó uno las decisiones, pero ello debe hacerse en forma integral y no parcial. Y sigo pensado exactamente lo mismo que otrora.
He dicho.
El señor ESCALONA (Presidente).- Tiene la palabra el Senador señor Ruiz-Esquide.
El señor RUIZ-ESQUIDE .- Señor Presidente , voy a votar que sí, porque esa ha sido mi conducta desde la primera vez en que se planteó esta materia a la Sala, el 2004.
Me correspondió después, por invitación especial del Gobierno de ese momento, ir en dos oportunidades a Haití y ahí me convencí de que lo que habíamos hecho era correcto, como lo fue también el ir tomando a través de los años la idea de que la fuerza se traslade a una orientación de mayor consolidación civil y de que la contribución de nuestro país vaya poco a poco transformándose en un esfuerzo de apoyo, de desarrollo y no tanto de policía.
Eso es lo primero.
Además, señor Presidente , solo para dejar establecido en la discusión, he pedido que me consigan las Actas de la primera sesión en que se trató este asunto, el año 2004. Al respecto, tengo en mis manos un artículo de prensa de la época que dice lo siguiente: "Una dura jornada de trabajo tendrán las Ministras Soledad Alvear y Michelle Bachelet cuando concurran hoy y mañana a las Comisiones de Relaciones Exteriores y de Defensa del Senado. Los 18 Senadores de la Oposición, de un total de 48, rechazarán a todo evento el envío de 36 carabineros".
Más adelante, se lee: "El Presidente de la UDI, el Senador Jovino Novoa ," -a quien tanto respetamos- "reconoció que su Partido considera que el envío de policías al extranjero es una señal sumamente negativa para la ciudadanía, que vive un creciente clima de delincuencia".
Luego se consigna el parecer del Senador Prokurica, quien afirma: "Por ningún motivo deben ir. Nosotros tenemos un problema serio de seguridad ciudadana y ya mandar un carabinero es mucho. Yo podría mostrar numerosos oficios donde la policía y el propio Ministerio del Interior dicen que tal labor no se puede hacer por falta de personal".
Después, el distinguido Senador Juan Antonio Coloma , a quien hemos escuchado, expresó que "Tampoco está claro por qué Chile tiene que sumarse a esta misión después que Estados Unidos y Francia decidieran abandonar".
Señor Presidente, por haber presenciado ese debate, igual que muchos de ustedes, puedo afirmar que los argumentos de quienes se oponían a esta salida de tropas eran básicamente cuatro.
Primero, que el país no estaba en condiciones, a juicio de la Oposición, de dedicar recursos a una operación como esta cuando teníamos tantísimas dificultades y problemas sin resolver en nuestro propio territorio.
Segundo, hubo un debate muy de fondo acerca de lo que era la responsabilidad moral y política de Chile en términos de poder ayudar a un país que estaba en las puertas nuestras en Latinoamérica y cuya incidencia de pobreza era muy fuerte en ese momento. Y, al parecer, según hemos oído aquí, ello no ha cambiado tanto como hubiéramos deseado.
Tercero, se debatió sobre el procedimiento que se había seguido y hubo también un largo alegato para señalar que el Presidente Lagos no había cometido ningún error en la forma en que tomó la decisión. Fue un tema discutible y discutido.
Y cuarto, se expuso con mucha fuerza que el costo era más grande que las ventajas que podía tener esa nación.
Luego de estar dos veces en Haití, en verdad uno entiende la razón de nuestro proceder, porque no estamos aislados ni en el mundo ni en América Latina ni, mucho menos, respecto de aquellos países que se hallan en pésimas condiciones como aquel.
Digo lo anterior, señor Presidente , porque nadie exige que, en situaciones distintas, con el correr de los años uno tenga que mantener una suerte de conducta inflexible. Algunos dicen "Solo los leales no cambian", y otros agregan "Solo los tardos no cambian". Pero aquí...
El señor ESCALONA ( Presidente ).- Excúseme, señor Senador. Ha concluido su tiempo. Le concedo un minuto más para que pueda redondear su intervención.
El señor RUIZ-ESQUIDE .- Termino en treinta segundos, señor Presidente .
Lo quise señalar porque a mí me gustaría que en nuestra discusión en el Senado, que siempre ha sido muy elevada, cuando surgen estas diferencias de opinión sobre nuestras conductas, no se utilice como verdad algo que no fue realidad en la Sala.
Por las mismas argumentaciones que di entonces, voto ahora a favor de la solicitud del Primer Mandatario.
El señor ESCALONA ( Presidente ).- Tiene la palabra el Senador señor Quintana, quien también se anotó para fundamentar su voto.
El señor QUINTANA.- Señor Presidente , tal como manifestó el Honorable señor Tuma , hace ocho años estuvimos en República Dominicana como observadores de un proceso eleccionario muy similar al ocurrido el domingo recién pasado, que dejó como Presidente a Danilo Medina del Partido Liberación Dominicana, y pudimos viajar hacia Haití por nuestra cuenta, pues queríamos -en esa oportunidad éramos diputados- mirar esa realidad. Conversamos con integrantes del destacamento del Ejército que se hallaba presente en esa época, con representantes de la Iglesia y también con dirigentes de los movimientos civiles que, naturalmente, aprecian y han apreciado mucho durante estos años la presencia de Chile en esa ex colonia francesa del Caribe.
Sin embargo, uno se pregunta hoy día, cuando ya han transcurrido once años de la misión, si las 57 naciones que allí se encuentran se estarán haciendo la misma reflexión o no. Hay países -el Senador Coloma lo planteó recientemente- como Brasil, entre otros, que han realizado un cuestionamiento muy profundo sobre este tema.
Nuestra realidad es distinta. Chile ha sabido de la solidaridad, la colaboración y la cooperación internacional en distintos momentos, no solamente políticos sino también tras diversas catástrofes que ha sufrido. Por ende, mantener un destacamento en Haití, sobre todo frente a una crisis que no solo es de índole política sino también institucional, de reconstrucción física y que involucra aspectos policiales en juego resulta altamente aconsejable no alterar esa situación.
Ahora bien, concuerdo con aquellos que plantean la necesidad de fijarnos un plan de salida o, tal vez, determinar los objetivos que esperamos cumplir, porque comparto el hecho de que se ha avanzado bastante. Naturalmente, se han renovado nuestras tropas -no son los mismos efectivos; se cambian cada cierto tiempo-, hay especialidades del propio Ejército que se están poniendo a disposición de Haití y se ha avanzado en capacitación. Por ejemplo, nuestras policías han entrenado a un número importante de efectivos policiales de dicho país.
Sin embargo, preocupa el que los avances políticos obtenidos hasta el momento no sean los óptimos y que exista más que una cierta inestabilidad en la zona.
No obstante, yo más bien llamaría a mirar este asunto en un contexto mucho más amplio de solidaridad, de lo que caracteriza a Chile en su política exterior, que es el principio de multilateralidad, pues me parece que en esta materia no podemos actuar por la libre y, más allá de los objetivos y los plazos que nos fijamos -concuerdo con el Senador Tuma, quien, entre otros, así lo expresaba-, resulta muy importante incorporar otras áreas de trabajo.
En esa línea, espero que el próximo año a estas alturas, cuando estemos debatiendo nuevamente este asunto, el componente civil adquiera una participación más significativa en el destacamento.
Opino que en la medida en que podamos contribuir en ese propósito, más allá de las vicisitudes políticas que ocurran en Haití, cumpliremos con un objetivo de Estado, por cuanto -como se dijo en la Sala- la diplomacia chilena, tanto en ese país como en la región en su totalidad, el Ministerio de Defensa Nacional y los Gobiernos en general han tenido una mirada bastante común sobre la materia, así como también, naturalmente, los destacamentos militares y policiales que nos han representado.
Por ello -insisto-, junto con votar afirmativamente la prórroga de un año para la permanencia de las tropas y medios militares nacionales en Haití, considero fundamental e indispensable elaborar, más que un plan de salida, objetivos concretos, probablemente en plazos determinados, e ir diversificando nuestras fuerzas y nuestro personal en dicho país.
Por las razones expuestas, voto a favor.
El señor LABBÉ ( Secretario General ).- ¿Algún señor Senador no ha emitido su voto?
El señor ESCALONA (Presidente).- Terminada la votación.
--Se aprueba la solicitud del Presidente de la República para prorrogar, por un año, la permanencia de tropas y medios nacionales en Haití (31 votos a favor y dos abstenciones).
Votaron por la afirmativa las señoras Alvear, Pérez (doña Lily), Rincón y Von Baer y los señores Bianchi, Cantero, Chahuán, Coloma, Escalona, Espina, García, García-Huidobro, Girardi, Gómez, Horvath, Kuschel, Lagos, Larraín (don Hernán), Letelier, Muñoz Aburto, Orpis, Pérez Varela, Quintana, Rossi, Ruiz-Esquide, Sabag, Tuma, Uriarte, Walker (don Ignacio), Walker (don Patricio) y Zaldívar (don Andrés).
Se abstuvieron los señores Frei (don Eduardo) y Novoa.
El señor NAVARRO.- Señor Presidente , pido que se agregue mi voto afirmativo.
El señor LARRAÍN (don Carlos).- También el mío.
El señor ESCALONA ( Presidente ).- Se deja constancia de la intención de voto favorable de los Senadores señores Navarro y Larraín (don Carlos).
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