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El señor PROKURICA.- Señor Presidente , Honorable Senado, el litio, como se ha dicho aquí hasta la saciedad, es una sustancia no concesible, de acuerdo al artículo 3°, inciso cuarto, de la Ley Orgánica Constitucional sobre Concesiones Mineras, de 1982, y al artículo 7° del Código de Minería, de 1983.
Por su parte, la Constitución, en su artículo 19, número 24), inciso décimo, establece que "La exploración, la explotación o el beneficio de los yacimientos que contengan sustancias no susceptibles de concesión, podrán ejecutarse directamente por el Estado o por sus empresas, o por medio de concesiones administrativas o de contratos (...) que el Presidente de la República fije, para cada caso, por decreto supremo".
En primer lugar, debo manifestar que esta no es una discusión de quienes resguardan el litio para Chile como un bien preciado contra quienes quieren regalárselo a las transnacionales gratuitamente, como se ha planteado en una columna periodística y en algunos discursos.
A mi juicio, esa discusión nos llevaría a no resolver el problema expuesto por el Senador que me antecedió en el uso de la palabra. En mi concepto, el debate tiene que centrarse en cómo hacer que este bien tan relevante en el día de hoy pueda reportar, a Chile y a las Regiones que lo producen, los mayores beneficios posibles, incorporándose a la cadena de valor de este mineral.
Por eso, es necesario iniciar esta discusión despejando varias hipótesis que se han planteado sobre este mineral no metálico.
La primera de ellas es si el litio es un mineral estratégico como el uranio o el torio.
En lo personal, creo que los elementos que dieron lugar a que se instituyera de esa manera han desaparecido. Para tal efecto, voy a citar, entre otras, la opinión de quien fuera uno de los redactores del Código de Minería y la disposición que establece que el litio es un mineral no concesible.
Me refiero al abogado minero y jurista don Juan Luis Ossa , quien hace un par de semanas, en la Comisión de Minería del Senado, dijo que "en esa época creíamos que el litio era indispensable para el denominado proceso de fusión nuclear, situación que hoy en día ha quedado superada en el tiempo y yo mismo, que era el principal sostenedor de esa idea, creo que hoy el litio no es un mineral estratégico".
Por otra parte, el Director Ejecutivo de la Comisión Chilena de Energía Nuclear (CCHEN) sostuvo en la misma Comisión que no hay certeza de la condición estratégica del litio.
Una característica de los bienes estratégicos es su escasez, la que en el caso del litio no se da, por cuanto es un mineral que existe en abundancia en el mundo y está ampliamente distribuido a través del planeta.
Prueba de lo anterior es que el Gobierno de los Estados Unidos considera como estratégicos los elementos claves para satisfacer necesidades militares, energéticas y requerimientos esenciales para los civiles y no incluye al litio entre ellos.
Por otra parte, se ha sostenido que el litio es un bien escaso, que solo existiría en una decena de países, que su principal reserva estaría en nuestro país y que por ello deberíamos proteger este mineral no metálico mediante disposiciones constitucionales.
El litio, señor Presidente , no solo existe en Chile, sino también en Argentina, Bolivia , Canadá , Estados Unidos, Australia, China, Zaire , Rusia , Serbia y otras naciones.
Se debe destacar que en Sudamérica, en el denominado "Triángulo del Litio", formado por Chile, Argentina y Bolivia, se concentra el 85 por ciento de la reserva mundial, y nuestro país es el que posee las mejores ventajas comparativas, por las altas concentraciones del mineral; por sus condiciones climáticas, que permiten operar todo el año; por la cercanía de los yacimientos a los puertos, y por los bajos costos de procesamiento, que fluctúan entre 1 y 1,7 dólares el kilo.
Otra cuestión que debemos despejar es la que plantea, erróneamente, un columnista en un medio de comunicación nacional, donde sostiene que el litio sería el "petróleo blanco" o la "nueva viga maestra de Chile", afirmación que, si miramos las cifras en materia económica, podemos concluir que, lamentablemente, dista mucho de la realidad. Se calcula que el mercado mundial del litio al año 2011 era de unos 800 millones de dólares. Si consideramos que Chile produce el 40 por ciento, entonces representaría unos 320 millones de dólares, cifra muy por debajo de las recaudaciones obtenidas por el cobre, que son 150 veces mayores.
El litio representa solo, por desgracia, el 0,3 por ciento de nuestras exportaciones -menos de la mitad de las exportaciones de vino-, de manera que, con franqueza, no puede ser considerado tan estratégico.
Finalmente, quiero hacer una reflexión en la Sala del Senado trayendo a colación un ejemplo del efecto que ha tenido en nuestro país y en el resto del mundo la fórmula propuesta por algunos para proteger ciertos bienes a través de disposiciones legales o constitucionales que restringen su propiedad, el número de actores que pueden explotarlos u otras modalidades similares. Me refiero al petróleo y al gas.
Chile, al igual que otras naciones, estableció en la Constitución que los hidrocarburos líquidos y gaseosos no pueden ser concesionados. En mi opinión, se cometió un tremendo error, porque Brasil -lo mencionó recién el Senador Orpis-, donde en algún minuto rigió también una disposición similar, la materia se liberó mediante la privatización de parte de Petrobras, y después de décadas de invertir recursos para sustentar la producción de petróleo, en la actualidad tiene una de las mayores reservas y exportaciones de ese hidrocarburo en el mundo.
¿Qué ha pasado con Chile? Su situación ha sido un mal ejemplo. Mantenemos nuestra condición y no producimos más del 3 por ciento del consumo nacional.
Por eso, mi propuesta, más que modificar la actual legislación que rige el litio, busca una fórmula que signifique elegir la mejor manera para que, por un lado, el país no pierda, sino que mejore su actual situación de principal productor y exportador mundial, y por el otro, se generen las condiciones necesarias para que tanto nuestro territorio en su conjunto como las regiones productoras de litio obtengan el mayor beneficio posible.
Chile podría transformarse, por ejemplo, en el principal productor de baterías de litio para autos eléctricos o para teléfonos celulares o de otros elementos tecnológicos que hoy presentan una mucho mejor condición para dejar un mercado que es bastante menor, como la exportación de piedras -es lo que nos ha ocurrido con el cobre y el fierro- y subirse a la cadena de valor del litio -como señaló muy bien el Senador Orpis-, lo que permitiría salir de un mercado de 800 millones de dólares e ingresar a otro de 25 mil millones de dólares.
Voy a poner un caso, porque aquí hay algunos que plantean restringir aún más la situación en que se encuentra el litio en nuestra legislación.
En mi Región, hay pertenencias de litio que son de CODELCO-Chile; Pedernales es una de ellas. Y, hoy día, a pesar de que el Senador que habla ha tratado por décadas que la empresa estatal las trabaje - una empresa asiática quiere instalar en Atacama una fábrica de baterías para automóviles-, no hemos logrado que se exploten esas pertenencias mineras.
Entonces, el camino que restringe aún más la propiedad y el trabajo no es lógico. Lo normal es abrirse a los privados, trabajar de la mejor manera este mineral no metálico y, además, sumarse a la cadena de valor. Lamentablemente, hemos perdido mucho tiempo, porque no se han invertido recursos para generar condiciones que permitan a los científicos estudiar esta materia.
Quiero dar un ejemplo: en Corea, solamente una empresa mixta privado-pública tiene mil ingenieros estudiando los posibles usos del litio. Y como se ha dicho claramente aquí, en Chile no hay muchos científicos ni ingenieros involucrados en el tema.
Por lo tanto, basta de discutir si estatizamos o si privatizamos. Lo que debemos hacer es subirnos a la cadena de valor del litio para producir más recursos para Chile y para las Regiones que sustentan y tienen este mineral.
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