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El señor GIRARDI ( Presidente ).- En nombre de la Mesa de la Cámara Alta y de los señores Senadores y Senadoras, doy la bienvenida al Excelentísimo señor Vicepresidente de la República del Ecuador , don Lenín Voltaire Moreno Garcés, quien viene en representación de su país, país amigo de Chile, con el cual nos une una larga historia.
Doy la bienvenida también a su esposa, señora Rocío de Moreno.
Asimismo, saludo al Vicepresidente de nuestro Senado, don Juan Pablo Letelier, quien ha sido -debo rescatarlo- promotor incansable de la relación con Ecuador y artífice de esta visita y de muchas otras, junto con distintos Senadores y otros parlamentarios.
Además, doy la bienvenida a nuestro amigo el Embajador de Ecuador en Chile, señor Francisco Borja Ceballos, a quien conocemos muy bien, y a toda la comitiva oficial que acompaña al señor Vicepresidente .
El Senado de la República de Chile es visitado hoy por un amigo. Y cuando un amigo llega a nuestra casa lo recibimos con alegría, la que es muy particular en esta ocasión, cuando se trata de un hombre -y me permitiré la confianza porque nos unen proyectos comunes- al que debo confesarle que me gustan sus nombres, sobre todo el segundo, Voltaire, correspondiente a quien fue anticipador de lo que sería la Revolución Francesa y uno de los precursores de un mundo de igualdades y libertades. El señor Vicepresidente de Ecuador representa ese espíritu a cabalidad. Podemos, pues, compartir con él los desafíos que nos unen.
Lenín Moreno es un personaje auténticamente multifacético: psicólogo, motivador, político, empresario y humorista. Lo tenía anotado. Pero durante la conversación que sostuvimos hace un rato descubrí que nos unen algunas pasiones: a mí me interesa la astrofísica, y a Lenín Moreno, la física cuántica; y a ambos nos importan los desafíos del futuro.
Pocas veces uno puede discutir con una autoridad como Lenín Moreno sobre la Teoría de las Cuerdas, que tiene que ver con los universos y con un mundo donde se plantea la existencia de "multiversos".
Nuestro huésped es un gran conocedor de la astrofísica. En esa virtud, lo invitamos a visitar nuestra frontera de la ciencia. Seguramente en Chile tiene una ventana al espacio donde se van a descubrir los planetas habitables a futuro.
Me siento, pues, muy honrado de recibir en este Hemiciclo a una personalidad que no solo representa una visión de la política, de las luchas por la inclusión, por los derechos humanos de última generación, sino que, asimismo, refleja una mirada profunda del porvenir.
Por eso lo invitamos a conocer una parte de nuestro país que, como señalé, se halla en la frontera más avanzada de la ciencia.
Lenín Moreno es además un humorista fino, con sentido de oportunidad, creatividad e ironía.
Sabíamos que iba a efectuar una presentación ante nosotros. Por ello, hace un rato le pedimos que, tal cual ha sucedido en su país, nos honrara poniendo la alegría y el humor, como parte del vivir cotidiano, para expresar también la dimensión de los seres humanos constituida por la felicidad.
Lenín Moreno es una alta autoridad de Estado que asume los vaivenes del poder y de la vida con la combinación de la inteligencia y lo lúdico. Porque tal vez muchos hemos olvidado el juego y la alegría -él lo define como "la lucha por el amor, por los sentimientos"-; la necesidad de poner en su sitio lo esencial de la vida (porque a veces los seres humanos no somos capaces de darnos cuenta de que en este tráfago, en el tránsito por la sociedad actual, lo esencial no es valorado).
Lenín Moreno ha puesto la política en el centro de aquello. Y creo que muy pocos políticos lo hacen en el mundo actual.
En un contexto en que la política se ha alejado de la ciudadanía, Lenín Moreno aparece como un dirigente dotado de sencillez, calidez, generosidad y -diría yo- horizontalidad; como una autoridad cercana a la gente y a sus aspiraciones.
Necesitamos con urgencia que en el mundo que viene haya muchas personalidades públicas como él. Porque tenemos el desafío de una nueva globalización, de una reglobalización del planeta, pero con valores distintos.
Lenín Moreno es protagonista de uno de los procesos políticos, a mi entender, más interesantes: la llamada "revolución ciudadana de Ecuador", movimiento que aspira a que los habitantes tengan un papel protagónico en la tarea de gobernar, participen en las esferas del poder y sean parte de los cambios profundos que requieren nuestros países.
En Chile algunos hemos llamado a que el mundo político vuelva a ser socio con el movimiento ciudadano. Porque los habitantes, quienes son objeto y sujeto de nuestras políticas, a veces no son consultados, constituyen solo un número.
Queremos que las políticas públicas vuelvan a hacerse en función de los intereses de los ciudadanos, quienes tienen mucho que aportar, por cuanto hoy poseen el protagonismo y, además, desean incidir en los desafíos que vienen por delante.
Al respecto, la política debe ser un representante y un coadyuvante.
Yo quiero valorar esa dimensión de Lenín Moreno.
En una coyuntura histórica en que los habitantes del mundo se han puesto de pie y exigen su derecho a participar y decidir, la intuición conceptual de la llamada "revolución ciudadana", que -diría yo- es anterior a tales movimientos sociales, es precisamente el empoderamiento del tejido social como eje auténtico y profundo del cambio. Tal vez los cambios que no contengan esta dimensión de ciudadanía no van a ser auténticos, sino superficiales, imperdurables.
Una de las dimensiones más relevantes de Lenín Moreno es su preocupación por la dignificación de los discapacitados. "La discapacidad no es incapacidad", es su leitmotiv. Y lo ha demostrado a través del impulso de políticas públicas y programas ciudadanos destinados a garantizar los derechos de esas personas y a promover su aporte activo a la sociedad.
Cuando veo la experiencia que Lenín Moreno ha llevado a cabo en su nación, siento una inmensa sana envidia y me doy cuenta de que un país como el nuestro, que se considera tan avanzado en muchas materias, en una dimensión humana fundamental donde más progreso debiera registrar se halla en una especie de Edad Media, de Edad de Piedra . Porque en Ecuador, gracias a las políticas de su Vicepresidente , los discapacitados tienen pleno empleo. Allí se ha establecido la norma de que las empresas deben reservarles 4 por ciento de sus puestos de trabajo. Y hay cuidadores permanentes, quienes reciben apoyo y subsidio del Estado.
Ese es un país que se ennoblece por su capacidad de poner en acción en lo concreto, en el vivir cotidiano de las personas más desprotegidas -en el caso de todas nuestras sociedades, los discapacitados, los más viejos, los más frágiles, los niños, las mujeres-, políticas especiales.
Quiero reconocerle a Lenín Moreno -por lo demás, en su país tiene gran apoyo ciudadano y es merecedor del reconocimiento más valioso: el de su nación, el de los ecuatorianos y ecuatorianas, y sobre todo, el de los más débiles- ese gran aporte que le hace al conjunto de la sociedad.
Tenemos mucho que aprender de ello.
Las misiones Joaquín Gallegos Lara y Manuela Espejo, proyectos impulsados en Ecuador por Lenín Moreno, han asegurado la puesta en práctica efectiva de las disposiciones de la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad al atender integral y solidariamente a los discapacitados. La implementación de esos proyectos constituye un paradigma para todos los países del continente y -yo diría- del resto del planeta.
Compartimos con Lenín Moreno algunos principios básicos sobre los derechos de los discapacitados y respecto a la aplicación práctica de los fundamentos valóricos.
Acceso y organización son dos ejes fundamentales de dicho fenómeno social.
En primer lugar, debe garantizarse, como derecho humano esencial y primario, un mejor acceso al mundo. La gente con discapacidades funcionales no tienen las mismas oportunidades que otros de participar en la vida cotidiana, por lo que el Estado y las organizaciones no gubernamentales deben fijarse objetivos básicos en este ámbito: eliminar barreras en lugares públicos, hacer accesibles el transporte público y la Administración Pública y los servicios privados.
Pero eso se ha extendido todavía mucho más allá con las políticas que ha planteado Lenín Moreno, dándose una dimensión integral al derecho fundamental que les asiste a tales personas.
En esa lucha resulta esencial el aporte de las organizaciones de discapacitados y de los grupos que operan a favor de ellos al objeto de influir en la determinación de las políticas públicas en este ámbito y sensibilizar a la ciudadanía respecto a esas reivindicaciones, que debieran ser del conjunto de la sociedad.
Yo le planteaba que trabajar en la batalla contra la exclusión es un proceso verdaderamente terapéutico, donde uno va más allá y entiende la discriminación que hacemos a nuestro planeta Tierra, a los otros seres vivos, a los pueblos originarios, a quienes tienen opciones sexuales distintas, a las mujeres, a los niños, que en todas nuestras sociedades sufren menoscabo.
En suma, se trata de convertirse en un grupo de presión proactivo e influyente para una comunidad más justa.
También hemos discutido y compartido con Lenín Moreno otros desafíos.
Nos asiste la certeza de que la relación con Ecuador es fundamental para Chile; y queremos preservarla.
Pero no es solo una cuestión de geopolítica. Comprendemos que tenemos desafíos comunes frente al futuro. Y hemos tomado el acuerdo de trabajar juntos temas como la discapacidad. Le presentamos la riquísima experiencia que nos brindó el Senador Hernán Larraín con su trabajo encaminado a profundizar la transparencia, el acceso a la información pública en las instituciones estatales como un derecho humano fundamental.
La idea es trabajar esos temas. O el de la lucha contra la obesidad, en que este Senado aprobó un proyecto de ley pionero en el mundo. O el de los desafíos de futuro, como parte de una agenda que les dé consistencia, profundidad y riqueza a los acuerdos, a la amistad y a la unión que tenemos en este contexto universal.
Así que, con mucho aprecio, con gran orgullo, por su historia de vida, que ha sido un ejemplo, le doy la bienvenida a Lenín Moreno.
Tenemos bastante que aprender de su compromiso vital; de sus proposiciones teóricas; de su práctica política, social y solidaria, y sobre todo, para mí, de su visión compleja del planeta y de su interés por conocer y desafiar a lo que viene, así como por no creer en las certezas sino entender que deberemos gobernar en un mundo de incertidumbres.
Eso me parece tremendamente valioso. Y porque esas intuiciones le han permitido avanzar, creo que van a señalar un camino profundo.
Yo considero -es una opinión personal- que tal vez las experiencias políticas más interesantes de Latinoamérica son la de Evo Morales, que ha logrado reincorporar a un mundo de excluidos, y la de Ecuador.
Cuando miro la Constitución de su país, señor Vicepresidente , siento -como decía- sana envidia, porque es una de las más modernas, más ciudadanas, más democráticas, más ambientalistas, más animalistas, más protectoras de la Tierra que he visto.
Así que lo felicito por ello.
Bienvenido, Lenín Moreno, a este Senado, que acaba de cumplir 200 años y está dentro de los más antiguos del planeta. Pero todavía tenemos mucho que aprender.
--(Aplausos en la Sala y en tribunas).
El señor GIRARDI ( Presidente ).- Señor Vicepresidente , voy a tener el honor de, en nombre de las Senadoras y Senadores de Chile y de un pueblo que siente gran aprecio y cariño por Ecuador, hacerle entrega de una condecoración.
--El señor GIRARDI (Presidente del Senado) impone a Su Excelencia el Vicepresidente de Ecuador la Medalla al Mérito del Senado de la República, en el grado de Gran Oficial.
--(Aplausos en la Sala y en tribunas).
El señor GIRARDI (Presidente).- Le ofrezco la palabra al Vicepresidente de Ecuador, señor Lenín Moreno.
El señor MORENO (Vicepresidente de Ecuador).- Estimado señor Presidente y estimado señor Vicepresidente del Senado; queridos amigos Senadores y Senadoras; amigos todos:
La verdad es que traía un discurso escrito. Pero cuando uno está junto a quienes representan a un pueblo tan entrañablemente querido como el chileno, las palabras son más bien un cúmulo, una explosión de emociones que, en forma agigantada, tratan de encontrarse con los pensamientos.
El señor Presidente se refirió a dos o tres puntos que, por respeto a ustedes, voy a tocar muy rápidamente.
En primer lugar, la vinculación que yo tengo con un tema que, de acuerdo a lo que decía el filósofo ambientalista Teodoro Monoth, ha sido un tanto despreciado, un poco colocado en segundo plano, como ha ocurrido con algunos de los comportamientos, con algunos de los valores fundamentales del ser humano que ahora, con los últimos avances de la física cuántica, pasan a privilegiarse, a principalizarse. Son los casos del humor, de la solidaridad, de la transparencia.
Me da la sensación de que en algún momento los seres humanos creen que esos elementos, aportados a lo mejor por la naturaleza, o, en el caso de los creyentes, como quien habla, puestos por Dios en el corazón de cada uno, no son casuales.
No es que ya fueron utilizados y no dieron resultados, como más de uno pudiera estimar. Lo que pasa es que los seres humanos somos así de paradójicos. Y, precisamente, una de las tareas que tenemos es la de resolver tantas y tantas paradojas que no se expresan. Porque, generalmente, la verdad no se presenta en forma abierta, sino que está guardada dentro de arcanos profundos que hay que desentrañar, que hay que decodificar, a los cuales hay que quitar la simbología profunda que suelen tener.
Entre ellos se encuentra el humor. ¿Que cómo surgió el apego al humor? Pues de la forma más sencilla, como puede surgir en la necesidad cotidiana de cada uno de nosotros; en el momento en que amanecemos y decidimos decirle a nuestra esposa: "Hola, mi amor", en vez de recordar los momentos tristes, los momentos amargos que a lo mejor hemos compartido con la compañera o el compañero, o con nuestros hijos, o con los compañeros de trabajo.
Después que me dispararon sufrí, debido al astillamiento de las vértebras, unos dolores muy, muy intensos. Inclusive traje médicos del extranjero para que me operaran y me quitasen el dolor: un dolor que no me permitía ni siquiera pasarme a la silla de ruedas. En verdad, ninguno de ellos -todos me ofrecían mucho- pudo curarme. Y era un dolor tal que hubiera preferido realmente morir antes que seguir vivo.
Tenía tres hijas pequeñas todavía que conducir, más que mantener. Y preferí quedar todavía vivo.
El dolor duró hasta el momento en que llegó un amigo a visitarme a casa. Este amigo tenía fama de donjuán. Y con los amigos donjuanes se conversa de los amores de la juventud. Estábamos, pues, conversando de los amores de la juventud, cuando, en un momento, se puso serio y me dijo: "Mira, Lenín, yo tenía una novia con la que nos adorábamos". Le pregunté: "¿Y qué pasó?". "Me quería casar con ella", me respondió. Entonces le consulté: "¿Te casaste?". "No". "¿Y por qué?". "Bueno, porque mi familia se oponía". Le contesté: "No me molestes, pues. En estos tiempos las familias no se oponen a los matrimonios". Y me señaló: "En serio, mi familia se oponía. Mi mujer y mis hijos no podían ver ni en pintura a la guagua esta"...
Entonces, claro, para una persona que no se había reído hacía muchísimo rato, eso significó una explosión de humor. Y me reí durante unos cinco minutos, que fue exactamente el mismo tiempo en que el dolor desapareció.
Creía que el dolor había desaparecido. Le agradecí a Dios. Pero todo tiene su forma de comportamiento un poco particular, también paradójico. Realmente, el efecto analgésico del chiste duró apenas cinco minutos. Pero ya tenía la dirección. En ese momento me di cuenta de que el humor tenía un efecto analgésico.
Luego, gracias a la profundización que hice en los estudios y a contactos con mucha gente que trabajaba sobre el mismo tema en el mundo, también verifiqué que el humor tiene un efecto terapéutico, es decir, cura las enfermedades, y un efecto inmunológico: las previene.
Pero no solo va por allí, sino que ayuda definitivamente, además, a mejorar la calidad del ser humano. Nada puede ser más hermoso que ser recibido con una sonrisa. En cualquier sitio adonde vayamos, ella representa, sin duda, más del 50 por ciento del acercamiento entre las personas.
Y no solo llega hasta ahí: estoy convencido de que la productividad de una persona aumenta ostensiblemente con la sonrisa. Para todos es conocida la producción de hormonas como la endorfina, la serotonina, la inmunoglobulina salival A, las dopaminas, etcétera, así como también la adrenalina creativa, fundamentalmente, que permite, además, una mayor agilidad en el pensamiento, al igual que en el discernimiento para comunicar una idea.
En algunos colegios en los Estados Unidos hacen reír un poco a los estudiantes antes de que den exámenes. El promedio de rendimiento ha crecido entre el 15 y el 20 por ciento.
Pero, más allá de eso, el humor ayuda definitivamente a acercarse, a ser más cálido.
Hay que distinguir muy bien el humor de la broma o la comicidad burda. La grosería, verbal o física, no lo es; solamente manifiesta la naturaleza miserable de quien la practica. El humor va muchísimo más allá: llega a la sublimidad. Esa es la diferencia con la comicidad.
Podría hablar acerca del tema muchísimo rato, en realidad, pero quiero manifestar únicamente que, además, es un excelente elemento para ayudar a la productividad. Y ello lo hemos practicado en el Ecuador. Las instituciones que han recibido y asumido el mensaje del buen humor se han vuelto altamente productivas. Porque nadie hay más productivo que una persona que vive de buen humor. Nadie hay más destructivo que una persona que practica el mal humor. La una es solución para un problema; la otra, un óbice, un obstáculo para salir de él.
El humor permite entrar en un círculo virtuoso lindísimo. Puedo darles un ejemplo muy sencillo. Entro a un sitio donde se venden camisas. La señorita que atiende, como suele ocurrir por la amabilidad de tanta gente que trabaja, me las baja todas. Y si no puede, me dice: "Mire, allá hay". No solamente compro una: a lo mejor, salgo comprando tres. A lo mejor, ni siquiera necesito la camisa que me está ofreciendo; pero, por la gentileza, por la amabilidad, tarde o temprano termino comprando.
Muy diferente es el comportamiento de otras personas, muy típicas en nuestros países. En el Ecuador todavía existe ese tipo de dependienta de almacén que, en el momento en que uno le dice: "Señorita, vengo a ver una camisa", pregunta si voy a comprar, para bajarla.
Ese tipo de comportamiento negativo rompe el círculo virtuoso de la productividad. Si se vende la camisa, pues hay que producir más; si hay que producir más, pues hay que tener más trabajadores; y si se tienen más trabajadores, pues hay más dinero circulando por la economía. Se cierra el círculo virtuoso de la productividad. Lo contrario ocurre con la persona que nos da una mala atención: el círculo virtuoso se vuelve, lastimosamente, un círculo vicioso que corrompe la esencia de la sociedad, que es el bienestar, el buen vivir de todos los seres humanos.
Ese es el buen humor, mis queridos amigos.
El otro tema es el de la solidaridad.
No me refiero a la caridad. La solidaridad es horizontal, entre iguales. La caridad supone un superior que entrega algo como una dádiva a una persona inferior.
La solidaridad es diferente: se da entre seres que comparten los mismos elementos químicos, los mismos sentimientos, la misma historia, el mismo presente y un mismo futuro, ojalá luminoso para todos los que pertenecen al maravilloso conjunto de los seres humanos.
A la última persona con discapacidad que visité en el Ecuador le entregamos todas las ayudas técnicas que requería: andador, silla de ruedas, bastón. Además, le entregamos una casita, con accesibilidad. Además, se la entregamos amoblada, con televisor. Además, a un hermano le dimos un trabajo, para que pueda ayudarle económicamente. Y como ella padece de discapacidad intelectual y física severa, le entregamos a la mamacita un bono, equivalente a un sueldo mensual, para que pueda cuidarla. Además, le estamos proporcionando supervisión para que se le pueda proporcionar capacitación y fisioterapia, y nutrición, y autoestima, tan importante para las personas con discapacidad.
Cuando la mamacita nos preguntó: "Señor, ¿y nos van a dar todo esto?", le contesté: "Señora, somos una revolución". El ser humano no solo evoluciona: fundamentalmente, revoluciona su vida y la del medio que lo rodea para poder salir juntos adelante y proyectarse hacia un futuro luminoso.
Estamos haciendo una revolución de las discapacidades dentro de la revolución ciudadana. No vamos a descansar hasta que la última persona con discapacidad esté atendida plenamente en todos sus derechos. Eso es lo que les ha valido -el señor Presidente , muy generosamente, lo recordaba- a la Misión Manuela Espejo y a la Misión Joaquín Gallegos Lara el primer lugar y la preferencia de los ecuatorianos.
Y eso, por cierto -para quienes les guste el tema de lo político-, también genera importantísimos réditos políticos, como los traducidos para el Vicepresidente de la República , quien, francamente, lastimosamente para la política, no los quiere. Esto, para mí, ha sido debut y despedida. No volveré a participar en política.
Pero dejo algo para la revolución ciudadana y creo que para el comportamiento digno de una sociedad. Porque no son las personas con discapacidad las que han recuperado la dignidad -ahí hay una equivocación-: es la sociedad miserable que las invisibilizaba la que lo ha hecho. Las personas con discapacidad permanecieron estoicas esperando que una sociedad que las invisibilizaba miserablemente -lo recalco- rescatara definitivamente su propia dignidad.
Con el tercer tema, termino.
Para mí, ha sido una sorpresa extremadamente agradable encontrarme con un Presidente del Senado de Chile que comparte cierto tipo de conocimientos que, en más de una ocasión, nos vale el calificativo de "loco". Sí, es una locura. Parece algo de magia. La verdad es que cuando uno analiza el macrocosmos observa que todo es ordenado, aparentemente; que todo está en su sitio; que todo sigue una secuencia; que todo tiene una causa y efecto; que las categorías dialécticas encajan perfectamente en ese comportamiento. Pero, por esas cosas de la vida, cuando se indaga el microcosmos -en realidad, no lo he hecho, pues lo único que hago es recoger las conclusiones, ya que soy muy pobre para manejar fórmulas matemáticas y físicas- y se conocen las investigaciones y la profundidad a las que han llegado Gabriele Veneziano, Leonhard Euler, Leonard Susskind, Richard Feynman, el mismo Einstein o Stephen Hawking, nos damos cuenta de que allá, en lo profundo, las cosas no encajan, que el pasado se confunde con el presente y el futuro, que existen agujeros de gusano capaces de atravesar el uno y el otro. Y, de repente, aquello que nos parecía ordenado es desordenado, caótico, aleatorio, circunstancial. No hay secuencias. Las categorías dialécticas que apreciábamos tan veneradamente no se cumplen. Allá, en el microcosmos, están ocurriendo cosas que, a lo mejor, también se manifiestan en el macrocosmos. Tal vez, lo que tenemos al frente no es sino una sopa de destellos cuánticos que nosotros decidimos transformar.
Nosotros. Yo decido transformarla en un conjunto maravilloso de hermanos chilenos que han tenido la gentileza de escucharme el día de hoy. Yo decido el presente. Yo decido el pasado. Yo decido el futuro. Y la mejor forma de cambiar el pasado -porque también existe la forma de hacerlo y el microcosmos puede ser evidenciado en el macrocosmos- es haciendo que no me influya negativamente ni en el presente ni en el futuro y siendo amo de mis pensamientos, de mis recuerdos, de las circunstancias, y no esclavo de todo ello.
Queridos señores Senadores, ahí queda una inquietud. Parece algo mágico, parece una locura, pero, definitivamente, es la verdad. Este es el siglo de la física cuántica. Los computadores que ustedes tienen al frente son consecuencia de esas leyes en las cuales uno a veces no quiere creer, de esas leyes que parecen mágicas. Inclusive el paso por la registradora de los productos que compramos en un almacén o en el supermercado es física cuántica.
A lo mejor habrá que prestarle un poquito de atención a lo que viene. Este es un siglo cuántico, en el cual hay que cambiar en forma definitiva el concepto de evolución que hemos mantenido, consumista, depredador, egoísta, por un concepto de evolución más compartido, más solidario, menos consumista y más conservacionista.
Lo digo en honor a usted, señora Ministra del Medio Ambiente, pues entiendo que está haciendo un trabajo excelente en la materia.
Queridos Presidente y Vicepresidente del Senado, estimados señores Senadores, apreciados amigos, un abrazo cordial.
Nosotros solemos decir: "Hasta la victoria, siempre", pero quizás no es la propia. Es una victoria que debemos compartir con todos los otros seres humanos.
Muchísimas gracias.
--(Aplausos en la Sala y en tribunas)
El señor GIRARDI ( Presidente ).- Creo que las palabras del Vicepresidente del Ecuador , señor Lenín Moreno, han sido muy sugerentes. Cada cual podrá ir construyendo un camino a partir también de su propia experiencia de vida, que vale tanto como los dichos.
Antes de cerrar el acto, quiero reafirmar la voluntad de Chile y la del Ecuador -lo ha señalado también Lenín Moreno- de seguir caminando juntos en todos los desafíos por delante y construir un mundo y una patria mejores para todos.
Se suspende la sesión para despedir a nuestros invitados.
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--Se suspendió a las 16:50.
--Se reanudó a las 16:56.
)--------------------(
El señor LETELIER ( Vicepresidente ).- Continúa la sesión.
Quiero consultar a la Sala si habría voluntad para despachar sin discusión dos asuntos.
El primero se refiere al Seminario Internacional sobre Transparencia y Probidad en el Congreso Nacional y el Sistema de Partidos Políticos, del cual se dio un informe en el día de ayer.
Se ha presentado un proyecto de acuerdo que propone que el Senado adhiera a la Declaración de Santiago aprobada en dicho evento y del cual se dio cuenta al inicio de esta sesión.
¿Habría acuerdo?
La señora ALLENDE.- Sí.
El señor LETELIER ( Vicepresidente ).- Acordado.
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