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La señora SABAT (de pie).- Señor Presidente , señoras diputadas y señores diputados, familiares y amigos de la ex diputada María Rozas:
¡Qué más quisiera que dar un testimonio tan cercano y sentido sobre María Rozas como el que acaba de entregar la diputada María Antonieta Saa ! No tuve la suerte de conocerla. Pero el hecho de que esté aquí en representación de mi partido, Renovación Nacional, y de la Coalición por el Cambio, para hablar de ella, quiere decir que trascendió y dejó un legado importante a todos.
Hace poco más de un mes, nuestra Cámara de Diputados recibió una noticia que a nadie dejó indiferente. En los pasillos y salas del Congreso se lamentaba la triste y, tal vez, inesperada muerte de la ex diputada María Rozas . De a poco comenzaban a surgir, espontáneamente, los recuerdos y las anécdotas, respecto de una parlamentaria que, con gran entrega y dedicación, demostró con hechos que las mujeres tenemos mucho que decir en política.
Su vida es un ejemplo de valentía. Sus 55 años fueron mucho más que cinco décadas y media de vida. Fue una incesante lucha por los trabajadores y el profesorado; un trabajo, sin pausas, por defender sus ideas y por llevar su mensaje de paz social al mundo sindical. Al fin y al cabo, fue una vida en la que siempre los intereses del país estuvieron por sobre sus intereses personales y en la que no hubo tiempo para el descanso. Ni siquiera cuando debió enfrentar, con las pocas fuerzas que le quedaban, su última lucha, una lucha contra un enemigo mucho más temerario que la peor de las injusticias sociales: el cáncer.
Mucho antes de la aparición de esta enfermedad, fue consejera nacional de la Democracia Cristiana, su partido de toda la vida, del cual llegó a ser vicepresidenta nacional. Tal reconocimiento se debió, como es lógico, a su trabajo como dirigenta educacional y sindical. Conocía muy bien ambos mundos, el primero por su formación, como profesora de educación básica, y el segundo, por interés profesional.
Más allá de las fronteras de su partido, fue una de las principales promotoras de la creación de la CUT, en la que la nombraron dirigenta nacional de su departamento de Educación, para luego llegar a ser vicepresidenta e incluso secretaria general, durante los años noventa. María Rozas siempre visualizó esta tribuna como una forma de servicio público, que le permitiría enfocar su trabajo hacia los trabajadores, y en especial hacia el mundo de los profesores. Esa vocación de servicio público la trajo hasta este Congreso Nacional.
En 1999 falleció el diputado por Conchalí , Huechuraba y Renca , Manuel Bustos , también de cáncer. Entonces, María Rozas debió reemplazarlo en sus tareas legislativas. Y no le fue difícil, pues ambos compartían una connotada trayectoria al mando de organizaciones sindicales y sentían un respetuoso interés por consolidar la institucionalidad del mundo del trabajo en nuestro país.
En su corta pero intensa carrera política, María Rozas se destacó siempre como una mujer que participaba activamente en connotadas discusiones relacionadas con materias laborales y educacionales, como lo he dicho en reiteradas ocasiones. Y hoy, en un Congreso Nacional que es integrado en un 86 por ciento por hombres, su ejemplo está más presente que nunca.
María Rozas nos enseñó que las mujeres tenemos una importante voz en política y que todos, hombres y mujeres, sin distinción, debemos contribuir al desarrollo de Chile.
Desde esta perspectiva, podemos concluir que uno de los mejores homenajes que nuestro país le rinde es que hoy su querido distrito N° 17 sea representado por dos mujeres: las diputadas Karla Rubilar y María Antonieta Saa . Esperamos que el testimonio de ellas, así como el de tantas otras que dedicamos nuestra vida a los asuntos públicos, permita que más y más mujeres chilenas asuman la difícil pero gratificante misión de construir el país que necesitamos para las futuras generaciones.
He dicho.
-Aplausos.
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