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El señor MELERO (Presidente).- Tiene la palabra el diputado señor Hugo Gutiérrez.
El señor GUTIÉRREZ (don Hugo).- Señor Presidente , la licencia médica, según entiendo, es un derecho que tiene todo trabajador para ausentarse o reducir su jornada laboral durante un tiempo determinado en cumplimiento de una indicación profesional. Reitero, es un derecho que tiene todo trabajador.
En consecuencia, cuando uno se pregunta cuál es el objetivo de la política penal que busca el proyecto, mi impresión es que tiene como propósito que el médico u otro facultativo se abstenga de una conducta.
La pregunta es la siguiente: ¿De qué conducta debieran abstenerse los funcionarios públicos y los médicos y facultativos en general? En buenas cuentas, de otorgar licencias médicas. Esto, a mi entender, tiene un objetivo implícito de política económica: derechamente, que los facultativos no otorguen licencias médicas y desprotejan la salud de las personas. Recordemos que la licencia es un derecho que tiene el trabajador.
¿Por qué me preocupa? Este proyecto de ley cautela el patrimonio de las instituciones de salud previsional y de Fonasa. A esta iniciativa le importan un bledo los objetivos de política criminal; sólo le preocupa cautelar el patrimonio de las instituciones de salud previsional y de Fonasa. Y digo que le importan un bledo dichos objetivos, porque las figuras penales que tipifica son una insolencia a la razón. En efecto, el inciso segundo que se agrega al artículo 234 del Código Penal, a través el artículo 13 del proyecto, para sancionar al empleado público que, por abandono o negligencia inexcusable, curse una licencia médica, atenta contra toda la doctrina del delito culposo.
¡Escúchenme bien! Estamos creando una originalidad. No existe el delito culposo de atentado en contra de la propiedad. Los delitos culposos son esencialmente atentados a la vida de las personas, pero acá estamos tipificando nada menos que un delito culposo de falsificación de instrumento privado. Esto sería motivo de risa en el derecho comparado. Acá hay una ruptura de la tipificación del delito culposo. A nadie se le debió haber ocurrido hacer de este abandono o de esta negligencia inexcusable, un delito culposo; es decir, se está sancionando la negligencia, se está sancionando el error, se está sancionando el descuido en el otorgamiento de un licencia médica, en cursar una licencia médica. En buenas cuentas, le estamos diciendo: “Mire, médico, si usted, por error, se equivoca en su diágnostico, lo vamos a sancionar”. ¿Habrá tamaña tontera? Esto no es posible. Estamos provocando la ruptura de toda la construcción del delito culposo.
En nuestra legislación no existe el delito culposo de atentado a la propiedad. Sin embargo, estamos tipificando el delito culposo de atentado, ni siquiera a la fe pública, sino a la fe privada. Si se tratara del delito de uso malicioso de instrumento privado -la licencia médica es un instrumento privado-, no estaríamos sancionando el dolo directo. Esto es importante. La falsificación de instrumento requiere dolo. No hay discusión; es decir, se sabe lo que se está haciendo. Respecto del delito de uso malicioso, nuestra jurisprudencia ha sido uniforme en señalar que se requiere dolo directo.
En consecuencia, en esta “gran obra jurídica”, estamos tipificando un uso malicioso sin que exista dolo ni dolo directo. Por eso, pido votación separada del artículo 13. Esto no es tolerable. Quedaríamos como unos ignorantes ante los legisladores de otros países. No es posible poder tipificar esto.
El objetivo de política criminal no existe; en realidad, hay un objetivo de política económica, cual es ahorrar recursos a las instituciones de salud previsional y al Fonasa. Esto me queda aún más claro con la medida cautelar, que establece que, mientras el profesional es juzgado, se le puede impedir que otorgue licencias médicas. Esto es otro atentado a la razón, porque se atenta contra el principio de inocencia. Mientras la persona no sea condenada, no se le puede imponer previamente una pena, porque el principio de inocencia es superior.
Estamos frente a una anticipación de una sanción. Eso no es tolerable en nuestro ordenamiento jurídico, más aún si consideramos que es un atentado a la libertad de trabajo. El facultativo tiene derecho a seguir trabajando y a otorgar licencias médicas mientras no sea condenado. ¡Cómo se puede establecer la inhabilitación para otorgar licencias médicas mientras el facultativo está siendo juzgado! Me parece que eso no es conveniente y refuerza lo que he señalado en cuanto a que este proyecto de ley busca cautelar el patrimonio de las instituciones de salud previsional.
En suma, creo que el proyecto de ley es represivo y amedrentador. Es represivo, porque su principal objetivo es el castigo y la denostación. En ninguna de sus partes señala el valor sanitario de la licencia médica, ni tampoco que es parte irrenunciable del acto médico destinado a la recuperación de la salud del trabajador.
Es amedrentador, porque tiene por objetivo amedrentar a la gran mayoría de los facultativos que éticamente hacen bien su trabajo. El artículo 1° parte de la presunción de que los médicos y los otros facultativos que otorgan licencias médicas actúan permanentemente de modo fraudulento. Eso tampoco resulta ser real ni tolerable. También sanciona a los profesionales con multas y penas de presidio.
Creo que asimilar la sanción vinculada al otorgamiento de licencias médicas a la falsificación de instrumento público podría ser una buena solución. Es decir, en buenas cuentas, una norma jurídica que establezca que la licencia médica es un instrumento público. En tal caso, no se requiere perjuicio. Así se podría solucionar el problema.
Pero este proyecto de ley, tal cual está elaborado, sigue siendo represivo y amedrentador. En definitiva, significará que los médicos generales, a los cuales acuden cientos o miles de personas sencillas, se negarán a entregar licencias médicas, porque estarán intimidados. Esta iniciativa, de convertirse en ley, buscará intimidar a la gente. No estoy a favor de que eso ocurra. Confío en que la gente actúe de manera ética y correcta.
He dicho.
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