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El señor RUIZ-ESQUIDE .- Señor Presidente , hay dos maneras de referirse a la presente iniciativa. La primera, analizarla en su propio mérito y según las circunstancias en que fue presentada. Y la segunda, hacerlo a la luz de las opiniones surgidas durante su debate, donde se han hecho aseveraciones que no me parece que puedan dejarse pasar. Y permítame, por eso, precisar algunas consideraciones.
Retomo aquí las palabras de ciertos señores Senadores que manifestaron que esta proposición de ley podría no ser necesaria, porque ya estaría en el Código Penal o en otra legislación. No soy especialista en la materia y, por lo tanto, me quedo con la duda razonable planteada por algunos.
Eso es lo primero.
Respecto a si debe ir a una u otra Comisión, los señores Senadores conocen mi punto de vista: si bien hay especialización en ellas, no es menos cierto que en algunas se respeta ese principio, y en otras, no. Así que no me preocupa mayormente si lo estudia una u otra, porque quienes las integran son capaces de acometer la mayoría de los temas.
Por otra parte, el Honorable señor Hernán Larraín solicitó hacer la discusión con racionalidad. Yo acepto tal invitación y me alegra de que la haya manifestado así. Solo quiero hacerle al respecto la misma observación que muchas veces me planteo a mí mismo: todos los integrantes de esta Sala somos eventualmente racionales. Hasta la fecha. Yo tengo mis cromosomas bien puestos, y los señores Senadores poseen los suyos de la misma forma. Por lo tanto, nadie podría dejar su condición de ser humano, como se ha afirmado hoy en la tarde, "con vergüenza nacional". Además de eso, quienes intervenimos lo intentamos hacer racionalmente.
Pero lo anterior ha derivado en el comentario de que todos nos hallamos en contra del lucro. En tal sentido, no me siento tocado por las palabras del señor Senador, porque he expresado hasta la saciedad cuál es mi visión sobre el punto.
En su definición -cuestión central del problema de la educación y donde hay una confusión espantosa-, el lucro es aquella ganancia que percibe la persona que posee un negocio de cualquier naturaleza o que trabaja con sus manos, con su intelecto y con su esfuerzo. Eso es lucro. Y es legítimo. ¡No se le puede pedir a una institución o a una persona que trabaje y no gane dinero!
Nosotros hemos señalado hasta la saciedad que según la doctrina vaticana, y no la partidaria o de la Democracia Cristiana -no la sustentamos porque seamos templarios de la Iglesia, sino simplemente porque es nuestra visión ética de la vida-, lo que debe castigarse y sancionarse es el lucro excesivo cuando se trabaja con dinero. ¿Y qué se entiende por lucro excesivo? Aquel que las normas éticas, comerciales, financieras y el sentido común de un país dicen que es inadecuado.
Esa es la razón por la cual hoy la Comisión de Economía del Senado está legislando sobre la materia, incluso con la anuencia del Gobierno, que ha mandado otro proyecto y despreciado los que habían presentado algunos señores Senadores y también el que patrocinó este humilde representante del Biobío, el que ni siquiera fue tomado en cuenta.
Todo lo anterior indica que no se puede seguir aceptando el lucro a ese nivel.
Por lo tanto, en lo que toca al caso específico de este proyecto, hay que reconocer que quienes más lucran son los bancos, las instituciones financieras y hasta las isapres, que fueron creadas teóricamente para salvar a la gente.
Ese es el lucro que rechazamos, al igual que el que podría practicarse en agrupaciones religiosas: no me imagino un convento de monjas o de sacerdotes haciendo lucro, aun cuando ha habido líos bastante grandes en ese aspecto.
También el lucro es inaceptable en educación y en salud.
El derecho a ganancia de los funcionarios de la salud y de los profesores es legítimo y nadie está solicitando que se termine. Lo que hemos pedido insistentemente consiste en que la persona que recibe dinero proveniente de todos los chilenos no pueda obtener un ingreso adicional de tal magnitud y que, además de atender bien o mal a sus alumnos o a sus enfermos, le signifique poder seguir jugando en la Bolsa.
Ese lucro lo rechazamos; no corresponde a la interpretación que el señor Senador que habló sobre esta materia parece tener. En todo caso, con el mayor cariño, respeto y fraternidad, le haré llegar un documento del Vaticano sobre el lucro que, en mi opinión, le será extraordinariamente útil.
Señor Presidente , aquí estamos discutiendo qué se debe hacer con la policía en Chile. Tal es el fondo de la cuestión. Lo hemos planteado en el Senado muchas veces.
En un negocio como el fútbol, donde hay miles y miles de millones de pesos dando vuelta, ¿ha de ser la policía la que tenga que preocuparse gratuitamente de tal actividad en vez de dedicarse a cosas más esenciales como cuidar a la gente que no posee dinero, en circunstancias de que existen los guardias privados?
En ese sentido, creo que el proyecto que nos ocupa está mal enfocado.
Me quiero referir, por último, a otras tres cosas.
La primera, en relación con lo que ha expresado un señor Senador en el sentido de que el dinero obtenido en los robos a cajeros automáticos va a las drogas, puede ser así. Pero no es razón suficiente si no hay certeza o persiste cierta duda. Si el delito ya está tipificado, no necesitamos nuevos debates o nuevos proyectos.
En segundo término, porque hay una obligación para las empresas que poseen estos negocios no voy a votar en contra, sino que me abstendré. Y a fin de dar legitimidad al proyecto, podría aprobarse el artículo segundo pero no el primero, pues este se halla fuera de la lógica elemental.
Por último, en cuanto a la mención de un proyecto del Gobierno sobre protección a los jóvenes que han tenido conflictos con la justicia, puedo señalar que voy a apoyarlo con mucho gusto, porque corresponde a una materia que vimos hace muchos años y donde, en algún momento, planteamos la defensoría nacional del niño y la necesidad de proteger a la juventud, especialmente en la etapa preescolar.
Debo reconocer aquí, con la misma fuerza con que de repente critico las acciones de algunos colegas, que esa iniciativa que presentamos en su tiempo para proteger la preescolaridad, como tarea del Gobierno de Chile, también la propuso el mismo Senador al que le enviaré el referido documento vaticano y a quien le agradezco públicamente.
Termino señalando que debemos hacer un esfuerzo en tal sentido -es cierto-, pero primero despejemos el tema del lucro. No demos argumentos incorrectos, y tampoco sigamos con esto de proteger a quienes más dinero tienen, sacando a la policía de sus principales labores y desprotegiendo a las personas con menos ingresos.
A mi juicio, el proyecto es inoportuno, aunque a lo mejor podría discutirse bajo otro concepto u otra manera de enfrentar el problema.
Por eso, me voy a abstener.
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