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El señor GIRARDI ( Presidente ).- Corresponde tratar el oficio mediante el cual Su Excelencia el Presidente de la República solicita el acuerdo del Senado para prorrogar por el plazo de un año la permanencia de tropas y medios nacionales en Haití, con informe de las Comisiones de Relaciones Exteriores y de Defensa Nacional, unidas, y con la urgencia establecida en el inciso segundo del número 5) del artículo 53 de la Constitución Política.
--Los antecedentes sobre el oficio (S 1356-05) figuran en los Diarios de Sesiones que se indican:
Se da cuenta en sesión 13ª, en 3 de mayo de 2011.
Informe de Comisión:
Relaciones Exteriores y Defensa Nacional, unidas: sesión 17ª, en 11 de mayo de 2011.
El señor GIRARDI (Presidente).- Solicito la anuencia del Senado para que ingrese a la Sala el señor Hernán Mardones, Jefe del Estado Mayor Conjunto.
--Se accede.
El señor GIRARDI (Presidente).- Tiene la palabra el señor Secretario General.
El señor LABBÉ ( Secretario General ).- El informe de las Comisiones unidas consigna los fundamentos presentados por el Gobierno para la renovación del mandato en Haití, que se extendería hasta el 1° de junio de 2012.
Las Comisiones unidas, luego de analizar los antecedentes relativos a esta materia, aprobaron la solicitud del Ejecutivo por la unanimidad de sus miembros presentes (Senadores señores Coloma, Gómez, Kuschel, Hernán Larraín, Muñoz Aburto, Pizarro, Prokurica y Tuma).
El señor GIRARDI ( Presidente ).- En discusión la solicitud presidencial.
Tiene la palabra el Honorable señor Prokurica.
El señor PROKURICA.- Señor Presidente , haciendo un poco de historia, nuestro país fue requerido por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas mediante resolución N° 1.542, en 2004, para participar en la Misión de Estabilización de Naciones Unidas en Haití.
El Primer Mandatario de la época don Ricardo Lagos , procedió a solicitar la salida de las tropas según nuestra legislación, esto es, conforme al artículo 53 de la Constitución Política y las leyes N°s 19.067 y 20.297. Esta última, en sus artículos 4º y 7º, establece las normas de participación de las tropas chilenas en operaciones de paz.
Al día de hoy, el Consejo de Seguridad ha prorrogado el mandato de Naciones Unidas en todos los aspectos humanitarios y de paz. A esto hay que sumar la situación que presenta el país caribeño -a pesar de toda la ayuda humanitaria recibida- luego de haberse visto afectado por un terremoto que dejó a la mayoría de las instituciones públicas -y también las privadas- en el suelo. Por ello, la presencia de nuestras Fuerzas Armadas y la de organizaciones humanitarias, tiene por objeto enfrentar dicha realidad y sacar adelante a una nación que, literalmente, es un Estado fallido.
Las discusiones que se han presentado en las Comisiones de Relaciones Exteriores y de Defensa Nacional, unidas, se basan, en primer lugar, en precisar la orientación de nuestra concurrencia en Haití.
Es cierto que ya no se mantiene la situación de guerra y que en este minuto las Fuerzas Armadas de distintos países del mundo, especialmente de Latinoamérica, han logrado establecer un control al respecto.
Por eso, cuando un Presidente de la República nos solicita autorización para prorrogar la permanencia de las tropas chilenas en Haití, en reiteradas ocasiones ha rondado la idea de que es importante reorientar la presencia de nuestras fuerzas en dicho territorio, en la línea de reconstruir dicha nación y trabajar en aquellas materias que signifiquen ponerla de pie para que sea autovalente.
Quiero destacar que tanto el Ministro de Defensa como nuestro Canciller nos han planteado que en el mes de junio se va a realizar una reunión, con todos los países que brindan apoyo en Haití, para reformular el trabajo que se ha venido desarrollando.
La tarea no es menor. Nuestras Fuerzas Armadas cumplen una labor extraordinariamente importante, pero también la llevan a cabo Carabineros, la Policía de Investigaciones y las organizaciones civiles que participan de variadas maneras en dicha nación.
Yo podría sostener, señor Presidente , que esa es la cara de la medalla que le importa a Haití, país que atraviesa por una realidad demasiado compleja. Pero también debiéramos decir que Chile, que sustenta su desarrollo en las exportaciones y en el comercio exterior, no puede volver la vista hacia el lado cuando se genera un conflicto como el que tiene lugar en la nación caribeña. Porque no hay comercio exterior ni exportaciones cuando no existe paz en el continente donde vivimos.
Si a lo anterior le agregamos la proximidad de la ruta por donde transita el 60 por ciento de las exportaciones chilenas, cual es la del canal de Panamá; si le sumamos el hecho de que Haití se halla en una zona muy sensible en cuanto al narcotráfico que ingresa a Estados Unidos, no habrá ni una sola opinión que señale que la presencia de nuestro país y de las restantes naciones latinoamericanas no es necesaria.
A mi juicio, es indispensable plantear hoy, con motivo de esta discusión, que en otras ocasiones, cuando el Ejecutivo nos pidió esta autorización, hubo votos en contra porque algunos señores Senadores expresaron que nuestra Constitución no consideraba, dentro de los objetivos de las Fuerzas Armadas, este tipo de misiones. Para remediar aquello, los Senadores Coloma , Chadwick y Longueira presentaron una reforma constitucional que, coincidentemente, se encuentra en la tabla de la presente sesión para ser vista.
En mi concepto, ella soluciona la mayoría de los temas que se plantearon originalmente.
El señor GIRARDI (Presidente).- Tiene la palabra el Honorable señor Muñoz Aburto.
El señor MUÑOZ ABURTO.- Señor Presidente , Honorables colegas, después de escuchar la exposición del Presidente de la Comisión de Defensa Nacional es bien poco lo que se puede agregar. Sus palabras fueron muy claras acerca de las materias y de las diferentes observaciones que formulamos quienes integramos las Comisiones de Relaciones Exteriores y de Defensa Nacional, unidas.
Sin embargo, quiero añadir que la presencia militar de Chile en Haití es menester para garantizar la seguridad vinculada con la reconstrucción y el desarrollo de esa nación tan devastada.
Como ya se señaló aquí, diversos Senadores plantearon la necesidad de enfocar la ayuda de Chile a ese país no solo en el aspecto militar -el cual ha sido relevante, pues nuestra presencia en ese ámbito ha sido valorada en forma positiva-, sino también en lo que se refiere al desarrollo institucional, dado que se trata de un Estado frágil, donde no existen instituciones y es necesario crearlas.
Por eso, como también sostuvo el Presidente de la Comisión de Defensa, esperamos que de aquí al 15 de junio los países latinoamericanos emitan un informe que permita determinar en qué forma se va a canalizar la ayuda para el desarrollo institucional de la República de Haití.
Llama la atención, sí, que los países desarrollados no hayan cumplido su promesa de ayuda y que sí lo hayan hecho naciones de Latinoamérica. Vale decir, las grandes potencias se han desentendido del problema que vive la población haitiana.
Como señaló el Ministro de Defensa , señor Andrés Allamand , el Banco Interamericano de Desarrollo ha destinado 2 mil millones de dólares para la reconstrucción de Haití. Sin embargo, en este país no hay una institución competente para canalizar tales recursos hacia la inversión. Por cierto, la capacidad humana del BID podría funcionar paralelamente con el Estado para lograr ese objetivo.
Señor Presidente , ya se mencionó que estas materias serán tratadas en un proyecto de reforma constitucional que se verá en el transcurso de la tarde. En todo caso, reitero mi apoyo a la solicitud del Gobierno para prorrogar la permanencia de tropas nacionales en Haití.
He dicho.
El señor GIRARDI (Presidente).- Tiene la palabra el Senador señor Tuma.
El señor TUMA.- Señor Presidente , en mi calidad de titular de la Comisión de Relaciones Exteriores, me correspondió el honor de presidir las Comisiones unidas que analizaron la petición para que el Senado otorgue su acuerdo a los efectos de prorrogar por un año la permanencia de tropas de Chile en Haití.
En la sesión en que se discutió ese asunto estuvieron presentes el Ministro de Relaciones Exteriores , don Alfredo Moreno ; el Ministro de Defensa Nacional , don Andrés Allamand ; el Jefe del Estado Mayor Conjunto , General de División don Hernán Mardones . Y la materia fue objeto de un largo debate, el que ha sido reiterativo año tras año tanto en las Comisiones de Defensa y de Relaciones Exteriores cuanto en la Sala.
Señor Presidente , quiero hacer notar que, coincidentemente, me corresponde relatar lo ocurrido ahora en las Comisiones unidas. Y digo "coincidentemente" porque, recién instaladas las tropas en Haití, viajé a este país como Diputado , junto con el entonces Diputado Jaime Quintana . Nos entrevistamos con sus autoridades; con grupos políticos, religiosos y de otro tipo, quienes manifestaban con mucha simpatía su aprobación a la presencia de la fuerza multinacional que estaba ayudándolos a enfrentar la crisis que los afectaba.
Ahora, a los Senadores nos preocupa el establecimiento de un plan de salida de Haití: cómo, cuándo y en qué condiciones dejamos esta nación y de qué manera hacemos un mayor aporte para su desarrollo.
La Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití, que se va renovando todos los años, evaluará nuevamente lo que realizan las fuerzas conjuntas en dicho país para resolver su situación.
El tema ya no es militar. Los haitianos eligieron con mucho éxito un Presidente y se encuentran restableciendo el sistema democrático. Pero hay objetivos pendientes, los que no necesariamente, a juicio de varios miembros de las Comisiones unidas, se resuelven con la presencia de la fuerza multinacional.
En todo caso, es indispensable renovar la presencia de tropas.
A decir verdad, señor Presidente , sería poco acertado retirar las de Chile. Porque, además, estamos participando en alianza con las Fuerzas Armadas de países latinoamericanos (principalmente con las de Brasil, que son muy importantes), en una acción inédita y que va a fortalecer los lazos regionales.
Empero, consideramos indispensable analizar si el objetivo que estamos persiguiendo es el que desea la población. Porque no es conveniente el retiro, pero tampoco lo es crear la sensación de una ocupación permanente por tropas extranjeras.
Queremos ayudar a que Haití tenga más oportunidades.
Ahora existe una interlocución con su nuevo Presidente . Entiendo que la habrá con el conjunto de las fuerzas que colaboran en la Misión. Y, como Senado, estamos disponibles para colaborar en tal dirección.
Yo desearía que el próximo año no estuviéramos en un debate para decidir la prórroga de la permanencia de tropas en las mismas condiciones, sino en una discusión acerca del cambio de las expectativas de desarrollo, de crecimiento y de oportunidades para Haití y sus habitantes.
Señor Presidente , la preocupación fue transversal en las dos Comisiones. Hubo una aprobación condicionada un poco a que veamos qué va a suceder con las fuerzas conjuntas y hasta qué punto estaremos disponibles, como Senado, a respaldar las decisiones que se tomen sobre su permanencia.
En el aspecto financiero, se les explicó a las Comisiones unidas que Chile, descontando los reembolsos realizados por las Naciones Unidas, ha gastado 85 millones de dólares en 7 años, con un promedio de 12 millones anuales. Y se les expresó que la inversión se recupera vía equipamiento, entrenamiento, particularmente en horas de vuelo en helicóptero, lo cual es muy relevante para la formación de los efectivos.
Después de los comentarios que he formulado, debo señalar que las Comisiones unidas aprobaron la solicitud de prorrogar por un año la permanencia de tropas chilenas en Haití -para ello no se requiere quórum especial-, acuerdo al que concurrió la unanimidad de los miembros presentes, Senadores señores Coloma . Gómez , Kuschel , Larraín (don Hernán) , Muñoz Aburto , Pizarro , Prokurica y Tuma.
Por consiguiente, las Comisiones unidas le recomiendan a la Sala aprobar la petición.
He dicho.
El señor GIRARDI (Presidente).- Tiene la palabra el Honorable señor Escalona.
El señor ESCALONA.- Señor Presidente , he solicitado la palabra con el propósito de manifestar que durante el Gobierno del Presidente Ricardo Lagos respaldamos la decisión de que nuestro país estuviera presente en la misión de paz en Haití con un contingente de sus Fuerzas Armadas, en particular del Ejército. Sostuvimos la misma posición durante la Administración de la Presidenta Michelle Bachelet . Y la mantenemos ahora, en el Gobierno que encabeza Sebastián Piñera .
Consideramos que se trata de una política de Estado que uno debe respaldar tanto cuando tiene responsabilidades de Gobierno como cuando está en la Oposición, ya que la situación va mucho más allá de las circunstancias de la política cotidiana e involucra una obligación del país y una decisión que, desde nuestro punto de vista, honra a nuestra patria en el sentido de prestar su concurso al pueblo de Haití, que requiere la ayuda de las Naciones Unidas y de todos los países que se hallen en condiciones de brindarla, como es actualmente el caso de Chile.
Creo que esa política de Estado prestigia a nuestra nación. Y en ningún caso el costo que se menciona en el informe de las Comisiones unidas de Relaciones Exteriores y de Defensa podría estimarse oneroso: en primer lugar, desde el punto de vista de los recursos con que Chile cuenta hoy; pero además en función de la trascendencia y relevancia de esta decisión de política exterior.
Quiero agregar, señor Presidente , que en el caso de Haití hay una deuda de la comunidad internacional que continúa sin resolverse. Yo creo que la actitud de las grandes potencias para con esa nación de nuestro continente latinoamericano es mezquina; revela un descompromiso vergonzoso, dadas las condiciones imperantes en ella.
La comunidad internacional toleró durante décadas la dictadura del llamado "Papá Doc", la que no solo fue la negación de la libertad para Haití, sino que además significó la corrupción completa del aparato público y conllevó un atraso, una pobreza y una miseria difícilmente equiparables en otra nación.
No creo, señor Presidente , que exista otro país de nuestro continente en tan dramática situación. Y posiblemente no hay otro en el resto del mundo con los niveles intolerables de decadencia económica y social a que la dictadura condujo a Haití.
Prisionero el mundo en las estrechas fronteras de la Guerra Fría, las potencias simplemente toleraron lo que allí ocurría. Se dejó hacer. Fue la política inmoral del laissez faire.
Sin embargo, a pesar de que la Guerra Fría terminó, la inversión real de las grandes potencias con un plan, con una estrategia de desarrollo para la nación haitiana deja mucho que desear.
Yo creo que Chile, por el compromiso que ha tomado con Haití, debiese redoblar sus esfuerzos para llamar la atención de la comunidad internacional.
Siento que el grado de compromiso de los países que están en condiciones de hacer esa inversión es insignificante; prácticamente, cero.
La principal potencia mundial, los Estados Unidos, impulsó la intervención de las Naciones Unidas en un momento de crisis terminal. De no mediar la pronta reacción de muchos países, entre ellos -para honra nuestra- Chile, la situación en Haití hubiese sido completamente inmanejable y la crisis social habría devenido en una espantosa confrontación civil, de consecuencias incalculables.
Pues bien: se logró resolver la crisis. Haití acaba de tener elecciones. Podríamos decir que la situación se ha estabilizado. Pero el concurso económico de las principales potencias es francamente marginal. No hay un compromiso sincero con un esfuerzo como el que el mundo de hoy está en condiciones de hacer para que Haití pueda salir de la postración en que se encuentra.
Pienso que Chile debiese reclamar por la situación que está ocurriendo hoy en aquel país. Son millones de personas a las que se condena a un estado de miseria que el mundo de hoy puede, en primer término, reducir; luego, mitigar, y posteriormente, resolver.
Pero se requiere cambiar la mezquindad por una actitud de generosidad.
En todo caso, habla bien de Chile el que mantenga y desarrolle esta política de Estado. Y estimo que para nuestra nación, al final de cuentas, ayuda a su propio desarrollo, a su manera de mirar el mundo, a su comprensión de los fenómenos de la pobreza el que se haya comprometido tan profundamente con los sucesos de Haití y con la paz en este país.
He dicho.
El señor GIRARDI (Presidente).- Tiene la palabra el Senador señor Patricio Walker.
El señor WALKER (don Patricio).- Señor Presidente , es bueno recordar que la situación que nos ocupa viene desde el año 2004, cuando el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas constituyó la fuerza de estabilización de paz (MINUSTAH), básicamente con el objetivo de apoyar el proceso de reconstrucción, desarrollo y formación de capacidades que le permitieran a Haití retomar el camino de la autonomía y la sustentabilidad.
Tenemos 517 efectivos militares en ese país. Y la verdad es que nuestra presencia es especialmente necesaria a raíz de los acontecimientos ocurridos durante el último año.
Recordemos que en 2010 Haití vivió múltiples crisis. Hubo un terremoto que obligó a desplazar a 2,3 millones de personas; están con la epidemia del cólera; sufrieron los efectos del huracán Thomas . Y, pese a que se realizaron comicios y se reconoció a la autoridad válidamente elegida, al nuevo Presidente de la República , la inestabilidad política sigue siendo una realidad.
Por eso, considero positivo prorrogar por un año más nuestra presencia, a través de la MINUSTAH, en aquella nación.
Chile muchas veces se jacta de ser un país exitoso, que ha hecho las cosas bien. Empero, no siempre nos ven como el buen vecino.
Esta es una buena forma de practicar la solidaridad y ser un buen vecino en nuestro continente.
Lamentable es la posición de los países desarrollados, de las naciones ricas, que, por desgracia, han abandonado a Haití.
Finalmente, ha surgido un debate para replantear, redefinir nuestros objetivos, nuestra misión en la referida fuerza mundial de estabilización.
Al respecto, es del caso recordar que aquello hay que hacerlo dentro del contexto de las Naciones Unidas, porque esta es la que encabeza la Misión.
Por lo tanto, siempre es importante que nuestro Gobierno, a través de la Cancillería -entiendo que se está llevando a cabo-, pueda hacer valer los puntos de vista planteados acá a ese nivel.
En mi concepto, señor Presidente , hay que hablar no solo desde el punto de vista teórico -es decir, cómo logramos que haya un entorno seguro y estable en la referida nación-, sino también desde la perspectiva práctica.
La miseria de Haití es brutal. El nivel de hambre, el grado de inanición en los niños, el sida, la violencia son realidades que nos golpean. Por ende, es relevante actuar con solidaridad.
Muchas ONG reconocen que no podrían distribuir los alimentos a quienes padecen hambre, los medicamentos a los enfermos, en fin, de no mediar la presencia de las Fuerzas Armadas de los países que hoy día están apoyando a Haití. Es fundamental tener seguridad para desarrollar las labores solidarias.
De otro lado, cabe subrayar que, dentro de los objetivos futuros, probablemente deberemos focalizarnos con mucho vigor en la formación de capacidades que le permitan a Haití un desarrollo autónomo y sustentable. Es decir, será necesario ayudar a ese país a potenciar, a fortalecer las instituciones públicas. Porque una democracia sin instituciones sólidas es precaria.
Por eso, comparto algunos de los planteamientos hechos en el sentido de ayudar a Haití para, en la medida en que lo requiera y en que haya consenso en las Naciones Unidas, permitirle ser un país más estable y con mejores instituciones.
He dicho.
El señor GIRARDI ( Presidente ).- Tiene la palabra el Senador señor Hernán Larraín.
El señor LARRAÍN .- Señor Presidente , hemos tenido una discusión muy similar a esta en los últimos siete años. De consiguiente, poco queda por agregar.
Solo quiero señalar que la Misión que está llevando adelante la Organización de las Naciones Unidas, y en la que Chile participa, se ha fijado objetivos importantes para contribuir a la estabilidad política y social en Haití, a evitar que los conflictos armados internos inhiban la posibilidad de sus habitantes de desarrollarse y consagrarse como nación.
Al final, entonces, ha sido razonable y positiva la actuación que ha tenido Chile a ese respecto.
Sin embargo, creo que, después de siete años, empieza a correr el tiempo de la evaluación.
Eso es lo que se ha estado conversando aquí. Y ello, a mi juicio, le da un sentido distinto a la aprobación de la prórroga de la presencia de nuestras tropas en Haití en esta oportunidad.
Me parece, señor Presidente, que se justifica continuar con el proceso en comento, por la necesidad de apoyar al nuevo Gobierno, recién elegido, que asume -si es que ya no lo ha hecho- por estos días, para contribuir a que, como tal y como Estado, pueda funcionar.
Pero también hay que advertir que ya durante la campaña el propio Presidente electo y muchos otros fueron partidarios de ir modificando el rol de la MINUSTAH en Haití, para que no se constituya en una fuerza de ocupación.
Ese es un mensaje que debemos entender y que es razonable, porque un país no puede vivir, eterna e indefinidamente, dependiendo del apoyo de Fuerzas Armadas y de Orden de otros Estados, lo que quiere decir que resulta incapaz de ser autosuficiente.
Sin embargo, lo más relevante es el compromiso que los señores Ministros de Relaciones Exteriores y de Defensa han expuesto respecto del futuro de la fuerza de apoyo para la estabilidad de Haití organizada por las Naciones Unidas. Según nos informaron -y ya se ha hecho referencia a ello-, el 15 de julio próximo se celebrará una reunión importante de los titulares de la última de esas Carteras, y en las Comisiones unidas de Relaciones Exteriores y de Defensa hemos pedido que luego de esa discusión, donde se va a analizar precisamente cuál debería ser hacia el futuro el rol de nuestra presencia y la de los otros países en Haití, contemos con los informes para tratarlos en esa instancia en agosto o en septiembre.
Creo que el inicio del debate para ir reduciendo la presencia militar e incrementando nuestro papel en lo que dice relación con la consolidación de las instituciones, con el desarrollo económico, social, en infraestructura y en otras áreas de esa naturaleza, va por el buen camino que hemos requerido durante mucho tiempo.
Y ello, simultáneamente, por mediar la necesidad y la voluntad de exigir un mayor compromiso de las naciones desarrolladas, el cual, al final, ha sido bastante tenue.
Es cierto que muchas de ellas reclaman por la inseguridad de poner recursos en un lugar donde no se verifica un control de su destino, de su manejo, donde existe corrupción y, por lo tanto, el riesgo de que no se utilicen en los objetivos de desarrollo para los cuales se otorgan. Sin embargo, eso es precisamente lo que obliga a una mayor presencia de su parte, de manera de poder asegurar el cumplimiento de tal finalidad.
Precisamente una MINUSTAH destinada más bien a trabajar en el ámbito que nos ocupa es una garantía de que se van a poder llevar adelante los proyectos necesarios para conseguir ese propósito en un buen sentido y evitar la pérdida de los recursos.
Vale la pena destacar, a mi juicio, que acaba de ser nombrado representante de las Naciones Unidas a cargo de la misión nuestro ex Canciller Mariano Fernández . El seguir una línea como la del primero de los encargados, Juan Gabriel Valdés , también ex Canciller chileno, da la posibilidad de lograr una claridad mayor en el destino que deben tener los esfuerzos internacionales para apoyar la recuperación y el mayor desarrollo del pueblo haitiano.
Para nuestro país, la experiencia -es cierto- también ha sido valiosa. Así ha ocurrido en el caso de nuestras Fuerzas Armadas, no solo por realizar entre ellas un importante trabajo conjunto, sino también con otras. Ha tenido lugar un aprendizaje en terreno y no simplemente en ensayos militares. Se ha presentado, además, la oportunidad de conocer y hacerse cargo de nuevas tecnologías, enseñanza asimismo muy valiosa recibida durante estos años.
Por cierto, la proyección internacional que Chile adquiere con estas misiones es algo que se debe reconocer y valorar. Es una señal de solidaridad internacional que da con su presencia, la cual estimamos que apoya su proyección en el exterior.
Con todo, se halla involucrado un costo económico, aun cuando no resulte extraordinariamente significativo. Anualmente, ello importa 12 millones de dólares, adicionales a lo que representa toda la misión, los que salen de nuestro Presupuesto y que, de otra manera, se podrían destinar a objetivos en nuestro país. Al sumar lo que se ha gastado en el tiempo que llevamos -siete años-, nuestra participación en la misión de Naciones Unidas en Haití asciende a un total de 85 millones de dólares.
En consecuencia, eso tiene que ir variando con el tiempo y es necesario que los que cuentan con los mayores recursos asuman la parte principal del costo que para el mundo implica actuar en ese país.
Por estas consideraciones, señor Presidente , vamos a votar a favor de la solicitud de prorrogar la presencia de nuestras Fuerzas Armadas y de Orden en Haití de acuerdo con el requerimiento de las Naciones Unidas. Y lo haremos ahora con la convicción del compromiso que le cabe al Gobierno de ir reorientando los esfuerzos en la perspectiva del desarrollo y de la paz, más que de la presencia militar. Esperamos que, en uno, dos, tres años -no más-, conforme a un cambio gradual, podamos estar llevando a cabo realmente lo que Chile puede hacer mejor, que es apoyar con su experiencia el avance en la institucionalidad y las condiciones económicas y sociales del pueblo haitiano. Con el deseo de que así ocurra, respaldamos la prórroga referida.
He dicho.
El señor GIRARDI (Presidente).- Tiene la palabra el Honorable señor Gómez.
El señor GÓMEZ.- Señor Presidente , en las Comisiones unidas se verificó un debate interesante respecto de la petición del Gobierno, que se ha ido reiterando por años, acerca de la presencia en Haití de Fuerzas Armadas y Carabineros chilenos.
Año a año hemos planteado varios Senadores que es correcta la autorización que concede en la materia esta Corporación, así como también lo son las acciones de las instituciones castrenses y el esfuerzo del Gobierno por colaborar con una nación que estaba, está y pareciera que seguirá estando en dificultades por un tiempo. No abrigamos dudas de que ello contribuye a una buena relación de vecindad en la región; de que se desarrolla una actividad solidaria y de trabajo que nos parece razonable.
El punto radica, señor Presidente , en que durante muchos años hemos ido exponiendo que la renovación del permiso se ha traducido finalmente en una continuidad de la participación de nuestras Fuerzas Armadas en el país centroamericano, pero sin que exista una convicción ni una decisión hasta ahora de que es necesario que Chile lleve a cabo esa acción sobre la base de colaborar en la reconstitución institucional. No se trata, simplemente, de que lo haga en la mantención del orden público o de que las Fuerzas Armadas cumplan una función de seguridad, sino de que todos los organismos internacionales en Haití trabajen para lograr una reconstrucción en el ámbito a que he hecho referencia: Poder Judicial , Registro Civil , cárceles, obras públicas, viviendas, en fin, mencionándose este aspecto en los antecedentes contenidos en el informe.
Lo que hemos observado es que año a año se establece un criterio, pero no se consideran las propuestas ni los planteamientos formulados en Comisión.
Y en esa instancia dije algo que repetiré.
El señor Ministro de Defensa expresó que mediaba precisamente una definición de algunos países que participan en Haití, para trabajar en esa línea: el desarrollo y apoyo en lo institucional, y que tal labor va a terminar, según entiendo, a finales de julio. Se presentaría un proyecto o una conclusión para poder contar con un derrotero en los años que vienen, pero en función, no de la seguridad, sino de dichos factores.
En ese entendido, varios Senadores presentes en la sesión de los órganos técnicos manifestamos que ello nos parecía bien.
Por mi parte, consigné también que lo había escuchado por primera vez como una definición política. Porque hasta ahora se había enviado la solicitud de un permiso.
Estimo indispensable que en ese país, aparte la presencia de las Fuerzas Armadas, exista también un desarrollo desde el punto de vista de la seguridad: Carabineros, Investigaciones, instituciones en el ámbito de la Justicia. Hay tanta función y trabajo que deben cumplirse que creo que Chile debiera dirigir su personal, sus recursos, hacia ese campo.
Por eso pedí la palabra, señor Presidente , ya que deseo dejar constancia de que, en definitiva, el respaldo que hemos dado, desde el punto de vista de la mantención de las Fuerzas Armadas en Haití, tiene un norte claro: contar con el proyecto de desarrollo institucional aludido.
Y también le pedimos al señor Ministro de Defensa que Chile lidere dicho planteamiento, sin dejar transcurrir el tiempo, y que exista efectivamente la convicción y decisión de que ese es el camino. De lo contrario, no van a resurgir las instituciones que tienen que fortalecer la democracia.
Esta es la posición que al menos nosotros pensamos que se debe asumir en cuanto a colaboración, no solo en materia de seguridad.
En ese entendido, y considerando que el señor Ministro asumió el compromiso de que el desarrollo institucional que analicen esos países -espero que pueda cumplirlo, porque es un trabajo multilateral, no solo de Chile- sería conocido por el Senado y las Comisiones en el mes de julio, daremos nuestro acuerdo a la solicitud del Presidente de la República , como ya lo hicimos en las Comisiones unidas.
He dicho.
El señor GIRARDI (Presidente).- Tiene la palabra el Honorable señor Coloma.
El señor COLOMA.- Señor Presidente, creo que esta es la décima vez que discutimos el asunto.
Si los señores Senadores lo recuerdan, en 2004 se determinó la salida de tropas solo por seis meses, como era la norma en ese momento, a diferencia de lo que ocurre en el presente caso, en que el período es anual.
Reconozco haber sido bastante escéptico, en general, en cuanto a este tipo de medidas, y creo que el tiempo, lamentablemente, me da la razón.
Ese año, las fuerzas chilenas fueron requeridas para evitar un genocidio, cuestión planteada como inminente, pero sobre la base de que en seis meses existiría la tranquilidad suficiente para hablar de un Haití distinto, de modo que podrían volver sin problemas a su función más propia conforme a la Constitución.
Con posterioridad se pidió una extensión del plazo, para permitir el acceso de la democracia. En esa ocasión se llevaba a cabo un proceso electoral que se encontraba en una situación compleja, el que terminó con el señor Préval como Presidente .
Después se invocó el propósito de avanzar en la institucionalidad.
A continuación se expuso el objetivo de progresar en la consolidación de las instituciones.
Y hoy día, para ser franco, la cuestión radica en que casi no existe alternativa. Es algo que el Senador que habla, por lo menos, siente el deber de plantear.
Más aún, el Presidente Préval -el mismo que ganó la elección a cuya materialización contribuyó Chile, entre otros países- dijo la semana pasada: "En Haití necesitamos `bulldozers', no tanques".
Entonces, no sería tan optimista respecto del rol que hemos jugado en la misión internacional. Ello, obviamente, más allá de que esta dice relación con códigos propios, los que no dependen de manera exclusiva de nosotros, que efectuamos un aporte.
No quiero ser miope y desconocer que se ha realizado, en parte, una contribución. Es evidente que nuestras Fuerzas Armadas han exhibido un despliegue notable dentro de la MINUSTAH y que en la zona en que a Chile le ha correspondido desempeñarse ha existido una garantía de seguridad relevante. Y es probable que algunos me señalen que cualquier otro camino habría resultado de una complejidad mayor. Pero no creo que se pueda sostener a estas alturas que la misión, como tal, ha sido un éxito.
Pienso que hoy día encontramos un Haití quizás con más complejidades que hace cuatro, cinco o seis años. Así lo dicen todos los organismos internacionales, y también -quiero ser muy claro- lo insinúa el informe de las Comisiones de Relaciones Exteriores y de Defensa Nacional, unidas, documento que siempre conviene leer, pero que ha sido útil para tomar decisiones importantes.
Lo anterior se refiere a un conjunto de medidas. Primero, porque la ayuda internacional -algo han dicho sobre el particular algunos parlamentarios- ha sido mucho más menguada en relación con lo que parecía ser un desafío importante para las grandes potencias, las cuales habrían demostrado, a estas alturas, ser buenas para convocar, pero no la misma fuerza para asistir en los momentos decisivos.
En segundo lugar conviene mencionar la clase de cooperación. He sostenido desde hace tiempo que, valorando el tremendo esfuerzo desplegado por nuestras Fuerzas Armadas, el rol de Chile tiene que ser complementario de otro tipo de actividades, con menos incentivo en el uso de material propio del ámbito anterior, sino más enfocado a construir una sociedad distinta en un Estado que se considera internacionalmente casi como fallido. Y eso es lo que debemos tratar de recuperar.
Y, en tercer término, también se presenta el "fantasma" -deseo mencionarlo, porque me parece que ese es mi rol como Senador, para que exista transparencia en la toma de decisiones- de que en la última campaña presidencial haitiana se hizo referencia a las fuerzas internacionales como "de ocupación", que es precisamente lo que hemos tratado de evitar en el Senado, porque nuestra lógica es la de colaborar. Ello, en forma transversal.
Desde mi perspectiva, la cuestión resulta inquietante y debemos estar especialmente alertas respecto de cómo evoluciona.
Revisé el discurso pronunciado ayer por el nuevo Mandatario haitiano al asumir el cargo -dije en las Comisiones unidas que lo haría-, y, afortunadamente, no contiene ninguna referencia negativa relacionada con dicho planteamiento, lo que estimaba decisivo para mi voto.
Considero que no es posible cantar victoria, porque no se ha llevado a cabo una acción de la cual el mundo pueda sentirse orgulloso, sino que el trabajo de las Naciones Unidas ha sido claramente insuficiente, tanto en su orientación como en su contenido, por razones que tienen que ver -insisto- con la naturaleza de la ayuda, el tipo de cooperación y la visualización en el interior respecto de las tropas.
Con todo, señor Presidente , alcanzo a ver algunas señales algo más positivas para el futuro. Y eso me lleva a votar en esta ocasión a favor, tal como lo hice las dos veces anteriores. Es algo que se vincula -y se lo recuerdo a los señores Ministros presentes- con la idea de ir reconfigurando en forma paulatina el uso de la fuerza internacional, como aparece en el informe, y con la colaboración para que la MINUSTAH pase del Capítulo VII al VI. El cambio es complejo, con un cierto riesgo por el menor uso de la fuerza, pero de un significado mucho más profundo en cuanto a la concentración en proporcionar más sustento a las tareas de la construcción institucional.
Entiendo que el 15 de julio será un día muy relevante -y lo han planteado así varios Senadores que me han antecedido en el uso de la palabra- para estos efectos, pues se tomará una decisión conjunta.
Pero al menos observo una línea en orden a comprender que la permanencia del estado de cosas no es buena ni para Haití ni para el mundo -incluido Chile, obviamente-; que es fundamental repensar a fondo la forma de colaborar con el país centroamericano.
Jamás hemos pretendido desde estas bancas negar apoyo, menos a una nación que pasa por momentos difíciles. Estos datan de mucho antes del terremoto de 2010. Claramente, la situación es casi de retroceso.
Visualizo que tendrá lugar un "nuevo trato", por así llamarlo, sobre la base de tener en cuenta la cuestión de fondo en Haití y el tipo de cooperación que requiere, de institucionalidad, de Estado que pueda generarse con el aporte de otros países.
Porque no basta con sentir que se cumple la tarea simplemente porque se registra la presencia de militares, los que, dicho sea de paso, están exponiendo sus vidas. ¡Dios no lo quiera! Ayer, mientras asumía el nuevo Mandatario, hubo un incidente en otro lugar en Haití que involucró a tropas internacionales, resultando muertos varios haitianos. Y ello va generando una lógica respecto de ese contingente que, en lo personal, me preocupa.
Por eso, comprendiendo que nos encontramos ante un problema sumamente complejo, pero haciendo fe en lo que nos han planteado los señores Ministros de Relaciones Exteriores y de Defensa en cuanto al nuevo espíritu y ambiente que deberían prevalecer en las relaciones con dicho país, voy a votar a favor de la solicitud. Abrigo la convicción de que no se trata solo de palabras y de que si nos toca en un año más rever el asunto no seguiremos con la misma argumentación.
He dicho.
El señor GIRARDI (Presidente).- Tiene la palabra el Honorable señor Quintana.
El señor QUINTANA.- Señor Presidente , no participo en las Comisiones de Defensa y de Relaciones Exteriores, que estudiaron unidas la materia con bastante rigurosidad. Sin embargo, me he preguntado desde hace mucho tiempo -al igual que numerosos chilenos, seguramente- qué hace que un país como el nuestro permanezca todavía en Haití, después de siete años, más aún si somos la nación más alejada de ese territorio y no poseemos intereses geopolíticos en la zona; o sea, no existe un área de influencia para Chile.
En consecuencia, creo que nuestra permanencia tiene que ver, en primer término, con razones y compromisos humanitarios, es decir, con la convicción de nuestro Estado -de los Gobiernos anteriores y del actual- de que se está cumpliendo una labor relevante en ese país.
En segundo lugar, dice relación con un compromiso formal con Naciones Unidas, que se encuentra vigente. Y ello explica por qué la ONU financia buena parte de la MINUSTAH.
Y, en tercer lugar -aunque poco se ha hablado de ello-, esta misión surge en los tiempos en que se discutía el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos. Y esta potencia veía con buenos ojos que un país latinoamericano desempeñara un rol destacado en la zona. Por lo tanto, si uno quisiera tomarlo desde ese punto de vista, se podría decir que Estados Unidos nos metió en esto. En esa época hubo una petición concreta en tal sentido.
El Senador Tuma recordó una visita que realizamos cuando se debatía la segunda prórroga, que entonces era semestral. Por iniciativa propia, estando como observadores en la elección de República Dominicana, cruzamos el lago Enriquillo y llegamos a mirar lo que pasaba en el territorio vecino. Todo ello, por supuesto, coordinado con la fuerza destacada allí, con la embajada de Chile en Haití y con la Cancillería. Y, no siendo Senadores, sino Diputados, logramos aportar, modestamente, un informe que en su oportunidad entregamos a los Ministerios de Defensa Nacional y de Relaciones Exteriores.
Claramente, los tiempos han cambiado, la situación es distinta. Hoy el rol de nuestra fuerza es diferente del de hace cinco o seis años.
Como se ha mencionado, se partió en tareas, no sé si propiamente militares, porque lo que nosotros observamos ahí fueron más bien labores de policía, bien valoradas por lo demás. Y lo digo a propósito de lo manifestado por el Senador Coloma . No discuto lo que se señaló en la última campaña habida en Haití en cuanto a que se trataba de fuerzas de ocupación. Pero a nosotros varias organizaciones políticas con vasta influencia en la zona -algunas de ellas bastante radicalizadas, como Fanmi Lavalas -, nos expresaron, al igual que la Iglesia, la Cancillería -al inicio del Gobierno de Préval-, que la misión chilena estaba cumpliendo una gran labor, primero, en lo relativo al restablecimiento del orden, incluido el desarme de bandas que había en todos los cerros, y luego, en la mantención de la aún pobre institucionalidad vigente en dicha nación. Y a eso debemos agregar tareas en el ámbito sanitario (existe allí una tasa de sida superior a 70 por ciento) y un sinfín de actividades de la más diversa índole.
En ese sentido, destaco la presencia en la Sala del Jefe del Estado Mayor Conjunto y de los Ministros de Defensa Nacional y de Relaciones Exteriores, por su preocupación y por el seguimiento que han realizado en esta materia.
No soy experto en temas militares ni mucho menos, pero Chile desarrolla ejercicios conjuntos con fuerzas de países vecinos y latinoamericanos en general, y me parece que eso es lo cotidiano. Porque cuando un piloto chileno conduce una aeronave y toda la tripulación es peruana, colombiana, ecuatoriana o argentina, se adquiere una experiencia. Y eso es positivo.
A propósito de toda esta discusión acerca de la existencia de una carrera armamentista y cómo frenarla, pienso que lo mejor es que cada país vaya conociendo -se está trabajando con fuerzas de elite argentinas, peruanas, etcétera- lo que los otros están haciendo.
Y, claro, hoy las razones de nuestra permanencia son distintas.
Aquí se ha mencionado -lo deseo destacar- la presencia de un nuevo chileno a cargo de la MINUSTAH: el ex Canciller Mariano Fernández (antes estuvo Juan Gabriel Valdés) , lo cual de alguna forma también nos compromete a culminar en buenos términos este proceso.
En tal sentido, el Senador Tuma tiene toda la razón en cuanto a la importancia de empezar a trabajar en un plan de retiro de Haití. Probablemente, lo fácil era llegar, y lo difícil, salir, abandonar ese territorio, como bien lo señaló el Presidente de la Comisión de Defensa , Senador Prokurica.
Señor Presidente , valoro lo que están realizando el Ejército, la Armada, la Fuerza Aérea, Investigaciones y Carabineros, en especial esta última entidad, que está llevando adelante una labor de docencia y de formación de policías. Porque -insisto- en el lugar había inseguridad, inestabilidad y una total falta de fuerzas policiales.
Por eso, las funciones que se están cumpliendo son todavía relevantes. Y los costos no son asumidos totalmente por nuestro país, pues en esta materia existe un compromiso importante de las Naciones Unidas. Además, entiendo que se gana experiencia en el trabajo conjunto con fuerzas armadas de distintos países, entre ellos algunos vecinos. Y pienso que todavía queda pendiente una parte de ese desafío.
Lo relevante, creo yo, es cómo ir reemplazando las fuerzas militares por fuerzas civiles. Haití es un país sin red caminera. Lo constatamos en terreno. Tampoco tiene red sanitaria, alcantarillado. Por lo tanto, en la medida en que empecemos a reemplazar personal militar por personal civil probablemente encontraremos una salida mucho más fácil para cuando llegue el momento del retiro, el cual espero, igual que otros señores Senadores, que no se produzca en un horizonte muy lejano.
A la luz de los antecedentes mencionados, señor Presidente , respaldaré la prórroga de la permanencia de tropas y medios nacionales en Haití.
El señor GIRARDI ( Presidente ).- ¿El señor Canciller desea agregar algo antes de la votación?
El señor MORENO ( Ministro de Relaciones Exteriores ).- Lo haré después, señor Presidente .
Gracias.
El señor GIRARDI (Presidente).- Ofrezco la palabra.
Ofrezco la palabra.
Cerrado el debate.
En votación.
El señor LABBÉ ( Secretario General ).- ¿Algún señor Senador no ha emitido su voto?
El señor GIRARDI ( Presidente ).- Terminada la votación.
--Se aprueba la prórroga, por un año, para la permanencia de tropas y medios nacionales en Haití (24 votos a favor, una abstención y un pareo).
Votaron por la afirmativa las señoras Allende y Alvear y los señores Bianchi, Chadwick, Chahuán, Coloma, Escalona, Espina, Frei (don Eduardo), García, Girardi, Horvath, Larraín (don Hernán), Letelier, Longueira, Muñoz Aburto, Orpis, Prokurica, Quintana, Sabag, Tuma, Uriarte, Walker (don Patricio) y Zaldívar (don Andrés).
Se abstuvo el señor Novoa.
No votó, por estar pareado, el señor Pérez Varela.
El señor GIRARDI (Presidente).- Tiene la palabra el señor Canciller.
El señor MORENO ( Ministro de Relaciones Exteriores ).- Señor Presidente , agradezco muy especialmente el apoyo otorgado por los señores Senadores a la solicitud formulada por el Presidente de la República para autorizar la prórroga de la permanencia de tropas y medios nacionales en Haití.
Chile adquirió un compromiso con la seguridad y la estabilidad de la región. Y no hay duda de que esta es una demostración bastante clara de la fortaleza de nuestras instituciones políticas, hecho ampliamente reconocido en la comunidad internacional y que de forma paulatina ha venido constituyéndose en un elemento esencial de nuestra política exterior.
Sin embargo, más allá de los aspectos políticos y económicos que pueden estar involucrados en la decisión de participar en esta misión de Naciones Unidas, existen factores de carácter humanitario que hacen imperativa esta cooperación con Haití.
Chile es un país de valores, de convicciones, donde la solidaridad se manifiesta de modo muy claro en la política exterior, y con mayor compromiso si esto sucede en nuestra propia región. De esta manera, nuestra nación ha desplegado sus tropas en misión de paz y realizado distintos programas de desarrollo social en la isla.
No es de extrañar, entonces, que la opinión pública chilena se haya identificado con esta tarea solidaria hacia un pueblo hermano de nuestra región, generándose, así, una consecuencia entre la decisión política y el sentimiento ciudadano.
Tenemos el pleno convencimiento de que esta clase de misiones son, por su naturaleza y tal como aquí se ha indicado, temporales, y de que resulta necesario ir generando condiciones suficientes para un retiro gradual de nuestros efectivos.
De esta forma, es claro que Haití debe caminar hacia un proceso de construcción y consolidación de sus instituciones, para lo cual, naturalmente, se requerirán esfuerzos adicionales que habrán de contar con una amplia solidaridad latinoamericana y mundial.
La experiencia ha demostrado que resulta imposible pasar a etapas superiores de desarrollo si no se cuenta con el elemento básico de la seguridad, que es, precisamente, el que proporcionan las tropas en la actualidad.
Por consiguiente, ahora viene un esfuerzo importante a nivel regional para colaborar en el desarrollo de Haití, el que debe contar con la dirección y la plena aprobación del Gobierno que acaba de asumir hace solo un par de días.
Por último, deseo resaltar el hecho de que la participación de Chile en la MINUSTAH es sumamente valorada en el contexto de Naciones Unidas, lo cual ha llevado a que por segunda vez haya sido designado un chileno como Representante Especial del Secretario General de la ONU en Haití. Ello, naturalmente, representa un legítimo orgullo y también un reconocimiento para nuestro compatriota y ex Canciller Mariano Fernández .
Muchas gracias.
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