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La señora ALVEAR.- Señor Presidente, cuando discutimos en general el proyecto en la Sala tuve la oportunidad de expresar mis preocupaciones al respecto.
Por lo demás, dichas inquietudes las he recogido en terreno, en las distintas comunas que represento en la Región Metropolitana, en donde prevalecen situaciones francamente caóticas. Allí hay verdaderos bosques de antenas instaladas al lado de establecimientos educacionales, de jardines infantiles, etcétera. De modo que la saturación en algunas zonas es enorme, lo que debe sumarse al problema de la contaminación y a los propios de la Capital.
Al mismo tiempo, debo recordar que recibí a diversas personas en el Senado, que tuve la oportunidad de contactarme con muchos vecinos de distintas comunas y conocer las situaciones que los afectan. Y vi, con verdadera angustia, cómo el golpear puertas para que no continúe la proliferación de antenas de telefonía móvil era francamente inviable ante la falta de una adecuada regulación.
Señor Presidente, sin duda, desde el momento en que discutimos en general el proyecto en la Sala hasta ahora, cuando lo debatimos en particular, hay un avance.
En ese contexto, desde luego, felicito a la Comisión de Transportes y Telecomunicaciones por el trabajo realizado. También debo valorar la disposición del señor Ministro para escuchar las distintas visiones. Cuando eso ocurre es posible avanzar. Quizás la iniciativa, al dar cuenta de lo anterior, al mismo tiempo entrega una señal clara al Gobierno: es importante trabajar en ese espíritu de diálogo para ir adelante. Y dialogar significa tener la capacidad de escuchar y de ponerse en el lugar del otro.
Sin embargo, debo decir que todavía tengo algunas inquietudes, aun cuando el texto del proyecto se haya mejorado.
Si uno lo mira desde el punto de vista de la ciudadanía, hay tres aspectos que diariamente se nos plantean a los parlamentarios que estamos estrechamente vinculados a la iniciativa: en primer lugar, la menor cantidad de antenas; en segundo término, una mejor cobertura, como lo desea la ciudadanía, y, finalmente, que el precio por el servicio sea más bajo.
Como aquí ya se ha dicho -y no lo voy a repetir-, los costos de la telefonía celular son altísimos para nuestra población. Por eso, hago un llamado de atención a quienes proveen ese servicio público, el cual es de tanta envergadura, por los beneficios que este entrega a la población.
Hay que tener claro que hablar de menos antenas significa disminuir las ya instaladas y no solo reducir el número de las que se levanten. Además, las nuevas deben respetar reglas urbanísticas básicas que en la actualidad no existen.
¡Esto es lo que esperaba la gente! ¡Ese es el horizonte con que debemos seguir trabajando!
El texto aprobado en general -ya lo he señalado- no lograba esos objetivos. Sin embargo, el que tenemos ahora representa un avance.
Menos antenas, mejor cobertura y precios más bajos se consiguen obligando -reitero, y me hago cargo de lo expresado aquí por otros colegas y por la Senadora Allende- a la colocalización, incentivando la entrada de nuevos actores y procurando la igualdad de trato para todos los involucrados.
Eso significa avanzar en los tres principios que he reseñado.
Ello se obtiene también fomentando una mejor competencia y una mayor transparencia en este mercado tan relevante para la vida diaria de los chilenos.
Efectivamente, casi todos hacemos uso de celular e Internet; y, en atención a la masividad de ambos servicios, resulta fundamental entregar igualdad de oportunidades para caminar hacia el desarrollo. Pero este siempre debe compatibilizarse con la preservación de las normas medioambientales, de modo que el progreso no signifique un detrimento de ellas ni de la salud de la población.
Igualmente es importante que en el trámite de la Comisión Mixta que se forme -así espero- se avance en el sentido de que las nuevas cargas que se establezcan sean iguales para todos y no solo para quienes instalen antenas en el futuro.
Me explico: a propósito de las antenas que ya se encuentran instaladas, quizás si, en vez de establecer solo incentivos para colocalizar -lo que ya implica un avance-, debiéramos obligar a eso y, a la vez, mimetizar. Ambas cosas. Porque, a la luz de lo conversado con los vecinos, la mera colocalización es insuficiente.
Asimismo, es necesario preocuparse de las antenas ya instaladas en zonas turísticas, pues el texto aborda únicamente el caso de aquellas que se instalen a futuro en dichos lugares -lo valoro, pues se trata de un adelanto-, pero es imprescindible corregir eso.
De otro lado, en la Comisión Mixta que se constituya, deberemos echar una mirada a la situación de las futuras antenas según las exigencias que aquí se consignan, de modo que las empresas -lo expreso con mucha fuerza, señor Presidente - asuman realmente una responsabilidad.
Además, espero que el Gobierno ponga la respectiva urgencia a este proyecto. Porque -deseo resaltar lo que aquí se ha dicho-, mientras se tramita, se siguen instalando muchas, ¡muchas! antenas, sin que se cumplan los requisitos que contendrá la ley.
Por ende, formulo un llamado a la responsabilidad de las empresas en orden a que aquello no siga ocurriendo.
Reitero mi petición al Ejecutivo de dar urgencia a la iniciativa en los trámites que le restan en el Parlamento, con el objeto de analizarla globalmente con celeridad y de que se transforme pronto en ley, para los efectos de responder a la necesidad de contar con menos antenas, mejor cobertura y más bajos precios por el servicio.
--(Aplausos en tribunas).
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